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vingt et un. Atando cabos (Corregido)

Adrien, aún así no parecía especialmente seguro de abordar un caso tan peligroso, entregándolos a la policía. Yo sabía que se regía por el honor, la delicadeza y las buenas acciones y las buenas formas, porque así había actuado muchas veces conmigo o me lo había hecho saber de alguna manera, al menos. Lo que me preocupaba era más que Adrien tuviera miedo de entregar a la policía a su hermano, al calabozo o peor, a prisión. Adrien era una persona muy sensible, a pesar de las facetas que dejaba ver y le rompía el alma tener que volver a ver a su hermano para traicionarlo de esa forma. Una de las cosas que nunca te gustaría tener que hacer en la vida. Traicionar a tus seres queridos, o demostrarles que ya no tienen nada de tu apoyo. Si se les pudiera convencer, por el contrario de que Andreas había sido abducido por una mafia tan fuerte en convicciones y con tanta capacidad de seducción y abducción, pero, los policías sabían que había algo más que el dinero en la decisión de meterse a una mafia. Como...por ejemplo, un ansia o un deseo irresistible el cuál no puede ser enterrado, de matar a alguien, o hacer demasiado daño.  Siempre también se podía testimoniar que Adrien y su hermano tenían la tragedia de haber perdido a sus padres a sus espaldas, y todo el mundo sabe que un mal estado mental puede hacer  que uno acabe sucumbiendo a actos no tan buenos. Tenía la sensación de que cada vez que llegábamos al fondo de la cuestión, cuando las nubes empezaban a disiparse, el estado de la cuestión se nublaba como el mar un día de lluvia.

-Adrien, ¿ tienes alguna idea de porqué tu hermano se ha podido meter a una mafia tan peligrosa?  - Adrien dudó unos momentos antes de responder.

-Es difícil responder a eso. Puede que fuera una revancha por la muerte de Don.

Yo me apresuré a interrogar otra vez, barajando todas las posibilidades que se me ocurrían, y tal como se me venían a la mente las soltaba.

-Es decir, ¿ que es una venganza de él hacia ellos? ¿ cómo se puede ser tan frío y calculador para acercarse y ser íntimo de alguien a quien vas a traicionar después.

La venganza se sirve en frío, pensé después.

-Eso sería lo más sencillo- dijo Scott con voz seca. -Pero no creo. Las personas peligrosas se suelen mover por motivos más retorcidos. Tengo motivos para creer que la venganza sea de ellos para nosotros.

-Pero- objeté - ¿ por qué Andreas querría unirse a ellos si él no ganaba nada? Estamos hablando de que son personas frías y calculadoras, de que la venganza se sirve en frío y todo eso. Nunca en caliente, ¿ no es cierto? -puntualicé y en ese punto, Adrien asintió.  -Entonces dudo mucho de que él se haya metido en la mafia de gratis. Tenía que tener un motivo fijado en la mente de hace tiempo. Y si... a Don Barry ya lo mataron. Está muerto, el pobre hombre. ¡No pueden dejar en paz ni a un muerto!

-No es nada personal, nena, pero así son las mafias más turbias.

-Pero... sí él ya está muerto, ¿ por qué iban a querer venganza? ¿ no tendrían que irse a otro objetivo? ¿ buscar a otra persona? ¿ cuál es el objetivo realmente?

Adrien interrumpió la conversación entre Scott y yo.

-Elena, ¿ recuerdas los fotomatones de la fábrica Kodak en el Eastbourne Pier? Don Barry, era íntimo amigo del que vendía las fotografías aquí - Yo asentí.

-¿Entonces el amigo de Don llevaba la empresa aquí? -inquirí

- Sí, el caso es que el día del funeral no apareció por allí. Y eso que eran amigos íntimos, solo apareció por la noche para darle algo sospechosamente a Andreas.

Resoplé, el caso era como un puzle al que nunca le ves un final. Vas colocando las piezas. Vas generando algoritmos, cuentas y un almacén de dudas en tu cabeza hasta que tu mente es un laberinto múltiple.

-¿Crees que podría haber estado planeando algo con Andreas desde el principio?- pregunté.

-Esperad un momento, ¿ y si no fue Black Jack el que mató a Don Barry?

Adrien y yo nos quedamos petrificados, sentimos corrientes eléctricas, en nuestras espaldas. A mí me había dado la corriente en la mano y él sudaba por la frente.

-¿Quién querría matar a una persona como él?

-Uno que lo conociera del todo. Muy bien, de hecho, y que odiase a uno de nosotros tanto como para querer acabar con la inspiración de todos nosotros. Nuestro mentor.

-Bastien- concisa Adrien.

-Él podría ser una opción -se unió Scott. -Siempre iba de bueno dándonos regalos de navidad. Siempre venía a tomar el té, pero nunca escondió que en los bares largaba mentiras de Don y todos nosotros.

-No podemos probarlo- se dijo Adrien.

-Podemos buscar todas las pruebas posibles hasta dar con la clave. Tenemos una más entre nosotros.

Adrien se puso serio de golpe y me apartó de Scott.

-Oye Terrence. A ella no. No quiero ni que Andreas, Black Jack o Bastien le pongan una pistola en los oídos. ¿ Me has entendido?

Scott pensó unos segundos.

Tienes que casarte con ella en poco tiempo si quieres mantenerla a salvo, y que no te toquen ni un pelo a ti.

Adrien pensó.

-La ley de la justicia de los matrimonios en Inglaterra. No lo había pensado.

-Es muy eficaz. Las pandillas lo utilizaban en Inglaterra desde los años 40 o por ahí. - Adrien asintió demostrando que entendía a la perfección.

-¿ Conoces a algún párroco que nos pueda casar en menos de tres días?

-Mi tío era íntimo de un párroco que estuvo en la Iglesia de Brighton, hace unos diez años. Os puede casar en una ceremonia pequeña. La Iglesia tiene un transepto largo. Es verdad, pero en vuestra situación conviene que haya dos padrinos, uno para ti y otro que pueda acompañar a la novia- luego objetó. - pero me temo que no podemos fiarnos de cualquiera en este punto. ¿ no? Yo seré el padrino de los dos. Adrien le estrechó la mano con gratitud, y yo asentí,  si mi novio confiaba en él,  yo también lo haría . -Creo que esta misma tarde podríamos aprovechar para ir a la Iglesia y que os conozca el párroco. Es el Señor Davies.

La Iglesia de Brighton era ceremoniosa. Se vestía todos los jueves de un halo sepulcral, como si todos los días fueran domingo de resurrección o jueves santo. El transepto era largo como bien había dicho Scott. Las vidrieras eran luminosas y estaban decoradas con imágenes de la Virgen y los Santos. Un gran crucifijo  y una imagen de la Virgen orante se alzaban en el altar mayor.
Después de dar una vuelta por dentro del templo el cura nos guió al cementerio.

El párroco insistía en casarnos allí, en una pequeña Iglesia o ermita de cruz latina pero sin transepto y sin ser muy grande. No obstante, podríamos disponer de las instalaciones de la Iglesia si lo preferíamos pero quizá el cementerio fuera más privado y nadie sospecharía nada.

Luego, en el despacho del párroco, nos daríamos los votos y cambiaríamos mi apellido por el de Sprün.

Cuando el párroco se disculpó unos momentos para ausentarse, Adrien y yo nos quedamos solos caminando por los alrededores de la Iglesia.

La puesta de sol comenzaba a caer sobre el conjunto religioso, la pequeña ermita y las lápidas. Desde dónde estábamos no se veía el mar, pero todavía se olía a sal, a pesar de que estábamos algo lejos de la playa . Adrien me tomó de la mano de improviso y me hizo mirarlo a los ojos.

- Tengo ganas de que seas mi mujer por fin, Elena. Se supone que una pareja normal, pasaría la noche separados, pero no puedo arriesgarme de perder a mi mujer, antes de casarme- yo sonreí ante su broma.

-Aguanta, Adrien, ya apenas falta la bendición del Párroco para darnos una fecha.

El cura se abrió paso ante nosotros, Scott estaba a su lado, el sol le daba en su calvicie y parecía tener rojas las orejas, y como tenía los ojos claros, no podía estar mucho tiempo en el sol, y sudaba como un pavo en un asador.

- Si disponen de tiempo mañana a las diez de la mañana, aquí mismo les daré el sí quiero en una ceremonia como la que hemos acordado. Scott será su persona de confianza. Saludos. Y vayan con Dios.

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