05. Causa perdida
C h a p t e r f i v e
❝LOST CAUSE❞
ﺴ
Alana echó una mirada a lo escrito en aquel pedazo de papel que sujetaba entre sus dedos. Es como si las palabras le estuvieran haciendo burla. Alzó su mano para escribir sobre la columna derecha antes de suspirar y repetir las mismas palabras que se encontraban en la columna de lado izquierdo que separó con una línea delgada.
Pros de ir a Yale: cerca de casa.
Cons de ir a Yale: lejos de casa.
La diferencia de cada escuela era solo de un estado más cerca de casa que Massachusetts, pero aquel estado aún estaba a cientos de kilómetros. Cientos de kilómetros que ya estaban separándole de la familia de la cual nunca había estado separada.
Yale había sido su sueño desde que tenía memoria. Tenía montones de playeras con estampados de los "Buldogs de Yale". Su abuelo se había graduado de ahí, y solía contarle las historias más divertidas. Solía contarle viejas historias de fantasmas en el campus, porque cada escuela tenía por lo menos una historia de fantasmas. Y también solía contarle historias del día en que conoció a su abuela en una clase de artes liberales.
Alana sabía que estaba destinada a ir a Yale, siguiendo los pasos de su abuelo.
Era obviamente una señal del universo.
Pero mientras soñaba con la brisa fría del aire de Connecticut, una voz resonaba en sus adentros. Le recordaba que sin importar lo que ella quisiera, terminaría atorada en los deseos que sus padres tenían para ella. Porque eso era Alana, la chica que obedecía.
Observó en dirección de su teléfono celular, el cual había vibrado en ese momento y lo tomó en manos revelando un mensaje de Maddie:
"No sé lo que tengas planeado hacer esta noche. Me refiero a que es sábado por la noche, así que asumo que lo pasarás conmigo... hay chicos sexys que casi no usan camisas llamando por nosotras en Teen Wolf, así que pasa por pizza y llega aquí a las siete, XOXO".
Alana rió un poco después de leer aquello. Esta era exactamente la razón por la que no se quedaría en Tempe conformándose con una escuela como la estatal de Arizona. A ella le gustaban los sábados tranquilos con su mejor amiga, no estar rodeada de ebrios idiotas y agresivos gritando, noche tras noche.
—¿Bundrick?
Rodó los ojos antes de dejar salir un suspiro, saludando con una pequeña media. Cubrió un poco sus ojos del caluroso sol de Arizona mientras volteaba hacia el alto chico de ojos azules detrás de ella.
—¿No puedes pasar un día sin mí, verdad Thompson?
—Tal vez —rió un poco, para luego tomar asiento a lado de ella —. ¿Qué te trae a este parque? —se inclinó hacia ella y empezó a echar un vistazo a la lista de "pros y contras" frente a ella.
Rápidamente cerró la libreta, escondiendo la lista de Yale que se encontraba mirando. Si iba a abandonar lo que quería, lo iba a hacer con dignidad. Significando que nadie sabría cuánto ella quería acudir a Yale de verdad.
—Ya sabes, me agrada aquí para correr y esas cosas —dijo ella mientras acomodaba la libreta roja dentro de su mochila para luego cerrarla de forma brusca. Cepilló un mechón de su cabello detrás de su oreja —, ¿Qué hay de ti?
Él sonrió y colocó un cuaderno y un lápiz en la mesa frente a ellos.
—Necesitaba un lugar en donde pensar, y a veces vengo aquí. Es más simple hacerlo aquí.
Alana asintió estando de acuerdo con él, antes de preguntarse a sí misma qué podría haber en aquel pequeño cuaderno de pasta negra. Seguro eran cumplidos para decirle a las chicas o algo cursi. Kenneth Thompson no era lo suficientemente profundo como para ser un escritor, eso era seguro.
—¿Qué planeas hacer esta tarde? —preguntó después de unos momentos, notando como siempre, el hecho de que ella nunca empezaba una conversación entre ellos.
—Tengo una cita ardiente —bromeó, rodando sus ojos. Sus planes no serían nada impresionante para un chico como Kenneth Thompson.
Él rió por lo bajo.
—¿Quién es el suertudo? —mientras ella observaba sus labios moverse, quizá observó de más.
—Tyler Posey y Dylan O'Brien, un bote de helado de chocolate, e incluso posiblemente una pizza de Pete's —rió un poco.
—Qué bueno que corriste primero, eh —dijo mientras reía.
Alana reía con a la par, disfrutaba el hecho de que por primera vez se estaban llevando bien sin tener alguna tarea o tutoría de por medio. Era casi como si fuesen amigos. Ella rió un poco más gracias a aquel pensamiento. Ella y Kenneth no eran amigos. Si no fuera por las tutorías, él no querría tener nada que ver con una chica como ella.
—¿Qué harás esta noche? —ella estaba sorprendida por las palabras que habían salido de su boda. No tenía idea de porqué había preguntado, honestamente. En realidad no tenía ganas de escuchar sobre sus escapadas de casa o de con quién se iba a acostar esa noche. Apenas estaba disfrutando convivir con este Kenneth, quien tan solo era un pequeño fragmento de quien él era en realidad; y ella estaba bien con eso.
Kenneth sonrió tímidamente antes de frotar la parte trasera de su cuello.
—Yo, uhm... cada dos semanas, mi familia y yo vamos a las cajas de bateo y luego por helado. Es un poco tonto, pero es tradición.
—No es para nada tonto, Kenneth —Alana sonrió de forma genuina antes de tocar de manera suave la mano de él, sorprendiendo a ambos. La quitó rápido, estaba algo avergonzada —. En... en realidad creo que es bastante cool.
—¿Tu familia hace cosas como esa? —preguntó él, inclinándose un poco hacia ella. La distancia le hizo sentir un poco más incómoda de lo que ya estaba. Nunca había besado a alguien, y aquella distancia no estaba tan lejos de parecer que aquello pudiera pasar en ese momento.
Ella miró con firmeza sus ojos, sintiendo su respiración atrapada mientras él observaba los de ella.
—Y-yo... nunca hemos... ya no solemos hacerlas, en realidad.
—¿Por qué no? —cuestionó, mirándole de forma intrigante. Parecía que en realidad le importaba.
—¿Por qué tantas preguntas? —después de que él le dejó entrar, ella sintió cómo sus paredes solo subían a su alrededor.
—Quiero saber más sobre ti —dijo, su voz sonando honesta.
—¿Por qué? —sintió su estómago llenarse de una emoción que no se suponía que debía sentir.
—Me agradas, Lana —simplemente lo dejó salir, mirando hacia abajo como observando a la mesa de madera de forma tímida —. No eres como ninguna otra chica que he conocido y, uhm... yo sé que no saldrías con un chico como yo, así que por lo menos déjame ser tu amigo... seré lo que sea. Sólo dame una oportunidad de algo.
Alana mordió su labio inferior con nerviosismo, preguntándose de dónde diablos salía todo esto. Ni siquiera tenía una semana de que le había llamado una perra y, ¿ahora le estaba diciendo que gustaba de ella? ¿Cómo era que gustaba de ella? ¿Era un gusto de agradar, o un gusto de gustar, como solían pasar en "Hey, Arnold!"?
—Bueno, creo que ya hice todo bastante incómodo —rio un poco. Envidiaba la forma en que él podía reírse cuando en su lugar, ella hubiese estado completamente mortificada por su silencio —. Así que, ¿por qué no hacerlo aún más incómodo, cierto? Deberías venir con nosotros esta noche.
Ella posó su mirada sobre los ojos llenos de esperanza de Kenneth, los cuales estaban iluminados por los reflejos del sol que pegaban en su rostro.
—No puedo... le prometí a mi mejor amiga que pasaría esta noche con ella —respondió de manera sincera.
Kenneth no pareció molesto. Encogió sus hombros antes de regalarle una pequeña sonrisa.
—¿Qué tal el próximo viernes? Podemos salir por helado —Alana encorvó una ceja para reír un poco después al ver un tanto de pena sobre el rostro de Kenneth.
Rió un poco más y Kenneth parecía cada vez más relajado.
—Yo, uhm... no lo sé —mordió su labio inferior un poco, contemplando su oferta.
—Solo es helado, Bundrick. No estoy pidiendo tu mano en matrimonio, solo helado —sonrió, encorvando ambas cejas mientras le miraba.
Alana dejó salir una bocanada de aire.
—Si consigues un 10 en el examen de esta semana, iré contigo por helado —afirmó.
—Suena como un trato —Kenneth sonrió aún más.
Alana sintió nerviosismo correr por su cuerpo cuando pudo notar como los ojos del chico recorrieron lo que llevaba puesto en ese momento. ¿En qué diablos se estaba metiendo?
. . .
—Viejo, ¿estás estudiando en este momento?, ¿es en serio?
Kenneth observaba con cuidado al libro que se encontraba sobre sus manos, ni siquiera molestándose para voltear hacia su mejor amigo.
—Sí, Garrett, ¿tienes algún problema con eso? —rodó sus ojos.
—No —empezó —. Solo estoy confundido. Ni siquiera sabía que podías leer —agregó.
Kenneth tomó una manzana que yacía sobre el pasa-manos y la arrojó hacia él ignorando por completo su risa.
—Alana dijo que si conseguía un 10 en el examen de esta semana, saldría conmigo por helado el próximo viernes.
—Sabía que había un motivo superior al por qué de todo esto —agregó entre risas rodando los ojos.
—¡Vaya! ¿Un motivo superior?, que vocabulario te manejas, eh —rió.
—Jódete —Halvo le miró amenazante para luego cruzarse de brazos —. Yo sé palabras.
—Sí, solo no sabes su significado —agregó Kenneth riendo a expensas de su amigo.
—Sólo cierra la boca, ¿quieres? —rodó los ojos —. En fin, ¿cómo te va con todo eso?, ¿crees que puedas conseguirla para la graduación? —cuestionó, sacando de un estante de la cocina de Kenneth los ingredientes para preparar un sándwich.
Kenneth se sintió enfermo, en realidad lo estaba. Él pensó que esta apuesta sería más fácil. Pensó que ella sería fácil, pero mientras iba conociéndola lentamente, se sentía peor por lo que estaba haciendo; pero luego, alguno de ellos le recordaba sobre la apuesta y su consciencia desaparecía. De todos modos ella se iría para la universidad, así que no era como si la fuese a arruinar o algo así, ¿cierto? De cualquier forma él ganaría ese dinero.
Él había trabajado duro para su popularidad y no iba a dejar que perder una apuesta le quitara todo eso. Además, si no podía entrar en sus pantalones no era como si no pudiese mentir y decir que si lo hizo. Él iba a ganar ese dinero.
—Ganaré dos semanas antes de la graduación, amigo —Kenneth sonrió recordando una vez más el dinero que ganaría, en vez de a la chica inocente que estaba lastimando.
Era solo una apuesta.
Ella era solo una apuesta.
No eran amigos antes de esto, ni siquiera eran amigos ahora. Pero vaya dios que él estaba disfrutando bastante la forma en que sus paredes estaban siendo derrumbadas una a una por causa de él. Parecía que ella confiaba en él... parecía creer en él; y en realidad, eso es algo que Kenneth nunca había tenido antes.
Sus padres no esperaban que obtuviera buenas calificaciones. Sus amigos más cercanos sabían que podía dormir con una chica e irse a la mañana siguiente solo por placer propio. Todos sabían que no era un buen chico.
Pero, cuando Alana lo miraba de la forma en que lo hacía ahora, él no se sentía como una basura. Sentía que ya no tenía que ser ese tipo de persona.
Kenneth sentía que Alana sostenía una pequeña parte de él que creyó haber perdido años atrás. Sentía que ella podía encontrarle. Sentía que tal vez, solo tal vez, ella podía rescatarle antes de que se convirtiera por completo en una causa perdida.
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