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7.


—No puedo creer que tú de todas mis amigas o conocidas del trabajo me esté pidiendo ir a una sex shop. —Pero por supuesto que Mónica no podía creerlo.

Si hasta se le cayó la mandíbula hasta el suelo cuando se lo pedí hace menos de una hora, y luego la arrastre fuera de la casa sin darle tiempo de pensarlo demasiado o de negarse.

O de cuestionar mis motivos.

Aquel vestido era una sola pieza en la guerra de la seducción y lo pedí por internet sin saber si quiera si iba a quedarle a mi cuerpo, fue una suerte que resultara quedándome.

Y aunque me sirvió para comenzar, era una sola arma.

Y yo necesitaba un arsenal completo si iba a completar esta misión.

Y disculpen las analogías sobre guerra y armas, anoche me dormí viendo a Tom Cruise en Misión Imposible para poder "desahogarme" después de atender a ese cliente en específico.

Ciertamente aquella película hizo mucho más que provocarme el mejor orgasmo que he tenido en mucho tiempo, también me abrió la mente a nuevas oportunidades y escenarios para explorar en esta línea de trabajo que parecía haberme elegido a mí y no yo a ella como pensaba en un principio.

Pero ahora todo ha cambiado.

Con esta experiencia, se abrieron nuevas puertas para mí.

Y no es que antes no hubiese atendido una llamada de sexo telefónico, pero ninguna había sido tan cargada de deseo y seducción como esa. Y tan complacido quedo mi cliente que me dejo la propina más grande que nunca me había dejado.

Cerca de quinientos dólares entraron a mi cuenta y para él, eso era mucho considerando que paga solo tarifas mínimas porque solo habla con las chicas que pide. Además me llamó Cupido esta mañana para felicitarme también y para recordarme que esta noche tenía una cita programada con El Megalodón.

Se suponía que teníamos citas programadas todos los días entre las doce de la madrugada y las cuatro, pero habían estado faltando después de la conversación sobre mis reglas que habíamos tenido la última vez.

—¿No te están presionando para usar estas prendas en ese trabajo? ¿Verdad? —Por supuesto que esa pregunta podría existir en el espacio tiempo.

Pero aún no sé cómo explicarle a mí amiga que sentí algo en esa llamada que no había sentido nunca y que quiero seguirlo sintiendo cuantas veces se pueda en la noche, si es necesario.

—No, para nada. Solo es una idea nueva que pensé intentar para sentirme cómoda con este trabajo.

—No creo que comprar lencería provocativa cuente como una simple idea para mejorar tus aptitudes —estábamos en la calle, así que llevé mis manos a su boca para callarla de una vez por todas.

—¡Cállate, te escuchará la gente cuadrada!

Ella lo intento decir, pero no pudo, cuando quiero soy muy fuerte y a menudo uso eso en mi favor, en este caso en su contra.

Aún así, siempre lo intentaba. Se movió como lombriz bajo el agarre de mis manos.

—Te soltaré si prometes no seguir diciendo sandeces.

Ella lleva una mano a mi campo de visión, flexiona tres dedos, eleva el pulgar y el meñique.

—Prometido entonces —choco mis dedos en la misma posición que la de ella, luego la suelto— a veces eres insufrible mujer.

—¿Cuál es tu maldito problema mocosa? ¿Por qué siempre usas mi debilidad en mi contra?

—Porque siempre te comportas fuera de tus cabales. Piénsalo, me obligas a hacerlo prácticamente. —Ella refunfuña molesta y hace berrinche levantando sus piernas en el aire, molesta— si te comportas bien después de esta rabieta te compraré helado.

—No quiero.

Así que tendré que rebajarme mucho esta vez para contentarla.

—Te daré el dinero de la gasolina de toda la semana.

—Frío...

El coche de Mónica siempre esta tirando aceite y gasolina debido a una fuga que mi padre y yo ya le hemos dicho cientos de veces que necesita ser reparada y que ella se niega. Solo la cubre con cinta adhesiva gris cada que se tira demasiado.

Y es que enfrentémoslo cuando eres una asalariada como nosotras que apenas y tenemos dinero para vivir, pagar renta y servicios, hay cosas que son prioridades pero que pasan a último término cuando no tienes dinero.

—Repararé la fuga.

—Tibio...

—Y le pediré unos nuevos asientos, —ella no cedía aún— pediré análisis completo, pagaré una nueva batería y el seguro.

—Hirviendo. —Dijo ella con una gran sonrisa en el rostro.

—A veces eres insufrible.

—Gracias por su servicio a este ser insufrible Señorita Tello.

Debí de haber sido maestra, a estas alturas al menos ya tendría una plaza en la Secretaría de Educación Local.


***


Al final me llevé varios conjuntos completos, pantaletas de encaje de diferentes colores y batas, nada demasiado exagerado, de hecho tuve que pedir ayuda a una de las dependientas más de una vez para saber que escoger.

El mundo de la lencería es fascinantemente aterrador si no tienes nada de experiencia como yo.

Saliendo de esas tiendas llevé a Mónica a casa, porque mi siguiente parada sería obviamente demasiado para ella. Aún así, y gracias a la chica que me atendió en la tienda de lencería había conseguido una dirección concreta de a donde ir.

Leí en internet que para comprar este artículo deberías ir a una tienda primero, puedes pedirlo en muchos sitios en Internet, sin embargo, estaría mintiendo si dijera que al ver todas esas opciones, estilos y tamaños... no me asusto un poco.

Solo quería un maldito vibrador normal.

Nada del otro mundo.

Y quería ir a un sitio donde no sé me avergonzará por no saber nada sobre el tema.

—No sé nada sobre el tema —le dije avergonzada a la chica que me mostraba los negligés dentro de la tienda, me estaba pasando justo uno para que me lo probará dentro de un espacio pequeño que solo estaba cubierto por una tela color blanco crudo— pero quiero comenzar por algo.

Claro, en las llamadas era iníciales era mucho más sencillo hacerlo. Solo debía dejar que mi imaginación fuera la que me guiara.

Pero mientras estás llamadas eran más frecuentes, mi curiosidad por estos actos, fue mayor y mayor...

—No te preocupes, sé que quieres decir... —Por suerte ella fue amable y amigable, como no lo estaba siendo Mónica, quien vio a todas estas chicas que trabajan dentro de la tienda como si estuviesen enfermas o mal de la cabeza por enseñarle y venderle este tipo de prendas a una persona como yo.

Y es en momento como estos, que dudo de sentirme como una persona.

Cuando le dieron el diagnostico definitivo a mis padres, lloraron por una semana entera. Mi madre fue a mi cuarto cada noche por seis meses y cuando pensaba que estaba durmiendo me daba un beso de buenas noches en la frente y lloraba mientras me contemplaba.

Nunca quise ser una carga para mis padres ni para las personas que me rodean.

Solo quería ser normal.

Pero no nací de esa manera.

—Es nuestro trabajo ser la mejor versión de nosotros por toda nuestra vida porque hasta donde sabemos, está, es la única vida que podremos vivir siendo nosotros. —Eso fue lo que me dijo mi padre cuando los dos dejaron de llorar y comenzaron a explicarme mi diagnostico.

Ellos jamás me limitaron, jamás me hicieron sentir que no podría hacer algo ni me hicieron menos, aún así, lo sentí algunas veces de esa manera. Como cuando iban por la calle explicando "mis comportamientos" raros con la comida.

Y por ello, los perdonaba.

Porque ellos jamás me guardaron rencor por eso.

Así que trate de ser la mejor hija que ellos pudieran haber decidido tener, la mejore estudiante, la mejor trabajadora el tiempo que trabajé con ellos, la mejor ciudadana.

Pero dejé de intentar hacer muchas cosas por miedo a si ellos lo entenderían.

Hasta que me fui a vivir sola.

Abrí la puerta de la tienda a la que me enviaron y entré confiada y con la cabeza en alto.

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