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No dejes de amarme

Recomendación: Lana Del Rey – Without You

Pov: Myoui Mina.

La verdad es que jamás pasó por mi cabeza que las cosas llegasen hasta ese nivel. Cuando escuché a aquella desconocida mujer confesar tan libremente cada uno de los pecados que el Rey había cometido a lo largo de su tiranía llegando al punto de atreverse a ordenar la destitución de su cargo, supe de inmediato que la coronación de la princesa tarde o temprano se transformaría en un baño de sangre; debía impedir que ella saliese lastimada, así que rápidamente comencé a deslizarme a través de la alta multitud agradeciendo internamente a Chaeyoung por haberse molestado en cambiar el intenso color de mi cabello dorado por ese oscuro negro carbón que parecía no llamar mayormente la atención. Ella está en peligro, y eso era lo único en que podía pensar mientras que continuaba avanzando a través de los nobles, notando por sobre mi antifaz como el Rey se atrevía a ponerle las manos encima tras notar como no había sido capaz de someter a la mujer que hablaba sin parar, ¿Cómo te atreves? ¿Cómo osas en tocarla con esas asquerosas manos sucias?, me cuestioné sintiendo la sangre caliente. La verdad, es que estaba tan preocupada por el bienestar de Nayeon, que ni siquiera me dediqué a mirar a mi alrededor; solo la veía a ella sintiendo como mi cabeza rápidamente comenzaba a zumbar como un televisor en mal estado provocando que mis tímpanos no fuesen capaces de captar el sonido que me envolvía. Estaba asustada. Podía sentir como mi corazón trataba violentamente de salir de mi garganta mientras que llevaba mis dedos contra mi cintura dispuesta en matar al Rey antes de que este pudiese lastimar nuevamente a mi amada.

Tras llegar no supe que tipo de expresión realicé. Frente a mi estaba el Rey prácticamente recostado en el suelo con sus pies congelados adheridos a las baldosas. El miedo corría violentamente por sus ojos dorados mientras que su cuerpo no tardaba en comenzar a retorcerse sobre el frío ante el repentino hechizo que su acompañante le había brindado.

—¿Qué se siente saber que puedo matarte de todas las formas posibles y que no puedes hacer nada para impedirlo? —Nayeon le cuestionó con una aterradora suavidad mientras que se mantenía en todo momento en cuclillas frente al cuerpo de su padre.

Ella... ella no parecía estar consciente de su alrededor. ¿Qué fue lo que sucedió en mi ausencia?, me cuestioné siendo completamente consciente que aun cuando Nayeon había sido sometido a situaciones horribles, la gran mayoría por culpa de este cuerpo jamás demostró este tipo de hostilidad.

¿Qué fue lo que viviste?, y quería saberlo. Desesperadamente quería entenderla.

—Nayeon...—le llamé sin alzar realmente gran parte de mi voz, pero si lo suficiente para que por lo menos ella fuese consciente de que estaba a su lado.

A pesar de que me escuchó, ni siquiera se tomó la molestia en tratar de mirarme. Simplemente se enfocó en el Rey, como si no quisiese perderse ningún segundo de su agonía.

—Mereces retorcerte en el infierno... pero ya estas casi muerto, probablemente ni siquiera debería ser capaz de sentir tus extremidades ya que la poca sangre que debe quedar en tu cuerpo está tratando de proteger tus órganos—Nayeon me sorprendió ante la tranquilidad con la que estaba respondiendo, eso... tiene sentido, pensé manteniendo mi atención fija en lo que sucedía frente a mis ojos, sin importarme el desastre que estaba sucediendo a mi alrededor.

El silencio volvió a reinar entre las dos. Yo mantuve mi atención fija en su espalda notando como ella no despegaba su mirada del cuerpo del Rey, observando detenidamente como lentamente este estaba perdiendo la vida. Francamente, si ella no lo mataba, él no tardaría en fallecer; su vida dependía de un hilo.

Para mi sorpresa, la pelinegra no dudó en estirar su mano presionando sus dedos sobre su estómago.

—Interitus—murmuró un hechizo.

Cada fibra de mi anatomía se paralizó tras notar como el cuerpo del Rey explotó como si alguien intencionalmente hubiese dejado incrustada una granada en su interior. La sangre, con violencia salpicó a nuestro alrededor aun cuando no poseía grandes cantidades de litros. Yo me quedé en un completo silencio manteniendo mi atención fija en como el vestido blanco por parte del princesa ahora estaba completamente empapado por la sangre, hasta su brillante piel porcelana estaba siendo cubierta por esta, pero ella no parecía asqueada, en realidad, ni siquiera daba la impresión que estuviese muy interesada por tratar de limpiarse, aunque de todas formas se llevó sus dedos contra sus ojos limpiando un pequeño porcentaje de la viscosidad que cubría sus atractivas facciones, para luego simplemente quitarse el antifaz lazándolo cerca de donde yo estaba, permitiendo que todos los presentes fuesen capaces de admirar aquella belleza tan deslumbrante con la cual había sido bendecida.

—Princesa—decidí llamarla otra vez manteniendo toda mi atención fija en como ella tan solo me ignoraba. Con una sorprendente frialdad la vi estirar sus manos tomando entre sus delgados dedos la corona empapada por la sangre del antiguo Rey. Por impulso apreté mis labios dejando mi espada nuevamente donde correspondía siendo consciente que ya no era de utilidad—... Emperatriz—yo entendí quién era la mujer que tenía frente a mí.

Ella ya no era la clase de mujer que necesitaba ser constantemente protegida, pensé con mis ojos fijos en su espalda notando como ella se había enderezado manteniendo su atención fija en los nobles quienes simplemente se quedaron en su sitio, abrumados y admirados del poder real que poseía siendo escondida en esa fachada de tranquilidad. ¿Cómo no lo noté antes?, me cuestioné sintiendo como su cuerpo exudaba un fuerte maná, ella estaba al nivel del Duque... en realidad, no sería para nada una exageración pensar que era igual o hasta más poderosa que la Duquesa, ¿Qué tanto entrenaste?, y quería saber que tipo de vida vivió en mi ausencia, que cosas realizó en estos años, quería saberlo todo, por muy pequeño e insignificante que fuese, no me importaba. Mi corazón bruscamente dio un vuelco en el interior de mi pecho al observar la manera en que ella, en un completo silencio decidía llevarse la corona aun empapada en sangre contra su cabeza, con cierto cuidado la enderezó sobre su frente, permitiendo que el liquido caliente gotease sobre su bonito cabello trenzado.

Ella era una diosa.

No pude hacer otra cosa que no fuese tragar saliva, abrumada de lo que estaba siendo testigo.

—Arrodíllense.

Ella ni siquiera se había tomado la molestia de gritar o de liberar su intensión asesina para que su orden fuese acatada. Ella simplemente lo soltó con una tranquilidad que erizó cada vello de mi cuerpo logrando sin mucho esfuerzo hacer que mis piernas instintivamente flaquearan como si cada fibra de mi me estuviese indicando que acatara la orden. Abrumada presioné mi antebrazo sobre una de mis rodillas flexionadas mientras que la otra se mantuvo recostada en el suelo. Estaba sometida a su presencia. Ni siquiera estaba interesada en tratar de llevarle la contraria, así que decidí quedarme ahí, con mis ojos fijos en el suelo, incapaz de poder mirar su cuerpo.

—¡Larga vida a la Emperatriz Nayeon! —y el eco resonó en el interior del lugar provocando que yo mantuviese mi atención fija en el suelo.

No tardé nada en tensar mis hombros tras notar como Nayeon había dado un paso hacia mi dirección. Rápidamente el aliento quedó atrapado en mi garganta tras sentir las yemas de sus húmedos dedos tocando suavemente de mi barbilla, la verdad, es que ni siquiera se molestó en tratar de ejercer presión cuando yo ya estaba elevando de mirada logrando encontrarme con aquellos fríos, pero tan hermosos ojos dorados que tanta facilidad poseían para arrebatarme la respiración. Era simplemente abrumante lo sencillo que era para ella el conseguir una reacción por mi parte, ni siquiera debía esforzarse en ello para lograr alborotar mi corazón.

Si alguna vez había puesto en duda mis sentimientos por Nayeon, me rectifico; yo estaba perdidamente enamorada de ella.

—¿Por qué no estás de pie a mi lado? —cuestionó en un murmullo de voz mientras que se inclinaba logrando que yo simplemente entreabriese mis labios, para luego tan solo volver a callarme sintiéndome nerviosa ante su mera existencia.

Se quedó en silencio al mismo tiempo en que alejaba sus dedos de mi mentón para enfocar toda su atención hacia los nobles.

—¡La tiranía por parte del Rey Im ha llegado a su fin! —comenzó a hablar, logrando que el silencio envolviera el lugar—¡Es normal que desconfíen de mi poder, pero he trabajado duramente para obtener lo que merezco! —siguió hablando sin siquiera vacilar—¡Haré todo lo que esté en mis manos para detener esta guerra! ¡No dejaré que nuestra gente siga sufriendo por el mal de un tirano!

—¡Viva! —y los nobles exclamaban emocionados.

A pesar de que a simple vista todos parecían estar a favor de que la Princesa estuviese ocupando el puesto del anterior Rey, yo sabía que los nobles tan solo estaban actuando de esta forma porque ya habían experimentado en primera persona el nivel de poder que la nueva Emperatriz poseía; era más que evidente que ella no dudaría en acabar con ellos si es que lo veía necesario, así que obviamente no serían tan estúpidos como para tratar de ir en su contra.

Mi pecho no tardó en inflarse ante el orgullo que estaba sintiendo tras notar lo que la princesa Nayeon había estado consiguiendo a base de su propio esfuerzo y sacrificio. Francamente, nadie más que ella iba a saber todo lo que luchó, todo lo que tuvo que soportar para llegar hasta este momento, debió ser difícil, debió ser realmente doloroso, y quizás por esa misma razón había intentado estúpidamente tratar de detenerla, mi innecesaria preocupación quería hacerse cargo de cada una de las acciones que podía o no cometer aun cuando estaba siendo testigo de lo fuerte que ella era sin necesidad de mi ayuda. Decidí mantenerme en mi sitio observando lo perfecta que se veía adoptando la posición de Emperatriz, lo harás bien, y ni siquiera me atrevía a poner en duda ese resultado porque sabía perfectamente que ella podía liderar este Reino sin la necesidad de ayuda externa, lo sabía, porque era fuerte, quizás mucho más fuerte que todas las personas presentes, era inteligente, y tan malditamente valiente que no se dejaría intimidar aun cuando todo estuviese en su contra.

Ella era digna de admirar.

Mamá... ¿Por qué estas sonriendo?

Chaeyoung no dudó en llenar mi cabeza con aquella repentina pregunta. Francamente me sorprendió el oír sus palabras ya que ni siquiera me había dado cuenta del hecho de que instintivamente había alzado mis comisuras, ¿Qué tan distraída estaba?, me pregunté manteniendo en todo momento mis ojos fijos sobre el cuerpo de Nayeon; ella aun cuando estaba siendo empapada por la sangre de su padre, no parecía inmutada en lo absoluto, como si simplemente no fuese algo por lo cual ella debería prestarle atención. Bueno... pensé sintiendo como mis orbes se sacudían al ver como Nayeon daba un paso hacia adelante presionando suavemente sus dedos contra el balcón mirando con seriedad a cada uno de los nobles, supongo que estoy aceptando el hecho de que ella ya no necesita la protección de nadie... ni siquiera de la mía, decidí admitir sintiendo el latigazo caliente azotando directamente a mi abrumado corazón.

¿Eso es algo malo?

Tal parece que Chaeyoung no parecía entender mis palabras y en verdad, ni yo era capaz de comprender muy bien este extraño sentimiento que repentinamente había llegado a invadir mi cuerpo; se sentía peculiarmente fuera de lugar. Supongo que no, respondí mientras que mis ojos simplemente se mantuvieron fijos en como Nayeon con cierta tranquilidad decidí regresar su atención hacia mis facciones, me analizó en silencio, deslizando sus orbes doradas en cada fibra que componía mi rostro como si estuviese tratando de aceptar que yo estaba de regreso, para luego con la misma calma, casi rozando la indiferencia absoluta, decidía alzar su mirada hacia lo que estaba detrás de mí.

—Guarden sus espadas, y manténganse en su sitio...—ordenó con cierta frialdad—está persona viene conmigo—aclaró mientras que sus dedos agarraban posesivamente de mi camiseta, afirmando abiertamente que yo era netamente de su propiedad, ¿Cuál es el afán de marcarme?, me cuestioné al mismo tiempo en que decidía girar mi rostro para ver a lo que ella le estaba hablando.

Realmente no sé qué tipo de expresión fue la que realicé, pero estaba segura de que no tenía comparación con la forma en que mi corazón se había detenido en el interior de mi pecho tras notar a Hyunjin con ese cabello rubio convertido en una mediana melena mientras que la altura y la distribución propia de su cuerpo demostraban que el tiempo transcurrido habia sido un beneficio para él. Me quedé en un completo silencio notando como Hyeon, Jackson y Felix no tardaban en hacerle compañía: ellos parecían dispuesto en cortarme la garganta si me atrevía a ponerle las manos encima a la ahora Emperatriz. Chicos... pensé con la garganta apretaba ante la angustia. A pesar de que cada uno de ellos estaban en posesión de un antifaz propio que fácilmente podría lograr confundir a cualquiera, para mi eran inconfundible, estaba completamente segura de que los podría identificar aun si pasaban veinte o cincuenta años. Yo simplemente no era capaz de olvidar a mis compañeros. Yo... lo siento tanto, e instintivamente quise disculparme sintiendo los ojos ardiendo ante las repentinas ganas de llorar que invadió mi cuerpo. Probablemente no hubiese dudado en abalanzarme contra sus cuerpos sino fuese porque Nayeon no tardó en presionar su delgada palma sobre la mitad de mi rostro impidiendo que tanto ellos, como yo, fuésemos capaces de ver los ojos del otro.

—La Coronación ha finalizado—Nayeon tomó la decisión de dar por finalizada la reunión permitiendo que los nobles rápidamente hiciesen una reverencia en señal de respeto, para luego comenzar a abandonar el lugar—es mi invitado—ella respondió regresando su atención hacia los chicos mientras que su mano libre no tardaba en agarrar de mi antebrazo—no se le acerquen.

Y por alguna extraña razón ella no quería que yo estuviese en contacto con mis caballeros, como si en el fondo fuese consciente de que yo aún no estaba del todo preparada para tener que hacerles frente, pero... todos sabemos que tarde o temprano tendré que hablar con ellos, pensé sabiendo perfectamente que el huir jamás sería una opción. Aun así, obedientemente me mantuvo en mi sitio, observando a través de sus falanges como Hyunjin había dado un paso hacia mi dirección con sus dedos envueltos sobre el mango de su espada demostrando con esa simple acción lo que realmente estaba pasando por su cabeza.

—Espero que realmente no creas que te dejaré marcharte con un desconocido con tanta tranquilidad—Hyunjin respondió mientras que sus fríos ojos rojizos se posaban en mi cuerpo—identifícate—ordenó con una frialdad que, si no fuese porque ya lo conocía, estaba segura de que fácilmente podría abrumar a cualquiera.

Yo instintivamente entreabrí mis labios.

—No es el momento indicado—Nayeon me interrumpió al mismo tiempo en que, sin siquiera tomarse la molestia de preguntar, decidía tirar de mi extremidad en dirección de su esbelto cuerpo—escóltame al baño—ordenó enfocando sus ojos hacia mi cuerpo mientras que yo podía notar lo pequeña que se veía a mi lado.

—¡Emperatriz! ¡Como tu prometido te pido que no hagas esto! —pidió llevando su mano contra su pecho, sonando genuinamente preocupado de su bienestar. Francamente no pude evitar el apretar mi quijada tras escucharlo—puede ser peligroso.

¿Por qué razón estas comportándote de esta forma?, me cuestioné siendo completamente consciente de que no tenía ningún tipo de derecho de estar sintiendo estos extraños sentimientos, sobre todo teniendo en cuenta que yo no había sido del todo fiel, pero aun cuando sabía que no era lo correcto, realmente no podía evitarlo. Los celos me carcomían viva.

—Sé que también lo notaste... sabes perfectamente que mi acompañante es muy fuerte, así que tus preocupaciones son realmente innecesarias—Nayeon aclaró sin siquiera molestarse en tratar de aclarar cual era la situación real que ambos estaban manteniendo: a mi parecer, parecía que su relación era más que una simple convivencia beneficiosa. No tienes derecho, no sientas celos, me ordené sabiendo que estos sentimientos eran injustificados—... estaré bien—agregó con mayor suavidad mientras que deslizaba sus dedos de mi rostro para poder posar su palma contra mi nuca. Sentir su tacto me tranquilizaba—confía en mi decisión—pidió logrando persuadir a Hyunjin.

—... Veinte minutos... eso es todo el tiempo que puedo darte—comentó cruzándose de brazos mientras que la desconfianza seguía brillando de sus ojos.

La verdad es que Nayeon poseía el poder suficiente para rechazar sus palabras. Nadie en el interior de esta habitación tenía la suficiente autoridad como para hacer que ella no hiciese algo, pero aun cuando eso se sabía, de todas formas, ella decidió brindarle una suave sonrisa, con la sangre ya seca cubriendo gran parte de su cuerpo. No le sonreías, pensé sintiendo las orejas calientes ante este malestar.

Mamá... ¿Qué son los celos?

Chaeyoung preguntó tras verse abrumada de mis propias emociones, es un sentimiento aborrecible... respondí sin siquiera poder darle una buena explicación, ya que realmente ni yo entendía muy bien este sentimiento. Para mi suerte, Nayeon no agregó mayores comentarios y ninguno de los caballeros, ni siquiera Hyeon se atrevió en ir en contras de las decisiones de la Emperatriz, así que ella simplemente tiró de mi extremidad sacándome rápidamente de la habitación. Tras abandonar el gran salón, lo primero que pude notar fue la gran iluminación que cubría el pasillo; era más que evidente que el palacio había recibido un buen cuidado en todo este tiempo, ellos no habrán notado el portal... ¿Verdad?, me cuesitoné tras recordar que, debajo de mis pies debía encontrarse el pasadizo que en algún momento había llegado a recorrer con la esperanza de poder proteger a Nayeon. Francamente, hice mi mejor esfuerzo por no distraer mis pensamientos hacia los elfos, sabía que no era el momento, ni el lugar correcto para estar teniendo esas ideas, así que simplemente escondí mis preocupaciones en lo más profundo de mi mente mientras que mis ojos se mantenían atentamente en la espalda de mi acompañante notando como algo se traslucía de su ropa. Instintivamente fruncí mi ceño ante la confusión, ¿Qué escondes ahí?, me cuesitoné dando un paso más rápido hacia su dirección logrando estirar mis manos para tocar su fina y delgada espalda.

Como era de esperarse, mi repentina acción la sorprendió ya que pude notar como rápidamente sus hombros se tensaban siendo acompañados por la brusquedad con la que había girado su rostro para poder ver mi cuerpo.

—¿Q~Qué haces? —ella cuestionó en un suave murmullo mientras que su fachada de seriedad e indiferencia se caía a pedazos por culpa de mi inocente acción.

—¿Qué tienes debajo de la ropa? —ignoré por completo su pregunta realizando otra, sin siquiera tomarme la molestia en formularla bien, espera... eso ha sonado mal, pensé tras notar como su rostro se sonrojaba ante la sorpresa—digo...—murmuré sintiendo las orejas calientes ante la vergüenza que me atacó tras ser consciente de lo que había soltado—yo me refiero a tu espalda... que hay en tu espalda—aclaré haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma.

Rápidamente su rostro cambió de expresión, parecía estar recordando algo que le desagradaba, ¿Acaso alguien la lastimó?, me cuestioné sintiendo la ira lentamente comenzando a burbujear en el interior de mi cuerpo mientras que veía atentamente como ella, sin siquiera responder, decidía girar su rostro siguiendo con su caminar con su mirada enfocada en lo que tenía en frente.

—No es nada importante—respondió tras unos minutos de completo silencio, demostrando con esa simple acción que estaba evidentemente evadiendo el tema, ¿Por qué?, me pregunté ansiosa, ¿Por qué estas actuando así?, y quería saber la razón que la llevaba a querer cambiar de tema—después de que me lave, te llevaré al salón para que puedas reunirte con los chicos—aclaró haciendo todo lo posible por hacerme olvidar lo que había anteriormente cuestionado.

No había manera de que yo lo dejara pasar.

Aun así, el silencio continuó reinando nuestro caminar hasta que Nayeon decidió detenerse en una de las puertas que daban posiblemente a la habitación que tanto había estado buscando. Con los labios sellados y la preocupación emanando a través de mi cuerpo me dediqué a observar como ella estiraba una de sus manos hacia la madera presionando sus dedos sobre esta para abrirla dejando a la vista la espaciosa habitación. La verdad es que ni siquiera me ordenó que me quedase esperando afuera, con una sorprendente tranquilidad ingresó en el lugar dejando la puerta lo suficientemente abierta para evidenciar sus verdaderas intenciones. Decidí seguirla sin siquiera cuestionar el por qué. Con mis labios aun sellados tomé el pomo de la puerta y con ayuda de mi espalda la cerré dejando mis omóplatos descansando sobre la madera, creando de esta manera una distancia prudente entre su cuerpo y el mío.

A simple vista Nayeon no parecía querer que nadie la ayudase, lo normal como nobles es que alguna sirvienta la estuviese cuidando en su baño, pero ella tan solo no parecía estar acostumbrada a eso. Mantuve mi atención en su cuerpo, observando atentamente como comenzaba a recorrer el lugar lo suficientemente familiarizada para demostrar que esta no estaba siendo su primera vez, ¿Debería abandonar el cuarto?, me cuestioné sin saber el por qué habia decidido ingresar en primer lugar.

De todas formas, no me marché, no me atrevía a dejarla en soledad.

—... Ya no soy la chica que tu recuerdas—Nayeon me sorprendió al alzar la voz mientras que su cuerpo estaba inclinado en el borde de la bañera abriendo una de las llaves para dejar salir el agua.

La verdad es que me sorprendió esa repentina confesión.

—Mis manos están manchadas de sangre—continuó hablando tras notar mi silencio, es bastante evidente eso, pensé recordando frescamente la manera en que el Rey había explotado frente a mis ojos—... asesiné a los hijos de un par de nobles y fui castigada por ello—confesó logrando que yo la observarse aturdida mientras que veía con completa atención la manera en que se había llevado sus dedos contra su vestido comenzando a desnudarse frente a mí, espera... —los maté de la manera más cruel que pude imaginar—siguió confesando mientras que su vestido caía al suelo, permitiendo que la desnudez total de su cuerpo quedase expuesta solo para mí.

A diferencia de cualquier otra situación, no traté de huir de su cuerpo, la verdad es que no podía huir de lo que estaba claramente viendo. ¿Q~Quién?, pensé sintiendo el aire atrapado en mi garganta tras notar las múltiples cicatrices que cubría su blanquecina piel, ¿Quién hizo esto?, me cuesitoné sintiendo la rabia emanando de mi cuerpo tras observar cómo no había espacio en su espalda que estuviese libre de marcas.

—... No esperaba esa expresión—confesó tras girar su rostro consiguiendo que yo rápidamente alzase mi mirada para notar la tranquilidad con la que me estaba haciendo frente—debo confesar que yo también hice esa expresión cuando supe que te lastimaron—admitió como si lo que estaba pasando no fuese la gran cosa para ella—está bien... acabo de asesinar al responsable de esto—aclaró mientras que ingresaba sus pies en la bañera hasta lograr sumergir por completo su cuerpo.

La bañera no tardó en quedar tintada con la sangre del antiguo Rey mientras que yo, en un completo silencio decidía comenzar a caminar hacia su dirección llevando una de mis manos contra mi rostro para arrancar mi antifaz. Francamente, lo que menos me importaba, era seguir ocultando mi identidad.

—¿Qué piensas hacer? —ella cuesitoné tras notar como me había arrodillado detrás de su cuerpo—¿No dirás nada?

—Siento que debo disculparme, pero sé que una disculpa no va a arreglar esta situación—decidí alzar la voz mientras que agarraba una paño limpio y la hundía en el agua para luego simplemente comenzar a pasarlo sobre su piel notando como ella instintivamente había tensado cada fibra de su cuerpo ante mi repentino actuar—... estoy molesta—confesé sintiendo mi corazón agitado—quiero matar a todo idiota que se atrevió a tocarte—seguí hablando mientras que podía sentir como mis ojos no tardaban en arder por culpa de la rabia.

Decidí regresar a ese cómodo silencio, dejando encajado mis dientes superiores sobre mi labio inferior mientras que podía sentir tanto mis mejillas como mis orejas hirviendo por culpa de mis emociones. Cabe aclarar que no tuve la suficiente fuerza de voluntad como para poder detener las lágrimas que silenciosamente habían comenzado a resbalar, tampoco hice el intento de tratar de ocultarlas.

Yo lloraba de impotencia.

Nayeon tras percatarse de que yo no decidía nada, decidió bruscamente girarse en el interior de la bañera logrando observar como yo había agachado mi rostro en un vano intento por ocultar mi propio llanto.

—... Creí que estos cuatros años de ausencia te transformarían en una adulta—comentó con suavidad mientras que yo podía escuchar el sonido del agua chapoteando ante su repentino movimiento—... pero sigues llorando como una bebé—agregó presionando su húmeda mano contra mi mejilla—esta bien Minari... realmente yo estoy bien.

Rápidamente alcé mi mirada.

—P~Pero debió ser doloroso—respondí con un nudo envuelto en mi garganta. Ella me vio con sorpresa. La verdad es que entendía perfectamente su reacción—... yo sé cuan doloroso debió ser pasar por eso—aclaré sabiendo perfectamente que no era algo que fácilmente uno podría soportar—... lo siento—decidí disculparme mientras que agarraba de su muñeca presionando mi boca directamente contra su palma abierta—lo siento tanto...

—¿Por qué sigues disculpándote? —ella preguntó genuinamente confundida.

—Porque si hubiese sido más rápida... si tan solo hubiese podido llegar a tiempo, yo hubiese podido protegerte—admití sintiendo como ella bruscamente me agarraba del cuello de mi camiseta—¿P~Princesa?

—Estoy harta de ser protegida—confesó sin soltar de mi prenda, mirándome con aquellos intensos ojos dorados—no soy un objeto que debe ser cuidado—aclaró consiguiendo dejarme nuevamente en un completo silencio—no quiero ser protegida... yo solo quiero que me ames tan locamente como yo te amo—admitió permitiendo que fuese capaz de ver la desesperación en su mirada—... por favor—pidió mientras que se inclinaba presionando su húmeda frente contra la mía. Yo pude admirar el largo de sus pestañas escondiendo la intensidad de su mirada—no necesitas protegerme... no necesitas sacrificar tu vida por mí, no de nuevo... no podré vivir con eso.

A pesar de que quería responder, las palabras simplemente no salían de mi boca. El silencio rápidamente nos envolvió, donde tan solo nuestras pesadas respiraciones eran lo único capaz de llenar el lugar.

—Yo solo quiero que no me dejes... quédate junto a mí, eso es lo único que pediré de ti—susurró como si temiese que alguien más fuese capaz de escucharnos—aun cuando las cosas sean difíciles... aun cuando todo este en contra, no me dejes—suplicó deslizando sus dedos de mi camiseta para llevarlo contra mi nuca tirando de mi como si quisiese fundirse conmigo—ámame Mina y nunca dejes de hacerlo... ámame como si fuese lo más precioso que tuvieses, amamé al punto en que me sienta asfixiada y no te detengas, sin importar qué, no dejes de amarme.

Ella estaba hablando como si ya fuese completamente consciente de como sería nuestro final, pero eso simplemente no era algo posible, no existía forma en que la Princesa Nayeon pudiese llegar a saber cuales eran mis verdaderos planes porque aun ni siquiera lo había llegado a decir a viva voz.

Decidí no pensar en ello.

—Te amaré con la misma intensidad con la que he deseado ser amada.

Eso fue todo lo que dije, y todo lo que ella deseaba escuchar antes de que su boca se presionara contra la mía besándome con la suficiente intensidad para arrebatarme el aliento.

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