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02. La profecía

C h a p t e r   t w o
THE PROPHECY

—¡¿Kenneth Thompson?! —exclamó Madelaine —. ¡¿Eres tutora de Kenneth Thompson?! —lanzó el suéter que sostenía hacia la cama de Alana y dejó que su quijada se abriera tanto como pudiera.

      —Sí, ¿y qué? —Alana frunció el ceño mientras tecleaba en su computadora arreglando detalles sobre uno de sus ensayos.

     A Madelaine Addler solo le importaban dos cosas: obtener su título y lucir bien mientras lo hacía. En verdad se preocupaba por aquello último, considerando que era una genio en la escuela, no se esforzaba mucho por lo primero.

     —Alana —mofó —. ¿Sí te das cuenta de que Kenneth Thompson es todo un dios griego, cierto?

     —Yo no lo veo así —revisando su trabajo de cinco páginas, Alana se encogió de hombros. Su ensayo parecía un poco más importante para ella que hablar sobre el chico al que dará tutorías.

     La quijada de Madelaine, si era posible, se abrió aún más y de pronto ella se dejó caer sobre la cama mientras inhalaba aire por su boca de forma dramática.

     —Alana Bundrick, ¿qué es lo que voy a hacer contigo?

     Lana miró a su mejor amiga y encorvó una ceja.

     —Madds, creo que estás siendo un poco dramática. Me refiero a que, está bien... —soltó aire por la boca —. Kenneth es algo atractivo, pero no es en realidad mi tipo. Es igual a Georgia, solo que de sexo masculino y coquetea mucho más.

     Madelaine se sentó de la nada y suspiró.

     —Alana, esto es como... un regalo de los Dioses —se puso de pie, caminó alrededor de la cama hasta el escritorio en donde Alana estaba trabajando y de repente cerró su laptop.

     —¡Maddie! —se dio la vuelta para mirarle de frente, sus ojos estaban tan abiertos como platos —. ¡Ese era mi ensayo!

     —Tu ensayo puede esperar, cariño —se volvió a sentar. Alana sentía humo saliendo de sus oídos. Si era más charla sobre Kenneth, entonces a ella no le interesaba. Sólo era un chico que necesitaba tutorías y la ayudaría a verse mejor en aplicaciones de universidad. Ambos estaban en una situación de ganar a ganar.

     —Kenneth Thompson te fue asignado para que seas su tutora porque Dios lo destinó —dijo sonando como la profesora Trelawney en Harry Potter.

     —Uhm, no. El señor Williams lo decidió.

     —Kenneth Thompson y Alana Bundrick, la pareja más candente de la escuela... —Madelaine le ignoró por completo y siguió.

     —¿Qué crees que est...? —estaba confundida y sorprendida de lo teatral que estaba siendo. Madds hacía eso todo el tiempo, lo cual era entretenido la mayoría de las veces.

     —Ustedes dos empezarán de este modo: A ti te desagradará, a él no le interesarás... —comenzó a caminar posando sus ojos en un árbol que se encontraba afuera de su ventana —. Después, un día, ambos se dan cuenta de que fueron hechos para estar juntos y corren por los pasillos hacia los brazos del otro, en donde compartirán un dulce beso... 

     —Por dios... —Alana rodó sus ojos —Madds...

     —¡Shhhhh! —exclamó —. Es perfecto —fingió llanto y después apartó su mirada para observar la reacción de Alana, quien no lucía para nada feliz.

     —¿Esa es la profecía? —preguntó rodando sus ojos de nueva cuenta pero riendo un poco esta vez —. Madds, en serio, que se joda la escuela de publicidad, sé actriz.

     Madelaine rió y se sentó al borde de la cama.

     —No, en verdad Alana, está destinado a pasar. El chico terminará gustándote.

     —Lo dudo —dijo para luego voltearse de nuevo a seguir en su ensayo —. Como dije, Kenneth es como Georgia... si ella y yo nunca logramos llevarnos del todo bien, ¿qué te hace pensar que Kenneth y yo nos llevaremos bien? 

     —Uhm, quizá porque es un chico... —respondió como si fuera la razón más obvia del mundo —. Además, todas las chicas han caído en su encanto. El chico es literalmente el Príncipe Encantador.

     —Pues yo no soy como todas las demás —negó —. Me importa entrar en Yale, donde conoceré a alguien como Emmett Richmond —agregó.

     —¿"Legalmente Rubia"?, ¿En serio? —Maddelaine le miró con ojos entrecerrados.

      —Nos casaremos, y tendremos hijos súper inteligentes juntos —Lana prosiguió —. En caso de que no lo hayas notado... Kenneth Thompson no es Emmett Richmond.

     —El destino no trabaja de esa forma —dijo Maddie después de rodar los ojos.

     —El destino trabaja con las decisiones que tu tomas —Alana volteó hacia ella una vez más —. Nunca haré nada con Kenneth Thompson, por esa razón, tu pequeña profecía no tendrá lugar... nunca.

     —Las profecías siempre pasan sin importar qué, lo sabes —agregó Madds —. Tu eres la nerd más grade de Harry Potter que conozco. En el tercer libro, donde vuelven en el tiempo para salvar a Sirius y Buckbeak, la profecía de Trelawney dijo "El sirviente de Voldemort regresará a él", o algo así. Sin importar lo que ellos trataron de hacer, Pettigrew aún escapó y volvió con Voldemort, haciendo así que toda la historia fuera posible.

     —Madds, te estás tomando esto demasiado en serio —Alana le miró un tanto sorprendida —. Relájate. No haré nada con Kenneth solo porque personalmente, no me gustan los chicos como él, ¿está bien? Caso cerrado.

     —Bien, pero si mi profecía termina siendo de alguna forma cierta, me deberás algo —dijo rendida para volver a tenderse sobre la cama de su mejor amiga.

     —Te apuesto que no será así.


.     .     .


—Hola, viejo —Kenneth le dio los cinco a Jared después de salir de clases. Ken de inglés y Jared de matemáticas.

     —¿Salimos más tarde? —preguntó Jar jugando con las llaves de su auto.

     —Nah —negó —, tengo que encontrarme con Bundrick —se sintió un poco emocionado. Jared asintió y se despidió, a lo que Kenneth se hizo camino hacia la mesa que decidió era la perfecta para su sesión de estudios y se sentó para esperar a Alana.

     —No pensé que llegarías aquí antes que yo —Kenneth volteó y observó a Alana resistiendo la urgencia de abrir un poco más su boca de sorpresa. Se veía tan diferente con el cabello suelto flotando por la suave brisa de Arizona.

     Alana se sentó frente a él para luego empezar a sacar sus libros que en definitiva no tenían nada que ver con Psicología.

     —Uhm, ¿no se supone que haremos el montón de tarea que nos asignó la Sra. Harllow? —preguntó el chico mientras fruncía el ceño.

     Alana levantó ambas cejas para luego mirarle.

     —Tú harás el montón de tarea que asignó el Sr. Harllow. Yo ya tengo listo lo mío —agregó.

     —Lo encargó hace tres días... —dijo Kenneth. Le asombraba cada vez más lo que aprendía de Alana.

     —Lo terminé durante el periodo que él dio para que lo termináramos —se encogió de hombros —. Ahora haz tu trabajo, Kenneth.

     Kenneth mofó tomando un lápiz y empezó a escribir su nombre. Después de unos segundos, regresó la mirada hacia Alana. Estudiaba atentamente algo relacionado con matemáticas. Observó cómo un mechón de su cabello voló cerca de sus ojos y ella lo hizo a un lado.

     Debió haber sentido la mirada del chico, porque ella miró hacia arriba e hicieron contacto visual, haciendo que se sintiera algo incómoda.

     —Así que, Alana —comentó mientras golpeteaba su lápiz contra la mesa —, hay una fiesta... 

     —Uhm, nope —ella lo cortó instantáneamente. Se observaba algo irritada —. Cualquier cosa que quieras que haga, no lo voy a hacer. Sólo soy tu tutora. Punto —estaba sorprendido, ya que las chicas usualmente escuchaban la palabra "fiesta" e instantáneamente escuchaban con atención.

     —¿Por qué no? Tus amiguitas —sonrió, señalando a sus pechos con la mirada —, definitivamente no recibirán nada de atención si solo te sientas a hacer tareas de cálculo y logros excelentes en todas tus asignaturas —agregó. Alana encorvó una ceja lista para responder pero Kenneth no le dio oportunidad —. Es solo una fiesta, Alana. Relájate un momento. Harvard no te odiará por ello.

     Kenneth no comprendía lo mucho que él tenía en común con Georgia. Fiestera, coqueta, una persona que vive su vida al máximo de diversión y aventura sin importar las consecuencias. Y luego, mirando a Alana, una chica que trata siempre de tener calificaciones perfectas en cada tarea, que no sale por estudiar en días en los que él se iba de fiesta. Él de verdad no entendía como dos personas criadas de la misma forma podían ser tan opuestas.

     —En realidad es Yale —lo corrigió —. Y no gracias, en realidad prefiero hacer mi tarea de cálculo que embriagarme —sonrió ligeramente.

     —Será divertido, sabes —le regaló una sonrisa de nuevo —. Vamos, ¿por qué no irías? —preguntó para luego inclinarse y poder mirarle de más cerca, pero Alana no cedió.

     —Porque no. Ahora Kenneth, sé que a ambos nos gustaría regresar a casa en una hora, así que por favor, déjame terminar por lo menos dos páginas de esto —dijo señalando sus libros antes de escribir algo en su libreta, para luego regresar por un momento la mirada a Kenneth quien la observaba bastante extrañado —. ¿Necesitas ayuda? —preguntó inclinándose para ver el papel en blanco del chico.

     —Solo déjame entender, Lana.

     —Alana —corrigió, algo que él ignoró por completo.

     —¿Qué es lo peor que puede suceder? Me refiero a que, yo nunca dejaría que algo te pasara —encogió sus hombros.

     —¿Y por qué tu serías esa persona para mí? —preguntó ella curiosa creyendo absolutamente nada de lo que había dicho.

     —Porque eres mi tutora —respondió enseguida —. Me estás ayudando para no reprobar. Yo solo te estaría devolviendo el favor.

     Alana le observó por un segundo para luego negar.

     —Por mucho que aprecio la oferta, yo paso. Nuestra relación no ha llegado aún a ese punto, Kenneth.

     —¿Relación, eh? —encorvó una ceja mientras sonreía pleno —. ¿Así que tenemos una relación?

     —Relación de tutor y estudiante —rodó sus ojos.

     —Está bien, en otra ocasión entonces —rió un poco y notó alivio en la mirada de Alana. Deseaba que hubiese funcionado a la primera. Usualmente funcionaba.

     El chico dio un suspiro y volvió su espalda al respaldo de la silla para empezar a golpetear su lápiz contra la mesa de nuevo. Alana Bundrick era definitivamente un blanco más difícil de lo que él esperaba. 

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