dix. feux d' artifice
El aspecto del apartamento era tibio, y aunque era de noche, entraba una luz ciega, pero tenue a la habitación desde la ventana, todas las demás estaban tapadas con rejas, por lo que sólo desde la del dormitorio se podía ver algo de luz, aunque, lo único que se veían eran calles normalmente mojadas por la lluvia.
Pero, el olor a mar aún estaba ahí, aún se podía percibir el olor a salitre de los barcos y la salinidad del mar, que podía sentir pegada como cristales en mis zapatos.
Como si la corriente de Venus del cuadro de Boticelli, llegara hasta nosotros desde su marco en los Ufizzi de Florencia.
A pesar de que nuestros cuerpos estaban llenos de sudor, sentía el frescor típico de quién observa un cuadro de Marina, o alguien que va al Palacio de Marina en Brighton una mañana demasiado fría de invierno, o también en verano durante las temperaturas más bajas del verano. Mi cabeza reposaba en su pecho, como si las coordenadas de su cuerpo fueran para mí un Levante dormido, y con su mano, entrelazaba sus dedos con los míos, como si así supiéramos que aún con nuestros corazones que parecían una discoteca, con nuestros pechos en carne viva, supurando y aún bebiendo del amor, si no nos abrazábamos así nunca estaríamos a salvo.
Sentí como un ruido frente a la ventana, pensé que algún gato se habría tropezado con alguna piedra, o quizá un grillo hacía de las suyas poniéndole banda sonora a aquella noche.
Desvié mi mirada a la ventana, de la que desprendían luces de colores, como cohetes ámbar que destelleaban. Cuando era una niña, mi padre siempre me llevaba de la mano a ver los Castillos, o fuegos artificiales, esos fuegos fatuos que parecen el cometa Halley en cualquier estación. Era algo precioso, para mí, porque eran los únicos cometas, las únicas escalas breves del firmamento que podías ver cada noche en cualquier lugar que se celebrara una fiesta, cualquier lugar dónde el ser feliz fuera inmortal, o al revés, el ser feliz, significara ser inmortal. Aunque, es obvio, que en Brighton, cualquier masa de luz de nebulosa, parecía un planeta sin temor a extinguirse.
Sentí los labios de Adrien haciéndose pequeños e infinitos como aquellos fuegos, aquellas luces en el cielo, que se hacían tan visibles como truenos en mis hombros.
-¿ Te gustan?- yo asentí. Él se encendió un cigarro, mientras que yo seguía contemplando el cielo. -Los únicos fuegos que he visto son fuegos de miedo reales, he visto verdaderos incendios, he visto como una llama se puede convertir en una amenaza. Pero nunca me he parado a pensar que una llama de estas podía hacer del cielo un lugar tan agradable . - Yo lo miré.
- ¿En serio? - él asintió, entonces, acerqué mi nariz a la suya, e intenté que nuestros rostros se acercaran un poco más, Adrien no se resistió y nuestros labios se juntaron breves, pero intensamente. Al mismo tiempo que del cielo parecía que colgaran lámparas de araña, pero de estas que van subiendo y viajando en un viaje en el tiempo.
Horas después, el espectáculo de las hogueras del firmamento, se había acabado, aunque no fuera noche de San Juan, aunque el junio y julio de 1992 en el que Adrien y yo coincidimos en Brighton quedaba muy lejos, las alarmas en el cuerpo perfecto del chico del que estaba enamorada volvieron a acelerarse, volvieron a encenderse, como las curvas de agua en la cresta de una ola, cuando las aguas se vuelven turbulentas en un temporal pragmático.
Un ruido comenzó a hacerse cada vez más fuerte en la puerta. Algo en mi interior empezó a incomodarse, el volcán de todos mis temores se despertó como el Etna cada vez que entra en Erupción, con las ganas de desorbitar una isla, y el fondo del mar.
Me incorporé, tapándome con las sábanas el pecho, me sentía como una sirena que había sido encontrada desnuda entre las piedras. Adrien, revolvió toda su ropa, y todos sus abrigos para sacar una pistola, algo se me removió dentro. ¿ Por qué había decidido ir con él? ¿ Y si tenía que deshacerse de mí? ¿ y si resultaba que yo era el puzle de todo esto, y si solo quería matarme?
Él, se acercó a mí, tomando mi rostro con sus manos, obligándome a mirarlo a los ojos, sin perder visión de los mismos.
Sus ojos cancelaron cualquier atisbo de miedo en los míos, y palparon cada duda en los suyos.
Dejó la pistola a un lado y habló. - ¿ Crees que te tocaría un pelo, Elena? ¿crees que te haría daño y podría vivir después de eso? Sabes que no sería capaz de tocarte de esa manera, de hacerte tanto daño.- contestó seco, pero fue suficiente, comprendía ahora que cuando estaba asustado y le faltaba mi confianza no podía controlar sus emociones, y mucho menos lidiar con las mías .
Con mis manos temblorosas tomé su rostro y lo acerqué al mío, besándolo con cuidado, esmero y cariño.
- Confío en ti.
-Eso es lo que crees que quiero que digas- yo lo corté rápido antes de que armara una escena.
-Adrien, vine porque me dijiste que podríamos estar a salvo, aunque no sé qué estoy haciendo aquí, si no sé ni contra lo que estamos luchando. Te quiero, cariño, pero si no guardas esa pistola y me prometes que no herirás a nadie, soy capaz de irme, y te aseguro Sprün que no volveré a mirar atrás.
-No quiero ponerte en peligro, eso quiero que lo entiendas, Elena.- no le miré, salí del ángulo de la cama en el que estaba anclada, y me vestí con la ropa que llevaba esa noche. Lo sentí pasar sus manos por su frente con desesperación. Él me miró. - Pase lo que pase no des un paso hacia la puerta, voy enserio, Pavía.
Nota: ¡Buenas noches! ya la trama se está poniendo cada vez más interesante. Quería deciros que he actualizado hoy porque me estaba desesperando de no actualizar nada, y hoy, como he estado todo el día estudiando y tenía la mente enbotada pues he decidido evadirme algo con esta preciosa historia. Sin embargo, no sé si podré actualizar capítulo hasta la semana que viene, pero si no, prometo que del 15 o 16 hasta el 23 de junio ( porque ese día es mi cumple) entonces si no actualizo antes, prometo que actualizaré ese día. Y ya a partir de ese día, iré diciendo cuando serán aproximandamente las fechas de actualización.
Un saludo muy afectuoso y os mando un abrazo gigante, de esos que me gustan a mí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro