—Luna creciente al habla, ¿qué puedo hacer para que tu satisfacción sea garantizada esta noche?
—Salta y gime nena.
Al cliente lo que pida.
Hay clientes que tiene fetiches detallados y explícitos. Y hay todo un capítulo sobre ellos en nuestra página web de entrenamiento.
—Hay personas que van a pedirte ciertas cosas, si no quieres hacerlas, presiona el cinco en el Teléfono Rojo y el cliente será transferido de regreso a nuestra base, ahí se le asignara una nueva asesora.
Esta fue la primera instrucción dada por Cupido por mí para cumplir con estas llamadas especiales.
Pero no quiero perder esta noche.
Sobre todo después de decirles a mis padres a que me dedicaba ahora.
Y no es cómo que me hayan pedido detalles de que es lo que hacía, pero no sé, esperaba una respuesta completamente diferente viniendo de ellos. Por lo menos que me regañaran.
Aunque tenga más de veinte años, a veces mis padres, son demasiado liberales. Y me gustaría que me trataran como una persona más normal. Porque ellos fueron los primeros en decirme que no hay nada que no pueda hacer en el mundo si solo me lo proponía.
Pero también, fueron los primeros en explicarme que mi espectro siempre estaría conmigo.
Llegué a imaginarme a un espectro actual, algo así como un Dementor de los que salen en las películas/libros de Harry Potter persiguiéndome siempre. Como una pesada carga que me robaba la energía vital para vivir a dónde fuera que iba.
Y que me dejaba drenada, como al final de mis crisis.
—Gime más alto, más profundo. Con toda la garganta.
No puedo, quiero estar en el personaje. Pero no puedo.
Mi mente está en molesta, vacía y en otra parte. Y tengo que hacer algo ahora mismo para no irme demasiado lejos, o no seré capaz de regresar de mis pensamientos para la siguiente llamada.
Así que voy a la mesita de noche, me coloco el Teléfono Rojo en el espacio de mi oreja y la clavícula y lo apoyo ahí. Saco con la mano más libre un tubo de lubricante, un vibrador tamaño normal y un condón nuevo.
Si quiero lograr el orgasmo ahora mismo. Sin que este hombre del otro lado de la línea se dé cuenta de que es tan fingido como mis gemidos, tengo que hacerlos reales.
Ojala Evan estuviese aquí. Apuesto a que él podría hacerme gemir real y claramente, sin necesidad de penetrarme realmente.
Me abro las piernas y las separo, aprieto el tubo y dejo caer el líquido por mi entrepierna. Directo hasta mis labios, paso un dedo por ellos para esparcir el liquido sabor fresa.
Y cuando bajo por los pliegues introduzco un dedo adentro.
Gimo al contacto de mí misma.
—Así, así... más... dame más nena.
—Voy a meterme todo tu pene dentro, ahora, ¿estás listo?
—Sí, sí... —El hombre gruñe desde la otra línea.
Carraspea y gime una y otra vez.
—¿Con o sin condón? —Pregunto para hacer la fantasía más real para él.
—Con.
No me parece extraño que aunque sea un juego, él esté pidiendo esto. Hay hombres como él a diario que nos llaman a esta línea.
No, corrección. En realidad.
Este tipo de hombres, los que creen que deben y merecen tener todo el control solo llaman los fines de semana y casi siempre de madrugada. Por lo que me turno comenzó esta vez con ellos, a las dos de la madrugada.
Llevé una mano libre a mi entrada y separé las piernas.
Aunque ya había puesto un poco de lubricante en ellas, quería poner más en el aparato. Lo encendí antes de dejarle caer las gotas del líquido resbaladizo.
Después de esto iba a tener que levantarme y cambiar mis sabanas, porque todo quedaba mojado y pegadizo después de usarlo. Pero valdría la maldita pena.
Oh Dios...
Gemí por la cercanía del aparato a mi entrada.
Evan...
¿Por qué no eres tú el que me traiga de vuelta a la tierra desde mi mente?
Empuje dentro y gemí de nuevo contra la bocina.
Y entonces pensé no puedo llamarte, pero puedo hacerte participe de este momento con solo presionar un botón y comenzar a grabar.
—Más rápido, nena...
—Déjame sentirte por completo. —Le rogué al hombre mientras pensaba que quién me estaba penetrando era mi novio.
Mientras te tocas, mientras te metes y sacas un juguete sexual, mientras gime, hace calor...
Mucho...
Y más si comienzas a imaginar que él está aquí.
Levanto la cabeza, abro los ojos y le veo ahí. No viene hacía mi boca para ahogar mis gemidos, los dos sabemos que los necesitamos para que la llamada sea un éxito hoy.
Todo lo que veo es rojo a partir de ahí.
Embestida, tras embestida de mí misma. Acaricio mis pezones y alguien a lo lejos me pide ir más rápido hasta que llego al éxtasis total.
—Sí, he llegado. —Grita triunfante el tercer participante de esta llamada— ¿Y tú?
Por supuesto que lo he hecho.
Me rio y veo al como la luz roja que graba mis llamadas brilla en el aparato.
No tienes que estará aquí, para tener con detalle cada cosa de mí Evan.
***
A las diez de la mañana doy vueltas en la cama. La luz del día sale por las ventanas que están cercas de mi cama. La noche de ayer ha sido...
Desbordante.
Antes de quedarme dormida le envié a su teléfono la primera llamada de anoche y todas las que le siguieron también a mi novio. Y no espere su respuesta, inmediatamente después de hacerlo, me metí en la cama con el mismo body que llevaba es noche y me quede dormida.
Húmeda, alborotada, caliente, y sintiéndome la mujer más satisfecha del mundo.
Me sentí como nunca.
Como una mujer y ya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro