Capítulo 4. Tiroteo
Caminé hacia la puerta e Imra me siguió riéndose por lo bajo. Nos sentamos todos y esperamos a que Olsen apareciera. Cuando vino, entro directamente y puso varios números en la pizarra sin decir nada.
—Agente Ardeen, ¿me podría decir que significa esto? —señaló a la pizarra.
—No lo sé —frunció el ceño sin entender nada.
—Son los resultados de nuestro examen —interrumpí—. 85, 81 y 92. En una puntuación de 100.
—Clavado, agente Danvers. Es decir, todos están aprobados —dijo sonriente y nosotros lo celebramos—, pero... uno de vosotros ha sacado —apuntó al 81—, la nota más pésima que he visto en mi vida. Ha aprobado por los pelos.
—¿Y quién ha sido? —preguntó Mike.
—Esta noche lo sabrán. Ahora tenéis cosas que hacer —cogió varias carpetas y nos la dio a nosotros—. Esta vez vamos a hacer cambio de roles. Los novatos serán vuestros instructores.
—¿En serio? —protestó Nia.
—¿Algún problema, agente Nal?
—No, señor.
—Entonces en marcha, a las calles, a ver qué me traéis —y sin más, nos pusimos todos de pie.
Me dirigí hacia las taquillas a coger las armas como de costumbre. Cogí el macuto, y cuando me giré, casi choco con Lena.
—Dame eso —dijo cogiendo las armas y quitándome el macuto—, hoy soy tu novata. Tú tendrás esto —me tiró las llaves que las cogí a la segunda al vuelo.
Sin más, se giró y se dispuso a ir hacia el garaje. La seguí de cerca hasta llegar al coche. Se quedó mirando y me di cuenta de que yo tenía las llaves. Acto seguido, guardo las cosas en el maletero y se puso en el asiento de copiloto.
—No tienes por qué hacer esto —cogí la puerta antes de que cerrara.
—Hoy mandas tú.
—Ya, pero eso no quiere decir que tenga que conducir yo. Además, a ti se te da mejor y te gusta más.
—No seas modesta, seguro que conduces bien —y movió la cabeza haciendo una seña para que condujera.
Me monté y arranqué. Conduje por varios sitios. Lo único que no había cambiado y no me gustaba de esto es que Lena y yo siempre permanecíamos calladas durante los trayectos. Solo hablábamos si había hipótesis, análisis y hacíamos una síntesis de lo que habíamos hecho. Sin embargo, el silencio ya no era incómodo, pero a veces me mataba. Me daba envidia que los demás se llevarán tan bien con sus instructores y yo no me atrevía a romper el hielo.
—Mira ahí —señaló un coche—, voy a mirar la matrícula.
—¿Crees que ese hombre es sospechoso?
—¿Estacionado al lado de una casa, mirando hacia ella y cuando hemos parado, lo primero que ha hecho ha sido mirar todo el rato por el retrovisor? Sí, creo que es sospechoso.
—Está bien, novata. Comprueba la matrícula —vacilé y ella arqueó sus labios.
—Ahora sí que me llamas novata.
—O idiota. No sé cuál te queda mejor —alcé la ceja.
—No quiero quitarte el título, por favor —empezó a reírse.
—Tranquila, seguro que encuentro algo mejor.
—Eres imbécil —siguió riéndose mientras tecleaba la matrícula.
—¿Ves? Nuevo insulto. Imbécil. Me queda mejor que idiota.
—Así que ahora yo soy tu idiota y tú mi imbécil —dejó de teclear, pero no me miró.
Mi corazón se volvió brusco y comenzó a palpitar de una manera desenfrenada. «¿Estamos tonteando?», me pregunté sin dejar de apartar la vista de su perfil. Pero llegué a la conclusión de que no era así. Realmente no sabía los gustos de Lena, aunque todos me dieran a entender de qué le gustaban las mujeres después de que Mike soltase ese tipo de comentario de "Ni si quiera sabemos si eres como Lena" después de contar lo sucedido en ese parque y que los demás le siguiesen el rollo. Por Dios, ni si quiera sabía lo que a mí me gustaba porque nunca me he enamorado de alguien.
Ella me miró un segundo y aparté la vista. Me sentía avergonzada pensar eso de mi instructora. Era imposible de que estuviéramos tonteando, me habían repetido millones de veces que había rechazado a varias personas y yo tampoco sabía si a mí me gustaban las mujeres. Además, ella se volvió más cerrada desde la muerte de su hermano. Y no creo que ella esté dispuesta a abrir su corazón a alguien y menos por mí, siendo su novata y que, además, estaba totalmente prohibido. Y por Dios, realmente no nos conocíamos. Dejé de pensar cuando el aparato del coche sonó.
—Atención, aquí 7-Adam-15, hombre en un vehículo estacionado en la calle North, matrícula DEY 7765. Una mujer dice que es su exmarido, está estacionado delante de su casa y no para de acosarla.
—Es este —señalé hacia el vehículo que estaba antes—, tenías razón.
—Aquí 7-Adam-15, recibido.
Salimos del coche y nos quedamos mirando hacia el coche. El hombre salió con un cigarro en la mano y con la otra guardada en el bolsillo. Lena y yo nos miramos sospechando en que tramaba algo, y de repente, el hombre sacó un arma y comenzó a disparar.
Nos pusimos a cubierto y cogí la radio para pedir refuerzos. El hombre no dejaba de vaciar y cargar el arma. De repente, escuchaba como los disparos sonaban más de cerca y me quedé en shock. Lena comenzó a disparar y miré por encima asustada. Había hecho retroceder al hombre.
—Ponte detrás, yo pediré refuerzos —me quitó la radio—, aquí 7-Adam-15, necesitamos refuerzos en nuestra posición, código 10-32 —se volvieron a escuchar disparos—, necesitamos esos refuerzos y ahora —gritó Lena.
—A la orden. Van de camino.
Hice caso a Lena y me moví hacia atrás. La azabache continuaba disparando y cada vez me ponía más nerviosa. Los disparos retumbaban en la cabeza, me apoyé en el maletero y comencé a respirar de manera desenfrenada. Después de varios minutos escuché, por fin, las sirenas. Me asomé y vi a Lena retroceder hasta que se puso a mi lado.
—La cosa se va a poner fea —cogió su arma y lo volvió a cargar.
—¿Por qué dices eso? —pregunté preocupada.
—Este hombre no está solo. Seguro que habrá pedido sus refuerzos. Si no, se hubiera ido hace tiempo teniendo el coche al lado, este quiere guerra —se asomó y varios disparos impactaron cerca de donde estábamos que me cubrí la cabeza inconscientemente—. Y ya están aquí... —volvió a mirarme—. Kara, cuando vengan nuestros compañeros quiero que te quedes con ellos y nos cubras desde atrás.
—¿Y tú? —fruncí el ceño. Escuchamos varios coches derrapar y las puertas abriéndose.
—Yo estaré aquí, con esos otros agentes cuando vengan. Quiero que te pongas a salvo.
—No me iré.
—No vas a hacerte la heroína, estaré bien. Además, estás muerta de miedo —se volvieron a escuchar más disparos.
—No me voy a ir, Luthor. Eres mi compañera —alcé la voz mientras las sirenas ya estaban alrededor nuestra.
—Joder, Kara, no voy a discutir contigo. Hazme caso de una puta vez, eres incapaz de sujetar un arma —gritó mientras miraba mis manos temblar—. Es una orden, obedece y no mires atrás.
Aquella mujer había vuelto a ser de la misma manera en que la conocí. Los coches de policía estacionaron al lado del nuestro y detrás de nosotras. Bajaron y comenzaron a disparar. Lena señaló a dos agentes y vinieron hacia mi escoltándome con los demás que estaban más detrás. Eché la vista hacia atrás viendo a Mike, Nia y Brainy yendo al lado de Lena. Imra me sujetó, y los dos agentes que me acompañaron, se sumaron con los demás.
—¿Qué ha pasado? —Imra me arrastró hacia un lugar más seguro, donde todos los agentes cubrían desde atrás.
—Yo solo... no quería... —comencé a llorar sin poder aguantarlo.
—Eh, tranquila... —me acarició el brazo—. No tienes por qué ponerte así.
—He escuchado los disparos y no podía controlarme. Estoy aterrada, Imra. Jamás he vivido esto.
—Es lo que tiene que ser policía, Kara. Incluso si quieres ser detective de homicidios, vas a ver a esta misma gente o peor porque han cometido un asesinato o han sido cómplices de ello —cogió mis manos y puso su arma para que lo sujetara—. Tienes que estar lista para disparar, porque si no tú o tu compañera, en este caso Lena, podría recibir un balazo y mo...
—Entendido... —interrumpí.
Cuando miré otra vez hacia donde estaban, los disparos se volvieron dispersos y tenues. Luego, escuché varios helicópteros viniendo hacia nuestra posición. Entonces entendí que la acción se estaba acabando.
—Estáis rodeados, soltad las armas, ¡ahora! —escuché a Mike gritar por el megáfono.
Se volvió a escuchar un disparo, y luego dos seguido de este. Busqué a Lena con la mirada, pero no la encontraba.
—¡Lena! —escuché a Nia gritar y me giré para buscarla.
Mi instructora se encontraba en el suelo. Mi corazón se encogió durante unos segundos, y sin pensar, fui hacia ella. Imra me sujetó del brazo y me dijo que mantuviera la calma, que no me preocupara y que todo estaría bien, pero me zafé de su agarre y corrí hacia donde estaban. Vi sangre en el suelo y a Lena quejarse. Me puse en cuclillas con Mike para ver qué había pasado.
—Aprieta aquí, voy a por el servicio médico —me sujetó las manos y las puso en su hombro.
Miré hacia un lado, donde estaban los hombres desconocidos disparando, y vi a un hombre tumbado sin vida en el suelo. Supuse que era él quien había disparado y le dieron fuego. Miré a mi alrededor y varios agentes se movían de manera rápida para arrestar a todos los que habían participado. Volví a mirar a Lena al escucharle quejarse otra vez y me hizo sentir culpable. Me pidió que la ayudarse a sentarse para apoyarse contra la rueda del coche.
—Lo siento mucho... —mis lágrimas amenazaban con salir de nuevo.
—Es verdad que imbécil te queda mejor —se rio y sonreí, pero volvió a quejarse de dolor.
—No quería que esto pasase, ha sido mi culpa. Debería haber estado ahí para cubrirte...
—Escúchame, Kara —tomó aire—, si te hubieras quedado aquí, seguramente sería yo la que estaría apretando sobre tu cuerpo. O seguramente hubiera pasado lo mismo. Las cosas son así, esto es ser policía.
—Lena, ya está aquí la ayuda —vino Mike con dos médicos y el comandante.
—¿Puede levantarse? —preguntó uno de ellos—, si no traeremos una camilla, solo tenemos que ir...
—Puedo —interrumpió Lena.
Mike y yo ayudamos a Lena levantarse. Un médico se quedó apretando el hombro mientras que el otro la sujetaba para llevársela hacia la ambulancia. Nia, Mike y Brainy comenzaron a caminar hacia Imra y yo miré a Lena. Quise acompañarla, así que fui en dirección opuesta. Pero antes de que eso pasara, una voz grave interrumpió mi camino.
—Agente Danvers, espere un momento —me giré y vi al comandante—. ¿Qué ha pasado ahí fuera?
—Señor, yo...
—No quiero excusas, novata. Que sea la última vez que pase esto, Imra me ha informado de todo. Como esto se repita, está en la calle. ¿entendido?
—Sí, señor... —musité.
—Danvers, ser policía no es jugar a las casitas. Esto es una realidad, no un juego virtual ni una simulación en el que cuando fallamos, podemos volver a empezar. Aquí no hay vuelta atrás —suspiró y a mí se me iban a saltar las lágrimas—. Mira, Danvers... debe confiar más en usted, porque creo que es capaz de hacer cualquier cosa. Lena confía en ti.
Le miré sorprendida al escuchar eso sobre mi instructora, no sabiendo muy bien a qué se refería. Puede que fuese porque llevábamos semanas juntas y nos hemos apoyado mutuamente. El comandante sonrió y fruncí el ceño sin entender nada.
—Perdón, señor... ¿por qué sonríe? —pregunté al fin.
—Porque Lena ha cambiado mucho gracias a ti. Por eso sé que confía en ti.
Me quedé muda sin saber que decir. Hasta me daba vergüenza que me dijera tal cosa de sopetón y sin venir a cuento. ¿De verdad había cambiado gracias a mí? Y lo más importante, ¿por qué y cómo lo habían notado? Aunque me dijera eso, me seguía sintiendo confusa porque yo la notaba igual que siempre. Supuse que como ellos llevaban más tiempo, notaban más el cambio. Miré hacia atrás y vi a Lena sentada en la ambulancia cosiéndose la herida.
—Puede retirarse —miré nuevamente hacia el comandante que estaba sonriente, pero volvió a estar serio—. Y repito: como vuelva a cometer este error, está fuera —asentí y miré hacia Lena—, y hazme el favor de saber cómo está.
—Sí, señor —y sin más se marchó mientras yo me dirigía hacia Luthor.
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