Decisión tomada
Narrador omnisciente.
Nayeon había llegado a la ciudad Hikokamura sin mayores inconvenientes. El viaje que normalmente le tomaría alrededor de unos catorce días aproximadamente, esta vez logró completarlo con la mitad del tiempo necesario ya que no hizo paradas innecesarias mucho menos trató de tomarse descansos prolongados ante la preocupación que sentía de que algo pudiese salirse de su control. Los caballeros que le acompañaban no mostraron señales de estar en desacuerdos con la decisión que ella había tomado, como de costumbre se mantuvieron en un completo silencio aceptando cada acción que ella realizaba sin cuestionar el por qué lo estaba haciendo, es más, hasta Hyeon quién era conocido por ser un idiota prepotente y por el cual se esperaba que realizara algún tipo de queja, se había estado manteniendo calmado en el interior del carruaje observando desde la ventana el deslumbrante paisaje sin estar muy interesado por su acompañante. Los primeros días de viaje Nayeon se mantuvo con sus ojos fijos en el exterior, observó con tranquilidad el panorama fingiendo por completo que Hyeon no estaba en el mismo espacio en el que ella se encontraba; a pesar de que habían realizado una extraño acuerdo mutuo para encontrar las respuestas que tanto ambos anhelaban seguía sin ser suficiente como para poder arreglar el evidente desagrados que ambos sentían por el otro. Para no empeorar las cosas entre los dos, la más joven decidió simplemente llevar las cosas con calma para no hacer del viaje más pesado de lo que ya en sí, estaba siendo.
Nayeon había sido una ingenua que creyó tontamente que sería capaz de manejar todo tipo de situaciones, pensó que, como ya habían transcurrido un par de meses estaría preparada para pasar por la zona donde su vida había cambiado por completo, donde había perdido lo único que dio por hecho que mantendría a su lado. En el momento que el carruaje junto con los caballeros traspasaron la zona de tierra, el corazón de la joven princesa no tardó en comenzar a palpitar con un grado de violencia que lastimaba mientras que sus delgadas y finas manos femeninas se sacudían sin parar sobre su abultado vestido. Asustada se llevó su temblorosa palma contra su pecho sintiéndose repentinamente sofocada por lo que estaba viendo, con la ansiedad desbordando de sus bonitos ojos dorados como el oro decidió desplazar su vista en dirección de Hyeon notando como este simplemente se había quedado quieto con el rostro pálido idéntico al papel y la mano sacudiéndose sin parar sobre su asiento en señal de estar asustado: ambos no tardaron en comprender que el otro estaba recordando distintos aspectos de la lucha que tantas vidas se había llevado en tan solo cuestión de minutos. Nayeon se había equivocado, ahora lo veía, el trauma que creyó haber superado estaba latente en lo más profundo de sus crueles pensamientos. Por instinto giró su rostro notando como el resto de los chicos estaban reaccionando, al parecer, todos recordaban frescamente lo que habían perdido, pero aun cuando era evidente el miedo que recorría su espina, hicieron el mejor esfuerzo por no quebrarse al identificar que habían estado caminando por la zona donde meses atrás habían sido violentamente atacados.
Se podría decir que ese fue el único momento donde Nayeon estuvo complicada ya que el resto del viaje todo se mantuvo con una completa tranquilidad que la hizo sentirse inquieta, tanto era su temor de que las cosas pudiese salir mal, que solo cuando el carruaje logró ingresar por las grandes puertas de la ciudad ella fue capaz de respirar con tranquilidad. Por impulso se llevó una de sus manos en dirección de su rostro presionando sus dedos sobre su piel para tratar de fingir el estar bien aun cuando sabía que era evidente el hecho de que estaba aliviada. Hyeon, su acompañante simplemente se mantuvo en un completo silencio con su único hombro apoyado contra la ventana, sus ojos, aquellos característicos color miel se mantuvieron en todo momento fijos en cada movimiento que ella había estado realizando desde que habían superado la zona que tanto daño les causó, la vio realizar movimientos que estaba casi seguro que ni siquiera ella era consciente de ellos, no supo que decir, no le agradaba, pero sabía que ella era lo único que su amada realmente quería proteger, así que aceptó las cosas. A pesar de la evidente indiferencia que había en su actitud arrogante, el chico de todas formas elevó su mano presionando sus dedos sobre el cristal, le dio unos suaves toques que ni siquiera llamaron la atención de su acompañante, pero fueron más que suficiente para que el silencioso Hwan se percatara de ello: el chico de cabello blanco desordenado y enorme cicatriz que cubría casi la mitad de su atractivo rostro simplemente giró su rostro observando sin pronunciar palabras la forma en que él había movido su mentón, permitiendo que sus ojos azulados se centrarán en la princesa. Hwan no cambió su indiferente expresión, tras asegurarse de haber visto bien simplemente ignoró a Hyeon para comenzar a trasladarse con su caballo en dirección de donde estaban los caballos que tiraban del carruaje. Los ojos de Jackson quien a simple vista parecía no estar muy interesado a su alrededor bruscamente fueron a parar en su compañero, no hubo un traspaso de palabras como tal, tan solo se miraron siendo más que suficiente para entender lo que ocurría. Para la sorpresa de la princesa el carruaje no tardó en orillarse causando que Nayeon por fin le prestara atención a su acompañante. Lo observó en un completo silencio notando como él le sostenía la mirada por un par de segundos para luego simplemente observar el exterior, como si le estuviese diciendo que podía demostrar sus emociones ya que no tendría otro momento para poder ser tal cual era en verdad.
Aún al tener la oportunidad ahí, al alcance de su mano, ella decidió simplemente no tomarla, como si estuviese intentando explicar que ya no valía la pena volver a pensar en el pasado, que era momento de seguir hacia adelante aun cuando no se sentía completa.
—Quiero ir directamente a la Academia.
Eso fue todo lo que ella dijo. Hyeon al escucharla decidió no pronunciar palabras, se mantuvo en aquel conocido silencio observando atentamente como ella decidía girar su rostro para colocar toda su atención en lo que tenía en su exterior sintiendo la fuerza con la que los recuerdos azotaban su ya lastimado corazón, reconociendo las calles y tiendas donde había transcurrido su pequeño romance recién naciendo con su amante, del cual, ni siquiera fue capaz de corresponder sus sentimientos aún cuando en el fondo era lo único que había estado deseando, se sintió devastada, pero aun con ese sentimiento lastimando fervientemente su alma, ella decidió ignorarlo. Por un segundo él estuvo tentado en preguntar si realmente estaba bien, estuvo a punto de sugerir desviar el camino para descansar en la posada, pero aun cuando la idea no le gustase, él la conocía, quizás mejor de lo que había estado conociendo a su primera dama; le frustraba el aceptarlo, pero sabía que ella no estaba preparada para seguir transcurriendo por los lugares que había compartido y disfrutado con su antigua señorita, así que simplemente aceptó sin más las cosas sin siquiera tomarse la molestia en dar su opinión al respecto de lo que veía.
En el momento que estuvieron frente a la Academia pudieron notar, con visible sorpresa, como un alto hombre de hombros anchos y cabello castaño se mantenía en la entrada del lugar con sus dos manos fijamente puestas detrás de su kilometrada espalda. Jackson fue el primero en percatarse de quién se trataba mientras que, para el resto solo bastaron un par de segundos para identificar a la persona; se trataba de Gong Jichul el director de la Academia. Este personalmente había estado esperando la presencia de Nayeon en la entrada de sus tierras como si fuese plenamente consciente de que ella estaría yendo directamente a sus propiedades en vez de quedarse descansando en alguna posada que estuviese cerca. Al llegar los caballeros del Ducado no tardaron en comenzar a descender de sus imponentes caballos, Felix, el más rápido del grupo se dirigió donde la puerta del carruaje, y como lo llevaba haciendo desde hace mucho tiempo estiró su mano girando la manilla para ver como la presencia de la princesa quedaba expuesta. Sus ojos hicieron contacto directo, él sabía que, en lo personal no era su persona favorita, pero se había jurado el cuidarla como si fuese otra más de sus hermanas así que simplemente mantuvo su mano estirada sintiendo como la princesa con calma aceptaba de su ofrecimiento. Con tranquilidad la pelinegra descendió del carruaje siendo seguida por el silencioso Hyeon quién no tardó en hacer contacto visual con el Director. Sus fríos ojos color miel se mantuvieron fijos en el contrario notando cuan alto era el hombre. Algo llamaba su atención, pero no era precisamente su altura, sino la forma con la que los estaba observando; poseía una intensa mirada oscura, tan fuerte era la forma en que los veía que fácilmente podría intimidar a cualquiera, pero el problema recaía en el hecho de que ellos habían sido entrenados por el Duque y su joven señorita, así que no había forma de que pudiesen sentirse asustados por su presencia. El Director al notar que ninguno parecía estar siendo afectados por el maná que desprendía su monstruoso cuerpo simplemente soltó un suspiro a la vez que se acercaba donde Nayeon para hacer una pequeña, pero perfecta reverencia en señal de estar a su servicio, consiguiendo que ella respondiera de la misma forma.
—¿Fue un buen viaje?—cuestionó a la vez que ocultaba su instinto asesino consiguiendo que los guardias simplemente mantuviera aún toda su atención en cada movimiento que estaba realizando. Francamente, le causaba curiosidad la fuerza que el Ducado poseía, y se cuestionaba el por qué habían decidido brindarles tan buenos caballeros aún cuando se trataba de una princesa hace pocos años reconocida, pero sabía que no obtendría respuestas satisfactorias o por lo menos no de la boca de la joven muchacha, así que simplemente se colocó al lado de la chica notando con interés como ella asentía con su cabeza—espero que ya haya decidido que caballero le hará compañía durante estos cuatro años—comentó sabiendo que, a pesar de haber obtenidos muy buenos resultados en los tres exámenes seguía sin ser lo suficientemente fuerte como para poder luchar entre las jóvenes potencias de la Academia—...—se quedó unos segundos en silencio con sus ojos fijos en la forma en que la chica se mantenía con los labios sellados, como si estuviese pensando con seriedad que decisión tomar.
—Yo la acompañaré—para la sorpresa de todos fue Hyeon quién alzó la voz logrando que Nayeon bruscamente girara su rostro viendo con visible aturdimiento como él daba un paso hacia su dirección posando durante uno segundos sus fríos ojos en su sorprendida expresión—yo me haré cargo de su seguridad—comentó con visible seriedad mientras que la pelinegra simplemente continuaba estando en un completo silencio sin poder creer que, de todos fuese precisamente él quién se hubiese ofrecido por mera voluntad el querer acompañarla—de los seis, soy el más joven así que podré camuflarme entre los estudiantes—aclaró encogiéndose de hombros mientras que podía sentir la mirada del director fija en su brazo faltante—que me falte una extremidad no me hace inútil—aclaró sin ocultar su irritabilidad mientras que movía su hombro para cubrir su torso con su capa—puedo hacerme cargo.
—Hyeon...—Felix le llamó por detrás, sorprendido de que precisamente fuese él quién se estuviese ofreciendo para cuidar de la princesa—...—se quedó en un completo silencio en el momento que sus ojos se encontraron con los del mencionado; lo entendió a la perfección, Hyeon quería remediar lo que no pudo lograr con su antigua señorita protegiendo a la princesa aun cuando era conocimiento de todos los presentes de que él no sentía agrado por la chica.
—Entonces... acompañenme—pidió el Director tras notar el silencio en el lugar. Hizo lo mejor que pudo para ocultar su curiosidad mientras que veía como el guardián escoltaba a la princesa sin siquiera tomarse la molestia de mirar hacia atrás—como su guardián es masculino tendrán habitaciones separadas, pero en el mismo piso para facilitar las cosas—aclaró sabiendo que existían ciertas barreras que protegerían a la princesa si es que alguien osaba en ingresar en su habitación sin su permiso—en su caso, como ha ingresado después sus clases comenzaran desde el lunes, así que tienes todo este fin de semana para desempacar y revisar su horario—continuó hablando con sus manos aun puestas sobre su espalda—¿Seguirás manteniendo tu decisión de permanecer en las clases de conocimiento de la magia y el maná? ¿Además del aptitud de elementos y la clase de cuerpo a cuerpo?—cuestionó viendo como Nayeon asentía con su cabeza—a pesar de sus resultados... ¿Por qué no quiere pasar a las clases avanzadas?.
—El hecho de que los resultados de los exámenes hubiesen sido altos... no significa que sea motivo suficiente para ir un grado superior—confesó mientras que veía con tranquilidad como el Director se le había quedado observando—creo que esta bien permanecer en la clase de principiante más para mi que he ingresado tarde a la Academia—aclaró aún cuando no estaba siendo del todo sincera, pero no quería confesar que su motivo real era crear conexiones desde lo más bajo; era información que él no necesitaba conocer—¿Eso está bien?—cuestionó notando como él simplemente suspiraba para luego asentir con su cabeza.
—Me gusta su determinación—confesó haciendo que la contraría lo viera con sorpresa al recordar que el profesor Wi Hajoon aquel encargado de la asignatura del conocimiento de la magia y del maná habia utilizado las misma palabras a la hora de ella elegir aquellos cuatro libros que, junto a su prometida se habían encargado de leer—estaré viendo cómo su poder va mejorando—comentó mientras que le indicaba cuál habitación sería de Hyeon, para luego dar un par de pasos más— así que... por favor, no me decepcione—se despidió tras quedar frente a la puerta que sería su nueva habitación durante un par de años.
Nayeon se quedó en silencio notando como Hyeon quien, se había mantenido en un completo silencio observando la interacción entre ella y el director simplemente decidía ingresar en la habitación dejándola atrás sin siquiera tomarse la molestia de ver si ella estaba bien. Con calma el chico se recostó sobre la cama ajena para ver sin mucho interés el techo, sus dedos, por costumbre fueron a parar sobre la cama para luego llevarla en dirección de su torso, a pesar de que había aceptado su nueva realidad, habían días que no podía evitar el pensar que estaba siendo un estorbo ante la falta de su brazo. Hyeon no tuvo tiempo de poder sumergirse en su miseria ya que la princesa ingresó en la habitación lanzando sin mucho cuidado sus guantes sobre el pecho del contrario consiguiendo que este se enfocará unos segundos en su expresión.
—¿Por qué te ofreciste?—cuestionó la princesa mientras que se sentaba en el borde de su mueble con sus ojos completamente fijos en la forma en que él suspiraba para luego regresar su atención al techo, demostrando de esa forma el poco interés que sentía por su presencia—ni siquiera te agrado, así que realmente no sé cual es la razón que te llevó a hacerlo—confesó deseando que él, por una vez en su vida dejase de ignorar su existencia.
—... Tu lo sabes perfectamente—replicó el muchacho a la vez que estiraba su mano en dirección del techo para observar sus dedos notando como el collar que le había dado su joven señorita ahora se había transformado en un anillo envuelto en su dedo meñique—sabes que soy el unico que no siente lastimada por tu patética vida—confesó mientras que, al sentirse satisfecho decidía contraer su brazo presionando sus falanges contra su pecho para poder sentir los latidos frenéticos de su corazón—soy el unico que no te ve como la pobre princesa que perdió todo y que merece ser protegida como si fuese un pequeño animal enjaulado—a pesar de que realmente le molestaba lo que estaba escuchando salir de su boca, no podía ignorar el hecho de que él tenía la razón—y soy el único...—comentó mientras que presionaba su codo contra el colchón para poder impulsarse observando sin mucho interés la expresión que ella había estado realizando en todo momento—que sabe que no eres una inútil que necesita ser sobreprotegida.
—Wow... ¿Acaso debería darte las gracias?—cuestionó la contraría con sarcasmo.
—No me interesa—replicó el muchacho mientras que se terminaba por sentar ante la falta de fuerza que tenía en su único brazo para sostener el resto de su pesado cuerpo masculino—...—guardó silencio apoyando su antebrazo sobre su muslo mientras que sus fríos ojos color miel seguían estando fijos en la forma en que ella se enderezaba en su puesto—solo quiero que te hagas fuerte... te ayudaré a que lo consigas, así que simplemente encargate de saber quién fue el bastardo que se atrevió a tocar a Mina—ordenó sintiendo como los ojos de la princesa continuaban estando sobre los suyos como si estuviese tratando de averiguar que estaba pasando por su cabeza.
—...¿Cuánto te diste cuenta de que amabas a Mina?—cuestionó provocando que por fin cambiara aquel característico rostro indiferente ante la sorpresa que le causó el escuchar sus palabras. El chico se quedó quieto, en un completo silencio, mientras que veía de forma atenta como ella se cruzaba de brazos manteniendo toda su atención en la expresión que él, impulsivamente había realizado—fue bastante notorio—aclaró encogiéndose de hombros provocando que el contrario simplemente soltase un suave, pero pesado suspiro.
—ha... ¿Entonces por qué ella tardó tanto en notarlo?—murmuró más para sí mismo que para su acompañante. Nayeon decidió no decir nada, continuó con sus labios sellados viendo atentamente como él se revolvía el cabello para luego alzar su mentón encontrándose nuevamente con sus ojos—hace tres años—aclaró consiguiendo que Nayeon ampliara sus ojos ante la sorpresa—cuando entrenaba podía verla caminando por el pasillo, era tan solo una niña, así que me daba curiosidad notar como todos le temían—confesó recordando frescamente a una Mina de tan solo doce años creyendo ser la dueña de todo a su alrededor—yo acababa de cumplir los dieciocho años así que sabía que era cuestión de meses de que fuese trasladado a otras tierras propiedad del Ducado—continuó hablando, permitiendo que ella notara como sus comisuras se elevaban ante los recuerdos—no esperaba volver a verla, creí que tan solo sería un sentimiento que moriría junto con mi vida—a simple vista parecía estar siendo sincero, pero Nayeon no entendía por que aun sabiendo eso, le seguía molestando—cuando fui enviado a la capital, nunca creí que tendría la oportunidad de volver a la verla, en el momento que me percaté de cuán grande se había convertido y de cómo su actitud había cambiado pude confirmar lo mucho que le amaba, pero no soy tonto, mucho menos ingenuo, sabía que jamás sería correspondido y estaba bien con eso—escucharlo era doloroso, y más al notar cómo, por primera vez en meses la muchacha podía observar la forma en que había sonreído—... se suponía que debía protegerla, se suponía que yo debía entregar mi vida para mantener la de ella a salvo, pero no lo conseguí, no fui capaz de resguardar la seguridad de quien más amé, así que por eso estoy tratando de remediar mi error.
—Yo tambien la amo—confesó Nayeon como si tuviese una extraña y dolorosa necesidad de tener que afirmar que el amor que ella sentía por su ex prometida era mucho más fuerte e intensa de lo que él había estado sintiendo.
A pesar de que por fin estaban teniendo esta conversación con el joven caballero, Nayeon no iba admitir con tanta facilidad que se sentía inferior, no quería aceptar que él había estado por más tiempo amando lo que ella tanto le costó amar, no deseaba aceptar que él había visto facetas que aún desconocía y que lamentablemente jamás conocería; no quería pensar en ello porque rompería en llorar. Sus manos se sacudieron ante el nerviosismo así que, de forma impulsiva las colocó detrás de su espalda, no iba aceptarlo, pero el hecho de ser consciente de que él estuvo por más años teniendo sentimientos genuinos por el monstruo del Ducado le inquietaba demasiado como para fingir no haberlo escuchado.
—Lo sé—admitió Hyeon con sus ojos fijos en cómo era turno de la pelinegra de volver a sorprenderse. Si ella debía ser sincera al respecto, había esperado que él rechazara sus sentimientos, no quería pensar en que él también era consciente de lo que tanto le había costado admitir. ¿Por qué lo haces ver tan fácil? se cuestionó la muchacha notando como el chico simplemente mantenía la calma—pero... ¿Mina lo sabía?—sus palabras se sintieron como un golpe duro y en seco, uno que fácilmente te podría dejar tambaleando y hasta con ganas de querer llorar.
—Lo dices como si ella supiera que tú la amabas—atacó Nayeon haciendo un gran esfuerzo por no verse afectada ante lo que había estado escuchando en los últimos minutos—...—no tardó nada en guardar abruptamente silencio al percatarse de la forma en que él había estado viéndola. Hyeon se mantuvo en silencio con sus labios completamente sellados y tan solo observándola, como si le estuviese tratando de decir que pensara un poco más allá de lo que a simple vista se veía—¿S~Se lo dijiste?—cuestionó casi con la voz rota sintiendo como su corazón con violencia comenzaba a latir ante el temor de que Mina hubiese correspondido sus sentimientos—¿C~Cuando?.
—El día que compró los collares—aclaró mientras que miraba durante uno segundos en dirección de la ventana haciendo un gran esfuerzo por contener las maliciosas lagrimas que advertían que en cualquier instante iban a resbalar delatando de esa forma sus verdaderos sentimientos—ella aceptó mi confesión—admitió a la vez que regresaba su atención al frente, notando como la chica no dudaba en tambalearse en su sitio ante la sorpresa que le había causado el oírle—pero no correspondió mis sentimientos—agregó sabiendo que sería cruel de omitir ese pequeño, pero importante detalle. Bruscamente Nayeon alzó su mirada encontrándose con sus ojos, la ansiedad corría por sus orbes doradas, haciendo que él se sintiera incómodo—... ella estaba completamente enamorada de ti.
Nayeon se quedó en silencio llevándose su mano contra su boca. Ella parecía estar ocupada con sus propios pensamientos así que el chico no dudó en colocarse de pie. Con calma se le acercó consiguiendo de esa forma que ella le prestara atención.
—¿Qué sucede?.
—Creo que la habitación tiene un par de ratones... yo me haré cargo—aclaró el chico mientras que se llevaba su mano contra el mango de su espada. Sus fríos ojos de deslizaron por la habitación hasta parar hacia la puerta principal, con calma comenzó a caminar.
No le dio tiempo al pequeño ratón de huir cuando el chico ya había abierto la puerta pateando de esta para hacer que el desconocido cayera de espalda contra el suelo sin tener tiempo suficiente como para poder defenderse o siquiera cubrirse del ataque. A pesar de la falta de extremidad, Hyeon se las arregló para sacar su espada y dejarla peligrosamente cerca del cuello del desconocido notando como este había enrojecido ante la fuerza y rabia que debía estar sucumbiendo en el interior de su organismo.
—¡¿Sabes quién soy?!—cuestionó el chico mientras que sus gritos no tardaban en hacer que los demás estudiantes comenzaran a salir de sus habitaciones, curiosos de escuchar el revuelo en el interior del largo pasillo—¡Soy un noble! ¡Puedo acabar con tu jodida existencia!—bramó tratado de afirmar su posición sin saber que su contrincante era la clase de persona que estaría dispuesta en matar al propio Rey si su joven señorita se lo hubiese llegado a pedir.
Nayeon no tardó nada en salir de su habitación observando con facilidad el panorama que se había creado en tan solo minutos de su ingreso en la Academia. Decidió quedarse en silencio sabiendo que Hyeon podría ser de todo, pero él jamás trataría de matar a alguien sin tener una justificación de por medio así que simplemente se colocó detrás de él con sus ojos fijos en la manera en que el contrario trataba inútilmente de escaparse de su fuerte agarre, pero su caballero era fuerte, quizás uno de los más fuerte del grupo, así que no sería tan fácil de poder alejarse de él. Curiosa se inclinó consiguiendo ampliar los párpados al notar aquellos ojos castaños acompañados por esas largas pestañas que fácilmente pudo reconocer. Te conozco, pensó al recordar al muchacho que se había sentado junto a ella el día que estuvo por primera vez en la Academia.
—Zhou Bonbaek—aclaró la princesa en voz alta consiguiendo que él simplemente la viera con sorpresa al identificar a la persona—Hyeon... aléjate de él—pidió consiguiendo que el mencionado a regañadientes se alejara, pero sin tener intenciones de querer guardar su arma—¿Qué hacia escuchando a escondidas?—cuestionó con sus ojos fijos en la forma en que el chico había comenzado a toser mientras que, a duras penas trataba de sentarse.
—Una bastarda no merece recibir respuesta—confesó el pequeño hijo del Conde Zhou consiguiendo que Hyeon en vez de tratar de asesinarlo simplemente decidió soltar un suspiro como si estuviese acostumbrado de escuchar ese tipo de palabras—solo quería asegurarme si el rumor era real—aclaró el chico con su mano puesta en su pecho tratando de masajear la zona donde el caballero había pateado—... veo que realmente la princesa maldita decidió ingr... ¡Agh!—se quedó sin aliento mientras que perdía el conocimiento ante la firme patada que había recibido en su quijada por parte del tranquilo Hyeon.
—Su voz lastimaba mis oídos—aclaró el chico mientras que se llevaba el dedo meñique contra su oído. Sin mucho interés se giró notando la forma en que la princesa se le había quedado viendo—no lo asesiné—agregó a la vez que se encogía de hombros—solo esta durmiendo—trató de restarle importancia al asunto notando como la chica daba media vuelta escondiéndose en la habitación sin antes cerrar la puerta detrás de ella impidiendo de esa forma que él pudiese ingresar—¿Tendré que encargarme de este idiota?—cuestionó escuchando como Nayeon tan solo le respondía con un "Aja"—ha... maldición—se quejó girando nuevamente en sus talones para ver al chico inconsciente y como los demás nobles veían lo que había ocurrido—¿Qué ven idiotas? ¿Acaso también quieren dormir?—gruñó en tono de pregunta logrando de esa forma que los cobardes chicos huyeran nuevamente a sus cuartos—ha...—suspiró a la vez que se inclinaba agarrando de los tobillos al desconocido—siempre tengo que encargarme de las molestias...
Y a base de quejas junto a maldiciones susurradas, Hyeon se las arregló para arrastrar al menor de la familia Zhou en el interior de su cuarto sin saber lo que sus acciones le traerían a la larga.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro