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xiv. Until the End

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capítulo xiv. hasta el final

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—No. Así no es mi mentón, Nik —negó repetidas veces mirando fijamente su retrato colgado en la pared de la estancia del complejo. Rebekah Mikaelson ladeó su cabeza, sin embargo, se vio en la necesidad de decir—. Es mucho más delicado.

Las facciones de su cuerpo original eran mucho más suaves y delicadas. Aunque, en el cuerpo en que se encontraba ahora, la diferencia no era mucha tampoco. Piel tersa y facciones suavizadas. Miró a su lado derecho los cuadros de Elijah y Nik, pese a su gran talento, Klaus no parecía lograr captar todos los retazos de sus facciones correctamente.

—Lo único delicado que hay en ti, es tu ego, hermana —Nik replicó, a sus espaldas. Una sonrisa en sus labios rosados.

Rebekah se invirtió hacia él—. Seguramente así es. Pero, en primer lugar está el tuyo, obviamente.

Ante la viperina respuesta que esperaba por parte de su hermana favorita, Niklaus soltó una risa por lo bajo.

— ¿Podríamos pasar de ésta fascinante pelea por un momento y concentrarnos en nuestra recién aparecida y desparecida hermana?

Por unos instantes, Rebekah olvidó que el mayor se encontraba del otro lado de la llamada. Al amanecer, Niklaus se encargó de hacerle saber a Elijah que Rebekah regresó a salvo del complejo mientras la rubia —ahora morena—, les contaba cómo Kol la traicionó y la envió a un lugar de demencia en donde pudo escapar gracias a la que decía ser; Freya. La hermana mayor que jamás conocieron y que Esther les contó que murió por la plaga hace un poco más de mil años.

—No hay mucho que discutir respecto al tema, Elijah —musitó luego de unos segundos de silencio. Podía sentir la mirada de Niklaus sobre ella—. Dijo que su nombre era Freya, segundos luego, desapareció en la mitad de la noche.

—Y tú le creíste —la dureza en la voz de Nik le hizo mirarle con una expresión ambigua. Ella, más que nadie, sabía el comportamiento que llegaba a desarrollar el híbrido con personas que apenas conocía.

—E incluso si no lo hubiese hecho, no estaba en posición de hacer preguntas —se vio en la necesidad de decir. Tomó las palabras de Nik como un ataque—. Supongo que ha de ser por el hecho de que aún seguía sorprendida de que ella me salvó. Pasando por alto la realidad de que estuve a punto de morir en manos de aquellos dementes.

Exhaló con fuerza, tratando de calmarse.

—No obstante, ella podría ser cualquiera contando cualquier mentira... —cuando la necesidad de terminar con algo más se instaló en ella, Rebekah se calló.

— ¿...Pero? —le incitó a seguir hablando Elijah.

—Hay algo en ella que me resultó familiar —confesó con sinceridad—. Existen ciertas similitudes en apariencia física con Esther y Mikael que me fueron imposibles de pasar por alto.

Esta vez, Nik suspiró ante su respuesta.

—Entonces, de ser en caso ¿cómo es que ella seguiría viva? —Nik frunció el ceño, mientras soltó un suspiro frustrado—. Una pregunta tan insensata como sus posibles respuestas —rodó los ojos—, dada la reputación de ésta familia y su gracia por engañar a la muerte.

—Sólo estoy repitiendo lo que ella me dijo, Nik —habló en respuesta Rebekah—, no tendría idea alguna de cómo es que después de mil años sigue viva.

— ¿Y tampoco se te ocurrió preguntarle sí, por algún evento milagroso, nuestra tía Dahlia vive también? —le miró.

Rebekah entreabrió sus labios—. Si hubiese tenido la oportunidad...

—Porque sí hiciéramos una lista de preguntas obvias; esa tendría que haber sido la primera —le cortó, subiendo su tono con cada palabra que salía de su boca. A Rebekah le estaba cansando su actitud—. Debido a que sería lindo saber sí la mujer que lanzó una maldición sobre los primogénitos de esta familia sigue respirando.

Rebekah se levantó del sofá.

— ¡Déjame devolver el tiempo para que se lo preguntes tú mismo, entonces! —replicó, en el mismo tono y con el mismo nivel de cansancio.

Niklaus tenía toda la intención de responderle, y en el momento en que pretendía hablar, Elijah se adelantó.

— ¡Basta! —Elijah conocía a sus hermanos menores de tal manera, que aunque estuviese kilómetros a distancia podía ejercer su autoridad sobre ellos. Rebekah y Klaus establecieron una cercanía peligrosa pero que al momento de escuchar a Elijah tomaron su distancia—. Sí ella es quién dice ser, tendremos que encontrarla lo más rápido posible. Empero, tenemos la situación sigue en nuestro favor; solo la familia sabe que Hope sigue respirando y así se debe quedar.

Niklaus bufó.

—No sabía que Jackson y Andrea se consideraban parte de la familia.

—Mientras soporten nuestra causa, debemos verlos como eso, Niklaus. Todo es puramente estratégico —sin importar las palabras que se utilizaban, no podían calmar la ansiedad que sentía el híbrido al saber que su mayor secreto estaba siendo guardado por alguien como Jackson.

— ¿Lo es? —arqueó su ceja, a sabiendas que su hermano no podría verlo pero podría adivinar sus reacciones. Rebekah lo miró con el ceño fruncido—. Puramente estratégico, no sabía que el hecho de que te guste alguien en la actualidad, se pueda definir de ese modo.

Rebekah no le tomó segundos averiguar por qué ruta iba su hermano y sonrió en complicidad.

—Siempre pensé que tú eras el más romántico, hermano —ante las palabras de su hermana, Elijah rodó los ojos desde el otro lado de la línea. Nik contuvo soltar una carcajada.

— ¿Todavía lo tienes, verdad, hermano?

—Ustedes son unos niños. Eso es lo que son —y sin más cortó la llamada, tanto Nik y Rebekah les sorprendió la reacción de su hermano pero soltaron un par de carcajadas antes de poder decir cualquier cosa.

•••

El Rio Mississippi servía como un espejo que destellaba junto con la luz del sol, todo aquello que estuviese dentro del espacio y que podría ser captado por el: las copas de los árboles se movían por el viento y se reflejaban en el agua frente a ella, de igual manera, lo hacía el ferviente día sobre ella. Sin embargo, no podía evitar sentirse del todo feliz.

Se sentó en el borde del puerto de madera; cruzo sus piernas y dejó que el viento moviese su cabello como le placía. El ruido de las hojas era lo único que se escuchaba en un radio de 50 metros y no le molestaba en lo absoluto. Sentía una paz como ninguna otra, e inhaló y exhaló repetidas veces el purificante aire.

Andrea estaba consciente de su realidad y establecía las bases para su futuro; y aunque creía que iba por un buen camino, la duda no la dejaba disfrutar del pasaje.

—Hola, extraña.

Andrea se volteó con una sonrisa a medias. Jackson caminaba hasta ella sobre el puente y tomó asiento a su lado, luego de que Andrea se echará para un lado.

—Te he estado buscado por un largo tiempo, pensé que no habías llegado —dijo él, observándole mientras ella desviaba la vista al horizonte.

—Cuando llegué, Hayley y tú estaban hablando sobre unas escobas —se excusó, el alfa soltó una risa ligera que le obligó a mirarle—, tenía una breve idea de lo que significaban así que pasé de largo. Y he estado aquí desde ese momento. ¿Qué era eso tan importante que requería de mi presencia?

Jackson se mantuvo taciturno en los segundos posteriores, observándola firmemente, para luego decir—. ¿Estás bien?

La pregunta le tomó por sorpresa a la loba, no esperaba que fuese tan transparente, pero al parecer, lo era.

Andrea asintió, pero para Jackson no fue suficiente. No despegó sus ojos cafés de los avellanas de ella, con una simple mirada demandaba una respuesta sincera a su ascendente duda. El lobo se preocupaba por la que en algún momento fue su prometida.

—Puedes ser honesta conmigo, con toda confianza —vio que era necesario decirlo en caso de que la reina lo olvidará. Andrea le miró y suspiró con pesadez—. Estoy aquí.

—Es estúpido —trató de restarle importancia, negó con la cabeza mientras trataba de disipar los pensamientos tormentosos. Al ver que Jackson no daba su brazo a torcer, volvió a hablar—. ¿Cómo es que esto va a funcionar, exactamente? —el lobo frunció el ceño—. No porque Hayley sea tu esposa, dejaré mi puesto en la manada. No me voy a doblegar ante ella y su poder. Vine hasta aquí para liberar a la manada, el resultado es que Hayley es lo que necesitamos. Empero, ¿a qué costo? ¿Qué es a lo que tengo que renunciar por dejar este matrimonio pasar?

—A nada. No tienes que renunciar a nada, porque serás siendo tú —aseveró, sin desviar la mirada. Poseía una convicción en su tono de voz que demostraba fuerza—. Aquella que reunió a los Crecientes otra vez bajo la promesa de un futuro más brillante, hiciste pactos y alianzas con la demás facciones en orden de proteger nuestra seguridad. Eres más alfa de lo que yo he sido jamás y te digo esto porque creo en ti. No importa que vengan por el poder de Hayley. Ésta manada puede volverse un clan, el último clan y solo tiene una reina, y eres tú. Hasta el final.

La curvatura de los labios de Andrea se elevó levemente.

—Hasta el final —repitió.

Jackson asintió conforme.

—Ahora que ese asunto ha quedado zanjado, ven conmigo —le hizo un ademán de acercamiento con sus manos—. Hay algo que debes de ver.

•••

Escuchar las carcajadas al otro lado de la habitación, le hacían añorar una sensación que él original jamás había experimentado antes.

Tomó los implementos necesarios para realizar una tortilla para el desayuno, y cuando se dispuso a comenzar la preparación, el estruendo de un objeto roto y el llanto consecutivo lo hizo detenerse en sus pasos. La preocupación se elevó de tal manera que Elijah usó la velocidad vampírica para llegar hasta la escena.

—Ella está bien —se apresuró en decir. Camille cargaba a Hope en brazos, mientras ella se mantenía en movimiento en orden de calmar el llanto de la más joven de los Mikaelson. Parecía funcionar porque al paso de los segundos, Hope parecía ceder—. Jaló la manta y el reloj que había sobre ella, se cayó sobre su frente. No es nada serio.

Elijah se acercó para inspeccionar a su sobrina. La bebé ya se había calmado y en su frente tenía un leve herida que sanaría en poco tiempo. Sonrió, calmado, al ver que el pequeño accidente no pasó a mayores y Elijah notó la fortaleza mostrada en Hope.

«Digna hija de su padre», apuntó para su fuero interno.

Empero de pronto, el tiempo pareció detenerse y el llanto de Hope volvió con potencia. Elijah pareció embelesado al ver las gotas de sangre salir de la herida de Hope: una escena completamente diferente en donde ni Camille ni Hope estaban presentes, en cambio, la puerta roja al final de un pasillo cubierto de ventanas, con el sonido de las cortinas, los gritos y los horrores detrás.

Su ferviente pesadilla.

— ¡Elijah! —la voz la escuchó lejos. No podía identificar el portador de la misma, porque se perdía al instante—. ¡Elijah!

Camille comenzaba a sentir el pánico colarse en sus venas. Elijah estaba perdido en algún rincón de su mente y el llanto de Hope no amenizaba la creciente desesperación que iniciaba a sentir la rubia.

— ¡Elijah!

El Original reaccionó. El llanto de Hope cesó y Elijah trató de ajustarse a la realidad.

De uno de los cajones detrás de Camille, Elijah sacó una banda para impedir que el corte en la frente de Hope se pudiese infectar; rodeada de dibujos animados, la puso en su frente y luego le quitó a Hope de los brazos. La niña se adaptó bien al cambio porque, como todo bebé, ahora balbuceaba cosas inentendibles y jugaba con sus manos. Como si nada hubiese pasado.

Cami envidió aquella inocencia, pues, ella no podía hacer tal cosa. La salud mental de Elijah se había vuelto una de sus mayores preocupaciones durante el tiempo compartido; temía que el cuadro clínico que presentará Elijah fuese aun peor del que presentaba Niklaus. Sin embargo, dicha preocupación, no la compartía con nadie. Ni siquiera cuando Klaus le llamaba en las noches para verificar y preguntar por el estado mental de su hermano mayor.

— ¿Qué quieres para desayunar? —interpeló con normalidad el vampiro.

—No podemos ignorar lo que acaba de pasar, Elijah —señaló, mirándole con una expresión que denotaba toda la seriedad del mundo. El original conservó el silencio—. Tu mente estaba en cualquier lugar. Eso se llama un aislamiento mental, para nuestra suerte, es algo bastante común en pacientes y existe un procedimiento que, en la mayoría de los casos, funciona.

— ¿Nuestra suerte? —elevó una ceja, sintiéndose levemente desconfiado de lo que podría presentar como procedimiento.

—Sí —asintió de manera vivaz—. El procedimiento lleva tiempo, pero a términos de largo plazo, es bastante posible que sanes. Además, parte del mismo, se trata de que el paciente quiera sanar y tú ya lo haces —comenzó a explicar con una sonrisa que Elijah denotó como muestra de positivismo.

— ¿De qué se trata el proceso? —dejó a Hope en el suelo y le miró con una sonrisa media.

—En tu caso, creo que será más efectivo no examinar el problema a través de la terapia, en contraposición, se examinará de una manera en la que puedas ser tú mismo él que logré llegar a su núcleo. Tienes que estar mental y físicamente ocupado; cosas burdas que harán que el cerebro haga todo por ti —desdobló una hoja que tenía en el bolsillo del su pantalón, y se la tendió.

—Arregla la casa, arregla al hombre —canturreó al observar la lista de tareas por hacer. Alzó su vista. No parecía convencido y Camille lo notó desde su tono de voz hasta sus ojos—. Así que a esto te referías con «nuestra suerte».

Camille asintió—. O, simplemente, podríamos tomar algo y yo podría contarte acerca del verano en el que perdí mi virginidad —se encogió de hombros—. Tú decides.

—Arreglaré la casa.

—Perfecto —su sonrisa se ensanchó—. Como sugerencia personal, deberías de comenzar por el termostato porque este lugar es como la Antártida por las noches.

Elijah volvió a echar un vistazo a la lista: quizás Camille tenía razón y esto era justo lo que necesitaba; no pensar.

•••

Mary lanzó una cantidad considerable de hierbas que le resultaban desconocidas a Andrea en un pequeño tazón de madera. Desde su lugar, a un lado de Jackson y frente a unos cinco hombres más, miró como el chamán de la manada tomó un trozo de madera encendido lo suficiente para que en su rastro dejará humo.

Como parte de la ceremonia de confirmación, era necesario que se estableciera un vínculo entre la tierra, el alfa y los siervos. O al menos, esa fue la versión corta que le dio Jackson a Andrea cuando brevemente le explicó la razón de un ritual del cual Mary, en la noche de preparación, no mencionó. La cuestión era bastante simple; al parecer unas cuantas manadas nómadas que yacían en los límites del estado de Louisana escucharon sobre una boda milagro que, consiguientemente, llevaba a un proceso de unificación en donde la manada como un todo, podría controlar la metamorfosis de lobo. Tal parecía ser, que la boda de Jackson y Hayley iba más allá de un proceso de libertad para los Crecientes, se le adjudicaba un proceso de independencia a los licántropos como jamás la han tenido.

No más esclavos de la luna.

Andrea no podía estar más feliz. Jackson se encontraba igual.

Una solución que se ha buscado por más de mil años, y la promesa de que su clan pasaría a la historia.

—Nosotros los lobos estamos unidos por algo que es tan vital como el respirar: la tierra —inició su caminata hasta la columna conformada por hombres—. La tierra es un canal que nos permite honrar a los que se han ido, y establecernos para un futuro. La tierra conforma nuestro territorio, es parte de la sangre de nuestra manada.

Andrea mantenía sus manos entrelazadas. Observó con atención cuando Mary le tendió el tazón de caoba al primer hombre, seguido de una navaja. Acto seguido, el aludido tomó la navaja e hizo una pequeña incisión en la palma de su mano, de inmediato la sangre comenzó a salir, ésta se depositó en el tazón y Mary siguió en orden hasta el último de la columna.

—Tenemos un problema —la voz de Hayley le obligó a observarla, pero sus palabras no iban dirigidas a su persona. Sus ojos denotaban preocupación, y se veía inquieta—. Hay muchos oídos aquí para decir de qué se trata —les echó un vistazo a los hombres—, pero necesito algo de tu sangre.

Andrea frunció el ceño ante el inusual pedido.

Jackson le miró con extrañeza, pero de igual manera accedió—. Llegaste justo a tiempo, entonces.

Los tres pares de ojos se viraron al frente. La sangre de los alfas había depositado, junto con gramos de arena.

—Mezclando estos elementos —prosiguió Mary, dirigiéndose a los presentes—, estaremos unidos para siempre, asimismo, se está creando una nueva línea de Crecientes —la mujer mayor dio un par de pasos hacia atrás para encararlos a todos—. Ahora les pregunto... ¿Renuncian a su cargo de alfa?

No había necesidad de palabras cuando en unísono los hombres se inclinaron ante Jackson y a Andrea. Una sensación de poder inundó a la última. Ante la respuesta positiva, Mary fue hasta el trío, iniciando con Andrea a la izquierda; le tendió la navaja y le extendió el tazón. Andrea hizo lo mismo que los nuevos miembros, seguido de eso, Mary pasó a su nieto mayor. Cuando terminó, Mary se fue hasta la mesa que habían trasladado a dicha parte del Bayou en donde se realizaba la ceremonia; mezcló la tierra, la sangre y las hierbas, la composición era necesaria para sumergir la madera que se usó anteriormente para dejar el camino de humo.

Existía un pacto no acordado de silencio por respeto. El silencio era su más fiel amigo, y mientras Mary terminaba la parte técnica, el momento servía para recordar a los caídos y a los que todavía siguen en pie.

La súbita corriente de viento les golpeó como una muestra de aceptación.

—El anuncio de los regentes es el último paso para...

Mary se obligó a cortarse a sí misma cuando el viento más allá de una respuesta al ritual trajo consigo a una bandada de vampiros. El repentino silencio les obligó a abrir los ojos a los presentes y los vampiros escucharon con claridad abrumante el aumento en las palpitaciones de los licántropos.

Andrea reconoció de inmediato a la mujer con la que recordaba que Elijah estaba. No recordó con exactitud su nombre hasta que lo escuchó decir de la boca de su compañero.

—Gia —su tono era calmado, pero de igual manera, resultaba sonar como un llamado de advertencia. La morena subió su vista hacia él, dejando ver por completo el poco control que poseía. Las venas comenzaron a verse notorias y los colmillos se volvieron visibles, además de que caminaba peligrosamente hacia uno de los ex alfas—. No tienes que hacer esto.

Andrea se vio a sí misma en una posición defensiva, lista para atacar en el momento en que pudiese sentir debilidad de parte de su oponente. No se dio cuenta cuando Hayley salió de la escena, pero cuando Gia volvió a hablar, reaccionó. Los vampiros se lanzaron sobre la columna de lobos con fiereza, como si de un animal sin comer se tratase. La escena era incómoda de observar, empero Andrea no dejó que eso la disturbará. Como ellos, ella se lanzó sobre un par que tenía la intención de clavar sus colmillos, siendo exitosa en su misión, Andrea rompió su cuello en orden de tratar de mantener la compostura —tanto como se podía debido a la situación— en base a los acuerdos firmados.

Desde su lugar en la pelea, vislumbró cuando Hayley llegó antes de que un vampiro pudiese clavarle una estaca de madera a Jackson en el pecho. Posterior a eso, pudo ver a tiempo como otro vampiro corría hasta Hayley con mirada furiosa, Andrea se tiró sobre él —a su pesar— le sacó el corazón. El tipo cayó a un lado, y Hayley solo pudo darle las gracias expresado en asentimiento de cabeza.

La escena resultaba ser desastrosa y un círculo. Marcel apareció segundos luego de Hayley, rompiéndoles el cuello a varios para tratar de mantener la situación bajo control.

— ¿Dónde estuviste todo este tiempo? —interpeló Andrea al tiempo que su pecho subía y bajaba.

—Larga historia —contestó el moreno, mientras trataba de calmar su respiración—. Es imperativo mantener a tu gente a salvo. Estos ataques no van a ceder hasta que el hechizo se rompa.

— ¿Qué hechizo? —Jackson preguntó.

—Sí, ¿de qué estás hablando? —lo secundó una confundida Andrea Labonair.

—No puedo explicar todo esto ahora. Necesitas cuidar a tu gente...

—No puedo cuidar de ellos si no sé a qué me enfrento —le cortó, jadeante—. ¿Qué está pasando?

—Yo te diré todo lo que necesitas saber —Andrea se volteó hacia Hayley cuando ésta habló—, pero no hay tiempo. Jackson llévate a Mary y a los muchachos a la cabaña. Marcel y yo los detendremos y Andrea...

—Sé lo que tengo que hacer —zanjó sobria.

Antes de que ella se alejará del grupo, se vio interrumpida por Marcel cuando éste dijo—. Mantenlos a raya. Ellos no son los malos.

No más muertes, en otras palabras. Andrea le dedicó una mirada ambigua porque, sinceramente, no podía afirmar que algo que no sabía si cumpliría. Estaba el acuerdo de paz, sí, empero está situación jamás se pronosticó. La loba asintió con levedad antes de partir, sin embargo, un pensamiento extraño surcó en su mente: una necesidad de vendetta se presentó en ella como nunca antes, negó con la cabeza tratando de disipar la creciente e innecesaria violencia.

Y, aunque jamás habló del extraño momento, Andrea volvería a sentir esa sensación. El futuro está lleno de terrores y, tristemente, el de la reina no deparaba más que venganza, soledad y tristeza.

•••

Finn Mikaelson sonreía invicto.

Él movía las piezas de manera que encontró un tesoro al final del túnel. El secuestro de los vampiros orquestado por nadie más que él, dio unos frutos inesperados; Hope Mikaelson seguía viva. Borrar la memoria de la mente de Marcel no funcionó y ahora él se encontraba vagando por la casa de seguridad en buscas de su sobrina y de su guardiana.

A unos cuantos metros de la casa, dentro del cobertizo, Elijah sacó el hacha de su pecho soltando una maldición por lo bajo. La arribada de su hermano lo tomó por sorpresa, pero agradecía que Camille ni Hope estuviesen en la casa.

Él podía terminar con este asunto de una vez por todas.

— ¿Dónde estás, Camille? —le escuchó decir a su hermano mayor. Tal como su voz podía escuchar sus pasos por la estancia—. Deja de esconderte.

Finn vislumbró los juguetes en el suelo como una prueba irrefutable.

Hope sigue viva.

Al poco tiempo de rodear la casa y no encontrar un signo de la psicóloga que despertó un interés en él, Finn comenzó a perder la paciencia.

—Sé que estás aquí, Camille —le bramó al viento.

Su oído mundano escuchó un sonido y de sus labios salió una sonrisa a medias que no duró mucho tiempo, al sentir la pata de una silla en su caja torácica. Soltó un grito contenido por dolor. La sangre comenzó a brotar casi de inmediato, y con ningún tipo de fuerza sobrenatural sacó el objeto de madera de su cuerpo junto con muecas de dolor.

Subió la mirada y se encontró con Elijah. En su camisa —como la de él— había manchas de sangre. No pudo evitar notar que su hermano irradiaba la arrogancia y petulancia característica de los descendientes de Mikael; mentón arriba, hombros tensados y la sutil mirada inquisidora.

Finn lo imitó.

El dolor de su pecho era punzante y le costaba respirar con dificultad pero no se inmutó. Finn Mikaelson era tan despiadado, cruel e impío como cualquiera de sus hermanos, por mucho que lo negará.

La sangre brotó de su nariz y cuando Elijah inició su caminata hacia él, el brujo musitó una oración en latín, moviendo sus dedos acorde a sus palabras; de inmediato el hechizo cobró vida: Finn arrojó a Elijah sobre las cuatro paredes de la estancia. Luego lo arrastró hasta él en rodillas para luego lanzarlo una vez más; la pared se destrozó y Elijah pasó a la librería haciendo un desastre mientras daba vueltas por el suelo.

Finn fue hasta él con cólera.

Cuando el hechizo se detuvo. Elijah pudo echarle un vistazo a la habitación; en la pared destrozada estaban las conexiones de gas, por el impacto, ésta se rompió. El tubo metálico expulsaba el humo y emitía un sonido lo suficientemente molesto para cualquiera con oídos sobrenaturales.

Un plan se formó con presteza en su mente, pero rápidamente fue opacado por el llanto de Hope. Miró la sangre de su mano y su mente lo llevó una vez más a la puerta roja. Esto no es real, se decía empero no se creía sus propias soflamas. Todo se sentía tan real, porque pese a las palabras de afecto, él era un monstruo que deseaba salir de su escondite.

Elijah no notó cuando Finn se acercaba peligrosamente a él. Tampoco fue capaz de verlo caer mientras de sus labios brotaban quejidos y la expresión en su cara revelaba el más puro dolor.

El hechizo de canalización se estaba rompiendo. Ellos los estaban rompiendo.

La magia que Finn logró canalizar de Esther y Mikael era lóbrega, estaba rodeada de un impetuoso y fiero poder que hizo que Rebekah y Kol cayeran desmayados, sin saber si su hechizo en contraste, había servido de algo en absoluto.

La respuesta era positiva.

Finn no logró percibir a tiempo como el poder se disfumaba de sus manos.

Los vampiros en el pantano se detuvieron. Imitando a Rebekah y Kol cayeron inconscientes alrededor de Andrea y Hayley. Ambas se miraron sin decir palabra.

Finn comenzó a respirar con dificultad. Su cuerpo, de pronto, se volvió tan pesado como una roca, pero de igual manera, se deslizó hacia Elijah. El original le daba las espaldas y Finn buscaba su rostro.

—Eres un desastre —escupió con ira el brujo. Elijah no se volteó ante sus palabras—. Ambos sabemos que esto acabará contigo más temprano que tarde, solo mírate, hermano —avanzó un paso—. La escena te arrastra hasta la esquina más oscura de tu memoria, ¿no es así? Hasta la fuente de tus pecados. Dime, hermano, ¿recuerdas? ¿A la inocente Tatia? ¿A la desdichada Darice? Dime a quién recuerdas.

Silencio.

Finn volvió a sonreír con sorna.

—O es alguna de las pobres almas que tuvieron la desdicha de conocerte... ¿Hayley, quizás Andrea, o será mi sobrina? —musitó con claras intenciones de provocarlo—. Todos y cada uno de ustedes están equivocados si creen que pueden protegerla. Después de un milenio debes saberlo bien, todo el que se cruza con un Mikaelson perece.

Elijah se volteó.

—No agobies tu mente en construir una respuesta. No tengo ganas de escuchar algo mediocre o monstruoso que trate de probarme que estoy equivocado. No lo estoy.

—Pero lo estás —replicó con una mirada inquebrantable. Elijah no lucia perdido porque no lo estaba—. Mi mente está más clara que nunca y ahora puedo ver con claridad... O quizás es el gas que bota aquella tubería rota y que ya habrá llenado cada rincón de esta casa.

Finn se giró hacia la dirección que Elijah le apuntó; frunció el ceño y su mente no fue lo suficientemente rápida para deducir que es lo siguiente que él haría.

Has desgraciado a esta familia por una última vez.

Elijah se quitó el anillo solar y posicionó su mano cubierta en sangre bajo los rayos del sol, filtrados por la ventana. La reacción fue casi inmediata.

Finn abrió los ojos en sorpresa cuando Elijah volvió a decir:

Adiós... Hermano.

La casa estalló.

Todo quedó hecho trizas cuando el fuego y el gas fusionaron.

Los ojos y la boca de Camille se abrieron en una infinidad de emociones que no sabía cómo describir. La camioneta en donde ella y Hope estaban se detuvo a tiempo y a una distancia considerable segundos antes de que la explosión diese a lugar. Segundos después, la camioneta volvió a prender, llenándola de desasosiego y seguridad al mismo tiempo. Poco a poco se giró para ver a Hope en el asiento trasero del auto. La bandita en su frente ya no estaba y la herida tampoco. La hija de Klaus jugaba tranquilamente con un conejo de peluche mientras su expresión denotaba felicidad e inocencia.

Camille no entendía cómo era posible, pero era un hecho innegable. Era un bebé, con la imposibilidad de comprensión de un adulto, pero aun así, lo tenía, pues, después de todo...

... Hope la salvó.

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