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6.


Me fui a casa con el nuevo contacto de Enrique en mi teléfono celular. Sé porque acepte tenerlo. Pero no sé porque me siento tan extraña al tenerlo.

No le había visto desde que teníamos doce años.

Quizás es porque todo ha cambiado en los dos.

Por una parte ahora soy una mujer adulta de treinta años, que puede pagar por poco sus responsabilidades, y que... no quiero ni mencionarle mi trabajo, ni siquiera en mis pensamientos.

Porque por supuesto que no sé lo he dicho a nadie más que a Mónica. A mis padres les he dicho que me he encontrado un trabajo en un Call Center totalmente desde casa. No ha sido fácil mentirles, y he tenido que ensayarlo un par de veces frente a Mónica para que cuando se los dijera la situación fuera tan rara como ya es normalmente para los tres.

Por suerte no he ido a verles en un par de semanas y cuando les invente que era por trabajo, no pelearon más. Así aquella conversación sucedió por una video llamada.

Por suerte para mí por una pantalla puedes adivinar muy poco.

Y aunque ese día regresé a casa haciendo actividades que normalmente me divertían mucho, me sentía vacía y patética haciéndolas.

Al sonar el teléfono a las tres y cuarto de la mañana aquella noche, pensando que era mi última llamada del día apenas y mostré emoción.

—Habla Luna Creciente, ¿qué puedo hacer por ti está noche?

—Vaya alguien no ha tenido un buen día hoy... —El Megalodón se rio al otro lado de la línea.

En este punto de la conversación yo normalmente diría algo diferente, pero no me apetece mentir. Ni a él mismo ni a nadie.

—¿Estás bien?

—No, no me siento bien.

—Puedo llamarte mañana si quieres, te escuchas cansada.

—No es cansancio, es otra cosa.

—Aunque no lo creas lo entiendo.

—¿Ah sí? —Me imagino al Megalodón siendo un importante, influyente y poderoso empresario mundialmente conocido, que podría el saber sobre lo que se siente ser yo.

—Sí, lo siento.

—No lo creo, no hay mucha gente que sepa que es ser yo y que aún así pueda manejarlo.

—¿Hablas de tu espectro?

Aquella pregunta me dejÓ helada y fuera de combate. Yo no le dije eso. ¿O sí?

—Antes de que enloquezcas y pienses en colgar la llamada o denunciarme o las dos cosas, respira profundo o te dará un ataque de pánico —y lo hice, di dos bocanadas de aire grandes, seguidas, retuve el aire todo lo que pude dentro y luego lo solté— es solo protocolo de mi empresa investigar a toda persona que me interesa.

—¿Yo te intereso?

—Sí, mucho.

—No deberías, no investigues sobre mí.

—¿Es una advertencia?

No me gusta el camino que está teniendo esta conversación. Me preparé para colgar el teléfono, tomé el cordón para jalar la base que descansaba a pocos metros de mí en la cama.

—Sí, lo es.

—Pensaba que el poderoso aquí era yo.

—Nadie tiene el poder de intimidar a nadie en el mundo real.

—Yo sí. —Señalé con seguridad. Si pudiera verlo del otro lado de la línea estaba segura de que el hombre debía estar sonriendo de oreja a oreja, complacida por pensar que estaba ganándome en este juego de poderes.

Sin embargo...

Yo nunca pierdo.

—Sí vas a seguir ese camino, te devuelvo tu dinero.

—No lo quiero de vuelta, lo siento.

—¿Entonces qué quieres?

—¿Si pudieras elegir una cosa para ser feliz mañana cuando abras los ojos, qué sería?

—Si respondo eso, ¿volverás al camino de la rectitud conmigo?

—Lo pondré por escrito junto con tu regalo. —Por supuesto.

—Sí me lo vas a dar de regalo mañana en la mañana, tienes que saber algo primero.

—No importa el precio, lo pagaré con tal de que te escuches mejor mañana por la madrugada cuando hablemos.

—No es eso. 

—Sí acepto esto, no hay vuelta atrás y debes seguir todas mis reglas.

—¿Me las escribirás todas mañana? —Contesto provocativamente.

—Las tengo escritas desde que hablé contigo por primera vez.

—¿Sabes lo excitante qué se escucha eso ahora mismo saliendo de tu boca?

Tengo un espejo de cuerpo completo colgando de la parte trasera de la puerta de mi cuarto. Así que me dirijo a él para verle de frente, y le sonrió, alzo una ceja y hablo segura.

—De ahora en adelante solo debes contestar, "sí, señora", cada que te haga una pregunta.

—Sí, señora. —Contesto seguro.


***


Algunas niñas sueñan con recibir el micro hornito cada navidad. Yo quería todo de Barbie. Su casa, Ken, sus hermanas, cada edición de navidad con sus accesorios aunque fueran los mismos cada año solo de diferente color.

Sus colaboraciones, la embarazada, la doctora, Skipper, Kelly, Midge y demás.

Todo lo quería.

Sin embargo, aunque mis padres se esforzaron mucho para dármelo, tuve que aprender que a veces cuando eres pobre una Barbie sencilla es mejor que nada. Aunque si llegaron a darme muchas de las quise. Hubo algo que jamás me dieron.

Y con lo que me quedé con las ganas.

Una motoneta de color rosa de Barbie. A tamaño real.

Al llegar ese artículo a mi casa, solo pude pensar en que gracias al cielo me había decidido por dejar las cosas claras y tener mis propias reglas al tener este trabajo. Con la motoneta rosa, me entregaron una serie de documentos para ponerla a mi nombre, todo estaba listo sin embargo, solo debía firmar.

Y al finalizar la montaña de papeles estaba su palabra por escrito de que cedería el poder no importa que pasara a partir de ahora.


***


Puedes pensar que todas mis llamadas tienen un tinte sexual, pero no. Lo cierto es que muchos hombres solo llaman para hablar con una mujer. Como la primera llamada del día de hoy.

No, de la noche de hoy.

Y sí, algunas terminan con sexo telefónico, como la primera llamada de esta madrugada.

—¿Me preguntaba si podríamos avanzar de nivel en esta llamada hoy? —Preguntó dudoso el hombre.

Hemos hablado al menos media docena de veces y al terminar siempre me da un buena propina, no como El Señor Megalodón, pero si son unos cuantos billetes que me aseguro de guardar bien por si un día me quedo sin dinero de nuevo.

Y en todas esas conversaciones jamás me insinuó ir hacía el sexo telefónico.

Pero de nuevo esta en uno de estos servicios y no en una tienda que vende hamburguesas.

Y si lo quiere, lo puede tener, mientras pague la tarifa correcta y sea amable.

—Seguro, solo déjame oprimir un botón para que la línea sea segura para los dos, esperé en un momento por favor... —Pero claro que este teléfono no sería para nada normal.

De lejos parece uno antiguo.

Es en forma normal y de color rojo quemado, de plástico sintético y duro y lo más importante, los números están dentro de un disco. O eso parece, que debes girar un número uno a uno para poder hacer cualquier llamada.

Nada es lo que parece.

Al levantar un panel cerrado y que tiene un cerrojo que solo yo conozco, para meter la llave dentro primero debo poner la llamada en espera, luego girar el teléfono y meter la llave por una cerradura secreta donde deberían ir las baterías si es que el dispositivo fuese electrónico.

Revela un panel que al tocarlo te da una pantalla táctil.

Es un poco pesado tener que hacer esto cada noche y entre cada llamada. Pero es mejor que usar un teléfono móvil que se calienta después de hablar por demasiado tiempo o que se descarga o peor...

Que puede ser rastreado por el número.

Este teléfono tiene desactivado la remarcación rápida. Por lo que aunque quieras no puedes regresar la llamada, ni tampoco deja rastro en las llamadas de tu recibo telefónico.

Eso no entiendo cómo funciona, pero no necesito saberlo.

La canción que he elegido ya está llegando a su fin y es mi señal para comenzar la acción de verdad.

Vamos a joder la noche (Sí)...

Las naves espaciales vuela...

Joder, joder, joder...

Presioné regresar a la llamada.

—Creo que estamos listos, ¿quieres decirme por dónde comenzar o tengo que adivinar?

—¿Puedes decirme que llevas puesto? —Reí brevemente.

La imaginación es clave en trabajos como este. Sin embargo he comprado un par de herramientas que si bien no servirían en la guerra como armas, son las únicas que se pueden usar en este escenario para provocar al enemigo.

Esta noche, me coloque un vestido rojo vino encima, no llevo sostén y tampoco llevo bragas, esperando con eso... no...

Deseando que este momento llegué.

—Sí hago eso, creo que será el perfecto inicio.

Al terminar la llamada, un orgasmo se efectuó del otro lado de la línea solamente. Y es una pena, debo admitir que no haya sido de ambos lados.

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