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C a p í t u l o 13

Luis corría desesperado por el pasillo, con el cabello castaño desordenado y el uniforme ligeramente arrugado. Era la primera vez que se quedaba dormido y, para su mala suerte, también el primer día que la campana sonaba puntual. Cada paso que daba resonaba en el eco del amplio corredor hasta que, sin querer, chocó contra una chica que cargaba una pila de libros.

—¡Ay, lo siento! —dijo Luis, jadeando mientras se agachaba a recoger los libros esparcidos. Pero cuando levantó la vista y sus ojos se cruzaron con los de la chica, se quedó congelado. Todo a su alrededor pareció difuminarse.

—No te preocupes, fue mi culpa. No te vi —respondió la chica con una sonrisa tranquila mientras se incorporaba—. Creo que te vi en el equipo de vóley... Eres el que golpeó a Panafresco, ¿no?

—S-sí —balbuceó Luis, rascándose la cabeza con nerviosismo—. Al final nos disculpamos...

—Bueno, nos vemos... ¿Luis, cierto?

—Simón :/v —contestó Luis, tratando de sonar casual, aunque la sonrisa tonta que se le dibujó en la cara lo delataba por completo.

—¿Qué haces, cuck? —Miguel apareció, dándole un codazo en las costillas—. Oye, grasoso, ¿te quedaste en modo suspensión?

Luis seguía mirando hacia donde había desaparecido la chica, como si estuviera en trance.

—Ella es... perfecta —susurró.

Miguel, al ver la dirección de su mirada y bufó.

—Oh, ya entiendo... La Coquette.

—¿Quién era esa elfa?

—Carla. Es la ex de Javier. Si tienes un poco de sentido común, ni te le acerques. Ese tipo no perdona ni que le miren.

El timbre interrumpió sus pensamientos, y ambos se dirigieron a sus respectivas aulas.

—Hola, pequeños, hoy tenemos danza. Vamos al salón de teatro —anunció el profesor con una sonrisa serena mientras los alumnos recogían sus cosas.

El salón de teatro era, sin duda, el lugar más impresionante de la academia. Su inmensidad daba la sensación de entrar en otro mundo. Desde el techo abovedado colgaba un candelabro de cristal que parecía haber sido tallado a mano por algún artesano del siglo pasado, reflejando la luz en destellos dorados que iluminaban suavemente el ambiente. Las paredes, adornadas con molduras intrincadas y detalles dorados, acentuaban el aire de grandeza del lugar. 

—Muy bien, chicos, ya tenemos a todas las parejas. Por último, Luis, tú estarás con Carla —anunció el profesor, hojeando una lista—. Hoy bailaremos tango, un género musical de Argentina, conocido por su ritmo marcado y sus melodías nostálgicas. Intentaremos replicar ese espíritu.

Luis sintió que le faltaba el aire. ¿En serio con Carla? Su mente entró en pánico.

—Y uno, y dos... Un, dos, tres, va —marcó el ritmo el profesor.

Sin embargo, bailar tango con Carla resultó ser complicado. Luis estaba tan nervioso que cada paso que daba terminaba en desastre.

—¡Auch! Luis, es la décima vez que me pisas los zapatos —se quejó Carla, retirando el pie con una mueca de dolor.

—L-lo siento, mamu :,,v —respondió Luis, deteniéndose y soltando un suspiro mientras se rascaba la cabeza con nerviosismo.

De pronto, Carla señaló hacia el centro del salón con los ojos bien abiertos.

—Wow... ese es Miguel y Bianca.

Luis giró la cabeza, y ahí estaba él: Miguel. Bailaba con una rubia de movimientos precisos. Cada paso que daban estaba perfectamente sincronizado, y su cabello negro se movía con elegancia en cada giro, captando la luz del candelabro y convirtiendo la escena en algo espectacular.

—¡Esto es increíble! —exclamó el profesor—. Muy bien, pueden tomar un descanso.

Mientras Miguel se dirigía a una esquina para tomar su botella de agua, Luis, decidido, se acercó sin previo aviso.

—¡Papu, te sacaste los pasos prohibidos! No sabía que sabías bailar ',:v —soltó Luis de golpe, haciendo que Miguel casi se atragantara con el agua.

—¡Mierda, grasoso! Casi me haces botar el agua. ¿Por qué siempre te apareces como un niño de la alcantarilla?

—Soy un enderman xd

—Sí, por lo negro te creo. 

—Oye, eso es racista, yo era blanco but el sol me peruanizó :'v—exclamó Luis, limpiadose una lagrimita falsa—. y, ¿Cómo aprendiste a bailar así, papu?

Miguel se llevó la botella a los labios y tomó un sorbo de agua, con calma, como si estuviera procesando el peso de lo que iba a decir.

—Mi familia asiste a eventos importantes, y siempre me obligan a bailar. No es como que me guste, pero tuve que aprender.

—¿Me podrías enseñar, papu? Es que, mira, estoy más tieso que tomi11 :"v —dijo, haciendo un movimiento robótico.

—Podría enseñarte... —respondió Miguel, rascándose la mejilla — pero... ¿Qué me darás a cambio, cuck?

—Te daré un becho, mi prínchecha ://v —dijo, guiñándole un ojo.

Miguel hizo una mueca como si acabara de morder un limón.

—¡Nah, qué asco! —exclamó, apartándose —. Con lo pobre que eres, seguro que has tenido que vender chupadas en la esquinita para sacar tu pasaje.

La sonrisa de Luis se desvaneció por un segundo.

—No me simpatizas chavo >:'v —respondió, sacandole la lengua —. Ya, en serio, papu. Si me enseñas, yo te puedo enseñar algo también. No sé, a pelear ... Todo lo que aprendí de mi tío el Brayan Bv

Miguel arqueó una ceja, ahora genuinamente interesado.

—Hecho. —dijo finalmente — En la hora de recreo te enseño.

. . . .

El timbre del recreo resonó por toda la academia, como un disparo de salida que marcaba el caos controlado de los pasillos. Estudiantes de todas las edades emergían de las aulas, sus risas y conversaciones mezclándose en una sinfonía desordenada. Algunos corrían hacia la cafetería, otros simplemente deambulaban, y entre ellos, una chica esperaba en la puerta del salón de su amiga, la muy creyente dijo:

— Yaoi nuestro que estás en los mangas — rezó, juntando sus palmas— santificados sean los yaoistas, venga a nosotros tus ukes, hágase tu voluntad en los fanfics como en la realidad, danos hoy nuestro hard de cada día, perdona nuestros derrames como nosotros perdonamos a los que no te ven, no nos dejes caer en el tentacle y líbranos de la censura. ¡Yaoi!

— Oh, hola Bianca...— dijo la army decaída.

—Lucero ¿todo bien? ¿Qué pasa? ¿uno de tus coreanitos esta en servicio militar? — preguntó la fujoshi tocando el hombro de su amiga.

—No es eso, es que, Charlie me bloqueó de la nada... ¡No sé qué le hice! —dijo Lucero, cruzándose de brazos con una mezcla de frustración y preocupación—. Dejó de hablarme de golpe, y ahora hasta me evita.

Bianca, siempre con una sonrisa, le dio un pequeño empujoncito en el brazo.

—Ay, tranquila, Lucero. Seguro que tiene un problema con ella misma, no contigo. Tú eres la mejor amiga que alguien podría tener, así que no te preocupes por eso.

Los ojos de la army se llenaron de brillo, y sin previo aviso, se lanzó a abrazar a su amiga.

—¡Eres la mejor! Ay, no sé qué haría sin ti. Oye, ¿y tú qué tal en las clases?

—Uf, ni te imaginas... —hizo una pausa dramática — Me tocó bailar con Miguel en la clase de música.

—¡¿Qué?! —gritó Lucero, con ojos como platos.

—Sí, y todos nos miraron, ¡hasta Carla! —dijo Bianca, dejando escapar una risita nerviosa, enrollando un mechon de pelo entre sus dedos—. Casi pierdo el equilibrio cuando vi que ella me estaba mirando.

Lucero dio un paso atrás, agitando las manos.

—¡¿Y por qué nunca hablas con ella?! Vamos, van a la misma clase, Bianca. ¡Es hora de que hagas algo! o alguien se te adelantará.

—No es fácil... Me pongo súper nerviosa cuando estoy cerca de ella.

La army resopló, rodando los ojos.

—Mija, ¡tienes que aprovechar! Ya no está con su ex, ni con su amiguita la presumida.

—Tienes razón... Lo intentaré. —Se cubrió las mejillas, que estaban ahora completamente rojas.

Lucero no pudo evitar soltar una carcajada, dándole unos suaves codazos.

—¡Eso, grítalo, leona! 

—¡Shhh! No grites, mensa. —La fujoshi miró alrededor, avergonzada, pero no pudo evitar reír también—. Oye, el salón de teatro está abierto...

| 10 minutos antes: 

Pov Miguel:

¿Aprender a pelear? ¿A cambio de enseñarle a bailar al cuck?
Primero que nada, ¿Qué clase de trato es ese? ¿Soy yo instructor de baile y no me enteré? Pero, siendo sinceros, lo de aprender a pelear suena tentador. No porque lo necesite, claro, yo me sé defender... más o menos... bueno, en YouTube hay tutoriales, ¿vale? Pero nunca está de más aprende nuevas habilidades.

Así que, ¿por qué no? Acepté.

Mierda, ahora que lo pienso, igual no fue tan buena idea lo del baile... suena un poco raro, ¿no?

Medio marica...

¡Aggh, carajo!  la idea me incomodo bastante ¿Por qué siempre sobre pienso las cosas? ¡Ya no quiero bailar! Lo bueno es que todavía no llegó el grasoso. Mejor me largo antes de que-

—¡Ya llegué, papu! ¿Cómo está, máster? —su voz retumbó detrás de mí. Antes de que pudiera reaccionar, me coloco una botella en la mano—. Te compré una Pepsi ;v.

Ahí está él, sonriendo como si la vida no tuviera problemas. Como si yo no estuviera al borde de un colapso existencial.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté, intentando sonar casual.

— Bueno no quería hacerte esperar papu :'v —respondió, metiéndose las manos en los bolsillos y balanceándose en los talones.— Entonces, ¿Cómo empezamos.?

El problema de enseñar baile no es que yo sea malo enseñando (aunque sí lo soy, y que quede claro), sino que Luis es, probablemente, el ser humano con menos coordinación que he conocido. Lo vi bailando antes y parece que tiene dos pies izquierdos. 

Y yo que pensé que todos los negros sabían bailar.

Suspiré y decidí empezar por lo básico.

—Primero, la postura —le expliqué, ajustando mis hombros hacia atrás y elevando la cabeza — Ponte erecto.

—Kha ',:vv — dijo Luis viéndome raro — ¿Cómo que erecto we?

—Que te pongas firme, carajo.

—ia ya no se ponga agresivo :,v— dijo poniéndose firme — Así esta bien :v? — y estiró los brazos como si fuera un espantapájaros.

—Grasoso, no eres un pino, Los brazos van aquí, relajados pero firmes. —Tomé sus muñecas y las acomodé. Él me miró con una ceja levantada y una sonrisita.

Ahora venía la parte más complicada: hacer contacto.

No debería ser un gran problema, ¿verdad? Era algo simple, pero para mí siempre era un tema complicado. No era miedo solo ... era una mezcla extraña de nervios y algo que no sabía nombrar del pasado, pero que me hacía querer apartarme lo antes posible y unas ganas de reaccionar de mala forma.

Si él fuera una mujer, tal vez sería diferente. O al menos eso me decía para justificarme aunque, siendo honesto, incluso con las mujeres no me siento totalmente comodo.

—Papu estas bien? — preguntó él, ladeando la cabeza con una ceja levantada.— Ohhh, ¿el contacto te incomoda, verdad? Tranquilo, no creo que sea tan necesario.

—No importa. —Mi voz sonó más firme de lo que esperaba—. Solo dame tu jodida mano.

El aire pareció cargarse de electricidad cuando él extendió la mano. Todo en su gesto, desde la forma en que movió los dedos hasta cómo me miró mientras lo hacía.

Con un suspiro, extendí mi mano. Temblaba un poco, pero la sostuve firme. Y entonces lo hice.

El contacto fue un impacto. Su piel era cálida pero húmeda, sentía un nudo en el estomago. Quería retirar mis manos, pero me aguante.

Que toque de las manos a un hombre me daba asco también una gran sensación de varios ojos puestos en mi y a pesar de que el salón parecía vacío aun así quería soltarlo.

—¿Ves? No fue tan terrible, papu :3 — dijo con una sonrisa.

—Creo que... tienes razón mejor te suelto, paso básico —continué, soltando sus manos, no pude aguantar—. Izquierdo adelante, derecho atrás, izquierda al costado. ¡Vamos! Es un cuadro.

Luis me miró extrañado pero intento imitarme.

Le mostré el paso, asegurándome de exagerar el movimiento para que entendiera. Pero cuando llegó su turno... Dios mío. 

—¿Qué demonios es eso? ¿Qué estás haciendo? 

—Pos te estoy siguiendo el ritmo, papu :"v

—Eso no es el ritmo. Eso es un atentado contra la música, la danza y mis putas ganas de vivir.

Volvió a intentarlo, esta vez menos dramático pero igual de torpe. Resoplé y caminé hacia él.

—Escucha, necesitas sentir la música. No puedes mover los pies sin intención. Es como si... no sé, como si estuvieras peleando, pero con "estilo"  ¿Entendiste anormal ?

—¿Cómo una pelea? ',:v

—Exacto. Tus movimientos tienen que ser precisos, con fuerza, pero controlados. El baile es una conversación entre el líder y el seguidor. Tú marcas el ritmo, pero no puedes imponerlo.

Luis asintió, esta vez poniéndose un poco más serio. Repetimos el paso básico unas cuantas veces, y aunque seguía moviéndose como si hubiese pasado un noche con varios negros, al menos lo intentaba.

—Ahora, vamos a probar con música. —Puse un clásico, algo lento y dramático. Luis levantó la ceja.

—Esto suena como el intro de una película de mafiosos, esta perron Bv

Luis se enderezó al instante, poniéndose más firme. Al menos la idea lo había inspirado. Tomó posición y empezamos a bailar. Fue torpe, sí, y me pisó varias veces, totalmente, pero por primera vez en la tarde, sentí que realmente estaba intentando conectar con el ritmo.

—Vamos cuck hasta un chango se movería mejor.

— But hago mi mejor esfuerzo papu :"v

Practicamos varias veces. Una y otra vez. Sus movimientos eran torpes al principio. Me desesperaba verlo tropezar con su propia sombra, pero algo en su expresión me detuvo de mandarlo al diablo. Era esa mezcla de orgullo y frustración en sus ojos, esa terquedad que lo hacía seguir intentándolo.

Repasamos al compás de la música, y de alguna manera, en medio del desastre, algo extraño ocurrió, dé repente tomo mi mano y empezó a bailar conmigo.

Me quedé inmóvil.

El contacto repentino me sacó de onda. ¿Qué chingados estaba haciendo este imbécil?

Antes de que pudiera reaccionar, me hizo girar con un movimiento sorprendentemente fluido y, en un instante, sus manos se posaron en mi cintura.

Lo miré, frunciendo el ceño, quería golpearlo por pasarse de verga, pero vi una sonrisa estúpida en su rostro, tan genuina, tan... él.

—Mira, papu, lo estoy logrando. —Sonrió de manera tan tonta que no pude evitar sentirme... raro.

Hasta que la música se detuvo de golpe, y el silencio lo invadió todo.

—¿Estás bien? —me preguntó.

Tragué saliva, sintiendo que mi garganta se cerraba.

— Te dije que no me tocaras, pedazo de autista... —respondí, intentando recuperar la compostura —Tsk, creo que es tu turno de enseñarme a pelear. 

—Mi momento ha llegado. jpg. —La frase salió de sus labios con la seriedad, mientras un viento repentino agitaba sus cabellos—. Ahora, ponte en guardia.

Tragué saliva y levanté los puños con torpeza. Mientras tanto, él caminaba en círculos a mi alrededor, sus ojos evaluándome si cometía algún error.

—Primero que nada, relaja los hombros, papu y flexiona las rodillas. —Se detuvo de repente, dio un par de golpes al aire. Se veía god... Su técnica tenía una fluidez que casi me hacía olvidar la tonta danza que hicimos—. Mira, como esto.

Intenté imitarlo, pero mis movimientos eran tan rígidos, a comparación de los suyos que eran más agiles y fluidos.

—No te preocupes, papu. Todos cometemos errores, ;v — Se acercó para corregir mi postura, colocando sus manos en mis hombros con una firmeza que me hizo estremecer.

—Ahí está mejor. —Sonrió, orgulloso, mientras sus ojos brillaban con ese entusiasmo—. Ahora, vamos con los golpes.

Me mostró cómo lanzar un puñetazo directo, explicando cada detalle. La forma en que movía sus brazos y marcaba el ritmo era hipnótica. Por un momento, olvidé todo lo demás.

Cuando llegó mi turno, todo se fue a la verga.

—Aggh, me rindo, esta wea es complicada. —Me dejé caer en una postura derrotada.

—Tranqui, así empezamos, we. —Se rió, con ese tono que hacía parecer que todo era más fácil—. Todo shido, no te desesperes ;v

—Gracias... creo

—Ahora sí. Intenta golpearme.

Tomé aire, intentando reunir todo el valor que quedaba en mí. Lancé un golpe. Lo esquivó con una facilidad insultante, una risa escapando de su garganta.

—Vamos, papu.

Frustrado pero decidido, seguí intentándolo. Cada golpe fallido era un recordatorio de lo lejos que estaba de alcanzarlo, pero también me daba fuerza. Él corregía mis errores con paciencia, sus palabras resonando con ánimo.

Finalmente, en un intento desesperado por conectar un golpe, mi pie resbaló. Todo pasó en cámara lenta: mi cuerpo cayó hacia adelante, directamente sobre él, !CARAJOOO¡

Nos derrumbamos juntos, yo encima de su pecho. Su rostro estaba tan cerca del mío que podía sentir el calor de su respiración. El tiempo pareció detenerse.

—Ah, papu, ¿estás bien? —La voz de Miguel sonó extrañamente suave, como si por un segundo se hubiera olvidado de su fachada de tipo rudo.

—Sí, estoy...

—¡BIANCA, ESTÁS SANGRANDO POR LA NARIZ! —gritó una chica, interrumpiendo mi respuesta.

Volteé a verlas y, efectivamente, la army tenía los ojos desorbitados mientras su amiga se cubría la cara, intentando detener la hemorragia.

—¡Pero qué mierda...! —empecé a decir, pero algo más captó mi atención—. ¡ESPERA! ¡¿NOS ESTABAN FILMANDO?!

Me levante inmediatamente, alejándome de Luis.

—Perdón, instinto fujoshi, no lo puedo evitar... —respondió Bianca con una sonrisita culpable, limpiándose la sangre con el dorso de la mano—. Oh, ejem, hola chicos. ¡Tranquilos, es una hemorragia leve! Jejeje.

—¡HIJAS DE LA REMIL PUTA, LA RECONCHA DE LA LORA QUE LAS PARIÓ, ME VALE VERGA, ENTRÉGUENME ESE VIDEO! —grité, corriendo hacia ellas.

—¡CORRE, PERRA, CORREEE! —chilló la fujoshi a su amiga, agarrándola del brazo y saliendo disparadas por la puerta del teatro. El portazo resonó en todo el salón, dejando un silencio incómodo.

—Papu, tranquilo, no es para tanto.

Lo miré con el ceño fruncido, sintiendo cómo la furia burbujeaba en mi interior.

—¿TRANQUILO? ¡HAY UN PUTO VIDEO QUE NOS HACE VER COMO GAYS! ¡COMO GAYS! ¿CÓMO DEMONIOS QUIERES QUE ESTÉ TRANQUILO?

Luis se encogió de hombros con una sonrisa calmada.

—Pero si no es real, papu. Ambos somos heteros, no tienes por qué enojarte.

—Tch. De igual forma, las buscaré después de clases.

Metí las manos en los bolsillos con furia contenida, intentando calmar mi respiración. No sé si por la rabia o por la maldita adrenalina de la persecución frustrada.

—Oye, pronto tocará el timbre. ¿No crees que sea un buen momento para que tú y la coquette... ya sabes, la invites a bailar?

—¿Crees que acepte, papu? Ni siquiera me siento listo :"v

—Solo inténtalo, cuck.

Suspiré pesadamente. El recreo estaba por terminar... o quizá ya había acabado hace rato y solo nos habíamos robado el tiempo de otro curso. Ni idea. Luis, con una emoción que no se molestó en disimular, escribió una carta y la dejó en el casillero de Carla.

No creía que fuera a funcionar. ¿Por qué lo haría? ¿Qué clase de milagro cósmico haría que ella aceptara?

Pero cuando sonó el timbre de salida, ahí estaba ella. Caminando hacia nosotros, sosteniendo la carta entre sus dedos.

—¿Vamos o qué? —dijo con una sonrisa ladeada.

Mi bro se quedó en shock por unos segundos, como si la realidad no le estuviera cayendo todavía.

—Papu, quiero recordar este momento. Va a ser épico, Bv —me extendió su teléfono con una sonrisa —. Ya le puse la música, solo grábalo plox.

Y comenzó la "magia".

La melodía llenó el salón de teatro vacío, envolviéndolos en una atmósfera perfecta en la que Luis y Carla bailaban, riendo como si no existiera el mañana. Se veían perfectos juntos.

Demasiado perfectos.

No entendía por qué sentía un vacío extraño en el pecho, una incomodidad que no tenía derecho a estar ahí. No era mi problema, ¿verdad?

De repente, el sonido de risas apagadas me sacó de mis pensamientos. Un grupo de chicos se acercaba, sus voces resonando a través de la puerta abierta.

— Y por eso creo que hay que invadir Polonia —comentó el shitposter, con su tono sarcástico característico. —Oye, ¿esa no es tu ex?

—¿Qué? ¿Coquette? ¿Dónde? —respondió Javier poniéndose serio

—Parece que está ahí mi estimado, bailando con Luis. ¿Lo podéis creer? ¡Lo dejaron por un pobre! —rió Fino.

El aire se volvió pesado. Javier, dejó escapar un suspiro cargado de rabia. El vaso que tenía en las manos se resbaló y cayó al suelo, derramándose por todo el suelo.

— Ese pelotudo no aprende —gruñó, cruzando los brazos con un gesto que denotaba pura furia—. Ahora sí, esta fue la puta gota que colmó el vaso. ¡Vámonos! Voy a ver cómo resuelvo esto.

Estaba en shock, no podía creer lo que estaba pasando. Estaba atrapado en ese momento, escuchando a los chicos seguir hablando, riendo como si nada.

—Papu, conseguí su número :') —dijo Luis contento con un papel entre las manos.

—Oye, creo que la banda... esto, ellos... —balbuceé nervioso.

No podía formular una palabra. 

—Oh, no... se me hace tarde, no voy a alcanzar el colectivo :'v —dijo, levantándose rápidamente. Tomó sus cosas y echó a correr hacia la puerta—. ¡Hasta la próxima.jpg!

—¡Espera, carajo! —grité, pero ya era tarde. Luis ya se había ido.

Un nudo se formó en mi garganta. El miedo comenzó a apoderarse de mí. Lo que estaba a punto de suceder me aterraba más que cualquier otra cosa. ¿Qué iba a pasar ahora?

.

.

.

(puntitos)

Hola mis bellezas ¿Cómo se encuentran hoy?

Ya se esta enculando el Miguel no? xd 

Muchísimas gracias por los 24K mis amores 😔😭 los amo musho, yo pensé que solo 1 o dos personas leerían esto pero supero mis expectativas.

Gracias por todo su apoyo <3 sus estrellitas y cometarios me hacen muy feliz que alguien lea esto 🥺💘

¡Oye tú, sí, tú mi tilín precioso! ☝💘 Necesito de tu ayuda. Si tienes recomendaciones, ideas o teorías locas, no dudes en compartírmelas. Tu opinión es súper importante para mí, y me encantaría saber qué piensas. 💕💞🗣➡

Cuídense musho tilines, potaxies y fifes tomen awita, nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Besotes! ✨

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