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20. Liam

Capítulo editado.

20 | LIAM.

Me pierdo por el hotel a propósito.

Conozco la piscina  bajo techo que tienen porqué tener una al aire libre sería tonto teniendo en cuenta que llueve muy a menudo en Oregón. Incluso recorro por fuera el spa y me cuelo en una sala de conferencias vacía. Es enorme y no hay ni una sola ventana. Me siento en la extensa mesa rectangular y coloco mis manos en los costados de mis piernas. En el silencio, me resulta mucho más fácil pensar.

Es irónico sentirlo, pero lo hago. Siento miedo.

No ese tipo de miedo que sientes cuando eres niño y ves una película de terror o el miedo que te paraliza cuando alguien está por lanzar el primer golpe. Es el miedo que sientes cosquillearte por dentro, el que te dice «todo va a salir mal» y tú le crees. También es el sentimiento de incertidumbre que te deja parado en el medio de la nada y sin saber qué hacer. Este miedo lo cargo siempre, Olive siempre ronda por mi cabeza y me llena de terror.

Pero ahora también hay algo más. Tyler, Nick y Aggie. La idea de nuestro grupo desintegrándose después de la estupidez que hicieron Tyler y Aggie, me aterra.

En mi mente siempre han sido ellos mis mejores amigos. Son lo único bueno que tengo en mi vida y lo más importante en ella. Y por más que la pelea me exonere, cuando esto salga a la luz nada va a volver a ser lo mismo. Los viajes se habrán acabado, la convivencia se convertirá en incómoda y puedo afirmar con seguridad que mi grupo de amigos va a desaparecer.

Y no quiero que suceda, pero tampoco puedo guardar el secreto de Tyler y Aggie. Nick merece saberlo, merece saber que su "mejor amigo" es un mentiroso y un traidor y que su novia le fue infiel.

Así que acá estoy. Mirando a la pared blanca mientras considero ambas opciones y cuál es la correcta.

De verdad pensé que al dejar atrás Everdeen, el drama también se quedaría allí.

Mi celular suena en el momento indicado. No soporto seguir partiéndome la cabeza en este debate que tiene un final bastante predecible. Revuelvo los bolsillos de mi jean y leo la pantalla.

Es Emma.

Me había olvidado por completo de ella. Llevo ignorando sus mensajes y llamadas desde mi encuentro con Quinn. Hay tanto con que lidiar aquí que hablar con ella suena imposible.

—¿Hola? —inquiero al responderle. Aclaro mi garganta.

—Hola —responde su voz suave y delicada, nunca pensarías que es capaz de romperte el rostro con sus propios puños—. ¿Cómo estás? ¿Sigues en Portland?

—Sí, han surgido unas... Cosas. Apenas las resolvamos, volveré.

No es como si fuera a soltar todo por teléfono.

—¿Qué cosas? —inquiere con curiosidad.

—Nada por lo que tengas que preocuparte, ¿tú cómo estás? —desvío el tema de conversación antes de que pueda seguir haciendo preguntas. Emma y yo nos llevamos bien, ella es... Normal y me gusta que lo sea, me gusta como soy cuando estoy con ella, pero aún no estamos en ese punto de confianza.

La realidad es que me gusta que no me haga sentir mucho. Se siente más seguro.

Titubea por unos momentos, como si no supiera si seguir presionando o dejar las cosas como están.

—Todo bien —responde finalmente—. Estoy con muchos trabajos y yendo al gimnasio, lo normal... ¿Cómo está Aggie? Las chicas han estado preguntando con ella.

Puf, ¿cómo olvidar que Emma y sus amigas son ahora amigas de Aggie? La pregunta me resulta tan irónica que tengo que tragarme las ganas de reír.

—Bien —miento.

Ambos nos quedamos en silencio. Puedo imaginarla en un café por el ruido de atrás, con sus anteojos puestos y varios libros desperdigados por su mesa. E infaliblemente, un bolso de gimnasio bajo la mesa esperando a que termine para ir directo a entrenar.

—Emma —suelto de repente. Una corriente de adrenalina me invade el cuerpo—. Cuando vuelva, tenemos una cita pendiente.

La oigo reír y alejarse del móvil.

—¿Sí? —inquiere con diversión—. Nunca hablamos de eso.

—Bueno, ahora sí. Apenas vuelva, tú y yo tendremos una cita.

—No sabía que la gente seguía teniendo citas.

A decir verdad, yo tampoco. Las citas son aburridas e innecesarias, pero no se me ocurre mejor manera para conocer mejor a Emma que sentándonos a comer en algún lugar. Por primera vez en mucho tiempo, me interesa conocer a alguien.

—Soy todo un romántico —largo una carcajada.

—Sí, claro. ¡Pero yo elijo el lugar! —exclama y suena casi como una amenaza.

—Está bien.

Continuamos charlando de otras cosas, como la universidad y las clases de boxeo que quiere darme. Ignoro olímpicamente sus intentos por hablar de Portland. Estoy muy seguro de que sospecha que hay algo más detrás de lo que le dije "Tengo que ir a una boda". Emma es una chica inteligente, sabe que hay más. Sin embargo, mantengo la boca cerrada sobre ese tema y la distraigo preguntándole sobre más cosas sobre ella.

Diez minutos después, me dice que debe irse o nunca terminará el ensayo sobre la manipulación de los medios que tiene que entregar la semana que viene. Me despido de ella, pidiéndole que elija bien el lugar de nuestra primera cita y corto.

En algún momento de la conversación, me cansé de estar sentado y me acosté sobre la mesa. Me pregunto cuánto tardarán los del hotel en darse cuenta de que estoy aquí y echarme.

Exhalo el aire que contenía.

La única novia que tuve en todos mis dieciocho —casi diecinueve— años fue Winter Dunne. Y ni siquiera sé si contarla como novia. La quería, pero no tanto. Nuestra relación saltó de ser amistad a noviazgo en muy poco y no exactamente porque nosotros queríamos. El sexo era bueno y los regalos también. Sin embargo detestaba el control que quería ejercer sobre mí y tener que posar para fotógrafos. De todas maneras, solo nos veíamos dos veces por mes como mucho.

Esa relación no era para nada saludable. Ella veía a hombres "a mis espaldas" y yo me convertí en el rompecorazones de Everdeen y no exactamente por solamente hablar con chicas.

Me alivia que se haya acabado, pero por otro lado... Me deja abierta la oportunidad de tener una novia oficial. Por primera vez en mi vida, alguien de mi elección. En mi cabeza esa persona iba a ser Quinn, pero ahora no veo eso posible.

¿Será que Emma podría ser mi novia? No siento demasiado por ella, nada me cosquillea ni me comporto como estúpido cada vez que le hablo. Los síntomas del amor son otros. El corazón acelerado, las descargas eléctricas cada vez que la toco, como ella sonríe e inconscientemente le sonrío de nuevo, los pensamientos nublados y esa sensación de ser capaz de hacer lo que sea por ella.

Definitivamente no es Emma, aún. Pero podría serlo con el tiempo. Tal vez con el tiempo logre olvidar a Quinn de una maldita vez y pueda ser feliz con alguien más.

Porque ya no quiero ser el rompecorazones, el imbécil insensible que detesta a todos. Esa persona ya no existe para mí, al menos no desde ella.

Observo de reojo mi celular. ¿Sería muy tonto llamarla? Estamos en la misma ciudad, a tan solo un par de kilómetros de distancia.

Y no es mi mente la que piensa cuando abro mi lista de contactos y llego hasta la G. Aún la tengo agendada como "Gatita". Resoplo y una sonrisa se estira en mi rostro ante los recuerdos.

—¡Hey! ¿¡Qué haces aquí!? —un grito me interrumpe cuando estoy por presionar para llamarla. Me levanto de la mesa de golpe y percato al un conserje parado en la puerta. Suelta el carro de limpieza para mirarme furioso.

—Me perdí —respondo. Camino hacia la puerta y no digo nada cuando paso por su lado para irme a mi habitación.

No me demoro mucho en volver a la suite. Abro la puerta y de inmediato me sorprendo al oír voces en la sala de estar, la cual es una habitación aparte a donde están las camas. No me cuesta identificarlos. Es la risa de Tyler, los bufidos de Nick y los grititos de Aggie.

No salgo de mi asombro mientras me acerco. En los sofás de cuero negro, Nick, Aggie y Tyler charlan como si nada hubiera sucedido. Y es que para Nick, en realidad nada sucedió.  La televisión está apagada, las cortinas cerradas y la calefacción encendida. En la mesa ratonera, hay tres cajas de pizza y un Monopoly sin abrir.

Elevo mis cejas y miro a Tyler quien me evita.

—¿Dónde estabas? —Me pregunta Nick todavía con la sonrisa en su rostro por el chiste de Aggie—. Casi te quedas sin pizza.

—Uhm —murmuro sintiéndome extraño cuando no debería. La situación debería resultarme normal. Es típico de nosotros juntarnos a comer y a pelearnos a muerte jugando al Monopoly, entonces alguien se enoja, Nick en lo general, tira el tablero y nadie gana nunca.

Sin embargo, es diferente y se siente demasiado extraño. No puedo actuar normal sabiendo lo que sé. ¿Cuántas veces los cuatro nos hemos sentado a hacer esto mientras que Tyler y Aggie sabían lo que hicieron? ¿No les pesa la culpa?

—¿Estás bien? —presiona Nick y junta sus cejas.

De soslayo noto como el labio de Aggie tiembla con nerviosismo.

—Sí —respondo luego de aclarar mi garganta. No planeo decirlo, al menos no ahora. Voy a dejar que ellos decidan y se arreglen, pero si no le dicen, le diré yo—. Cosas de Olive, ya sabes como es.

Él asiente y me mira comprensivo. No cabe duda que mis mejores amigos han sido los únicos que me acompañaron desde el principio con esta situación de mierda. Me vieron llorar, querer tirar todo a la mierda, considerar matarme, hasta tuvieron que arrastrarme de bares de mala muerte para prevenir... Sacudo mi cabeza, mejor no pensar en ello.

Abro una caja de pizza y encuentro una Hawaiana, la favorita de Aggie.

—Mierda, Agustine —bromeo para aligerar la tensión de la cual Nick no se había percatado—. ¿Cómo puede gustarte esta asquerosidad?

Se ríe, y lo percibo más como un suspiro de alivio.

—Tú con tus gustos, yo con los míos —refuta y me enseña la lengua.

Se me ocurren mil maneras de devolver esa broma, tanto que debo mirar al suelo y morderme el labio.

—Yo también la detesto —Nick pone una mueca—. Pero todo sea por la princesa.

Tira de su coleta de caballo sin fuerza y revuelve su cabello. Aggie larga una carcajada y se inclina para besar a Nick.

Abro la otra caja de pizza.

Cuando Aggie termina de reírse y vuelve a su lugar luego de intercambiar miradas juguetonas que me hacen querer vomitar con Nick, la charla habitual continúa.

—¿Qué tal las cosas con Emma? —me pregunta Tyler, también en un intento de aligerar la tensión y desvíar la conversación.

—Nada muy especial —respondo. Aggie se inclina con interés a la conversación—. Cuando volvamos tendremos una cita.

—¿Una cita? —Carcajea Nick mientras roba otra rebanada de pizza—. Eres Liam Hamilton, tú no sales a citas.

—Para todo hay una primera vez —Chasqueo mi lengua y bebo refresco de mi vaso.

Los tres intercambian miradas extrañas. De repente, me desconocen porque el rompecorazones se ha ido, dejando en su lugar a un tipo que quiere tener una maldita cita. ¿Cuál es el problema?

—¡Emma te gusta de verdad! —exclama Aggie con una sonrisa cómplice. Salta en su lugar haciendo que su cola de caballo se mueva en el aire.

Entrecierro mis ojos. Otro mordisco de pizza.

—No me gusta Emma, quiero ver si me gusta.

—¿Eso significa que ya no...?—

La interrumpo antes de que pueda terminar la pregunta.

—No traigas a Quinn a la conversación, no quiero hablar de ella —sentencio mirándolos con seriedad.

—Cálmate —pide ella al poner sus ojos en blanco—. Es sólo para verificar. No juegues con los sentimientos de Emma para olvidarla.

Le envío una mirada fría. ¿Habla en serio?

Dejo escapar unas cuantas carcajadas sin gracia y en su mayor parte fingidas. Aggie percata a que me refiero inmediatamente porque se pone rígida como una roca. Tyler me envía una mirada asesina.

—Las pizzas te pusieron imbécil. ¿Y ahora por qué te ríes? —cuestiona Nick luego de dejar su vaso vacío en la mesa.

Sería tan fácil decirle ahora.

—Un chiste interno entre Aggie y yo —respondo. Y Tyler—.  Jugar con los sentimientos de otras personas es muy común hoy en día. ¿Verdad, Aggs?

Vuelvo a reír.

Tyler se para del sofá y si Nick no estuviese aquí, ya me hubiese agarrado por el cuello, estampado contra la pared y probablemente gritado que me calle. Pero Nick, el pobre ingenuo, se encuentra entre nosotros los mentirosos.

Camina inquieto hacia la ventana y corre las cortinas, la noche de Portland es fría y amenaza con llover, como de costumbre.

—Dímelo tú, "rompecorazones" —se burla. Sus ojos estarían lanzándome ácido ahora mismo si fuese posible.

Humedezco mis labios. Aggie nunca estuvo de acuerdo con mis actitudes arrogantes y egoístas, ni con que lastime a chicas. Siempre odió todo ello, pero no lo dice.

—Dejen de pelear, ni siquiera hemos empezado a jugar al Monopoly —resopla Tyler y sonríe en un mísero intento por esconder lo alterado que está.

—No busco pelear —me excuso al recostar mi espalda en el respaldo del sofá—. Es Aggie la que se pone nerviosa sin razón.

—Claramente algo está pasando —interrumpe Nick. Mira a Tyler a su novia confundido y luego posa sus ojos en mí—. ¿Se han peleado? ¿Qué hicieron?

Niego con la cabeza y pongo una mueca en mis labios jugando al desentendido.

—¿Tyler? —insiste.

—Todo está bien, Nick. Liam está pasando por cosas, claramente —intenta zanjar la conversación.

Dejo escapar aire por mi boca y niego con la cabeza.

—¿Qué hicieron? —vuelve a insistir Nick. Ya no hay diversión en sus ojos, está nervioso y muy intrigado en saber qué hay detrás de todo esto.

A pesar de todos mis instintos gritándome que le diga, me contengo. Tensiono la mandíbula y no digo nada, simplemente miro a las cajas de pizza desalineadas sobre la mesa y a mi vaso a medio llenar.

—No es nada, Nick —se apresura a decir Aggie. Pasa una mano por su espalda pero él se aleja.

—No me digas que no pasa nada, hay algo mal.

Presiento que la tormenta va a llegar pronto.

—Liam, eres un imbécil —suelta la desgarrada voz de Aggie. Mi corazón da un vuelco cuando subo la vista para encontrarla con los ojos húmedos y cada vez más cristalizados. Mi boca tiene un gusto amargo y es porque el secreto está por salir a la luz. Sé que es lo correcto, pero no puedo evitar sentirme mal.

—Todo está bien, Nick —miente Tyler. ¿Acaso no se da cuenta que ahora mismo cava su propia tumba?

Mi mejor amigo luce angustiado. No deja de mirar por la ventana y por las luces de los edificios de Portland en busca de algún consuelo. El silencio reina en la sala de estar, ya no hay voces ni carcajadas risueñas como cuando llegué. Tal vez cuando llegué fue la última vez que lo escucharé reírse y compartir juntos.

El ambiente es tenso y sobrio, tanto que resulta perturbador. Mas perturbador me resulta el silencio de Nick, silencio que hacen los inocentes cuando les cuesta entender un chiste.

—No, no lo está —sentencia Aggie por fin. Con sus manos quita las lágrimas de sus mejillas. Me pregunto cómo se sentirá saber que la relación con la persona que más amas en este mundo se está por terminar y todo es por tu culpa. Una etapa va a cerrarse, todo va a cambiar y nada volverá a ser lo que era antes. No podría con esa presión.

Nick vuelca su atención a su novia. Busca su mano y le da un apretón. Para él, Aggie es la única persona en la que podría confiar con la verdad, su confidente, su aliada cuando todo sale mal.  Tyler y yo podríamos haberle hecho algo, sería hasta predecible. ¿Pero Aggie? Ella nunca. Es su estrella dorada, su sonrisa en un mundo amargo y la chica con la que sueña desde que somos niños.

—Nick... yo... —intenta buscar las palabras correctas. No puede dejar de mirar su mano unida a la de él como si supiese que sería la última vez que recibiría un tacto tan sincero de su parte. Su labio tiembla—. El embarazo que perdí, puede que... Puede que no haya sido tuyo.

Inmediatamente, Nick retira su mano y su mirada comprensiva cambia a una furiosa y confundida. Sacude su cabeza y niega.

Me animo a mirar a Tyler quien mantiene sus brazos cruzados en una esquina de la habitación. Todo en él grita «soy el culpable».

—¿Me estás diciendo que estuviste con otro? —musita casi sin aire.

Soy capaz de imaginarme un montón de cosas. ¿Aggie acostándose con Tyler y rompiendo con Nick? Eso definitivamente no.

—Lo siento tanto —murmura Aggie entre sollozos—. No estaba pensando, fue tonto y de una sola vez.

—Mierda, Agustine —dice él. Sus ojos también amenazan con llorar pero el enojo le gana—. ¿Con quién?

Dejo escapar una bocanada de aire.

Y es así como todo termina.

Nick voltea fugazmente y clava sus ojos en mí. Su rostro enojado y sus ojos chispeantes por venganza me reciben. Se levanta del sofá.

—¡Te voy a matar, Hamilton! —vocifera él.

Lo que me faltaba.

Atajo el puño de Nick antes de que estampe en mi rostro.

—¡No fui yo, pedazo de imbécil! —exclamo cansado de esto—.  ¡Fue Tyler!

En este preciso momento, la gota colma el vaso y se derrama. Nick se aleja de mí y gira para enfrentar a Tyler. Me ofende que su primer pensamiento haya sido yo, pero qué demonios, mi fama habla por sí sola.

Espero paciente a que Nick eleve su puño y le dé su merecido a Tyler, pero eso nunca pasa. En cambio, niega con la cabeza. Mira a los culpables del caso con odio y desprecio.

—Ni siquiera puedo mirarlos ahora mismo —suelta. Su pecho sube y baja sin control—. Dios. No... No —respira pesado. Sus ojos frenéticos y al borde de perder la poca cordura que resguardaba—. No quiero saber nada de ustedes.

Ante sus palabras, Aggie estalla en llanto.

Nick voltea y se va rápidamente de la habitación. Suprimo las ganas de seguirlo, si yo fuese él, no querría estar con nadie ahora mismo.

Oigo la puerta estamparse con fuerza. La habitación queda en silencio, a excepción de los sollozos de Aggie.

Subo la cabeza para descubrir a Tyler mirándome enfadado. Se ahorra los comentarios, sabe que no tiene ningún derecho a decirme algo.

La verdad siempre sale a la luz. Sobre todo cuando empezó a tomar forma de una persona.

***

nota:

Nick triste es como si mataran a un gatito, no sé. sON BASTANTE inteligentes como para adivinar a donde va a ir Nick

Nos vemos mañana! Los quiero


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