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Adelantos

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Narrador omnisciente.

—¡Den la bienvenida a la princesa heredera!

El sonido de las sillas siendo bruscamente arrastradas hacia atrás no tardó en resonar en el interior de la amplia habitación. Los nobles tras escuchar quién era la persona que estaba a punto de ingresar no dudaron en colocarse de pie en señal de respeto con sus ojos completamente enfocados en la manera en que las grandes puertas de mármol habían comenzado a abrirse permitiendo que un bello rostro femenino acapara por completo la atención de los demás integrantes con aquellos ojos dorados tan preciosos que inevitablemente deseabas codiciar; a pesar de que poseía una belleza digna de ser retratada, no se comparaba con el aura que transmitía su cuerpo, simplemente no podías evitar el admirarla, al punto de llegar a sentir una necesidad desesperante de querer arrodillarte frente a sus pies cada vez que hacía presencia. Como era de imaginarse, nadie realmente se atrevió a alzar la voz en el instante que las orbes de la mujer se deslizó momentáneamente en cada uno de los rostros de los nobles, los analizó en silencio, haciendo su mejor esfuerzo por no demostrar el aburrimiento que le causaba el estar perdiendo su tiempo en el interior de aquellas cuatro paredes.

Durante los primeros segundos lo único que se podía escuchar en el interior de la habitación era el sonido de las pesadas respiraciones propias de cada uno de los hombros haciendo ecos en su interior. Tal parece, que estaban ansiosos por la llegada de la princesa. Rápidamente el sonido fue acoplado por el caminar de la pelinegra, se podía escuchar el suave rebote de sus tacones chocando una y otra vez contra las baldosas del suelo logrando con bastante facilidad que más de algún individuo tuviese que mover sus hombros en un vano intento por disipar su piel erizada.

Im Nayeon había ingresado en el cuarto.

La verdad, es que la muchacha ni siquiera se tomó la molestia de tratar de saludar, ella... muy en el fondo era consciente de que ninguno de los individuos presentes merecía verdaderamente obtener ese tipo de interacción, menos por su parte, así que simplemente se dedicó a caminar en su interior, desfilando a través de sus miradas llenas de curiosidad y codicia.

Aun cuando ella poseía más poder que cualquiera de los hombres que estaban en el interior de la habitación, ellos seguían demostrando su asqueroso deseo de querer poseerla. Se sentía asqueada, pero hizo su mejor esfuerzo para mantener la calma, siendo consciente que cualquiera de sus guardias no dudaría en decapitarlos y ella no debía permitir ese tipo de situaciones, no por lo menos dentro del palacio.

La princesa continuó desfilando en el interior de la habitación con ese precioso vestido color vino ceñido a su delgada cintura permitiendo que el dorado de su mirada se intensificara ante el contraste. Ella no detuvo por ningún motivo su caminar permitiendo que el negro carbonizado de su largo cabello se deslizara por sus hombros cayendo libremente hacia su estrecha espalda dándole aquel aspecto de ser delicada tratando de sobrevivir como una flor en plena densa vegetación, o ese era lo que ellos querían pensar al verla caminar hacia su asiento, porque muy en el fondo simplemente no podían aceptar que una mujer estuviese a punto de apoderarse del trono, necesitaban ver algo en ella que la hiciese dependiente de un hombre, que los obligase a pensar que ella no podría hacer el trabajo sin su ayuda; estaban teniendo un pensamiento bastante descarado. Junto a la princesa Hyeon, Hwan, Jungkook, Jackson, Yun y Felix no dudaron en seguirle el paso asegurándose de que nada ni nadie pudiese lastimarla mientras que, cada uno estaba vestido con un traje completamente negro con pequeñas joyerías doradas ceñidas a sus fornidos cuerpos dándoles un aspecto intimidante. A simple vista y por la manera dura en que sus expresiones se estaban manifestando era más que evidente el hecho de que todo rastro de infantilismo e inmadurez que alguna vez llegaron a expresar ahora se había borrado con totalidad de sus personalidades. Los caballeros de la princesa habían madurado, la gran mayoría lo tuvo que hacer a la mala, los demás netamente por deseos de querer mejorar, francamente, ya no importaba el motivo real del por qué habían cambiado, lo único importante acá es que ellos habían conseguido crear su mejor versión.

Ellos no iban a permitir que nadie más muriera bajo sus cuidados.

Nayeon tras llegar a su puesto correspondiendo no dudó en tomar asiento al lado del Rey observando fácilmente como cada uno de los nobles seguían estando completamente de pie en sus puestos correspondientes con una visible paralización causada por su imponente presencia.

—Tomen asiento.

Jinyoung mejor conocido como su Majestad el Rey no dudó en dar la orden observando de forma atenta como cada uno de los nobles se veía entre sí para luego simplemente volver a su posición inicial. El mayor simplemente tomó una buena bocana de aire tratando de fingir tranquilidad siendo consciente que no debía explotar frente a la princesa mucho menos en presencia de tantas miradas, pero era evidente lo molesto que se sentía.

Él no esperaba que las cosas terminaran de esta forma.

—...Buenos días, hija mía—el Rey no dudó en saludarla.

Cabe aclarar que tan solo lo hizo porque estaba en presencia de los demás nobles.

Rápidamente el hombre pudo percatarse de la manera en que los guardias de la pelinegra en un completo silencio daban un paso hacia su dirección quedando lo suficientemente cerca de la chica para lograr fácilmente el incomodarla. Este impulsivamente tragó saliva mientras que presionaba su espalda contra el respaldo de su asiento fingiendo tranquilidad.

—Veo que has traído a todo tu personal—comentó con cierta ironía mientras que se llevaba una de sus manos contra su viejo rostro—... tal pareciera que quieres demostrar poder.

Él simplemente quería sacar de cualquier manera ventaja por sobre su hija.

—Solo he traído a los principales—Nayeon no dudó en responder manteniendo en todo momento una actitud calmada—no me gustaría que usted pensara que estoy pensando en crear una revolución—agregó llevándose su mano contra su pecho en señal de inocencia—cabe aclarar que no me atrevería a lastimarlo de esa manera, ya sabe... jamás olvidaré la gratitud que usted tuvo al aceptarme como su hija.

Nayeon había mejorado bastante en sus mentiras y en como las expresaba. Como era de esperarse, el Rey tras escucharla simplemente sonrió inflando su pecho con genuino orgullo de creer que realmente había conseguido domarla.

—Mi pequeña niña...—él comentó al mismo tiempo en que la sorprendía estirando una de sus manos para presionar toscamente su palma sobre la cabeza ajena consiguiendo que esta impulsivamente tensara sus hombros: Nayeon realmente odiaba el ser tocada—has crecido tanto que no puedo evitar el enorgullecerme—confesó al mismo tiempo en que ella fingía una sonrisa cordial en un vano intento por ocultar las ganas que sentía por cortar su mano.

—Me emociona el saber que causo eso en usted, su Majestad—Nayeon mintió manteniéndose tranquila notando como él la inspeccionaba en silencio para luego simplemente suspirar alejando su mano de su cabeza.

—Deberías comenzar a llamarme padre—él respondió queriendo acorralarla, porque sabía lo que implicaría que Nayeon comenzase a verlo como su padre—después de todo, gracias a mi es que tu madre ahora vive bastante bien fuera de la Capital.

Él realmente no dudaba en sacar a relucir cada pequeña e insignificante acción que había realizado a lo largo de la corta trayectoria estudiantil de la pelinegra con clara intención de conseguir algún tipo de beneficio por parte de Nayeon, ella lo sabía, sabía la clase de bastardo que era el que tenía ahora mismo el poder del Imperio, y por esa sima razón, simplemente decidió seguirle la corriendo, siendo completamente consciente de que esa era la mejor manera de poder llegar a derribarlo. Rápidamente la atención del Rey se desvió en dirección de los nobles, a pesar de que no emitió comentario, era bastante evidente su deseo de ser alabado.

—Claro su Majestad.

—Está en lo cierto.

—Es lo mínimo que ella debería hacer por todo lo que usted ha hecho.

Como era de esperarse, los nobles no tardaron en comenzar a expresar libremente sus opiniones alimentando el ego propio del Rey, en realidad, era bastante evidente el hecho de que ellos creían tontamente el tener el derecho de dar libremente su opinión tan solo porque el Rey había insinuado que lo hiciese, como si en el fondo, muy en el fondo no sintiesen ningún respeto real por la princesa. Nayeon tas percatarse que nadie diría algo útil, decidió simplemente inclinar su torso presionando uno de sus codos contra la mesa dejando caer su mejilla contra su palma abierta; rápidamente su índice y el del medio se adhirieron contra su pómulo, su pulgar en cambio no tardó en recaer por debajo de su mentón mientras que el anular y meñique se posaba sobre sus labios dándole un aspecto aburrido, pero relajado.

—Princesa usted no debía sentarse de esa manera, no es algo digno para una dama y menos si corresponde a la futura Reina.

Si Nayeon debía ser sincera, ella realmente esperaba que alguien se atreviese a alzar su voz, sabía que no podrían tolerar esa actitud de su parte por mucho que el título de Heredera estuviese ligada a su nombre, así que no fue para nada una sorpresa el escuchar a uno de los nobles el cual, por lo visto, no era tan importante si ella no recordaba su nombre atreviéndose a alzar la voz con toda la intención de reprochar la actitud que había tomado segundos atrás, ¿Debería molestarme en responderle?, la muchacha se cuestionó al mismo tiempo en que suavemente deslizaba sus orbes en dirección del sonido manteniéndose en silencio con su atención fija en la manera en que el anciano simplemente la estaba observando sin ningún tipo de emoción reflejada en sus facciones. Todos creerían que, como ella había pasado una temporada en compañía del monstruo del Ducado sería igual de cruel que ella, pero la verdad es que Nayeon perdió gran parte de su deseo de vivir en el momento en que decidió convertirse en la Heredera de la corona, por esa misma razón cosas tan pequeñas y banales como oír al anciano le eran lo suficientemente insignificantes que ni siquiera se tomó la molestia de infundir aunque sea una pisca de intensión asesina en su mirada, porque realmente no lo necesitaba, sabia a la perfección que, con solo prestarle algo de atención sería más que suficiente para sofocarlo al punto de hacerlo sentir como una simple y miserable hormiga.

—¿Huh?... Y~Yo... me disculpo—rápidamente el mayor decidió disculparse haciendo una perfecta reverencia que dejaba en bastante evidencia el comienzo de su calvicie.

El resto de los nobles realmente no fueron capaces de entender a que se debía la reacción que su compatriota había demostrado, así que simplemente dirigieron toda su atención hacia la princesa observando la manera en que ella tan solo soltaba un suave suspiro presionando su espalda contra el respaldo su asiento con su perfilado mentón apuntando en todo momento hacia el frente, en señal, de negarse a mostrar cualquier signos de timidez que pudiese llegar a satisfacerlos.

Nayeon ni siquiera se tomó la molestia de ocultar su desprecio, francamente, ella poseía el poder suficiente como para no importarle el llevarse bien con aquella gente, sabía que, el único importante en el interior de aquella fría habitación era el Rey, del resto tan solo se podía decir que eran la clase de animales que fácilmente podrías exterminar.

Como las ratas, por ejemplo.

—¿Para qué me ha citado? —la chica al comprender que nadie más parecía querer hablar decidió alzar nuevamente de su voz enfocando su atención en el Rey notando rápidamente como este estaba haciendo un gran esfuerzo por ocular su frustración.

Para la sorpresa de Nayeon rápidamente el silencio se hizo nuevamente presente en el interior de aquella fría habitación, tal parece que, lo que sea que se estuviese a punto de traer a la mesa era lo suficientemente serio para conseguir que la tensión propia en el ambiente no hiciese más que empeorar, ¿Qué es lo que están ocultando?, ella se cuestionó queriendo saber lo que se traían entre manos mientras que deslizaba sus orbes hacia los rostros de cada uno de los nobles notando fácilmente como estos no eran capaces de sostener el contacto visual como si simplemente no estuviesen preparados para hacerle frente, extraño, muy extraño en verdad, así que no dudó en enfocar su atención en el Rey notando como este trataba de mantener la calma acomodándose en su asiento, pero fallando miserablemente.

—... El Duque Myoui ha comenzado a ser un peligro para nuestro Reino—el Rey decidió alzar la voz mientras que sus fríos ojos se posaban en cada uno de los participantes de la reunión queriendo que realmente nadie se atreviese a opinar lo contrario—debemos deshacernos de él.

Se preguntarán como es posible que Nayeon pudiese estar en el interior de la habitación siendo parte de la reunión de exilio hacia el Duque, aun cuando era de conocimiento popular el apoyo que el Ducado Myoui le había brindado desde antes de su ingreso en la Academia. Bien, esto se debe a que Nayeon perdió con casi totalidad contacto con Akira, o por lo menos de esa manera se ha estado mostrando hacia el público y obvio, hacia el mismísimo Rey. De una u otra manera la muchacha se las arregló para hacerle creer al mundo entero que ella odiaba a Akira, utilizando su amor hacia su ex prometida para afirmar aun sin pruebas que su muerte se debía netamente por las decisiones del mayor. Nayeon no iba a negar el hecho de que había sido una tarea difícil, en un principio ni el propio Rey parecía creer en sus excusas, pero solo bastó con priorizarlo en distintas situaciones para que él comenzase a creer en sus palabras, pero quizás eso no habia sido lo más difícil en toda su travesía por la corona, probablemente el hecho de tener que estar constantemente sonriendo y siendo amable hacia el mismo monstruo que creó cada uno de sus pesadillas, era lo más difícil, pero realmente no tenía más opciones que hacer eso, si realmente deseaba tumbarlo debía primero estar en el interior de su espacio apropiándose lentamente de cada una de sus cosas, alejándolo de cada una de las personas que estuviesen a favor de su mando llegando un punto de conseguir que estuviese en contra de su propio hijo; Jabeom.

—Su Majestad, le recuerdo que el Reino sigue necesitando el poder propio del Duque para poder subsistir, sobre todo teniendo en cuenta que seguimos estando en guerra con el Reino Kim—Nayeon respondió manteniendo en todo momento bastante tranquilidad—... no es tan fácil el poder deshacernos de él, menos cuando nuestro Reino sigue en pie gracias a su existencia—agregó observando de forma atenta la manera en que él se había llevado sus dedos contra su mentón en un vano intento por mantener la calma.

—... Para ser más preciso—uno de los nobles alzó la voz provocando que las orbes doradas propias de Nayeon se deslizaran hacia su rostro—el Reino necesita del poder del Ducado, no precisamente del Duque Myoui—aclaró mientas que lentamente una sonrisa maliciosa comenzaba a formarse en sus labios—al final y al cabo él sigue siendo un plebeyo sin el apellido de la Duquesa—no dudaba en humillar al hombre que trajo prosperidad al Reino en su peores momentos.

—¿Qué estas tratando de decir? —el Rey cuestionó genuinamente interesado.

—Solo digo que... si la Duquesa sigue estando soltera tras su divorcio, es el momento perfecto para usar la ley Imperial contra ella para unirla en un matrimonio político que nos beneficie—aclaró encogiéndose de hombros como el si el hecho de usar a la Duquesa no fuese la gran cosa para él.

Ellos estaban dejando en claro que iban a usar a una mujer que ya había obtenido todo y que a su vez lo había perdido todo, por culpa de estos mismos hombres que no dejaban de parlotear como si todo el mundo fuese un simple accesorios para ellos. Nayeon se mantuvo en silencio sintiendo ese instinto asesino brotando de los cuerpos de sus guardias.

Era una situación abisalmente repulsiva.

El Rey tras escucharlo simplemente elevó sus cejas mientras que la sonrisa maliciosa se plasmada en sus facciones.

—El Conde Lee tiene razón—confesó sin siquiera molestarse en ocultar su codicia—... una noble recientemente divorciada no tiene ningún tipo de valor social, así que podemos aprovecharnos de eso—aclaró sin importarle que Nayeon estuviese atentamente escuchando la conversación—... bien, ¿Cuáles son los nobles que son partes de nuestra facción que están actualmente solteros?—cuestionó cruzando los dedos sobre la mesa.

Nayeon no tardó en comprender que, si veían cualquier rastro de vulnerabilidad en ella, estos hombres no dudarían en pisotearla y usarla de la misma forma en como querían usar a la Gran Duquesa.

Eran animales vestidos como humanos, en realidad, ella estaba segura de que hasta los monstruos sentían compasión por su misma especie.

—Tengo entendido que el Marqués Son y el Vizconde Choi siguen estando actualmente en soltería—el Conde Lee no dudó en responder con clara intención de crear favoritismo por su persona—...—sus ojos no tardaron en parar hacia Nayeon—¿Qué piensa princesa? ¿No cree que sea una buena idea?

Ella lo miró haciendo su mejor esfuerzo por mantenerse neutral.

—Si tu intención es morir, entonces sí, es una buena idea—Nayeon respondió consiguiendo que él la viera con sorpresa—... oh por favor—se quejó llevándose una de su manos contra su rostro—¿Acaso están hablando del mismo Myoui Akira que todos conocemos? —cuestionó enfocando su atención en cada uno de los presentes—¿Creen que él no hará nada? —preguntó logrando que los adultos se mirasen entre sí—es bastante evidente que el Duque matará a cualquier persona que se atreva a estar con la Duquesa sin importar que tipo de poder posea—admitió mientras que baja su mano fingiendo mayor tranquilidad—ha... mi recomendación es que dejen al Ducado en paz... de todas formas me casaré con el heredero, así que realmente ellos seguirán estando bajo nuestro dominio—trató de persuadirlos sintiendo como cada uno de los presentes se mantenían atentos a sus palabras.

Era evidente que ellos querían ver cualquier rastro de mentiras por su parte.

—¿Cuándo te casarás con Hyunjin? —el Rey cuestionó provocando que ella tan solo suspirara.

—Dijo que terminando la guerra el matrimonio se llevaría a cabo—la pelinegra respondió tratando de aplazar lo más que podía el vinculo entre los dos, porque ni ella, mucho menos él deseaba realmente el consolidar el matrimonio—... no puedo hacer más mientras que la guerra continue en curso—confesó notando como el mayor tan solo desviaba su atención.

—Eso espero—respondió dirigiendo toda su atención hacia los nobles—bien... viendo las circunstancias que nos rodean, vamos a tomar la opinión de la princesa y simplemente esperaremos que el matrimonio se lleve a cabo. De momento, traten de mantenerse neutros con la existencia del Duque Myoui—ordenó notando como cada uno de los nobles asentía con su cabeza sin importar si estaban o no de acuerdo con la decisión que él acababa de tomar—la reunión ha finalizado, pueden retirarse.

Cada uno de los hombres junto con sus silenciosos herederos no dudaron en colocarse de pie comenzando a abandonar uno por uno la habitación sin antes, claramente despedirse como correspondía tanto del Rey como de la princesa. Durante todo ese momento la pelinegra se mantuvo en su sitio con los labios completamente sellados siendo consciente de que el Rey querría mantener una conversación con ella en plena soledad, donde los ojos curiosos de los nobles ni la evidente hostilidad por su parte fuese capaz de traspasar la habitación.

—Chicos—ella alzó la voz logrando que cada uno de sus guardias le prestaran atención—abandonen la habitación—ordenó en el momento que notó como el mayor se le había quedado viendo en espera de que ella los echara del cuarto. Rápidamente los caballeros se vieron entre sí siendo conscientes de lo que ocurriría si es que la dejaban en plena soledad—es un orden.

No les quedó de otra más que aceptar las indicaciones de la pelinegra abandonando rápidamente el lugar.

—Ellos son completamente devotos a ti—el Rey comentó ligeramente celoso de que ella tuviese esa clase de poder—¿Sabes en que te equivocaste? —cuestionó deslizando su fría mirada en la pelinegra notando como ella ya no parecía asustada de su presencia—¿Por qué sigues sin estar embarazada? —preguntó sin siquiera molestarse en ocultar su hostilidad.

—Hyunjin no ha querido acostarse conmigo—ella rápidamente respondió siendo consciente de lo que se avecinaba.

Nayeon se quedó en un completo silencio sintiendo la gruesa mano del Rey dando de lleno contra su mejilla logrando que su cuerpo se tambalease sobre la silla ante la fuerza del impacto. Decidió no emitir ningún tipo de ruido siendo consciente de lo que le podría llegar a suceder si decidía alzar la voz; a pesar de que estuviese furiosa debía soportarlo, debía soportar todo esto hasta poder contraatacar.

Sinceramente, el hecho de estar sintiendo la mitad de su rostro caliente le hizo revivir nuevamente aquellos malos recuerdos que estuvo por tanto tiempo desesperada por olvidar.

—Entonces algo estas haciendo mal—respondió mientras que se llevaba su mano enrojecida contra su rostro tratando de poder controlar su evidente mal humor—dime por lo menos que tus hermanas han conseguido conquistar a Eunwoo—suplicó sintiendo la rabia rápidamente comenzando a burbujear en el interior de su cuerpo tras notar la manera en que ella había sacudido su cabeza en negación—... son unas malditas inútiles—gruñó visiblemente irritado ante lo mal que estaban saliendo sus planes—¿Para que las mantuve con vida si no son capaces de hacer algo tan simple como seducir a un hombre?

—Ellas están hac...

—No es suficiente—le interrumpió mientras que se colocaba de pie—si esto continua de este modo Akira ganará contra el Reino Kim y podrá usurpar mi reino—confesó visiblemente ansioso—Nayeon.

—Su Majestad—ella respondió observando como él se había girado posando sus manos directamente sobre sus hombros

—Debes impedir que él se quede con nuestro Imperio—ordenó hundiendo sus dedos violentamente sobre los hombros de la chica—haz lo que tengas que hacer, si tienes que acostarte con sus dos hijos, acuéstate con ellos, si es necesario con él, hazlo—y él ni siquiera parecía ser consciente de las barbaridades que estaba soltando—entrega todo de ti con tal de que él no obtenga el poder.

—Haré lo que me ordene—Nayeon respondió con clara indiferencia consiguiendo que él sonriera.

—Mi dulce niña... no falles—fue todo lo que comentó dándole un par de palmadas contra uno de sus hombros mientras que ella tan solo miraba su rostro tratando de recordar la ultima vez que sintió plena felicidad—no me hagas perder mi fe en ti—agregó al mismo tiempo en que comenzaba a caminar hacia la salida de la habitación dejando a la pelinegra en la plena soledad del cuarto.

Cuando la puerta se abrió y él abandonó la habitación Nayeon no dudó en apretar sus dientes mientras que su mano violentamente se enterraba contra la mesa. Estaba furiosa, estaba cansadas de que no importara lo mucho que se esforzara, él todavía creía que podía domarla. Lo mataré... lo mataré con mis propias manos, pensó llena de rabia sintiendo como la ira no hacía más que aumentar con el pasar de los segundos.

—Contrólate—la voz de Hyeon volvió a llenar sus oídos obligándola a tener que alzar su mentón para notar como él ingresar en la habitación en compañía del resto de su grupo dejando a Jackson y Jungkook en la entrada para asegurarse de que nadie fuese capaz de oír la conversación—aun no es el momento indicado—fue todo lo que dijo mientras que veía su mejilla enrojecida—... ponte hielo.

Nayeon simplemente suspiró.

—Glacies—murmuró permitiendo que, de su palma se crease un pequeño pedazo de hielo.

—A pesar de que llevo años viéndolo... sigue siendo fascinante la facilidad que tienes para dominar los elementos—Hyeon continuó hablando como si no le importase el hecho de que ella hubiese sido recientemente golpeada.

A pesar de que a simple vista él parecía ser indiferente a la situación, la verdad es que el chico simplemente estaba haciendo su mejor esfuerzo por ignorar sus propias emociones, porque todos, incluyéndolo, querían ir tras el Rey para darle aquella anhelada paliza que llevaban soñando desde hace un par de años atrás.

—¿Qué puedo decirte?... soy una maldita genio—ella respondió con aires de confianza mientras que se encogía de hombros notando en todo momento como él no dudaba en rasgar una parte de su camiseta para envolver el pedazo de hielo en su prenda—... Quién diría que Hyeon podría llegar a tener modales—comentó con cierta diversión sin saber que, con eso sería más que suficiente para que él se retractara de sus acciones quitando la prenda del hielo para volver esconder la tela en el interior de los bolsillo de su pantalones—¡Oye!

—Me arrepentí—respondió encogiéndose de hombros mientras que veía como Yun lo hacia por él—... tsk, simplemente estas tratando de quedar bien.

—No soy un idiota.

—Si tu lo dices—respondió Hyeon mientras que veía como Nayeon presionaba el hielo sobre su mejilla—... ¿Quieres regresar al Ducado?

—No—ella rápidamente respondió mientras que se colocaba de pie—me quedaré un par de noches más... necesito saber que es lo que realmente esta planeando—admitió notando como el calor en su mejilla lentamente comenzaba a disiparse—de momento necesito que ustedes se mantengan lejos de mí.

—Es evidente que trataran de matarte, sobre todo del príncipe Jabeom—aclaró Hyeon con cierta molestia—es el peor momento para hacerlo.

—Sabes perfectamente que soy igual o más fuerte que cualquiera de ustedes—Nayeon respondió consiguiendo que ellos se quedaran en un completo silencio—... ya no soy esas tonta niña que necesita ser protegida.

—L~Lo sabemos... pero aun as...

—Pero nada—respondió ella con bastante seriedad—sigan mis órdenes.

Ellos decidieron confiar en sus palabras.

Cuando la noche cayó y la luna dio la bienvenida Nayeon no dudó en ingresar en el interior de su habitación cerrando la puerta como todos las noches con llave mientras que, en sus manos no dejaba de mover la toalla en un vano intento por secar su húmedo cabello. Como de costumbre la chica se encargó de despachar a cada uno de los sirvientes, no le gustaba el ser ayudada, mucho menos si tenía relación con su cuerpo. A pesar de que generalmente no hablaba del tema, mucho menos lo hacía con Sana o sus hermanas, sí que es verdad que todo el mundo había notado ese repentino rechazo hacia el contacto que ella había mantenido en el ultimo tiempo, sobre todo desde la ausencia de Mina. Francamente, nadie quería hacerla sentir mal, mucho menos incómoda, así que normalmente los caballeros quiénes eran los que mayor tiempo pasaban junto a ella, se encargaban de mantener una distancia prudente notando que la distancia entre sus cuerpos y los de la princesa la hacía sentir calmada.

La pelinegra suspiró mientras que se sentaba en el pequeño tocador que daba hacia el balcón. Con bastante tranquilidad continuó con lo suyo observando su reflejo en el espejo; Nayeon era una mujer hermosa, una mujer fuerte, una mujer poderosa, pero cuando la maldita noche caía y la luz de la luna junto a las velas le daban la bienvenida, ella realmente no podía evitar quitar sus máscaras permitiendo que, a través del espejo solo quedase reflejado la tristeza de haber perdido a su único y primer amor.

—...Es momento que la olvides—se ordenó mientras que sonreía con suavidad—ella jamás regresará.

Era un castigo tortuoso el pensar en el vago recuerdo de Mina.

Probablemente se hubiese martirizado por un largo tiempo con los escasos recuerdos que aun habia logrado conservar de su expareja si no fuese por el repentino crujido proviniendo desde el balcón, el cual, claramente la sorprendió. Con rapidez la chica giró su rostro mientras que, de un solo movimiento de su mano consiguió apagar la única vela que iluminaba el cuarto permitiendo de esta forma que la oscuridad llenara el lugar, mierda... ¿Realmente alguien se atrevió a atacar?, se cuestionó con sus ojos ansiosos fijos en las puertas que daban hacia el balcón observando claramente aquella sombra que lentamente comenzaba a hacerse cada vez más grande.

—¡Glacies Spinas! —y ella conjuró un hechizo en el momento exacto en que la puerta habia sido abierta teniendo toda la intención de que el afilado hielo se encajara en su garganta.

Lo que claramente no esperaba era que la otra persona con un solo movimiento de su espada consiguiese cortar su hechizo.

Él era peligroso, Nayeon lo sabía.

Por mero impulso la chica se puso de pie tratando de buscar una salida; realmente no tenía ningún interés de enfrentarse a él mucho menos de frente, mierda... cerré la puerta, pensó siendo consciente de que tardaría demasiado en desbloquear el pestillo, y la idea de darle la espalda al desconocido no le parecía para nada aceptable, ¿Debería realizar un hechizo de aire?, se cuestionó tratando de buscar la mejor solución; ella debía encontrar un hechizo lo suficientemente fuerte para darle tiempo de escapar o de plano matarlo de inmediato, porque era consciente, con solo ver el movimiento que hizo para romper su hechizo que no sería un oponente fácil.

Realmente Nayeon no quería admitirlo, pero sabía que, si llegaban a luchar cuerpo a cuerpo, él le ganaría.

—¿Quién te envió? —cuestionó mientras que ya estaba preparando un hechizo de aire, si era necesario usaría glacies spinas para lograr tumbarlo—¿Acaso fue el Rey?

Para su sorpresa el desconocido simplemente soltó su espada dejando que esta cayera al suelo, ¿Se ha desarmado?, se cuestionó sin poder creer que hubiese hecho algo tan estúpido.

—¿P~Princesa?

Una suave y lastimosa voz femenina resonó en el interior de la habitación provocando que el corazón de Nayeon se detuviera.

Solo habia una persona en el mundo que podía llamarla de esa forma.

—¿M~Mina? —cuestionó aun cuando realmente no lo creía posible observando atentamente como el alto desconocido daba un par de pasos en el interior de la habitación permitiendo que sus rasgos femenino sobresalieran aun cuando estaba vestida completamente de negro. 

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