Trois. with you, the heart sounds different.
Me despertaron unos ruidos en la puerta, impertinentes para mis oídos. ¿Quién diantres llamaba tan temprano? Tal vez, sería mi hermano. Solo para molestar. Adrien, se había quedado dormido con el cuerpo inclinado hacia el otro lado de la cama, y su mano izquierda a la guardia de mi cuerpo. Salí de aquel ángulo fortuito y me miré en el espejo, había vuelto a dejarme las partes dónde el amor se había ido, moradas otra vez, rastros de sus sentimientos como piel escrita, me había dejado su propia caligrafía.
¿Cómo podría salir de esto? Lo amaba, era el primero y el único para mí, pero mi familia me veía como una niña incapaz de tomar sus propias decisiones.
Me acerqué a la cama dónde estaba dormido y lo desperté tímidamente.
-Están llamando a la puerta- Susurré. - No pueden verte aquí.
-No me voy a ir . - Fruncí el ceño. -No te voy a dejar escapar, Elena.
Lo callé con prisa.
-Ahora no, Adrien, vístete rápido.
Me puse a toda prisa el sujetador que Adrien me había quitado en la madrugada, haciéndome una con el temblor de su corazón y los gemidos de la habitación. Intenté barrer todos esos pensamientos que habrían hecho abrumarse a mi abuela católica hasta el extremo, y me puse una camiseta de tirantes, mientras él se ponía sus pantalones del día anterior. Me puse la falda azul marino que encontré tirada en el suelo y lo empujé en mis prisas por hacer que la habitación no pareciera haber sido sacudida por un terremoto.
Adrien encendió un cigarrillo y se sentó en mi cama.
Me dieron ganas de tirárselo al suelo, tendría que acostumbrarme a que cuando estaba de mal humor hacía cosas que yo detestaba en lo más profundo.
Abrí la puerta ignorando el fuerte olor a tabaco que se empezaba a apreciar, y que junto al sudor de su cuerpo parecía una selva inhabitada. Mi barbilla casi cae al suelo de la sorpresa, Adrien se levantó y fingió que quería coger algo de la mesa, pero finalmente apoyó sus manos en ella, doblando la espalda mientras con su cigarro y su mal humor, traspasaba mi cuerpo como si fuera un espejo, y miraba con una mala leche, propia de cuando estaba celoso a Jean Gainsborough, que estaba al pie de la puerta, sujetando un ramo de flores, incluso se había dado algo de tono negro a las cejas y algo de color a sus mejillas, llevaba la corbata realmente ajustada y sus pantalones apretadísimos en su cinturón, tanto que me dio pena. Rocé sin querer la mano de Adrien para coger mis gafas, me las puse en el rostro y observé la forma de las majestuosas flores, la textura, los colores.
Jean apestaba a agua de colonia típica de las alemanas que él solía usar.
-Perdón por venir sin pedirle permiso a tu hermano, estaba preocupado por cómo te fuiste de la carpa.
Yo cogí las flores con cuidado de no romperlas.
Iba a hablar pero Adrien se adelantó.
-Deberías pedirle permiso directamente a ella, pero es tan Barbie que seguro que te dirá que sí con este ramo de flores.
Sus palabras me golpearon el pecho.
-Volveré en otro momento, cuídate, Elena - dijo visiblemente incómodo el pobre Jean.
Adrien cogió las flores que llevaba en la mano quitándomelas de un manotazo, y las pisoteó con sus pies para luego arrancarles el corazón a cada una de ellas.
-¿Barbie?- inquirí molesta. - ¿Es que no tenías otra forma de describir a la chica que has engañado diciéndole que la quieres, para dejarla en ridículo frente a un pobre chico que solo intentaba ser amable? Desde luego que sí, solo te molesta que el chico que me ha traído unas flores sea Jean Gainsborough y no tú. Se pone dura la competencia, ¿ no Adrien? -Repliqué con sorna. - Él me cogió de las muñecas ordenándome que lo mirara y de pronto me sentí muy pequeñita.
- Si tanto quieres al Ken ese, ve a por él toma estas flores, Barbie, sólo estaba haciendo una demostración de lo que va a hacer con todos tus vestidos, tu piel y tu corazón. Sólo ve, ¡joder! Si te importa una mierda lo que siento, ve con él, vete con Georges, y con toda tu estúpida y preciosa familia, vete de crucero por el Mediterráneo o por el Báltico, ten la magnífica boda de princesa que siempre has soñado, pero no vuelvas a Brighton, mi corazón ya lo has dejado suficientemente tocado. -Quizá él sólo tuviera miedo porque pensaba que al no haber sido criado en el ambiente de amor que yo si tuve, él no tendría esa capacidad de darme ese amor "idealista" que según él yo buscaba. Y por eso se estaba comportando así. Aún así dolía como una herida abierta.
-Pero borra todo rastro de mí, que él no vea en qué partes te he tocado, para que él nunca intente aspirar a lo que yo he intentado darte, dando fuerte al arado, trabajándomelo porque yo no tuve vuestra maldita infancia feliz.
-Siento que no merezco esto, que por más que yo intente que me creas, jamás lo harás, siento que te odio, pero no puedo dejar de pensar en ti- Agarré mi bolso, y salí de la habitación. Corrí por los pasillos como un rayo de sol que se cuela con rapidez por una ventana buscando compenetrarse con las sombras.
Por suerte, el desayuno aún no estaba listo, las mesas estaban compuestas sólo del mantel y los refajos.
No había ningún alma en el hotel, todo era silencio, salí y me fijé en el cielo, parecía una cumbre de montaña abriéndose ante las nubes cerradas de un cielo abierto.
A esas horas, la calle de la bahía estaba incompleta, aunque quizá fuera mi corazón rompiéndose a cada paso que daba, sintiendo la falta de aire que tenía en mi pecho, que no había vida sin él.
Dejé atrás las persianas cerradas y sentí las lágrimas humedecer mis ojos. Caminé nuevamente después de haberme parado unos segundos para limpiar mis ojos con un pañuelo, mi cabello estaba todo revuelto, creo que no quedaba ni rastro, del alisado de días pasados. Entonces, recordé cómo Adrien pasó sus manos por mi pelo aquella noche, introduciendo sus dedos acabando por rizar los mechones completamente lisos.
Como una ráfaga lo vi salir del hotel, y caminar a paso rápido hacia mí, y yo empecé a correr como si la vida me dependiera de ello, pasé por el aparcamiento de unas motos de policía, y seguí callejeando por un callejón más oscuro que esas seis de la mañana.
Adrien consiguió entrar , pero yo no podía correr más porque me había quedado varada con mis tacones en un chicle. Eso le dio ventaja a él que se acercaba a mí cada vez más, por lo que otra vez me tuve que dar por vencida. Él me cogió de la mano y tiró de mí hasta que el tacón reventó del chicle, y me quedé huérfana de zapato, supliqué porque no tirara de mí tan rápido, pero él no me escuchaba, pasamos otra vez por el mismo camino que yo había hecho.
Me solté de su agarre, pero él me volvió a coger de la mano, apretándome como si yo fuera su único amarre, atizando sus brazos con fuerza me obligó a seguir su ritmo, pero yo no podía porque me era muy difícil andar con un zapato y el otro pie solitario. Luego, comprendí que había una razón para tanta prisa, había una pareja de policías que hacía guardia cerca de allí, y si oían jaleo, tal vez sí que nos separarían de una vez, y a él lo llevarían a comisaría, yo me metería en un buen lío, y ya sí que mi familia le haría la vida imposible, para que él no volviera a verme. Al pensar eso, sentí que toda mi vida se volvía de color negro y me sentía algo mareada.
-¿ Hay algún problema señor? -preguntó uno de los policías al ver el mal humor de mi cara, mi boca torcida por la falta del aire, y la fuerza y el enfado con el que Adrien me arrastraba.
-Está loco.... Es el tipo más ruin...- empecé a decir pero Adrien me calló con sus labios sobre los míos, luego me miró y volvió a mirar a los policías. Mi cuerpo estaba congelado, la única mímica la hacía él con su mano agarrada a la mía.
- No, ningún problema, señor, mi mujer tiene un gran dolor de cabeza, eso le hace delirar, ¿ comprende?"
- ¿ Me puede decir su nombre y el de su esposa, si es tan amable, señor?
-Adrien y Elena Sprün.
-Excelente señor, cualquier cosa sabe dónde está nuestra oficina, Feliz luna de miel, y tome algo caliente enseguida, señora Sprün.
Cuando los policías se fueron, miré con toda la furia a Adrien, porque sabía que detestaba que lo mirara así, lo observé sacar de uno de los bolsillos de su chaqueta azul marino, una pluma y un papel más amarillo que blanco.
- Escribe lo que te voy a dictar.
Lo miré sin comprender absolutamente nada pero no quería que tuviera la misma reacción que en la habitación por lo que aunque a regañadientes, accedí. Apoyé mis rodillas en el suelo y dejé el papel en las losas, mojadas de lluvia y polvo.
-Yo, Elena Pavía- Comenzó dictando para luego hacer una pausa para encender un cigarro, mientras mis manos se hacían al raro tacto de la pluma.- Me he fugado en contra de la voluntad de mi familia, para casarme con Adrien Sprün. Yo, Elena Sprün, creo firmemente, que nadie puede creerse con el derecho de hacerme sentir un objeto, o que con un ramo de flores puede comprar la voluntad de mi hermano, para venderme a un hombre que no me ama.
Mis dedos se detuvieron.
Él fue a ver si el papel estaba escrito y se encontró con un rostro lleno de lágrimas.
-Elena. - Subió mi barbilla con el tacto delicado de sus manos, me hizo viajar entre miles de mares desconocidos sólo con hacerme mirarlo a los ojos. Se acercó a mi rostro, humedeciendo su cara con mi lluvia. Ese era el gesto más bonito que alguien había hecho por mí.
Su nariz frenó en la mía barriendo todos los rastros de lágrimas, compilando todos los miedos en fila, que iban cayendo al suelo, sus labios buscaron los míos, y se hicieron a ese acontecimiento de que el amor también te hace llorar, igual que él me enseñaba que en el amor hay que arriesgar, saltar precipicios, ponerse en la piel, y andar en las suelas de los zapatos del otro.
-¿Me estás pidiendo que deje a mi familia?
- Te estoy pidiendo que te cases conmigo, Elena-. Se quitó el abrigo y en su chaqueta, en el bolsillo había salvado una flor del ramo que había destruido y pisoteado. Sacó del bolsillo una cajita azul marino. Luego, se arrodilló y la abrió, mi corazón se quedó helado, en la cajita azul intenso había un anillo que tenía piedras de sal que rodeaban a un diamante.
-Adrien. - Susurré con la voz entrecortada.
- Representa un camino de sal a tu corazón.- Él colocó el anillo en mi dedo anular y yo miré los cuarzos de sal tan brillantes, que sentí mis ojos cegarse.
Con sus dedos acarició mi mano y el anillo, subió sus caricias a mis dedos para asegurarse de que era real, y luego, con miedo a que la respuesta de mis labios fuera otra, sus ojos se enfriaron, y volvió a fumar para tranquilizarse. Yo le quité el cigarro de los labios y llevé sus manos a mis piernas, su rostro se fue acercando, y nuestras narices se rozaron. Nuestras miradas cayeron al mismo tiempo que un avión aterriza, y nuestros labios por fin se rozaron sin el obstáculo del miedo, mis manos viajaron a su cuello, y Adrien me acercó más a él, como si aún hubiera un tobogán de aire para nuestros pechos ya casi respirando el mismo oxígeno. Sus brazos me cubrieron la cintura, como memorizando y haciendo un molde de mi cuerpo para su mente.
Sentía su mano recorrer de arriba abajo mi espalda, cada vez más lento hasta acabar en tiernas caricias. Él era capaz de quererme de la misma forma, estando desnuda o sin ropa. Conseguía que sintiera la misma gravedad, ejerciera su peso contra mi espalda entre mi cama, la pared, o las potentes losas del extrarradio.
Yo bajé mis manos a su pecho, cuando nos separamos con dificultad, moví mi vista hacia el cielo, mientras él seguía mirándome, como si aún le faltaran más pruebas para cerciorarse de que yo era tan real como el amanecer que ahora era el máximo esplendor en ese final de madrugada. Me senté en su pierna doblada, mientras me ponía en dirección al espectáculo del sol, y él rodeando mi cintura, me tomó de la barbilla e inesperadamente me besó, mientras el sol nos rodeaba de perfil.
Nota: I'm so teary right know :'( . Estoy llorando. Amo demasiado a estos dos. Mis niños.
PD: estoy súper contenta con el nuevo acabado del capítulo, lo siento más ordenado y más real.
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