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C a p í t u l o 10

—> En el capítulo anterior : El latido de su corazón retumbaba en sus oídos tum tum tum tum, marcando el ritmo frenético de su escape. Corrió hacia la calle, ansioso por encontrar su Uber y dejar atrás el caos de su hogar.

. . . .

Pana fresco avanzaba por la calle empedrada, su rostro era un lienzo de emociones contradictorias. Una mezcla de alivio y ansiedad se reflejaba en sus ojos, una oleada de adrenalina que le hacía palpitar el corazón con fuerza. No era la primera vez que engañaba a su madre, pero el temor a ser descubierto tejía hilos de sudor en sus palmas.

Sus dedos tamborileaban contra el muslo, marcando el ritmo de su inquietud mientras murmuraba una plegaria para que su Uber apareciera pronto. De repente, un vehículo negro con tintes azulados emergió, deslizándose por la calle. Se detuvo junto a Miguel con un susurro mecánico.

Se deslizó dentro del coche, dejando un suspiro de alivio. Se acomodó en el asiento, sacando sus audífonos y su cuadernillo, para distraerse en el camino.

Pov Miguel:

Me cago en todo, aquí el trafico es horrible. Llevamos una eternidad... UNA MALDITA ETERNIDAD, no me jodas. Mis piernas ya no sienten nada de tanto estar sentado. Siendo honesto, este lugar es un asco. El bioma de los pobres parece otro mundo, sus calles gastadas.

Mierda... estaba intentando dibujar el paisaje para tranquilizarme, pero con estos baches, ¡es imposible! Cada vez que intento trazar una línea, termino arruinando el dibujo. Después de rayar la página una y otra vez, finalmente di por perdido el intento y guardé el cuaderno frustrado, soy un asco para esto.

Aquí hay mucha basura y huele a pobreza. Ja! justo paso un bus lleno de gente, un chabón sin atención me saludo luego, puso una cara de ahegao, wtfk con los niños de ahora.

¡Este lugar está lleno de basura y huele a pobreza!

Las paredes están llenas de grafitis, algunos son arte puro, re god, No pude evitar tomar fotos de varios. Hay talento en estas calles, solo falta apoyo. Claro, también están los grafitis ZZZ que dicen: "Xiomara, te extraño mi bb" o "Vuelve conmigo, Ana Sofía". Y uno que dice "El peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto ". El vagabundo todo un filosófico lo estaba meando jaja, el pueblo culto be like.

Oigan, ¿por qué carajos hay tantos carros estacionados? Esas cosas hasta polvo tienen. Vi uno que tenía escrito "Lávame, puto". Jajaja, ¿Qué demonios?.

—Joven, ya estamos — dice el taxista, interrumpiendo mi monólogo interior.

Asiento y guardo todas mis cosas antes de salir, saque mi celular en modo sigiloso para evitar a los carteristas, de por si todo el lugar me da pinta de que me van a robar en cualquier instante pibes.

Reviso la dirección que el grasoso me mandó, no me ubico nada... mejor le pregunto a alguien.

—Oye, bro, ¿la calle 24 del cerro? —pregunto, intentando parecer local.

El pibe me mira como down, su cara me recuerda a un chango y se encoge de hombros.

—No pues la verdad ni idea

Le agradezco al especial, y me topo con un vendedor que grita: "¡Churros, churros, recién salidos del horno, calientitos y baratitos!"

Pero al ver el precio, me parece una estafa. Seguro están pasados o algo así. En mi zona, los venden cinco veces más caros, y esos ni siquiera son frescos esas pendejadas, Por eso nunca compro.

—Disculpe ¿la calle 24 del cerro? —repito mi pregunta.

—Claro, joven —responde, y empieza a darme direcciones —. Sube a la derecha, cinco cuadras, luego a la izquierda... no, la otra izquierda.

Continúa explicando, intento seguir sus instrucciones pero no le entiendo nada.

—Luego otra derecha y encontrarás unas escaleras. Sube con cuidado, no te vallas a confundir con la calle 25 para arriba allí es muy peligroso — Y en voz baja dijo — No existe la ley allí.

Parpadeo, confundido. ¿Qué acaba de decir? Solo asiento como si lo hubiera entendido todo aunque no entendí ni madres.

Mi estomago empezó a rugir, no tome ni desayuno, quizás podría comer uno, solo uno, por esta vez olvidaré la dieta que me obligaban en comerciales.

— Gracias, ¿me da uno de esos?— mientras saco mi billetera, ojalá no me robe y me salga corriendo con su canasta.

—A la orden, se nota que no eres de por aquí, me recuerdas a mi hijo, también se viste así como reguetonero— comenta el vendedor, mientras prepara el churro. —Bueno no se arrepentirá están buenísimos.

Asiento y pago, ahora que lo noto, la gente de aquí es muy cálida y buena onda.

Que raro, por donde vivo te ignoran, y si no vistes bien te tratan mal los pendejos.

Observo el churro con curiosidad, buscando algún indicio de moho, es que uno no se puede fiar por el precio, lo barato sale caro pibes, ya una vez me pasó y casi hago la de mil maneras de morir.

Pero al parecer si están en buen estado olía GOD, si se notaba que esta recién horneados, así que le di un mordisco. — Mmm~, HIBRIDOOO, la textura esta god, la canela y azúcar, esta joya. 

Continúo preguntando direcciones, recibiendo respuestas variadas y a veces ninguna ayuda. 'No es esta calle, es la otra', 'La siguiente a la derecha', 'No vivo aquí, lo siento', 'No sé, pero ¿tienes Instagram?'.

. . . .

Pana fresco ascendía las escaleras del cerro con un ritmo constante, a pesar de la cantidad abrumadora de escalones.

A su alrededor, el aire estaba impregnado de polvo y el suelo salpicado de basura que crujía bajo sus pasos.

Miro hacia arriba viendo las casas se amontonaban unas sobre otras, desafiando la gravedad y el buen juicio. Los techos de lámina brillaban bajo el sol, eran un collage de materiales: láminas metálicas, ladrillos desgastados, madera y tripley.

Parecían haber sido construidas por alguien en su primera chamba, donde cada constructor tomaba lo que tenía a mano, creando estructuras que recordaban a las fortificaciones improvisadas en Fornite.

Los tendederos desplegaban sin pudor su ropa al aire libre, y los coches abandonados, despojados de sus partes valiosas, yacían como esqueletos a lo largo de las vías de tierra.

Las antenas de las azoteas, enredadas en cables, servían de perchero a pares de zapatillas colgantes, como trofeos urbanos o marcadores de territorio.

Mientras Miguel continuaba su ascenso, sentía las miradas de los transeúntes, una mezcla de curiosidad y cautela, lo miraban de arriba a bajo, ya parecían los de su clase social.

"Pero si no es la gran cosa, es solo una cadenita de oro, un polo negro holgado con el estampado de Gucci, unos jeans celestes, y unas zapatillas negras, ¿Qué tiene eso de especial? "

Las minas del barrio, con su piel tostada por el sol, se reían entre dientes al verlo pasar, murmurando entre ellas: "Mira a ese chico amiga, ese el que parece como rapero, camina bonito ¿no? se ve muy masculino".

Miguel, captando sus miradas, no pudo más que sonreír y pasar una mano por su cabello.

Aunque esos comentarios le inflaban el pecho de orgullo, contrastaba con una palabra que dijo su padre y resonaban como un eco distante en su mente:

"Pareces cualquier cosa menos un hombre "

Su sonrisa se borró, frunciendo los labios con frustración.

. . . .

Al doblar la esquina, el aire se densificó con un olor terroso y húmedo, como si la tierra misma exhalara.

El aroma, mezcla de musgo y pasto quemado.

Evocó recuerdos de su padre que solía sentarse en su lujoso sillón, con la pipa humeante entre los dedos, mientras leía su periódico.

Ahora, en este rincón sombrío, el olor era muy intenso y abrumador. Una inquietante sensación de ser observado lo envolvió.

¿Alguna vez has sentido como si alguien te estuviese observando?

Pues eso era precisamente lo que Miguel experimentaba en este instante.

Se giró rápidamente, pero las calles estaban tranquilas. Solo se veían los cables eléctricos, cargados con numerosas zapatillas colgantes.

"Vamos pana, eres un macho que se respeta", se dijo a sí mismo. "¿Cómo voy a temerle a esto? No soy un marica." Pero la ansiedad seguía creciendo mientras apresuraba el paso.

Siguió caminando hasta que se encontró con una hilera de árboles jóvenes plantados recientemente.

Eran delgados y modestos, muy distintos a los gigantes que custodiaban su vecindario. La curiosidad le picó y, con delicadeza, desprendió una pequeña hoja, admirando su textura y el vibrante color verde que contrastaba con todo el lugar tétrico.

— Chico ¿Te gustaría que yo te arrancan un brazo? —, inquirió una señora bien maquillada mirandolo feo por arrancar la hojita del arbol.

— Tsk, maldita pobre sin pensión alimenticia.— siseo cuando la señora se alejaba — Seguro no le dieron anoche.

Su IPhone empezó a vibrar interrumpiendo sus pensamientos.

— ¿Aló? — preguntó, pero la respuesta fue una voz recontra fingida, imitando a un robót. — El número al que usted ha marcado no existe.

Pana fresco rodó los ojos. "¿Quién será el boludito sin atención? ". Decidió contestarle con un tono serio.

— No sé quién eres, ni lo que quieres, pero se donde vives, te doxeare y te quemare el rancho por hacerte el gil.

La respuesta fue inmediata:

—Alv no jefecita aiuda jaja. Papu, soy yo, tu lince, ¿por qué no vienes? Te estoy esperando en la puerta como esquiso, ya me parezco al firulais.

Pana fresco sonrió inconscientemente, reconociendo la voz al otro lado y pegando más el teléfono a él.

— Aggg tenias que ser tu cuck, que cringe das, no te había agendado por indígena. Estoy en... eh...— Miró a su alrededor buscando una pista, y su mirada se fijó en una antena descomunal, con cables retorcidos. —Estoy cerca de la antena de Movistar, la vieja y gigantesca como tu abuela.

—¿Espera... hay árboles cerca? — preguntó Luis, ahora serio.

—Sí, ¿por qué? —respondió Miguel, confundido.

— Estas más allá de la calle 25. Algo no está bien. Miguel, oculta tu iPhone, mantente alerta y trata de regresar. Estoy en camino —, dijo la voz, y la llamada se cortó abruptamente.

Un escalofrío recorrió la espalda de Miguel, esa sensación de ser observado volvía y en su mente recordó:

" No te vallas a confundir con la calle 25 para arriba allí es muy peligroso No existe la ley allí."

Oye, yo te conozco — dijo alguien repentinamente detrás de él. — Si, si yo te conozco.

" Qué carajos, ¿Cómo que me conoce? ¿Un puto stalker de nuevo?, ahora falta que me maten como al John Lennon" pensó desganado.

El susurro del viento se interrumpió abruptamente cuando sintió un agarre muy brusco en su hombro, haciendo que su piel se erizara como púas.

Su instinto de supervivencia se activó de inmediato y, sin pensarlo dos veces, se giró y lanzó un golpe, su corazón martilleando en su pecho mientras asumía una postura defensiva.

Pero su acción resultó en un grave error.

Era ladrón, con rostro contorsionado por el dolor y la ira, estaba en el pavimento. Y no estaba solo; dos figuras más estaban detrás de él.

¿Cómo había llegado a esto? ¿Por qué a él, habiendo tanta sobre población?

¡Ay, MALDITO! — Exclamó el ladrón, se levantó mientras se limpiaba la sangre de su labio con gesto amenazante, sus ojos brillando con una malicia que helaba la sangre.

Un puñetazo se estrelló contra el rostro de Miguel, enviándolo al suelo con violencia, tanto que casi se le caen los lentes.

El líder de la banda, un hombre de mirada fría y voz ronca, avanzó con paso decidido. Su rostro, adornado con tatuajes siniestros. Sostenía un cigarro entre sus dedos y su mano en el bolsillo, insinuando la presencia de un arma.

—Regálano' una monedita pa' el bus ~— dijo con una sonrisa torcida. —Vamo' colabora mano.

Miguel evaluó sus opciones, lo primero que se le ocurrió fue huir. Así que, con una sonrisa forzada, se agachó como si buscara algo en su bolsillo.

—C-claro, pibes. Solo...déjenme encontrar mi billetera. — Su voz temblaba, pero su mente trabajaba a toda velocidad.

El líder se relajó, confiado en su victoria inminente. Y pana se levantó rápidamente, empujando a dos de los sujetos antes de comenzar a correr tan rápido como sus piernas se lo permitieran.

Los ladrones lo miraron perplejos, sin creer que alguien pudiera intentar escapar en pleno asalto.

— ¿Qué le pasa a este malparido? ¿Acaso e' la primera ve' que le roban?— gruñó el líder, dejando caer el cigarrillo al suelo y aplastándolo con su pie. Empujó a su secuaz vociferando — ¡TOM! ¿Y usted que hace allí parao'? ¡DUERMA AL BLANCO!

La orden desencadenó una acción rápida y letal. Un cómplice, alto y fuerte, se lanzó hacia Miguel con la agilidad de un depredador.

Sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello como serpientes mortales, estrangulándolo mientras lo levantaba del suelo.

Miguel luchó con todas sus fuerzas, sus manos golpeando desesperadamente el cuerpo del atacante en un intento frenético por liberarse. La presión en su cuello aumentaba implacablemente, robándole el aliento y su energía.

El líder, encendiendo otro cigarro con gesto desafiante, observaba la escena con ojos fríos. —No tengo tiempo pa' tus payasadas de chiquillos ¿OÍSTE?— el humo del cigarrillo serpenteando entre sus palabras. —Si tuviéramo' plomo, al toque te ventilamos, ¿me entiendes?.

Con un gesto despectivo, el líder y le dio unas palmaditas en el rostro y exhaló todo el humo en la cara de Miguel. Era una advertencia clara y brutal: cooperar o ENFRENTAR LAS CONSECUENCIAS.

La arrogancia en su rostro era palpable mientras le daba la espalda a Miguel, elevando el cigarro.

— Desvístelo de to' al idiota —ordenó con voz imperiosa. —Parece que anda cargando guita por el hilo que trae. Que aprenda... que aqui se coopera, sí señor SE COOPERA.

El atacante asintió, sus ojos destellando con una mezcla de locura y determinación. No iba a detenerse hasta escuchar el crujir del cuello del joven bajo la presión.

Miguel luchaba desesperadamente, en busca de una salvación que parecía cada vez más distante. Sentía cómo el aire se escapaba de sus pulmones, cada bocanada más forzada y dolorosa que la anterior, poco a poco su cuerpo se adormecía.

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(puntitos)

Hola, mis beibis churros, preciosísimos, únicos. ¿Cómo se encuentran hoy?

Beibis les eché mucho de menos 💕, agradezco con todo mi corazón de poio sus comentarios y estrellitas, los jamo musho <3

Si tienes recomendaciones, ideas, teorías para la historia, no dudes en hacérmelo saber. Me ayudaría mucho saber tu opinión 💕💞 🗣➡

Cuídense musho, mis tilines, tomen awita, nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Besotes! ✨

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