Futura Condesa.
Recomendación: Dove Cameron - Boyfriend
Pov: Minatozaki Sana.
Luego de aceptar mi verdadero destino, el Duque... digo ahora padre no tardó en agendar una cita con la joven hija del conde Zhou en espera de poder consolidar nuestra unilateral relación matrimonial. En sí, la idea no me gustaba, y en verdad no importaba cuánto intentara entender lo que estaba por ocurrir; simplemente no había forma de que yo fuese capaz de llegar a quererla, pero tenía una ligera noción de que ella ya era consciente de ello así que esperaba que por lo menos nuestra convivencia fuese manejable. Ella llegó a la semana después de la ultima vez que hablé con mi padre. Debo confesar que el primer día fue el más complicado de manejar, en sí, estaba ansiosa, no podía dejar de llorar cuando la soledad me envolvía, me sentía devastada en el interior de las cuatro paredes que componía mi habitación, porque sabía perfectamente que había perdido a la única razón de mi existencia. Sabiendo que lo que me ocurría estaba mal hice el esfuerzo de buscar consuelo, pero no había nadie que pudiese entender cómo me sentía en realidad, hasta traté de hablar con mi hermano, en verdad que hice mi mayor esfuerzo para lo lograrlo, pero cuando mis piernas comenzaron a dirigirse hacia donde él se encontraba con solo ver su rostro pálido y demacrado me hizo detenerme de golpe como si una pared invisible se hubiese puesto delante de mí, obstruyendo mi paso. No tardé nada en notar los sentimientos que florecían de su cuerpo; él estaba triste, arrepentido, y muy enojado. Mi pequeño hermano estaba lleno de odio, y en vez de tratar de consolarlo, simplemente me giré decidiendo justo en ese momento que la mejor opción sería huir, sintiendo el cruel susurro de mi propia ira pidiéndome que fuera tras él y lo lastimara. El segundo día las cosas no habían mejorado, mi rostro amaneció ligeramente inflamado y los ojos irritados ante el desolado llanto que me atacó la madrugada anterior. Sinceramente no había manera de poder detener la angustia que me azotaba cuando la noche caía y el silencio en el Ducado se hacía presente, no había forma de que yo fuese capaz de dejar de pensar en que la había perdido, que no había hecho lo suficiente para mantenerla junto a mi. Al octavo día como era de esperarse, todo seguía igual. Con el rostro hinchado y la cabeza punzante el Duque me despertó en compañía de dos sirvientes que días atrás eran mis propias compañeras de servicio. Ellas no dijeron nada, en un completo silencio y como si estuviesen acostumbradas comenzaron a maquillarme con la espera de que mi futura esposa no fuese capaz de notar las lágrimas que habían escurrido por mis mejillas durante toda la noche.
La señorita Zhou me esperó en el interior del despacho del Duque luego de que Hyunjin la hubiese entretenido durante unos minutos mientras que yo terminaba de alistarme. Como era de esperarse, en el momento que ingresé el silencio envolvió la habitación. Estaba nerviosa. Con las manos temblorosas tomé el lujoso vestido que envolvía mi cuerpo e hice una pequeña reverencia notando como mi ahora prometida simplemente me miraba sin emitir palabras. Esto era extraño, estar nuevamente envuelta en lujo se sentía incorrecto, pero en verdad no había mucho que yo pudiese hacer al respecto. Incomoda alcé mi mirada observando como caminaba tranquilamente por el lugar hasta tomar asiento donde comúnmente se encontraba la cabeza de la familia Myoui. Ella era una mujer que en sí, me inquietaba con bastante facilidad. En teoría, no sabría dar una explicación razonable del por qué me sentía de esta manera, pero solo bastaba con que ella posara aquellos perforantes ojos negros en mi dirección para hacerme sentir que debía simplemente huir y esconderme. Me sentía como si estuviese a punto de ser devorada por un animal peligroso. La señorita Zhou al notar la inquietud en mí, simplemente elevó sus comisuras mientras que agitaba suavemente su cabello castaño oscuro permitiendo que el largo de este cayera tranquilamente por sus hombros esculpidos. No podía negar lo innegable, ella era muy hermosa, pero no podía evitar el compararla con mi joven señorita; Mina era mucho más hermosa que ella, pero eso jamás saldría de mi boca. Me había mantenido en todo momento en la entrada de la habitación así que en silencio caminé hacia el asiento que estaba frente al escritorio y me senté notando como ella no había dejado de verme. Decidí darle un vistazo. Hoy llevaba pantalones y una chaqueta que iba a juego con la prenda de abajo. Su torso estaba siendo cubierto por una camiseta blanca y le faltaban los dos botones principales, permitiendo que se notara su cuello y parte del comienzo de sus pechos. Ella realmente no parecía interesada por que yo mirara más allá.
La señorita Zhou elevó una de sus cejas al notar lo que yo estaba haciendo, así que simplemente giré mi rostro avergonzada de ser consciente de que había visto más de la cuenta.
No hizo comentarios al respecto, simplemente se inclinó presionando uno de sus codos contra la mesa del amplio escritorio dejando caer su afilado mentón sobre su delgada palma abierta. A pesar de que realmente estaba incómoda por la situación en la que me encontraba, de todas formas volví a centrarme en su rostro notando como ella estaba contemplando mi calmada expresión sin hacer comentarios con respecto a cómo me veía. Me estaba cohibiendo. La incomodidad que estaba sintiendo simplemente empeoró al darme cuenta que ella me veía con tanta fijación. No me gustaba, y no era una cosa de ahora, en sí, nunca me había gustado ser el centro de atención, y aquel desagradable sentimiento simplemente aumentó ante las cicatrices que cargaba sobre mi piel y de las cuales no podía ocultar sin importar cuánto maquillaje llevase encima. Nerviosa volví a huir de su mirada sintiendo como mis mejillas no tardaban en calentarse.
Mi prometida parecía divertida por la situación en la que me encontraba, y eso me estaba colocando de mal humor. No lo había notado en un principio, pero a pesar de que sus ojos me veían con burla, su aura desprendía un sentimiento completamente diferente, pero no estaba del todo segura a que se debía esto, así que le di un rápido vistazo a su cuerpo notando como, efectivamente su aura esta vez estaba envuelta en un extraño color rosado y verdoso. ¿Avergonzada y ansiosa? me cuestioné sorprendida de ver cómo su cuerpo estaba reaccionando a mi mirada. Parpadeé aturdida. No era posible, así que simplemente agité mi cabeza en negación queriendo comprender que era lo que realmente había visto.
—Me gustaría saber algo... —ella decidió romper el silencio en la habitación obligándome a tener que enfocarme en su calmada expresión. Ya no podía ver el color que desprendía su cuerpo. Eso me confundió, porque parecía que ella era consciente de que yo podía ver sus emociones y de forma consciente suprimió sus propias emociones—¿Cuándo deseas llevar a cabo nuestra unión matrimonial?—cuestionó sin mucha emoción. A simple vista no parecía estar realmente interesada en nuestro compromiso, y en verdad, ni siquiera podía llegar a ofenderme por ello. En sí, debería estar hasta agradecida de haber logrado obtener una pedida de mano con una familia reconocida, pero en verdad, no lo estaba, y a pesar de que era consciente de que estaba siendo egoísta, me era imposible el no sentirme mal por estar a su lado—...—guardó silencio al darse cuenta que yo no respondía. Incómoda llevó su mano libre contra su nuca posándola contra su cuello, para luego dejarla descansando sobre la mesa—no tengo planeado hacer algo llamativo... si fuera por mi, me casaría ahora mismo, pero me gustaría saber tu opinión.
A pesar de lo que decía. A simple vista no daba la sensación de querer realmente mi opinión, así que no la entendía. Francamente, no importaba como lo viera, ¿Por qué se estaba tomando la molestia de pedir mi opinión? me cuestioné sintiendo como mis manos habían nuevamente comenzado a temblar al recordar que solo la familia Myoui eran quienes con sinceridad me preguntaban que quería, a pesar de que no era realmente su obligación el hacerlo. Sinceramente, era incapaz de hablar, así que solo mantuve mis ojos fijos en su calmada expresión notando como uno de sus dedos se golpeaba una y otra vez contra la mesa en señal de estar perdiendo la paciencia. La seriedad en ella lentamente estaba logrando empeorar mi nerviosismo, mientras que la sensación de querer huir de la habitación se sumergía en el interior de mi cabeza, pero a pesar de que realmente era mi deseo, no podía simplemente abandonar el lugar.
Finalmente entreabrí los labios sintiendo los latidos de mi corazón envueltos en mi garganta.
—Puedes hacer lo que quieras, no importa mi opinión—aclaré escuchando como ella chasqueaba su lengua contra su paladar fastidiada por mis palabras. Rápidamente tensé mis hombros al oír la forma en que arrastró la silla hacia atrás; ella estaba molesta. Sin decir palabra alguna se puso de pie—...—guardé silencio mirando fijamente la forma en que había comenzado a caminar hacia mi dirección. No hizo comentarios, y en verdad, yo tampoco fui capaz—¿Huh...—abruptamente guardé silencio al sentir como ella había girado mi silla logrando quedar frente a ella.
No habló. Con calma presionó una de sus manos contra el reposabrazos mientras que, con rapidez estiraba la otra agarrando con dureza mi mentón. Me obligó a tener que ver su inexpresivo rostro. No dijo nada durante unos largos segundos, simplemente se mantuvo arrugando el puente de su afilada nariz mientras que las cejas se juntaban ante la ira que estaba dejando a ver a través del negro color que envolvía su delgada y esculpida figura femenina. A pesar de su visible malestar, de todas formas se abstuvo de hacer comentarios. Simplemente se tomó su tiempo viendo mi aturdida expresión. Mi corazón latía con fuerza y mis manos habían comenzado a sudar. Estaba muy cerca de mi, pero claro, no era la primera que estaba en este tipo de situaciones, pero por alguna razón que ella lo estuviese haciendo se sentía distinto.
Ella era una persona con la que debía tener cuidado.
Sin cambiar de expresión entreabrió sus labios.
—Lo odio—alzó la voz causando que yo me quedara quieta en mi sitio sin comprender realmente lo que estaba ocurriendo ahora—...—apretó sus labios frustradas de notar mi silencio—¡Agh! odio las de tu tipo—confesó con aquel deje de asco que erizó mi piel. Esto no estaba saliendo bien, lo sabía, pero aun así no fui capaz de moverme, aun cuando había sentido como ella, con cierta irritación había soltado el agarre en mi mentón—...—volví a guardar silencio cruzándose simplemente de brazos. A simple vista parecía estar esperando que yo replicara, pero en verdad, no sabía que era lo que quería de mí, ¿Qué debía decir para hacerla sentir bien? me cuestioné sintiendo como mis manos continuaban temblando—... no me sirves—aclaró luego de unos prolongados segundos de incómodo silencio. Me congelé en mi sitio notando como me había dado la espalda—buscaré a alguien más.
¿Eh? pensé notando como ella comenzaba a caminar en dirección de la salida sin siquiera tomarse el tiempo en ver que expresión había puesto. Mi cuerpo no tardó en temblar mientras que el pensamiento de que no podía perderla azotaba violentamente mi cabeza. Rápidamente me puse de pie. Si dejaba que se marchara en busca del Duque con intenciones de romper el acuerdo, no podría saber que demonios ocurrió en realidad con mi señorita. En sí, todas mis esperanzas de poder vengar su muerte se derrumbaría si permitía que mi prometida saliera de esta habitación, así que por nada del mundo debía dejar que eso pasara. Velozmente corrí hacia su dirección presionando bruscamente una de mis palmas contra la puerta antes de que ella tuviese siquiera la oportunidad de abrirse paso. Tzuyu no hizo comentarios, al parecer, ni siquiera estaba sorprendida por mi actuar, así que eso me confundió aún más de lo que ya estaba.
A pesar de que ella era mucho más alta y fuerte que yo, no trató de huir, simplemente se quedó en su sitio con su rostro apuntando en dirección de la puerta, en espera de que yo dijera o hiciera algo. Con el cuerpo tembloroso decidí inclinarme, dejando caer mi frente contra uno de sus redondos hombros. En verdad, no me importaba lo que quisiera hacer conmigo, si quisiera torturarme no pondría resistencia, si quisiera venderme no trataría de huir. En estos momentos no me interesaba saber que pasaría conmigo, se lo daría todo, desde mi cuerpo hasta mi alma, todo lo tendría en sus manos con tal de que yo fuese capaz de descubrir que fue lo que relamente sucedió en aquel fatídico viaje.
—¿Qué es lo que quieres de mi?—cuestioné al mismo tiempo que lograba oír la forma en que había suspirado.
Con calma y sin ningún tipo de problema aparente se giró, obligando a mi cuerpo a tener que enderezarse para notar como ella había presionado tanto su cabeza como su espalda contra la puerta quedando lo suficientemente cerca para notar cada parte que componía su atractivo rostro. Inquieta di medio paso hacia atrás notando como ella sin mucho interés se inclinaba acortando cualquier intento por mi parte de tener algo de espacio personal. A simple vista no parecía estar realmente preocupada por que yo estuviese cerca suyo, su mirada penetrante se mantuvo fija en mi incómoda expresión mientras que sus labios no tardaban en curvarse en una astuta expresión, como si se estuviera divirtiendo de estar viendo el estado en el que yo me encontraba. Por instinto me eché hacia atrás viendo como ella se inclinaba un poco más. No dudó en estirar una de sus manos agarrando uno de mis mechones de cabellos para dejarlo sin preocupación detrás de mi oreja. Pude sentir el tacto de sus dedos en el borde de mi oreja lo que provocó que los vellos de mis brazos se erizaran por completo. Su otra mano envolvió posesivamente mi cintura, demostrando lo poco que le importaba mantener una distancia prudente entre ambas.
En si, ella no entendía el significado de espacio personal o por lo menos no quería que yo lo tuviese.
—No me interesa tener una esposa marioneta—aclaró manteniéndose aún cerca de mi. A pesar de que su mano estaba por sobre mi vestido, aun podía sentir el calor que desprendía su piel. Quería huir—quiero alguien con quien pueda apoyarme y que sea capaz de tomar sus propias decisiones sin ser un estorbo para mi—sus deseos eran extraños, tan extraños como el comportamiento de mi joven señorita. Mi cuerpo se tensó en el momento que sentí como movía su mano dejando su antebrazo presionado contra mi espalda. Realmente estaba muy cerca mi, pero aun así, no fui capaz de huir. No hice comentarios, simplemente me quedé en mi sitio sintiendo su amplia palma sosteniendo mi cuerpo mientras que sus largos dedos descansaban en mi espalda—si realmente quisiera una... hubiese ido a cualquier otra casa, y estoy segura de que la conseguiría con bastante facilidad.
—¿Entonces...?—murmuré sintiendo aun el calor que desprendía su brazo sobre mi cuerpo—¿Por qué a mi?—cuestioné viendo como ella elevaba una de sus cejas para luego simplemente soltar un suave suspiro. Con tranquilidad se enderezó dejando un espacio considerado de su cuerpo y el mío, pero manteniendo su mano aun envuelta alrededor de mi.
—Te lo dije, no quiero una marioneta—aclaró encogiéndose de hombros.
—¿Por qué estas tan segura de que yo no soy una marioneta?—repliqué causando que ella simplemente sonriera mientras que sacudía su cabeza en negación.
—Si fueras realmente una simple marioneta... ¿Hubieras tenido el valor suficiente como para dejar en el altar al joven príncipe heredero?—cuestionó causando que yo me quedara quieta en mi sitio paralizada de escuchar sus palabras. Mi corazón se detuvo por medio segundo mientras que sentía como ella agarraba mi cuello y parte de mi mejilla para luego simplemente inclinarse presionando sus labios contra mi mejilla—eres un enigma para mi, así que por eso te escogí—confesó mientras que mi piel se erizaba por cada tacto de su parte.
No la entendía. No había forma de comprender quién era esta persona. Sinceramente, jamás habia escuchado con respecto a la hija mayor del conde Zhou siendo una atrevida. En sí, era la primera vez que veía esta actitud de su parte, aunque claro, las pocas interacciones que tuvimos cuando yo era aún la hija del Marqués eran completamente vagas ya que en las reuniones de los noble solo se mostraba nuestras mejores apariencias, pero aun así, no podía creer que realmente esto estuviese sucediendo ahora mismo. De forma impulsiva tragué saliva sintiendo su pesada respiración chocando esta vez contra mi cuello. Ella parecía interesada por mi cuerpo, y yo no sabía que hacer con esa información. Inquieta estiré mis manos presionando mis dedos alrededor de sus hombros. Quería empujarla, pero sabía que, en fuerza, yo no tenía ninguna posibilidad de ganar.
—Sé que quieres usarme—sus palabras me dejaron sin aliento. Confundida traté de mirarla notando como ella simplemente deslizaba su nariz por mi cuello. Mis piernas se congelaron en mi sitio. Cualquier intento de querer huir, lentamente murió como mis ganas de querer desaparecer. Ahora solo la curiosidad estaba presente, quería saber como demonios supo cuales eran mis verdaderas intenciones—no sé realmente que tipo de relaciones tenías con la heredera del Ducado... pero por la manera en que intentaste ocultar tu llanto con tu maquillaje al igual que las marcas causadas por tus propias uñas alrededor de tu cuello, supondré que era importante para ti—aclaró mientras que me soltaba. Ahora lo supe, su repentina cercanía, su manera de tocarme; ella solo estaba tratando de ver que era lo que yo trataba fervientemente de ocultar—¿Me equivoco?.
Incómoda retrocedí a la vez que llevaba una de mis manos contra mi cuello sintiéndome avergonzada de comprender que las marcas que me causaba para tratar de mitigar el dolor habían quedado completamente expuestas. Me quedé momentáneamente en silencio notando como esta vez ella simplemente se quedaba en su sitio.
—Me disculpo—no pude evitar el hacerlo. Estaba avergonzada por ser atrapada con tanta facilidad.
—¿Por qué te disculpas?—cuestionó mientras que inclinaba suavemente su cabeza hacia el lado, demostrando con esa simple acción su confusión—es natural buscar a alguien para conseguir algo—aclaró como si fuese lo más normal para ella—digo, yo te elegí para lograr ser la heredera oficial de mi familia y tu me aceptaste para saber que ocurrió con la heredera del Ducado... ¿O acaso estoy equivocada?—preguntó logrando de que yo de forma lenta asintiera con mi cabeza aceptando sus palabras. No podía negar el hecho de que esta vez había tenido la razón—...—sonrió llevando una de sus manos contra su rostro para ocultar su expresión—me gusta eso—aclaró regresando a aquella conocida expresión tranquila que había mantenido en todo momento—no esperaba tener las cosas con tanta facilidad, así que esta bien si quieres algo de mi... si está en mis manos, te lo daré.
A simple vista parecía estar realmente hablando en serio, así que simplemente asentí con mi cabeza. Satisfecha la joven hija del Conde alejó su espalda de la puerta y regresó al puesto del Duque. No hizo comentarios. Con calma tomó asiento presionando sus dedos contra el papel que habia estado en todo momento sobre la mesa. Sus oscuros ojos se enfocaron en mi inquieta expresión. La verdad es que a pesar de que había dejado en claro que quería poder, seguía sin aclarar que quería específicamente de mi, ¿Tal vez deseaba un sucesor? ¿O acaso quería mantenerme a su lado de por vida? ¿ O solo estaba esperando obtener el puesto que actualmente estaba ocupando su padre para desecharme?, no lo sabía, en sí, ella era un completo misterio para mi. La chica suspiró, así que velozmente me enfoqué en su divertida expresión; ella se dio cuenta muy fácilmente de que yo había estado perdida en mis pensamientos. Incómoda por ser descubierta sacudí nuevamente mi cabeza en negación mientras que me sentaba en la silla que estaba al lado de la que anteriormente había ocupado y de la cual mi prometida giró sin muchas complicaciones.
La castaña se inclinó manteniendo su dedo aun puesto sobre el papel que tenía en su posesión.
—El matrimonio de mi padre también fue arreglado—aclaró dando información con respecto a cómo se había llevado a cabo la unión entre su padre y su difunta madre. No era un misterio el saber que la primera hija del Conde había sido engendrada por su primer matrimonio: nadie hablaba de ello, pero era conocido que la primera condesa murió antes de que Tzuyu cumpliera su onceava primavera—pero por ser hombre jamás llegó un acuerdo de ella, ya que no lo vio como algo necesario—agregó manteniéndose tranquila. Sinceramente no entendía el por qué me estaba hablando de esto, ya que la información que de momento estaba brindando era bien conocida en el mundo de la nobleza—mi padre abusó de mi madre hasta su lecho de muerte...—aclaró mirando hacia otra dirección; a simple vista parecía estar incómoda, y en verdad, no la culpaba por sentirse así—lo hizo solo porque ella no fue capaz de quedar en cinta de nuevo.
Eso no lo sabía. Sorprendida amplié mis ojos notando como ella dejaba caer su mejilla sobre su puño cerrado observando sin mucha emoción el papel que seguía estando bajo uno de sus dedos. Decidí enfocarme en su expresión recordando vagamente lo que se hablaba en el tiempo que la Condesa falleció. Había sido una mujer muy hermosa proveniente de una familia baronesa, por lo general, los de su estatus no suelen tener compromisos con casas con mayor poder que ellos, pero ella al ser una belleza no fue difícil comprometerla con el joven heredero de la casa del Conde. El rumor rápidamente se esparció cuando ella dejó de asistir a las fiestas que se creaban comúnmente en la aristocracia; luego de dar a luz a Tzuyu simplemente su existencia se esfumó en el mundo noble, llegando al punto que su existencia era una mera historia antigua que los más viejos hablaban a escondidas del ahora Conde. Mantuve mis ojos enfocados en la más alta. Pero... pensé sintiéndome inquieta, pero si ella realmente estaba hablando en serio, eso explicaría por qué razón su madre dejó de asistir a las fiestas de té con las demás nobles, y el por qué cuando murió el Conde logró casarse a las semanas después de su entierro trayendo consigo la noticia de su siguiente hijo, lo que opacó por completo la muerte de su primera esposa. Sorprendentemente no fui capaz de hablar. Ahora que era consciente de cómo había sido su vida entendía por qué estaba tan desesperada en conseguir el título que, por herencia le correspondía, pero que, como mujer, sería prácticamente imposible de lograr cuando tenía otros dos hermanos más con los que debía competir.
—Señorita Tz...
—Tzuyu... por favor, solo llámame por mi nombre—me interrumpió mientras que volvía su atención a mi rostro—como le estaba comentando, mi padre jamás le importó la opinión de mi difunta madre, pero yo no quiero ser como él—confesó a la vez que deslizaba el papel hacia mi dirección—por esta razón he hecho un contrato con todo lo que yo deseo de usted... obviamente, como se está hablando de un contrato, como tal, también debe colocar lo que usted quiera de mí, de este modo, ambas estaremos de acuerdo.
Parecía que realmente lo tenia todo fríamente calculado. Instintivamente me incliné tomando entre mis manos el papel.
—¿Y si no hay cumplimiento del contrato?—cuestioné mirando distraídamente el contenido de la hoja.
—Entonces el acuerdo matrimonial llegará inmediatamente a su fin—respondió con tranquilidad lo que me hizo sentir más inquieta—por favor... léalo calmadamente y cuando tenga en claro que es lo que desea, por favor, agréguelo en la parte de abajo—pidió dejando su mano descansando en la parte interna de su otro brazo flexionado.
No agregó mayores comentarios, así que simplemente decidí enfocarme en lo que tenía en mi posesión. Contrato matrimonial, aquello fue lo primero que llamó mi atención. Con curiosidad comencé a leer sin ningún tipo de pausas; Yo, Zhou Tzuyu, hija primera del Conde Zhou he pedido la mano de la joven señorita Myoui Sana, cuarta hija del Duque Myoui, bajo el acuerdo de matrimonio político. Para que este contrato se lleve a cabo y sea considerado fidedigno la futura esposa de la Condesa deberá aceptar mantener relaciones íntimas con su esposa con intenciones netamente de procrear, estas actividades tendrán que realizarse cada dos meses (sin excepción), está prohibido el contacto más allá que no tenga relación con el deseo de traer consigo un sucesor, dentro de este aspecto, también están los besos, las caricias y hasta los abrazos, a menos de que ambas partes deseen lo contrario. La futura Condesa podrá estar presente en las actividades de su esposa, pero no podrá interferir si su vida llega a estar en peligro. La futura Condesa no podrá mantener otro tipo de relaciones fuera del matrimonio, deberá ser completamente devota a su esposa hasta que esta consiga la posesión de Condesa, obteniendo el título, podrá rehacer su vida si así lo desea, también podrá optar por el divorcio. Durante el matrimonio se mantendrá el respeto mutuo entre ambas, en el momento que la ceremonia se lleve a cabo obtendrá una habitación solo para ella, por ende, no dormirán juntas a menos que sea para las actividades carnales anteriormente mencionadas. La futura Condesa deberá dar su opinión cada vez que lo vea necesario, debe hacerse parte de la familia y no actuar como una extraña. Para terminar yo, Zhou Tzuyu juro mantenerla a salvo hasta que el matrimonio llegue a su fin. Al terminar de leer simplemente solté un pesado suspiro. En verdad... no esperaba esto, sinceramente ni siquiera sé que decir, no había pensado en la posibilidad de que ella fuese tan, ¿Recta? ¿Directa? ¿Precavida? en sí, no sabría definir con palabras como era Zhou Tzuyu, pero en teoría no me molestaba su forma de ser. Con curiosidad alcé mi mirada notando la forma que ella me veía; a simple vista parecía estar realmente ansiosa por ver que iba hacer a continuación.
Su rostro preocupado no iba acorde con su actitud despreocupada, pero excesivamente segura.
—¿Tienes una pluma?—cuestioné notando como ella velozmente sacaba una pluma y un pequeño frasco de tinta del saco de su traje—...gracias—murmuré sorprendida de notar lo eficiente que era.
Me quedé en silencio tomando la pluma mientras que dejaba la hoja recargada sobre la mesa. En verdad no habia mucho que yo pudiese desear, ¿Estabilidad económica? ¿Felicidad? ¿Seguridad? ¿Una casa propia? ¿Una vida tranquila? no, yo no quería nada de eso, porque ya lo había tenido, y lo disfruté como era debido. Yo, yo ahora mismo lo único que deseaba era una respuesta definitiva, quería saber por qué razón la perdí, en qué me equivoqué, en qué fallé. Si por alguna razón Tzuyu lograba responder esas preguntas, entonces, yo estaría satisfecha, no pediría más. Al terminar de escribir deslicé el papel notando como ella ansiosa se inclinaba. La observé sin pronunciar palabras, notando como su rostro lentamente cambiaba a uno sin expresión legible.
Cuando finalizó su lectura alzó lentamente su mirada encontrándose con mis ojos.
—¿Solo desea que encuentre al culpable de la muerte de la joven heredera del Ducado?—cuestionó con incredulidad mientras que yo asentía con mi cabeza—...—guardó silencio mirándome fijamente—¿Estás segura?... porque yo he pedido más cosas—aclaró a la vez que yo volvía agitar mi cabeza en aceptación—...—se quedó nuevamente en silencio mirando lo que yo había escrito para luego regresar su atención a mi rostro—...ams—apretó sus labios como si se hubiese arrepentido de decir algo. Rápidamente agachó la mirada tomando la pluma que habia estado sosteniendo para escribir algo al lado donde yo habia escrito—te dejaré modificar solo tres veces el contrato... si por alguna razón deseas algo, podrás agregarlo—aclaró mientras que yo le seguí viendo—¿Estas de acuerdo?
—Sí—respondí sabiendo que no había razones para negarme—...—me quedé en silencio mientras que entrelazaba mis dedos entre sí. Por unos segundos volví a estar sumergida en mis pensamientos, hasta que recordé algo en especifico—espera—rápidamente alcé la voz sabiendo que debía agregarlo a nuestro contrato. Ella sorprendida solo me miró esperando con paciencia que dijera mi tan anhelado pedido—¿Puedo agregar algo que se haga antes de la ceremonia?
Confundida ella frunció sus cejas.
—C~Claro...—a pesar de que aceptó, no parecía estar realmente convencida. Rápidamente le quité el papel y agregué lo que deseaba. Al terminar se lo regresé notando como ella agachaba la mirada. Esta era la primera vez que la veía sonrojada—¡T~Tú!—se llevó la mano al rostro tratando de ocultar su vergüenza mientras que yo solo la veía con confusión—no podemos vivir juntas si no estamos unidas en matrimonio—aclaró tratando de excusarse, pero yo no lo podía comprender, ¿Realmente le causaba más vergüenza vivir juntas que concebir un bebé? pensé mordiendo el interior de mi boca para no reírme en su rostro—n~no puedo... yo...—realmente parecía estar pasándolo mal mientras que miraba hacia otra dirección.
—Entonces no firmaré—aclaré causando que ella me viera con sorpresa.
Rápidamente se mordí el labio inferior para luego simplemente suspirar dejan caer sus hombros sorprendentemente tenso.
—Se supone que uno tiene que seguir las reglas al pie de la letra—murmuró demostrando cuanto le afectada no hacer las cosas como eran socialmente correctas. Una parte de mi realmente esperaba que se negara, pero para mi sorpresa terminó agarrando la pluma y firmó—bien... lo aceptaré, así que por favor, si estás de acuerdo firma tu también—pidió mientras que deslizaba tanto la hoja como la pluma hacia mi dirección.
Aturdida por su cambio de actitud simplemente decidí inclinarme. Preocupada de no haber leído bien me tomé la molestia de releer cada una de sus palabras. Cuando estuve satisfecha agarré la pluma y firmé al lado de donde ella lo había hecho. Al finalizar simplemente dejé la pluma del papel y alcé la mirada notando como ella me estaba mirando fijamente. Como todo contrato debería haber una reacción en el papel, pero este se había mantenido estable, como si el contrato aún no estuviese del todo realizado. En silencio mi prometida se puso de pie, para luego rodear el escritorio posándose entre la mesa y donde yo estaba sentada. La verdad es que no me esperaba realmente que hiciese un movimiento, pero ella, como lo llevaba haciendo desde que apareció en el Ducado simplemente me sorprendió estirando una de sus manos para agarrar detrás de mi cuello. Yo me quedé sin aliento. Confundida observé como se había inclinado tirando de mi cuerpo para que su boca quedara perfectamente encajada sobre la mía. No me moví. Me quedé paralizada notando como ella tenía los ojos cerrados. Sus largas pestañas y sus cejas bien perfiladas estaban a un par de centímetros de mi rostro. Ella parecía estar disfrutando de la presión de nuestros labios, mientras que yo no podía dejar de pensar que ahora mismo me estaba besando como si no fuese realmente la gran cosa para ella. Impulsivamente posé mis manos sobre su muñeca mientras que sentía como se inclinaba aún más obligándome a tener que presionar mi espalda contra el respaldo de la silla. No lo quería admitir, pero sus labios eran sorprendentemente suaves. A pesar de su actitud tosca y fría, su manera de besar era cálida, casi torpe, en sí, parecía que a simple vista estaba inquieta con sus dedos agarrando suavemente de mi cuello y cabeza mientras que su caliente respiración no tardaba en mezclarse con la humedad causada por la aparición de su lengua. La piel de mi espalda se erizó ante su audaz movimiento. En sí, no parecía tener experiencia, pero claro, no es como si yo también la tuviese, así que no sabía que hacer.
Si me lo preguntan, debo confesar que las pocas veces que el príncipe me llegó a besar, no podría considerarlo como un beso como tal ya que ni siquiera lo podía recordar a la perfección: al parecer mi cabeza se encargó de simplemente borrar esos momentos, y fingir que nada ocurrió. Mis piernas se entumecieron, así que agradecí el estar sentada mientras que podía sentir como su amplia mano ejercía presión detrás de mi cuello en señal de que no me dejaría en libertad. Sinceramente, no sé hasta que punto ella quería llegar, ni hasta donde yo quería permitirle, pero de momento lo que estaba ocurriendo ahora no me parecía particularmente desagradable.
Luego de unos segundos más manteniendo la unión de nuestras bocas. Tzuyu decidió romper el contacto alejándose lentamente de mi. Me quedé en silencio con la respiración entrecortada y el calor envuelto alrededor de mis mejillas. Ella se veía igual que yo, parecía avergonzada, pero satisfecha por lo que había hecho. En silencio ella se giró tomando velozmente el papel. En sí, no dijo nada, simplemente regresó a su posición inicial dejando a la vista el contrato que ambas habíamos firmados; ahora habia un claro sello dorado creado por magia entre ambas firmas.
—E~Espera...—amplié los ojos sorprendida de comprender que ella habia realizado el contrato a base de un beso—¿Por qué no lo hiciste de sangre?—cuestioné notando como fruncía el ceño.
—Los contratos políticos se sellan con un beso—aclaró como si fuese lo más normal para ella—...—rápidamente regresó a ese conocido silencio mientras que se inclinaba causando que yo presionara mi cabeza contra el respaldo del asiento—¿Por qué? ¿Te he sorprendido?—cuestionó con un deje de diversión que erizó mi piel.
—P~Para nada...—mentí notando como ella elevaba sus comisura demostrando que no me había creído para nada—el contrato dice que debes mantener tu distancia—aclaré notando como ella solo me miraba.
—¡Pff!—se rió a la vez que se echaba hacia atrás—técnicamente hablando no decía que debía mantener la distancia, pero esta bien, te lo acepto—aclaró mientras que yo solo trataba de calmar mi acelerado corazón—...—guardó silencio mirando como yo me colocaba de pie tratando de alejarme de su cuerpo—¿Irás a buscar tus cosas?—cuestionó al notar como yo seguía retrocediendo.
—Sí... no tardaré.
—Esta bien... puedo esperar el tiempo que necesites—aclaró manteniéndose tranquila en su sitio, como un león manso—ve a despedirte.
Sinceramente, no la entendía y probablemente jamás iba a hacer capaz de comprenderla.
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Holi, solo vengo a hacer una pregunta. Les gustaría ver más adelante otra historia con una trama parecida a esta? O sea, me refiero a tipo duque, rey, magia y esas cosas, pero en versión Minayeon G!P?
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