17.
Mis padres me tuvieron por pura suerte cuando nunca quisieron tener hijos, no estaba en sus planes, pero no por eso me trataron como si traerme al mundo fuera algo malo.
Cuando mi madre supo que estaba embarazada le dijo a mi padre que aunque nunca se vio como madre por algo el destino les había enviado a este bebé.
Mis padres no creen en una religión en específico, solo respetan todas. Y las alaban.
Así que no corrieron a agradecer a Dios cuando se convirtieron en padres, sin embargo si le reclamaron como buenos ateos cuando su hija nació con el espectro.
Además se culparon a sí mismos un poco por tenerme a gran edad. Mi madre y padre me tuvieron a la edad de treinta y ocho años.
Y aunque el médico les dijo que podría ser un factor de riesgo en un embarazo, ellos no sé sintieron mejor por mi diagnóstico. O menos culpables.
Después de las dos de la tarde, la casa estaba limpia y la comida estaba por salir de mi estufa. Doble mi ropa y la guardé de inmediato. Y cuando me preparaba para lavar el baño la puerta de mi casa sonó. Tengo un timbre pero no lo uso.
Por eso me sobresalte cuando este sonó.
—¿Por qué te fuiste de mi casa así? —Evan me miró angustiado. Creo que pensaba que no volvería a verme después de eso.
No sé porque, le dejé una nota invitándole a cenar un día de estos. Estaba molesta pero me fui más que nada porque estaba incómoda, no porque no quisiera verle más y estuviera haciendo una rabieta.
Yo no hago rabietas.
No son propias de una adulta de treinta años.
—No me gusto como me trataron en tu casa. —Así que como la mujer adulta y seria que soy, no saldré corriendo de esta situación. Como siempre pondré las cosas en su lugar como solo yo se hacerlo.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—Sí, creo que no deberíamos vernos ahí nunca más porque a tu personal parece que no le agrado.
—¿Qué tiene que ver eso con nosotros? —Evan me miró de frente— Ellos solo son empleados.
—No, ellos son los que cuidan de ti y de tu casa, no pueden ser tratados sin respeto porque te dan un servicio nada más.
Esa actitud de él no me gusto.
Despreciar a los menos afortunados en la vida es algo que no voy a permitir.
Además si están tratando así es porque él es de la misma idea. Y yo no soy desechable.
—Yo no soy desechable hombre —tengo que dejar esto en claro ahora— puede que yo sea solo una chica que conociste en una línea de sexo telefónico pero no me hace una basura. Y no permitiré que nadie sea tratado así en mi presencia ni por nadie a mí alrededor.
—Estás actuando irracional, no te entiendo.
—Es fácil, fija las bases de esto ahora. Si tu personal me trata como basura es porque tú has tratado antes a mujeres de esa manera y eso quiere decir que aunque algo avancé entre nosotros un día yo seré tratada como eso.
Por ti. Y no lo voy a permitir.
No seré la chica en la lluvia rogándole a un hombre que le amé de nuevo.
—¿Dices qué tengo que despedir a todo mi personal?
—No, solo debes hablar con ellos si es que esto es serio. Sino dímelo, yo también puedo divertirme sin compromiso, sin embargo si esa es la opción que vas a elegir debo decirte que nunca volveré a tu casa.
—¿Solo podemos tener sexo en tu casa y a tus horas?
—Aja.
—¿Solo hay dos opciones?
Me lamenté por haberme hecho eso a mí misma. Asentí y él hablo.
—Estoy sorprendido por ti.
—Elige. —Presione.
Pero no cambié de opinión. Me mantuve firma y derecha en esto.
—¿Ahora? —Me cuestionó.
—Sí. No me gustan las dudas.
—Todo.
—Bien, regresa cuando hayas hablado con ellos. Y no volveré a ir a tu casa hasta que las cosas se calmen.
—Entendido.
Has elegido sabiamente Joven Jedi.
***
El siguiente día desperté sola, pero feliz como no lo había estado en mucho tiempo.
Tanto que me asome a la puerta para ver si Mónica había venido a comer esta tarde. Yo despierto a las casi doce del medio día estos días. Este trabajo me agota cada vez más la mente y el cuerpo.
Y ella viene a comer alrededor de las dos. Así que me apure para tener algo que ofrecerle para comer.
—¿Sino comes crees qué morirás? —Le dije en cuanto la vi bajarse de su auto. Ella inmediatamente vino a mis brazos llorando.
La pelea acabo.
—Te hice milanesas con macarrones.
—Tú las odias.
—Pero tú las amas.
—Perdóname, fue horrible vivir estos días sin ti.
—No, perdóname tú a mí, debe haber sido horrible ser mi amiga bajo condiciones siempre.
—Lo fue, un poco. —Admitió mi amiga con pena.
—Prometo ser más flexible e intentar cosas nuevas.
—No tienes que hacerlo, sé que te dan ataques de pánico si lo intentas.
—Tenemos mucho de qué hablar amiga.
Nos recostamos en mi cama después de que ella termino de comer, sin embargo antes de si quiera comenzar a contarle algo tuve que darle la advertencia de que debería de escuchar todo el relato con una mente mucho más abierta de lo normal, prometer no enojarse conmigo y confiar en que lo que estaba haciendo era lo mejor para mí.
Nada más que eso.
—¿Y qué opinas de eso?
—Creo que se escribieras un libro de esto podrías ganar mucho dinero.
—Si lo dices en serio lo consideraré, sin embargo si es una broma, debo decirte que es una de muy mal gusto.
—No es una broma, lo prometo —ella se llevo la mano al corazón para jurarlo— pero estás segura que debes dar un paso así de importante con un hombre al que apenas conoces.
—¿Dices qué debo conocerlo mejor antes de comenzar una relación?
—Digo que el tiempo no es garantía de nada, recuerda lo que me sucedió con Steven.
—Sí, te hizo esperar cinco años con anillo y promesa y al final te dijo que no sé sentía listo para el compromiso.
—Y se casó un mes después. —Completé por ella.
—Exacto, ese es mi punto.
Tragué saliva dudosa, y en lugar de guardármelo se lo compartí a mi mejor amiga de toda la vida.
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