Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Protegeré a esa niña

Recomendación: Ruelle - War of hearts

Advertencia: existen algunas escenas algo gráficas, se recomienda saltarse el capítulo.

Pov Myoui Mina.

No pude evitar el arrugué el puente de mi nariz en el momento que sentí como el olor de la madera siendo agresivamente consumida por aquel inesperado incendio que rodeaba por completo los hogares de los elfos, por lo que estaba notando, al parecer, los orcos habían incendiado las chozas más alejadas de la aldea teniendo toda la intención de acorralar a los elfos indefensos. Ha sido un movimiento inteligente... demasiado inteligente para mi gusto, pensé siendo consciente que estaba en aprieto. Francamente, lo que más temía se estaba haciendo realidad, ya que no había nada más peligroso que luchar contra un enemigo capaz de razonar. De manera impulsiva apreté mi palma alrededor del mango de mi afilada espada mientras que mis orbes veían atentamente como los elfos huían de sus hogares para comenzar a correr hacia todas las direcciones tratando de salvar sus propios pellejos sin tomarse siquiera la molestia de tratar de ayudar a los niños que lloraban o a los propios ancianos incapaces de poder correr; ellos simplemente estaban decididos a sobrevivir, aun si eso significaba sacrificar a alguien más. Una parte de mi realmente comprendía el por qué se estaban comportando de aquella manera, pero aun cuando era capaz de entenderlo, no pude evitar el correr en dirección de una de las chozas que apenas se estaba manteniendo en pie. En un completo silencio presioné la suela de mi zapato sintiendo como la pared creada por barro y piedras se mecía indicando que prontamente caería sobre aquella embarazada mujer.

—¡Corre! —bramé en el momento que ella me observó sorprendida de que alguien se hubiese detenido en ayudarla—¡CORRE! —alcé aun más mi voz obligando de esa forma a que ella se levantara comenzando a correr en dirección de un hombre que estaba haciéndole señas desde la lejanía.

Con fuerza empujé mi pierna contra la pared haciendo que esta se derrumbara hacia el frente. Me quedé durante unos segundos en completa soledad notando como el polvo propio de los escombros se levantaban obstruyendo durante unos segundos por completa mi visión, permitiendo que mis demás sentidos fuesen capaces de tomar protagonismo. En silencio me mantuve en mi sitio escuchando los gritos de agonía por parte de los elfos, acompañado por el llanto desolado de los niños y el crujido de las chozas siendo consumidas por el fuego y los pies de los orcos. Ellos morirán... no podré salvarlos, y era abrumador el pensamiento de que esto se estaba volviendo lo suficientemente familiar para dejarme un amargo sabor de boca. Aun cuando las emociones ajenas comenzaban a apoderarse de mi cuerpo, el suave llanto proveniente de una niña acaparó por completo mi atención. Emma..., mi cerebro rápidamente me hizo recordar el por qué había salido, bruscamente me giré posando mi vista en dirección de donde la había visto por ultima vez, para mi suerte la pequeña niña seguía estando en su sitio.

De mostrando una inteligencia tan impropia para la edad que aparentaba, la niña se las había arreglado para escabullirse detrás de los cuerpos apilados propios de los elfos masculinos, manteniendo en todo momento al pequeño bebé escondidos en sus cortos brazos. ¿Lo ha decidido por instinto?, me pregunté notando como cada punto las pilas de los cuerpos inertes de los elfos estaban siendo dejados, demostrando de esa simple manera las evidentes intenciones de los orcos: ellos solo querían a las elfas.

Mi corazón se paralizó en el momento que noté como uno de los orcos: el mismo que se había estado manteniendo, destrozando las viviendas aun intactas de su alrededor, se había enfocado en los cuerpos inertes de los elfos. No fui capaz de moverme al ver que él se estaba fijando en la misma dirección en la que Emma se encontraba, temía que el moverme pudiese provocar que él notase su presencia, pero para mi desgracia comenzó a caminar a grandes zancadas hacia su dirección demostrando de esa forma el haberse percatado de su pequeña presencia, como si de alguna manera inexplicable fuese capaz de oler su existencia. Maldición... Ella no..., fue todo lo que mi mente pudo razonar mientras que mis piernas velozmente comenzaban a moverse hacia su dirección. Hice todo lo posible por llegar lo más rápido que mi cuerpo era capaz de ejercer, mi dolía los pulmones ante la fuerza con la que estaba respirando, tomaba grandes bocanadas de aire al mismo tiempo en que daba zancadas tratando de esquivar los cuerpos muertos que estaban interrumpiendo mi llegada. No la toques, supliqué al notar como el orco estiraba de su amplia mano dispuesto en agarrar el frágil cuerpo de la menor. No lo permitiré... no a ella, y la desesperación de volver a joderlo todo, de no ser capaz de hacer nada bien me hizo entrar en una agonía que nubló por completo mi visión.

—Ignis sagittas—Bramé moviendo mi mano como si estuviese de alguna manera tratando de alcanzarla.

Para mi sorpresa, había logrado el conjurar un hechizo sin siquiera saber donde lo había aprendido, consiguiendo de esa manera el observar con genuina sorpresa como las flechas de fuego viajaban violentamente en dirección del orco estampando directamente en su amplio pecho. Tan solo por un momento realmente pensé que me las había arreglado para matar al orco, pero para mi desgracia este simplemente dio un paso hacia atrás golpeando confundido su pecho como si más que sentir dolor estuviese sintiendo una desagradable molestia. Visiblemente desconcertado alzó su mirada encontrándose con mi existencia, estoy en problemas, pensé sintiendo mis cuerpo tenso ante la forma en que había abierto su boca. Con fuerza comenzó a rugir logrando que el lastimar mis tímpanos: era tal la fuerza con la que estaba rugiendo, que deseaba fervientemente el taparme los oídos, pero sabía que no podía perder mi tiempo en algo como eso, así que simplemente ignoré el malestar y continué corriendo, queriendo llegar de una buena vez.

Aun cuando mi ataque no había sido realmente efectivo, por lo menos me las había arreglado para alcanzar a la pequeña Emma, quién, era mi objetivo principal. Francamente, no tuve tiempo de poder pedirle que cerrarse sus ojos, con suerte había conseguido el colocarme frente a ella obstruyendo con mi cuerpo su campo de visión, mientras que, sin siquiera pensar en cómo saldría de esta situación tomaba la decisión de comenzar a blandir mi espada deslizando suavemente la hoja de mi espada por la muñeca del monstruo quién evidentemente había tenido toda la intención de atraparme. Su amplia palma no tardó en caer frente a mis pies logrando el escuchar su grito de agonía mientras que la sangre verdosa empapaba parte de mi quijada y cuello.

Era pegajoso.

—Mantente detrás de mí—ordené por sobre los gritos de agonía de los elfos y del monstruo con quién estaba luchando—no tardaré demasiado—mentí descaradamente, siendo consciente que tenía que simplemente relajarla de alguna manera.

A pesar de que me estaba demostrando el verme confiada, realmente me encontraba en un aprieto. Sinceramente, supe de inmediato que estaba luchando con un ser resistente al notar como este aun ante su falta de extremidad se las arreglaba para lanzarme un puñetazo dispuesto en reventar mi cuerpo. Para mi desgracia no podía moverme con la facilidad que a mi me hubiese gustado porque debía proteger a Emma, así que simplemente atiné a mover mi espada cortando cada centímetro de piel que mi ataque era capaz de brindar: realmente quería asegurarme de todas las maneras posible que él no fuese capaz de ir tras la pequeña.

Hice todo lo posible por centrarme en matarlo. Hice mi mejor esfuerzo por no pensar en todo lo que podría salir mal, porque sabía que, si llegaba a aparecer otro orco, no seria realmente capaz de ganar.

—Sagittae Pluvia—murmuré sin saber lo que significaba notando como gotas de fuego comenzaban a caer sobre el cuerpo del orco.

De un parpadeo a otro, frente a mí, se encontraba un orco completamente envuelto entre las llamas. ¿Yo he causado eso?, pensé sorprendida de notar como este habia comenzado a correr avivando las llamas que consumía su cuerpo, logrando que los demás orcos en vez de atacar a los elfos se enfocasen en su compañero queriendo ayudarlo de alguna manera, así que tienen sentido de compañerismo, pensé mientras que me giraba agarrando sin siquiera preguntar el pequeño cuerpo de Emma junto al bebé que parecía ser consciente de que no debía llorar en estos momentos.

—Ahora están a salvo—aclaré suavemente notando como aquella niña era idéntica al recuerdo que aún se mantenía fresco en mi mente.

Emma, simplemente era Emma.

Estuve genuinamente tentada en pedir perdón, perdón por no haber sido capaz de proteger a su padre, perdón por no haber sido capaz de realizar correctamente mi labor como capitán, perdón por dejarlo sin el héroe que esperaba constantemente que llegase a casa, perdón por quitarle todo lo que amaba, perdón por volver a su padre un simple recuerdo, pero realmente no pude hacerlo al ver como la atención de los orcos se centraba en mi persona. Oh,oh, fue todo lo que pude pensar mientras que, por instinto retrocedía notando alrededor de diez orcos corriendo hacia mi dirección teniendo toda la intención de vengar a su hermano caído.

Chaeyoung, le llamé sabiendo que existía la posibilidad de que no apareciera ante el repentino estado en que se había estado manteniendo en el último tiempo, pero para mi tranquilidad y suerte, rápidamente el espíritu hizo acto de presencia en forma de cacharro de tigre posando frente a mi en señal de estar a mi disposición, sigues siendo demasiada pequeña, pensé mientras que mordía el interior de mi mejilla siendo más que consciente de que no debía estar exponiéndola, pero a la vez, sabía que todos íbamos a morir si es que no hacía algo al respecto, así que aun con la preocupación golpeando constantemente mi nuca decidí dejar a la pequeña Emma sobre su lomo junto con el bebé asegurándome de que esta no se deslizara del pelaje ajeno.

—Corre lo más lejos que puedas... asegúrate de mantenerlos a salvo—supliqué a la vez que presionaba mi palma entre sus orejas notando como sus ojos llenos de preocupación no dejaban de observar mi tranquilo rostro—voy a estar bien—aclaré, pero ella seguía sin moverse—sabes perfectamente que serás la primera en notar si es que algo no llega a estar bien, así que no te preocupes—le recordé consiguiendo que inclinase su cabeza para así presionar su cálido pelaje sobre mi palma.

No tengas miedo, tu madre va a estar bien.

—¡HUMANA! —y el grito de unos de los orcos me hizo alzar la mirada viendo como él era el más grande de todo su clan—¡TU. MORIR. HUMANA! —tenía un pésimo dialectico, pero había entendido sus evidentes intenciones.

—Vete Chaeyoung—ordené mientras que me enderezaba elevando mi espada en señal de lucha.

—¡TU! ¡TIGRE!

El orco ordenó a uno de sus secuaces a que fuese tras Chaeyoung, pero yo rápidamente, y sin necesidad de alzar la voz, lancé un bola de fuego directo a los pies del monstruo logrando que este perdiera el equilibrio enterrando su rostro contra la tierra.

—¡HUMANA!

Y el orco quién, al parecer, se trataba del jefe del clan no dudó en correr hacia mi dirección balaceando aquella pesada rama con toda la intención de asesinarme. Realmente fue toda una sorpresa para mi el notar la rapidez con la que se las había arreglado para acortar la distancia entre mi anatomía y la suya, tan rápido había sido este bastardo que no tuve tiempo de poder esquivar el ataque cuando este ya estaba siendo dirigido contra mi torso. Por impulso contraje mis brazos directamente contra mi pecho tratando de proteger mi caja torácica mientras que infundía gran parte de mi maná alrededor de mi cuerpo como si de un escudo se tratase, pero aun cuando logré el protegerme, el golpe que recibieron mis antebrazos fue lo suficientemente violento para que yo fuese capaz de escuchar el crujir de mis huesos llenando mis oídos al mismo tiempo en que salía inyectada hacia atrás atrapando una de las paredes que aun estaban en pie.

Los escombros cayeron sobre mi cuerpo, podía sentir el sabor metálico envuelto en mis papilas gustativas mientras que el dolor en mis brazos se extendía hasta los hombros.

—¡Kugh! —tosí con fuerza sintiendo como la sangre salpicaba mis propias mejillas—¡ugh! —me quejé al mismo tiempo en que me giraba notando como el orco me veía desde la lejanía sorprendido de notar que yo seguía sin vida—mierda... eso dolió.

De alguna manera me las arreglé para volver a colocarme de pie aun sabiendo que el hacerlo solo traería mi propia muerte. En silencio alcé mi mirada notando como el orco en un completo silencio elevaba su mano provocando que los demás monstruos simplemente se quedasen en su sitio, ignorando por completo como las elfas corrían lejos de ellos.

Era evidente la diferencia de nivel. No quiero asumir las cosas, pero al parecer, me había metido con su Rey.

Genial... lo que me faltaba.

En un completo silencio me las arreglé para tomar mi espada sintiendo el crujir de mis huesos fracturados suplicando clemencia. Dolía, mierda, dolía demasiado, pero aún sintiendo aquel ferviente dolor punzando a través de mis extremidades me negué rotundamente a soltar mi arma. Simplemente ignoré el malestar comenzando a caminar hacia su dirección, demostrando de esa simple manera que aun podía continuar con la pelea.

ɗan mutum nawa ne (la humana es mía)—comentó algo que yo no fui capaz de entender, por lo cual, asumí que debía estar hablando en su lengua original—mata ba komai (las mujeres no importan)—continuó logrando que el resto de los orcos simplemente asintieran con su cabeza—za su ci gaba da farauta idan matar ta mutu (seguirán con la caza, cuando asesine a la humana) —agregó consiguiendo que el resto de los hombres rugieran con cierta emoción.

Por impulso me llevé el dorso de mi mano contra la comisura de mi boca limpiando los restos de sangre fresca que aún permanecían en esa zona: no le iba a dar oportunidad que notase ninguna debilidad en mí.

—¡Oye cabeza de puerco! aun no me he dado por vencida—le insulté al notar como me estaba ignorando.

El hombre tras escucharme simplemente me miró como si no fuese la gran cosa para él.

Kai mai rauni ne (eres débil) —comentó alzando su mentón—Tu. Mujer. Débil—me insultó sin más al darse cuenta de que no había sido capaz de entenderle—no servir. Muere—aclaró mientras que elevaba su rama dispuesto en volver a atacarme.

A pesar de que no había disminuido ni siquiera un poco la velocidad abismal de su ataque, de alguna manera me las arreglé para prepara una contramedida antes de que mi boca volviese a estar envuelta por la sangre de mis órganos. Al notar como se inclinó, rápidamente moví mi torso escuchando perfectamente el crujir de mis huesos tratando de acomodarse en el interior de mis brazos, francamente, era un dolor que no se lo desearía a nadie, podía sentir la desesperación de los huesos por volver a encajarse, estaba siendo agonizante, pero aún así, decidí simplemente ignorar lo que estaba ocurriendo mientras que balanceaba perfectamente de mi espada consiguiendo que esta se deslizara sobre la rama cortando gran parte de esta. El orco tras notar como los pedazos de madera comenzaban a caer sobre la arena no pudo evitar el mirarme con sorpresa; parecía aturdido de ver que su arma había sido tocada por mi espada.

Por la expresión que realizó era evidente que él no había esperado que yo fuese capaz de igualar su ataque, parecía confiado que ni siquiera iba a ser posible el siquiera tocarlo. Lástima que no fuese consciente de con quién se estaba metiendo.

Rápidamente me abalancé contra él, a pesar de que era mucho más alto que yo, me las arreglé para cortar superficialmente su estómago escuchando el fuerte gruñido que soltó como respuesta. Por impulso di un paso hacia atrás notando una tenue estela de polvo elevándose ante mis acciones. En silencio observé como el orco se llevaba su amplia palma contra su duro vientre viendo con irritación su viscosa sangre envuelta sobre sus dedos: no parecía contenido por mi ataque, pero tampoco preocupado por morir. Francamente, no era rival para él, probablemente solo el Duque podría llegar a manejar a alguien de su nivel, eso explicar por que los elfos crearon la barrera, pensé mientras que veía como el orco sonreía como si estuviese disfrutando el hecho de que fuese mi turno el estar confundida, ¿Qué sucede?, pensé sintiendo una suave brisa a mi costado, confundida giré mi rostro notando como un mazo se balanceaba directamente a mi cabeza, ¿Eh? ¿Voy a morir?, pensé sin poder siquiera moverme.

Al parecer, habia sido parte de su estrategia desde un principio, ya que antes de que el mazo me diera contra el cráneo, el orco bruscamente enterró su pie contra la boca de mi estómago haciendo que de un solo movimiento yo tuviese que retroceder lo suficiente para quedar a una distancia considerable entre su cuerpo y el mío. Sin siquiera tener oportunidad de poder reaccionar mis rodillas colisionaron contra el suelo al mismo tiempo en que llevaba mis palmas contra mi estómago sintiendo como la bilis subía hacia mi garganta. Sin tener ninguna oportunidad de detener las náuseas, decidí inclinarme comenzando a vomitar la suficiente cantidad de sangre para considerarlo un problema que tratar.

No pude hacer nada ante la sangre que continúa siendo expulsada por mi boca, por mucho que traté de llevarme mis manos hacia los labios, el liquido caliente con sabor a metal continuó deslizándose a través de mis falanges dándome un aspecto completamente miserable. Me quedé en mi sitio completamente indefensa mientras que podía escuchar como el orco tranquilamente comenzaba a acercarse en dirección de donde yo me encontraba, dispuesto en matarme de una buena vez. Aun cuando había sido consciente de que no podría ganarle, realmente tuve la esperanza de poder encestarle, aunque sea un buen golpe, que me diese oportunidad suficiente para poder escapar, pero él era fuerte, probablemente el ser más fuerte con el que había llegado a luchar, su defensa era casi perfecta y su cuerpo, parecía ser construido por el mismismo cemento; era un ser que no podría morir con tanta facilidad. Me sentía frustrada al aceptar que mis ataques se habían convertido en un simple chiste ante la comparación de los suyos.

El orco estaba a un nivel que probablemente yo jamás podría llegar.

—Mujer. Kun yi hasara, dole ne ku mutu (perdiste, debes morir) —comentó en su dialecto mientras que agarraba con fuerza de mi cuero cabelludo obligándome a tener que alzar la mirada. Jadee adolorida sintiendo como la sangre se deslizaba por mi mentón—dole ne ku biya da ranku, don cutar da ni (debes pagar con tu vida por haberme lastimado) —agregó al mismo tiempo que deslizaba sus dedos contra mi garganta probablemente con intenciones de estrangularme.

Una parte de mí no quería irse sin seguir luchando, estaba tan acostumbrada a luchar para sobrevivir, que ahora se sentía un tanto amargo el aceptar la muerte sin más, no me sentía a gusto, mucho menos al saber que moriría sin cumplir mi deseo de regresar al Ducado en búsqueda de respuesta, ¿Realmente todo se acabó?, me pregunté sintiendo como el orco cada vez apretaba con más fuerte alrededor de mi garganta, ¿Por lo menos Emma está a salvo?, deseaba saber si al menos había conseguido salvar una vida, quería saber si por fin conseguí limpiar aunque sea una milésima de mi sucia alma.

No te rindas, y mi cuerpo se tensó al oír una suave voz rebotando en el interior de mi cabeza; sonaba tan suave, tan cerca de mí, que la piel de mi cuello se erizó por completo, por favor, no me dejes, ¿Chaeyoung?, fue lo primero que pasó por mi mente, así que rápidamente traté de saber si realmente era ella quién por fin se estaba comunicando conmigo. Francamente, a pesar de que esta era la primera vez que la escuchaba tan nítidamente, por alguna extraña razón, no me sentía tan sorprendida como creí que estaría, tenía una extraña sensación de Deja Vu que me incomodaba; sentía que era una situación que ya había vivido, pero eso no era posible, estaba segura de ello. No me dejes, por favor... no así, no de esta forma, y ella rápidamente me respondió de forma suplicante, consiguiendo que yo impulsivamente llevase mi mano libre contra la muñeca del orco. Él me miró desconcertado mientras que yo podía sentir un cálido ardor envuelto alrededor de mi núcleo; Chaeyoung estaba traspasando parte de su maná, luchando fervientemente por mantenerme con vida. Dime... ¿La niña esta bien?, pregunté al mismo tiempo en que llevaba mi mano libre contra mi espada aferrando mis dedos al mango de este, la he dejado en un árbol, no la podrán encontrar, y sonaba confiada lo que me tranquilizó. Buen trabajo, la felicité a la vez que movía mi brazo enterrando mi espada contra el ojo del orco.

—¡AAH!

El grito ensordecedor proveniente del orco llenó por completo el repentino silencio que envolvía el lugar. Rápidamente esté me soltó llevándose ambas manos hacia la zona donde había atacado, mientras que yo simplemente me llevaban los dedos contra el cuello siendo consciente que tendría mi piel envuelta por un gran moretón. Ha... bastardo duro, pensé manteniendo mi atención en la forma en que él seguía quejándose, pero sin verse realmente afectado, lo que demostraba que ni siquiera con eso yo había sido capaz de matarlo: es un sentimiento desagradable.

¡ZAN KASHE KU, MACE! (voy a matarte, perra) —bramó con todas sus fuerzas mientras que elevaba su pierna enterrado la suela de su zapato nuevamente con la boca de mi estómago.

Caía de espalda contra el suelo sin posibilidades de poder defenderme quedando completamente indefensa, realmente no tuve tiempo ni fuerza para poder huir o siquiera defenderme, de forma patética me mantuve en mi sitio sintiendo como, de forma brusca la suela de su zapato se impactó contra mi esternón: era evidente su deseo de querer asesinarme, pero para su desgracia, el acabar conmigo no sería del todo sencillo, ya que me quedaba reserva de maná en el interior de mi núcleo, así que este instintivamente se transformó en una fina capa protectora reforzando por completo mi torso. El único problema es que no poseía maná infinito, así que realmente era cuestión de tiempo en que uno de sus ataques por fin me llevaría a mi muerte.

Realmente pensé que moriría, sorprendentemente tras apuñalar su ojo estaba decidida en dejar de luchar, no tenía fuerza ni ganas de seguir viviendo una vida que no quería. De verdad estaba cansada, agotada de tener que hacerme cargo de cosas que no me correspondían, harta de no poder quitarme este estúpido deseo de querer proteger al resto, fatigada de seguir viendo que todo sale mal. No podía continuar perdiendo lo que amaba. No quería seguir con todo esto, pero para mi mala suerte, Dios, el diablo, la Santa o lo que sea que haya en este maldito mundo se las arregló para nuevamente mantenerme con vida, demostrando que aun no era momento para que diera mi tan anhelado último suspiro. Bruscamente los golpes en mi pecho fueron detenidos, aun cuando el maná había estado en todo momento cubriendo mi cuerpo, el daño en el interior de mis órganos era de preocupar; podía sentir con cada respiración como los huesos de mis costillas se movían en su interior, como si estuviesen flotando en la nada misma.

—¡Ugh... Agh...!

No podía moverme, sentía que el simple hecho de pensar en hacerlo me agotaría, así que simplemente giré mi rostro viendo como el orco había caído en el suelo y un gran tigre de pelaje rojizo mordía violentamente su cuello. No supe que decir, al notar como los demás orcos se lanzaban contra el animal dispuesto en matarlo, corre, ordené sin saber el por qué lo estaba haciendo, pero aquel extraño animal simplemente se las arregló para acabar con un par de orcos demostrando ser lo suficientemente poderoso para convertirlo en un buen contrincante, protegeré a mi madre, y la voz de Chaeyoung resonó en mi cabeza provocando que yo frunciese el ceño al no entender la situación. ¿Eh?, pensé notando como el tigre giraba su rostro mostrando su hocico empapado por la sangre, espera... ¿Chaeyoung?, pensé sintiendo como cada bocanada de aire que tomaba lentamente se volvía más dolorosa.

—¡Protejan a la humana! —y por fin llegaron el escuadrón que Bom había mencionado.

Tardaron demasiado, idiotas, pensé viendo como los elfos comenzaban a luchar contra los orcos que quedaban, llegando un punto en que estos al ver que su jefe había sido asesinado simplemente decidieron huir con las manos vacías.

En un completo silencio y sintiendo como la sangre se filtraba por cada orificio que poseía este cuerpo decidí posar mis ojos hacia el frente notando como la barrera que protegía el palacio por fin caía. Francamente, fue cuestión de segundos en notar la presencia de Bom corriendo rápidamente hacia mi dirección con el maldito anciano detrás de ella. No hagas esa expresión, pensé al notar sus cejas juntas y como las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

Verla preocupada, me hizo sentir miserable.

—¡Sharon! —y ella me llamó en el momento en que sus rodilla se azotaron contra el suelo. Sus dedos rápidamente tocaron mi rostro, parecía desesperada por verme con vida—¡Eres una idiota! ¡Una imbécil! ¡¿Qué tienes en la cabeza?! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Pudiste morir! ¡¿Qué haría yo sin ti?! ¡Idiota! ¡Te odio!... —me insultó sin parar, sin siquiera respirar mientras que se llevaba las manos contra su rostro tratando de ocultar las lágrimas que resbalan sin parar— e~estaba tan asustada... ¡Buaa! —y comenzó a llorar con todas sus fuerzas.

No tenía la fuerza necesaria como para poder disculparme, así que simplemente la observé hasta que mis párpados fueron lo suficientemente pesado como para poder mantenerlos abiertos. Haa... ¿Volveré a esa asquerosa oscuridad?, me cuestioné sintiendo como cada vez me costaba más el mantenerme despierta.

Fue cuestión de segundos los que me tomó en perder por completo el conocimiento. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro