Villa élfica
Recomendación: Conan Gray - Heather
Narrador omnisciente.
Era temprano por la mañana y un agradable sol danzaba por las cabezas de los elfos quienes ya hacían vestidos de blanco alrededor de la amplia villa élfica. El día más esperado por fin había llegado, el lugar estaba completamente adornado por flores mientras que el ánimo de alegría y esperanza se olía por sobre la suave brisa que revoloteaba directamente en las vestimentas ajenas. Como si fuese una rutina Mina se detuvo frente al gran ventanal notando primero su reflejo, la idea de estar vestida de blanco con su cabello negro peinado hacia atrás la abrumó, era una escena que realmente no estaba familiarizada; francamente, se sentía aún más extraña que de costumbre, pero ya estaba ahí, no había forma de poder huir sin morir en el intento, por lo tanto, simplemente suspiró enfocando su atención en los elfos que caminaban de un lado hacia el otro llenando las calles de la villa élfica con una evidente emoción rebosando de sus atléticos cuerpos ante el próximo matrimonio que sería llevado a cabo en un minutos, a pesar de que existía cierto odio entre los elfos masculino por ser ella, un humano quién terminó obteniendo la mano de la indiferente y perfecta joven princesa, de todas forma no eran demasiados como para llamar la atención entre tanta gente, así que Mina simplemente lo dejó pasar.
De repente, unos suaves toques llamaron su atención, sin mucho interés giró su rostro observando con esos penetrantes ojos rojizos idénticos a un par de gemas de rubí como Jeonsa asomaba su cabeza permitiendo que su cabello verdoso mezclado con las canas propias de su edad se robaran por completo su atención. El hombre, visiblemente incómodo por ese conocido silencio de su parte, decidió brindarle una suave sonrisa esperando recibir una de vuelta, pero la pelinegra simplemente regresó su atención hacia la ventana observando con cierto interés como los elfos comenzaban a caminar hacia el edificio donde se llevaría a cabo su casamiento con pequeñas flores de distintos colores envueltas en sus manos. Una repentina sensación de incómoda se deslizó eléctricamente por su espalda, sentía que las cosas estaban completamente fuera de lugar, como si realmente no debería estar ahí, pero no había forma de poder darle una explicación lógica al por qué se sentía de esa manera, por ende, simplemente sacudió sus hombros mientras daba un paso hacia atrás sintiendo aún la intensa mirada del anciano fija en su nuca.
Con una sorprendente calma regresó su atención en dirección del mayor mientras que, con cierta lentitud se alejaba del ventanal.
—¿Nerviosa? —cuestionó el hombre a la vez que abría por completo la puerta teniendo toda la intención de que la pelinegra saliera de la habitación, pero esta simplemente se detuvo a su lado con sus fríos ojos fijos en su intranquila expresión. Mina sabía que perfectamente podía mentir con respecto a cómo se estaba sintiendo en esos momentos, pero por alguna razón sentía que el hacerlo sería lo incorrecto, así que decidió omitir comentario—... ha... por lo menos podrías mentirme—comentó tras soltar un suave suspiro como si se estuviera cuestionando el por qué había decidido escoltar personalmente a la joven humana—vamos... la novia no puede llegar después de su futura esposa—aclaró ignorando por completo su silencio mientras que estiraba su mano para darle una que otra palmada a su ancha espalda—disfruta de este día y el de mañana, porque el tercer día comenzara tu entrenamiento.
— Propellentibus core ad terminum...—murmuró Mina tras recordar el nombre de la técnica que llevaría al límite su ya agitado núcleo—no lo he olvidado—fue todo lo que comentó manteniendo su interés fijo en el pasillo notando como los sirvientes corrían de un lado hacia el otro queriendo que el vínculo entre ella y la princesa saliese a la perfección.
—Vaya... esa ha sido una buena pronunciación—halagó el mayor tras escucharla hablar en su idioma élfico—acaso... ¿Te estas acostumbrando a tu nueva vida? —preguntó llevando su mano contra su mentón para hacerle énfasis a su pregunta. Como era de esperarse Mina simplemente se quedó en silencio mientras que continuaba con su caminar, demostrando de esa manera lo poco que le importaba el responder a su pregunta—mi nieta tendrá que hacer un gran esfuerzo contigo—murmuró más para sí mismo que para la humana, aunque claro, eso no quita el hecho de que ella lo había escuchado a la perfección—en fin... bienvenida a la familia—la saludó aun cuando ella ni siquiera había dado el sí en el altar.
—¿Por qué estás tan nervioso? —la repentina pregunta de Mina lo sorprendió, avergonzado el hombre apretó sus labios, aunque rápidamente giró su rostro mirando hacia otra dirección tras toparse con aquellos ojos rojizos propios de la solitaria pelinegra—sólo actúa como lo has hecho siempre—pidió llevando sus manos en el interior de los bolsillos de su pantalón, sintiéndose inquieta ante la ausencia de su arma, la cual, fue arrebatada temprano por la mañana por uno de los guardias enfatizando que no había motivos reales para que ella estuviese usando un arma el día de su boda—... tu incomodidad me hace sentir incómoda—confesó regresando su atención hacia el frente notando como ya casi estaban llegando a la salida del palacio real.
—Sé que no es necesario... pero realmente te mataré si mi nieta sufre por tu indiferencia—confesó el hombre a la vez que regresaba sus ojos a la más baja. Mina le sostuvo la mirada, a pesar de que no le dijo nada, era evidente que aquellos orbes le estaban recordando que no fue precisamente su idea el vincularse con la joven princesa más allá de dejarla en su hogar, aunque claro, ahora que lo pensaba, ¿Por qué razón me tomé esa molestia?, francamente, no era capaz de recordar el motivo real que la hizo estar junto a Joohyun —¡Cough! —tosió avergonzado incapaz de poder aceptar que gran parte había sido su culpa, por no decir que todo esto había sido causado por su decisión—simplemente cumple tu papel como esposa de mi nieta.
—Bien—respondió la chica mientras que salía del palacio.
Regresando a ese conocido silencio y estando bajo la atenta mirada del silencioso e incómodo Jeonsa, Mina decidió llevar nuevamente una de sus manos en dirección de la boca de su estómago presionando su palma directamente en su núcleo para ver el estado en que se encontraba su pequeño espíritu de fuego; Chaeyoung se mantuvo tranquila en el interior del espacio que contenía su maná. Sí debía ser del todo sincera Mina realmente estaba preocupada ya que llevaba días sin poder comunicarse con su travieso acompañante, ni siquiera había sido capaz de preguntar, aún cuando trató de hacerlo mediante la conexión que había entre ambas, quería saber a que se debía esa repentina tristeza que llevaba consumiendo sus emociones en los últimos días, la misma que lentamente la estaba afectando a ella, pero Chaeyoung simplemente no parecía estar dispuesta en calmar sus preocupaciones. Suspiró en alto llevando nuevamente su mano contra el bolsillo de sus pantalones; ella era consciente que no obtendría respuesta por mucho que la buscara, así que decidió dejarlo pasar hasta que diera finalizado su matrimonio con Bom.
Mina se sintió realmente abrumada en el momento que los ojos de los elfos emocionados por el próximo matrimonio estuvieron fijos en su rostro, prácticamente intimidada por ser el centro de atención estuvo dispuesta en dar un paso hacía atrás queriendo simplemente huir de toda esa situación; a pesar de haber estado en la milicia, de haber interactuado con altos rangos y luego siendo extrañamente teletransportada a este mundo convirtiéndose en hija de la nobleza, seguía sin estar acostumbrada a que los ojos estuviesen posados en ella. Rápidamente su aliento quedó atrapado en su garganta en el momento que el viejo Jeonsa presionó su gruesa palma contra su espalda indicándole con esa simple acción que no retrocediera a la vez que se colocaba justo a su lado queriendo de esa forma que la atención del pueblo estuviese completamente enfocada en su persona, pero a pesar de que su presencia fácilmente podría intimidar a cualquiera, llegando al punto de hacer retroceder a su adversario, los elfos ni siquiera llegaron a notar su existencia, y si lo hicieron, simplemente decidieron ignorarlo enfocándose completamente en como Mina tensaba los hombros por sus ojos curiosos. Ellos genuinamente parecían estar interesados por tener algún tipo de contacto con el humano que logró llevarse el frío corazón de la princesa Joohyun.
—Atrás—ordenó Jeonsa sin siquiera darse cuenta de que se había transformado en el escolta de la humana. Rápidamente los elfos al notar la seriedad en su voz, simplemente retrocedieron sintiéndose asustados por su intimidante mirada, para luego optar una actitud de respeto lo que demostraba que ellos seguían viendo al anciano como una figura autoritaria—no la agobien—siguió hablando con seriedad mientras que la pelinegra aprovechaba la situación para comenzar a caminar en dirección del edificio sin siquiera avisarle que tenía intenciones de alejarse—¡Sharon! —le llamó esperando que ella le mirase, pero Mina continuó con su caminar hasta lograr llegar a la entrada de ese amplio edificio—¡Oye! —bruscamente agarró de su brazo consiguiendo que ella lo mirase a los ojos—¿Estás bien? —parecía genuinamente preocupado, eso la desconcertó.
—Debo acostumbrarme—fue todo lo que ella respondió dejándolo prácticamente con las palabras en la boca. Con calma miró hacia el interior del edificio notando la cantidad de elfos que ya hacían sentados en espera de que las prometidas hicieran acto de presencia. Francamente, fue sorprendente el notar que tanta gente deseaba ver la unión entre ambas, no pudo tolerar la realidad así que simplemente giró su rostro enfocándose nuevamente en el más alto—... ¿Usted está bien? —preguntó aun sin estar muy interesada en cómo él debía estar sintiéndose. Jeonsa tras escucharla simplemente llevó su mano libre contra su cabello y suavemente lo peinó, para luego llevar sus falanges contra el cuello de su traje arreglando la corbata que lo envolvía.
—Por supuesto—respondió a la vez que enderezaba su espalda flexionando uno de sus brazos para dejar su palma en medio de la boca de su estómago—¿Vamos? —cuestionó provocando que Mina primero tan solo lo mirara. A pesar de que habían llegado al acuerdo de que él sería el encargado de llevarla al altar a espera de Joohyun, el hecho de estar en esa situación la hizo sentirse inquieta, pero no podía fallar, no en ese preciso momento, así que fingiendo tranquilidad deslizó su palma sobre su brazo envolviendo rápidamente sus falanges sobre la prenda de su ropa mientras que, los guardias que se mantenían en la entrada no dudaban en avisar de su ingreso—no tengas miedo... esto será rápido—y hablaba como si fuese su padre, francamente eso la hizo sentirse incómoda, porque quiera o no aceptarlo no había podido evitar el pensar en el Gran Duque.
Él... ¿Estará bien? No pudo evitar el cuestionarse en que estado estaría el Gran Duque ante su ausencia, ¿Se habrá sentido triste? Sus manos comenzaron a temblar ante el hecho de haberse imaginado que tipo de expresión habría realizado Akira al conocer la noticia de la muerte de todos sus caballeros y su desaparición, ¿Me habrá dado por muerta? Y era sofocante el pensar en esa posibilidad porque quiera o no admitirlo, sabía que lo más seguro es que ese había sido el resultado ante las bajas en los guardias y de la propia princesa. Su corazón dio un vuelco que casi la dejó sin aliento, llevaba bastantes días que había dejado de pensar en la existencia de su difunta prometida; a pesar de que su mente le gritaba que la olvidara, su corazón simplemente no era capaz de arrancarla del lugar que creía que le pertenecía. De repente, no pudo evitar el tensar sus hombros al sentir como Jeonsa presionaba su amplia palma sobre sus falanges como si le estuviese diciendo con esa simple acción que no había nada por lo que estar nerviosa, tu... no lo entiendes, pensó sintiéndose afligida por estar a punto de casarse con una mujer distinta a la que su corazón le pertenecía. A pesar de que gran parte de ella no quería hacerlo, sabía que si no llevaba a cabo el matrimonio con Bom no podría curar su núcleo, y no tenía en mente volver a perder a otro ser querido, mucho menos por su culpa, así que lentamente comenzó a caminar notando como los ojos de los elfos no tardaban en estar enfocados en su figura. Esto es triste, realmente le parecía un escenario triste el que estaba viviendo porque todos parecían emocionados por el nuevo vínculo, pero ella simplemente no podía ver a Bom como si futura compañera, no cuando sus sentimientos se emocionaban por alguien más.
Decidió dejar de pensar en Nayeon y en cómo se sentía, para enfocarse netamente en el altar notando un gran elfo de túnicas blancas esperando en lo más alto con su rojiza mirada fija en su inexpresivo rostro. Mina no pudo evitar el pensar que aquel alto hombre a simple vista parecía intimidante, la juzgaba con la mirada sin ningún tipo de descaro, pero no llegaba a estar al nivel del viejo Jeonsa, así que no le dio mayor importancia. Continuó caminando, sintiendo que el pasillo en dirección al altar era interminable. Como la atención seguía estando fija en su cuerpo, no pudo evitar el desviar su mirada notando a Yixing, el ex prometido de Bom se encontraba sentado en la primera fila junto con sus compañeros de su escuadrón: era evidente que él quería asesinarla, sus ojos lo delataban, pero aún era muy débil como para siquiera tocarla. Mina rápidamente desvió su atención siendo consciente que cualquier acción podría detonar una pelea entre los dos, y francamente, no era el momento ni el lugar para estar envuelta en algo así, por lo tanto, posó su atención en la familia de su prometida notando a la Reina sentada frente al altar con Jinyoung y las gemelas Suji y Yubin a su lado, los tres menores con sus ojos fijos en cada expresión que ella estaba realizando.
Mina de forma impulsiva tragó saliva comprendiendo fácilmente que no importaba a que lado mirase, de todas formas, alguien estaría devolviéndole la mirada, pero con cierto rencor. ¿Esto... realmente está siendo una buena idea? Se cuestionó con genuina preocupación a la vez que, sin siquiera darse cuenta ya hacía de pie a un costado del sacerdote mientras que el viejo Jeonsa tan solo le brindaba una sonrisa nerviosa para luego simplemente huir de la escena, sentándose junto a sus nietos. Rápidamente sus ojos color rubí se enfocaron en él en busca de alguna tipo de ayuda, pero este incapaz de comprender la indirecta tan solo elevó sus pulgares en señal de estar dándole ánimos. Este... maldito idiota, ¿Por qué no te quedaste conmigo?, pensó sintiéndose nuevamente inquieta ante la atención que continuaba recibiendo. Instintivamente tomó una buena bocanada de aire llevando ambas manos detrás de su espalda, podía sentir la fuerza con la que estaba latiendo su corazón, mientras que esa conocida sensación de calor recorría su espalda. Estaba nerviosa, esa era la verdad, tan nerviosa que sentía que no era capaz de mantener los pies quietos. Rápidamente sus ojos ansiosos se deslizaron por el lugar hasta recaer en la mesa que estaba delante del sacerdote, en esta se encontraba una flor de tonalidades verde agua y a su lado una pequeña cajita que revelaba unos anillos de madera.
Es una bonita flor, pensó por instinto mientras que un repentino latigazo le daba directo en su ya agitado corazón. Eso la sorprendió, ya que no sabía el por qué su cuerpo había reaccionado de aquella manera, pero no tuvo realmente tiempo suficiente como para poder llegar a una respuesta ya que el bullicio dentro del lugar no tardó en llamar su atención. Bruscamente giró su rostro sintiendo como todo su cuerpo se paralizaba en su sitio, sus ojos los mantuvo completamente fijo sintiendo la garganta reseca y las manos sudorosa, la sorpresa era evidente en sus delicadas facciones femeninas, tanto así que hasta la Reina quedó satisfecha por verla estando expuesta ante la presencia de Joohyun. A pesar de que era un hecho de que ella no estaba precisamente enamorada de su acompañante, si que es verdad que quedó gratamente sorprendida de notarla ingresando en el amplio lugar en compañía de su majestad, con un bonito vestido blanco ceñido a la delgadez de su cuerpo y su cabello verde brillante idéntico a las hojas de los árboles completamente suelto; sobre su cabeza traía un pequeño velo que imposibilitaba el poder observar su rostro, pero eso no tranquilizó a su nerviosa acompañante.
Joohyun continuó caminando, dando la impresión de no estar interesada por como los elfos la estaban observando, en realidad, no tenía tiempo de poder enfocarse en ello ya que debajo de su velo sus ojos estaban completamente enfocados en el rostro de su futura acompañante de vida. Mina apretó sus dientes sintiendo sus piernas inquietas, a pesar de que no era su intención, su mirada estaba completamente enfocada en como el cuerpo de la peliverde lentamente comenzaba a acercarse, estando cada vez más cerca del altar, lo que indicaba que era cuestión de segundos para que la ceremonia fuese llevada a cabo. Toda la atención estaba completamente enfocadas en las futuras novias, ellos realmente estaban emocionados por el próximo vínculo entre ambas jóvenes, por lo cual, nadie esperó que el largo vestido de la princesa Joohyun causara que ella terminara tropezando provocando que la pelinegra impulsivamente se inclinara presionando su palma sobre la muñeca de la peliverde a la vez que el Rey tan solo ejercía mayor presión sobre la mano ajena queriendo asegurarse de esa manera de que sus rodillas no llegaran a tocar el suelo. El jadeo de sorpresa llenó el amplio lugar, mientras tanto, Mina y el adulto no dudaron en mantener el contacto visual como si de una batalla de miradas se tratase. Francamente, él no parecía estar dispuesto en entregar a su hija y sinceramente, Mina no dudaría en estar de acuerdo si es que hacía pública su deseo de detener la ceremonia, pero para su mala suerte a regañadientes el hombre soltó el agarre que mantenía sobre su hija permitiendo de esa forma que fuese ella quien guiara a su acompañante hasta estar frente al silencioso sacerdote.
—Lo lamento—suavemente Bom se disculpó dejando en evidencia lo avergonzada que estaba por su repentino tropiezo mientras que Mina simplemente se quedaba a su lado permitiendo usar su brazo como soporte. Sinceramente, la pelinegra no lo hizo porque le hubiese nacido el hacerlo, realmente no se sentía tan cómoda con la cercanía de Bom, pero tampoco quería que un día como ese, tan importante para la elfa fuese estropeado por una caída—... estoy algo nerviosa... jaja—y no parecía querer dejar de hablar consiguiendo que la pelinegra tan solo le diera una mirada tratando de asegurarse de que no tuviese ningún tipo de rasguño.
—Yo te sostendré—fue todo lo que Mina comentó, sin saber que sus toscas y hasta frías palabras podrían causar una reacción en el corazón ya emocionado de Bom.
Mientras tanto, al otro lado del territorio del Rey Im se encontraba una joven dama de cabello negro carbón sentada sobre el colchón de su cama con el libro sobre el correcto uso del maná apoyado sobre sus delgadas piernas. En un completo silencio la muchacha trató de leer su contenido, deslizando sus delgados y largos dedos por sobre las hojas; a simple vista parecía estar enfocada en su lectura, pero la verdad de las cosas es que sus pensamientos no la dejaban en paz, así que no era capaz de siquiera comprender lo que estaba leyendo. Dentro de la habitación propia de la academia se encontraba un joven muchacho de cabello castaño y ojos color miel, este estaba recostado en una de las paredes con su único brazo apoyado detrás de su nuca. Como ya era de costumbre se mantuvo en el interior del cuarto resguardando la seguridad de su acompañante mientras que sentía la ausencia de su espada alrededor de su cintura; a pesar de que ya debía estar acostumbrado, la verdad es que aún no aceptaba la idea de tener su arma lejos de su cuerpo. Relamió sus finos labios manteniéndose aún en un completo silencio con sus perezosos ojos fijos en como la muchacha comenzaba a juguetear distraídamente con el pequeño anillo color dorado envuelto en su dedo anular. Tuvo curiosidad por saber quién había sido el responsable en brindarle aquel pequeño regalo, pero rápidamente decidió omitir comentario ante la imagen que le vino la cabeza asumiendo que debió ser ella la responsable de ese pequeño, pero significativo detalle, vaya... al parecer jamás vamos hacer capaces de olvidarte, pensó a la vez que alejaba su brazo de su cabeza para llevarse los falanges contra su cuello tocando a tientas el collar que había recibido por parte de su joven dama.
—Me siento inquieta—Nayeon rompió el silencio en la habitación a la vez que alzaba su mirada encontrándose rápidamente con los ojos del más alto—... sé que ya hablamos de este tema, pero realmente no puedo sacar la idea de mi cabeza—aclaró sabiendo que el tema de Mina se había convertido prácticamente en un tabú entre los dos, por el bien de sus propios corazones—... a veces... en verdad siento que ella sigue por acá, como que mi cabeza y corazón se niegan a aceptar la realidad—confesó notando como el más alto bruscamente giraba su rostro apretando con fuerza de su quijada, como si estuviese tratando de controlar sus propias emociones—ha...—suspiró cerrando el libro y dejándolo a un costado de su cuerpo, para luego simplemente llevarse ambas manos contra las cuencas de sus ojos—esto es una mierda.
—Lo es—aceptó Hyeon mientras que alejaba su espalda de la pared para comenzar tranquilamente a caminar en dirección de la pelinegra—sentir que ella sigue viva, es una completa mierda—aclaró en alto consiguiendo que Nayeon simplemente mordiera su labio inferior intentando con todas sus fuerzas el no volver a llorar—aferrarse a querer ver su cuerpo para aceptar la realidad, es doloroso—confesó a la vez que se sentaba en el colchón causando que la joven princesa alejara sus manos de su rostro para ver directamente sus facciones—eres una tonta por mantener esa absurda esperanza...—la atacó como de costumbre, pero la muchacha no tuvo tiempo de responder cuando él nuevamente había hablado—pero yo soy más tonto por desear que tu esperanza se haga realidad—admitió siendo incapaz de mirar su rostro—...—se quedó en silencio durante unos segundos notando como su acompañante tampoco parecía estar dispuesta en dar su opinión—ha... maldición esto es incómodo—confesó irritado—¿Por qué te quedas en silencio? —preguntó mientras que presionaba su mano contra el borde del colchón—no ves que haces las cosas incómodas—se quejó como si fuese un niño pequeño.
—Simplemente no estoy acostumbrada a que me des la razón—confesó notando cómo él la veía con cierta sorpresa para luego simplemente sonreía de costado, como si le estuviera causando gracia el oír sus palabras—pero me alegro no ser la única tonta que tiene la esperanza de volver a verla—admitió consiguiendo que el chico girara su rostro para ver como ella elevaba sus comisuras, sin siquiera mostrar su dentadura, pero dejando en evidencia que también estaba bajando su guardia ante su presencia—aunque... el hecho de que comencemos a llevarnos bien, no significa que tengas el derecho de poder sentarte en mi cama, así que levántate—ordenó teniendo el deseo de patearlo, pero simplemente contrajo sus rodillas llevando ambas en dirección de su pecho.
Nayeon no actuaba acorde con sus palabras.
—Soy una persona que le falta un brazo, creo que eso me hace tener el derecho de poder recostarme donde quiera—respondió el contrario mientras que presionaba su ancha espalda sobre el colchón, sin estar realmente interesado por si su acompañante estaba o no de acuerdo con sus palabras—...—el silencio no tardó en recaer nuevamente entre los dos. Durante ese tiempo la pelinegra mantuvo sus ojos fijos en el más alto mientras que este veía el blanquecino techo como si estuviese deseando el poder distraer sus crueles pensamientos—seguir hablando de mi ama te hará llorar, y yo no quiero ver tu feo rostro, así que cambiemos de tema.
—Eres bastante considerado—respondió la chica con cierto sarcasmo mientras que presionaba su mejilla contra sus rodillas dejando sus brazos envuelto en sus piernas.
—Lo tomaré como un gracias, así que de nada—comentó mientras que la oía suspirar—en fin... ¿Sabes si Zhou hizo algo con su pequeño bastardo?—como no, él no tenía ningún tipo de tacto con respecto a los títulos dados de la nobleza.
—¿Hablas del Conde Zhou? —preguntó Nayeon con cierta curiosidad mientras que veía como el contrario tan solo asentía con su cabeza manteniendo aún toda su atención fija en el techo—lo poco que he podido hablar con Sana, sé que el patriarca de la familia castigó a Bonbaek por estar escuchando detrás de mi puerta, pero... sinceramente dudo de que el castigo lo haya hecho reflexionar—confesó recordando lo difícil que ha sido el mantener algún tipo de contacto con Sana, ya que las cartas tardaban bastante en llegar y recibir.
—Quizás debí matarlo—.
—Quizás deberías dejar de pensar en matar a medio mundo—replicó Nayeon viendo como él suspiraba—quieras o no aceptarlo, sigue siendo el hijo menor del Conde, y mientras Sana no quede embarazada de la mayor de la familia, veo realmente difícil el tener el apoyo de la familia Zhou—aclaró encogiéndose de hombros consiguiendo que el contrario tan solo continuara estando en silencio; él sabía que ella estaba teniendo la razón—... no me gusta la idea, pero tal vez debería tratar de llevarme bien con él.
—O simplemente deberías dejarme matarlo—respondió irritado por esa repentina sugerencia de su parte—de todas formas, el Conde ese tiene otros dos hijos, así que no creo que lo extrañe demasiado—aclaró mientras que se enderezaba posando sus perezosos ojos color miel fijo en el rostro sereno de la más baja—él no me agrada.
—Realmente no me importa tu opinión—.
—Vaya... en verdad tenemos muchas cosas en común—replicó Hyeon causando que Nayeon simplemente colocara sus ojos en blanco para luego suspirar, demostrando de esa forma lo acostumbrada que estaba de oír ese tipo de respuesta—ha... joder—se quejó mientras que se revolvía su ahora corto cabello—está bien... pero si el idiota trata de herirte o simplemente se me cruza no dudaré en matarlo.
Nayeon tomó la decisión de no responder a su comentario ya que era consciente de que no importaba que dijera, él simplemente no iba a cambiar de opinión. Mientras tanto, regresando a la villa élfica Mina continuaba estando de pie frente al gran sacerdote sintiendo como los nervios aumentaban en creces tras escuchar la afirmación por parte de Joohyun ante la pregunta del sacerdote por si estaba de acuerdo con aceptarla en matrimonio. Impulsivamente tragó saliva sintiendo ahora todas las miradas fijas en su cuerpo en espera a que ella también aceptara, instintivamente dio un paso hacia el lado sintiendo el calor corporal de su acompañante adhiriéndose contra su extremidad, mierda... quiero huir, pensó sintiéndose genuinamente ansiosa por toda esta situación. Estuvo a punto de rechazarla, de confesar a viva voz que su corazón le pertenecía a alguien más, pero antes de siquiera poder abrir su boca, rápidamente el rostro de Chaeyoung llegó a su mente como si alguien intencionalmente la hubiese puesto para causar que ella pensara en aquel pequeño y frágil ser que necesitaba suma atención.
¿Realmente dejaría morir a ese ser por su egoísmo?
—... Sí, acepto—.
La dura verdad es que Mina se volvería loca si volvía a perder a alguien más.
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