Dulce mentira
Recomendación: Lana del Rey – Young and Beautiful
Pov: Im Nayeon.
La semana junto a Mina había transcurrido más rápido de lo que a mí me hubiese gustado disfrutar. Como ahora me había transformado en la nueva Emperatriz del Imperio Im debía cumplir con las responsabilidades que claramente el anterior Rey no se había dignado en realizar; a pesar de que él como padre había hecho un pésimo trabajo, pensé estúpidamente que sería capaz de cumplir con las obligaciones que la misma corona imponía a cada uno de los herederos, realmente creí que por lo menos cuidando al Reino podría hacer un trabajo decente, pero al momento de sentarme en el amplio y lujoso escritorio que anteriormente él ocupaba y observar la cantidad inhumana de papeles que estaban sobre la mesa a esperas de ser revisado comprendí que ni siquiera se había tomado la molestia de ordenar que alguien más lo hiciese por él. Me parecía simplemente una salvajada de que él hubiese sido capaz de continuar con su tiranía y que todo el mundo, específicamente los nobles que día a día convivían con él fuesen capaces de aceptar con tanta facilidad las acciones que cometía sin parar, es que realmente no podía entender como es que la gente podía ignorar las atrocidades que el anterior Rey cometió por y para su propio beneficio, ¿Cómo es que ni siquiera yo logré notar todo el daño que él había causado en el Imperio?, pensar en ello me hacía sentir vergüenza, porque muy en el fondo lo sabía, pero no tenía el suficiente interés como parar querer interferir en ello.
Debo confesar que el trabajo de Emperatriz era mucho más pesado y complicado de lo que yo había pensando en su momento, como mi padre no había sido capaz de cumplir con sus obligaciones, tuve que firmar y utilizar el sello real por un día completo, leí tantos informes, sobre todo de cómo estaba yendo la guerra entre el Imperio Im y el Kim que el dolor de cabeza comenzaba a ser insoportable, Mina trató de distraerme al parecer estaba preocupada de que me sobrecargara con trabajo, pero a pesar de que hice mi mejor esfuerzo por hacer un sobrecupo en mi apretada agenda sabía que no estaba dándole el tiempo suficiente que tanto ella como yo necesitábamos. Lentamente estaba detestando este poder, pero era consciente de que ninguno de mis hermanos estaba realmente preparado para manejar la responsabilidad que conllevaba proteger el Reino, así que debía hacerme responsable de mis propios actos. Para mi buena suerte, mis hermanas, tomaron la decisión de regresar al palacio después de que mi coronación hubiese sido llevada a cabo mientras que Jabeom tras notar que había perdido todo poder social, tomó la decisión de ir a la guerra como apoyó frontal con la esperanza de poder conseguir que los nobles de las facciones neutras decidieran estar a su favor. Francamente, esperaba que muriera luchando, pero sabía que si estaba junto al Gran Duque las probabilidades de que perdiera la vida eran lo suficientemente bajas por no decir completamente nulas.
No voy a negar que la existencia de Jabeom era en sí un completo fastidio para mí, porque lo era, pero no podía simplemente matarlo, no cuando llevaba parte de mi sangre, así que mi único consuelo era el saber que por lo menos no estábamos conviviendo en el mismo espacio, y lo que era mejor, no estaba cerca de Mina.
Odiaba demasiado ver sus ojos codiciosos puestos en lo que yo tanto amaba.
Regresando al encuentro que Mina había tenido con mis caballeros, francamente, esperaba que ellos reaccionaran de manera intensa ante su presencia ya que era consciente de lo mucho que ellos amaban a mi pareja, pero claro, lo que realmente no había esperado fue notar la manera en que Hyeon y Hwan parecían estar obsesionados con la idea de apropiarse del espacio personal de mi amada, a pesar de que no lo decían abiertamente, su lucha interna estaba siendo bastante evidente de notar al punto en que solo bastaba con observar sus ojos para saber que en cualquier momento uno de los dos terminaría por saltar al cuello ajeno para acabar de una buena vez con la existencia de su oponente. A pesar de que no me molestaba el ver su estúpida batalla de ego, no podía evitar sentirme ofendida ante lo despreocupada que Mina se veía ante la situación que ella misma causó sin siquiera darse cuenta, no es que esperaba que reaccionara de mala manera, pero si que es verdad que había llegado a pensar que por lo menos se aseguraría de dejarles en claro que no estaba para nada interesada, digo... si ella no era capaz de controlar sus celos injustificados por Hyunjin, esperaba que tratara de evitar que yo comenzase a sentir celos por la presencia de mis caballeros, pero no lo hizo, y lo que es peor es que ni siquiera mostraba indicios de querer hacerlo.
Mina es una idiota, en verdad, siempre lo había sido sobre todo lo que tenía relación con el amor, ella realmente apestaba en ello, y quizás por esa misma razón yo no soy capaz de poder molestarme de forma seria con ella, tal vez porque en el fondo sé que no entendería mi molestia.
Solté un suave suspiro al mismo tiempo en que decidía inclinar mi cuerpo permitiendo que uno de mis codos quedase apoyado sobre la mesa para así dejar descansar mi mejilla sobre mis finos nudillos. En estos momentos me encontraba en el interior de mi despacho, había estado casi todo el día en la habitación tratando-en vano-, de reducir la cantidad de papeleo que había recibido en la ultima semana, pero simplemente esto se estaba transformando en un trabajo interminable, así que Mina no dudó en tratar de ayudarme aun cuando claramente no sabía mucho sobre el tema. A pesar de que era consciente de que su mera presencia mi distraía, hice mi mejor esfuerzo por tratar de ignorarla, aunque claro, tarde o temprano mis ojos nuevamente se deslizaban hacia el frente de la misma forma en que lo estaba haciendo ahora. Me mantuve en un completo silencio observando la manera en que ella se había recostado sobre el respaldo del sofá con una de sus piernas cruzadas, a simple vista daba la impresión de estar lo suficientemente cómoda para quedarse dormida, pero sus ojos daban la impresión de estar muy atentos a lo que estaban leyendo, como si realmente estuviese tratando de reducir mi trabajo.
Probablemente este trabajo hubiese sido mucho más fácil de realizar con la ayuda de Hyunjin, pero después de ver que Mina se encontraba con vida y de aferrarse a su cuerpo como si estuviese aterrado de la idea de perderla, tomó la decisión de ir a la guerra en compañía del Duque y la Gran Duquesa enfatizando en que él, como el heredero del Ducado debía luchar en esta batalla. En el momento en que lo escuché supe que se trataba de una vil mentira por su parte; no es que él tuviese la obligación de ir, realmente al tener a los dos Duques en guerra, no era necesario que el heredero tuviese que participar, pero sabía que su hermana iría ante ese estúpido instinto de querer responsabilizarse de cada cosa que sucede en el mundo aun cuando no eran realmente de su responsabilidad.
Voy hacer clara, Hyunjin decidió ir a la guerra para evitar que Mina tuviese que hacerlo, esa era la única verdad: él simplemente trató de protegerla aun cuando existía una alta posibilidad de perder la vida. Bruscamente apreté mis labios tratando en vano de poder olvidar la expresión que Mina había realizado en el momento en que escuchó que su hermano se marcharía. No podía olvidarlo, ni el sonido lastimoso de su voz ni la forma en que la desesperación se desbordaba de su mirada, parecía creer genuinamente que él moriría en batalla aun cuando no existía manera de que pudiese saber eso. Realmente hizo todo lo que estuvo en sus manos para detenerlo, se aferró a él al punto de lanzarse al suelo garrándolo de sus pies, era una situación que fácilmente cualquier otro noble podría sentirse humillado de realizar, pero a Mina no le importaba el saber cómo el resto podía verla, ella tenía en mente hacer todo lo necesario para impedir su salida, pero aun cuando Hyunjin lo vio y escuchó, él simplemente se negó a quedarse y con un vago casi frío "volveré pronto" brotando de sus labios, se marchó.
—Las cosas no parecen estar yendo bien en la batalla—Mina decidió alzar la voz provocando que yo la mirase con cierta sorpresa, ¿Qué esta leyendo?, me cuestioné al mismo tiempo en que alejaba mi mejilla de mis nudillos—... las personas están muriendo y nadie parece tener el suficiente poder como para detenerlo—admitió al mismo tiempo en que giraba su rostro permitiendo que aquellos fríos e intensos ojos rojizos me observasen en detalle—el capitán de la frontera necesita más apoyo, la mitad de sus caballeros han fallecido... a este punto es bastante probable que haya tenido que ceder parte de nuestra tierra para poder salvar al resto de los guerreros.
Bruscamente me levanté de mi asiento, sin siquiera pensar en que responder decidí caminar hacia su direccion teniendo toda la intencion de arrebatarle lo que tenia en su posesión.
—No es algo de lo que debas preocuparte—aclaré al mismo tiempo en que agresivamente le arrancaba la carta de sus manos—enviaré a los caballeros Imperiales junto con una tropa de caballeros pertenecientes a la iglesia—respondí dándole un vistazo a su contenido notando como la carta había sido escrita de una manera torpe y casi ilegible en algunas partes, lo que demostraba la gravedad de la situación.
Probablemente quién emitió la carta lo hizo en medio de la batalla, no sería para nada una sorpresa que las siguientes llegasen manchadas de sangre. Rápidamente regresé mi atención hacia su rostro permitiendo notar la seriedad con la que continuaba observándome. Francamente, supe de inmediato lo que quería decirme, pero aun cuando era consciente de ello, no quería escucharlo, porque iba a ser doloroso.
—... Se terminó esta fantasía—admitió mientras que yo instintivamente tragaba saliva enfocando mi mirada en cualquier parte de la habitación que no fuese específicamente su rostro—fue divertido, pero sabes que mi deber es estar en esa guer...
—No es tu deber—le interrumpir mientras que mi atención nuevamente recaía en ella notando como no había dudado en apretar su quijada, quizás en un vano intento por controlar sus propias palabras—...—tomé grandes bocanadas de aire sintiéndome ansiosa—ni siquiera lo pienses Myoui—ordené sintiendo la fuerza con la que mi corazón había comenzado a bombear en mi interior—si es necesario te mantendré encarcelada... no me importa, haré todo lo que sea necesario para detenerte, me niego a dejar que vayas a morir.
Mina simplemente parpadeo tras entender mis palabras.
—... ¿Acaso estas diciendo que todo aquel que fue a la guerra morirá en ella? —cuestionó con un hilo de voz, sin poder creer lo que había escuchado mientras que yo podía sentir como cada fibra de mi cuerpo se paralizaba ante sus palabras, espera..., supliqué sintiendo la ansiedad golpeando violentamente en mi cabeza, no quise decir eso, y a pesar de que deseaba justificarme no tenía el valor de poder alzar la voz—Tanto los Duques como Hyunjin se encuentran ahora mismo luchando por proteger tu Imperio—me recordó al mismo tiempo en que se colocaba de pie consiguiendo fácilmente que yo me sintiera pequeña aun cuando claramente sabia que era la mayor entre las dos—¿Estás hablando en serio?
Me estaba dando la oportunidad de poder rectificarme.
—... No me refería a eso—confesé notando la manera incrédula con la que me seguía observando—yo... yo solo no quiero que tu vayas—admití mientras que apretaba mis puños estrujando el papel contra mis palmas—sé que estas preocupada y lo entiendo, pero el dejarte a ir no es una opción—respondí deseando que ella fuese capaz de entender la razón de mi desesperación. Solo quería que comprendiera lo que pasaría si es que yo llegaba a perderla—puedo perder a todo el mundo...—murmuré dando un paso hacia su dirección, por mero impulso estiré mis manos presionando mis puños cerrados sobre su pecho, ella ni siquiera se movió—puedo quedarme sola, vivir en tierras manchadas de sangre, puedo soportar todo tipo de infierno, no me importa si es un dolor eterno... lo aceptaré si es necesario, pero no puedo estar sin ti...—susurré al mismo tiempo en que alzaba mi mirada notando como ella me estaba observando— yo no podré vivir en un mundo donde tu no estes presente.
Mina me admiró en un completo silencio, parecía estar manteniendo una batalla interna con su cabeza, quizás buscando la mejor solución para este problema, pero en el fondo, yo sabía que no había solución para la guerra. Uno de los dos bandos moriría... tarde o temprano moriría, esa era la única verdad que todos estábamos tratando de ignorar.
—... Sabes perfectamente que puedo hacer algo al respecto... no es necesario que todo el mundo tenga que morir solo para protegerme—respondió tratando de hacerme entrar razón, sus palabras fueron suaves, igual de suave que una brisa primaveral. Era evidente que no quería lastimarme, pero simplemente no estaba comprendiendo que no importaba que excusa usase, que tan dulce fuese su mentira, no iba a ceder, no había manera de que permitiera que se alejara de mí—... Emperatriz... —me llamó al mismo tiempo en que sostenía mi rostro a través de sus suaves palmas—usted no puede ignorar el hecho de que, con mi conocimiento brindado por mi vida anterior, las probabilidades de que yo pueda dar vuelta la situación son completamente altas.
Aun cuando Mina simplemente estaba sonando como una persona arrogante, en el fondo era consciente de que estaba diciendo la verdad porque yo sabía que ella podría fácilmente solucionar este problema si es que yo le permitía abandonar las instalaciones del palacio, el problema es que yo no quería que lo hiciese y nunca iba a querer aun si el mundo entero me pedía que ella luchara, no lo haría, porque sabía lo mucho que sufriría estando en ese maldito lugar.
Yo realmente no quería dejarla marcharse, y no me importaba si era tachada como una loca desalmada, podría vivir con eso.
—...No me importa—decidí responder al mismo tiempo en que me inclinaba presionando toscamente mi frente contra su esternón sintiendo como sus dedos se deslizaban de mi rostro hacia mi nuca—...—tomé grandes bocanadas de aire observando su blanca camiseta—no me importa las probabilidades—susurré sintiendo el rostro caliente—no quiero que vayas a un lugar que podría matarte—confesé sintiendo mis ojos ardiendo ante la simple idea de pensar en esa posibilidad—ódiame... si eso quieres, ódiame con toda tu alma, puedo vivir con ello, puedo vivir con toda tu rabia, no me importa, pero por favor quédate—supliqué estrujando entre mis dedos su prenda sintiendo como mi cuerpo por completo comenzaba a temblar—compréndeme por favor... entiende que yo no soy nada sin ti.
Pude escucharla suspirar mientras que sus dedos suavemente se deslizaban por mi nuca en un vano intento por tranquilizarme.
—No vas a perderme—se atrevió a responder con confianza aun cuando ni siquiera estaba del todo segura de ello—puedo hacerlo.
En el momento en que la escuché no dudé en empujarla hasta lograr que diera un par de pasos hacia atrás. Me mantuve en mi sitio tomando grandes bocanadas de aire mientras que las lágrimas resbalaban agresivamente a través de mis mejillas, por mero impulso me llevé uno de mis antebrazos contra mi rostro pasando bruscamente sobre mi piel en un vano intento por limpiar la humedad. Mina en cambio, se quedó en su sitio observándome con genuina sorpresa.
—¿Por qué eres así? —cuestioné con mi voz ligeramente más aguda de lo normal por culpa de mi llanto—¿P~Por qué? ¿Por qué? —realmente estaba tratando de entender su comportamiento mientras que mis manos continuamente se deslizaban sobre mi piel en un vano intento por limpiar el recorrido de mis lágrimas—¿Por qué no puedes simplemente detenerte? —no dejé de preguntar sintiendo los ojos rojizos de mi acompañante fijos en mi expresión. Ni siquiera me atreví a alzar la mirada, temía verla lastimada—... va a volver a ocurrir... lo sé—respondí dando un paso hacia atrás—al igual que ese día en que te pedí que nos quedáramos... esto volverá a suceder—le recordé la conversación que ambas habíamos mantenido aquel maldito día—te pedí que nos quedáramos, aunque fuese un día más... y, aun así, aun cuando me viste lastimada, dijiste que no, al igual que ahora.
Estaba molestaba, estaba enojada con ella, quería que lo comprendiera, que entendiera la gravedad de las cosas, que no estaba siendo paranoica, que solo estaba asustada de que nuevamente la pesadilla se repitiera.
¿Tan complicado era?
—Empera...
—¡No! —chillé golpeando violentamente de su mano, impidiendo de esa manera de que ella fuese capaz de tocarme—¡Entiéndeme! —supliqué llevando mis manos contra mi propio pecho mientras que mi torso se inclinaba hacia adelante tratando de protegerme a mí misma—¡Ponte en mi lugar! —estaba perdiendo la cabeza—¡Por una vez en tu vida elígeme! —pedí sintiendo sus manos agarrando de mi rostro—elígeme... por favor... aun si esta mal, aun si solo sobrevivimos las dos... no dejes de elegirme—era consciente de lo que estaba pidiendo, era consciente que era una locura—por favor—susurré sintiendo como tiraba de mi rostro hasta lograr que su boca se adhiriera con la mía.
Jadee contra sus labios al mismo tiempo en que podía sentir la forma en que su cuerpo se inclinaba tratando de infundirse con el calor propio de mi anatomía.
—Esta bien...—aceptó con sus palabras chocando directamente sobre mi húmeda boca—haré lo que me estas pidiendo—y para mi propia sorpresa estaba dispuesta en ceder—...—se quedó en silencio mientras que erguía su cabeza permitiendo que pudiese admirar cada fibra de su rostro—no iré a ninguna parte—murmuró al mismo tiempo en que deslizaba sus pulgares sobre mis mejillas—así que no llores más...—pidió a la vez que se volvía a inclinar presionando sus labios sobre mis pestañas—no te preocupes más, aquí estoy.
Sonaba sincera, realmente había dicho unas palabras con ese característico tono de voz que cualquier persona no dudaría en confiar porque sonaban genuinas, pero falló en algo en particular: no pudo lograr que sus ojos transmitieran la misma sinceridad que su boca soltaba. Se notaba, era muy mala fingiendo sinceridad cuando sus ojos parecían gritar que estaba brindándome una vil falsedad. Por un momento casi me eché a reír ante la situación en la que me encontraba, porque sabía que en estos momentos ella me estaba mintiendo de la manera más dulce y cruel posible. Oh... mi querida amada, ¿Cómo te atreves a engatusar mi corazón?, me cuestioné al mismo tiempo en que tomaba la decisión de nuevamente inclinarme presionando mi boca contra la suya tratando de bañarme de ese dulce aroma que desprendía su trabajado cuerpo. Francamente, estaba cansada de pelear, no quería luchar mucho menos ahora que la tenía a mi lado, así que cedería, solo por hoy permitiré que ella creyese que si logró engañarme.
Para mi buena suerte nuevamente el deseo carnal logró apoderarse de nuestros cuerpos, así que Mina no dudó en tomarme de los muslos para alzarme sin siquiera preocuparse si es que eso era lo que yo realmente quería. Agitada y con la mente nublada llevé mis dedos contra su ropa tratando de abrir desesperadamente de su camiseta sintiendo sus calientes labios chocando toscamente contra mi boca, permitiendo de esa manera que nuestras lenguas tuviesen su propia guerra campal. De una u otra manera Mina se las arregló para poder retroceder sin perder el equilibrio, por lo que pude percatarme dio uno que otro paso hasta que sus rodillas internas terminaron por chocar directamente contra el borde del sofá. Con cierto cuidado se sentó sobre las almohadas, yo tras notar donde estaba sentada, no dudé en presionar mis rodillas a cada lado de sus caderas llevando rápidamente mis dedos en el interior de su camiseta ya abierta sintiendo como ella me respondía enterrando las yemas de sus dedos sobre mi nuca para luego simplemente descender por mi espalda en un vano intento por lograr arrancar el vestido que cubría mi propia desnudez. A pesar de que no tenía ninguna intención de alejarme, me estaba quedando sin respiración, así que obligadamente tuve que romper el beso enderezando mi espalda para ver como mi acompañante había presionado su espalda contra el respaldo del asiento mientras que tomaba grandes bocanadas de aire.
Ella me veía con pasión, sinceramente, deseaba de todo corazón que esos ojos rojizos me vieran con la misma intensidad por el resto de mi vida, te amo tanto, eran las únicas palabras que podían retener mis pensamientos, te amo tanto que ni siquiera la palabra amor podría ser capaz de expresar correctamente todo lo que siento por ti, pensé a la vez que estiraba una de mis manos para sostener de su quijada.
—Ayúdame a olvidar—supliqué tirando de ella hasta lograr que su boca nuevamente se posara sobre la mía.
Nuevamente la pasión nos ganó, al punto en que lo hicimos sobre el sofá, en mi propio escritorio y hasta en la misma mesa de centro que anteriormente había sido ocupada por los papeles que ella había leído. Francamente, no hubo espacio en este cuarto donde su cuerpo o el mío no hubiese sido presionado. Hicimos el amor de una manera apasionada, completamente desenfrenadas, no nos importó nada, ni siquiera si es que alguien más llegaba a escuchar lo mucho que nos amábamos.
El acto finalizó en el interior de mi habitación, Mina se atrevió a llevarme entre sus brazos sin siquiera mostrar preocupación por si alguien llegaba a notar lo agitada que estábamos; no voy a negar que el hecho de pensar que podría ser atrapada me encendió más de lo que hubiese imaginado, así que en el momento en que llegó a mi cuarto no dudé en arrinconarla contra la puerta volviendo apoderarme de su cuerpo hasta que no quedase espacio que no fuese marcado como de mi propiedad.
En un completo silencio me levanté del colchón al mismo tiempo en que tomaba una bata blanca para poder cubrir mi desnudo cuerpo. Con cuidado me vestí dejando un pequeño nudo envuelto en mi cintura mientras que giraba mi rostro para poder ver como Mina seguía estando sobre la cama completamente desnuda con una fina capa propia de las sábanas cubriendo parte de su bonito trasero. Decidí quedarme ahí, de pie, admirando la manera en que su apacible rostro estaba presionando la almohada completamente dormida, se veía tan adorable que el simple hecho de recordar lo que hicimos horas atrás parecía tan solo algo inimaginable. No pude evitar sentir vergüenza, así que rápidamente caminé hacia la salida siendo consciente que del otro lado debía encontrarse Hwan en compañía del resto de mis caballeros.
Tras abrir la puerta que daba directamente hacia el pasillo, lo primero que pude notar fue a todos los chicos apoyados en distintas paredes, pero manteniéndose lo suficientemente cerca de mi habitación para notar sus presencias. Cabe aclarar que cada uno de ellos se veía más fastidiado que el otro, lo que demostraba que mis actos con Mina habían logrado llegar a sus oídos.
—¿Te divertiste? —como era de esperarse Hyeon no dudó en alzar la pregunta que probablemente más de alguno estaba manteniendo en el interior de su cabeza—te ves satisfecha—me acusó, posiblemente ofendido de lo que hubiese realizado con Mina provocando que yo, con cierta tranquilidad decidiese cerrar la puerta detrás de mí.
—¿Celoso? —cuestioné sin poder ocultar mi sonrisa burlona logrando observar como él bufaba fastidiado.
—Emperatriz... ¿Qué sucede? —Felix no dudó en tratar de desviar la conversación siendo consciente que las probabilidades de que yo luche con Hyeon eran lo suficientemente altas para generarle dolor de cabeza.
—No permitan que Mina abandone mi habitación—ordené logrando que ellos me vieran con cierta sorpresa—Felix y Jackson se encargaran de enviar un grupo de caballeros Imperiales junto con una tropa de caballeros pertenecientes a la iglesia hacia la zona de guerra—agregué sin importarme notar la sorpresa en sus facciones—el resto deberá asegurarse de que Mina no salga del palacio... si por alguna razón llegase a ejercer resistencia, entonces no duden en someterla.
—¿Acaso está pensando en ir a la guerra? —Hyeon preguntó aun cuando en el fondo era consciente de que tan desalmada era Myoui Mina. Decidí simplemente mirarlo en un completo silencio, la verdad es que ni siquiera me atrevía a responder, porque hasta mi me daba miedo el aceptar esa realidad —... esta idiota—murmuró mirando hacia otra dirección tratando, en vano, de ocultar la rabia en sus facciones.
—Me quedaré con ella, pero, aun así, asegurándose de que se mantenga en el cuarto—fue todo lo que dije mientras que presionaba mis dedos contra la manilla indicando con esa simple acción que volvería a la habitación.
—Si, su majestad—Jungkook y Jackson que a simple vista parecían ser lo menos afectados, no dudaron en hacer una reverencia mientras que el resto tan solo asentía con su cabeza.
Al regresar a mi habitación lo primero que hice fue cerrar bien la puerta, para luego arrastrar rápidamente mis pies sobre el suelo hasta lograr llegar a la cama, con cierta emoción ingresé en el interior de las sabanas escuchando como Mina se quejaba con suavidad por mi repentino acto de aparición.
—Lo siento...—murmuré mientras que me acomodaba en el colchón sintiendo como ella no dudaba en deslizar su brazo sobre mi estómago apegándome a su cuerpo—... buenas noches—me despedí dándole un pequeño beso en su frente, para luego acurrucarme a su lado.
—Buenas noches... amor—ella respondió ligeramente atontada logrando revolotear mi corazón.
Recordando la manera en que me llamó, permití que el sueño me venciera manteniendo la esperanza de despertar a su lado.
Para mi desgracia, a la mañana siguiente lo primero que noté fue el frío espacio que anteriormente habia sido ocupado por el cuerpo de Mina. Ni siquiera tuve que abrir los párpados para saber que ella ya no estaba a mi lado, Mina... pensé al mismo tiempo en que me levantaba observando ligeramente aturdida el interior del cuarto, notando como no había nadie haciéndome compañía.
—No... no puede ser—murmuré al mismo tiempo en que me levantaba de la cama—¡Ugh! —me quejé tras sentir como mi cuerpo se azotaba contra el suelo ante las sábanas que habían quedado envuelta alrededor de mis pies—mierda...—el golpe me había dolido, pero no le di importancia. Con brusquedad arranqué las sábanas de mi cuerpo para colocarme nuevamente de pie—¡Mina! —comencé a llamarla mientras que corría directamente a la salida—¡Minari! —la llamaba con fuerza.
Con brusquedad abrí la puerta notando como los chicos estaban en el suelo a simple vista inconscientes, ¿Q~Qué fue lo que ocurrió?, me cuestioné al mismo tiempo en que me abalanzaba hacia el cuerpo de Hyeon agarrando sus hombros para comenzar a agitarlo, no... por favor ustedes no, pensé sintiendo como las ganas de romperme a llorar lentamente comenzaban a abrumarme.
—¡Hyeon! —le llamé sin poder ocultar el miedo que tenía a que estuviese muerto, pero para mi suerte, él rápidamente reaccionó viéndome con cierta sorpresa ante mi repentino actuar—¿Qué carajos pasó?
—¿P~Por qué me agitas? —el cuesitoné sin entender lo que estaba sucediendo mientras que se llevaba su única mano contra su rostro tratando de poder despertar—... ¿Qué hago en el suelo? —preguntó tras notar la situación en la que se encontraba—...—bruscamente amplió sus párpados agarrando de mi muñeca—una chica... pelirroja salió de tu habitación y se llevó consigo a Mina... debemos ir tras ella—rápidamente comenzó a hablar visiblemente asustado de que estuviese en peligro.
¿Pelirroja? Oh... Chaeyoung... pensé sintiendo mi corazón adolorido.
Me quedé en un completo silencio mientras que soltaba de sus hombros, fingiendo tranquilidad me puse de pie para luego dar media vuelta ingresando nuevamente en mi cuarto, ella realmente se atrevió a dejarme... pensé sintiendo la fuerza con la que estaba latiendo mi corazón. La verdad es que ni siquiera me tomé la molestia de tratar de explicar lo que estaba sucediendo, en modo automático me dirigí directamente hacia el ropero donde agarré lo primero que encontré, ¿Cómo pudiste?, me cuestioné al mismo tiempo en que cubría mi torso con una larga camiseta ajena a lo que usaba comúnmente junto con unos pantalones largos que debí sostener con un cinturón, voy a castigarte por lastimarme de esta manera... y eso era lo único que podía pensar sintiendo como lentamente la rabia comenzaba a burbujear en mi interior. Ni siquiera me moleste en usar ropa interior, o siquiera calcetines, no podía pensar en accesorios, así que solo agarre los zapatos con los cuales solía entrenar junto con una liga que comúnmente dejaba descansando al lado de la cómoda.
Me terminé de arreglar dejando mi corto cabello a penas amarrado en una corta coleta.
Rápidamente pude notar una pequeña hoja posada aún lado de la mesa de noche, ni siquiera mostré confusión tras notar el papel sobre la mesa, sabía lo que podía ser, así que simplemente me acerqué a ella y la tomé entre mis dedos leyendo rápidamente su contenido.
Querida Nayeon...
Sé que debes estar molesta, entiendo perfectamente si decides odiarme, pero la gente esté muriendo y en el fondo sé que tu jamás querrás que personas inocentes mueran por culpa de nuestras acciones. Por favor, no me busques, haré todo lo que esté a mi alcance para regresar a ti.
Dame tiempo, buscaré la manera de acabar con todo esto.
Te amo.
Oh... Mina, tu no debiste hacer eso, pensé mientras que arrugaba el papel en mi palma.
—Nayeon—Hyeon me llamó tras ingresar en el cuarto en compañía de mis aturdidos caballeros—¿Qué es lo que realmente está sucediendo? —cuestionó mientras que yo tan solo giraba mi rostro mirándolo sin mucha emoción.
—Preparen sus caballos—pedí al mismo tiempo en que comenzaba a caminar hacia su dirección sintiendo una extraña sensación de vacío—desplieguen a todos los caballeros que tenga el palacio disponible... no me importa si no quedan guardias que cuiden este lugar, la prioridad es ir a la guerra—hablé sin dejar de caminar notando como ellos no dudaban en hacerse a un lado tras notar la seriedad en mis facciones—... vamos a buscar a mi futura esposa.
Eso fue todo lo que dije mientras que mis piernas rápidamente agarraban mayor velocidad.
Solo esperaba llegar a tiempo.
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