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Tan solo un simple baile

Recomendación: Love Story - Indila. 

Pov: Myoui Mina.

Francamente. No era capaz de comprender a los elfos. 

Por un segundo creí genuinamente que los padres de Bom por fin me darían esa esperada charla con respecto a la forma en que debía cuidar de su hija ahora que el matrimonio iba a llevarse a cabo sin importar si yo estaba o no realmente de acuerdo con eso, pero ellos me sorprendieron al simplemente caminar hasta en medio de la habitación manteniendo en todo momento su atención en su hija quien, para mi sorpresa ya hacia mi lado con su delgado brazo derecho completamente enganchado al mío en señal de no querer permitir que huyera de su lado. Me quedé paralizada en mi sitio con mis ojos fijos en la manera en que Jeonsa me había dado una tosca palmada contra mi hombro izquierdo para luego sonreírme de una forma que realmente me pareció extraña, ¿Huh? pensé manteniendo toda mi intención en la manera en que nuestros ojos se habían encontrado: él no dudó en elevar su dedo pulgar como si de alguna manera me estuviese dando ánimos, ¿Por qué estás haciendo esto? me cuestioné mientras que fruncía el ceño viendo atentamente la forma en que él caminaba hacia la salida sin siquiera preocuparse en si yo estaría realmente bien estando a solas con Bom y sus padres, pero... ¿Qué sucede? no estaba entiendo lo que ocurría, mucho menos el por qué él parecía estar disfrutando de mi evidente confusión. 

Mi piel no tardó nada en erizarse; desde los dedos de mis pies hasta las orejas en el momento en que sentí como Bom sin siquiera avisar decidía hundir sus delgados, pero firmes dedos sobre mi antebrazo causando que le diera un pequeño vistazo notando como sus profundos ojos verdosos miraban fijamente hacia el frente. Por instinto decidí hacer lo mismo notando como los padres de la chica nos veían en un completo silencio. No pude evitar el tragar sonoramente saliva manteniendo en todo momento mi mirada enfocada en la forma en que aquella mujer de mediana edad idéntica a Bom parecía querer lanzarse contra mi garganta para acabar de una buena vez con mi miserable existencia. Esto es incómodo, pensé llevando mi mano libre contra mi nuca mientras que mis ojos inquietos se deslizaban hacia el rostro del más alto notando como él simplemente parecía querer acabar con todo esto, él no me hace sentir mejor, y como no mis ojos regresaron hacia la elfa percatándome del hecho de que ella no me había quitado la mirada de encima. 

—Humano—la mujer no dudó en llamarme causando que yo, por mera inercia alzara mi mentón manteniendo toda mi atención en su rostro inexpresivo, ¿Cuál es el afán de llamarme por mi raza? me cuestioné genuinamente interesada por tener una respuesta, pero sin siquiera tomarme la molestia de tratar de alzar la voz ante esa extraña sensación de que en cualquier momento o instante ella junto a su esposo cambiarían de parecer y simplemente arrancarían mi garganta—aunque la idea no me gusta, te vamos a enseñar personalmente el baile de la realeza—comentó sin siquiera tomarse la molestia de ocultar el hecho de que yo no le agradaba. 

—¿Disculpe?—cuestioné sin poder evitar el expresarme a vivo voz ante la sorpresa que me había causado el escucharla mientras que veía como el elfo simplemente se había mantenido con sus ojos fijos en mi aturdido rostro como si realmente estuviese deseando que dijera algo más para poder matarme a gusto. 

—Te casarás con mi hija... por ende, tienes que bailar frente a todo el pueblo para que llegue a ser válido la unión entre ambas—comentó como si aquello fuese una obviedad provocando que yo simplemente me mantuviera en mi sitio completamente paralizada, ¿Eh? pensé sintiéndome repentinamente ansiosa ante la posibilidad de tener que bailar frente a tantas personas, nunca he hecho eso, y quizás ese era el verdadero motivo por el cual me inquietaba tanto. Instintivamente me mordí el labio inferior sintiendo como ella no me quitaba los ojos de encima, ¿No me puedo negar? ¿O que alguien más lo haga por mi? me cuestioné notando como ella realmente no parecía estar dispuesta en dejarme esa posibilidad—no pareces cómoda—comentó una obviedad que me hizo asentir instintivamente con mi cabeza—no me importa—tan fría pensé mientras que veía como su esposo hacia todo lo posible por no reírse. Ellos realmente están disfrutando el hacerme esto, comenté en mi cabeza con cierto fastidio—te enseñaremos solo una vez, así que presta atención. 

No me gustaba la idea de tener que bailar, pero sabía que ellos no me dejarían marcharme con tanta facilidad si no cumplía sus caprichos, así que simplemente suspiré manteniendo toda mi atención en los elfos notando como ambos parecían no estar prestando atención a la forma en que tanto yo como su hija le estábamos observando. Rápidamente mis hombros se tensaron en el momento que la música comenzó a resonar en la habitación. Confundida giré mi rostro notando como Bom tenía en su mano libre una pequeña esfera.

—Humano estúpido—bramó Namu para poder reprenderme provocando que yo, con cierta vergüenza volviera a girar mi rostro posando mis ojos en su irritada expresión—será mejor que prestes atención—advirtió consiguiendo que yo asintiera nuevamente con mi cabeza. 

Me mantuve en un completo silencio notando como el mayor regresaba su atención a su acompañante demostrando el poco interés que tenía por si yo realmente entendía o no lo que estaba a punto de realizar. Como si estuviese completamente acostumbrado el elfo se paró frente a su esposa, en un principio no dijo nada al respecto, tan solo estiró lentamente su mano izquierda posando su amplia palma sobre su delgada cintura envuelta por el corset de su verde vestido, para luego, con la otra simplemente agarrar su palma permitiendo que ella posara su mano libre sobre su redondo hombro izquierdo. Aún en un completo silencio se miraron a los ojos, a simple vista parecían estar dándose indicaciones, y al parecer, había estado en lo correcto ya que mi corazón dio un brinco abrumado de ser testigo de la manera en que ambos cuerpos lentamente habían comenzado a mecerse al ritmo de la melodía mientras que los vellos de mi nuca continuaban estando completamente erizados. En todo ese momento mantuvieron un ferviente contacto visual como si realmente estuvieran solo ellos dos en la habitación mientras que sus pechos y pectorales se rozaban al cálido movimiento de su hipnotizante danza. No pude evitar el sentir las extremidades congeladas al ser testigo de la forma en que el vestido de la elfa ondeaba en el aire ante el inesperado giro que ambos comenzaron a realizar sin tener ninguna señal de vacilación en sus movimientos. Francamente, su baile me recordaba a aquella cajita musical que en algún momento logré observar en mis días en el orfanato: parecían dos muñecos danzando a la perfección. 

Como Namu me había ordenado decidí mantener mis ojos completamente fijos en cada uno de los movimientos que ambos realizaban tratando de absorber cada detalle que me estaba brindando aun cuando era más que consciente de que no sería capaz de poder recordar cada uno de sus pasos, pero aún así, tenía que aunque sea intentarlo. Instintivamente fruncí el ceño al notar como el Rey elfo tomaba la decisión de simplemente quedarse quieto permitiendo que fuese el turno de su acompañante quién llamó por completo mi atención. Sin siquiera tener una conversación entre ambos, ella comenzó a girar sobre su mismo metro cuadrado utilizando tan solo los dedos del mayor para no perder el equilibrio. Francamente, era hipnotizante el ver como su cabello negro idéntico al carbón se mecía suavemente al igual que su vestido: ambos parecían simplemente tener vida propia.

Era un baile precioso. Francamente, no podía negar aquello. 

Ellos continuaron danzando por unos minutos más realizando los mismos movimientos que habían estado manteniendo desde que la música comenzó a sonar, y solo se detuvieron en el instante en que el silencio reinó por completo en aquella fría habitación. Ante el repentino silencio que se creó en el interior de aquellas cuatro paredes, ambos simplemente decidieron dar un paso hacia atrás a la vez que se tomaban de las manos para hacer una suave reverencia en dirección de donde nosotras nos encontrábamos. El hecho de que ambos realizaran una reverencia sin mucha complicación y con una elegancia que dejaría en silencio a cualquiera me demostraba lo mucho que les importaba el mantener las apariencias. Me mantuve en mi sitio con mis ojos fijos en la forma en que los elfos enderezaban tranquilamente de sus espaldas permitiendo que sus fríos ojos se posaran específicamente en mi incómoda expresión. Instintivamente traga saliva sintiendo como las alarmas en el interior de mi cabeza me advertían que era momento de huir, pero francamente, era consciente de que debía aceptar las cosas ya que las tenía todas por las que perder. 

—Es tu turno—aclaró Namu con tranquilidad provocando que mis hombros instintivamente se contrajeron ante el evidente rechazo de mi cuerpo por tener que bailar—ven acá—ordenó consiguiendo que Bom sin siquiera cuestionar si es que yo estaba de acuerdo con lo que estaba a punto de suceder, decidió simplemente tirar de mi extremidad para obligarme a caminar en dirección a donde los elfos se encontraban—déjame ver tu rostro—ordenó en el momento que yo me detuve, con cierta agresividad tiró de mi mentón consiguiendo que yo lo mirara con irritación—debes quitar esa expresión indiferente—comentó presionando toscamente su dedo índice entre mis cejas—das la sensación de no estar a gusto con el matrimonio—aclaró provocando que yo simplemente mantuviera mis ojos enfocados en su indiferente expresión, ambos nos vemos iguales, pensé sin ser capaz de decirlo a viva voz—será mejor que no vea a mi hija llorar por tu culpa... porque haré tu vida un infierno.

Así que realmente se preocupa por Bom, pensé al darme cuenta que, de alguna manera me estaba dando la esperada charla. 

—Me haré cargo de ella—fue todo lo que dije observando como él no parecía estar realmente satisfecho con mis palabras, pero realmente no tuvo tiempo o quizás el valor suficiente como para poder replicar mis palabras ante la forma en que Bom se había sonrojado.

Francamente, me hizo sentir incómoda, porque yo no sentía lo mismo que ella. 

—Prepárate, reproduciré la música—comentó fingiendo no sentir la evidente incomodidad que dejó en el aire. 

Rápidamente la música comenzó a sonar en el interior de la habitación. Fue en ese preciso momento en que supe que las cosas no saldrían bien, por ende, quiera o no admitirlo, esta innecesaria actividad terminaría transformándose en un maldito dolor de cabeza, tanto para mi como para ellos. Decidí continuar en un completo silencio mientras que posaba mi palma contra su delgada espalda permitiendo que ella torpemente dejase posada su mano sobre uno de mis hombros: el temblor alrededor de sus dedos era evidente, ni siquiera era capaz de sostener mi mirada por más de un segundo, parecía estar completamente avergonzada por tener que estar tan cerca de mi anatomía, francamente, yo tampoco estaba muy a gusto con sentir el calor de su cuerpo, pero no había mucho que pudiese hacer para tratar de remediar las cosas. Tragué saliva ignorando lo que estaba sucediendo, colocando de todo mi esfuerzo para que por lo menos una de las dos estuviera calmada; no funcionó. En el momento que la música volvió a sonar y nosotras tratamos de danzar con tranquilidad Bom cometió el primer error al pisarme los pies. Sinceramente, creí que los adultos lo dejarían pasar, era un error que cualquiera podría fácilmente cometer, pero para mi sorpresa tanto el Rey como la Reina no dudaron en detener la música para acercarse haciéndonos saber que habíamos cometido un error garrafal. No sé realmente si estaban siendo tan duros por mi presencia o por la importancia del baile, pero el hecho de que su molestia era evidente solo estaba provocando que la ansiedad en ambas aumentara. 

Decidí tomar una buena bocanada de aire mientras que agarraba con fuerza de la mano de mi acompañante. Hice lo mejor que pude para concentrarme manteniendo mi palma aferrada a su delgada espalda, siendo completamente capaz de sentir la fuerza con la que estaba latiendo su corazón. 

—Bom.... enfócate en mi—susurré contra su oído sin saber que el hacer eso solo causaría que el rostro de la muchacha se encendiera de un fuerte tono carmesí mientras que, instintivamente me daba un agresivo empujón como si tuviese una extraña necesidad por alejarse de mi tacto—...—me quedé en silencio notando como ella se había llevado la mano a su oreja, estaba tan roja como un tomate—...—no fui capaz de hablar. Tan solo mantuve mi atención en la manera en que ella huía de mi mirada mientras que su madre no tardaba en regañarla por su poco profesionalismo. 

Me quedé quieta observando como ella seguía huyendo de mi mirada, ¿Cometí un error? me cuestioné realmente preocupada a la vez que, por inercia decidía llevarme mi mano contra mi antebrazo tratando de refugiarme con mi propio tacto. Ugh... odio esto, y no pude evitar el tener aquel pensamiento mientras que soltaba un pesado suspiro siendo completamente consciente de que no había mucho que yo pudiese hacer al respecto. Esperé con paciencia a que Bom se recompusiera. La reina estaba furiosa, sus ojos flameante me indicaban que no le gustaba para nada que su hija estuviese perdiendo la calma. Decidí esta vez no interferir, tan solo me quedé en mi sitio observando como Bom por fin se armaba de valor para quedar frente a mi. En esta ocasión decidí omitir palabras por el simple temor que me causaba de que ella nuevamente se comportara de una manera extraña. Solo cuando Bom se atrevió a sostener mi mano comenzamos nuevamente a bailar. 

Era evidente la incomodidad entre las dos, ninguna parecía estar cómoda con la presencia de la otra así que hice mi mejor esfuerzo por terminar el baile, pero aún cuando yo traté de recordar cada uno de los pasos para seguir el ritmo de la música, Bom no había dejado de presionar sus zapatos sobre los míos: llevaba haciéndolo desde que la música comenzó a sonar provocando que mis dedos ya estuviesen completamente sensible a cada paso que estuviese dando. Aún con el evidente dolor en mis pies, mantuve una expresión neutra con mis ojos fijos en la forma en que las mejillas de mi acompañante simplemente empeoraba con el pasar de los segundos. 

—Es suficiente—ordenó la reina mientras que presionaba su palma contra mi esternón haciéndome retroceder sin gran esfuerzo. Al separarnos, solo atiné a flexionar una de mis rodillas presionando mis falanges sobre mi zapato tratando de aliviar el evidente malestar que estaba sintiendo alrededor de mis dedos—¿Cómo es posible que el humano cometa menos errores que tu, Joohyun?—el escuchar lo realmente molesta que estaba, me hizo alzar mi mirada observando con cierta preocupación como la elfa junto a su esposo no dudaban en rodear el delgado cuerpo de Bom mientras que sus fríos ojos veían con cierta decepción el rostro avergonzado de la menor. Realmente no es su culpa, pensé a la vez que bajaba mi pie dispuesta en tratar de interferir aún cuando sabía que las posibilidad de que las cosas salieran mal eran realmente altas—primero... te comprometes con un humano, y ahora no puedes siquiera bailar bien... ¿Acaso tu idea es simplemente avergonzarnos?. 

¿Qué? pensé sintiéndome realmente molesta por sus duras palabras: ellos no parecían estar viendo el hecho de que la muchacha estaba haciendo un gran esfuerzo. 

—Me he puesto nerviosa... no cometeré el mismo error—confesó Bom mientras que hacía una pequeña reverencia demostrando cuan avergonzada estaba de ser regañada.

—No seas tan dura con la niña—ordenó Jeonsa provocando que rápidamente todos los presentes giraran sus rostro viendo con cierta sorpresa cómo el anciano estaba apoyado en el marco de la puerta con sus fríos ojos fijos en su nuera quien, instintivamente dio un paso hacia atrás, ¿Desde cuando estás ahí? pensé observando como él deslizaba su mirada de la elfa para enfocarse tan solo unos segundos en mi aturdida expresión—...—en silencio alejó su hombro de la madera para comenzar a ingresar en el lugar—les recuerdo que ustedes dos no eran precisamente los mejores bailarines—comentó consiguiendo que ambos adultos se avergonzaran por sus palabras como si hubiesen bruscamente recordado sus años de juventud. El anciano con calma se terminó de acercar colocándose al lado de la elfa—el hecho de que no te agrade el humano no significa que puedes atacar a tu propia hija, así que contrólate, mujer—él sutilmente estaba advirtiendo que sería mejor que mantuviera la calma si no quería que las cosas se salieran de control—pueden retirarse, yo me haré cargo de las niñas.

Fue todo lo que dijo mientras que colocaba sus manos detrás de su espalda. 

—Padr...

—¿Acaso no se ha entendido mi orden?—cuestionó el hombre consiguiendo que hasta mi propio cuerpo impulsivamente retrocediera por culpa de la dura mirada que le había brindado a su hijo; él realmente no parecía estar contento por la manera en que los adultos se habían estado comportando—...—se quedó en silencio al notar como, tanto su hijo como su esposa decidían hacer una suave reverencia para luego abandonar la habitación permitiendo que tan solo quedáramos los tres—bien... yo les enseñaré a bailar.

—Abuel...

—Sharon... ¿Sabes siquiera bailar?—cuestionó el hombre sin importar si su nieta le estaba llamando o no. Impulsivamente negué con la cabeza notando como él se llevaba los dedos contra su mentón manteniendo en todo momento sus fríos ojos fijos en mi rostro—¿De verdad?—insistió como si realmente no estuviese creyendo en mi. Instintivamente volví a asentir con mi cabeza consiguiendo que él chasqueara su lengua contra su paladar—eso es extraño—confesó consiguiendo que fuese mi turno el estar confundida—tus movimientos son suaves y delicados, como si tu cuerpo estuviese acostumbrado a bailar—aclaró a la vez que estiraba su mano agarrando de mi brazo izquierdo—cada movimiento parece que lo estas analizando, como si llevases años haciendo lo mismo—siguió hablando consiguiendo que yo contrajera mi brazo sintiéndome incómoda por lo que estaba diciendo—... en fin, te creeré—finalmente dejó el tema hasta acá—así que comenzaremos desde el principio. 

Yo no sabía que él realmente estaba hablando en serio cuando dijo que comenzaríamos desde cero. 

Tardamos casi cinco horas en lograr que Bom no me pisara los pies durante el primer minuto, el anciano Jeonsa al darse cuenta de lo evidentemente cansada que ambas estábamos decidió liberarnos permitiendo que cada una regresara a la habitación que se nos había asignado tras la confirmación de matrimonio: por algún motivo la creencia élfica impide que los novios puedan convivir en la misma habitación sin antes haber contraído matrimonio. A pesar de que me pareció curioso, de todas formas estaba agradecida porque no me veía capaz de poder estar en la misma cama que Bom. En silencio me quité la camiseta lanzándola contra una de las esquinas del lugar, para luego simplemente despojarme de los zapatos y calcetines dejando tan solo mis pantalones y una pequeña tela cubriendo mi pecho. Estaba cansada así que me lancé de espalda contra el colchón quedando con la vista fija en el blanquecino techo, no pude evitar el cuestionarme por qué estaba tan relajada, ¿Qué sucedió con todos mis planes? me cuestioné sintiendo una incomodidad alojándose lentamente en mi pecho, como si los recuerdos de todo lo que había vivido me gritaran que no los olvidara, instintivamente me llevé las palmas contra mi rostro, olvídalo... simplemente déjalos ir, supliqué siendo consciente que, en estos momentos, en el estado en que me encontraba, no había nada que yo pudiese hacer. 

Por fin la noche había caído permitiendo que la luna danzara por sobre la ventana que iluminaba la oscura habitación. Me mantuve en mi sitio sintiendo como el frío acariciaba maliciosamente mis extremidades expuestas, pero no era lo suficientemente preocupante como para que decidiera el abrigarme. Solté un pesado suspiro manteniendo mis pies colgados al borde de la cama, era real el dolor que sentía en la planta de los pies, ni siquiera en el ejército logré sentir un dolor de este tipo, así que traté de relajarme cerrando los párpados. 

De repente, para mi sorpresa logré sentir un pesado a mi costado, pero a diferencia de lo que hubiese sucedido en mi otra vida, en esta simplemente continué con los párpados cerrados sintiendo ese conocido calor sofocante que solo el cuerpo de Sooyoung sería capaz de transmitir. No dije nada al respecto, aún cuando era verdad que la curiosidad me ganaba, ella se había marchado con la excusa de que trataría de arreglar mi núcleo, pero no tuve noticias de ella desde que Mina había conseguido recuperar su cuerpo, por ende, algo me estaba ocultando. Mi piel se erizó en el instante que sentí su caliente dedo deslizándose por mi quijada, podía sentir su intensa mirada fija en mi perfil, parecía querer mantener el contacto, pero no tenía ánimos ni ganas de tratar de entenderla. 

—Pronto Chaeyoung podrá regresar... por ende, no tienes que sobre exigir tu núcleo—comentó consiguiendo que yo ampliara mis párpados al escuchar el nombre de mi espíritu brotando de su boca. Instintivamente giré mi rostro encontrándome de frente con aquellas orbes flameantes propias de Sooyoung—...—se quedó abruptamente en silencio, como si no hubiese esperado que yo realmente le mirase—¿Te gustaría regresar a tu cabello original?—cuestionó de la nada causando que yo simplemente me le quedase viendo sin entender a que venía esa pregunta—mmmh sinceramente me gustas más cuando tienes el cabello rubio—no parecía estar realmente interesada por una respuesta de mi parte, en realidad, solo parecía querer tocarme sin más—¿Por qué eres tan hermoso?—siguió preguntando mientras que se inclinaba presionando sus labios sobre mi mejilla—me haces querer tenerte para siempre.

—¿Qué te sucede?—pregunté mientras que me sentaba notando como ella se mantenía de rodillas sobre la cama. Por impulso giré mi rostro sintiéndome cohibida por su manera de verme—apareces de la nada y comienzas a decir cosas extrañas—aclaré a la vez que regresaba mi atención a su rostro observando como se había sentado con sus dos manos puesta entre sus muslos—hasta podría pensar que solo quieres despedirte—comenté en tono de broma, pero ante los segundos de silencio por su parte supe que algo no andaba bien—¿Sooyoung?—pregunté notando como ella miraba hacia otra dirección—¿Por qué?.

Ella no dijo nada, simplemente me miró para luego darme una cálida sonrisa.

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