33.
Pedimos una pizza para cenar, gracias a Dios por el servicio a domicilio y por hacernos parar por hambre antes de las nueve de la noche porque es la hora en que dejan de repartir en mi ciudad. Comimos y reímos.
También hablamos de un par de cosas importantes.
—Cuando tenía doce años me caí de un columpio, una niña estaba ayudándome empujándome y de la nada ella dio un fuerte empujón, me caí y me rompí la barbilla... esa es la historia de mi cicatriz en forma de "c" —llevé mi mano a aquella cicatriz que tantas veces le había visto mientras hacíamos el amor y la besé levemente— ahora cuéntame algo tú.
—Cuando tenía siete rescate a dos conejos de mis vecinos, estaban criándolos para comerlos después.
—¿Cómo fue eso? —Evan rio y se metió un bocado de pizza a la boca rápidamente.
—La verdad fue muy fácil —me metí dos bocados de pizza a la boca y seguí hablando después de tragar con calma ambos, Evan no me quitó la mirada de encima y algo se encendió dentro entre mis piernas cuando lo hizo. Hasta pude sentir como se me iba subiendo la temperatura y me iba lubricando sola poco a poco— lo difícil fue explicárselo a mis padres y sobre todo convencerlos de dejarme quedarme con ellos.
—¿Y lo hiciste? —Preguntó genuinamente interesada.
Quiero saber todo de este hombre. Y quiero que sepa todo lo que puede de mí.
—No, se los llevaron poco después de eso.
—¿Los devolvieron? —Preguntó con una chispa de algo en sus ojos bailando. Creo que era mezcla de decepción y resignación.
—No, mis padres entendieron que los había hurtado por una buena razón. —Sus ojos sonrieron aliviados al escucharme decir eso, igual que su cara, vi como todos los músculos de su cara se iban desmarcando como casillas de verificación— les encontraron un buen lugar.
—Y eran macho y hembra o... —Él dejó la pregunta abierta esperando por mi respuesta.
—Sí, eran una pareja, de hecho la hembra ya iba embarazada cuando se la llevaron y esa fue la razón por la que los hurte.
—¿Quieres explicarme mejor eso?
Él no lo entendía, pero claro que yo iba ayudarle a comprenderme. Otra vez.
—En la escuela leí que los conejos se pueden reproducir a una velocidad magnifica y casi ridícula, las hembras pueden embarazarse inmediatamente después de terminar un embarazo y no interfiere en el proceso de lactancia. Ellas prácticamente son fértiles todo el año.
—¿Y los dejaron juntos?
—Sí, ellos ya iban a ser una familia.
Evan tragó lentamente al escuchar esa palabra.
—Evan... —Él desvió la mirada.
Así que ha llegado ese momento de la relación. La charla de los hijos.
—Yo sé que mi condición es para siempre y lo pesada que puede llegar a ser para las personas que están en mi vida y nunca le pediría a nadie que llevara esa pesada carga más que a mí misma, sin embargo tienes que saber que no necesito tener hijos para sentirme completa.
—Lo cierto es que... —él dejó de hablar por un minuto entero. Incluso lo cronometre mentalmente— no sé si quiero tener hijos.
—Lo entiendo, y creo que lo mejor que podemos hacer ahora es tener este tipo de conversaciones aunque sean incómodas y así averiguar si somos lo que queremos del otro en el presente... —guardé silencio para tomar valor y decir lo último— y sobre todo en el futuro.
—¿Estás...? —Cuestiona inseguro.
—No estoy terminando contigo.
—¡Diablos! Me sentí como Chandler cuando le dice a Mónica que se acabo después de su primera pelea.
Ninguno dijo nada después de un largo rato. Nos sentamos en el sillón de mi casa viéndonos el uno al otro sin decir nada. Él tomó mis manos entre las suyas y me sonrió después de una eternidad.
—Yo te quiero a ti Sofía.
—Y yo te quiero a ti Evan.
—Ahora.
—Ahora.
—Y mañana.
Y eso fue todo. Regresamos a la cama e hicimos el amor dos veces más antes de dormirnos por completo.
El siguiente lunes todo regresó a la normalidad y por supuesto hablé con Mónica sobre esto. Ella por supuesto me ilumino e ilustro sobre cómo debería proceder.
Y en el trabajo, bueno todo mejoró después de un par de semanas. Honestamente si no hiciera bien mi trabajo ya me hubieran echado después de tantos permisos y faltas que he tenido. Nunca he sido una buena trabajadora pero eso no quería decir que no me había tomado en serio este.
En realidad, este es el trabajo que más me he tomado en serio en mi vida.
Sino jamás hubiese investigado tanto para mejorar en mis llamadas.
Y con Evan las cosas solo estaban, él tuvo que salir de viaje por un par de semanas y sí le tuve que asegurar que estaría bien como mil veces antes de que si quiera pensara en subirse al avión. Pero el deber llamaba.
Los dos teníamos responsabilidades que cumplir.
Y eran parte de la vida diaria.
Y aunque él sí podría darse el lujo de faltar a su trabajo un par de días y no perder nada, yo no podría hacerlo. Así que me esmere más que nunca en mis llamadas para recuperar el tiempo perdido, a mis clientes y también a mí misma en el proceso.
—Sofía, hoy estoy más que feliz de haberte dejado regresar.
—Gracias Cupido, pero creo que yo soy la que debería estar más que agradecida por que la verdad con la crisis no conseguía nada, este trabajo salvó mis finanzas. Pase de tener menos cinco pesos en el banco a tener más de diez mil cada semana en ella.
Y hablaba en serio.
Creo que este trabajo me salvo la vida en más de una forma.
Por eso creí que lo mejor que podría hacer es ser sincera con las personas que nunca me han mentido en mi vida. Mientras, Evan me aseguro que se tardaría más de tres semanas en regresar, y porque todo iba bien y no mal como yo creía visite a mis padres más seguido.
Y en una de esas veces, solté la sopa.
—Papá tengo algo que decirles. —Hice mi comida a un lado después de terminar de comerla. Mi madre me había preparado caldo de res para comer en un perfecto día de verano.
Típico, ¿no?
Mi padre me sonrió y luego se levanto de su asiento para ir por mi madre, ella estaba dentro de la cocina apoyando un poco ya que hoy estábamos cortos de personal. Me sentí mal por elegir ese momento para hablar pero ya no podría con la culpa.
Mi mamá venía de la mano de mi padre.
Nunca he conocido a un matrimonio más sólido que el de mis padres.
Me pregunto, ¿cómo le hacen? Recordando lo que dijo mi madre la vez que fuimos de compras al emporio de los juguetes sexuales, mejor ya no quiero saberlo. Puede que sea muy abierta y me guste hablar libre sin tapujos de todo.
Pero de esto no quiero saber nada.
La vida sexual de mis padres está fuera de tema.
Me estremecí solo de recordar ese momento y cuando mi madre me miró al sentarme le sacudí la cabeza para borrarlo todo de mi subconsciente. Por desgracia el pensamiento ya se había incrustado en lo profundo de mí ser.
—Trabajo en una línea erótica para mayores de 18 años —solo lo solté.
Mis padres me miraron, se miraron entre ellos y parpadearon docenas de veces.
—¿Qué? —Dijo mi padre casi sin saliva.
Oh Dios no... aquí vamos de nuevo...
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