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C a p í t u l o 8

Miguel parpadeó lentamente, sintiendo cómo la oscuridad se disipaba de sus párpados pesados.

Se encontraba en una habitación desconocida, sumida en penumbras. Su corazón latía con fuerza, un eco sordo en el silencio que lo rodeaba.

Intentó orientarse, buscando algún destello de luz o un contorno familiar, pero la negrura era absoluta.

Con cautela, extendió sus manos y comenzó a caminar, sus pies descalzos rozando el frío suelo de concreto.

Cada paso resonaba en la vastedad del lugar, hasta que un sonido metálico y estridente anunció su colisión con una pared sólida. La vibración del impacto le recorrió el brazo.

Mientras palpaba las paredes en busca de una salida, un sollozo quebrado llegó a sus oídos, y unas voces distorsionadas se escucharon de fondo. 

 CALLATE, DEJA DE LLORAR O TE DARÉ UNA RAZÓN PARA HACERLO, NO ES PARA TANTO,  NO SEAS DÉBIL.

Siguió el sonido hasta dar con una luz verde que enfocaba a un niño acurrucado en el suelo, envuelto en una sudadera negra demasiado grande para su pequeño cuerpo.

Miguel se acercó con desdén, irritado por la presencia del niño. Pero al ver su rostro golpeado y sus ojos de diferentes colores, una sensación de familiaridad lo invadió.

El niño lo miró con tristeza y habló, pero Miguel no escuchaba sus palabras, solo veía sus propios recuerdos reflejados en aquel rostro infantil. La revelación lo golpeó como un puñetazo: aquel niño era él mismo, vulnerable y herido.

—¿Doy asco, verdad?—susurró el niño con voz temblorosa, y Miguel sintió un nudo en la garganta.

—Claro que das asco, tan solo mírate, eres tan débil, patético, inútil...—respondió Miguel con una voz temblorosa, las lágrimas empezaron a descender de sus ojos ver su pasado, le generaba tanto desagrado.

El niño lo vio triste, sus ojitos del pequeño comenzaron a cristalizarse por las palabras, sobándose sus ojos ante el llanto, el piso comenzó a inundarse de agua negra.

— T-tu... tu y yo, seguimos....seguimos siendo lo mismo —  dijo el pequeño y su llanto paro, mirándolo fríamente — solo que yo no se ocultarlo como tú. 

De repente un temblor sacudió la habitación, y una voz lejana lo llamó.

La oscuridad se desvaneció, y Miguel se encontró de vuelta en el mundo real, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza.

. . . .

—Papu, despierta —la voz de Luis lo sacudió con suavidad.

Miguel abrió los ojos, encontrándose con la mirada preocupada de su amigo.

—¿Qué pasó? —preguntó Luis, ofreciéndole un pañuelo.

—Solo una pesadilla estúpida, cuck—respondió Miguel, intentando ocultar su inquietud bajo una fachada de indiferencia, limitándose a limpiar las lagrimas con aquel pañuelo y devolviéndoselo a Papulince como si nada pasara.

Luis no estaba tan satisfecho con la respuesta, pero lo ignoró al ver la sangre descender del labio de su amigo, rastros de la confrontación anterior. 

Más la intensa mirada fija de Luis lo hacía sentir incómodo.— ¿Qué tanto me miras, grasoso?

—Tienes el labio partido, está sangrando —comentó Luis, señalando su boca.

Miguel pasó la lengua por el labio herido, el sabor metálico confirmaba la presencia de sangre, un recuerdo doloroso de la pelea.

Luis se giró hacia el botiquín, su voz calmada pero firme. —Tienes que cuidar eso, papu, se te va a infectar.

Miguel asintió, aún procesando el sabor metálico y el ardor que venía con él.

—Es como cuando nos conocimos, ¿recuerdas? —Luis sonrió, recordando, mientras preparaba el algodón con agua oxigenada.

—¿Grasoso, acaso tienes alzhéimer? Eso fue en la semana pasada, pendejo —respondió Miguel con una pequeña sonrisa irónica.

—Es un decir :"v  —replicó Luis, extendiendo el algodón—. Permíteme, plox , ¿puedo ayudarte?

Miguel volvió a mirar a Luis, esta vez con una expresión más suave. —Eres bien autista— y cerro los ojos — Esta bien, esquizofrénico, pero apúrate.

Luis aplicó con cuidado el algodón sobre el labio de Miguel, tratando de no causarle más dolor.

Estaba tan cerca que podía oler la colonia de Miguel, un aroma a hierbas aromáticas que denotaba sofisticación.

Apostaba que era alguna colonia cara por lo complejo y agradable que era el aroma. A comparación suya, su bolsillo a las justas daba para un desodorante barato para tapar los malos olores.

—Listo, eso debería ayudar —dijo Luis, colocando una pequeña curita en el labio de Miguel—. Como nuevo ;v

—Gracias, grasoso —respondió Miguel, con una expresión serena—. Por cierto, ¿Cómo chuta terminamos aquí? Lo último que recuerdo es el golpe de Javier y luego todo se volvió oscuro. ¿Cómo carajos sigo vivo?

Luis dudó un momento antes de responder. —Llegué justo a tiempo para intervenir. Te encontré en mal estado y decidí traerte aquí para cuidarte.

—¿Y tú estás bien, incel ? No pareces herido —preguntó Miguel, inspeccionando a Luis en busca de alguna lesión.

—Acepté a Cristo rey en mi corazón —respondió Luis haciendo punche—. Pero cambiando de tema, papu, ¿Cómo te sientes? Ese golpe en el estómago no parecía nada suave.

—Ando joya, cuck, no es nada —respondió Miguel, intentando levantarse bruscamente de la camilla con una despreocupación forzada. Pero un dolor agudo le recorrió el abdomen, y se dobló sobre sí mismo con una maldición susurrada. El tacto reveló un moretón que atestiguaba la fuerza del impacto.

—Papu, deberías descansar un poco más, no pareces estar en tu mejor forma —Luis expresó su preocupación con una mirada atenta—. Tengo algo de té en mi termo que podría ayudarte con el dolor —señaló su lonchera.

Miguel asintió mientras seguía agarrándose el estómago, volviendo a la camilla y Luis se apresuró a servirle una taza que incluía el termo.

Mientras observaba a Luis preparar el té, Miguel sintió una punzada de culpa al ver el taper vacío, recordaba que había tirado el fiambre del incel de recursos limitados.

—Oye... grasoso, eh... —Miguel luchaba con las palabras, su orgullo y su conciencia en guerra. Finalmente, exhaló un suspiro pesado—. Lo siento por lo del pan, fue un mal día. Tengo algo de comida en mi casillero, ¿quieres qué te invite?

Luis, con la taza de té en sus manos, intentó negarse, pero un gruñido traicionero de su estómago habló por él. Se echó a reír, algo avergonzado—. Bueno, papu, quizás un poco, si no te molesta :"v

Miguel asintió, sintiéndose extrañamente aliviado. La generosidad de Luis le desconcertaba, y su mente, siempre dada a la desconfianza, comenzó a maquinar.

¿Por qué alguien sería tan amable sin esperar nada a cambio?

La duda lo carcomía, recordándole viejas traiciones, "la típica gente que solo busca su propio beneficio". La ira se apoderó de él, y su actitud cambió a una defensiva y hostil.

—Esa actitud de pendejo... sé que quieres algo —dijo Miguel, su voz rígida mirándolo fijamente a través de sus gafas—. Si es dinero, dilo ya y no seas hipócrita.

Un tenso silencio se instaló entre ellos.

Luis inhaló profundamente, sorprendido y ligeramente herido por la acusación. Sin embargo, en lugar de enfadarse, esbozó una sonrisa. " Al mal tiempo buena cara, como diría su gfecita"

—Sí, a veces soy medio... pendejo jeje, pero me hace feliz, we. Y no quiero tu dinero, Miguel. Me da igual. Imprimen toneladas diario, y prefiero ganarme la vida, como diría mi gfecita. 

Miguel se quedó perplejo. Alguien a quien no le interesaba su dinero. ¿No era eso lo que todos deseaban?

Ahora, Miguel no sabía qué decir.

Desde que llegó a este instituto, lo que más lo hacía destacar era su dinero, lo único que le quedaba, ya que su posición, actualmente, ya no era la mejor. Si eso no le interesaba a Luis, entonces, ¿Qué podría ser?

—Eres un estúpido, grasoso. Entonces, ¿por qué quieres ser mi amigo? ¿Qué sentido tiene?

—Es simple, papu. Me caes bien. Eres fuerte, y tu forma de ser es peculiar, incluso tu manera de hablar, pfff.—Luis se echó a reír—. Es que recuerdas a los de mi barrio :"V , hablé con otros weros y me hablaban demasiado formal, creo que se tomaron enserio su papel de fresa.

Las mejillas de Miguel se tiñeron de un tono rosado, apenas perceptible bajo la luz cálida y tenue de la enfermería. ¿Fuerte? ¿Peculiar? ¿Su forma de hablar fea... la consideraba graciosa?, desvió la mirada apenado, y se recostó en la camilla, ocultando su rostro con el brazo en un gesto de falsa indiferencia.

 —¿Qué idioteces dices, grasoso? ¿Se te trabó el diálogo de nuevo?

—. Soy peor que alguien franco, cuck, soy basado, miento como toda la puta población y lo de "honesto" es porque no lo puedo contener. Sé que a muchos les caigo mal por eso —dijo con un tono melancólico.

—Órale, wey, es cierto, a veces nos tapamos los ojos pa' no ver la realidad, porque ser humano es andar entre verdades y mentiras. Pero hay momentos, esos puntos clave, donde la verdad nos define, como yo y la grasa. Al final del día, lo que nos hace conectar con los demás es esa chingona valentía de ser como somos. — decía Papulince mientras sonreía de forma sincera y hacia gestos con las manos como si estuviese hablando con un especial.

—Aggg, mucho texto, qué cringe, grasoso. Me recuerdas a esos youtubers melodramáticos como el tri-line—dijo Miguel, intentando sonar lo más arisco posible, aunque detrás de sus lentes, sus ojos brillaban.

Mordió con fuerza su labio herido tratando de evitar sentirse mal, debía recomponerse, volver a ser el fresco de siempre, no podía permitirse ser frágil, pero el lince parecía esa persona con la que uno siente la necesidad de decirle todo sus problemas, algo de lo que el odiaba, eso de abrumar a  los demás con problemas propios. 

— Mira, estoy en modo sergio y de verdad te respeto we, si tienes algo que contarme solo dime,  pa' eso están los amikos, ño :3 ?—respondió Luis haciendo un pulgar arriba.

—Ya estás sonando gayzzz, no necesito atención de los demás, aparte, no hay nada admirable en mí, grasoso —respondió Miguel irritado.

—Gay tú, danksito. ¿Quieres que te haga un rap como el de Fernanfloo? Porque puedo Bv—Luis comenzó a hacer sonidos de beatbox—. bambiel todo comienza cuando no hay nada que hacer...

Luis cambiando el nombre de Fernanfloo por el apodo de Miguel. Y Miguel, de estar triste, pasó a soltar una pequeña risa por la pena ajena que le provocaba el grasoso. Luis lo notó y puso más énfasis, haciendo que Miguel se matara a carcajadas.

—Pfff wtfk, grasoso, de la nada. Ya basta, pareces niño rata, me estás dando cringe —dijo Miguel, sentándose y calmando las risas—. Tremendo especial.

— Creo que nos chingamos la clase de inglés, papu.

—Qué sad, el único curso en el que se algo. Seguro iba a pedir que entráramos al salón en inglés y que usáramos los verbos en pasado. Se nota que no le dieron a noche.

Papulince rio por el cometario—Ándale, wey, vámonos a la clase. A este paso me voy a echar a perder la beca :"v

Miguel asintió y se fue con él.

. . . .

Con pasos decididos pero tambaleantes, Felipe se dirigió al baño. Empujó la puerta con más fuerza de la necesaria, agradecido por la soledad del lugar. Frente al espejo, se quitó la máscara que ocultaba una fea cicatriz y sus ojos achinados.

Con un suspiro que parecía cargar todo el peso de su alma, se limpió la nariz con el brazo y levantó la vista.

Miro su brazo que encima de su uniforme conservaba la pañoleta nazi que le regaló Miguel hace tiempo por su cumpleaños— Ojalá mi helmano esté bien —murmuró con voz quebrada, agarrándose el cabello diciéndose así mismo—.cobalde de mielda —

¿Por qué todo tuvo que cambiar tan drásticamente?

Recordaba los constantes cambios de instituto, nunca pasaba un año sin ser acosado. Su albinismo, heredado del padre, y los ojos rasgados de su madre asiática siempre eran motivo de burlas. No importaba cuánto sus padres intentaran protegerlo, la historia se repetía sin cesar.

Pero esta vez, en este instituto, parecía que la historia tomaría un giro diferente. Cuando un tipo lo confrontó, Felipe ya estaba harto de soportar siempre lo mismo.

En medio del pasillo, se enfrentó con furia a quien parecía ser el más respetado en aquellos tiempos. Estaba ganando, hasta que el otro sacó una navaja y le hizo un corte profundo que quedó como un arañazo en la parte izquierda de su cara. 

El dolor era insoportable, y mientras se retorcía tapándose la herida y veía como las pequeñas gotas de sangre comenzaban a brotar, gota por gota se resbalaban hasta alrededor de su hombro, el director llegó para su suerte.

Resignado a volver a su vida de siempre hasta que alguien que le dio esperanza, Miguel, alguien parecido a él, que le invitó a una nueva vida. 

Por fin, parecía que podría ser alguien normal.

Veía en Pana fresco como un hermano mayor y el reflejo de lo que quería ser. ¿Cómo es que era alguien tan fuerte? era todo lo contrario a él.

Eran una banda de brabucones con Javier, Carlos y David. Aunque el solo advertía si alguien venia, solo podía contemplar con lástima a las víctimas a través de su máscara, le recordaban tanto a él.

Sonaría mal... pero se sentía feliz de no ser esa persona que sufría maltrato. El precio era alto, negar sus propios principios, pero venía con beneficios: respeto, popularidad, amigos y nadie se metía con él. Y se resignó a pagar ese precio.

Hasta que el maltratado fue Miguel, su hermano.

La sola idea de volver a su pasado le aterraba bastante, ser como esas victimas que había contemplado desde primera persona, no pudo con eso, no podría soportarlo "Lo siento tanto Miguel", y lo dejó solo ese día luego de insultarlo para no quedar mal ante la pandilla de Javier.  

Después de eso, Felipe no pudo dormir tranquilo, su conciencia lo martillaba. Le envió no uno, ni dos, sino sesenta mensajes de voz a Miguel pidiendo perdón, pero fue en vano; Miguel lo había bloqueado. Había arruinado todo.

Felipe seguía sumido en su crisis existencial, pero fue interrumpido por una canción repentina de los bts sonaba el típico "Cause ah, ah, I'm in the stars tonight" y un celular cayéndose de uno de los baños hasta su vista.

—¿Pero qué calajos...?— susurró, secándose las lágrimas y frunciendo el ceño. Y levantó el celular — ¿Qué es esta cosa , un Huawei? ¿Será que alguien me estaba espiando?

.

.

.

(puntitos)

¡Hey tú, sí, tú, beibi ¿Cómo te encuentras hoy, chiqui?

 ¡Banda, no puedo creer que ya somos 4k, me muerooo! 😭✨ Muchísimas gracias por el apoyo, por sus comentarios y estrellitas, todo esto es posible gracias a ustedes. 💖

 Pobre Pana fresco, muchos problemas se carga el bebo. 💔

 Si tienes recomendaciones e ideas para la historia, no dudes en hacérmelo saber . Y si notas algún error ortográfico más allá del bait, también agradezco que me lo hagas saber. 

 Cuídense musho, mis potaxies favoritos 💕, nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Besotes! ✨

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