¿Qué harías tú?
Recomendación: I be ton losing dogs - Mitski
Pov: Myoui Akira.
Aquel intenso e incómodo olor a tierra mojada siendo mezclada por la sangre de los guerreros caídos se había transformado en una aroma que recurrentemente acariciaba mis fosas nasales, como si de una advertencia se tratase; "tú serás el próximo", francamente, era un pensamiento tortuoso, ya que las pocas veces en que había logrado conciliar el sueño, aquella fría advertencia no dudaba en sacudir mi cerebro obligándome a tener que despertar sin poder volver a dormir aun cuando la noche seguía velando nuestro descanso. La verdad, es que no necesitaba que nadie me lo dijera, yo era completamente consciente que lo que pasaba por mi cabeza se debía netamente por el largo periodo de tiempo que llevaba luchando sin parar. Realmente no sería una exageración afirmar que, con suerte lograba dormir unas tres horas al día, a veces hasta menos, así que sabía que tan solo era mi cerebro cansado jugándome una mala pasada. Aun así, cuando el sol danzaba sobre nuestras cabezas, el olor a muerte no tardaba en darnos la bienvenida, lo que nos hacía consciente en qué lugar estábamos. De verdad que no era una exageración el afirmar que, todos los días era de la misma manera, donde el pensamiento, ¿Quién será el que moriría hoy?, se volvía una costumbre para todo los caballeros que estaban participando en esta guerra. Sinceramente, muy en el fondo sabía que esta guerra solo pararía el día en que uno de los dos reinos consiga obtener la cabeza del Rey enemigo, pero mientras eso no ocurriese, las cosas seguirían estando de la misma forma.
No había parado de luchar desde el momento en que decidí atacar al Imperio Kim, llevaba tanto tiempo luchando en primera línea que se había vuelto pan de cada día ver a mis enemigos o hasta mis propios aliados muriendo frente a mis ojos, cayendo sin oportunidad de siquiera poder defenderse, dejando atrás a una familia, alguien quien lo esperaba en casa. Odiaba pensar en ello porque la culpa y el arrepentimiento no tardaba en golpear en el interior de mi cabeza, a veces con más violencia que en otras ocasiones, pero sabía a la perfección que no tenía el lujo de poder arrepentirme, mucho menos ser perdonado cuando nadie más que yo había sido el responsable de que tanto el imperio Kim como el Im se estuviesen cayendo a pedazos.
Había actuado por egoísmo, cargado de dolor ante la perdida de mi pequeña niña, pero ahora por culpa de mis propias acciones las personas estaban sufriendo. Mi dolor se había transformado en una pesadilla viviente, una que no parecía tener interés de detenerse.
Por mero impulso solté un pesado suspiro al mismo tiempo en que bajaba de mi carruaje; yo aun no estaba del todo preparado para regresar al único lugar que me recordaba tan intensamente a mi familia. Aun sabiendo de lo mucho que dolía, decidí quedarme en un completo silencio mientras que alzaba mi afilada mirada observando sin mucho interés el descuidado estado en que se encontraba mi mansión, Sachiko odiaría ver este lugar en este estado... pensé sintiendo el doloroso latigazo golpeando directamente contra mi corazón: había sido un tonto pensamiento innecesario. Rápidamente agaché mi mirada mientras que mis piernas impulsivamente se habían comenzado a mover a través del lugar. Podía escuchar atentamente como los guardias trataban de llamar mi atención, sabía que estaban preocupado por las heridas de mi cuerpo, sabía que debía descansar, pero no había manera que yo pudiese conciliar el sueño en este maldito lugar.
El Ducado solo me causaba pesadillas.
Cabe aclarar que, si no fuese porque la princesa Nayeon estaba a punto de ser coronada, probablemente yo no hubiese regresado a la Capital, básicamente porque no había ninguna razón que fuese lo suficientemente convincente para hacerme volver al Imperio. En estos momento yo no tenía nada por el cual debía volver al único lugar que me hacía recordar que había perdido a mi hija, junto con el resto de mi familia. Instintivamente apreté mi quijada sintiendo la fuerza con las que mis pulmones habían comenzado a contraerse, el respirar se había vuelto doloroso, pero aun así continué caminando, sintiendo el silencio abrumador que se vivía a través de la amplia residencia.
Con cuidado ingresé en el interior del edificio notando la oscuridad del lugar, se veía tan triste y lúgubre, que mi corazón no tardó en nada en sentirse agobiado.
No quedaba rastro alguno que en algún momento aquí vivió una familia feliz.
—Duque.
Uno de mis guardias nuevamente se atrevió a alzar la voz provocando que yo, con cierta indiferencia deslizase mi mirada directamente hacia su cuerpo notando como él se veía igual o más cansado de lo que yo estaba.
—¿Qué? —pregunté aun cuando realmente ni siquiera tenía interés por escuchar su voz.
—¿Realmente no quiere usar las pociones? —cuestionó mientras que yo instintivamente me llevaba mis dedos contra mi quijada presionando mis yemas sobre el improvisado parche que los caballeros habían puesto sobre mi piel en un vano intento por contener el sangrado—debería descansar...—agregó tras notar como yo no le estaba respondiendo.
Lo observé en un completo silencio notando la preocupación emanando a través de sus oscuros ojos. La verdad es que recién ahora estaba comprendiendo lo mucho que me había lastimado en la batalla.
No podía recordar la última vez que salí tan herido de un combate.
—... No es necesario—decidí responder al mismo tiempo en que posaba mi atención directamente hacia lo que tenía frente a mí; oscuridad—solo revisaré los papeles, y me marcharé directamente al palacio.
—Duque... usted no está en condiciones de volver a viajar.
Sabía que estaba genuinamente preocupado de que pudiese colapsar, pero eso estaba siendo una preocupación innecesaria. En estos momentos no importaba lo que me ocurriese, así que no debía perder su tiempo con sentimientos de ese tipo.
—Ve a custodiar la entrada del Ducado, si llego a necesitar de tu presencia llamaré a alguien para que te busque.
Tomé la decisión de simplemente desviar el tema de conversación antes de que él tuviese oportunidad de continuar insistiendo. La verdad es que no tenía ningún tipo de interés, mucho menos un deber real que me obligase a tener que convencerlo de que todo iba a estar bien. A pesar de que no lo aparentaba, seguía siendo un el gran Duque y su superior, así que él no tenía realmente el poder suficiente como para tratar de continuar con la conversación.
—...Como usted ordene.
Fue todo lo que dijo, y todo lo que yo necesitaba oír.
Después de ese pequeño inconveniente por parte de mi empleado no hubo mayores interrupciones para llegar a mi despacho. En el momento en que llegué mis piernas bruscamente se paralizaron, como si no quisieran ingresar en el interior de la habitación quizás debido a que la última vez que estuve en el interior fue en compañía de Sachiko, la verdad es que no pude evitar tener ese conocido sentimiento angustiante envolviendo patéticamente alrededor de mi corazón, es suficiente, me ordené al mismo tiempo en que presionaba mi lastimada mano contra mi pecho, debes de superarlo, pero por más que me lo decía, por más que lo repetía, yo sabía que jamás podría superar a Sachiko. La amaba con demasiada intensidad como para dejar este sentimiento en un vago recuerdo.
Muy en el fondo, yo estaba cansado de vivir.
Tomé una buena bocanada de aire mientras que abría la puerta, rápidamente ese intenso aroma a encierro no tardó en azotar mis fosas nasales, por mero impulso presioné mi antebrazo por debajo de mi fina nariz observando con cierta incomodidad como él lugar seguía estando igual a como lo recordaba; tan solo con más papales sobre la mesa, como si el responsable de entregar las notificaciones tan solo ingresaba para dejar la correspondencia. Tal parece que nadie se había tomado la molestia de limpiar, ni siquiera habían movido las persianas para que la luz natural del día iluminara el interior del cuarto, pero no podía molestarme por el estado actual en que se encontraba la habitación que por tantos años habia estado concurriendo, había sido netamente mi culpa este evidente descuido.
—Solo déjalo pasar—murmuré mientras que cerraba la puerta detrás de mí permitiendo que el silencio llenara el lugar. Con una completa calma comencé a caminar directamente hacia mi escritorio notando como los papeles poseían una fina capa de polvo—ignis...—solté un pequeño hechizo para encender la vela logrando iluminar la oscuridad que me envolvía.
Tras sentarme el sentimiento de agobio nuevamente envolvió mi cuerpo, pero simplemente decidí ignorarlo y centrarme netamente en revisar cada uno de los papeles que me esperaban sin siquiera molestarme en leer detenidamente cada uno de su contenido. Con cierta indiferencia, comencé a firmar queriendo terminar lo más rápido posible: necesitaba salir lo más pronto posible de esta habitación.
Si debo ser completamente sincero, no tengo ni la más menor idea de cuánto tiempo llevaba sentado revisando el amplio papeleo, pero sabía que por lo menos un par de horas debía ya estar en el interior de la habitación, así que solté los papeles que me faltaban recostando mi espalda contra el respaldo del asiento. Había olvidado lo agotador que era, pensé llevando el dorso de mis manos contra la cuenca de mis ojos.
—¿Duque? —la voz proveniente desde el pasillo llamó mi atención, pero no lo suficiente como para bajar mis manos de mi rostro. Decidí quedarme en silencio esperando que el contrario tomase mi silencio como respuesta—hay una persona extraña que desea una reunión con usted—confesó mientras que yo continuaba en mi sitio—... llevaba consigo una espada del Ducado.
¿Eh?, fue lo único en lo que pude pensar, de forma brusca alejé mis manos de mi rostro observando con suma atención la puerta de madera tratando de comprender lo que acababa de escuchar, ¿Una espada del Ducado?, me cuestioné siendo consciente que solo existían tres espadas que representaban al escudo del apellido Myoui; una era mía, la otra de Hyunjin, y la ultima de Mina, no puede ser..., rápidamente mi cuerpo se inclinó hacia adelante tras escuchar el crujido proviniendo desde el exterior. Fue cuestión de segundos para notar la puerta abriéndose lentamente permitiendo que mis ojos fuesen capaces de notar al muchacho sosteniendo aquella afilada espada que hace muchos años no veía. El aliento quedó atrapado en mi garganta mientras que mis piernas no dudaban en elevar mi cuerpo obligándome a tener que presionar los dedos sobre el borde de mi escritorio para no perder el equilibrio.
—... ¿Dónde se encuentra el dueño de eso? —cuestioné con mi atención completamente fija en lo que él estaba sosteniendo.
No había manera de que estuviese equivocado, yo podía reconocer esa espada donde sea que estuviese, era de Mina, era la única pisca que había logrado obtener en estos largos cuatro malditos años.
—Lo he dejado en la habitación de invitados—confesó mientras que yo comenzaba a caminar hacia su dirección tratando de acortar la distancia lo más rápido posible—¿Irá solo? —cuestionó sorprendido de notar como estaba ignorando por completo su existencia.
—No hay nadie más fuerte que yo—respondí con aires de confianza tras notar el deje de duda emanando en el tono de su voz—... si es un maldito estafador lo mataré, así que no estorbes—ordené sintiendo la fuerza con la que había comenzado a latir mi corazón mientras que mis piernas continuaban moviéndose desesperadas en poder encontrar al dueño del arma.
Corrí a través del pasillo con todas las fuerzas que poseía mientras que podía sentir el miedo lentamente acariciando mi nuca como un fiel recordatorio que el traspasar a la habitación podría ser una consecuencia que cambiaría para toda mi vida, pero, francamente, no importaba lo que sea que pudiese pasar, si mi hija realmente ya no estaba conmigo entonces por lo menos quería rescatar su cuerpo para poder llorarle como correspondía y si por alguna razón, seguía estando con vida, entonces quería poder abrazarla, quería poder ver su rostro, quería poder decirle lo mucho que le había echado de menos, quería poder disculparme. Había sido un tonto anciano. Continué tomando grandes bocanadas de aire sin detener la velocidad, la verdad es que estaba siendo un completo desastre y mi condición física no era la mejor de todas, pero aun cuando podía sentir mi garganta ardiendo ante la falta de aire hacia mis pulmones, me negué por completo a detenerme.
Cuando logré llegar a la habitación donde el responsable de saber el paradero de mi hija se encontraba no dudé en estirar mis manos abriendo la puerta de un solo movimiento. Como era de esperarse mi brusca entrada llamó la atención del contrario notando como este me veía por debajo de su capucha, a simple vista parecía estar sorprendido de mi repentino ingreso mientras que su cuerpo por completo exudaba confianza, como si en el fondo fuese consciente de que no perdería contra mí. Decidí ignorar aquella sensación presionando mis dedos en el marco de la puerta mientras que tomaba grandes bocanada de aire sintiendo mi cuerpo caliente y mi cabello revuelto adhiriéndose al tenue sudor que cubría mi frente por culpa de mi repentino trote.
—¿Por qué tienes la espada de mi hija? —cuestioné mientras que liberaba mi intención asesina queriendo verlo flaquear, pero el contrario tan solo se mantuvo en su sitio, como si no estuviese afectado de mi presencia. Eso me molestó—¿Dónde está mi hija? ¿Dónde está su cuerpo? —pregunté genuinamente desesperado por obtener una respuesta—¡HABLA! —bramó al mismo tiempo en que daba un paso en el interior de la habitación cerrando la puerta detrás de mí, queriendo que no tuviese ninguna posibilidad de poder huir.
—... Usted me lo dio—el contrario confesó con cierta suavidad mientras que se llevaba sus manos hacia su cabeza deslizando la capucha para poder verme con mayor comodidad.
Mis parpados se ampliaron de golpe mientras que mis piernas quedaron completamente paralizadas en su sitio tras notar esa brillante melena dorada quedando cada vez más expuesta, ¿Mina?, cuestioné sintiendo como mis ojos cada vez ardían más, pero me negué a parpadear por mero temor de que el hacerlo me hiciese perderla de vista, ni siquiera era capaz de poder emitir ruido, estaba aturdido, ¿Acaso esto es un sueño?, me pregunté al mismo tiempo en que cerraba mis puños enterrando mis cortas uñas sobre mi piel en un vano intento de poder comprender si lo que estaba sucediendo era o no real. Dolía, me estaba lastimando, lo que significaba que ella realmente era real y no algo producto de mi aturdida imaginación.
Pude sentir algo caliente caer por mis mejillas con mi vista completamente nublada mientras que mis piernas bloqueaban enterrando mis rudillas contra el frío del suelo. Me quedé en aquella posición con mis manos posadas sobre mis muslos y la mirada perdida en su cuerpo.
—¿H~Hija? —cuestioné con la voz completamente quebrada—¿Mina? —murmuré al mismo tiempo en que me las arreglaba para poder colocarme de pie sintiendo cada fibra de mi cuerpo gritando por tenerla entre mis brazos—¿Realmente eres tú? —quería saber si esto realmente era algo que estaba ocurriendo.
Necesitaba alguna clase de confirmación.
Decidí nuevamente quedarme en silencio, esperando con ansiedad el recibir una respuesta por su parte mientras que mis ojos seguían envueltos en fuego ante las lágrimas que caían sin parar. Solo di algo, supliqué observando atentamente sus delicadas facciones notando como ya no quedaba rastro alguno de la niñez que tanto la caracterizaba. Había madurado, aquellos cuatro años que solo ella sabía lo duro que había sido para sobrevivir, lograron conseguir cambiar por completo sus facciones dándole ese aspecto serio y madurado que tan parecido la hacía verse con su madre, es igual a Sachiko, afirmé mientras que continuaba observando la manera en que ella me estaba viendo. A simple vista parecía estar preocupada, pero aun así no dudó en asentir suavemente con su cabeza.
Solo necesitaba esa confirmación para salir inyectado hacia su dirección, ni siquiera pensé si ella quería eso, la verdad es que solo quería poder sostenerla de una buena vez. De forma brusca envolví mis gruesos brazos sobre su cuerpo notando como ya no quedaba rastro alguno de su delicada y pequeña figura; ella había creído espléndidamente, al punto en que casi estábamos a la misma altura. Rápidamente las lágrimas comenzaron a deslizarse, empapando tanto mis mejillas como la prenda de uno de sus hombros, lo siento... lo siento, me disculpé llevando una de mis manos contra su nuca, tirando de ella para poder sostenerla con mayor comodidad, perdona a este tonto anciano, y solo quería ser capaz de pedir perdón notando como mis hombros no tardaban en traicionarme sacudiéndose con cierta suavidad ante la desesperación con la que había comenzado a llorar.
Yo lloraba como un niño asustado.
—G~Gracias...—murmuré presionando mi frente contra su hombro sintiendo la fuerza con la que había comenzado a latir mi corazón—oh... m~mi pequeño bebé... g~gracias por regresar con vida.
Estaba completamente agradecido con el mundo por traer de regreso a mi pequeña niña. Nuevamente la vida me había dado la bendición de tenerla entre mis brazos, por no permitir el dejarla morir. Gracias a los Santos por dejar que ella volviese a casa, por permitir el sentir nuevamente el aroma de su suave cabello siendo acompañado por el tenue sonido de su voz. Francamente, no podía contener la emoción en mi corazón, sentía que no era suficiente, nada podía calmar la felicidad que estaba sintiendo. La había echado tanto de menos que la idea de querer morir había logrado ser bastante tentadora en mis momentos más depresivos.
Agradecía el no haberme suicidado.
Para mi mala suerte, Mina comenzó a removerse sobre mis brazos indicando con esa silenciosa acción que deseaba obtener nuevamente su espacio personal. La verdad, es que no tenía ninguna intención de querer liberarla, netamente porque me causaba pavor la simple idea de pensar que podría nuevamente el perderla, pero sabia que no podía simplemente dejar que mis pensamientos egoístas superpusieran los de mi hija, así que con cuidado alejé mis brazos de su espalda llevando mis gruesas palmas contra su delgado rostro. Mis dedos con sumo cuidado comenzaron a deslizarse sobre sus ojos limpiando la humedad en sus pestañas.
—Tengo tanto que preguntar—admití sintiendo como ella presionaba sus dedos sobre mis muñecas observando cada fibra de mi rostro con la preocupación emanando a través de sus ojos—... estoy bien—confesé queriendo poder relajarla, pero ella no había cambiado su expresión—... ¿Alguien más sabe de tu llegada? —traté de cambiar de tema manteniendo mi tacto sobre su rostro.
—Solo la princesa Nayeon—ella admitió mientras que yo asentía con mi cabeza.
Decidí soltar su rostro observando atentamente como ella se arreglaba su cabello dejando en evidencia pequeñas cicatrices sobre sus brazos que aduras penas su larga manga podía llegar a ocultar. Me mantuve en mi sitio con mi atención completamente enfocada en lo que sobresalía tenuemente de su blanquecina piel, ¿Qué tanto has luchado?, me cuestioné queriendo saber que tan difícil había sido para ella el tener que sobrevivir en plena soledad sin tener a nadie que pudiese llegar a protegerla, ¿Qué tan doloroso fue?, la culpa claramente me abrumaba, pero no quería arruinar el ambiente haciendo esas clase de preguntas, así que lo iba a dejar pasar.
—¿Solo la princesa?, entonces de inmediato le enviaré una carta a tu madre y a Sana—aclaré notando como ella me veía abrumada—¿Qué sucede?, claramente ellas deben saber que tu est...
—No—Rápidamente Mina me interrumpió provocando que yo la observase con sorpresa. Ella con cierta tranquilidad dio un paso hacia atrás observándome con aquellos ojos rojizos tan idénticos a mi persona, pero a la vez tan distinto a lo que yo recordaba—... la verdad es que yo no he regresado con esa intención—confesó mientras que yo tan solo le seguía viendo, ¿Qué estas tratando de decir?, me cuestioné queriendo comprender su comportamiento—sé que alguien provocó que el ataque y que probablemente está dentro de la nobleza, así que de momento nadie debe saber que yo estoy con vida.
—¿Te estas escuchando? —pregunté tratando de mantener la calma—¿Te haces siquiera una idea de como tu madre y Sana han vivido? —cuestioné observando como ella simplemente tragaba saliva—no puedes ser tan cruel de negarles saber de tu existencia, menos cuando siguen buscándote con tanta desesperación.
—No estoy diciendo que será para siempre—ella trató de arreglar la situación mientras que yo simplemente seguía manteniendo mi atención enfocada en su rostro tratando de comprender el por qué estaba tomando esta drástica decisión—solo necesito una semana—aclaró, pero por más que trataba de sonar desinteresada, yo no podía aceptarlo, no de nuevo.
No iba a volver a guardar silencio a esperar que las cosas nuevamente se salieran de control. Me había arrepentido en ese instante, no cometería el mismo error.
—Tu madre lo sabrá—aclaré viendo como ella simplemente me veía.
—Duq...
—No estoy pidiendo tu opinión—respondí manteniendo mi atención fija en como ella simplemente me veía con sorpresa, como si simplemente no fuese capaz de entender el por qué yo estaba tomando esta drástica decisión—solo una vez me quedé en silencio y sabes perfectamente como eso terminó—le recordé, siendo completamente consciente de que no se había olvidado del día en que fue castigada con aquellos 50 latigazos—a tu madre y a mi nos costó demasiado el traer a la vida como para que ahora omita el hecho de que estas con vida y la deje sufriendo en soledad.
—Es peligroso.
—Más peligroso es que ella no lo sepa—repliqué sintiéndome incomodo por estar teniendo una discusión. La verdad es que lo que menos quería en estos momentos era discutir con ella, pero sabía que no podía mostrarme débil—... ha...—suspiré llevándome una de mis manos contra mi rostro—actúas de esta forma porque no sabes lo difícil que fue.
—Entonces dímelo—ordenó provocando que yo la viera a través de mis falanges. Ella me estaba observando con su rostro completamente serio, en espera que yo confesara todo lo que habíamos hecho para lograr concebir su nacimiento—sé que la Duquesa poseía un núcleo inestable y que no podía tener más hijos sin sacrificar su propia vida—fue mi turno de sorprenderme, la verdad, es que no podía creer que ella recordara una conversación que tuvimos hace más de cuatro años atrás—¿Acaso esta relacionado con el médico del Imperio Kim?
Esto es peligroso.
—Tal parece que recuerdas la conversación que tuvimos en tu juventud—comenté tratando de no verme ansioso mientras que observaba la manera en que ella se había cruzado de brazos—... fue difícil el tenerte, por eso te protegemos.
—Estas ocultándome algo—ella rápidamente replicó impidiendo de esa manera que yo tuviese el tiempo suficiente como para cambiar de tema, así que simplemente tragué saliva de forma sonora tratando de verme lo más natural posible—¿Qué fue lo que realmente hicieron para poder tenerme? —cuestionó sin cambiar su expresión, demostrando de esa manera que no iba a dejar el tema hasta obtener una buena respuesta—¿Hasta qué punto llegaron?
A pesar de que poseía el mismo color de mi cabello y ojos, su personalidad era completamente idéntica al de su madre. Debía tener cuidado con que era lo que decía.
—...El tema finalizó, descansa por hoy—decidí simplemente ignorar hacia donde estaba yendo la conversación dando un par de pasos hacia atrás para luego tan solo girarme queriendo huir de la habitación antes de que ella me acorralase con preguntas que no sabía si sería siquiera capaz de responder con completa sinceridad.
—Duque.
—¿Para qué? —cuestioné mirando por sobre uno de mis hombros como ella había dado un paso hacía mi dirección viéndome con aquellos ojos rojizos envueltos en genuina ansiedad—¿Para qué quieres saber eso? Tu estas bien y tu madre también, eso es lo único que debería importarte.
—... ¿Cuál fue el costo que tuvieron que pagar para conseguir eso? —preguntó mientras que yo simplemente regresaba mi atención hacia el frente observando la puerta; estaba tan cerca de mi que sabía que, si realmente me lo llegaba a proponer, mi hija no sería capaz de alcanzarme, el único problema, es que no estaba dispuesto a dejar en completa soledad—Duqu...
—¡Papá! ¡Yo soy tu papá! —alcé la voz genuinamente molesto ante la manera en que ella me estaba llamando mientras que, de forma brusca giraba mi cuerpo observando como ella simplemente mantenía la calma, como si ni siquiera estuviese siendo afectada por mi reacción—no sé a que se debe este comportamiento, pero es suficiente—admití tratando de controlar mi molestia, sabiendo que no era ni siquiera el momento correcto para estar pidiendo un mejor trato.
¿Siquiera me lo merecía?, no estaba seguro de la respuesta.
Por un momento realmente creí que el tema de conversación llegaría hasta ahí, y en verdad estaba agradecido que así fuese, así que con calma di un paso hacia atrás observando en todo momento como mi pequeña hija se llevaba una de sus manos contra su antebrazo tratando de mantener la calma.
—...¿Qué harías si te dijera que yo no soy la hija que usted y la Duquesa han criado? —cuestionó de la nada causando que yo simplemente frunciese el ceño sin poder entender a que se debía aquella pregunta, ¿Qué clase de tontería estas soltando?, me pregunté tratando de comprender la razón que llevó a soltar esas palabras—por favor... responda—pidió con cierta suavidad, como si temiese recibir un rechazo por mi parte—¿Qué haría en el caso en que yo no sea capaz de cumplir tus expectativas?
Le sostuve la mirada.
—Hija mía... no sé a que viene esa pregunta, pero yo y tu madre siempre te amaremos, independientemente de lo que seas o lo que hagas—confesé tratando de tranquilizarla, pero ella tan solo apretó su quijada perfilando más su maduro rostro, demostrando de esa simple firma que escondía más cosas de las que yo podía atreverme a imaginar—nunca olvides que nuestra prioridad siempre ha sido velar por tu felicidad.
—¿Aun si no fuese tu hija?
—¿Qué estas...
—Solo responde—pidió haciendo su mejor esfuerzo por esconder su ansiedad.
La verdad es que no podía entender su pregunta, claramente ella era mi hija.
—Lo haría de todas formas, te amaría sin importar las adversidades.
-----------------------------------------------------
Holi, quiero aclarar que si hubo cosas que no lograron comprender, es porque fueron extraídas del capítulo "Confesiones del Duque", del primer libro; ¿La villana ha cambiado?, por si es que gustan leerlo y refrescarse.
Solo diré que todo lo escrito, es porque tiene un fundamento importante, tarde o temprano será utilizado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro