S E I S
La camioneta que era manejada por Noah doblo en la esquina dejándome sobre la acera sola para enfrentar a tía Leah, la cual estaba posando su mano sobre mi hombro.
— Bueno, justo iba para tu casa. — dijo ella llamando mi atención. — supongo que era nuestro destino vernos hoy.
Guarde silencio, un poco insegura sobre la situación al momento que ella me dirigía una sonrisa tranquilizadora.
— ¿Saben tus padres que...
— No, tía. Por favor, no se los diga. — Leah sonrió divertida y se apresuro a negar con un par de movimientos de su cabeza.
— ¿Desde cuándo soy tu tía la chismosa? — se defendió.
— ohhhhh... Yo...
— olvídalo, acompáñame por un café. — me pidió y en menos de nada ya había tomado mi brazo para engancharlo con el suyo y arrastrarme así hacía la cafetería más cercana.
Mire ligeramente el reloj sobre mi muñeca, al momento que tía Leah me dedicaba una rápida mirada sobre el bordo de la taza de la cual absorbía su café.
— ahora sí tienes prisa ¿No es así? Pero cuando sus bocas estaban chasqueando dentro del auto tu...
— ¡Tia! — salte escandalizada, sin embargó Leah no era más que risas sobre el asunto.
— bueno, a lo que vine. — dijo al final, dejando la taza de café sobre la mesa. — imagino que Paul está siendo, insoportable, incomprensible...
— fastidioso...
— repelente, si, lo conozco bien. — completó, con un deje de burla que me obligó a sonreír. — sin embargó lo entiendo. — dijo, mirándome fijamente, mi mirada sobre ella esperando por una explicación.
— ¿A qué te refieres? — pregunte, en un intento de alentarla a hablar, tía Leah suspiro con fuerza.
— tu, bueno, ustedes no lo saben. Es una historia vieja y pasarla a la siguiente generación resultaba, hasta hace poco, innecesario...
— tía... — insistí un poco inquieta pues ella se estaba dando el lujo de dar verdaderas pausas dramáticas.
— hubo un tiempo en que Sam y yo estuvimos comprometidos.
— ¿Sam? — pregunte, frunciendo el ceño con confusión, la cual, cambio a sorpresa repentinamente y entonces me encontré inclinandome hacía ella para hablar más íntimamente. — ¿El dueño de esta cafetería? — pregunte en un murmullo que no dejaba atrás un tono escandalizado, mi tía amplió sus ojos y los míos viajaron sobre su cabeza para ver a Sam Scott al fondo, un hombre viejo y rechoncho que por poco seria 10 años mayor que mi tía, inevitablemente una mueca de asco se dibujo sobre mi rostro.
— ¿Que? ¡No! — salto mi tía al instante, mirando rápidamente sobre su hombro para vislumbrar a Sam Scott al fondo. — Dios, no. — insistió regresandome la mirada.
— ¿Entonces? — no necesite mas de dos segundos para que mi cerebro terminara de conectar las ideas. — ¡No! — exclamé con exageración. — ¿El tío Sam? — de nuevo en un murmullo, Leah asintió y mis ojos se ampliaron tanto que pudieron haberse salido de sus órbitas — ¡Rayos! ¿Y que paso?
— Cambio de forma y conoció a Emily.
Me deje caer sobre el espaldar de la silla, Leah, por su lado alzó de nuevo la taza para tomar un nuevo sorbo de su café mientras mi mente trataba de imaginar como ellos, en su época de juventud, habrían afrontado esto.
Sinceramente, nosotros no podíamos estar seguros sobre cómo el asunto de la imprimación funcionaba realmente, tampoco podríamos saber si llegaríamos a experimentarlo, pero vamos, éramos toda una generación nacidos de padres con un intenso amor ¿Saben lo que es crecer en una generación en dónde la mayoría de los padres están divorciados y los nuestros, por su lado, parece que tuvieran una fuente de amor eterna?
Ahora, mientras imagino como el hombre que muy seguramente tía Leah alguna vez amo dejo de amarla en cuestión de segundos para hacer a tía Emily, su prima, el centro de su universo, era sinceramente desgarrador. Percatandome entonces se la intención que mi tía tenía al mencionarlo.
— puede que no cambiemos. — insistí, tía Leah no musito palabra alguna. — me refiero... — reintente. — me refiero a que la manada se ha saltado otras generaciones, puede que la nuestra también...
— lo sé, es probable, cómo también es probable que no todos cambien. — me explico. — es muy probablemente que tú no lo hagas, es raro que una mujer adquiera el gen. — dijo con un tanto de autosuficiencia. — sin embargó, Darcy. Mi intención no es decirles a ti y a Noah que pueden o no hacer, o que pueden o no sentir.
La mire en silencio, mientras tía Leah giraba la argolla de matrimonio en su dedo anular, un tanto pensativa.
— solo... Me siento culpable, de cierto modo los traumas de tu padre son mi culpa. — asumió. — la herida estaba fresca cuando cambie de forma, y tuve que unirme a la manada, viendo cómo el hombre que aún no dejaba de amar amaba ciegamente a alguien que era como una hermana para mí.
— tía, suena... Suena doloroso.
— el caso es, que Paul estuvo en medio de todo el drama. Además, estaban en primera fila por esto de la telepatía entre los lobos. — suspiro, no con dolor, para ser sincera estaba muy calmada, y me atrevería a asegurar que es la calma de alguien que sano a profundidad luego de haber hallado a su propia impronta. — no intento una ruptura entre ustedes dos y tampoco estoy de acuerdo con Paul en ese aspecto, solo, quisiera que fueras paciente con su caprichosa personalidad.
— ¿Se ha quejado en el taller?
— pfffff — bufo — no hace más que lloriquear porque su bebé parece odiarlo, y desde su perspectiva, el solo está protegiendote.
Suspiré profundo, meditabunda sobre el asunto, supongo que... Ser un poco menos ruda al expresar mis palabras hacía el sería suficiente.
— ¡Ah! Te traje algo. — tía Leah abrió su cartera y saco de esta algo cubierto en una bolsa de papel. — es un tanto... Importante, creí que lo habían perdido pero lo encontré entre las viejas cosas de April poco después de que se mudará con Brady.
— gracias. — musite, deslizando mi mano sobre el papel que cubría el obsequio.
***
El libro de pasta café decorada por letras doradas cuyo brillo había desaparecido en su mayoría rezaba sobre este las palabras 'leyendas de la manada Quileute' contando en este a detalle desde como los Quileute habían logrado la capacidad de cambiar de forma, lo que era una impronta y como el enemigo natural de los Quileute 'los fríos" había librados varias batallas contra la manada.
La presencia de alguien en mi puerta llamo mi atención, apartando la vista del libro para notar a mi madre mirándome con una sonrisa desde la puerta.
— wow... — dijo ella deteniendo su mirada sobre el libro entre mis manos. — ¿Es eso lo que creo que es? — pregunto, avanzando hasta sentarse junto a mi sobre la cama, casi que sin preverlo el libro fue asaltado de mis manos. — no puede ser, no recuerdo la última vez que ví este libro. — dijo con una evidente emoción. — ¿De dónde lo sacaste?
— tía Leah me lo obsequio. — la mirada de mi madre se apartó del libro, frunciendo el ceño en mi dirección.
— ¿Leah? ¿Cuando viste a Leah? — pregunto con desconfianza, mis ojos se ampliaron levemente sin embargó me obligue a mi misma a sostener la mirada, consciente de que sería más evidente si mi sorpresa se mostraba más.
— no la Vi. — me apresure a decir. — ¿Recuerdas que al llegar Hope estaba aquí? — mi madre asintió. — bueno, pues, tía Leah lo mando con ella.
Mi madre relajo su cuerpo y se dejó caer junto a mi sobre la cama, abriendo el libro en una página al azar al tiempo que esbozaba una amplia sonrisa.
— de hecho... — comencé.
¿Conocen... Conocen esa sensación de ser conscientes de que algo acabará terriblemente mal pero sin embargó continúan? Bien, esa he Sido yo desde que tengo memoria, recuerdo una vez a los 12 cuando por fin me compraron mi primer patineta, había pasado toda la tarde en casa de Hope y regresaba a casa mientras la noche empezaba a caer sobre la reserva, para ese momento, no era muy buena con la patineta y había jurado por mi garrita (una tontería tierna que papá tiene conmigo y Vince) que no bajaría por calles empinadas en la patineta, en resumen, me fracture un brazo esa vez.
Sin embargó, aqui voy, a romperme algo más que el brazo, probablemente el corazón.
— hablé con tía Leah. — dije, luego de una pausa mi madre me dedico una mirada atenta. — llamo, llamo al teléfono fijo. — aclare, mi madre asintió. — ella me explico, bueno, acerca de los miedos de papá... ¿Podría hablar con los dos?
Mi madre, con una expresión confusa asintió al ver que yo la miraba atenta, apartándose de mi para descender de la cama, asomó la mitad de su cuerpo por la puerta de la habitación y grito el nombre de mi padre, un minuto más tarde ambos me miraban desde los pies de la cama, atentos a lo que fuera que yo tuviera para decir.
— primero me quiero disculpar. — dije al final. — mi actitud no ha Sido la mejor últimamente. — dije, con toda la sinceridad que fui capaz de reunir, mi padre asintió y yo suprimi las ganas de blanquear los ojos al verlo. — a lo que voy es... Tía Leah tuvo una conversación conmigo, en la cual, me contó, bueno, de todo el drama de su juventud acerca de su ruptura con tío Sam.
— ¿Ya entiendes? — pregunto mi padre. — ¿porque amar a un heredero Quileute sin saber si eres su impronta es un error?
Asentí, no se trataba de un teatro cuando mis ojos se humedecieron y ardieron en ese momento, solo quería encogerme y llorar sobre la cama.
— tienes razón. — dije rápidamente. — lo más inteligente es olvidarlo.
•••
Nota de autor:
Ahora mismo la lectura talvez se haga confusa, he tenido que liberar The Double Moon mientras está historia aún se desarrolla (para evitar spoilers, Claro que son libres de elegir el orden de lectura) la línea temporal en la que está se desarrolla es la misma que The Double Moon, Al menos en este punto, sin embargó gran parte de los escenarios sucederán aparte.
Gracias 💞
•••
¿
Tuvieron miedo por Leah? ¿Quien iba a pensar que termino siendo una tía cariñosa?
¿Alguna vez creyeron que el libro terminaria en la nuera de la ladrona original? 🤣
¿Que creen que suceda ahora?
Porfi, no olviden apoyar mi historia con un voto 💓
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