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Confesión

Recomendación: Luna- Zoé

Pov: Im Nayeon.

Me quedé en un completo silencio con el corazón bombeando violentamente en el interior de mi pecho, ¿Qué?, fue todo lo que mi cabeza habia sido capaz de formular mientras que mis ojos veían con genuina ansiedad la forma en que ella había comenzado nuevamente a caminar hacia la dirección de donde yo me estaba encontrando; era evidente que ella simplemente quería acortar lo más pronto posible la distancia que habia entre su cuerpo y el mío, ¿Qué?, como era de esperarse la pregunta nuevamente se formuló en el interior de mi cabeza sintiéndome completamente incapaz de poder dar una explicación a lo que claramente estaba siendo testigo, ¿Tu...?, me mantuve en mi sitio con la mirada enfocada en la forma en que ella se habia llevado los dedos directamente contra su cabeza tirando de la gruesa capucha para revelar aquella brillante caballera rubia que durante tanto tiempo, durante tantas noches se habia apoderado de mis pensamientos. No podía moverme, no podía siquiera parpadear porque tenía miedo, miedo de que en el momento en que lo hiciese no volviese a verla. Mi garganta no tardó en cerrarse mientras que el ardor en mi mirada simplemente empeoraba con el pasar de los segundos; fue cuestión de tiempo para que la primera lagrima terminase resbalando mientras que la siguiente no dudaba en seguirle el paso humedeciendo lentamente mi piel. Mis ojos comenzaban a doler, pero me negaba a parpadear, aun cuando la vista ya estaba completamente nublada, no quería dejar de mirarla, no quería que volviese a desaparecer.

Ella estaba de regreso. Ella no habia muerto.

Antes de siquiera poder evitar la rabia, esta rápidamente decidió instalarse en el interior de mi cuerpo subiendo lentamente, de forma burbujeante en dirección de mi cabeza; estaba ardiendo de la rabia, furiosa de que se hubiese atrevido a sacrificarse, peor aún, que se hubiese sacrificado por mí, sin siquiera cuestionarse si eso era lo que yo realmente quería, ¿Qué derecho tenías de hacerme eso?, me pregunte al mismo tiempo en que mi ceño comenzaba a fruncirse en señal de irritación. Por mero instinto apreté mis dientes en un vano intento de poder contener mis emociones sintiendo como las lágrimas simplemente continuaban con su recorrido empapando por completo mi caliente piel.

En el momento en que Mina se detuvo frente a mí, yo no fui capaz de controlarme más.

—Princesa...—me llamó con esa suavidad utilizada en su maldita voz, la cual fácilmente logró erizar mi piel mientras que veía aquellas joyas rojizas como lentamente comenzaban a llenarse de preocupación ante las lágrimas que resbalaban sin ningún tipo de piedad a través de mi tersa piel.

Aun cuando estaba escuchando su voz, aun cuando estaba viendo la claridad en sus ojos, aun cuando podía sentir el tenue olor a flores desprendiendo cálidamente de su cuerpo, no podía evitar estar molesta.

Había perdido por completo mis emociones.

La verdad es que no le di tiempo de poder reaccionar cuando mi puño ya habia ido directamente contra su mejilla logrando que el sonido propio de nuestras pieles chocando entre si llenase el silencio en la habitación; ni siquiera habia usado la palma abierta, me había enfurecido tanto verla entrar con esa tranquilidad que perdí por completo todo raciocinio. Agitada me quedé en mi sitio observando la manera en que ella había ligeramente tambaleado ante el repentino ataque recibido, era evidente que no se lo había esperado, en silencio se llevó una de sus manos directamente contra sus facciones presionando sus yemas sobre la zona afectada aun cuando ni siquiera habia usado fuerza para atacarla, porque en el fondo, lo que menos quería era lastimarla.

Mina no dijo nada, ella simplemente se mantuvo en su sitio con su mirada fija en mi sonrojado rostro tratando de entender el por qué habia hecho eso.

—¿Tienes... aunque sea... una idea... de como yo me sentí? —pregunté tomando aire de manera errática con mi mirada completamente enfocada en el suelo, siendo consciente que volvería a golpearla si llegaba a ver la lastima brillando de sus preciosos ojos—... ¿Por qué lo hiciste? —traté de entender la razón que la llevó a sacrificarse—¿Por qué me salvaste? —seguí preguntando mientras que las lágrimas violentamente continuaban con su recorrido.

Rápidamente me quedé en silencio tan solo con la suave sacudida de mi mentón llevándose toda su atención.

—... Porque no quería vivir con tu perdida—se atrevió a responder, y en vez de hacerme sentir mejor solo aumentó la furia en mi interior.

¿Es un maldito chiste?, me cuestioné sintiendo la rabia emanando de mi cuerpo.

—Oh... vaya... ¿Gracias? —cuestioné notando como ella parecía recién comprender lo que acababa de decir—no, gracias Mina—le interrumpí elevando mi mano para que guardara silencio—¡Claro...! ¡Tú no puedes vivir sin mí, pero yo si debo vivir sin ti! ¡¿Eso es lo que estas tratando de decir?! —pregunté comenzando a caminar hacia su dirección notando como ella impulsivamente retrocedía—¡Que caballeroso de tu parte, Myoui! ¡¿Acaso esperabas que me lanzara contra tus brazos al volver a verte?! —pregunté sintiendo como las venas de mi cuello comenzaban a resaltar—¡¿Siquiera pensaste si eso era lo que yo quería?!

—N~No quería es...

—¡NO QUIERO OÍRTE! —grité sintiendo como mi cabeza ardía ante el malestar.

Sinceramente, una parte de mi estaba agradecida de que la habitación la hubiese anteriormente insonorizado para que el Rey no fuese capaz de escuchar mi conversación con los caballeros. Mina en cambio no tardó en quedarse en un completo silencio con sus pies adheridos contra el suelo tras comprender lo mal que yo lo estaba pasando por culpa de sus acciones, a pesar de que realmente no había hecho nada malo. Rápidamente me detuve frente a ella tras notar que no estaba tratando de huir, en silencio tomé grandes bocanadas de aire sintiendo mi cabello aun húmedo ante la manera en que ni siquiera lo habia terminado de secar mientras que mis ojos veían claramente como ella continuaba observando mi comportamiento, como si el hecho de que la hubiese golpeado ni siquiera fuese algo que le preocupara.

Verla tan tranquila me desesperaba aun más.

—... Dijiste que te gustaba—admití tratando de mantener la calma, pero fallando patéticamente—me disté un anillo...—aclaré apuntando mi mano donde el anillo aun estaba envuelto.

—¿Tú aun...?—trató de preguntar, pero solo bastó con una mirada por mi parte para que guardase nuevamente silencio.

—Prometiste que me cuidarías... prometiste que me protegerías—le recordé llevando mi mano contra mi rostro tratando de limpiar mis mejillas—¿Dónde estabas cuando la soledad me acompañaba? ¿Dónde estabas cuando las pesadillas no me dejaban dormir?—cuestioné sintiendo el temblor en mis dedos— ¿Dónde estabas cuando la pena me abrumaba? ¡¿Dónde estabas cuando más te necesitaba?! ¡Cuatro años Mina! ¡Cuatro malditos años! —bramé estirando mis manos para comenzar a golpear a palma abierta su pecho notando como ni siquiera era capaz de moverla—¡ENTERRÉ UN ATAÚD SIN UN CUERPO AL QUE LLORAR! ¡ME AFERRÉ A UN PEDAZO DE MADERA SUPLICANDO TU REGRESO! ¡SUPLICANDO QUE TODO FUESE UN MALDITO SUEÑO!—grité hasta que sentí como mi garganta se lastimaba—¡VI COMO TODOS SE ALEJABAN! ¡COMO NADIE SOPORTABA LA PRESENCIA DEL OTRO! ¡¿DÓNDE MIERDA ESTABAS CUANDO TODO ESTO SE FUE AL CARAJO?!

—Princesa...—me llamó estirando su mano para agarrar de mi muñeca, pero yo de un solo manotazo la alejé.

—¡NO ME TOQUES! —ordené estirando mis manos para agarrar de su camiseta notando como ella bajaba su mentón para verme directamente a los ojos, se veía tan dolida, tan arrepentida—¡No me toques si no vas a quedarte! ¡No me toques como si nada hubiese pasado! —continué hablando, notando como la fuerza de mi agarre comenzaba a temblar—¡No me mires con esos ojos! ¡Yo...!—y me estaba quedando sin ideas.

Ya no sabía de qué más reclamarle.

—Lamento haber llegado tarde—ella decidió alzar la voz aun cuando sabía que yo podía golpearla—lamento no haber sido más rápida—habló con suavidad al mismo tiempo en que estiraba una de sus manos para poder sostener cálidamente de mi muñeca, como si estuviese asustada de que alguien más llegase a escucharnos—lamento muchísimo el haberte lastimado—se disculpó con esa calidez tan propia de su personalidad.

Sonaba tan sincera que mi traicionero corazón no pudo evitar comenzar a revolotear de la emoción que le causaba sentir la atención de la más alta. Sinceramente, me negaba a ceder, me negaba a mostrarme nuevamente débil ante ella, porque estaba resentida, resentida de sus tontas decisiones. No pude evitar el ejercer mayor presión en el agarre de su camiseta consiguiendo de esa simple manera que uno que otro botón saltase fuera de su prenda, permitiendo poder observar el comienzo de sus finas clavículas dándome la bienvenida.

La versión adulta de Mina era estúpidamente candente.

—¿Princesa? —me llamó mientras que yo agachaba mi mirada, no cedas... no cedas simplemente porque tiene una cara bonita—realmente lo siento—se disculpó al mismo tiempo en que yo elevaba mi mentón observando la manera en que su rostro gritaba estar arrepentido.

Oh por favor...

—Solo cállate.

Fue todo lo que dije mientras que tiraba bruscamente de su suave camiseta en dirección de mi cuerpo consiguiendo sin mucho esfuerzo sentir su boca presionándose torpemente sobre la mía. El contacto fue tan efímero que ni siquiera debería considerarse como un beso, tan solo fue una cálida presión de labio contra labio que no duró más de dos segundos. Con rapidez solté su prenda al mismo tiempo en que daba un paso hacia atrás notando la manera en que ella ni siquiera estaba parpadeando, tan solo me veía directamente a los ojos, como si no fuese capaz de entender lo que yo había hecho; no sería para nada una exageración el pensar que, de sus ojos las interrogaciones y dudas no tardaban en reflejarse mientras que sus mejillas lentamente comenzaba a emanar ese intenso tono rojizo propio de la vergüenza.

Debo confesar que llevaba demasiado tiempo esperando el poder besarla.

Me quedé durante unos segundos en un completo silencio sintiendo mis mejillas hirviendo ante la vergüenza que estaba sufriendo a causa de mis propias acciones, por dios... yo realmente lo hice, y francamente no podía creer que realmente me hubiese animado a dar el primer paso aun cuando siempre había creído que ella sería quién lo daría. Por mero instinto solté un suspiro tratando de llenar la incomodidad que nos rodeada mientras que subía mis manos directamente contra mi cabeza hundiendo mis dedos sobre mi suave cabello en un vano intento por calmar el calor en mis facciones. Durante todo momento mantuve mi atención enfocada en mi acompañante notando como ella por nada del mundo me quitaba los ojos encima, ¿Debería simplemente tirar todo por la borda?, me cuestioné manteniendo el contacto visual para así estar atenta a cada una de sus acciones y prevenir que me agarrase de sorpresa.

Sí, que más daba.

—...Yo realmente odio lo mucho que te amo—admití sintiendo el calor extenderse hacia mis orejas mientras que ella tan solo parpadeaba, como si no pudiese creer lo que yo estaba diciendo—...—guardé silencio durante unos segundos, siempre eres tan lenta, pensé sonriendo con suavidad sintiéndome abrumada de todo lo que ella me provocaba—he dicho que te amo... Te amo Mina.

Y no pude evitar el recordar de manera fresca de cómo me había sentido en el momento en que ella abruptamente había decidido confesar sus sentimientos después de que el acto de los magos hubiese finalizado, aquel día arrasó con la poca cordura que me quedaba. Mina sin saberlo habia sido tan cruel al momento de entrar sin siquiera preguntar, tan solo ingresó sin permiso y se instaló en mi asustado corazón como si fuese de su propiedad. Mina era como un huracán, pero al final del día seguía siendo mi huracán. Durante todo momento mantuve mi atención fija en su aturdida expresión, ¿Qué se siente?, me cuestioné disfrutando como era su turno de entrar en pánico, ¿Verdad que da miedo?, mantuve una sonrisa burlona sin saber que ella en vez de responder tomaba la decisión de acortar la distancia entre las dos, ¿Eh?, y para mi sorpresa Mina no dudó en estirar una de sus manos presionando su amplia palma contra mi nuca tirando de mi cuerpo con la suficiente tosquedad para conseguir unir su boca con la mía.

Ella sin siquiera dudarlo habia comenzando a besarme mientras que me obligaba a tener que retroceder, me besaba con pasión, con una desenfrenada pasión que erizaba cada uno de los vellos de mi cuerpo llegando a un punto que sentía la mente nublada. No pude evitar el jadear entreabriendo tímidamente de mi boca para permitir que ella continuase adueñándose de cada sector propio de mi existencia, se lo daría todo, cada partícula, cada fibra de mi cuerpo serían netamente de su propiedad. Rápidamente estiré mis manos hacia su cintura y como si fuese una serpiente deslicé mis palmas hasta su ancha espalda sintiendo que esta no tenía fin mientras que su palma libre no tardó en presionarse directamente sobre mi mejilla tirando de mi para que nuestros cuerpos no les quedase de otra más que adherirse entre sí, como si indirectamente me estuviese tratando de decir que de esa manera nosotras congeniábamos demasiado bien. Me sentía en las nubes, con sus dedos hundiéndose en mi largo cabello y el calor sofocante envolviendo mi anatomía, su lengua caliente y la cálida respiración chocando directamente contra mi boca me estaba dejando sin fuerzas, me sentía mareada.

Mareada de su amor.

Tras unos minutos donde nuestras boca no hicieron más que conocerse, Mina tomó la decisión de separarse con la suficiente fuerza como para dejarme atontada, sus ojos, rápidamente se enfocaron en mi aturdida expresión, al parecer estaba buscando algo o quizás simplemente quería admirarme, la verdad, es que nunca he sido capaz de descifrar lo que pasa en el interior de su mente, y en verdad, tampoco deseaba hacerlo o por lo menos no por hoy.

Antes de que Mina tuviese tiempo de poder arrepentirse decidí inclinarme presionando nuevamente mi boca sobre la suya sintiendo como ella toscamente me empujaba contra la puerta en un desesperado intento por fundirse con mi anatomía. Esto estaba siendo realmente peligroso, a pesar de que en la habitación el sonido no podía ser traspasado hacia el exterior, si que es verdad que cualquier persona podría escuchar el crujido de la madera sufriendo de nuestro repentino peso, lo que traería consigo que alguien tratase de interrumpirnos.

No quería interrupciones, no cuando la había echado tanto de menos.

—M~Mina...—le llamé aun con su boca ligeramente adherida contra la mía.

—¿Sí? —ella respondió con tranquilidad al mismo tiempo en que sus labios se deslizaban de los míos para comenzar a dejar una fina y húmeda línea desde mi quijada hacia mi cuello.

Yo podía sentir sus manos envolviendo posesivamente de mi cintura, tratando de no introducirla sobre la bata que claramente era la única prenda que cubría mi desnudez total.

—C~Cama... vamos a la cama—supliqué presionando mi cabeza contra la puerta notando como ella dejaba de besar mi cuello para poder recomponerse observando atentamente la forma en que yo trataba de recuperar el aliento.

Mina no dijo absolutamente nada, ella simplemente se quedó en su sitio analizando mi expresión como si estuviese tratando de entender lo que yo acababa de decir; aun cuando había sido bastante claro el mensaje. Ella continuó estando de pie, inmóvil en su sitio con sus ojos rojizos completamente centrados en mi persona, parecía a simple vista no estar preparada, como si no hubiese esperado que las cosas escalasen a ese nivel. Yo tampoco lo tenía planeado, pensé al mismo tiempo en que subía mis manos sobre su bonito cuerpo hasta conseguir agarrar el cuello de su camiseta. Ni siquiera le pregunté, con fuerza tiré de ella consiguiendo fácilmente que su frente se presionara contra la mía con nuestro cálido aliento mezclándose entre sí por cada bocanada de aire que tomábamos.

—... ¿Quieres detenerte? —susurré temiendo que la interacción entre las dos diera por finalizada si alzaba un poco más de mi voz.

Mina tras escucharme simplemente amplió sus párpados para luego tan solo mirar hacia otra dirección como si tan solo no fuese capaz de responderme con sinceridad. Oh... fue todo lo que pensé, que incómodo. Por puro instinto solté su prenda mientras que daba un paso hacia el lado tratando de brindarle su espacio personal mientras que veía como ella presionaba su palma contra la puerta con su perfilado mentón apuntando hacia mi dirección.

—Princesa—me llamó mientras que nuestras miradas nuevamente se encontraban; a simple vista parecía tan arrepentida que la incomodidad que había sentido segundos atrás no tardaba en empeorar.

Yo realmente me podría perder en su suave llamado.

—Lamento el haberte asustado—decidí simplemente disculparme sintiendo el rostro completamente hirviendo ante la vergüenza—... me dejé llevar—admití llevándome los dedos contra mi mejilla rascando en aquella zona en un vano intento por distraer mis propios pensamientos.

Yo ni siquiera sabía de qué más podía hablar, aun cuando evidentemente había mucho de que contar, ¿Cómo relleno esta incomodidad?, no lo sabía y quizás ese era el verdadero problema. Agobiada ante el repentino bochorno que me atacaba, tomé la decisión de caminar en dirección de mi cama tratando de alejarme lo más rápido posible de su cuerpo, sintiendo en todo momento como sus ojos no habían dejado de seguir cada uno de mis movimientos, por favor... pon de tu parte, supliqué siendo consciente de la facilidad que estaba teniendo para alborotar mis hormonas, no puedo ser la única desesperada en esta habitación, y quizás eso era lo más me avergonzada de toda esta situación.

Estaba suplicando por un poco de su atención, como si hubiese regresado a los diecisiete años.

Me senté en el borde del colchón sintiendo el hormigueo sobre mis labios donde anteriormente habían estado los suyos, aun cuando no quería, no pude evitar deslizar mi mirada nuevamente contra su cuerpo observando como había presionado su espalda sobre la puerta apoyando su cabeza directamente en la madera mientras que aquellos dos botones faltantes me permitían ver más de la cuenta.

—... Me casé.

No lo esperaba, realmente no esperaba que dijera específicamente eso y mucho menos que lo hiciese en este preciso momento.

Continué estando en un completo silencio sintiéndome aturdida por lo que acababa de escuchar mientras que veía como ella agachaba sus orbes tratando de matar el tiempo observando las baldosas del suelo aunque su intento por ignorarme no duró mucho tiempo ya que a los pocos segundos volvió a elevar su mirada deslizando esta en dirección de mi rostro, y ahí se quedó, sin emitir ruido, sin siquiera parpadear, con su atención plenamente enfocada en mí, oh... estas cansada, y por fin lo había notado, ahí estaba, debajo de todas las capas de belleza propia de su persona se escondía un cansancio y una melancolía que hace mucho años no había nuevamente observado. Mina daba la impresión de sentirse inquieta, así que apretó sus labios como si estuviese tratando de darme el tiempo suficiente para que yo pudiese expresar libremente lo que estaba sintiendo en esos momentos, ¿Estoy molesta?, me cuestioné sintiéndome gratamente sorprendida de comprender que la respuesta era un rotundo no, no... no lo estoy, pensé llevándome una de mis manos contra mi rostro tratando de esconder mis reacciones, transcurrieron cuatro años... era entendible que alguien más notaría lo grandiosa que era.

Suspiré dejando caer mi mano sobre mis muslos.

—¿La amas? —pregunté observando como se me había quedado viendo—¿Qué? —cuestioné tras notar la forma sorprendida con la que me estaba observando—¿Esperabas que perdiera el control? —con solo ver la manera en que esquivó mi mirada supe que si lo habia esperado, ¡Hey! solo fue una vez y justificado—... bueno, debo admitir que me molesta que hubieses decidido casarte con alguien más cuando claramente tú y yo seguíamos estando comprometidas—admití consiguiendo que su atención nuevamente volviera a mí.

—Nunca te engañe—afirmó mientras que yo elevaba mis cejas incrédula de sus palabras—yo...—alejó su espalda de la puerta llevando su palma directamente contra su pecho en un vano intento de que yo notara su sinceridad—... yo pensé que estabas muerta—admitió logrando que me quedara quieta en mi sitio, ¿Qué? ¿Por qué? —había perdido la única conexión que tenia con los caballeros... así que bueno... yo pensé que te había perdido para siempre.

Su expresión...

Aquella manera dolorosa con la que se me había quedado viendo, demostraba lo mucho que había sufrido ante mi ausencia.

—Espera...—murmuré sintiendo como mis ojos nuevamente comenzaban a arder. Para su sorpresa, y claramente para mi sorpresa volví a llorar—t~tú creíste... tú y yo en serio creímos... ¡Pff! ¡Jajajaj! —comencé a reír, como una completa desalmada sintiendo sus ojos fijos en mi cuerpo.

Por impulso me llevé mis manos contra mi rostro tratando de que no viera como me estaba rompiendo. No pude evitar el continuar llorando mientras que las carcajadas se ahogaban entre mis saladas lágrimas. Mis emociones se encontraban a flor de piel porque ambas habíamos estado sufriendo por la muerte de la otra, tratando de continuar con nuestras vidas sin que la otra supiera que estaba con vida: era una situación tan cruel que se me hacía hasta cómica así que no podía parar de reír sintiendo como las lágrimas continuaban tranquilamente con su descenso.

Había estado tan sumergida en mis propios pensamientos que ni siquiera me di cuenta cuando Mina ya estaba arrodillada entre mis piernas con sus manos estirándose hacia las mías en un vano intento por ser ella quién limpiase la humedad que cubría mis mejillas. Por mero impulso entreabrí los labios tomando grandes bocanadas de aire notando con la vista nublada la forma en que ella se había inclinado logrando abrirse paso sobre mis manos para tocar con sus tibias yemas el contorno de mis facciones, admirándome en silencio, como si el hecho de que estuviese sollozando frente a ella no fuese motivo suficiente como para alejarla, en realidad, daba la impresión de estar perdida en mi mirada.

—N~No me mires... no me veo bien—confesé con mi temblorosa voz sintiendo como sus ojos parecían querer atravesar mi alma.

Sinceramente, ni siquiera sé por qué lo dije, si ya había visto peores facetas en mi en un par de minutos, pero no pude evitarlo, estaba avergonzada.

—Tú siempre te has visto bien... sin importar lo que estuvieses haciendo o como estuvieses vistiendo—admitió con suavidad, tratando de que nadie más que yo pudiese escuchar sus palabras—te amo Nayeon—creo que esta era la primera vez que me llamaba por mi nombre en muchísimo tiempo—aun cuando me casé, yo jamás he podido sacarte de mi corazón, tu siempre has estado en mis pensamientos.

No tengo ni la más menor idea de cómo ella podía estar actuando con tanta tranquilidad, cuando yo estaba con los nervios a flor de piel y las hormonas a punto de ser liberadas de la pequeña jaula llamada raciocinio que trataba con bastante dificultad el poder retenerlas.

—¿Qué? —cuestioné aun cuando claramente la había escuchado.

Mina en vez de quedarse en silencio simplemente suspiró logrando relajar sus bonitas facciones dándole un aspecto más joven de lo que ya era.

—Dije que te amo—volvió a confesarse sin ninguna pizca de vergüenza en su ser mientras que yo me inclinaba comenzando a parpadear rápidamente por culpa del aturdimiento que me habia causado sus palabras.

—Repítelo—pedí mirando atentamente como ella bajaba sus manos de mi rostro para poder presionar ambas palmas contra el colchón.

Se inclinó con suavidad.

—Te amo—respondió mientras que yo tragaba saliva observando cada detalle de su rostro.

—Repítelo otra vez—pedí mirando atentamente como ella deslizaba fugazmente su mirada hacia mi boca para luego simplemente subir enfocándose netamente en mis doradas orbes.

—Te amo—y ella no tenía problemas en responder mientas que su cuerpo lentamente continuaba acercándose hacia el mío.

—...Una vez más—murmuré sintiendo como su nariz llegó a tocar maliciosamente la mía.

—Estoy perdidamente enamorada de ti—admitió logrando calmar a mi abrumado corazón.

Realmente estaba cansada de llorar, me dolían los ojos ante el constante broté de mis lágrimas, pero la verdad es que había creído durante tanto tiempo que jamás podría oír esas palabras que simplemente las lágrimas brotaron por su propia cuenta mientras que veía atentamente como Mina había decidido sonreír mostrando gran parte de sus encías; a simple vista parecía ser fuerte, pero yo habia notado como sus finas lágrimas rodaban por sus mejillas. Ella estaba igual que yo. Sus manos no tardaron en regresar a mi rostro limpiando suavemente de mi piel. Ni siquiera lo pensé, por mero impulso acorté la poca distancia que quedaba presionando nuevamente mi boca donde correspondía sintiendo como ella no dudaba en corresponderme.

Esta vez nos besamos con ganas, con anhelo, con deseos de demostrar que el sentimiento no se había apagado aun con los años de separación. Con cierta desesperación enredé mis piernas sobre sus caderas tirando de ella para presionar cómodamente mi espalda sobre el colchón escuchando como su jadeo de sorpresa chocaba directamente contra mis húmedos labios, no pude evitar reír entre medio del beso notando como ella trataba de sostener la mayor cantidad de su peso para no aplastarme; era adorable. Sinceramente, no sé si realmente íbamos a terminar yendo al siguiente nivel, pero ya no me importaba, con tal de poder tenerla entre mis brazos me era más que suficiente.

Mina rompió el contacto mirándome con la respiración completamente entrecortada. Ninguna de las dos dijo nada, yo tan solo estiré mi mano agarrando uno que otro de sus largos mechones rubios de su cabello y lo dejé tras su oreja logrando de esa simple manera observar cómo había comenzado a ruborizarse.

La verdad, es que yo sabía que podía vivir sin ella, yo sabía que no moriría con su ausencia, había podido vivir cuatro año creyendo que la había perdido, podía continuar mi lucha, pero realmente no quería volver a experimentarlo.

No quería una vida sin su presencia. 

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