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No seré un reemplazo

Recomendación: Somewhere only we know/ Keane

Narrador omnisciente.

Hyunjin ingresó al Ducado en un completo silencio con la joven princesa entre sus brazos. El ambiente en su hogar era frío y terrorífico, tras la muerte de su hermana menor y la respectiva salida de su madre junto a su hermano las cosas habían cambiado por completo en el Ducado, él lo sabía, pero no tenía intenciones de querer arreglar las cosas con sus familiares que aún estaban con vida, porque sabía que el obligar a su madre a pasar tiempo frente al hombre que estuvo relacionado con la muerte de su propia hija no sería algo que ella pudiese soportar con tanta facilidad. Hyunjin con tranquilidad le hizo una señal a unos de los caballeros de su prometida, le indicó con una simple mirada que fuera a buscar a las sacerdote mientras que él terminaba de trasladar a la princesa hacia la habitación que ambos compartían. A pesar de que Jackson y Jungkook notaron la forma en que Hyunjin había observado a Hyeon apretar los dientes para luego simplemente girarse comenzando a caminar en busca de la mujer que anteriormente había curado a su joven señorita ya fallecida. Hyunjin ni siquiera se tomó la molestia de darle un vistazo, en silencio siguió su camino a través del largo y frío pasillo notando con preocupación como la mujer que tenía entre sus brazos su consciencia iba y volvía a cada pocos minutos, en sí, él no era capaz de poder imaginarse cuanto debía estar sufriendo, sabía que le dolía por cada suave queja que brotaban sus labios cuando la consciencia le regresaba, fue testigo de la forma en que lloraba aferrando sus dedos contra su camiseta mientras que el nombre de su hermana menor salía de su boca, no quería admitirlo porque no era correcto, pero ser consciente que ella buscaba a Mina hasta en esa situación le molestaba, pero no sabía realmente el por qué de su molestía. 

El Duque había estado con ambos en el interior del carruaje, en silencio presionó un par de compresas que los mismos sirvientes del Rey a regañadientes le habían dado tratando de esa forma detener la hemorragias que brotaban de las heridas de la inconsciente princesa. Hyunjin molesto exigió la presencia de los sacerdotes ante el estado deplorable en el que se encontraba su prometida, pero el Rey con esa actitud arrogante y superficial indicó sin mucho interés que estos estaban fuera del palacio. Hyunjin hizo un gran esfuerzo por no levantarse y atacarlo, pero su padre ni siquiera se esforzó, él, con rapidez se puso de pie y con una fría mirada le indicó al Rey que las cosas no se iban a quedar así. Francamente, esa fue la primera vez que Hyunjin fue testigo del miedo en los ojos del hombre que mandaba en el reino. Luego de ese percance, al regresar al Ducado, su padre simplemente caminó directo a su despacho, Hyunjin no preguntó el por qué no quiso acompañarlos hasta la habitación, a pesar de que el Duque no lo había dicho a viva voz, por la forma en que miró la espalda descubierta de Nayeon supo de inmediato que él no era capaz de ver como sería curada, quizás por el mero temor de recordar vívidamente lo que había visto el día en que su pequeña hija había sido torturada bajo la tachada de castigo real. 

Al entrar en la habitación con cuidado recostó boca abajo a la princesa dejando su espalda lastimada a la vista de cualquier persona que estuviese en el interior de la silenciosa habitación. Preocupado de estar empeorando sus heridas decidió dejar las sabanas hasta el borde de sus nalgas. Ella estaba desnuda así que él tuvo que mirar hacia otra dirección para no ver su blanca piel. Las mejillas rápidamente se le calentaron mientras que terminaba de arreglar la cama colocando un par de almohadas bajo el cuerpo de la princesa para dejarla lo más cómoda posible. Al finalizar simplemente se arrodilló frente al colchón notando como su prometida estaba con su rostro apuntando hacia su dirección, pero con los párpados cerrados en señal de estar plácidamente dormida o lo suficientemente inconsciente para sentir el dolor que debía estar aún envolviendo sus frescas heridas. El chico se quedó en un completo silencio con sus rodillas presionadas en el duro suelo y los ojos color rubí fijos en la manera en que ella estaba recostada, por impulso estiró su mano notando las heridas envuelta en el dorso de su mano ante el agarre que había hecho para detener la paliza unilateral que ella estaba recibiendo, ¿Por qué lo detuve? se cuestionó sabiendo que, si hubiese sido en otras circunstancia no hubiese interferido por temor de que las cosas salieran peor, ¿Por qué lo hice por ti? no podía evitar el llenarse de preguntas mientras que agarraba entre sus dedos uno que otro largo mechón oscuro que cubría las facciones de la princesa, ¿Por qué es distinto? se cuestionó dejando el mechón detrás de la oreja de la silenciosa princesa, ¿Por qué no puedo dejar de sentir culpa?

—Vas a estar bien—el chico comentó en un suave murmullo mientras que giraba bruscamente de su rostro al escuchar la puerta abriéndose. En silencio observó como la joven sacerdote en un completo silencio ingresaba en el cuarto comenzando a caminar hacía donde él se encontraba, viendo durante uno segundos las heridas que cubrían la delgada espalda de la princesa—por favor...—pidió a la vez que se colocaba de pie notando como la mujer ni siquiera parecía estar prestándole atención. Con calma ella estiró su mano presionando sus dedos sobre las heridas—no permita que siga sufriendo—suplicó sintiéndose repentinamente inquieto por estar pidiendo por la seguridad de su joven prometida. 

¿Huh? ¿Qué me sucede? se cuestionó llevándose una de sus grandes manos hacia su rostro tratando de cubrir la ansiedad que se veía en su expresión mientras que, con la otra mano simplemente la envolvió en su abdomen tratando de esa forma el poder sentirse algo más tranquilo. No se movió de la habitación a pesar de que la presencia de los caballeros de su prometida comenzaban a hacerlo sentirse inquieto. Estaba preocupado, así que se quedó de pie a los pies de la cama observando como la sacerdote llevaba a cabo el tratamiento. Francamente, esta no era la primera vez que Hyunjin la veía actuar, luego de la lucha que tuvo su hermana con su primo Siwon en el torno de la sucesión del Ducado había visto la facilidad que ella tenía para curar las heridas ajenas, y a pesar de saber que tan grande era su titulo como sanadora, el notar la forma en que las heridas de Nayeon se cerraban no pudo evitar el nuevamente sorprenderse. El chico apretó sus labios dando un paso hacia adelante al escuchar el suave jadeo de la pelinegra resonando en el silencio lugar, francamente, aún no sabía el por qué se estaba preocupando tanto, no sabía si lo estaba haciendo por el recuerdo de su hermana o si tenía otras intenciones, en sí, no había pensado mucho al respecto, porque le daba pavor encontrar una respuesta que no le gustase. 

—Fuera de acá—ordenó el muchacho hacia los guardias de su prometida al notar como la sacerdote se había puesto de pie. Estos, en un principio no estaban a favor, pero solo bastó recibir una dura mirada por parte del joven heredero para agachar la cabeza saliendo obedientemente del lugar. Cuando se aseguró que nadie más estaba en la habitación, de forma inquieta decidió acercarse donde la mujer notando la piel de Nayeon blanca y libre de heridas. Se sintió agradecido, y eso lo avergonzó así que de forma impulsiva miró hacia otra dirección—hizo un buen trabajo—aclaró notando como la mujer solo lo miraba en silencio, para luego girarse caminando en dirección de la salida sin siquiera tomarse la molestia de despedirse de él—déjeme aco...—se quedó en silencio al sentir algo tirando de su camiseta, confundido agachó la mirada notando los delgados dedos de su prometida aferrándose a su camiseta.

—No te vayas—suplicó haciendo que él, de forma impulsiva se llevara nuevamente una de su manos hacia su rostro sintiendo el calor abrasador envuelto en sus mejillas. Por impulso se mordí la lengua tratando de poder castigarse ante las emociones que invadían su patético cuerpo—por favor...—pidió en un suave murmullo que lo hizo arrodillarse siendo completamente incapaz de poder alejarse.

—Estoy acá—aclaró aún cuando sabía que ella debía estar pensando en su hermana menor. A pesar de que jamás iba a salir de su boca, habían veces, sobre todo cuando escuchaba a su padre llorando en el interior de su despacho a altas horas de la noche, que Hyunjin realmente deseaba ser la prioridad de alguien más. Deseaba ser la primera opción, el primer llamado, el primer llanto, ser la razón de la preocupación de su padre o de su madre, pero a pesar de ser el hermano mayor y el próximo heredero, él no era la prioridad de nadie—siempre estaré acá—confesó agarrando suavemente de la mano de Nayeon sintiendo como ella apretaba con fuerza de sus dedos en un vano intento por no perder el calor que emanaba su cuerpo—aunque no sea a quien quieras... siempre estaré para ti—confesó sintiéndose miserable. 

Nayeon con cuidado abrió los párpados notando aquellos ojos rojizos que tanto anhelaba. En silencio presionó sus codos contra el colchón levantando un poco su espalda para quedar a la altura de aquel rostro que tanto conocía, pero el del cual no amaba.

—Mina no regresará, ¿Verdad?—cuestionó provocando que Hyunjin tensara los hombros sorprendido por la repentina pregunta que ella realizó. Al ser incapaz de dar una respuesta afirmativa decidió patéticamente mirar hacia otra dirección sintiendo su mirada fija en su quijada—...—se quedó en silencio soltando una seca carcajada para luego simplemente girarse sin importar dejar su pecho al descubierto. Hyunjin al percatarse del poco interés por su parte, simplemente agarró con fuerza de las sábanas y las llevó hasta el cuello de la chica sintiendo las orejas hirviendo por ver nuevamente sus pechos al descubierto—... te pareces a tu hermana—comentó llevándose el dorso de su mano contra su frente—ambos tímidos... ambos preocupados por mi bienestar... ambos sufriendo en silencio—murmuró mientras que Hyunjin simplemente presionaba sus manos contra sus propios muslos sintiendo que no era correcto tratar de tocar a la chica—... ella murió tratando de protegerme—aclaró en alto permitiendo que el chico notara como le temblaba el mentón—ella me empujó aun cuando sabía que podía perfectamente esconderse—continuó hablando girando su mano para poder cubrirse con la palma sus ojos—la odio... la odio tanto.

Hyunjin no dijo nada. Esta era la primera vez que escuchaba a la chica diciendo abiertamente que odiaba a su hermana menor, así que la dejó tranquila, sabiendo que llevaba guardándolo por muchísimo tiempo. El alto muchacho mantuvo sus manos sobre sus muslos observando como Nayeon lloraba limpiándose agresivamente las lágrimas.

—¿P~Por qué?—cuestionó en alto mientras que sus brillantes lágrimas resbalaban por sus sonrojadas mejillas. Hyunjin continuó mirándola recordando fácilmente aquella vez que la escuchó prometer en el aire que no volvería a llorar. Notarla en ese estado le hizo entender que tan doloroso era para ella el simple recuerdo de su hermana menor, lo siento, se disculpó por inercia pensando que era necesario el por lo menos sentir arrepentimiento por las cosas que Mina había hecho en la vida de la chica—¿Por qué me jodiste la vida? ¡¿POR QUÉ LO HICISTE?!—y lo preguntaba con fuerzas como si estuviese esperando con desesperación el oír una respuesta que claramente jamás tendría—años de miseria, años de tener que vivir bajo un techo que no me sentía a gusto, años teniendo que soportar los golpes de papá, para qué... ¿Para qué Mina? si ahora ya no estás acá—Hyunjin amplió sus párpados ante la sorpresa que le había causado el escuchar que había existido violencia por parte del Rey, lo mataré, pensó sin poder evitar el sorprenderse ante su propio pensamiento—¿Por qué cambiaste? ¿Por qué me hiciste amarte?—lloró limpiándose con fuerza sus mejillas—ha...ha...—jadeante giró su rostro mirando directamente los ojos rojizos del más alto—te amo—confesó haciendo que él tensara cada fibra de su cuerpo—te amo tanto que no sé que hacer con estos sentimientos—aclaró llevándose esta vez sus manos hacia su pecho—te amo tanto que duele—Hyunjin no sabía que hacer. Estaba paralizado—respirar es doloroso... por favor, haz que deje de amarte.

—P~Princesa—le llamó con suavidad notando como ella se las arreglaba para sentarse. Sus ojos ahora enrojecidos por el llanto vieron en silencio como él se llevaba momentáneamente una de sus manos hacia su propia mejilla teniendo la necesidad de rascarse, aún cuando no sentía comezón—no tengo la respuesta que estás buscando—confesó sabiendo que no había forma de que él pudiese decir algo que la hiciese sentir mejor. Decidió guardar silencio notando como ella se inclinaba—¿Huh?—cuestionó al aire viendo con sorpresa como ella presionaba su mano contra su nuca—¿Qué estas...

Fue bruscamente callado. Se quedó quieto con los ojos completamente amplios viendo en primer plano las largas pestañas de su prometida a escasos centímetros de su cara mientras que sentía sus tibios y secos labios presionándose bruscamente contra los suyos como si estuviese tratando de reafirmar una situación o sentimiento que él no era capaz de comprender. ¿Eh? pensó siendo incapaz de poder entender lo que sucedía mientras que sentía como ella de un solo movimiento audaz decidía agarrar entre sus dedos el cuello de su camiseta. No aclaró el por qué lo estaba haciendo, sin soltar la presión de sus labios tiró de la prenda ajena hacia donde se encontraba su cuerpo, lo hizo con tantas fuerzas que al chico no le quedó de otra más que inclinarse presionando sus gruesas manos sobre el colchón en un vano intento por no perder el equilibrio mientras que sentía como ella rodeaba sus brazos sobre sus hombros como si le estuviese diciendo con aquella simple acción que no tenía ningún deseo de dejarlo en libertad. A simple vista, Nayeon no parecía tener experiencia, aunque no es como que él tuviese mucha que digamos, pero aún así él sabía perfectamente el identificar cuando un beso sería considerado tosco y cuando no. Hyunjin permaneció en su sitio observando el rostro de su acompañante, por un segundo no se percató de ello, pero luego rápidamente notó las silenciosas lágrimas que resbalaban por sus sonrojadas mejillas llegando a toparse con su propio rostro ante la cercanía en ambos. Maldición, esto está mal, pensó sintiendo como ella entreabría sus labios metiendo a fuerza bruta su lengua en un vano intento por sentir su interior, debo detenerla, pensó, pero a pesar de que su cerebro le gritaba que se detuviera, su cuerpo no parecían querer parar. 

—M~Mina...—Nayeon jadeó el nombre de su amada en medio de aquel tosco y desesperado beso haciendo que Hyunjin por fin entendiera lo que estaba ocurriendo. Con cuidado, pero asegurándose de poder crear una distancia, el chico decidió darle un empujón que la hizo recostarse en el colchón mientras que, la misma inercia del movimiento lo hizo estar sobre su cuerpo—ha...ha...—tomó grandes bocanadas de aire viendo como el chico había colocado sus manos sobre sus muñecas dejando ambas por sobre su cabeza. Las sábanas ya habían quedado arrugadas en su cintura así que su pecho nuevamente estaba al descubierto, pero él no parecía estar interesado en ese pequeño detalle. Ella no era tonta, por la forma en que el chico le estaba viendo sabía que estaba caliente, pero a diferencia de los demás nobles que llegaron a tocar suciamente de su cuerpo, esta vez él no parecía estar dispuesto en saltar sobre ella, o por lo menos no de forma repentina—... ¿Vas hacerlo?—cuestionó sintiendo sus manos temblar mientras que veía con interés como Hyunjin simplemente se volvía a sonrojar para luego apretar sus labios, como si estuviese tratando de callar cualquier palabra que quisiese brotar de su boca—esta bien.... de todas formas soy tu prometida—aceptó su destino, como si no hubiese decidido días atrás no volver a dejar ser tocada por otro hombre más. Su acompañante no dijo nada, con calma se mantuvo sobre ella mirándola directamente a los ojos—puedes usar mi cuerpo.

Nayeon se quedó quieta viendo con sorpresa la forma en que él continuaba mirándola. Francamente, esta era la primera vez que veía ese tipo de expresión en él, a simple vista, parecía estar dolido, como si sus palabras lo hubiesen lastimado más que el hecho de haberlo besado sin preguntar si ese era relamente su deseo. No pongas esos ojos, suplicó recordando frescamente la forma en que Mina le miraba cuando la culpa le ganaba, deja de hacer que la recuerde, suplicó notando como él juntaba sus cejas para luego simplemente suspirar. 

—Me gustas—fue un suave confesión, casi tan suave que, si no fuese por el hecho de que la tenía tan cerca ella no hubiese sido capaz de escucharle. Nayeon se quedó en silencio, aturdida de oír las palabras que pensó que solo Mina sería capaz de decir. No supo que hacer, francamente, no esperaba que él sintiese algo por ella—pero sé perfectamente que estás completamente enamorada de mi hermana, y yo no pienso ser un simple reemplazo—aclaró mientras que soltaba sus muñecas para levantarse de su cuerpo tomando momentáneamente asiento a su lado—...—se quedó en silencio dándole una simple mirada—no llores más—pidió estirando su mano para presionar su palma sobre su mejilla—sé que es difícil y que debe de ser insoportable, pero no llores más—murmuró dándole una cálida sonrisa que hizo latir su corazón de una forma que creyó que jamás volvería a suceder. El chico volvió a ese conocido silencio, parecía comprender de una forma errónea el silencio de la pelinegra así que simplemente se puso de pie—... si en algún momento llegas a olvidarte de mi hermana y comienzas a verme como un hombre, entonces... yo... bueno—murmuró lo ultimo mientras que se llevaba su palma contra su nuca sintiendo como el calor abrasador envolvía por completo su cabeza, reaccionando de la misma forma que Mina actuaría si estuviese en su posición—yo aceptaré tus sentimientos—afirmó a la vez que le daba la espalda—mientras eso no suceda, entonces nada pasará entre tu y yo. 

El chico abandonó la habitación tras un largo periodo de silencio por parte de Nayeon. La princesa aturdida se sentó sobre la cama llevándose las rodillas contra su pecho desnudo sintiendo las mejillas calientes y la cabeza dando vuelta ante todo lo que había sucedido; estaba agobiada, no sabía que hacer, en un momento de locura, cuando comprendió que Mina jamás regresaría decidió besar al muchacho solo por qué él era la vivida imagen de quién más amó, pero en el momento que sus labios se posaron sobre los suyos supo que esto no sería un reemplazo. Idiota, pensó la muchacha mientras que se llevaba las manos a su rostro sintiendo la piel caliente y el resto de lágrimas aún humedeciendo el contorno de sus ya irritados ojos, eres una idiota, y no podía evitar el insultarse al comprender que había lastimado el corazón de Hyunjin solo por un egoísta capricho. Lo siento, se disculpó sintiéndose mal consigo mismo, lo siento mucho y continuó disculpándose mientras que escondía su rostro sobre sus rodillas. 

Al otro lado del reino Im se encontraba una joven muchacha de no más de dieciséis años con el cabello negro corto y una máscara igual de oscura que la gran mayoría de su ropa. Tenía los hombros años y una cintura pequeña que hacía dudar de su género real, poseía manos proporcionales a su cuerpo, pero gruesas y toscas lo que indicaban que llevaba trabajar con la espada desde hace mucho tiempo atrás. Poseía unos ojos rojos idénticos al rubí y unas largas pestañas igual de negras que su cabello, a simple vista parecía ser intimidante, pero eso estaba muy lejos de la realidad. La adolescente se encontraba en un completo silencio observando la forma en que sus espíritus plácidamente dormían en forma de tigres mientras que la joven elfa que les acompañaba estaba ya sentada a una distancia consideradamente sana con una fruta morada entre sus manos. Ella comía sin emitir ruido mientras que deslizaba su verdosa mirada del cuerpo esculpido del humano hacía el de los animales quienes no parecían estar realmente interesados en seguir las ordenes dadas por su respectivo dueño. Francamente, Bom creía que el humano era extraño, en el momento que él la compró creyó que sería igual que todos los demás, realmente estaba preparada para verlo perder el control, en realidad, cuando se escapó y el la salvó espero ver salir su verdadera naturaleza, realmente creyó que recibiría una paliza, pero él solo se quejó y después le dio la espalda. Fue extraño, Bom no era capaz de entender las acciones del muchacho, así que trató nuevamente de hacerlo perder el control, pero él solo parecía repelerla. Jamás, le gritó, ni siquiera la tocaba, simplemente el hombre que la compró era un ser peculiar. 

El día que ella asesinó a aquel humano, no lo hizo para querer llamar la atención de su comprador, aquel bastardo olía a sangre, y también a los niños que su dueño había decidió alimentar, así que lo supo de inmediato; ese monstruo había asesinado a los niños del callejón. A pesar de que odiaba a los humanos, odiaba más el hecho de que lastimaran a seres más pequeños que ellos, como los niños por ejemplo, así que esa fue la razón real por la que decidió acabar con sus propias manos aquella patética existencia, lo que no esperaba era notar al muchacho preocupado. Luego de asesinar al otro bastardo creyó que con eso su comprador perdería el control, estaba preparada para recibir una paliza, o por lo menos para quedarse una semana sin comida, pero en vez de eso, él simplemente la levantó y la sacó de aquel lugar antes de que la misma multitud se encargase de asesinarla. Esa fue la primera vez vio a un humano preocuparse tanto por un elfo. Humano extraño, pensó la chica mientras que continuaba comiendo sin estar realmente preocupada por su alrededor. 

Se iba a cumplir dos semanas desde que los cuatros habían llegado al bosque. Tras el asesinato que cometió la joven Bom, Mina no le quedó de otra más que adentrarse lentamente en la densa vegetación haciendo lo posible por no ser atrapadas. A pesar de eso, en más de una ocasión logró divisar a lo lejos uno que otro humano que se adentraba en el lugar posiblemente en búsqueda de su existencia y de la joven asesina que tenía en su poder. En sí, la elfo no parecía estar preocupada por las consecuencias de sus propios actos, cada vez que veía a los humanos ella parecía estar dispuesta en atacar, así que fue un duro trabajo el lograr mantenerla escondida. En más de una ocasión casi fueron atrapadas, pero gracias a Sooyoung quién, en su forma de animal se las arregló para dejar a la joven elfa sometida bajo su cuerpo. Francamente, Bom no parecía querer cooperar, ni siquiera se atrevía a probar bocado de las cosas que Mina conseguía atrapar con sus propias manos, en sí, la joven muchacha no sabía si se debía a que los elfos no consumían pescado o simplemente ella la odiaba tanto, al punto de preferir morir de hambre que consumir algo dado por sus manos. Al final, Mina decidió simplemente cazar para saciar su propio estómago, logrando percatarse de que la elfo se las arreglaba para encontrar algo que comer, así que supo que de hambre, por lo menos la chica no moriría. El hecho de llevar una máscara las veinticuatro horas del día ya se había vuelto una costumbre, prácticamente algo más de su cuerpo, así que ya no tenía ese deseo incontrolable de querer quitársela. 

Durante las frías noches en el silencioso y oscuro bosque, cuando Bom y Chaeyoung dormían plácidamente Sooyoung no dudaba en regresar a su cuerpo original, como de costumbre se apoderaba del poco espacio personal que Mina tenía alegando que simplemente estaba tratando de compartir su calor a pesar de que la joven pelinegra no sentía frío ante el maná que compartía con los dos espíritus de fuego. Todas las noches, sin falta, la chica se subía sobre su cuerpo comenzando a coquetear sin ningún tipo de descaro, tratando de seducir un corazón que ya tenía dueña mientras que la brillante luna que danzaba sobre sus cabezas se convertía la única testigo de sus fallidos intentos. A simple vista no parecía querer rendirse, y el hecho de ser consciente que estaba frente a una joven inexperta lo hacia todo más emocionante para ella, pero aún así, Mina no dudaba en dejar en claro que ella ya amaba a alguien más, aún así, Sooyoung no daba señales de querer darse por vencida ni siquiera cuando la negación por parte de su contratista cada vez era más fuerte, quizás, el hecho de que Mina estuviese constantemente rechazándola fuese motivo suficiente para que ella se esforzase aún más, quizás creía que en algún momento terminaría por caer, al final y al cabo, era un humano, y ella conocía muy bien a aquella retorcida especie. 

—Mina~... se mi primera vez—susurró Sooyoung contra el oído de la pelinegra, pero esta en vez de sentir alguna provocación por su parte simplemente le dio la espalda acomodándose bien la máscara sobre su rostro. 

—Sigue soñando—fue todo lo que dijo escuchando como Sooyoung soltaba una suave carcajada para luego sentir como su cuerpo de animal se adhería nuevamente a su espalda, indicando que había terminado de jugar con ella.

A pesar de que Mina ya no se sonrojaba con tanta facilidad, si que es verdad, que sus orejas se calentaron ante la simple idea de imaginarse en ese tipo de situación con aquel espíritu juguetón. 

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