quatorze. Good and Evil (Corregido)
La luna parecía un caleidoscopio en el cielo, jugando con las luces persas de las estrellas. El aire se iba volviendo cada vez más frío, y era casi imposible estar en las zonas de corriente. Los ojos lloraban, y el lagrimal izquierdo de Adrien se notaba enrojecido como si las lágrimas tiritaran. Caminar por el muelle de Eastbourne en una noche del solsticio de otoño era tal vez como caminar por los sedimentos de lluvia, y los posos cristalinos que dejan las suelas de los zapatos en los charcos.
Porque el muelle, como en los días de tormenta en los que el oleaje parecía el mar subido por Poseidón hacia el faro, temblaba. El Palace Pier, parecía que era noria con el viento. Así, como el agua que se empapa y se desequilibra como la marea en la tormenta, el viento levantaba y movía los toldos, incluso parecía que las letras del Palace Pier, que nunca dejaban su sitio, ahora perdía su casilla por el lado vil del firmamento.
El clima lluvioso no era para estar paseando con ambiciones noctámbulas, pero Adrien necesitaba un plan de milicia para conseguir entrar en su barrio que estaría bordeado por policías de cabo a rabo. Porque veía demasiado arriesgado presentarse en casa de Willbug y de Sonia, su novia de toda la vida, y ahora su mujer. Puede que hicieran preguntas incómodas sobre todo a Elena. Y empezaran a ponerlo nervioso con la idea de que el más rebelde de los Barry, el chico malo, el chico difícil, el sanguijuela de todo Brighton, por fin había sentado la cabeza, con una mujer muy bonita, pero que tal vez era demasiado buena para él.
Él, por el contrario ya sabía desde hacía tiempo que con Elena Pavía, iría al fin del mundo. Y, de momento, ella también iría hasta el cabo del miedo con él.
Tenía sus reservas y sus miedos, y se le notaba en el semblante, cuando estaba especialmente nervioso, sin embargo, no estaba irritado, el brazo de Elena, entrelazado en el suyo, y otros momentos del trayecto, sus manos entrelazadas, lo mantenían tranquilo. Ella no quería estar en un sitio diferente. Se adaptaba a sus momentos, y era tan moldeable y voluble como la plata en sus inseguridades. Ella lo quería, y él no podía sentirse más orgulloso.
Además, según sus coordenadas, dejar a Elena durmiendo en el pequeño motel, habría sido un descuido que podría haberle costado la vida a los dos, o el amor. Incluso, era un descuido hasta suponerlo.
Adrien rodeó a Elena por la cintura dándole seguridad, había notado que una pareja que no reconocía entraba al paseo marítimo.
La acercó hacia sí, mientras le retiraba un mechón de pelo de su rostro con cariño, ella, por otro lado se sonrojó mientras se ponía el otro mechón detrás de la oreja.
El paseo estaba precioso con el juego de luces encendidas desde las doce en un color nude fundido, como las llamas consumiéndose en su viaje efímero.
Adrien besó la mejilla de la chica que apoyó sus manos en la espalda del chico cruzándolas y apretando los dedos como si así pudiera bordear toda su piel y sus huesos como una barca.
Después se puso tensa justo cuando los labios de él bajaron a su cuello. A pesar de que la sensación de que él se fumara su piel era indescriptible y adictiva, distinguió a Georges, Jean y una de las tantas novias de Georges.
Adrien notó algo raro en su actitud, ella nunca se resistía sin motivos, excepto los días anteriores que él le había puesto las razones en bandeja, por lo que se giró sin que ella se diese cuenta. Y al ver a Georges, y ese tal Jean Gainsborough, se volvió hacia su novia y le dijo serio mirándola a los ojos, como si fuera una clave de sol grave.
-Brighton no es seguro -él tenía la esperanza de que ella opinara lo mismo. -Ellos no pueden saber nada de esto. Si me acaban relacionando con el caso, Elena, nadie podría encubrirme, ni siquiera tú, y ellos me alejarán de ti - Elena se tensó.
-Pero eres inocente, Adrien- Adrien entornó sus ojos y Elena bajó la cabeza.
-No todos piensan como tú- Adrien siguió - podríamos huir...
-¿Juras que si huimos juntos nunca me dejarás en el camino? Estoy arriesgando demasiadas cosas que me importan por ti, Adrien - Elena sabía que esa era una pregunta difícil, pero tenía que hacerla.
-¿Confías en mí? -Elena, sintió que sus ojos verdes se humedecían como la playa de Berling Gap en las noches de marea.
Era la primera vez que él le hacía la pregunta sin perder contacto visual con sus ojos, y cada rasgo de su rostro le decía que nunca había ido tan enserio. Elena decidió mirar para otro lado, sin embargo, observó, como Georges y sus acompañantes se metían a un fotomatón de no muy grandes dimensiones. Luego, observó con detenimiento el mar. Tenía el presentimiento de que las curvaturas del mar protagonizadas por la marea, eran el presagio de algo malo.
Adrien, la sujetó del brazo firme pero sin hacerle daño, y la instó a caminar hacia el lugar más apartado del muelle, apoyándola con la espalda en una de las casetas blancas y azules, que con todo el conjunto arquitectónico del muelle, parecían una carpa de cuento. Él, entonces aprovechando un momento de despiste en el que ella recuperaba el aliento la besó con todas sus fuerzas, con toda la pasión y el aliento que le quedaba. La besó como no la había besado nunca, y cuando se separaron y ella se quedó mirándolo a los ojos, tomó el rostro de Elena con ternura. - Quiero vivir, Elena- Adrien parecía que se trababa con las palabras.
- Y tú eres la única que puede ayudarme a hacerlo. Tenía que haber escapado hace mucho tiempo de Brighton, sin embargo, no lo hice, y no lo hice por ti, porque creo que todo el mundo merece segundas oportunidades. Y no quería irme sin decirte que me he enamorado de ti, como no lo he hecho de nadie. Que pones la fuerza del mar y de las erupciones volcánicas en mi pecho cuando estás cerca de mí. Y cuando te beso, Elena, es cuando verdaderamente entiendo que en la vida no hay nada ni malo ni bueno, todo tiene la fuerza de las latitudes que queramos darle. Y tú para mí... eres la latitud mayor.
Nota:
New part updated.
Espero que os vaya gustando.
Con cariño, Carmen.
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