Ha sido suficiente
Recomendación: Castle / Halsey
Pov: Myoui Hyunjin.
A pesar de que había visto de primera mano que la princesa Nayeon ya no dependía de nadie más que de ella misma, aún así, no pude evitar el tener la esperanza de que por lo menos, en esta ocasión, en esta grave situación ella decidiría dejar atrás su firme personalidad para buscar algún tipo de ayuda que pudiese aminorar el inhumano castigo que estaba a punto de recibir, pero eso no ocurrió, con calma y una exuberante confianza me interrumpió permitiendo que yo pusiese toda mi atención en la manera en que ella miró a su padre. Francamente jamás había visto esos ojos en ella, parecía que estaba decidida a aceptar la realidad aún cuando era consciente de la alta probabilidad que tenía de que el castigo podría llegar a matarla, ¿Acaso no tiene miedo? me cuestioné dando un paso hacia su dirección observando la forma en que ella mantenía toda la atención en su padre, como si él fuese lo más importante en la habitación. Al comprender que ella no parecía estar interesadas en mi o en mi padre decidí enfocar mis ojos en su mejilla notando como esta ya se había inflamado desde su quijada hasta el comienzo de su ojo derecho mientras que el rojizo color no parecía querer abandonar su piel por lo menos en un buen rato más. A veces veo a Mina en... pensé siendo incapaz de poder terminar mi propia idea, por impulso apreté mis labios mientras que miraba hacia otra dirección. Sinceramente, era difícil el aceptar que mi hermana había muerto cuando la princesa Nayeon constantemente estaba cerca de mi, en sí, era complicado el hacer entender a mi mente de que ella ya no volvería más a mi vida, que yo ya no la volvería a ver.
Suspiré por impulso mientras que estiraba mi mano para atrapar la muñeca de mi padre antes de que él pudiese llegar donde la princesa Nayeon; no había necesidad de escuchar sus palabras para saber que tenía pensado en hacer. Velozmente él me miró, yo sabía perfectamente lo que debía estar pasando por su cabeza, por favor no, pensé notando como él simplemente apretaba sus dientes para luego mirar hacia otra dirección, sé que es difícil para ti, y yo más que nadie sabía que debía ser una tortura para él el tener que estar de pie frente al Rey escuchando el castigo de su nuera. A pesar de que él no lo hablaba, yo era más que consciente de que los recuerdos de lo que le habían hecho a Mina debía estar ahora misma torturando su cabeza, pero sabía que si dejaba que él perdiera el control en este lugar, las cosas no saldrían bien para el Ducado, así que aunque fuese una reverenda mierda, no podía permitir que papá enloqueciera en un vano intento por mantener a la princesa a salvo.
En un completo silencio tiré de él mientras que mis ojos volvían a estar enfocados en el rostro de mi prometida. Francamente era una situación extraña, en sí, ella no parecía estar asustada, como si la idea de recibir aquel castigo no fuese la gran cosa para ella. ¿Qué tanto ha sufrido? me cuestioné siendo consciente de que no tenía ni la menor idea del daño real que había vivido por culpa de las decisiones egoístas de mi hermana menor, ¿Debería matar los demás nobles para expiar los pecados de Mina? me pregunté recodando agresivamente como la princesa Jieun había llegado al Ducado con su hermana entre sus brazos. Ambas eran un completo desastre; vestidos destrozados y rostros lastimados, pero la princesa Byulyi había llegado en peores condiciones que su hermana mayor; ella fue violada, brutalmente violada si soy más explicito. En sí, estaba en un estado lamentable, cuando el doctor y la sacerdotisa revisaron a ambas princesa el diagnostico que pasó por mi cabeza rápidamente se confirmó; a pesar de que ambas habían llegado por sus propios medios, el daño físico era mucho más grande de lo que ellas mismas creían y sentían, al parecer, el miedo inhibió los demás sentidos impidiendo que pudiesen sentir el dolor de la violencia que marcó su cuerpo. Nayeon no dijo nada, pero cuando yo me enfoqué en ella y noté la manera en que miró el cuerpo de su hermana supe de inmediato que ella estaba agradecida de haber llegado para impedir que la torturas que ambas vivieron volviese a hacer estragos en sus cuerpos.
La princesa Nayeon había sufrido demasiado, yo, en nombre de mi hermana deseaba que el dolor en su corazón por fin se apaciguase.
Regresé mi atención en mi prometida notando como ella veía a su padre con aquellos ojos fríos y el mentón completamente en alto demostrando de esa forma que no tenía ninguna intención de flaquear ante su imponente presencia. Por inercia di un paso hacia su dirección mientras que soltaba la muñeca de mi padre notando por el rabillo de mis ojos cómo él tomaba una buena bocanada de aire para luego simplemente mantenerse en su sitio. Como era de esperarse, mi movimiento alertó a los demás presentes quienes parecían estar en tensión ante la presencia de mi padre, menos el Rey quién, con tranquilidad regresó a su trono apoyando sus codos en sus reposabrazos de oro para luego simplemente enfocarse en el serio rostro de su hija.
La manera en que vio a Nayeon, erizó los vellos de mi nuca; él parecía estar disfrutando la simple idea de imaginar a su propia hija siendo lastimada. Era un ser repulsivo.
—Arrastren a la acusada al patio de tortura—ordenó causando que velozmente los guardias que se habían mantenido pegados en la pared del lugar, rápidamente se acercaran donde mi prometida agarrando agresivamente de sus delgados brazos mientras que, yo por instinto sostenía nuevamente de la muñeca de mi padre antes de que cometiera el error de salvar a la princesa—dejen su espalda desnuda, yo iré en unos minutos más.
Bastardo, pensé mientras que, por mera inercia comenzaba a seguir a los guardias notando cómo mi prometida no parecía tener ningún tipo de intención de querer mirar detrás suyo, o siquiera intentar luchar por zafarse de la fuerza bruta que estaban utilizando los perros del Rey para mantenerla en su sitio. En silencio continué mi camino viendo por el rabillo de mis ojos como la princesa Jieun hacia acto de presencia. Francamente no sé por qué lo hice, pero en silencio le di un vistazo notando aún el hematoma en su mejilla, ella al darse cuenta que le veía simplemente me sonrió con suavidad en forma de saludo para luego ignorar mi presencia como si fuese consciente de los rumores que se esparcirían si entablábamos algún tipo de conversación o si quiera demostrábamos tener conocimiento de la existencia del otro. Regresé mi atención hacia el frente notando como mi padre seguía a los guardias como un perro fiel. Sinceramente, no habíamos hablado del tema, pero sabía que él se culpaba por todo lo que había sucedido, desde que la princesa fue considerada legitima hasta la muerte de Mina. Él tiene mucho arrepentimiento en su corazón, pensé enfocando toda mi atención en la manera en que trataba de mantener la calma mientras que le pisaba los talones a los demás guardias. Mamá debería estar acá, ella debería ser quién estuviese consolando a mi padre. A pesar de que no lo había comunicado abiertamente, no significaba que no me dolía haber perdido en la misma semana que murió Mina, a mi madre y a mi hermano. En sí, no había tiempo para expresar como me sentía, tenia tantas preocupaciones que el dolor que sufrí por la salida de mamá y Eunwoo se aminoró, pero eso no significaba que no doliese. Siendo consciente de que no sacaba nada con seguir pensando en mi madre y hermano decidí simplemente colocar toda mi atención en la forma incómoda en que los guardias trataban de no mirar a mi padre quién continuaba aferrado prácticamente a sus nucas.
Luego de unos minutos de caminar por el amplio pasillo del palacio, logramos llegar al final de esta notando las amplias puertas de metal frente a nuestros cuerpos. Los guardias que estaban custodiando esa zona velozmente reaccionaron abriendo las puertas para que nosotros viéramos el exterior. Aún sin pronunciar palabras salí del pasillo notando el cambio que tenía frente a mi; este carecía de árboles o cualquier cosa que tuviese vida, en medio del lugar y la tierra se podía notar un grueso palo esperando ser utilizado. Alrededor del lugar se podía apreciar un gran numero de edificios que lo rodeaban, de estos sobresalían los balcones que indicaban ser una zona de espectáculo, cuando Mina fue castigada... ¿Alguien se atrevió a mirar desde esos balcones? me cuestioné sintiendo la ira burbujeando en mi interior ante el simple pensamiento de imaginarme a un estúpido noble disfrutando del dolor en la pequeña Mina.
El guardia me hizo una señal de que debía quedarme en mi sitio así que no me quedó de otra más que acatar la orden mientras que veía como mi padre se colocaba junto a mi haciendo todo lo posible por no demostrado cuan nervioso estaba de ser consciente de lo que estaba a punto de suceder frente a sus ojos. Sinceramente quería dar mi opinión con respecto a lo que estaba por ocurrir, deseaba quejarme en alto para detener este castigo inhumano, pero la voz simplemente no quería salir de mi boca, como si mi propio cuerpo me estuviese advirtiendo de que no era una buena idea el alzar la voz. En sí, no estaba seguro, pero al parecer un miedo indescriptible, esos que jamás me atacaban se alojó esta vez en mi cuerpo frenando cualquier intento por mi parte de poder expresarme, rápidamente y con una violencia que erizaba los vellos de mi nuca, mi cuerpo comenzó a temblar ante el simple y cruel pensamiento de que estaba a punto de ser testigo de la forma en que la princesa sería tortura. La ansiedad hizo estragos en mi interior al comprender que no había nada que yo pudiese hacer para ayudar, ni siquiera si ella me lo pedía a gritos.
Me sentía frustrado. Francamente, era un sentimiento extraño.
Advertencia: la siguiente lectura contiene violencia explicita y desnudo, por favor, si eres un lector sensible, omite lo que queda de este capitulo.
En el momento en que la princesa Nayeon quedó frente al tronco los guardias le indicaron que colocara sus manos sobre la madera para luego simplemente envolver sus muñecas con las gruesas cadenas para que no tuviera oportunidad de poder huir cuando el castigo fuese llevado a cabo. El lugar estaba en un completo silencio, mis ojos se mantuvieron fijos en la forma en que los guardias del Rey se habían colocado frente a nosotros en señal de barrera para no interferir en lo que estaba por ocurrir. Francamente quería detener lo que estaba sucediendo, pero sabía que no tenía el poder suficiente como para enfrentarme al Rey.
Desde mi posición pude notar como los guardias que habían amarrado anteriormente a mi prometida decidieron en un completo silencio simplemente mirarse entre sí para luego sonreírse, ¿Eh? pensé notando como ellos, sin siquiera preguntar decidían estirar sus manos destrozando el vestido ajeno sin importarles los sentimientos de Nayeon, por instinto giré mi rostro al darme cuenta que había visto el torso desnudo de la princesa, ¿Por qué? me cuestioné sintiendo las orejas caliente mientras que escuchaba las risas de los guardias. Sinceramente, no quería verla, pero mis ojos regresaron a su cuerpo notando sus senos descubiertos manteniéndose en el sitio correcto. Por impulso elevé mi mano dándome una limpia bofetada contra la mejilla para poder disipar los impuros pensamientos que comenzaron a circular por mi cabeza, idiota es la amada de tu hermana, ¿Qué carajos estas pensando?, me cuestioné mientras que mi atención rápidamente se enfocaban en su rostro. Me paralicé. Cualquier deseo que pude llegar a tener por su cuerpo, bruscamente murió ante la forma en que miró hacia mi dirección; ella estaba siendo humillada y yo era un bastardo por no haberme percatado de ello.
Por impulso traté de dar un paso hacia su dirección queriendo llegar donde se encontraba para poder cubrirla, pero cuando sus fríos ojos dorados se posaron en la incomodidad de mi rostro supe de forma inmediata que ella no tenía ningún deseo de ser salvada o por lo menos no por mi. Lamento no ser Mina, me disculpé por instinto sabiendo que, si fuese mi hermana quién estuviera en estos momentos apreciando la humillación que ella recibía no hubiese dudado ni por un segundo en provocar una rebelión con tal de proteger la dignidad de su amada, pero yo era cobarde, no tenía esa fuerza de voluntad como para poder destruir todo lo que tenía a mi alrededor por quién amase, en sí, no era capaz de actuar por mis propios deseos ante el mero temor que me causaba el pensar en que mis acciones podrían llegar a perjudicar el poder social y político del Ducado.
—¡Ustedes hijos de puta!.
A diferencia de mi o de Eunwoo, Mina si que había logrado sacar algo de papá, en realidad, creo que ella era idéntica a él en todos los aspectos de la palabra; ambos amaban con una pasión indescriptible, y ambos eran capaz de asesinar por ese amor. En silencio giré mi rostro notando como mi padre no dudaba en apretar sus puños para luego simplemente girar su torso estampando violentamente sus gruesos nudillos sobre el rostro del guardia que tomó la mala decisión de ponerle las manos encima. Al notar que usó la violencia rápidamente interferí sosteniéndolo desde la cintura a la vez que veía por sobre uno de sus hombros como los guardias no dudaban en alzar sus armas en señal de contraatacar si es que la oportunidad se les brindaba. Mierda, las cosas no deben terminar de esta manera, pensé viendo atentamente como papá no parecía ser consciente del problema en que nos estaba metiendo.
—Da un paso atrás—ordené con frialdad mientras que mi indiferente mirada se posaba en el guardia adolorido. Rápidamente pude percatarme de la forma en que la sangre se deslizaba por los orificios de su nariz, lo que indicaba que más de una fractura el golpe de mi padre debió haber causado sobre sus facciones—...—en silencio observé como él, frustrado simplemente tomaba la decisión de alejarse. Solo cuando me aseguré de que el guardia no trataría estúpidamente de buscar su muerte al abalanzarse contra el cuerpo del Duque, volví a centrarme en la forma en que mi padre estaba mirando hacia la lejanía. Mis ojos no tardaron en toparse con los de ella para luego simplemente regresar a la expresión que realizaba el gran Duque, ¿Es en serio? me cuestioné al comprender que aquel duro hombre quién me crio ahora estaba viendo a la princesa con sus ojos llenos de pavor, ¿Acaso se trata de un daño colateral causado por la muerte de Mina? me pregunté al notar que él realmente estaba preocupado por lo que estaba por suceder—padre—le llamé causando que él, con cuidado girara su rostro para lograr enfocarse en mi dura e indiferente expresión—no hagas nada estúpido—ordené notando como él, visiblemente incómodo de ser consciente de que su propio hijo le estaba pidiendo que se comportara, simplemente tomó la decisión de asentir con su cabeza en forma de aceptación.
—Esto no se quedará así—murmuró mientras que volvía a enfocarse hacia lo que tenía en frente.
Sinceramente a mi tampoco me gustaba lo que estaba por suceder, la idea de imaginarme que alguien más cercano a mi viviría lo que mi pequeña hermana sufrió erizaba los vellos de mi nuca, pero no era tanto ni impulsivo como mi padre, yo no podía simplemente darme el lujo de permitir que mis emociones actuaran por mi. En silencio le di un vistazo al lugar notando como los nobles pertenecientes al grupo del Rey no tardaban en hacer acto de presencia en los amplios balcones que daban en dirección de la zona central donde se encontraba Nayeon. Ellos al notar que yo les veía simplemente me sonrieron, como si me estuviesen diciendo con esa simple acción que disfrutarían de la misma forma que disfrutaron al ver a mi hermana siendo torturada, así que por eso el bastardo no nos siguió, pensé recordando frescamente como el Rey aún no aparecía en el lugar. No olvidaré sus caras. En un completo silencio me dediqué a memorizar cada uno de sus rostro tratando de no olvidar ni siquiera el más mínimo detalle solo para poder matarlos cuando obtuviese el poder suficiente como para destruir el reino si es que se me daba la gana de hacerlo.
Mis hombros se tensaron en el momento que logré notar un musculoso hombre de tez bronceada que era lo suficientemente alto para intimidar a cualquiera. Su rostro estaba siendo cubierto por una gruesa mascara de tela que le llegaba hasta los hombros con solo un par de orificios para poder ver a través de él. Entre sus manos sostenía una pesada cadena de metal que arrastraba con cada paso que realizaba, ¿Realmente sucederá? me cuestioné girando mi rostro para poder enfocarme esta vez en la princesa, notando como ella, en un completo silencio mantenía toda su atención en el hombre que lentamente se acercaba hacia donde ella se encontraba. Rápidamente logré oír un pesado jadeo viniendo desde mi lado derecho, con curiosidad le di un breve vistazo notando a la princesa Jieun visiblemente preocupada mientras que se llevaba ambas manos delgadas contra sus labios en un vano intento por ahogar su preocupación. Ella no debería estar viendo esto, pensé sabiendo que ver el castigo de su hermana menor sería algo traumático. Al final y al cabo, el hecho de que Nayeon hubiese asesinado con sus propias manos a los hijos de los demás nobles se debía netamente por un movimiento desesperado de ponerle fin a la tortura que tanto ella como sus hermanas habían estado viviendo constantemente. Si tan solo hubiese pedido ayuda, pensé llevando impulsivamente una de mis mis manos hacia mi otro brazo en un vano intento por controlar mis emociones mientras que mis fríos ojos estaban completamente enfocados en la forma en que mi prometida no parecía estar realmente preocupada por lo que estaba por suceder. Si tan solo dependiera de alguien más. Francamente era consciente de lo egoísta que era el pedir eso, cuando sabía mejor que nadie que si no fuese porque Mina había fallecido, yo jamás hubiese tenido interés por lo que le pudiese suceder a la princesa Nayeon.
Al fin y al cabo, quiera o no admitirlo, la única razón por la que velaba por su seguridad era para poder expiar los pecados que mi propia hermana dejó.
En el momento que el hombre llegó donde se encontraba Nayeon no dudó en inclinarse diciendo algo que hizo que ella le mirase por sobre uno de sus desnudos hombros. No lo hagas, ordené a la vez que daba un paso hacia adelante, pero antes de que siquiera pudiese alzar mi voz para ordenar detener toda esta estupidez, mis ojos y el de todos los presentes fueron testigos de la forma en que aquel animal elevó de sus cadenas azotando el metal de esta contra la espalda desnuda de mi prometida sin siquiera darle tiempo de poder decir algo. Mis piernas se entumecieron en su sitio mientras que mis ojos se ampliaban ante la sorpresa que me había causado oír aquel alarido de dolor que brotó desde la garganta de la princesa Nayeon. Ese desgarrador sonido llenó el silencio del lugar haciendo que papá tuviese que llevarse las manos a las orejas mientras que yo solo podía sentir mis manos congeladas siendo acompañas por el temblor en mis extremidades. Detente, esto es inhumano, supliqué mientras que era incapaz de quitar mis ojos del espectáculo que estaba presenciando. Por el rabillo de mi mirada pude percatarme de como la princesa Jieun no pudo continuar viendo lo que estaba sucediendo así que simplemente se giró colocándose de cuclillas en el suelo; parecía que estaba a punto de vomitar. Rápidamente el hombre elevó nuevamente de las cadenas impactando estas contra la blanca piel de la princesa. Esta vez ella no emitió sonido, en un completo silencio se inclinó presionando su frente contra la madera mientras que el impacto del ataque continuaba haciendo estragos contra su delgada espalda.
Por impulso me llevé las manos hacia atrás viendo como la sangre de Nayeon salpicaba en el aire ante la misma inercia provocada por el violento ataque del más alto. No pasó mucho tiempo antes de que las piernas de la princesa terminaran por flaquear, pero aún cuando ella parecía realmente exhausta y su cuerpo ya no daba indicios de tener siquiera una zona libre de heridas, el responsable de llevar a cabo aquel inhumano castigo no parecía tener intenciones de querer detenerse, es más, hasta cierto punto daba la impresión que deseaba matarla a golpes. Mi hermana no se quedaría solo mirando, pensé llevando la mano a la boca ante ese inexplicable deseo de vomitar. Luego de unos segundos más donde se podía oír el humedo sonido de los golpes chocando contra la carne expuesta de mi prometido, el hombre tomó la decisión de detenerse. En silencio soltó las cadenas que envolvían las muñecas ya ensangrentadas de Nayeon haciendo que todo su cuerpo se fuese hacia adelante. Ella ya no parecía estar consciente de lo que ocurría, su torso desnudo se adhirió contra la humeda tierra sin indicios de estar siquiera respirando.
Francamente creí que el castigo había llegado a su fin, esperaba genuinamente que eso hubiese sucedido aún cuando sabía que recién habían llegado a los setenta latigazos, pero rápidamente el hombre elevó sus cadenas empapadas por la sangre de la princesa y volvió impactarlas contra su espalda mientras que todos los presentes éramos capaces de notar como ella se las arreglaba para colocarse en posición fetal llevándose su tembloroso antebrazo contra su rostro mientras que a duras penas trataba de esconder su lastimado cuerpo para amortiguar aunque fuese un poco el violento ataque que recibí sin parar. Esto no puede continuar, pensé sintiendo mis puños temblando ante la rabia que burbujeaba en mi interior, ella podría morir... podría perder lo único que me recuerda a Mina.
—¡SUFICIENTE!—bramé en alto mientras que comenzaba a correr hacia su dirección sin siquiera tomarme la molestia en pensar las consecuencias que traería la decisión que estaba tomando—...—me quedé en un completo silencio en el momento que llegué agarrando con mi mano derecha las cadenas antes de que esta llegase a impactar el cuerpo lastimado de mi prometida. Con frialdad pose mis ojos en el más alto notando como él me estaba viendo; él realmente me daba la sensación de querer asesinarme—no la toques más—ordené tirando de la cadena lejos del cuerpo de Nayeon, obligando al más alto a tener que dar un paso hacia atrás—...—regresé a ese conocido silencio al notar como él acataba mi orden al comenzar a retroceder. Cuando me aseguré de que no trataría de abalanzarse contra mi decidí agachar mi mirada notando el estado en que se encontraba la pelinegra—... Nayeon—murmuré mientras que me agachaba quitándome con fuerza la capa para poder envolverla sobre su lastimado y desnudo torso. Por impulso apreté los dientes sintiendo como mi oscura capa se empapaba ante la sangre que continuaba deslizándose por sus heridas—tranquila Nayeon... todo estará bien ahora—le aclaré a la vez que la hacia inclinarse para poder deslizar mi antebrazo detrás de su cuello.
Sus ojos no tardaron en encontrarse con los míos. En un principio simplemente se quedó en silencio viendo con una clara sorpresa reflejada en sus pequeños ojos dorados. ¿Ella no me reconoce? pensé al notar como trataba de moverse, ¿Está tan adolorida que no sabe quién soy?.
—¿M~Mina?—preguntó en un suave murmulló que erizó los vellos de mi nuca mientras que podía notar como elevaba su ensangrentada palma para presionar sus fríos dedos sobre mi perfilada quijada—p~por fin...—parecía realmente creer que se trataba de mi hermana ya que era la primera vez que la veía sonreír de esa forma. Por impulso me quedé en silencio sintiendo como mi corazón se aceleraba—p~por fin viniste por mi—comentó provocando que yo pudiese notar como las lágrimas caían con suavidad por su lastimada expresión, como si estuviese llorando por ver nuevamente de mi hermana que por el dolor que provocaban sus heridas abiertas—ha sido difícil... te eché de menos—y lloró llevándose las manos al rostro mientras que yo, por impulso simplemente la abrazaba contra mi pecho, para luego levantarla sin siquiera esforzarme en ese movimiento.
Lo siento mucho, ni siquiera sé el por qué me había disculpado. Francamente creí que era necesario el hacerlo aunque fuese en el interior de mi mente.
—¡Príncipe Hyunjin!—el Rey rápidamente me llamó provocando que mis fríos ojos se posaran en él notando como mi padre no tardaba en colocarse frente a mi mientras que los guardias de la princesa quienes habían estado siendo retenidos no dudaban en rodearme en señal de protección—¡¿Usted sabe que esto perfectamente podría ser considerado traición?!—bramó furioso mientras que yo solo sostenía con mas fuerza el delgado cuerpo de mi prometida, negándome rotundamente en dejarla ir—¡EL CASTIGO NO HA TERMINADO!.
—Su majestad—le llamé provocando que sus fríos y furiosos ojos se encontrar con los míos. Rápidamente al notar la tranquilidad con la que yo me encontraba no dudó en relajar también su expresión mientras que su hija, la princesa Jieun no le quedó de otra más que salir del lugar ante el sobrecargo de emociones que invadió su cuerpo al ver como Nayeon había sido torturada—yo terminaré el castigo de la princesa, no debe preocuparse por eso—mentí sabiendo que él no nos dejaría regresar al Ducado hasta saber que ella seguiría sufriendo—me encargaré de destruir todo anhelo que ella posea—sonreí causando que él me viera con sorpresa para luego simplemente llevarse las manos al rostro, tratando de opacar la fuerza con la que había comenzado a reírse al comprender que yo pensaba igual que él—ahora... ¿Puedo marcharme?.
—¡JAJAJA! ¡Realmente me agradas muchacho!—bramó el hombre en alto mientras que yo podía sentir el odio de los caballeros de Nayeon fijos en mi nuca—por favor...—pidió a la vez que se me acercaba quedando lo suficientemente cerca de mi para que papá tuviese que dar un paso hacia el lado—conviértela en un juguete.
Yo solo lo miré antes de asentir con mi cabeza.
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