Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

xi. Now & Always

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

capítulo xi. ahora & siempre

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂


—Soy yo, otra vez. Llama cuando oigas esto, por favor, Rebekah.

El original suspiró cansado por décima vez. Trató de relajar su cuerpo empero no podía. La imposibilidad de saber en dónde se encuentra Rebekah le era muy grande para pensar en otra cosa; por ello agradecía. Luego del extraño sueño que sucedió anoche lo que él necesitaba era un poco de realidad en su vida.

Por la conversación con Niklaus, el plan salió tan bien cómo se creía. Esther —para estas alturas del día— estaba o muerta o en el proceso de transición a vampiro. No obstante, el alma de Rebekah saltó a otro cuerpo y la cuestión ahora era encontrar en dónde se encontraba la menor de los Mikaelson. Sin embargo, Nik no parecía preocupado por ello, pues, acordaron que ella llamaría cuando le fuese posible.

Nik prefería no ver problemas en una solución.

— ¡! —la exclamación de felicidad por parte de Camille O'Connell lo sacó de sus pensamientos. Desde la estancia podía ver la cocina y la psicóloga tenía una botella de bourbon en mano—. Sí algo he aprendido de ustedes los vampiros, es que siempre guardan una botella de alcohol cerca.

Elijah sonrió por la curiosa deducción.

A tempranas horas del día, Nik vino para llevarse a Hayley y traer a Camille; un cambio que le parecía saludable para su hermano, pues, teniendo en cuenta las palabras de Rebekah, ni se proponía saber que era aquello que perturbaba a su hermano mayor y si es así, Camille ayudaría. Entonces, depositando una inmensa confianza en la bartender la llevó con el vampiro y la niña milagro —relevando consigo la existencia de la ésta última—.

Camille se acercó hasta la estancia con la botella y dos vasos de vidrio. Posicionó el cristal sobre la mesa de madera y prosiguió a abrir la botella; el licor marrón llenó ambos vasos y mientras Camille tomaba alegremente del suyo, Elijah se quedó mirándole.

—Luego de esto tendremos otro trago, y después otro trago —la rubia se levantó en dirección a los estantes, buscando un juego de mesa con el que pasar el tiempo. Al poco tiempo encontró un juego de preguntas, según lo que Elijah pudo ver en la tapa central—. Así seguiremos hasta que me encontraré a mí mismo hablándote abiertamente sobre mí y mi muy dañada alma.

Camille lo miró con el bourbon en mano.

—Tu madre sí que te hizo daño, mi amigo —la sentencia era una afirmación que Elijah no pudo evitar odiar, pues, era cierto—. Debes saber que justo ahora no estoy interesada en arreglar tus problemas, en contraste, prefiero olvidar los propios —existía cierto contagie de alegría cuando la rubia hablaba que no le pasó desapercibido al original—. Porque, básicamente, estoy en un programa de protección sobrenatural porque tu psicótico hermano, quien por cierto tuve que seducir, me quiere muerta por la misma razón. ¿Increíble, no es así? —el resto del líquido contenido en su vaso desapareció en un solo sorbo. Dejó el objeto en la mesa y abrió el juego—. Así que sí, el licor y los juegos burdos son las únicas dos cosas que tengo en mente en este momento.

Sentando a la derecha de ella, en un sillón ampliamente más largo que el de ella. Elijah desabotonó su saco. La observaba expectante mientras ella arreglaba todo el juego en la mesa frente a ellos.

—Aquí está la primera pregunta, ¿Cuál era el nombre del caballo de Don Quijote?

Elijah rodó los ojos.

—Esto es estúpido, Camille —le reprochó.

Camille sonrió, con su as bajo la manga se recostó en el cómodo sillón—. Hablemos entonces. ¿Sabes que me quedé por un par de días en la casa de Andrea? En ese tiempo, pudimos conocernos mejor y hablamos de muchas cosas. De ti, entre ellas. Ella realmente te admira —dijo entre un tono de sinceridad y diversión—. Por Klaus me enteré de que ambos se han vuelto muy cercanos y ahora mucho más que Hayley se va a casar, me pregunto...

—...Rocinante —estiró su brazo para tomar el vaso, posteriormente, tomó todo el contenido de un solo sorbo—. El nombre del caballo era Rocinante.

Camille sonrió complacida.

Al menos, ya tenía una idea de cómo llegar hasta él.

•••

El día avanzaba con severa lentitud, sin embargo, Andrea lucía más que preparada para hacer que el resto fuese fructífero. Dentro del complejo Mikaelson, se encontraba ella junto a Hayley —quien conjunto a Jackson se sentaron por un par de horas, aclarando todo lo que tuviese que ver con la boda— esperando que el resto de la manada comandada por Aiden arribará.

La residencia Mikaelson era un terreno neutral ante los hechos históricos. Marcel junto sus vampiros llegaron un par de minutos atrás —Andrea fue rápida en reconocer a Joshua y a Gia—, y le dirigió un asentimiento a Marcel. Minutos después, los Crecientes entraron a la estancia central.

La distancia entre ambos grupos sobrenaturales era notable y la tensión en el ambiente subía rápidamente; ciertos personajes de ambas fracciones se tiraban miradas llenas de odio y reproche entre ellas. En el medio de los grupos se encontraba Andrea, a su derecha estaba Jackson seguido de Hayley, y Marcel a su izquierda. El grupo de líderes yacía frente a sus subordinados.

—Antes que nada, resulta importante confirmarles que conjunto a Marcel hemos trabajado en acuerdos de paz —comenzó por contar Andrea con temple de acero—. Estos acuerdos se extienden para todos dentro de las facciones de vampiros y licántropos.

Los murmullos comenzaron a escucharse.

—Y para demostrar la seriedad de la situación, lo haremos a la antigua —habló esta vez Marcel—, firmaremos los acuerdos después de la boda. Para erradicar la oportunidad de que exista un levantamiento por parte de las partes durante el período que perdura el acuerdo.

— ¿Cómo estaremos seguros de que exista una garantía de su parte? —preguntó Malcolm. Un hombre que rozaba el final de los cuarentas; un sobreviviente de la maldición impuesta por Marcel y las brujas. De igual manera, el hombre aclamaba haber conocido a los Labonair lo que lo volvió un miembro atesorado por Andrea—. Hace mucho tiempo atrás, estos acuerdos existieron. No solo entre vampiros, pero se agregaban las brujas y los humanos. Fueron ellos —los señalo con recelo— los que los rompieron. ¿Cómo sabremos que esto será diferente?

—Las circunstancias son diferentes —replicó con confianza la loba—. Confío en que Marcel y su gente los respete tal como nosotros lo haremos.

—Hubo un tiempo en donde tú padre confío en Marcel también —impugnó con un sentimiento que Hayley reconoció muy bien: el dolor por los perdidos.

—Cometí errores y, créanme que los he pagado. Nueva Orleans; nuestra ciudad, necesita desesperadamente paz. Hoy estoy aquí haciendo las cosas bien. Lo único que necesitamos en paz entre nosotros.

Las palabras endulzadas por parte de Marcel parecían no ganarse la confianza de los licántropos quienes seguían reacios ante la idea de un acuerdo con el historial de traición y sangre que derramaban los vampiros. No obstante, se conservó el silencio hasta que una muchacha de los Crecientes habló.

— ¿Y qué hay acerca de la boda? Recuerdo que Aiden nos dijo que esto nos cambiaría y no serían necesario los anillos lunares.

—Es cierto —la ronca voz de Jackson les hizo mirarlo—. A través del ritual de unificación, Hayley nos dará su poder.

—Lo lamento, ¿pero cómo es eso posible? Ella ya no es un licántropo y ciertamente ser un híbrido no es una idea que me agrade —replicó otro hombre.

— ¿Pero no les agradaría iniciar la metamorfosis a su antojo? —interpeló Hayley con aires de arrogancia.

Ante ellos, la mujer alzó su mano y en cuestión de segundos, la anatomía humana cambiaba a la de un lobo. Las garras en vez de uñas y cabello oscuro sobre la dermis de su brazo. Sus ojos brillaron en un amarillo dorado que apagó toda duda sobre su poder. El inicio del cambio fue inesperado y se esfumo de la misma manera. Seguido de la demostración, los Crecientes conservaron el silencio y éste fue solo interrumpido cuando el eco de los aplausos resonó en el patio.

—Una gran tregua... —Finn Mikaelson bajaba por las escaleras con una cólera creciente y ojos rojos de ira—... Entre bestias y parásitos —los insultos hacia ambos grupos fueron respondidos con malas miradas—. ¿Cuánto tiempo creen que durará esto, eh? ¿Un mes, una semana, un día, quizás? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se maten entre ustedes como las bestias antinaturales que son?

Sus palabras viperinas salían de su órbita auditiva de una más rápida a la de su entrada.

—Ustedes no ven lo que yo veo —lucía aturdido y dañado. Su reunión con Klaus, la hipocresía de su madre y la falta de lealtad de Kol lo llevaron al borde un brote psicótico—. La única cosa que puede existir entre sus depravadas y asquerosas especies es la guerra —cerca de la salida, el original en el cuerpo del brujo juntó sus manos y susurró unas palabras que nadie logró entender pero pronto, una sonrisa se ensanchó en su rostro—. Pero, como dije... Solo es cuestión de tiempo.

Su desaparición repentina les dejó con una duda que no lograron disipar hasta que Gia se acercó a la salida y fue empujada pasos atrás. Se enderezó y acercó su mano a la invisibilidad de un objeto. Los presentes le miraban expectantes y segundos después, la mujer morena habló.

—Es una barrera de contención —se volteó a los asistentes—. Estamos atrapados aquí.

Marcel soltó un jadeo de cansancio y desesperación.

— ¿Ahora qué hacemos? —Josh se dirigió hacia el líder de los vampiros.

—Haremos lo que nuestros ancestros hacían —respondió él—. Bebemos.

•••

Andrea miró la ciudad desde el umbral del balcón del estudio del segundo piso. La barrera prohibía el paso a todo aquello que podía considerarse una salida. La loba exhaló. Desde su lugar, la luz del solar le pegaba y no parecía molestarle en lo absoluto, cerró los ojos mientras mantenía sus brazos entrelazados sobre su pecho.

Pese a las circunstancias, una sensación de paz la inundó.

Abrió sus párpados al notar una presencia a su derecha. El híbrido original miraba al horizonte a su lado. No había pronunciado palabra pero su respiración era lo suficientemente fuerte para hacerle saber que algo se traía entre manos. Klaus Mikaelson lucía como un cachorro inofensivo desde su mirar; con sus manos entrelazadas detrás de su espalda y la luz del sol iluminando sus orbes verdes oscuros.

«Klaus se describe a sí mismo como el Diablo disfrazado», le había dicho Camille alguna vez, Andrea recordaba reírse ante ello pero ahora que veía al hijo de Mikael con tal inocente gesto no dudo en darle la razón a la psicóloga.

—Es realmente perturbador que me mires tanto, Klaus —habló la loba luego de un rato de silencio. El híbrido soltó una risa ronca que se escuchó sincera.

—Comúnmente las mujeres se sientes alagadas de que las miren —respondió él con tono bromista—. Empero, no eres como todas las mujeres.

Andrea abrió los ojos sorpresivamente.

—Ahora sí me estás alagando, ¿se puede saber qué necesitas? —interpeló melódicamente.

— ¿Por qué asumes que necesito algo? —alzó una ceja, curioso. Andrea imitó su acción de manera graciosa. Klaus soltó otra risa suave al entender su punto—. Tienes razón. Si necesito algo de ti —su tono pasó de alegre a imponente en un susurro en cuestión de segundos—. Necesito saber si eres digna de mi confianza.

Andrea se enderezó en su posición, volteándose por completo hacia él. Sus ojos brillaban con curiosidad.

—Sé que sabes el secreto —el híbrido miró como ella se mantenía reacia a soltar sus brazos. Su expresión era tan sombría como la de él—. Elijah fue bastante claro al expresar su posición con respecto al asunto y, aunque, me es difícil confiar en alguien más aparte de mi familia... Estoy dispuesto a tratar. Por su seguridad.

Andrea tenía pleno conocimiento de que él hablaba sobre Hope. La necesidad de ocultar sus intenciones a través de palabras pensadas por la cantidad innecesaria de oídos en el recinto era clara y completamente entendible.

—Y por mí seguridad, también —profirió con sus brazos sueltos—. Elijah expresó que este secreto puede hacer que me maten. Especialmente, tú. Sin embargo, quiero creer que esto se debe a que aceptas que no puedes protegerla solo.

Klaus soltó una carcajada sonora.

—Ríete todo lo que quieras, Klaus —soltó mientras el híbrido se reía como si le hubiesen contado un buen chiste—. E incluso así, no podrás negar la verdad. Me alié a tu familia porque es la mejor manera de terminar con mi principal enemigo... Tu madre y tu loco hermano. Ahora, esta alianza continuará no solo para terminar con Finn pero si no para protegerla.

Nik la miró en silencio, analizando cada palabra; queriendo creer en sus palabras pero al mismo tiempo teniendo una voz en su cabeza que él conocía más que bien: el canto de la demencia susurrando en sus oídos con el objetivo de volverlo loco.

— ¿Quieres saber si soy «digna» de tu confianza? —el original contuvo sus palabras, mientras Andrea pasaba su lengua por sus labios—. Entonces, ve mis actos. No puedo decirte que confíes en mí porque no lo harás, hasta que demuestre que puedes hacerlo. No obstante, puedo decirte esto: protejo a mi familia con el mismo fervor que tu proteges la tuya —Andrea avanzó, con voz lenta, ronca y suave prosiguió—. Y ella pertenece a mi familia.

Sin esperar una respuesta por su parte, Andrea avanzó hasta pasar de él, empero Klaus actúo con presteza y la detuvo tomando su brazo.

— ¿Quién te dijo? —el susurro llegó a ella con la misma delicadeza en la que él la tenía en su agarre. Andrea miró su brazo y luego a él—. ¿Quién más sabe?

—Salta hacia el vacío, Klaus —la oración zumbó en su mente, recordado que la frase alguna vez salió de los labios de una persona de su alta estima—. El secreto está a salvo.

Niklaus sintió el tacto de la mano de ella sobre su muñeca, ejerciendo una leve presión para que la soltará. El híbrido así lo hizo. La loba siguió su camino hasta que el híbrido la volvió a interrumpir.

—Andrea —la castaña se volteó hacia él desde la entrada con una expresión cansona por tanta dificultad para salir—. Elijah tenía razón; este secreto puede hacer que te maten. Asegúrate de que tu fuente lo sepa también.

La aludida ladeó su cabeza ligeramente hasta que pudo desaparecer de su vista. El original se giró al balcón, con la frase impregnada en su mente, el oji-verde no pudo evitar pensar en Darice Pevensie... Y en la facilidad que él tuvo de saltar hacia el vacío por ella.

•••

La verdad puede ser definida como un arma de doble filo, una acción que puede desatar incontables consecuencias y que, en algunos casos, puede hasta traer desgracias. Hayley creía firmemente que la base de cualquier relación era la honestidad. Y estaba en lo cierto, no obstante cuando veía a Jackson a los ojos cualquier rastro de pensamientos coherentes se esfumaba.

Todo lo que sentía era culpa; una culpa que la comía viva.

«—Él no necesita saber. Por todos los poemas de amor no correspondido, hay muy pocos que explican el dolor de ser objeto de ese afecto. La verdad es, Hayley, no es el amor en el cual los más fuertes construyen fundaciones, es la decencia de mentiras misericordiosas —sus palabras pronunciadas bajo la lentitud de su hablar y el atractivo acento inglés le hizo ver un punto a Hayley, más, seguía sin disipar la culpa que se arraigó en su pecho».

La híbrida pasó las manos sobre su cara en un intento de borrar las palabras de Klaus de su mente. Él tenía un punto no podía negarlo, ¿Qué caso tenía decirle a Jackson que estuvo con Elijah en las fiestas? ¿Qué buscaba Hayley? ¿Qué el rompiese el compromiso? Quizás.

—Hey, ¿estás bien?

La suave voz de Jackson le hizo girar su cabeza para mirarlo. El lobo mantenía una sonrisa contagiosa en sus labios y cuando Hayley trató de devolvérsela en ella salió una mueca. El lobo se hizo su camino hasta el lado de su prometida, sentándose en el colchón a su lado.

Hayley miró sus ojos marrones oscuros y vio el más puro sentimiento impreso en ellos: amor.

—Necesito decirte algo, Jack —musitó en voz baja.

Al poco tiempo de conocerla, Jackson pudo reconocer que los ojos de Hayley eran más expresivos que, incluso, ella misma. Sus orbes marrón avellana decían lo que ella no se atrevía a hablar.

Jackson la miró expectante, sin decir palabra.

Hayley inhaló profundamente y se levantó del colchón, al darle las espaldas comenzó su relato—. Cuando estuve en las afueras de la ciudad por unos días durante las fiestas... No estuve sola —se giró hacia él. El lobo se irguió en su asiento y cruzó los brazos pero aun así no dijo nada—. Estuve con Elijah.

Jackson pasó sus manos por sus muslos, miró a los lados en la habitación y soltó un suspiro. Se levantó y avanzó con lentitud hacia ella. El alfa percibía un tono de énfasis en sus palabras, un doble sentido que Hayley prefería que él descubriera. La híbrida no podría decirlo en voz alta porque, en parte, era consciente de que no debió pasar. Al menos, no de la manera en cómo pasó.

—Cuando dices que estuviste con él, te refieres...

—Sí —lo cortó, mirándole fijamente. Las ganas de desviar la mirada le daban batalla. Los ojos de Jackson brillaron con decepción—. Estuve con él.

El silencio que le siguió a su afirmativa era muy duro para soportar. Jackson le dio la espalda y caminó por la habitación.

Con voz ahogada, Hayley habló—. Di algo, por favor.

— ¿Qué quieres que te diga, Hayley? —respondió casi de inmediato. Jackson no tenía intención alguna de traer a colación al trajeado, sin embargo, era necesario que zanjaran este tema. Luego de mirarla por unos segundos, él leyó su rostro—. ¿Quieres que te perdone? —la híbrida mantuvo el silencio—. No te voy a perdonar porque no hay nada que perdonar —avanzó hacia ella, tomando su cara entre sus manos—. Te amo, pero eso ya lo sabes. Lo que yo no sé es si tú me amas a mí.

—Te estoy eligiendo a ti, Jack.

— ¿Lo haces? —la tristeza se sentía en su mirar, su lenguaje corporal y su voz—. No te voy a preguntar si lo amas porque resulta obvio, lo veo en tus ojos. Lo que si te voy a preguntar es que sí, en verdad, quieres hacer esto. Porque si no quieres esta boda, lo cancelamos. No te sientas obligada a cumplir con un deber que no es tuyo.

Hayley posicionó sus manos a cada lado del rostro de Jackson. Pronto le urgió la necesidad de hacer cualquier cosa que asegurará que él estaría a su lado. Se inclinó con levedad para besar castamente sus labios. Sus frentes se unieron por unos segundos en donde el tiempo pareció detenerse.

—Te elijó a ti, Jack —susurró contra su piel. La sentencia le hizo estremecer—. Ahora y siempre.

•••

Andrea tomó un sorbo del bourbon desde su vaso mientras charlaba con Aiden y Josh. Resultaba ser que los dos últimos desarrollaron una relación amorosa con la cual —para la vista de Andrea— se sentían a gusto, sin embargo, la unión de los seres todavía era ignorada por sus respectivos grupos de especies. Andrea los alentó a demostrar su amor sin importarle que, pues, para ella, mientras uno de los suyos estuviese feliz no importaba que. No obstante, comprendía que más allá de un tema sobre la orientación sexual, la relación entre un licántropo y un vampiro era un tabú debido a las incontables peleas entre las fracciones y el poco futuro que podían tener éstas.

—Te lo juro, Aiden es el peor compañero para dormir. Ronca demasiado alto.

Andrea se carcajeó seguidamente de Josh. Aiden, por su parte, se mantuvo en una posición neutral pese a soltar una sonrisa ladina por unos segundos.

En una habitación de la planta principal, Andrea se sirvió otra vuelta del licor oscuro. Se volteó para decir algo respecto al tema pero arrugó su ceño cuando vislumbró a Josh con un gesto de dolor y con la cabeza gacha. A su lado, Aiden le hablaba pero él no respondía ante ningún llamado.

Andrea se acercó con rapidez. Josh levantó su mirar hacia la izquierda para verla, de pronto, los latidos de Andrea se sintieron más cerca; más real, a los pocos segundos se les unió los de Aiden. Parecían tambores al unísono, tocados con tal exaltación que no lo dejaban escuchar sus propios pensamientos.

— ¿Estás bien, Josh?

El vampiro no supo decir de quién provenía la voz, la mirada se le nublaba en aras de agudizar su oído. Se levantó del asiento bruscamente y desapareció a vista plena en el patio central. Andrea y Aiden tomaron el mismo camino pero la escena no fue satisfactoria tampoco. La misma situación que experimentaba Josh la tenían cada vampiro del recinto; una ascendente sed de sangre combinada con el instinto animal.

Cada vampiro escuchaba el corazón de cada lobo.

Andrea se alarmó de inmediato, mientras observaba como cada lobo cercano a un vampiro se alejaba con preocupación y cómo incluso alguno que otro vampiro se alejaba de la escena. Cuando se giró a su lado, Aiden había desaparecido. Sus ojos captaron la puerta del comedor abierta y caminó hasta allá a sabiendas que Marcel estaría ahí.

Su sorpresa fue cuando el moreno tenía la misma expresión de angustia mezclada con ansiedad en su rostro.

— ¿Qué demonios le pasa a los vampiros? —demandó saber. Marcel, Klaus y Kol se fijaron en ella—. Lucen como si estuviesen listos para la cena.

—Es Finn —respondió con simpleza Kol—. Está haciendo despertar su instinto con la finalidad de probar su punto.

Kol Mikaelson era tan encantador como el resto de sus hermanos. O al menos, esa fue la impresión que tuvo la loba desde el momento en que lo conoció. En contraste a Finn, Kol se expresaba de una manera menos rencorosa y más fraternal, incluso con el tipo de molestia que saca una sonrisa. Sin embargo, en contraste a Klaus y a Elijah, la seriedad que aportaba a situaciones fatídicas era casi nula. En pocas palabras, a Andrea le agradaba Kol pese al poco tiempo que han tenido para compartir juntos.

Las bestias que somos —canturreó con ironía, al tiempo que rodaba los ojos—. ¿Hay alguna manera de parar todo esto?

—Sí y no —sus brazos yacían detrás de su espalda y su voz sonaba entre delicado pero firme.

—Explícate —musitó Klaus.

—Finn debe estar canalizando un objeto oscuro lo suficientemente poderoso para la barrera de contención y el hechizo —comenzó su explicación—. Porque como sé que nuestro querido hermano es un desgraciado, los debe estar combinando. Mientras más tiempo pasen los vampiros encerrados más fuertes se vuelve el ansía...

— ¿Por el amor a Dios, puedes decirnos si puedes romper el hechizo o no? —se quejó Marcel.

—A eso voy... Cómo decía; no puedo hacer nada contra el hechizo impuesto a los vampiros, pero junto con Davina podemos interrumpir la energía de la barrera de contención. Bloqueará todo objeto mágico, ergo, sus anillos solares no servirán. No obstante, esto tiene una desventaja... Si bloqueo la señal, Finn podrá sentir que su hechizo no está sirviendo puede ser que vuelva más fuerte y no pueda bloquearlo por segunda vez.

—Entonces, necesitamos encontrar la fuente que él está canalizando —terminó por deducir Klaus.

—Exacto.

—Tienes que hacer el hechizo —habló Andrea—. No vamos a durar hasta el anochecer. Una vez que llegue Davina haz el hechizo, ¿Cuánto tiempo tenemos para salir de aquí una vez que esté bloqueado?

—Sesenta segundos.

—Perfecto —señaló Klaus—. Nos dará el tiempo suficiente para salir. Los lobos pueden volver a sus hogares y yo buscaré la fuente de magia oscura.

Los minutos pasaron con extrema lentitud. El ambiente se volvió tenso e incluso pesado al pasar el tiempo. Un par de riñas con ansías de peleas dieron a lugar pero se detuvieron a tiempo para impedir un baño de sangre. Los vampiros y los lobos se mantenían separados y cada uno con los suyos.

Davina Claire llegó diez minutos después. La joven bruja no tenía ojos para nadie más que Kol Mikaelson, pues la sonrisa gigante que se impregno en su rostro era muestra de ello. De manera coordinada, ambos brujos comenzaron a preparar lo necesario para el hechizo. Jackson se encargó de reunir a los lobos y esperar en la esquina derecha, listos para salir como una bala. Hayley estaba a su lado y Klaus apareció en la escena con su —típica— chaqueta de cuero.

En el suelo se construyó un círculo de sal rodeado de velas prendidas. Las llamas danzaban al compás de las palabras de latín que Davina y Kol recitaban al unísono, siguieron con la oración un poco más de diez segundos, repitiéndolas un poco más de doce veces. Las llamas se apagaron y el viento esfumo el círculo blanquecino en el suelo; cuando Davina estiró su mano para tocar al original, logrando su cometido, los lobos salieron con presteza del recinto.

La manada fue recibida por la luz del sol de la tarde. Cada quién tomó su camino, pero antes de separarse, Andrea se acercó a Jackson.

— ¿Tienes todo listo? —Andrea miró en dirección a Hayley quién hablaba con una de las mujeres de la manada. El ruido en la calle era lo suficientemente alto para que ella no los escuchará. Divisó de igual manera a Klaus subir a su camioneta. Miró a Jackson asentir—. Buena suerte, Jack.

Junto con una sonrisa ladina, la loba se acercó para abrazarle fraternalmente. En las fiestas ambos lograron entablar un vínculo de amistad con una soltura impresionante. Jackson sentía una sensación de calidez a su lado, y Andrea sentía como si una parte de su familia viviese en él. Cuando la unión se rompió, ambos tomaron caminos diferentes, y con una última mirada de aliento se despidieron.

•••

La luna le resultaba más especial que el sol. Podría ser la manera en cómo brillaba de una manera tan elegante y delicada o cómo tenía tantas facetas que por un tiempo resultaba imprescindible saber qué tipo saldría en la noche. La tenue luz de la luna cuarto menguante se filtró por su ventana al tiempo que ella la observaba de manera embelesada.

La noche llegó pocas horas después que ella se encontró en la seguridad de su hogar. Ayana no estaba cuando arribó, pero cuando la bruja llegó le contó sobre una nueva visión que tuvo, más allá de un presagio sobre su propio futuro, Andrea lo tomó como una fantasía que confundió con una escena a suceder. Se trataba de su hija; Désirée Férux, aquella niña de tez morena que a lo pocos segundos de vida, murió. Ayana le contó durante la cena que mientras visitó su tumba, vislumbró a su hija siendo una mujer, una mujer que vivió, creció y que según su presagio no había muerto.

No era la primera vez que algo como eso sucedía. Empero cuando sucedía, Andrea odiaba ser aquella persona que le dijera la historia que la bruja le contó años atrás. Ver su rostro cuando chocaba con la realidad no le dejaba ninguna alegría, más, Andrea sabía que ella creía; conjeturaba firmemente y en silencio que su hija estuviese viva pese a jamás tener prueba factible alguna.

El sonido de su celular le obligó a alejarse de sus pensamientos y volver a tierra. Caminó hasta la mesa de noche, lo tomó en sus manos y una sonrisa apareció sutilmente en su rostro al ver el nombre identificado.

—Ciertamente te estás volviendo un extraño, señor Mikaelson —bromeó al atender la llamada. Escuchó una suave risa proveniente del otro lado de la línea—. Es bueno escuchar tu risa, lo tomaré como un indicio para saber que no estás completamente perdido en dónde sea que estés ahora.

—Bueno, ciertamente, pasar todo un día encerrada en el complejo no te hizo perder el ánimo —señaló en el mismo tono bromista que ella. Más, el original mantenía una sonrisa en su rostro.

—Oh, lo hizo. Pero bebí mucho —la ligera risa que soltó el original le hizo sonreír. Luego de unos segundos, la loba preguntó—. ¿Cómo estás?

Los segundos que le siguieron en silencio se tornaron pesados para Elijah. Responder una simple pregunta se volvió impensable en el momento porque no podría hacer más que mentir y poco a poco se cansaba de hacerlo.

—Lo mejor que puedo estar —contestó al final, sin darle tiempo de extenderse en el tema, él interpeló—. ¿Cómo estás tú?

—Estoy bien —respondió sin darle mucha importancia—. Lo mejor que puedo estar.

—Eres muy graciosa —reconoció él. El trajeado miró la luna desde el pórtico de la casa de seguridad y sonrió.

En la ciudad, Andrea miró la luna igual. Con el celular en su oreja, y su expresión seria, respiró profundamente. Elijah la escuchó.

—Quiero preguntarte algo pero espero no lo tomes a mal —manifestó sin despegar su vista del cielo oscuro. Al no escuchar una réplica de su parte, siguió—. Sé que lo que pasaste con tu madre no debió haber sido fácil. Por lo poco que me dijo Klaus, la tortura es la mejor manera de florecer la culpa, y me gusta pensar que soy lo suficientemente inteligente para saber qué la culpa que sientes es por todo lo que ella te hizo pasar mientras estabas en cautiverio. Sé también que cuando alguien se siente así busca lo más cercano a la seguridad misma. Mi pregunta es: ¿por qué me llamas?

—Resulta sencillo conversar con alguien que no te conoce en tu totalidad.

—He ahí el problema, Elijah... No hablas sobre eso.

—Creyéndolo o no, Andrea. Estas pequeñas conversaciones me hacen más bien del que puedas imaginar —confesó en un murmullo lento y suave.

Ante sus palabras, la loba suelta una sonrisa melancólica—. Entonces, estoy feliz de ayudarte hasta donde pueda.

—Buenas noches, Andrea —soltó al poco tiempo, alejándose su vista de la luna y llevándola al horizonte del terreno oscurecido.

—Buenas noches, Elijah.

Luego del corto despido, la llamada se cortó. Andrea observó el celular en sus manos por unos segundos más, inmóvil en su lugar. No sabía que esperar, no sabía que sentir con respecto a la creciente sensación que se implantaba sobre ella; al hecho de que estaba sintiendo una emoción incontenible de escucharlo y hablar con él. Un poco más de respeto por aliados y cariño de amigos, pero un poco menos que amor. Eso era lo que sentía por Elijah Mikaelson.

Por otro lado, Elijah guardó el celular en su saco. Un recuento del día pasó por su mente y con ello un recuento del desastre que era. Comenzando por sus pensamientos en Hayley, Rebekah terminando con el lapsus en donde se esfumó y las conversaciones con Camille.

«¿Cuándo terminará la sensación de ahogo?», se preguntó a sí mismo.

—Pensé que te habías ido —la voz de Camille le obligó a girarse para mirarla. La humana lo miraba con compresión; con tal empatía que podía hacerle saber que ella lo entendía pero no lo hacía.

La psicóloga no había compartido tanto tiempo con Elijah como en ese momento y aun así, él no era él mismo. Distraído y distante; lo sentía tan lejos de la realidad que le asustaba.

—Te debo una disculpa, Camille —inició en su tono usual—. Mi hermana está perdida pero se me es imposible hacer algo. Los desastres no dejan de golpear a mi familia y yo soy un... —se detuvo por unos instantes, la larga lista de excusas ante su comportamiento comenzaba y terminaba con él. Con lo que era. Solo debía aceptarlo y quizás todo terminaría—...asesino, el cual tiene problemas de pasado demasiado fuertes para evadir —avanzó hacia la rubia—. Lo lamento.

La rubia le regaló una sonrisa tranquilizadora.

—Si alguna vez quieres hablar sobre eso, estaré ahí para escucharte. Eso es lo que hago —se encogió de hombros, añadiendo un poco de ligereza al ambiente.

Elijah le correspondió con un simple asentimiento leve de cabeza. Camille lo tomó como señal para ir a descansar, sin embargo, antes de partir, se dirigió a él una vez más.

—No tienes por qué sentirte culpable acerca de tus sentimientos —alegó, llevándose la atención del original en el camino—. Puedes sentir lo que sea que sientes. Es natural. No satures tu mente pensando a quién escoger, porque siempre existirá algo más fuerte. Algo más real. El amor no es fácil empero se aligera cuando la compañía ideal está ahí. Ahora y siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro