Terrrrcer maullido.
Una agradable melodía de reggae relajaba el ambiente mientras que la iluminación del restaurante titilaba armoniosamente desde las lámparas de otate en lo alto del techo. Yoongi, sentado en una esquina con una copa de merlot en su mano, miraba su casi imperceptible movimiento, derivado del viento frío de esa noche, con las pupilas completamente dilatas y tratando de controlarse para no cometer ninguna impertinencia.
Como cambia-formas de gato, tenía bastante desarrollada su naturaleza curiosa y juguetona por lo que constantemente se dejaba arrastrar por ésta y terminaba en cuatro patas, saltando y corriendo por todas partes.
Esa noche, sin embargo, no podía permitírselo. Ya había perdido demasiado tiempo entretenido con los bolígrafos de su habitación como para caer de nuevo. Ahora debía de concentrarse en serio. La cena de presentación no era ni por poco lo más interesante del club, pero para él significaba una grandiosa oportunidad extra en caso de no lograr una segunda cita.
Taehyung le había recomendado activar su modo CEO y moverse como si todo aquello se tratara de algún jugoso negocio, por lo que ahí estaba, acomodando su cabello con singular coquetería y buscando con sus ojos de depredador a su ansiada presa mientras trataba todavía de ignorar las llamativas luces.
Aunque, ya que las volvía a notar... Se veían tan centelleantes, tan grandes... ¿Cómo se sentiría tocarlas? ¿Cómo se verían cayendo una tras otras? Para saberlo tenía que tentarlas primero, pero estando como humano no podría alcanzarlas jamás; tal vez si se transformaba en gato podría escalar por las paredes y meter una patita entre las sogas que las sostenían... Tal vez podría romperlas sólo un poquito... Tal vez...
— ¿Listo para ordenar?
Yoongi parpadeó repetidamente y levantó su mirada para enfocar al mesero de cuya presencia no se había percatado. Mentalmente, se reprendió por estar así de distraído, pero asintió con seguridad, como si la pregunta no lo hubiera sorprendido en absoluto, y como siempre ordenó huachinango. Algo que reconocía de la organización del evento era que pusieran a su disposición una enorme variedad de pescados a ordenar. Los mejores y más finos mariscos estaban totalmente cubiertos por el club y Yoongi podía comer cuanto quisiera.
El problema surgía cuando de pronto pensaba en los cambia-formas peces...
Sacudiendo esos horribles pensamientos, se bebió de golpe todo el vino restante en su copa y maulló por lo bajo. La noche recién comenzaba y no debía de desanimarse antes de tiempo así que cuando su plato fue servido se concentró en comer sin ninguna clase de remordimiento.
La presentadora y anfitriona -la misma pantera negra de cada trimestre- hizo acto de presencia media hora más tarde e inauguró las actividades, comentando el plan personalizado que se le daría a cada pareja que consiguiera el amor y a todos los sitios a los que podían asistir: Una cabaña ubicada en una isla solitaria no muy lejos del hotel, un spa con aguas termales a dos horas de ahí, una cafetería para felinos de razas pequeñas, entre otras más que a las que secretamente Yoongi deseaba ir.
Taehyung le había comentado que en alguna ocasión había escogido un crucero a la luz de la luna donde se había apareado con una preciosa leona y, aunque fingió desinterés en un principio, la realidad era que quería desesperadamente vivir un momento así con alguien que le maullara cariñosamente.
No lograba recordar la última vez en la que se había sentido tan querido entre las patas de algún minino, pero añoraba la calidez que un suave pelaje daba, lo placentero que era recibir lamidas ásperas en sus orejitas o los mordisqueos en su colita. Yoongi deseaba tantas cosas y tenía tantas ideas en mente... Pero antes que nada, ¿por qué eran tan tentadoras esas malditas luces!
— Disculpe que le maulle, señor Min, pero me han mandado a entregarle esto—el mismo mesero de antes, el mismo que no había detectado de nuevo y el mismo que lo miraba con una expresión sonriente, retiró los platos sucios y colocó en frente de Yoongi un pequeño plato lleno de hojitas verdes.
— ¿Catnip*? —preguntó confundido y olfateó por encima del plato el agradable y atractivo olor que de él venía— Creí que estaba prohibido.
—En esta ocasión no, señor, se ha permitido el consumo en pequeñas cantidades para razas grandes.
—Pero yo no...—el pelinegro atrapó su respiración y negó, recordando que nadie realmente sabía cómo era su lado animal. Por supuesto, todos habían visto al pequeño gatito negro feo, pero nadie lo asociaba con el guapo CEO Min, por lo que su identidad gatuna era un secreto— Está bien, gracias—dijo rendido, decidiendo no revelar su tamaño; además, conseguir catnip gratuito y legal nunca estaba de más— ¿Puedo preguntar quién lo envió?
—Por supuesto, señor—el mesero amplió su sonrisa cuando lo vio probar el regalo y señaló disimuladamente hacia una mesa hasta al fondo donde Yoongi vio con emoción al felino que tanto había estado buscando—. Me pidió que le dijera que el elevador no es el único lugar donde pueden encontrarse.
Yoongi lo miró con la boca abierta, sopesando la información con incredulidad.
— ¿De verdad? —preguntó, odiando inmediatamente la fragilidad en su voz y la expresión burlona del mesero.
—El señor Park lo estará esperando en el jardín norte, debajo del flamboyán amarillo.
Cuando el trabajador se fue, Yoongi desvió su atención hacia la mesa donde estaba el felino de sus sueños sólo para descubrir que ya no se encontraba más en el lugar. Si lo que el mesero decía era cierto, entonces eso significaba que debía de estar yendo hacia el jardín para su encuentro nocturno, y aunque él quiso salir corriendo detrás de él para no hacerlo esperar, la voz de Taehyung lo detuvo con un regaño mental, como era usual cada que estaba a punto de cometer una estupidez.
—Tenemos que hacernos del rogar, matador—era lo que decía su mejor amigo en su cabeza—. ¿Ya te viste en el espejo? Lo que daría por ser gay y robarte otro beso, guapetón.
No. Borrón mental. No quería recordar la vez en la que su amigo quiso reforzar la amistad. Fue incómodo y extraño.
—No fue tan malo, deja de pensarme así—repitió un Taehyung imaginario en su mente—. Mira el reloj—Yoongi obedeció—, sólo un minuto más. Por lo mientras cómete un poco más de ese suculento catnip—el pelinegro asintió y se llevó una probada a los labios, sintiendo el sabor terroso y tranquilizante en su paladar—. Bien, es tiempo, levántate y ve a por él, gato del año.
—Voy a por él—dijo Yoongi en voz alta y se acomodó el cabello, sintiendo ya la relajación que la hierba traía consigo—. Va por ti, Tae.
—Correcto, pero a la otra llama al Taehyung real. Yo sólo soy un residuo de tus recuerdos de él, raro.
Yoongi se carcajeó internamente por su volátil imaginación y, tras guardar en un pañuelo todo el catnip restante, salió del restaurante rumbo al lugar citado. La cuenta estaba cubierta por el hotel, de todas formas, así que no se preocupó por irse así ni de perderse la para nada interesante explicación de la pantera negra que ahora hablaba sobre todas las especies participantes. Simplemente, siguió caminando hacia Park con la emoción de alguien que va a recibir un regalo esperado.
Por lo que podía descifrar, ya que el hermoso hombre le había enviado un regalo y lo había citado, había un latente interés entre ambos, no era tan tonto como para no darse cuenta, sin embargo, la cantidad de catnip en el plato había estado pensada para una especie enorme, tal vez un guepardo o un jaguar, lo cual le hacía pensar que Park ya se había hecho una errónea imagen de él.
Detuvo su paso. No quería ser una decepción para nadie. Estaba cansado de ser rechazado, de ver siempre la misma expresión de desilusión de las personas cuando descubrían que su cita era con un gato tan raro. Yoongi no quería recibir otro golpe a su, por poco, inexistente autoestima
Pero deseaba tanto verse con ese felino, ¿y qué si lo rechazaba? Al menos podría tener una cita con él, tener una agradable conversación y así sentir que no fue en vano asistir a un evento tan pretencioso. Quién sabe, igual con un poco de suerte podía hasta hacerle ver que él valía la pena, que el físico era lo de menos cuando había amor.
— ¡Y si le importa más el físico que se joda! —gritó Taehyung en su cabeza y Yoongi retomó su camino esta vez ya más tranquilo. Más tarde, sin importar el resultado de esa noche y como forma de agradecimiento, iría con Taehyung a ronronearle en su ventana. Tal vez incluso se dormiría en su cara. Su amigo ni siquiera estaba hablando con él de verdad, pero igual se encontraba animándolo.
Finalmente, llegó al jardín y vio con grata sorpresa que la administración del hotel había decorado justo como a él le gustaba. Iluminación tenue que no estimulaba a su gato interior, árboles coloridos por todas partes, una fuente en el centro y un par de bancas para sentarse. Casi podía jurar que parecía un parque y no un área de un hotel. No obstante, lo que más le llamó la atención-y pedía disculpas internamente por ignorar el arduo trabajo del personal- no fue todo el ornamento sino el hombre que se encontraba sentado debajo de un árbol amarillento.
Era un joven atractivo, no cabía duda de eso. Su mirada era amable y tenía rasgos dulces, pero su porte era de alguien dominante y seductor. Además de que su atuendo negro y ajustado lo hacía verse como todo un amante experimentado.
—Hola—dijo en un susurro cuando estuvo a su lado, escondiendo ambas manos en sus bolsillos por no saber qué hacer con ellas. El viento se mantenía frío y a la distancia se escuchaba el sonido de las olas rompiendo con las rocas.
El hombre, contrario a él y su timidez, se relamió los labios con vanidad y después se mordió el inferior, disfrutando de la frescura de la noche y de la vista de en frente.
—Recibiste mi regalo—dijo con la voz ronca, desquebrajando cualquier barrera de protección que Yoongi hubiera construido en torno a él y derritiéndolo en el proceso.
—Fue una sorpresa—dijo el pelinegro tragándose los nervios, recordando también activar su lado CEO y sacando de sus bolsillos el pañuelo donde guardaba la exótica hierba seca—. Pero una agradable.
—No sabía la cantidad que debía de enviar, así que simplemente mandé lo que creí necesario—el hombre relajó los hombros contra el respaldo del asiento y echó su cabeza hacia atrás para admirar las estrellas—. Sabes, mirar el cielo oscuro siempre me relaja—comentó de repente, como si se trataran de viejos amigos y no de dos personas en plan de conquista.
Yoongi se sentó a su lado y asintió fingiendo entender hacia donde iba la plática. Lo cierto era que la oscuridad también lo calmaba en días difíciles, pero no entendía el sentido de sus palabras.
—Me pasa lo mismo. El parpadeo de las estrellas me hace sentir alegre.
— ¿Verdad? Son como hipnotizantes—el sujeto se volteó hacia él con repentina agitación. Lo miraba con sus ojos bien abiertos y con los pómulos ligeramente sonrojados. Yoongi comprendió que no había sido el único en probar catnip.
—Me pasa... Eh... me pasa incluso con las lámparas del restaurante, ¿a ti no?
—Sí, me distraen todo el tiempo, especialmente cuando encandilan.
Yoongi quería ronronear. Definitivamente quería hacerlo.
—Min Yoongi... Ese es mi nombre—había un par de murciélagos revoloteando alrededor y él quiso repentinamente ir a cazarlos, pero Park lo miraba con- lo que él esperaba que fuera- un atractivo aturdimiento que lo hizo controlar sus impulsos.
—Park Jimin—respondió su cita y se sacudió con efusividad el cabello—. Y no quiero sonar grosero por no preguntar nada más, pero en este momento deseo tanto ir a cazar a ese par.
Yoongi miró a sus desafortunados acompañantes volando por encima de ellos y decidió mandar a la basura sus dudas sobre la especie de Jimin. Claramente, se divertía con las mismas cosas que él y eso lo motivaba como nunca creyó.
—Tal vez podamos hacerlo después—comentó armándose de valor, esperando que Jimin no se desanimara por no ofrecerse a hacerlo esa misma noche. El estúpido miedo de que viera su lado animal y se alejara como todos había sido más grande que su convicción.
—Claro, podemos—sin embargo, Jimin no se mostró desanimado y en su lugar le regaló una sonrisa de pupilas dilatadas—. Es obvio que tú y yo debemos de vernos de nuevo.
— ¿Sí? Es decir... Sí, naturalmente.
—Ven—el hombre se relamió los labios y se inclinó en su dirección, llevando una mano hacia el bolsillo de Yoongi de donde atrevidamente sacó su celular—. Voy a llamarme desde tu cel para que te quede registrado mi número—dijo mientras marcaba y esperaba a que su propio celular sonara—. Listo. Llámame pronto. No es necesario hacerse del rogar.
Jimin se levantó y se despidió con un ademán, disfrutando del estado de shock de Yoongi quien se mantenía petrificado en su sitio.
» Tengo una segunda cita, ¿verdad? « Pensó » ¿Puede considerarse como una segunda? ¿Cierto? «
"Claro que sí, ganador, es una segunda cita." Esa vez no fue la voz de un Taehyung ficticio la que habló, sino una propia que tenía muy bien escondida en sus adentros.
*El catnip para gatos es una planta que estimula y les pone felices.
El flamboyán es un árbol de gran tamaño y vistosas flores.
Según yo, iba a subir dos capítulos y toda la onda, pero soy como este Yoongi, me distraigo con todo y soy una anciana que se queda dormida a las doce u.u
En fin, nos estamos maullando. >w<
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