xv. I Love You, Goodbye
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capítulo xv. te amo, adiós
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Finn Mikaelson murió y no había nada más que temer.
O al menos, eso era lo que Elijah le dijo a Camille una vez que él las encontró luego de la explosión de la casa de seguridad. La psicóloga le creía e incluso él mismo confiaba en sus palabras.
Estaban seguros, por ahora.
Volver a la ciudad le producía tanto serenidad como zozobra. Pese a darle palabras llenas de afirmaciones seguras, el original profesaba para su fuero interno que algo pasaría. La situación con lo de su supuesta hermana era un detonante a ello.
Ahora que Finn, Esther y Mikael estaban fuera del panorama principal, los reflectores se iban hasta la quién decía ser Freya y, por supuesto, la sombra de la posibilidad de que su tía Dahlia estuviese con vida.
Elijah manejó por las calles con facilidad. El auto sumergido en un silencio cómodo. Hope dormía, mientras Camille mantenía sus ojos abiertos lo máximo que le era posible. Le echaba un vistazo a Hope de tanto en tanto, para velar su sueño. Cuando sintió el carro detenerse, se acomodó en su asiento, tratando de disipar el sueño y observar la parada; no era el complejo de los Mikaelson, ni tampoco su casa, empero, la construcción hogareña se le hacía increíblemente familiar.
Era la casa de Andrea.
Sus ojos se fijaron en Elijah. El original no tenía más que una expresión confundida en su rostro; denotaba la cuestión de bajarse o no, Camille lo podía ver.
—En situaciones y decisiones cotidianas, se ha visto un patrón —el vampiro le miró con curiosidad. Camille le mostró una sonrisa cansada pero honesta—, el sobre—pensar las cosas mata la felicidad.
Elijah bajó su vista con una sonrisa en sus labios.
—Es complicado.
—En lo absoluto —impugnó con voz suave—. Ustedes los Mikaelson tienen un don para hacerlo complicado —a pesar de que sonará como una broma, la bartender tomaba sus fundamentos en hechos reales. Una historia de un milenio repleta de complicaciones lo comprobaba—. Es simple... Cuando es real, no te puedes alejar.
Elijah le sostuvo la mirada. Un brillo se filtró en sus ojos, hubiese pasado desapercibido por alguien más, pero para Camille no lo hizo. Él tenía esperanza. Cami lo alentó con una media sonrisa, el original le respondió con el mismo gesto y se encaminó hasta la puerta de Andrea. Tocó el timbre y al instante, la puerta se abrió revelando a la parcial dueña de sus pensamientos durante estas últimas semanas. Se tomó un segundo para detallarla; su apariencia no había cambiado mucho desde la última vez, sin embargo, el único cambio al cual él podía apuntar era su cabello: un poco más corto e iluminado.
Con una sonrisa de encanto contagiosa, la loba habló—. Estás de vuelta.
—Estoy de vuelta.
Por unos instantes, se mantuvo un silencio agradable.
—Me preocupaba de qué te convirtieras en un extraño —ciertamente, había un encanto en ella. La expresión de felicidad igualaba al brillo en sus ojos. Elijah, fácilmente, podría perderse en ella—. ¿Quieres entrar?
—Será en otro momento —respondió con gentileza—. Solo pasé para... —de pronto una razón de su visita tanta tarde en la noche no parecía tener una razón. Fue algo espontáneo y él no podía explicar algo así. Al menos, no ahora. Andrea estaba expectante ante su respuesta, sin ninguna sonrisa hasta que dijo—. Quería asegurarme que estuvieses bien.
El corazón de la loba se derritió.
—Podrías haber llamado para eso —le apuntó con un tono bromista, sin embargo, fue rápida en decir lo siguiente—. Empero estoy feliz de qué te hayas molestado en venir hasta aquí.
Elijah se sintió aterradoramente feliz.
—Es mi placer.
Como si fuese posible, la sonrisa en ambos se ensanchó.
Entonces, el silencio se hizo tan cómodo y duradero que Elijah anheló que el tiempo se detuviese justo en ese momento. El original rememoró los sueños que tuvo con ella; su imagen era tan semejante que le asustó la presteza con la que su mente asimiló cada detalle de Andrea.
Sin saberlo, él la estaba dejando entrar.
—Debo irme —Andrea asintió suavemente en respuesta—. Nos vemos.
Se acercó lentamente hacia ella, como si él tuviese miedo de sobrepasar una línea impuesta. Andrea no se movió ni un ápice. Como si ella fuese una muñeca de porcelana, con delicadeza y suavidad, él implantó un beso en su mejilla: el contacto estaba lleno de calidez y el corazón de Andrea comenzó a latir con velocidad. Solo un centímetro movió su rostro y el mismo pensamiento surcó en ambos.
¿Qué pasaría sí...?
Elijah se alejó.
—Buenas noches, Andrea.
—Buenas noches, Elijah —su voz sonó ahogada. Pasó su mano por el cabello, mientras su respiración se aceleró sin aparente razón.
Como Camille había afirmado, todo era simple... Cuando es real, no te puedes alejar. Y en ese momento, Elijah lo entendió.
•••
Hayley jamás llegó a pensar que alguien la querría de tal manera que estaría dispuesto a juntar su vida anexo a ella. Ella tampoco pensó que aceptaría, si llegase el caso. Sin embargo, las situaciones cambiaron y ella ya no era la misma nómada que vagaba en busca de las verdades de su pasado y su familia.
No obstante, su boda junto a Jackson le parecía tan irreal que solo logró tocar tierra cuando vio las elegantes decoraciones sobre las áreas comunes del complejo; desde flores, sillas, las mesas con sus respectivos manteles blancos, la pista de baile instalada y telas prendidas desde el techo, haciendo que el ambiente luciera romántico. La organización de las personas era tal que habían progresado demasiado en el poco tiempo en donde se declaró que la boda debía llevarse a cabo lo más rápido posible.
Hayley no pensó que sería tan rápido.
—Wow —soltó un suspiro entre lo divertido y anonadado el novio—. Sí que hacen las cosas significantes en tu mundo.
Hayley le echó un vistazo al balcón en donde los dos lados de la escalera conectaban. Los colores blanco y dorado habían sido los elegidos, y el balcón estaba siendo arreglado por los muchachos del staff.
— ¿Mi mundo? —se ahogó en una carcajada. Jackson le miró sonriendo—. No soy la clase de chica que sueña con el día de su boda, y en caso de que hubiese tenido voto en esta preparación sería un poco menos de todo esto —en ese momento, apuntó al pastel de boda; un magno pastel de seis pisos que dos hombres cargaban frente a ellos. Jackson abrió los ojos ante tal postre.
—...Y qué desastre sería eso —Andrea bajó por las escaleras, hasta llegar a ellos. Posicionándose a un lado de Hayley, mirando como los hombres encargados depositaban el pastel con sumo cuidado en la mesa principal—. La buena noticia, es que me tienes a mí para impedir que te cases en pantalón y botas.
—No te había tomado como la chica que sueña con una boda —musitó jovial Jackson.
—No lo soy —concordó Andrea—, pero Klaus me confío su tarjeta de crédito negra. Debió haber sabido que si me daba una de estas —balanceó el plástico negro al aire, entretenida—, enloquecería.
—Tienes futuro en ser planificadora de bodas, definitivamente —bisbiseó la híbrida, mirando todo a su alrededor.
Andrea le sonrió. Cuando pretendía responderle, Klaus apareció en el panorama, con pasos silenciosos dirigidos a Hayley.
—Hayley —la híbrida se volteó y caminó hasta él al escuchar su nombre. Jackson y Andrea se quedaron unos pasos atrás, mirando la escena sin ninguna expresión. Klaus no lucía particularmente feliz, pero tampoco molesto—. Alguien te vino a saludar.
Hayley frunció el ceño cuando el híbrido terminó de hablar. Se le había escapado una sonrisa al híbrido que se veía genuinamente sincera. Le hizo un ademán para que la siguiera y miró de reojo a Jackson. Pronto, los cuatro se encaminaron al patio central del complejo.
Andrea pudo divisar a Elijah y el cabello rubio de Camille. Ésta última estaba de espaldas a ellos, pero al escuchar el caminar se giró revelando a un ser mucho más pequeño en sus brazos. Andrea se detuvo, al igual que Jackson y Klaus. Hayley terminó de cortar la distancia con tal presteza que la escena le enterneció a los presentes.
Camille le tendió a Hope a los brazos abiertos de su progenitora, la bebé irradiaba serenidad y felicidad. La psicóloga se quedó a un lado de Elijah, mientras Hayley mantenía a Hope apegada a su pecho. Le dio un beso en la coronilla y se quedó mirándole por unos instantes.
—La trajiste hasta aquí, ¿qué ha pasado con Finn? —no podía evitar la preocupación ante las amenazas del mayor de los Mikaelson. Hope jugaba con el conejo de peluche mientras que Hayley trataba de pegarla más a ella; con miedo de que se fuera a ir en cualquier momento.
Klaus se acercó lo suficiente a ellas para mirar a Elijah de reojo.
—Tome precauciones —se apresuró en decir, con una sonrisa entre la arrogancia y sinceridad—. Nadie que no esté en la lista de invitados, podrá pasar —le aseguró, sin embargo Hayley se encontraba reacia a aceptar su palabra, por lo que Klaus se vio en la necesidad de decir—... Y en caso de que algo aconteciera, estoy seguro que la manada no dejaré que algo le pase.
Klaus miró de reojo a Andrea, y ésta le respondió con un leve asentimiento de cabeza. Al instante, sus ojos viajaron hasta Elijah y le regaló una media sonrisa que él correspondió gustoso. El efímero momento no pasó desapercibido ni para el híbrido, ni para Camille. La rubia le guiñó el ojo divertida a Andrea, pero ella lo dejó pasar.
A los pocos segundos, Klaus le echó una mirada a Elijah, seguido de ambos dejando la escena. Hayley se acercó hasta la reina y el alfa con una sonrisa de oreja a oreja. En el poco tiempo de haberse conocido, Andrea no notó la manera en cómo brillaban sus ojos cuando sonreía ingenuamente. No obstante, la gran parte de los encuentros entre ambas no eran de aquellos en donde podían sonreír como si no tuviese preocupaciones en lo absoluto.
—Hope —su voz salió en un tono bajito pero amable—. Él es Jackson —el alfa se acercó lo suficiente. Hope pareció entender lo que Hayley le había dicho porque estiró su brazo para tocar al hombre—lobo. La sonrisa de Jackson se extendió en demasía. Luego, avanzó un par de pasos para llegar a Andrea—... Y ella es Andrea —Hope le regaló una sonrisa que Andrea correspondió inmaculadamente.
—Tienes una hija hermosa, Hayley.
—Gracias.
Hope alzó los brazos en la dirección de Andrea. Tomando por sorpresa a ella, a Hayley y a Camille. Jackson por su parte, comprendió en ese momento que la sangre era más espesa que el agua y que Hope —de alguna manera— sentía que estaba conectada a Andrea, porque, después de todo, eran familia. Y ese es un tipo de amor que nunca muere.
—Creí que el regreso de tu hija te haría radiante de felicidad.
Klaus tomó un sorbo de su trago, mientras giraba en su eje para observar a su hermano mayor. Dentro del estudio de la planta baja, Elijah reparó en que no estaba hundido en el sentimiento de comodidad que ansiaba que lo inundará al volver a su hogar.
No experimentaba ninguna sensación de descanso y armonía.
—Lo estoy —Klaus aseveró luego de vaciar el vaso de cristal—. No obstante, estaría más feliz si supiera que no harás nada para disuadir a Hayley de seguir adelante con la boda.
Elijah se irguió.
— ¿Hay algo de lo que quieras discutir, hermano? —replicó con cortesía gélida.
—Todo el mundo sabe que estás enamorado de ella —la sentencia le tomó por desprevenido, porque después de todo, él jamás se había permitido a aceptar aquello en voz alta. No se inmutó cuando observo a Klaus avanzar unos cuantos pasos hacia él, esquivando los muebles del estudio con gracia—. Y, aunque por más que tus sentimientos se encuentren divididos ahora, esa es la verdad. Empero, Hayley tiene un deber con ésta familia. Al igual que tú.
—Ésta boda se realiza porque así lo ha decidido Hayley —avanzó un par de pasos para acercarse a su mano. El vampiro original divergía supremacía, al igual que el híbrido—. Hayley es la única que puede tomar decisiones respecto a su futuro, por tanto, hermano, debería ser yo él que busca seguridad en tu palabra para asegurarme de que no has hecho y no harás nada para ir en contra de las decisiones de Hayley.
Klaus conversó el silencio por unos instantes eternos.
—Tienes mi palabra.
—Estoy hablando seriamente, Niklaus.
— ¿Tú crees que yo no? —arqueó una ceja. Estaba entre molesto y ofendido—. Hayley se casará con Jackson, haciéndole el favor de su vida a Andrea. Luego de los últimos acontecimientos, ahora tenemos conocimiento de que Andrea es prima de Hayley y ella hará...
—Ni Andrea, ni Hayley serán tratadas como peones en tu juego.
—Ellas no lo son —aclaró subiendo su voz en octavas—. Esto es estrategia, Elijah. Nada más. Hayley está poniendo a su familia primero. Andrea sigue sus pasos. ¿No ves que al final es lo mismo? Todo se trata de la familia —se pausó por un segundo, para mirarlo fijamente—. Hayley no es un peón, Andrea ciertamente tampoco. Ella es una reina; y es la reina aquella que siempre ejecuta los pasos más sagaces.
—Hace semanas querías matarla porque sabía sobre Hope —puntualizó el trajeado—. Ahora la halagas. ¿A qué juegas, Niklaus?
Klaus sonrió maliciosamente—. No juego en absoluto. Sólo enfrento los hechos. Tú deberías hacer lo mismo; poner a tu familia primero.
—La familia siempre está primero.
Klaus palmeó el hombro de Elijah, gustoso con su respuesta inmediata.
—Maravilloso, porque eso quiere decir que no tenemos ningún problema.
•••
Mirarse al espejo con el vestido blanco hizo todo mucho más real de lo que era. Hayley sonrió al ver su reflejo. Múltiples veces pasaba sus manos por la tela blanquecina.
«Esto está pasando. Me voy a casar».
Una combinación de nervios junto a la creciente felicidad se filtró en su sistema.
La risa de Hope la sacó de sus pensamientos, rebosando una sonrisa, la madre se acercó a su hija y se sentó en el suelo. Hope jugaba con los diversos juguetes que Klaus había enviado a buscar para ella.
—Todavía no puedo creer que estés aquí —Hayley jugaba con su mano libre—. Mami tiene que bajar y hacer algo rápido, pero Cami estará aquí para cuidarte —la híbrida sobó su mejilla con cariño—. Después de esto, no me alejaré de todo. Jamás.
Elijah miró la escena con ojos de amor. Tocó levemente el umbral de la puerta abierta y la visión de Hayley se desplazó hacia él en tiempo récord. Preparado para la ceremonia y recepción, Elijah lucía impecable en un elegante traje de tres piezas color negro. La camisa, por su parte, era blanca. No existía diferencia de la apariencia de Elijah en el momento, con otras circunstancias, pero, aun así, Hayley logró vislumbrar algo diferente. Y no era algo una prenda, precisamente.
El corazón de Hayley comenzó a latir con fuerza.
—Perfecta —musitó en él, embelesado con la apariencia de la novia.
Su cabello castaño oscuro estaba arreglado en un peinado sencillo, pero que le hacía relucir sus facciones. El maquillaje era el justo y adecuado para su tonalidad de piel y sus ojos. Y, el vestido, simplemente, era perfecto para ella. Suelto de la cintura para abajo, le daba la movilidad para desplazarse de un lado a otro, sin sentirse pesada.
—Sé que ésta unión es importante para ti —Hayley tragó saliva al escucharlo hablar—, jamás haría algo para evitar que te cases, empero, no me perdonaría a mí mismo sí, al menos, por una vez, te digo que...
—No lo digas —musitó en voz baja, con el aire atorado en la garganta. No despegó su vista de él, cuando dijo—. Yo lo he sentido desde el primer día en que te vi. He sentido todo por ti —las palabras trancaban y una tristeza inmensa la inundó—. Durante todo este tiempo, tú no pudiste aclarar eso que sientes por mí. Lo entiendo. No te culpo. Esa es tu manera de ser; no eres el tipo de hombre que dice cómo se siente —instintivamente, tocó su anillo de compromiso en su dedo anular. Seguido, le echó un vistazo a la joya—. Pero Jackson sí lo es. Me ha demostrado incontables veces el cómo se siente respecto a mí. Y tengo que intentarlo.
Elijah sintió su corazón romperse.
Antes de llegar a su habitación, quiso olvidar y arriesgarse. Sabría que Hayley no renunciaría, pero tampoco pensó que doliese de tal manera. Él la amaba, no había punto en negarlo, pero tampoco en aceptarlo a estas alturas.
Hayley lo sabía.
—Con Jackson podría ser feliz... Y quiero ser feliz, Elijah.
El original encontró la manera de decir—. Eso es todo lo que he querido para ti.
—Lo sé —asintió. Sus orbes verdes avellana estaban cristalizados—. Y también sé que tú también puedes ser feliz... Porque he visto como la miras y es por nuestra felicidad que te pido que no lo digas. Fuese lo que fuese.
Hayley sintió desfallecer cuando miró la lágrima caer del rostro del vampiro.
«Esto está pasando. Este es nuestro final».
Elijah también lo supo.
El original se enfrentó a enemigos durante gran parte de su vida. Amó con la misma intensidad que expresaba. Aun así, no lograba rememorar una situación en donde se hubiese visto tan incapaz de formar una oración coherente. Por lo que le quedó asentir, y marcharse.
Hayley no era su primer amor. Tampoco sería el último. Pero vaya, cómo dolía.
•••
— ¿Quieres un mano con eso?
Jackson miró de reojo como Aiden esperaba paciente su respuesta al tiempo que bebía el famoso licor marrón oscuro. El lobo le tendió un vaso con bourbon. Jackson se rindió con la corbata y la dejó sobre uno de los muebles de la habitación que le había sido conferida para arreglarse.
—Es una pena que Oliver no éste aquí —le dijo una vez que Jackson tomó el vaso. Ambos sonrieron con melancolía ante su recuerdo—. Lo lamento.
Jackson negó.
—No tienes por qué —agitó levemente su trago antes de tomarlo—. Pero, sí. Ojalá él estuviese aquí. Tendría mucho que decir acerca de que me éste casando en la casa de un vampiro.
Ambos soltaron una carcajada. La mención de Oliver luego de su muerte era casi nula. Sí bien, la situaciones arrastraron al lobo a cambiar de bandos, todavía —muchos de los integrantes— lo veían como un traidor. No le daban crédito a su último sacrificio y, tampoco lo consideraban un mártir. No tenía el amor de su manada, pero, después de todo, tenía su respeto.
— ¿Crees que es posible que una relación de paz con los vampiros después de todo? —el rostro de Aiden se transformó de acuerdo a su pregunta; denotaba seriedad—. Andrea tiene objetivos claros. El acuerdo que firmamos es prueba de ello, pero...
—Confiemos en ella, ¿sí? —Jackson lo detuvo antes de que pudiese decir algo de que lo podría arrepentirse—. Ella tiene un plan. Sigámosla. Además, no hay tiempo para viejas disputas. Existen enemigos más fuertes de los que ocuparnos.
Aiden no dejó sus pensamientos al aire por cuestiones de discusiones de antaño. Su preocupación se balanceaba ante el hecho de que se encontraba deseoso de la aceptación. De la aceptación de su familia ante la persona que él escogió: Joshua.
Jackson pareció notarlo, porque segundos después declaró con una ceja alzada—. Esto no es acerca de los vampiros en general, ¿o sí?
Aiden no sabía cómo Jackson se enteró. Quizás, su relación con Josh era muy obvia para pasar por alto.
Aiden suspiró.
—Sé que sabes sobre mi relación con Josh —no tenía por qué negar algo innegable a la vista—. Y tampoco te estoy pidiendo permiso porque...
—Bien —lo cortó, dejando el vaso a un lado. Avanzó hasta él y le puso su mano en el hombro en un gesto amistoso. Aiden lo miró confundido—. Porque amor es amor, y si él es indicado para ti y te hace bien... No hay más nada que discutir —Aiden le sonrió en respuesta—. Aunque no será fácil. Sin embargo, no tenemos oportunidad de ganar la batalla si no tenemos a alguien a quien volver. A alguien por quien luchar.
Aiden asintió. Las batallas debían pelearse por razones significantes; del tipo que puede darte la fuerza suficiente para enfrentar el porvenir.
Los suaves toques a la puerta, le obligó a voltearse. Sonrió al ver a la novia en su gloria; miró a Jackson y la sonrisa se ensanchó. Él podía sentir el amor.
Jackson se quedó anonadado, y lo único cuerdo que logró llegar a decir fue—. Wow.
Aiden aliso el saco y le dio unas palmadas a Jackson, antes de irse de la escena.
Ante el escrutinio de Jackson, Hayley se sentía nerviosa.
— ¿Hay alguna regla que impida que los novios se vean antes del ritual? —interpeló con voz aterciopelada. Jackson negó en respuesta. Hayley avanzó unos pasos, logró divisar la corbata que debía usar sobre el sillón.
—Estás hermosa —Jackson se las arregló para decir, robándole una sonrisa en el proceso—. ¿Está todo bien?
Hayley tomó la corbata y se encaminó a él. Levantó el cuello de la camisa y comenzó con el corto y sencillo proceso.
—Sí —aseguró, mirándole mientras hacia el nudo—. Sólo quería verte —los ojos de Jackson brillaron ante tal admisión—. Nervios nupciales. Mary me contó sobre ello.
—No tienes por qué estar nerviosa —el mundo podría estar terminando en ese instante, pero él no despegaría su vista de ella. Hayley terminó y alzó su mirada. Jackson tomó su mano izquierda y la pegó en su pecho; justo en su corazón—. Estoy aquí, ahora y siempre.
Hayley no consiguió evocar un escenario en donde se sintiese como lo hacía en ese momento; se sentía amada. El privilegio más grande que cualquier ser pudiese tener. La deseada gloria era eso; amar y sentirse amado.
Segundos luego, Jackson se separó para ir hasta el saco negro. Del bolsillo de adentro sacó una pequeña caja de gamuza negra. Fue hasta Hayley una vez más. Frente a ella, abrió la caja y la cadena plata brillo junto a una piedra preciosa verdosa. Del mismo color de sus ojos. Hayley lo miró sin entender, pero le sonrió de igual forma.
—Es un cuarzo que lleva el nombre de Ágata Musgo —le informó, Jackson mantenía su vista en ella, mientras Hayley compartía su atención entre él y la piedra—. Naciste en una plantación, y esa noche la luna se encontraba en su perigeo. La tradición dice que son los padres que deben darle la piedra en el momento en que nazca, supongo que tus padres los hicieron pero quizás se perdió en el tiempo. De igual forma, aquí la tienes. Éste es tu mineral, que simboliza el poder de curación y coraje.
—No debiste, Jack...—musitó encantada con la breve explicación y el regalo en sí.
—Pero sí debía. Esto es lo correcto —Jackson tomó la cadena en sus manos, y dejó la caja en la mesa de decoración. Hayley se volteó y recogió su cabello para que él pudiese tener acceso con más libertad. Cuando sintió el cuarzo en su piel, bajo su vista para mirarlo—. Ya que tienes el vestido de Rebekah, y te casas en la casa de Klaus. Es correcto que uses algo propio.
Hayley se volteó hacia él con ojos radiantes.
Por un instante, pareció que Hayley podría estar con él sin el fantasma de un amor roto. Ella amaba a Elijah pero indudablemente tenía que decir adiós. Y ya lo había hecho. Jackson era su segunda oportunidad de amar y ser amada, como deseó en algún punto de su vida.
•••
—Hiciste un gran trabajo con la decoración —Andrea sonrió a medias cuando Klaus se escabulló en el balcón, justo a su lado—. No esperaba menos que un gusto refinado, luego del estado en que quedó mi cuenta bancaria.
—Tómalo como un regalo de tu parte hacia la pareja —le sonrió con sorna. El original le correspondió con el mismo tipo de sonrisa—. Y una recompensa por las amenazas de muerte hechas a Jackson y a mí persona.
Klaus carraspeó—. Entonces, espero que esos desacuerdos hayan quedado en el olvido.
—Perdonados desde hace mucho —zanjó con un gesto que Klaus no supo identificar cómo sincero o juguetón. O quizás, era un poco de ambos. Luego de unos instantes de silencio, Andrea volvió a hablar—. Esperaba poder hablar contigo acerca del Acuerdo de Paz.
—Tú dirás.
—Quiero tu firma en él —no había cabida para vacilar en cuanto a asuntos políticos se tratase.
Klaus se sorprendió y miró a los invitados en la planta baja, compuestos en su mayoría por licántropos de la manada. La representación de los vampiros en la forma de Marcel, Gia y Josh. Acompañados de Davina Claire, y la guardiana de Andrea que presentó bajo el nombre de Ayana Blume. Escuchaba los murmullos de las diversas conversaciones, pero no se molestó en afinar su sentido y oír con atención, pues Andrea tenía toda su atención en ese momento.
— ¿Eso en que ayudaría? —interpeló, luego de un minuto de silencio—. No tengo una manada, ni un grupo que me siga.
—Pero te llamaste a ti mismo el rey de Nueva Orleans, alguna vez hace no mucho tiempo. Y, sí es cierto lo que dices. Empero tampoco necesitas un grupo, ni una manada porque tienes a tu familia —musitó. Sus ojos no se desprendían de los verdes azulados oscuros de Nik—. Los Originales. Existen seres que tiemblan ante la mención de ustedes.
—Cómo debe de ser.
—... Así como existen seres que desconfían ante la mención de ustedes.
De pronto, todo se volvió lúcido para él.
—Mi firma en el acuerdo es una garantía —terminó por decir con una sonrisa, entre la sorpresa y el orgullo—. Nos tomas por un grupo diferente con el que se tiene que tener cuidado. Una mujer inteligente, en efecto.
Andrea elevó la comisura de sus labios.
—Empero, ¿por qué no decirle a Elijah? —avanzó un paso, quería dar la impresión de tener control. Como siempre. Su mano derecha estaba sobre el barandal pero sus ojos fijos en ella—. En cuestiones diplomáticas, es Elijah quién toma las decisiones. ¿Por qué venir a mí?
—Porque eres tú por el cuál la gente no confía —respondió con facilidad—. Elijah es un político nato. Pero tú no lo eres. No puedo confiar en que mantengas tu palabra mientras Elijah sea el intermediario entre nosotros. Necesito que seas tú el que me de tu palabra.
Klaus bajo la vista a sus pies con una sonrisa que Andrea no logró identificar. Segundos luego, el original se alejó un paso y le miró.
—Muy bien. Firmaré el acuerdo —informó desde su posición. Pese a la expresión divertida, se notaba la seriedad en sus palabras. Andrea no sabía cómo lo hacía—. Siempre y cuando mantengas tu palabra acerca de la seguridad de Hope.
—Tengo planeado hacerlo —se irguió y avanzo hacia él peligrosamente—. Y como advertencia, te digo que no confundas mi amabilidad como debilidad. La sangre es más espesa que el agua, y sí prometí defenderla sobre todo, eso no infiere que tendrás algún poder en la manada.
En otros tiempos y si Andrea se tratase de otra persona, se desharía de ella con la misma presteza de la cual salieron sus palabras. No obstante, Andrea tenía un espíritu que le había llamado la atención desde el primer día. Sin él saberlo, fue uno de los detonantes para salir de su propio cautiverio y pelear contra los Guerrera. De igual forma, Andrea como un todo estaba compuesta de valentía, coraje y fuerza. Klaus Mikaelson sentía admiración y respeto por ella. Pero jamás lo admitiría en voz alta. En él se albergaba la esperanza de que su hermano no la dejará ir, porque estaba seguro de que junto a ella, serían imparables.
—Pesada es la corona para la cabeza que la sostiene —declamó entre un respiro y otro.
Al escuchar la tonada de la música que anunciaba el comienzo de la ceremonia, Andrea se volteó hacia al frente. Sin embargo, miro de reojo a Klaus para pronunciar lo siguiente—. Pero solo para los débiles.
La respuesta le hizo iluminar una sonrisa en su rostro.
Elijah apareció segundos luego, al lado de Klaus. Andrea le miró pero no logró decir una palabra hacia su persona. Se veía distraído y completamente distante.
Los tres pares de ojos se fueron hasta la pareja protagonista del día. Ambos realizaron su caminata de acuerdo a lo que Andrea les había dicho. Andrea se sintió dichosa al ver a Jackson sinceramente feliz. Lo mismo pasaba con Hayley. Al poco tiempo, ambos se encontraban en el balcón frente a ellos. Mary se mostraba seria pero Andrea sabía que estaba feliz de ver a su único nieto de la manera tan resplandeciente como se veía.
Mary dio la orden y los invitados de la planta baja se sentaron.
—En este día nos hemos reunido todos aquí, como una comunidad que busca la paz inspirada por la unión de ésta pareja. Pese a nuestros defectos, quizás, nuestra virtud más grande como licántropos es la conexión con nuestra tierra. En nuestro poder yace la posibilidad de crear en vez de destruir; la fuerza de nuestros antecesores nos sigue. En honor al Clan Creciente, esta noche, con gloria aceptamos la bendición del ritual de unificación entre Jackson Kenner, alfa perteneciente a la línea de sangre real y miembro real de la manada Kenner; y de Hayley Marshall, nacida bajo el nombre de Elizabeth Labonair, miembro de la familia real Labonair.
El complejo se cubrió en silencio.
Mary tomó una cinta que previamente había bendecido.
—Es así, que abrazamos y exaltamos la naturaleza de Hayley como un todo —la anciana unió las muñecas de la pareja al tiempo que las palabras salían de su boca. Hayley buscó los ojos de Jackson por instinto—. A través de esta unión, Hayley compartirá su don con nuestra manada.
Un tronco ceremonial les fue entregado para que ambos los sostuvieran con su mano izquierda, que era la cual estaba unida por la cinta.
—Sus votos —instó Mary con una sonrisa.
Hayley tragó saliva, mientras observó a Jackson soltar un suspiro.
—Prometo honrarte y defenderte. A ti a los tuyos por sobre todo y todos —Jackson inició el parágrafo que les fue dado por Mary hace una semana atrás.
—Prometo compartir bendiciones y cargas —siguió Hayley, sintiendo un nudo en su garganta—. Para abogar por ti siempre.
—Para ser tú guía.
—Y tu espacio de comodidad —la sonrisa de Jackson era todo aquello en lo que pensaba Hayley. Sus ojos le daban aquella comodidad que necesitaba; era la guía que necesitaba para no perderse en el pánico que sentía.
—Para ser tu santuario hasta el último día de mi vida —apretó con suavidad su mano al momento en que siguió diciendo—. Para ser tu familia.
—Para ser tu familia —Hayley ratificó, haciendo que Jackson estuviese a punto de explotar de felicidad y Mary esbozaba una sonrisa.
Extrañamente, Hayley se sintió tan liviana como pluma. Con el tronco se guían ambos con lentitud hacia donde la vela ceremonial —con el símbolo de la luna creciente— yace frente a ellos. Una vez que la encienden, el comienzo de un bullicio se hace presente.
Hayley mira de reojo a Elijah; a un mar de distancia. El original aparta la mirada de inmediato. Éste era su adiós; el final de una historia que él no fue lo suficientemente valiente para comenzar.
—Ustedes han soportado todos los rituales y juicios tradicionales necesarios para llegar hasta aquí, por lo que me queda decir... Jackson puedes besar a la novia.
Elijah aparta la mirada en el segundo en que Jackson se inclina para besar a Hayley. La reacción no le fue desapercibida a Klaus, y al poco tiempo, Andrea lo miró con congoja.
En el momento en que Jackson y Hayley se separan, sus ojos brillan en un dorado amarillento. De repente, el creciente poder de los licántropos se vuelve tan real que en una situación de acción y reacción, los miembros de la manada —ahora el Clan— sienten adrenalina recorrer su cuerpo.
Andrea abriga el poder, como la más fina joya en su cuello.
Sus orbes marrones avellanas se vuelven tan azules como el cielo sobre ellos. La escena no duró más que segundos pero fue lo suficiente para asegurarse de que el ritual de unificación había funcionado. Andrea fue la primera en bajar del balcón para ir hasta los invitados. Klaus se inclinó para observar mejor; la ceremonia había terminado, la pareja de recién casados bajaba las escaleras con felicidad implantada en su rostro.
Sonrió y se desplazó hasta el lado del complejo libre de oídos sobrenaturales.
—He visto esa mirada más veces de lo que me gustaría —le dijo una vez que llegó a su lado. Seguían en la planta alta pero estaban en el balcón que daba al patio central—. ¿Qué estás planeado?
—No sé de qué me estás hablando.
Elijah se recargó en barandal de metal.
—Jackson se casó con Hayley. En nuestro hogar, solidificando así su rol como alfa. Mi memoria no falla al evocar la conversación que tuvimos en donde me asegurabas que tú tomarías el control de los licántropos —explicó con simpleza. Klaus le hizo un ademán para que bajará la voz—. Habla conmigo.
Klaus apretó su agarre en el umbral, pero luego miró a su hermano con una expresión seria.
—Deja que Jackson tenga a Hayley —el vampiro se tensó ante sus palabras—. Ambos sabemos que él no encaja para dirigir un ejército que está encargado de proteger a mí hija —musitó, escuchando los sonidos de los invitados—. Su reinado será de corta duración.
—Él no está solo, Niklaus. ¿Qué hay acerca de Andrea?
El híbrido se silenció por unos instantes.
—Antes de la ceremonia, ella aseguró de que la corona que sostiene no le pesa —remarcó él con burla—. Se comprobará pronto.
—Niklaus, no puedes creer que te permitiré hacer algo en contra de Jackson el día de su boda con Hayley...
—Él no es uno de nosotros, Elijah —exaltó de manera hostil—. Él es mortal. Los mortales perecen todo el tiempo.
—Tampoco es una opción que uses a Andrea como parte de tu plan. Recuerdo haberte aclarado eso esta mañana.
—Tranquilo, Elijah —alzó sus manos a la altura de su pecho—. Confía en mí.
—Te advierto, Niklaus...
Klaus rodó los ojos.
— ¡Enfrenta los hechos, Elijah! —Klaus masculló subiendo el tono de su voz. Estaba cansado de las restricciones que Elijah ponía sobre él—. Te obligas a negar que tú quieres a Jackson muerto tanto como yo lo quiero —el híbrido arrugó sus ojos cuando observó a su hermano tensarse en respuesta. Avanzó un paso y se corrigió—. Es más, es posible que lo deseas más que yo lo deseo, pero el mero pensamiento te carcome por dentro, ¿no es así?
Entonces, sin más, Klaus Mikaelson se alejó de su hermano. Alimentando a la bestia que existía en su mente.
•••
—Tú debes ser la infame Andrea Labonair.
Andrea no conocía la dueña de la voz que mantenía ligerezas de un acento inglés, por lo que cuando se volteó para verla se extrañó de la confianza de la mujer de rasgos finos y tez morena. De igual manera, no se permitió expresar ningún gesto que dijera que se encontrará confundida. Sonrió.
—Me han contado mucho acerca de ti —volvió a hablar cuando la reina la estudió por unos instantes sin dar un enunciado.
—Espero que solo sean cosas buenas —al hablar su sonrisa no desapareció. Tenía una copa de champagne en su mano mientras no dejaba de ver a la desconocida. Ella solo amplió su sonrisa en respuesta—. Disculparás mis modales, ¿pero quién eres?
—Rebekah Mikaelson. Un placer finalmente conocerte.
—La más joven de la familia —musitó sintiéndose un poco más relajada. No dejó su posición erguida pero ya no sentía el peso de minutos atrás—. El placer es mío. Elijah habla maravillas de ti.
—Cómo debe ser —percibió arrogancia en su voz pero no del tipo que parecía ser hastía, además de que la más joven sonreía como el sol estuviese en su rostro—. Entre nos, soy la favorita de todos mis hermanos. Incluso cuando lo niegan.
Andrea soltó una carcajada.
—Lamento lo que pasaste para llegar hasta aquí —dijo, luego de que su risa cesó.
—Ya no tiene significancia alguna —hizo un ademán restándole importancia—. Tengo mil años de vida, he vivido cosas peores.
Rebekah era aquello que Elijah describía y quizás un poco más. Por los pocos minutos de interacción, parecía ser que la única hija de Mikael era una perfecta combinación del decoro de Elijah con la impulsividad de Klaus. Sin importar lo raro que fuese.
La morena tomó una copa de champagne del mozo que se las ofreció. Ambas estaban a pocos metros de la pista de baile, el patio central poco a poco se llenaba de las personas que venían del desfile en la calle de la boda. Una típica tradición de Nueva Orleans.
Rebekah tomó un sorbo del licor y Andrea le siguió, pronto la bruja le extendió su brazo en un ademán de que caminará con ella. La reina así lo hizo.
—Nik me dijo que te encargaste de toda la decoración —apuntó, llevándose un asentimiento como respuesta—. Pese a que él odia tener que confiar en personas extrañas a su familia e incluso, la historia ha probado que a veces ni en su familia, sí puedo notar que es deposita una cantidad sorprendente de confianza en ti.
Andrea tomó un trago.
—No hay sorpresa alguna en ello. Me amenazó en el momento en que supo que yo sabía acerca de Hope —de una manera sencilla, explicó—. Él no estaba feliz con ello.
—Y aun así te dejo con vida... ¿Por qué?
Ambas detuvieron su paso. Rebekah le daba la espalda a la pista de baile, por lo que Andrea pudo divisar a los recién casados teniendo su primer baile oficial. No se dio el lujo de observarlos en demasía, porque la conversación con Rebekah y su inquisición era lo único en su mente en el momento.
—No hay ningún tipo de relación de ese tipo entre nosotros —declaró una vez que su mente fue lo suficientemente rápida para entender hasta donde llegaba Rebekah—. Quizás se deberá a que reconoce la importancia de nuestra alianza y la valora.
—Mi hermano es la persona más impulsiva que he conocido jamás. Ha hecho cosas que hacen que la línea entre la cordura y demencia se vuelva fina —los ojos oscuros de la bruja la escrudiñaban. De pronto, Andrea se sintió pequeña—. Conociéndolo como lo conozco, él no pude haber dormido al saber que alguien posee conocimientos que lo pueden ver débil.
— ¿Cuál es tu punto?
Rebekah conservó su silencio. Dejó la copa vacía en la mesa cercana, y se posicionó a su lado para ver la escena desplegada ante ellas. Pétalos de flores blancas caían sobre Hayley y Jackson mientras danzaban al compás de la leve música. La bruja sintió envidia por la híbrida. Luego divisó a su hermano mayor en el balcón, con la mirada clavada en la pareja y el corazón destrozado.
—Elijah y tú se han vuelto cercanos. O al menos, eso me han dicho.
—Él fue la primera persona que me dio la bienvenida a la ciudad —dijo, pasando por alto su primer encuentro en el cual ella entró como polizonte al complejo. Inicialmente, eso era todo lo que ella diría acerca de eso, sin embargo, las siguientes palabras salieron de una manera tan espontánea que no las pudo controlar—. Hemos congeniado bien... Él me entiende de una manera que pocos lo hacen.
Rebekah entrecerró sus ojos, pero yacía en ellos una chispa de complicidad. Andrea podía mirarlos y se arrepintió de pronunciar las palabras casi de inmediato.
— ¿Y no te gusta? —ante la mirada ambigua por parte del licántropo, Rebekah siguió—. Como hombre, me refiero. ¿No te llama la atención?
La misma osadía con la que aseveró con respuestas positivas hace un poco más de un mes cuando Hayley la confrontó con preguntas similares, pareció abandonar su cuerpo en ese instante. Sin embargo, no se debía a que se sintiese amenazada por el inquisitivo interrogatorio por parte de Rebekah, al contrario, responderle con afirmaciones reales le daba miedo.
Andrea estaba segura que Elijah le llamaba la atención. En demasía. Pero era incapaz de aseverarlas debido a la situación.
La loba se dio cuenta que su silencio podía hablar por sí mismo, pero de igual manera, le urgía desviar la atención del tema. Se comenzaba a sentir incómoda. Más, cuando abrió los labios, Rebekah la detuvo en seco.
—No me respondas. Es obvio —bisbiseó con una sonrisa a medias—, y de alguna manera, tierno.
—Estoy un poco perdida —se sentía estúpida para este punto, pues, Rebekah parecía saber las respuestas a sus preguntas. No necesitaba de confirmaciones porque ella ya sabía.
—Mi hermano ha dedicado su vida a nosotros por un milenio. Ha sido devoto a Klaus más que a ninguno de nosotros. Ha amado pocas veces, con ello; cada amor lo dejó roto. Hoy... —Andrea le siguió la mirada a Rebekah hasta el balcón. El corazón de ambas se rompió. La melancolía en la voz de Rebekah no le hizo girarse a ella hasta que siguió—... No ha sido la excepción a la regla. Su corazón está roto, sí, pero él sigue adelante. Siempre sigue adelante.
— ¿Por qué me dices todo esto?
—Por sobre todo quiero que mis hermanos sean felices —indicó sincera, luego de diez segundos prosiguió—. Percibo algo acerca de ustedes dos. Usualmente, mis percepciones son correctas. Espero no equivocarme en ésta.
Andrea tenía la intención de replicar ante ello. Alegar que todo se debía a una relación diplomática por el bien común, ¿pero sería cierto? No. Así que, internamente, dio gracias cuando Klaus requirió la atención de los invitados. Todos los ojos fueron hasta él.
O más bien, a su acompañante.
El híbrido cargaba a su primogénita en brazos. Hope llevaba un vestido rosado que contrastaba con su piel clara.
La música se detuvo.
—Damas y caballeros, ¿puedo tener su atención, por favor? Me gustaría proponer un brindis —anunció, le hizo un ademán a Hayley para luego agregar—. Hayley, por favor.
La híbrida se acercó a Klaus tomando a Hope en sus brazos. Andrea fue hasta a donde estaba Jackson: en el medio de la pista.
—Quiero darles la bienvenida a todos —prosiguió tomando una copa de champagne de la mesa detrás de él—. El verano pasado, como muy bien sabrán, Hayley y yo concebimos una hija. Debido a las trágicas circunstancias que sucedían en el momento, era necesario alejarla de nosotros. Hoy, un poco más de seis meses después, ha vuelto a casa. Les quiero presentar a Hope Mikaelson.
Luego de su declaración no faltó mucho para que los murmullos dentro del recinto hicieran eco.
—Ella vivirá aquí. Entre ustedes; su manada y su familia — Klaus continuó, se llevó la mano a su pecho para decir—. Lo único que nosotros les pedimos es que la protejan; enséñenle y ámenla como uno de los suyos. Andrea Labonair ha declarado una vacante abierta para nuestra hija en la manada. Hoy hago uso de esa vacante —en un intento de aprobación, Klaus buscó la mirada de Jackson. Éste asintió. Victorioso, elevó su copa—. Jackson, te invito a ti y a tu esposa a vivir aquí.
De repente, se sintió como si el mundo se hubiese detenido para Elijah. Desde el balcón miraba con extrañeza el movimiento de Niklaus y las posibles consecuencias que el evento tendría. Empero... ¿Invitarlos a convivir? Eso un nuevo límite para Nik. Un límite que terminaba por destrozar a Elijah en el proceso, Hayley miró de reojo a Elijah desde su lugar.
—De esa manera, unimos a la especie más noble y orgullosa que ha existido, para vivir en paz —Klaus le echo un vistazo a Andrea, una sonrisa socarrona en sus labios. Cuando Jackson volvió a asentir en respuesta a su propuesta, los ojos de Klaus brillaron—. Bienvenido a la familia, amigo. ¡Por Jackson y Hayley!
De inmediato, los invitados corearon—. ¡Salud!
•••
—Elijah.
La voz conocida le obligó a detener sus pasos. Necesitaba estar solo para poder pensar y olvidar. Necesitaba poder controlar sus emociones, y concentrarse en lo primordial. Pero cuando se viró para observar a Andrea algo cambió; de pronto, pensar y olvidar no era algo esencial. Controlar por emociones por otro lado, pareció ser lo indicado.
El original era un hombre detallista por lo que no le pasó desapercibido lo hermosa que se veía en ese momento. E incluso cuando ella pensó que no la vio en la ceremonia. La verdad es que sí lo hizo. Era imposible no hacerlo. La imagen de sus orbes pasando a azul y la sonrisa en su rostro quedaría impregnada por siempre en su memoria.
Andrea avanzó un paso.
—La recepción casi termina y apenas te he visto —musitó. Sus ojos clavados en él—. Lo que Klaus hizo...
—No es de significancia. De igual manera tenía pensado tomarme unos días en un departamento que recientemente acabo de adquirir en otro sector —explicó sin querer adentrarse en el tema. Tuvo suficiente con su conversación con Hayley.
—Me alegra que tengas un lugar donde quedarte, pero esa no era mi preocupación —se acercó unos pasos más. Pronto, el aire se volvió pesado—. Tu salud mental es mi preocupación. Estoy preocupada por ti.
—No hay porque.
— ¿Estás seguro? —arqueó una ceja—. Tienes ojos muy expresivos, Elijah. Eres más transparente de lo que crees.
Elijah avanzó un poco más.
La respiración de Andrea se ralentizó.
— ¿Lo soy?
Sus ojos la escrudiñaban y Andrea no logró comprender en que momento el clima se volvió tan cálido. Tenía calor. Las ganas de hacer algo impulsivo se adueñó de ella. La distancia era mínima, solo tenía que inclinarse levemente e intentar. Empero no lo hizo. Sin embargo, tampoco se alejó.
Bajó su vista hacia los labios de Elijah y luego los subió; el mensaje era claro para él, y aunque él lo quisiese no era lo correcto. No con la situación con su hermano, no con la situación de Hayley. Desde siempre, ha existido la necesidad de hacer el bien en él. Elijah quería hacer las cosas bien.
Entonces, cuando él se inclinó para besar su mejilla y se volvió a alejar, se sintió correcto. Tortuoso para Andrea, pero lo correcto para él.
El celular de Elijah sonó. Lo atendió, Andrea pudo deducir que se trataba de Rebekah. La llamada duró poco y el original terminó por excusarse, alegando que había problemas familiares. Sin embargo, antes de partir declaró:
—No tuve oportunidad de decírtelo antes, pero, estás radiante.
—Gracias —le regaló una sonrisa que él correspondió súbitamente—. Tú tampoco estás nada mal.
El original asintió levemente su cabeza. Luego partió. El momento a solas le dio tiempo de considerar que quizás haya sido mejor que el beso no hubiese pasado, las aguas debían estar calmas y los corazones claros. O bueno, el corazón de él, porque Andrea sabía que dentro de ella, el suyo ya lo estaba...
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