
Una larga noche
Recomendación: The Night We Met – Lord Huron
Pov: Im Nayeon.
A base de patéticos tropezones me fui alejando de la zona donde se encontraba Mina sintiendo rápidamente como la ansiedad, de forma cruel comenzaba a golpear insistentemente en el interior de mi cabeza.
Me las arreglé para esconderme en la parte trasera de una de las tantas tiendas de campañas que estaban montadas alrededor de la nada misma, de forma instintiva me arrodillé dejando caer mi trasero sobre el corto césped ya seco que envolvía toda la zona. Con los labios sellados y el calor envuelto en mi cabeza rápidamente pude sentir como nuevamente las lágrimas comenzaban a deslizarse sobre mis sonrojadas mejillas, patética... no llores más... llorar no solucionará el problema y trataba de hacerme entender que lo hecho, hecho estaba en un desesperado intento por conseguir que mis pensamientos se mantuvieron calmados, pero las cosas no estaban saliendo de la manera en que yo quería, en realidad, no hacían más que empeorar, así que simplemente me llevé mis manos contra mi boca tratando de detener las repentinas nauseas que bruscamente comenzaron a invadir mi sistema, ¿Por qué decidió confesarlo?, me cuestioné sintiendo mi caliente aliento golpeando una y otra vez sobre mis desnudas palmas, ¿Por qué ahora?, no lo podía entender, no podía comprender el por qué decidió confesarse, ¿Por qué esperó que la amara para decírmelo? ¿Por qué simplemente no lo omitió?, rápidamente me llevé mis rodillas contra mi pecho presionando mi frente contra esa dura zona en un vano intento por reconfortarme. Durante todo ese momento las lágrimas no dejaron de recorrer sobre mi piel empapando tanto mis mejillas como mi mentón, como era de esperarse fue cuestión de segundos para que comenzase a sentir el salado sabor de mis propio llanto envolviendo mis papilas gustativas, francamente, había transcurrido tanto tiempo desde la última vez que permití liberar por completo mis emociones, que sentir ese sabor se sentía ligeramente nostálgico. Para mi mala suerte las preguntas no dejaron de rebotar en el interior de mi cabeza, a pesar de que me moría de ganas de poder entender la razón que la llevó a confesar la existencia de ese monstruo, sentía tanta rabia y decepción que estas emociones eran lo suficientemente fuerte para impedir el volver a la tienda donde probablemente ella seguía esperándome, quizás queriendo oír lo que yo tenía por decir.
Tomé la decisión de continuar con mi trasero adherido contra el suelo tras comprender que no sería muy inteligente de mi parte el ir tras de Mina para exigir explicaciones, menos en el estado en el que me encontraba. La verdad, es que no sé cuanto tiempo pasé en aquella posición, pero estaba completamente segura de que por lo menos un par de horas debía llevar ante el repentino dolor que envolvió a mis articulaciones posiblemente causado por la mala posición. Sintiendo la nariz como los ojos irritado por culpa de mi llanto, decidí erguir mi cabeza para permitir que mi espalda pudiese tocar con mayor comodidad una de las paredes propias de la oscura tienda, me mantuve con los labios sellados sintiendo la cara caliente, sabía que el dolor de cabeza tarde o temprano se instalaría en mí, así que traté de prepararme para ese inminente momento.
Con mayor tranquilidad me quedé observando el cielo notando lo estrellado que estaba esa noche, así que jamás se fue, pensé mientras que continuaba admirando el bello paisaje que danzaba sobre mi cabeza, ¿Qué más me ha ocultado?, me cuestioné aun cuando era consciente de que solo me estaba torturando con esas preguntas sin respuestas.
Rápidamente pude escuchar el suave caminar de alguien aproximándose hacia la zona donde yo me encontraba, por un segundo realmente creí que podría tratarse de Mina, pero tras agudizar mis oídos no tardé en identificar al responsable.
—Emperatriz.
Aun cuando escuché la voz de Felix llamándome, ni siquiera me molesté en tratar de mirarlo: simplemente continué con mi vista en el cielo sintiendo cada fragmento de mi rostro completamente ruborizado ante mis desbordantes emociones. Al parecer él comprendió lo que realmente estaba sucediendo ya que no dudó en acortar la distancia que había entre los dos, tomando asiento aun lado de mí. Siendo más que consciente de lo que podría llegar a suceder ante su repentina falta de respeto, mi joven caballero no dudó ni por un segundo en llevar sus rodillas contra su pecho dejando descansar sus manos sobre sus piernas mientras que su afilado mentón se alzaba hacia la misma dirección de donde yo estaba observando.
Él simplemente no parecía preocupado por la idea de ser castigado.
—Irónico... ¿No le parece? —cuestionó rellenando el silencio que había entre los dos—todas esas estrellas... compartiendo el mismo espacio, compartiendo la misma luna... se ven tan tranquilas mientras que nosotros, los humanos, siendo tan tontos y codiciosos al estar luchando por una razón que más de la mitad posiblemente ya olvidó—comentó provocando que yo instintivamente girase mi rostro observando lo relajado que se veía admirando el cielo nocturno—...—se quedó en un completo silencio con su atención fija en las estrellas—... usted habló con la señorita, ¿Verdad?
La verdad es que no esperaba oír esa pregunta por su parte, estaba tan acostumbrada a su silencio, que oírlo expresarse con tanta libertad me descolocaba. Si debía ser completamente sincera, una parte de mi deseaba poder conversar con alguien, de poder expresar abiertamente como me estaba sintiendo con respecto a lo que Mina había confesado, pero estaba asustada, ¿Y si nadie me creía?, temía que mis preocupaciones no fusen lo suficientemente importante como para que alguien se tomase la molestia de tratar de entenderlas. Con aquellos temores inundando mi mente decidí continuar con mis labios completamente sellados notando como él no dudaba en observarme durante uno que otro segundo a través del rabillo de sus claros ojos.
—Asumo que debió ser una conversación lo suficientemente dolorosa para conseguir romperla—comentó con sus ojos aun sobre las estrellas, a simple vista parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo por no mostrar sus verdaderas emociones, tal vez, en un intento por no llegar a incomodarme—... ¿Acaso está relacionado con como era la señorita antes del accidente de la caída de su caballo? —cuestionó como si realmente fuese capaz de saberlo todo.
Por impulso amplié mis párpados notando como el simplemente giraba su rostro para enfocarse en mi aturdida expresión.
—¿Qué estas insinuando?
—Nada realmente—respondió manteniendo ese semblante tranquilo tan propio de su personalidad.
Rápidamente se quedó en un completo silencio, tan solo alejó sus manos de sus rodillas para llevar ambas palmas contra su propia nuca brindándole ese aspecto relajado tan impropio de su personalidad. Su atención no tardó en recaer nuevamente en el cielo, parecía estar genuinamente interesado por lo que sus ojos estaban captando.
—¿Usted conoce la leyenda de los Minatozaki? —preguntó algo que ni siquiera estaba relacionado con lo que anteriormente había cuestionado, logrando tomarme por sorpresa.
Lo observé durante unos segundos.
—¿Estás hablando sobre lo que sucedió con el anterior heredero de la Corona?
Decidí simplemente preguntar siendo consciente que, gracias a que Sana valientemente decidió hablar con respecto a las vivencias que había obtenido tras convivir con el heredero junto con las cicatrices que este dejó sobre su atractivo rostro, el Rey no le quedó más opción que desterrar aquel monstruo que tanto daño causó en la joven hija del anterior Marqués, pero yo, al igual que todos mis hermanos éramos completamente conscientes de lo que realmente había ocurrido con Joongi; él en verdad no fue desterrado aun país lejano, más bien, fue encarcelado y torturado día tras día, sin parar, por las mismas manos de su padre. A pesar de que su madre hizo todo lo posible por impedir el castigo, la verdad es que ella, como concubina al igual que las demás, no poseía el poder suficiente como para poder ir en contra de las palabras del Rey, así que su destino ya estaba escrito.
No está de más el aclarar que, en el tiempo en que Joongi estuvo encarcelado corrió el rumor de que la anterior concubina pidió ayuda al resto de mujeres que vivía en los palacios que rodeaban el castillo principal, pero todos sabíamos lo que iba a suceder, sobre todo después de conocer la verdadera personalidad del Rey; aun si hubiese obtenido el apoyo de las mujeres, Joongi de todas formas hubiese muerto, por el simple hecho de haber manchado la reputación de la corona.
Nadie debía manchar la corona, eso era una ley no escrita entre los hijos del Rey.
Fue bastante terrorífico el comprender que, si no fuese porque Mina había decidido mostrar constantemente interés por mi persona, probablemente yo hubiese terminado de la misma manera en que Joongi terminó: atrapado en esa oscura y fría habitación, sin saber cuando sería el día en que la muerte llegaría a tocar su puerta.
—No... no hablo de eso—él respondió provocando que yo simplemente continuase con mi atención fija sobre su rostro—hablo respecto al poder que posee el linaje Minatozaki—aclaró con bastante tranquilidad—... ¿Realmente usted no lo sabe? —preguntó con cierta suavidad mientras que su atención nuevamente recaía sobre mi expresión.
—No—decidí ser sincera notando como él se me había quedado viendo.
—Así que la señorita no se lo comentó—murmuró lo suficientemente alto como para que yo hubiese sido capaz de escucharlo—...—se quedó en silencio, como si estuviese buscando las mejores palabras para poder dar comienzo a la conversación—bueno... en palabras simples, Sana y yo nacimos con una peculiaridad que ningún otro noble posee—confesó mientras que yo lo escuchaba manteniéndome completamente atenta a cada una de sus palabras—este peculiaridad fue brindada por parte de nuestro padre, aunque como soy un hijo ilegitimo, mi poder no es tan fuerte a comparación de mi hermana, pero si lo suficiente como para poder utilizarlo a libre elección—agregó, pero yo no entendía muy bien el por qué estaba diciendo todo esto, sobre todo el por qué lo estaba haciendo ahora—...—nuevamente guardo silencio enfocándose en mi expresión—a lo que quiero llegar es que Sana posee el poder de poder ver el aura de las personas, en cambio yo, solo puedo sentir las emociones ajenas... es ciertamente problemático porque a veces expresó las emociones ajenas cuando son lo suficientemente fuertes.
Finalizó mientras que se rascaba la nuca visiblemente ansioso.
—¿Sentir las emociones? —cuestioné viendo como él asentía con su cabeza—¿Eso quiere decir que reconoces las emociones de Mina?
A pesar de que realicé la pregunta, la verdad es que no sé muy bien el por qué siquiera me tomé la molestia de hacerlo, ¿A que quería llegar con todo eso?
—¿Realmente esa es la pregunta que desea realizarme? —él no dudó en replicar como si realmente fuese capaz de entender lo que verdaderamente estaba ocurriendo—¿No sería mejor preguntar cual de las dos Mina yo puedo sentir?
Sinceramente su pregunta me tomó por completa sorpresa, a pesar de que a veces sentía que él me escondía ciertas cosas, jamás pasó por mi cabeza la posibilidad de que él fuese consciente de lo que realmente ocurría en el interior de Mina, ¿Lo sabias, y aun así te quedaste a su lado?, y ahora estaba completamente intrigada del por qué él había decidido continuar con ella a pesar de que tenía la leve sospecha de que ella no era quién realmente decía ser.
—¿Huh?
Y me sentía bastante estúpida por mi propia reacción, pero Felix no mostró signos de burla, él simplemente se encogió de hombros como si lo que había soltado no fuese realmente la gran cosa para él.
—Si debo ser sincero no estaba del todo seguro si eso era verdad, pero por su reacción tal parece que he acertado—comentó sin cambiar de expresión—... mis sospechas comenzaron después del accidente—admitió sin esperar a que yo preguntase directamente—anterior a la caída sus emociones siempre eran negativas... estaba cargada de odio, un odio real, algo que probablemente jamás había visto aun con los años que cargo encima—confesó deslizando su mirada nuevamente hacia el cielo—la señorita daba la impresión de que quería destruir todo lo que veían sus ojos, aun cuando trataba de ocultarlo sus emociones la delataban, ella disfrutaba lastimar a las personas, disfrutaba torturarlo... era un verdadero monstruo escondido en esa apariencia inocente.
Fui incapaz de poder opinar tras recordar el tipo de comportamiento que Mina poseía antes de sufrir aquel accidente, aun cuando no me tomó demasiado tiempo averiguar quien realmente era, al igual que él creí tontamente que Mina había cambiado, jamás paso por mi cabeza la posibilidad de que alguien más hubiese podido usurpar su propio cuerpo, así que entendía el por qué de sus sospechas y como nunca fue capaz de aceptar del todo esa posibilidad.
Si no lo hubiese escuchado de la misma boca de Mina probablemente tampoco hubiese creído en esa alternativa.
—Pero después del accidente su emociones cambiaron por completo... aunque se podía sentir de repente una pizca de rabia en su interior, definitivamente la confusión y el arrepentimiento siempre se sentía con mayor intensidad, como si aquello fuese las únicas emociones que conocía— comentó con sus ojos perdidos en la nada misma—ella cargaba con una tristeza tan grande que llegaba a ser difícil de poder manejar... algo que ni siquiera nosotros, los adultos hubiésemos sido capaces de poder asumir de la misma manera en que ella lo hizo—prosiguió con sus palabras brindándome una perspectiva que claramente no había sido capaz de notar ante mis propios problemas—mi joven señorita emanaba una tristeza tan profunda que no podía evitar el sentir lastimada por ella, quizás, por ese mismo motivo decidí jurarle plena lealtad... tal vez, una parte de mi quería detener el dolor que ella trataba de llevar por si misma—admitió con su vista perdida en las estrellas, recordando tal vez, todo lo que había vivido en compañía de Mina.
Nos quedamos en un completo silencio siendo absorbidos por nuestros propios pensamientos.
—... Creo que siempre he sido consciente de que la verdadera señorita del Ducado ya no estaba manejando su cuerpo, quizás mi codicia por un poco de tranquilidad nubló mi propio juicio—decidió continuar con sus palabras, a simple vista daba la impresión de estar arrepentidos, quizás se culpaba de todo lo que había sucedido—... ¿Recuerda el día del campeonato de sucesión? —preguntó tras quedarse algunos segundos en un completo silencio. Yo, tras escucharlo no dudé en asentir con mi cabeza—cuando vi a la señorita luchar contra el joven Dongwook supe que había algo extraño en ella.
—¿A qué te refieres con algo extraño?
Las dudas no dejaron de bombardear el interior de mi cabeza provocando que soltase la primera pregunta que paso por mi mente. Tras cuestionar rápidamente pude recordar aquella palpable incomodidad que envolvió mi cuerpo tras observar la manera en que Mina había estado luchando. A pesar de que mis ojos claramente estaban viendo a la misma mujer con la que había convivido horas atrás, con la que creí que podría llegar amar, mi mente no había dejado de gritar que simplemente no era la misma persona, que en realidad, aquel antiguo monstruo que tanto daño había causado en mi vida, nuevamente estaba presente. Fue un sentimiento fugaz, pero estuvo ahí, quizás por mas tiempo del que me hubiese gustado recordar.
Oh...así que fue por eso.
Por fin pude entender la razón por la cual me sentía tan incomoda.
—¿Ya pudo comprenderlo? —preguntó tras notar la expresión que yo había realizado—¿Usted también tuvo esa sensación de estar viendo la antigua personalidad de la señorita? —no dejó de preguntar mientras que yo solo atinaba a tragar saliva negándome por completo a alzar mi voz: temía que esta sonase temblorosa—... no fue la única—admitió en un vano intento de poder reconfortarme—Sana también notó que había algo extraño en el cuerpo de la señorita, pero como jamás pudo darle una explicación lógica, decidió simplemente ignorar lo que claramente estaba ocurriendo.
No pude evitar recordar la conversación que tuve con Sana; ella siempre supo que había algo más en Mina, que no todo se resumía en el accidente, el único problema fue que nadie realmente se tomo la molestia de brindarle la atención que realmente merecía, ni siquiera yo.
—Esa tarde, después de verla en combate decidí completar mi juramento de caballero.
Yo no era capaz de responderle sentía que en el momento en que comenzase a preguntar él se limitaría a tan solo contestar, impidiendo quizás explayarse con respecto a lo que había sentido en aquellos instantes.
—A pesar de que estaba viendo el cuerpo de mi señorita, aun así, tuve la osadía de preguntar si realmente era ella la persona que estaba frente a mí. La verdad, es que por un segundo creí que lo negaría, pero no lo hizo, así que confié en ella.
A simple vista daba la impresión de estar tranquilos, como si las situaciones del pasado no fuese un mal recuerdo para él, ¿Cómo fuiste capaz de creer tan ciegamente en ella?, me cuestioné siendo consciente del tiempo que me tomó el comenzar a confiar de sus acciones, aunque claro, el hecho de haber sido lastimada afectó en gran medida la manera en que le veía.
Fue un trabajo difícil el comenzar a creer en sus palabras.
—Emperatriz...—Felix no dudó en llamar nuevamente mi atención aun cuando seguía observando su perfil. Nuestras miradas volvieron a toparse, a simple vista daba la impresión de estar relajado, aunque podía notar de forma tenue aquella preocupación emanando a través de sus orbes—¿Le puedo hacer una pregunta? —y como no, nuevamente parecía estar dispuesto en cambiar de tema. La verdad, es que no sabía que decir, así que simplemente asentí con mi cabeza—aquel día... ¿Era realmente nuestra señorita la que estaba luchando?—cuestionó provocando que yo frunciese el ceño.
Rápidamente entreabrí mis labios dispuesta en responder con confianza, pero me detuve antes de que las palabras lograran brotar de mi garganta.
—No... probablemente no—decidí aceptar mientras que veía la manera en que el lentamente comenzaba a esbozar una leve sonrisa, como si en el fondo de sus pensamientos hubiese estado esperando esa respuesta—¿Por qué lo preguntas? —cuestioné antes de que tuviese el tiempo suficiente como para querer cambiar de tema.
—Porque para lograr que ella aceptase mi juramento tuve que prometer algo que probablemente le moleste el escuchar—respondió con cierto aire misterioso, solo dilo de una buena vez, pensé mientras que sentía la fuerza con la que mi corazón seguía latiendo en el interior de mi pecho, asustado de oír las próximas palabras del más alto—... ella me hizo jurar que la mataría si es que llegaba a notar que su aura cambiaba... sobre todo si es que llegaba a lastimar a nuestra propia gente.
—¿E~Ella dijo que? —cuestioné al mismo tiempo en que me levantaba de mi puesto sintiendo las piernas tensas y el trasero adolorido por culpa de estar en la misma posición.
¿Por qué carajos siempre actúas sin pensar?, me cuestioné mientras que comenzaba a caminar en su búsqueda sin importarme el dejar a Felix atrás con las palabras atoradas en su garganta, ¿Por qué siempre me dejas de lado?, y estaba molesta porque si lo que Felix había dicho era la verdad, eso significaba que Mina iba a hacer todo lo posible para alejarse de nosotros con tal de evitar que alguno saliese lastimado, ¿No te bastó con mentirme? ¿Piensas abandonarme otra vez?, me pregunté sintiendo la cabeza caliente.
—¡Emperatriz! —podía oír la voz de Felix llamándome mientras que yo caminaba sin parar, estúpida Mina... estúpida Mina que no piensa en mis sentimientos, me mantenía distraía en mis pensamientos sintiendo las orejas calientes ante mi malestar—¡Emperatriz! ¡Tenga cuidado! —rápidamente pude sentir como él envolvía su palma contra mi antebrazo tirando de mi cuerpo hacia su dirección antes de que las repentinas flechas llegasen a tocarme.
¿Eh?, pensé con cierta sorpresa. Aturdida por lo que había ocurrido decidí elevar mi mirada del suelo observando como los soldados que aun seguían despierto comenzaban a correr tras percatarse de lo que estaba sucediendo en el interior del improvisado campamento. No está de más el aclarar que más de un soldado había salido lastimado por culpa del repentino ataque.
—¡Estamos bajo ataque! ¡Todos a sus posiciones!
Esto se sentía como un cruel deja vu, ¿La historia se repetirá?, me cuestioné recordando el día en que Mina se sacrificó, ¿Volveré a perderla?, y me negaba a que esa opción se repitiera, no lo iba a permitir, no me importaba que tuviese que sacrificar, perder a Mina no era una opción. Fue cuestión de segundos para que uno de los tantos caballeros decidiera ir hacia la campana haciéndola sonar de forma violenta provocando que el resto de los guardias que estaban en el interior de sus tiendas posiblemente tratando de conciliar el sueño, no dudaran en salir dispuestos en comenzar a luchar aun cuando la poca iluminación comenzaba a ser una clara desventaja. Mina... pensé al mismo tiempo en que trataba de zafarme del agarre de Felix, pero este no dudó en sostenerme con mayor fuerza obligándome a tener que girar mi rostro para ver el miedo emanando de sus ojos, tal parece, que no fui la única que fue victima de sus propios recuerdos.
—¡Déjame ir! —ordené tirando de mi extremidad—¡Mi mujer me necesita!
—¡Es peligroso! —él respondió mientras que me empujaba hacia el interior de una de las tiendas tratando de protegerme del continuo ataque—¡Emperatriz! ¡Use la cabeza! ¡No puede simplemente echarse a correr sin saber hacia dónde se dirige!
A pesar de que entendía su preocupación, no pude evitar el empujarlo.
—¡Eres tú quién no lo entiende! —bramé al mismo tiempo en que giraba mi rostro observando en dirección de la salida como los guerreros propios del Ducado, no tardaba en ser derribados ante la emboscada que se estaba realizando frente a mi—...—me quedé en silencio con el corazón desbocado—... debo ir tras ella—confesé dando un paso hacia la salida sintiendo como sus dedos se atrevían agarrar nuevamente de mi muñeca—¡Ella no soporta los ruidos fuertes!
Aclaré tras recordar como había reaccionado el día de nuestra cita, el único día donde ambas pudimos ser plenamente felices.
—Si usted se marcha sin más... será cuestión de tiempo para que el Imperio Im caiga—confesó desesperado por conseguir que yo cambiase de opinión—sé que es fuerte... pero no podrá sola—agregó mientras que yo me detenía en mi puesto con los ojos fijos en lo que ocurría en el exterior—... recapacite... por favor, recapacite de su decisión.
—... Felix—le llamé mientras que giraba mi rostro para ver la desesperación en su mirada—no me interesa el Imperio—admití notando la sorpresa en sus facciones—si Mina muere, entonces no quedará ningún tipo de motivo que fuese lo suficiente fuerte como para que yo decida mantener el Imperio en pie, ¿Lo entiendes?, mi interés jamás estuvo enfocado en el poder... yo solo la quiero a ella.
Por fin él lo entendió. En un completo silencio soltó de mi extremidad indicándome con esa simple acción que no volvería a intentar el detenerme.
Ni siquiera esperé que dijera algo, en el momento que noté sus dedos fuera de mi extremidad salí corriendo en búsqueda de esa revoltosa caballera rubia, Mina... ¿Dónde carajos estas?, pensé atravesando el campo de batalla sintiendo el olor a sangre y tierra mojada llenando mis fosas nasales. Pude escuchar el violento sonido de las espadas chocando entre sí y como los caballeros que poseían maná no dudaban en realizar hechizos tratando de poder contrarrestar la falta de números.
Las cosas se veían mal, debía encontrar lo más rápido posible a mi mujer.
—¡Gelida!
No dudé en lanzar un hechizo congelando al idiota que trató de lanzarse contra mi cuerpo, como era de esperarse este cayó al suelo haciéndose trizas cerca de mis pies. Decidí no darle mayor importancia, era consciente de que sería una pérdida de tiempo así que, simplemente continué con mi caminar sintiendo la fuerza con la que latía mi asustado corazón. Un suspiro de alivio invadió mi garganta tras lograr divisar la tienda de campaña donde anteriormente había estado, ni siquiera me tomé la molestia de pensar que podría ser una emboscada, estaba tan desesperada por ver el rostro de mi amada que lo dejé pasar.
—¡Mina! —le llamé al mismo tiempo en que me adentraba en el lugar, notando como esta se encontraba en completa soledad—¡Tsk! ¡Mina! —volví a llamarla al mismo tiempo en que salía del lugar tratando de buscarla a través de la mirada—¡Viburnum! —lancé otro hechizo logrando que este, en forma de bola de hielo golpease directamente contra la cabeza de mi repentino oponente. Mis ojos vieron atentamente como su cráneo explotó ante la fuerza del impacto, pero aun con la sangre salpicando hacia todas las direcciones no detuve mi búsqueda—¡No me estorben! —me quejé molesta de notar que los enemigos no disminuian.
Los caballeros perteneciente al Ducado no dudaron en apagar todo tipo de fogata, se aseguraron de esconder cualquier objeto que pudiese crear iluminación, siendo más que conscientes de que si no lo hacían, tarde o temprano la luz se transformaría en una ventaja para el enemigo. Mientras tanto, yo continué en la búsqueda de Mina. Francamente, no estaba siendo una tarea fácil, cada vez aparecían más contrincantes tratando de asesinarme, como si fuesen consciente de que yo era la Emperatriz aun cuando claramente no había revelado mi rostro hacia el mundo exterior.
—¡Nayeon! —giré mi rostro tras oír la voz de Hyeon, este no había dudado en correr hacia mi dirección con su espada empapada en sangre siendo sostenida en su única mano—¿Dónde está Mina?
Como era de esperarse su amor por mi mujer era lo suficientemente grande que en estos momentos eso era en lo único que él podía pensar, a simple vista parecía dispuesto en hacer todo lo que estuviese a su alcance para protegerla, aun cuando era más que evidente su fatiga.
—No lo sé—admití esperando recibir una ataque por su parte, pero él simplemente me observó llevando su antebrazo contra su frente en un vano intento por limpiar el sudor que cubría su piel—... la estoy buscando—agregué viendo atentamente como asentía con su cabeza, aceptando sin más mis palabras.
—Entonces vamos—comentó con bastante tranquilidad logrando sorprenderme—posiblemente esté donde mayor caos hubiese.
Hyeon la conocía bien.
Rápidamente emprendimos camino. De fondo podía escuchar como la guerra se estaba llevando a cabo. Los caballeros gritaban, algunos de dolor, otros de cansancio. El hedor de los muertos lentamente emanaba de la tierra mojada mientras que los ataques mágicos iban y venían junto con las crueles flechas que eran lanzada desde todas las direcciones; no quería pensar en ello, realmente no quería centrar mi cabeza en eso, pero sabía perfectamente que estábamos siendo rodeados.
Tarde o temprano todos íbamos a morir.
—¡Cuidado! —Hyeon bruscamente envolvió su brazo sobre mi abdomen y tiró de mi consiguiendo que tanto su cuerpo como el mío perdiera el equilibrio.
La explosión violentamente golpeó cerca de nosotros. Debía tratarse de un mago de núcleo azul o verde, alguien lo suficientemente poderoso como para conseguir crear una bola de fuego de ese nivel. Las flechas no tardaron en ser lanzadas en el aire, sin escudos sería cuestión de tiempo en que alguna de ellas llegase a tocarnos.
—¡Mina esta junto con el Duque en la carpa de enfermería!
Rápidamente me levanté tras oír la desesperada voz por parte de Hwan a metros de donde nosotros nos encontrábamos. Francamente, ni siquiera esperé a que Hyeon se levantase del suelo cuando yo ya estaba de pie corriendo a toda velocidad hacia la zona donde el peliblanco había indicado que ella estaba. En todo momento pude sentir como la ansiedad y el propio miedo golpeaba intensamente en el interior de mi cabeza; Mina estaba en el mismo lugar donde la bola de fuego había golpeado segundos atrás. Por favor... que estés bien, por favor que ella esté bien, y eso era lo único que podía pensar mientras que se podía oír como la guerra seguía llevándose a cabo junto con el sonido del fuego consumiendo todo a su alcance. Evidentemente los chicos no tardaron en reunirse, todos y cada uno de ellos me siguieron tratando de protegerme en vano, mientras que yo arrasaba con todo mi paso lanzando hechizo de diestra y siniestra matando sin siquiera preocuparme por el consumo excesivo de mi maná.
Solo me detuvo al momento de llegar a la carpa.
A pesar de que era consciente de que la posibilidad que Mina estuviese lastimada en el interior de ese lugar era lo suficientemente alta para saber que debía curarla, me aterraba el simple hecho de ingresar y ver que mis mas grandes temores se estaban llevando a cabo. Me angustiaba la simple idea de no haber sido capaz de protegerla aun después de todo el esfuerzo que realicé para poder cuidarla.
No podía, simplemente no podía imaginarme nuevamente un mundo sin su existencia.
—Evaporatio—recité logrando que el fuego que estaba agresivamente devorándose gran parte de la tela rápidamente fuese consumido por el hechizo.
Tragué saliva mientras que estiraba mis manos abriéndome paso en el interior del lugar mientras que, detrás de mi podía sentir como los chicos no dudaban en seguir mis pasos. Rápidamente mis piernas quedaron ancladas en el suelo tras dar un paso en el interior de la tienda, mi corazón se detuvo con la misma velocidad en que mi aliento quedó atrapado en mi garganta ante lo que mis ojos estaban siendo testigos, ¿Mina?, pensé observando como ella estaba de rodillas en medio de la carpa con sus manos puestas directamente contra un pequeño cuerpo que se negaba a soltar, podía escuchar su voz pesada, jadeaba con violencia mientras que el Duque visiblemente agotado se mantenía detrás de ella con sus ojos completamente enfocado en el estado de su hija, parecía ido, ni siquiera daba la impresión de haberse percatado de nuestra presencia. Espera... si el Duque esta con vida entonces... ¿Quien es la persona que Mina esta sosteniendo?, me cuestione sin poder entender lo que realmente estaba sosteniendo. De forma violenta mi corazón cayo directamente contra la boca de mi estomago tras notar esos pequeños mechones rojizos que sobresalían de de los brazos de Mina, ¿Qué?, no era capaz de formular una frase coherente tras entender quien podría ser, simplemente no podía pensar con claridad ante lo que claramente estaba frente a mi, Mina..., pensé notando sus antebrazos al rojo vivo ante lo que estaba sosteniendo. A pesar de que el fuego a su alrededor haba sido evaporado por mi hechizo, su cuerpo seguía lentamente quemándose, sobre todo la zona que cubría el cuerpo ajeno.
Daba la impresión de que estaba sosteniendo una bola de fuego incontrolable.
Cada fibra de mi cuerpo se paralizo tras notar como Mina llevaba una de su manos hacia el cuerpo ajeno agarrando entre sus palmas las flechas que ella misma había estado escondiendo tras abrazarla: las arranco con violencia, se veía furiosa mientras que las flechas de metal caían aun lado de ella. Sinceramente fue una sorpresa notar las cantidad de flechas que aquel pequeño cuerpo que mi amada se negaba a soltar había estado manteniendo. Fueron un total de diez flechas las que Mina arranco del cuerpo ajeno, definitivamente la situación no era buena y Mina tal parece que era consciente de ello, ya que rápidamente volvió abrazar la anatomía ajena mientras que mecía suavemente de su cuerpo sin estar prestando gran atención a lo que sucedía a su alrededor.
Se veía tan expuesta y frágil que cualquier enemigo fácilmente podría acabar con su existencia.
—... ¿Chaeyoung?
Yo sabía que no fui la única que se aturdió tras oír su suave voz.
—Chae... ¿Por qué hiciste eso? —cuestionó hablando directamente con el cuerpo que aduras penas parecía estar consciente—m~mocosa... no es divertido—respondió al mismo tiempo que alejaba su rostro del cuerpo ajeno permitiendo que tanto su mejilla como su frente quedase empapado por un extraño color dorado—¿M~Mocosa?
Era abrumador la tranquilidad con la que estaba reaccionando, quizás la misma conmoción de la situación le impedía el entender lo que realmente estaba sucediendo. Por mero impulso giré mi rostro notando la expresión que tanto Hyeon como el resto de los caballeros estaban realizando en esos momentos; a pesar de que ellos no entendían muy bien la situación, tal parece, que el simple hecho de notar el dolor en Mina fue suficiente para lograr quebrarlos al punto en que las lagrimas suavemente resbalaban por sus mejillas.
Regrese mi atención en mi amada notando como ella había alzado su mentón permitiendo que sus ojos se encontraran con los míos.
—C~Curala—pidió desesperada por que yo hiciese algo. La observé en un completo silencio, ¿Cómo te explico que mi poder no puede tratar elementos?, pensé sintiendo los ojos arder, ¿Cómo lo digo sin hacerte llorar?—... ella simplemente estaba tratando de protegernos, no merece terminar de esta forma—agregó mientras que nuestros ojos seguían manteniendo el contacto—... por favor...—suplicó permitiendo que las lágrimas por fin resbalaran de su bella mirada—... e~es la única hija que he tenido... no dejes que se vaya... te lo pido—murmuró al mismo tiempo en que enterraba su frente contra el cuello ajeno—... p~por favor h~haz algo—suplicó con las voz quebrada y las manos temblorosas.
Chaeyoung cada vez perdía mas color, parecía que en cualquier momento desaparecería.
No puedo, pensé sintiendo la impotencia golpeando directamente en mi abrumado corazón, no puedo hacer nada por ella, y las lágrimas lentamente comenzaron a resbalar través de mis ojos, queriendo que ella no notara lo que estaba ocurriendo, decidí agachar mi mentón permitiendo que las lágrimas resbalaran directamente contra el suelo, sin tener la necesidad de que tocasen mis mejillas. Tras unos minutos de silencio, Mina por fin se rompió. La verdad, simplemente me quedé en mi sitio escuchando como ella lloraba presa del dolor, de la agonía que la golpeaba ante la pérdida de su elemento, lo siento... me disculpé mientras que oía perfectamente la forma en que ella se estaba quebrando, y como nadie, ni siquiera yo era capaz de poder consolarla.
—¡No! ¡No te vayas!—gritó en el momento en que el cuerpo de Chaeyoung comenzó a desaparecer sobre sus brazos—¡No, no no! ¡Regresa a mi núcleo! ¡Vuelve ahí!—ordenaba con la voz quebrada, pero ya no había nada más que hacer.
Chaeyoung despareció con una preciosa sonrisa adornando sus facciones.
Aun cuando me esforcé por controlar mis propias emociones, no pude evitar el llorar en un completo silencio; simplemente era doloroso el aceptar lo que claramente habíamos visto. Lo lamento, pensé mientras que me llevaba el dorso de mi mano contra mis parpadeos tratando en vano, de poder limpiar el rastro propio de mi llanto, lo siento tanto, y me disculpaba con ella sin tener el suficiente valor como para poder decirlo a viva voz, perdóname, por favor perdona mi incompetencia, y quería calmar su dolor, pero muy en el fondo era consciente de que no podría hacer nada.
Instintivamente di un paso hacia su dirección.
—No se acerqué—pude escuchar la voz de Felix sonando detrás de mi mientras que sus dedos nuevamente agarraban de mi muñeca impidiendo el poder ir tras ella—... sus emociones son inestables—comentó en el momento en que yo giré mi rostro viendo la expresión en sus facciones.
Claramente lo iban a estar. Acababa de ver a su elemento morir.
Por mero impulso regresé mi atención hacia la dirección de donde se encontraba Mina notando rápidamente como ella había presionando sus manos contra la boca de su estomago mientras que su cuerpo por mero impulso se echaba hacia adelante, se estaba retorciendo del dolor, era agonizante el verla en ese estado. El Duque no fue capaz de reaccionar, por la manera en que veía a su hija, por el arrepentimiento que emanaba de su rostro tal parece que Chaeyoung había sido atacada en un vano intento por protegerlo.
Luego de unos minutos donde los gritos de Mina era lo único que llenaba el lugar, rápidamente guardo silencio, con mayor calma se enderezó manteniendo sus rodillas contra el suelo. Ni siquiera nos miró, tan solo llevó sus palmas directamente contra sus facciones permitiendo que el único sonido que se escuchase en la habitación fuese el sorbeteo de nuestra narices y la pesadez de nuestras respiraciones, era simplemente incomodo, pero era consciente de que no debía salir de esta tienda, no ante el estado deplorable en que Mina se encontraba, cariño... pensé deseando poder abrazarla, pero Felix se negaba a permitir que hiciese eso.
—¡Pff!
Cada fibra de mi cuerpo se tensó tras oír el ruido que desprendió su garganta. Me quedé en silencio con la atención fija en la manera en que Mina había comenzado a reír siendo el sonido de sus carcajadas opacada por el hueco de sus palmas, ¿Eh?, pensé mientras que la incomodidad comenzaba a hacerse presente. Ella no dejó de reír, lo hacía con tal grado de fuerza que me preocupaba que hubiese perdido toda razón de sí.
Yo no entendí lo que claramente estaba ocurriendo frente a mí.
—¡Protejan a la Emperatriz!
De forma veloz Felix dio la orden mientras que su cuerpo se colocaba cerca de mi tratando de cubrirme de cualquier ataque que Mina pudiese brindarme, ella no sería capaz de herirme, pensé notando como Jackson y Jungkook no dudaban en colocarse delante de mí cubriéndome con sus enormes y trabajados cuerpos. A simple vista parecían dispuesto en atacar si es que la situación lo ameritaba, Hyeon y Hwan en cambio simplemente se quedaron detrás de mí, visiblemente abrumados ante lo que estaban haciendo testigo.
—Ha...
Mina suspiró al mismo tiempo en que dejaba caer su cabeza hacia atrás. Con calma bajó sus manos presionando sus palmas contra el suelo. A simple vista no parecía estar realmente afectada por lo que había visto.
—¿Mina?—el Duque le llamó sin entender muy bien la situación, mientras que ella, con calma se colocaba de pie—¿Qué es lo que sucede?—cuestionó tratando de entender lo que claramente estaba viendo.
—¿A mi?—ella cuestionó mientras que se veía sus propias manos—no pongas esa expresión—pidió al mismo tiempo en que llevaba sus manos contra el mango de su espada—por favor padre, observa lo que tu mismo has creado.
—¿Qu...
Se quedó en un completo silencio tras notar la manera en que Mina se había movido llevándose consigo parte de su muñeca derecha. Fue algo sorprendente de notar, nadie, ni siquiera el Duque había sido capaz de seguir el movimiento de su espada. Abrumado por el daño que había recibido, decidió arrodillarse en el suelo agarrando con la única mano que le quedaba la zona recién cortada tratando de poder quemar con ayuda de magia su piel expuesta ante de perder mayor cantidad de sangre. Mina en cambio tras oírlo gritar de dolor, simplemente suspiró como si le aburriese notar esa reaccionar por su parte, ¿Qué?, pensé al mismo tiempo en que mis piernas se congelaban tras notar la manera en que ella había nuevamente enfocado su atención en nosotros permitiendo ver la indiferencia y maldad brillando de sus ojos.
—Hola—saludó sin más presionando su espada contra uno de sus hombros, dándole un aspecto relajado tan impropio para la situación que estábamos viviendo—¿Me echaron de menos?
El monstruo había regresado.
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