Sexto ronrroneo.
A pesar de que el reloj marcaba las ocho en punto de la mañana, la habitación todavía se encontraba en completa oscuridad. Ni el más tenue rayo de sol se lograba filtrar por las gruesas y pesadas cortinas de diseñador que Taehyung había mandado a poner el día anterior, precisamente con la intención de alargar más sus noches.
Como tigre, necesitaba dormir cierto número de horas si no quería ponerse de mal humor. Generalmente, cuando no lograba descansar bien, su cerebro no carburaba y su estado de ánimo decaía. Él se jactaba de mantenerse siempre positivo ante la vida, pero cuando no dormía bien, cuando sus dieciséis horas se volvían ocho, el mundo adaptaba un filtro oscuro y desolador. A él no le gustaba sentirse así, obviamente, por lo que se cuidaba mucho. No escatimaba en detalles. Su sueño era muy preciado para él.
Por eso, cuando abrió los ojos antes de que su despertador sonara, se sintió muy raro. Por no decir vigilado. Su instinto—bastante fuerte, a decir verdad— le había dicho entre sueños que tenía que despertar, que algo estaba ocurriendo en sus aposentos. Así que despertó. Sólo para encontrarse en una recamara a oscuras y silenciosa... Bastante silenciosa.
Algo estaba pasando.
—Bien, sé que estás ahí, no te hagas el tiernito.
Su oración no obtuvo más que silencio. Uno denso, limpio... Sospechoso.
Con suavidad, dejó de lado las almohadas que había acomodado en las orillas y salió de la cama con un paso sigiloso tras otro. Buscando. Tratando de encontrar el origen de su inseguridad. Como humano no era tan ágil con sus sentidos, pero como tigre era todo lo contrario, así que hizo lo que necesitaba para mejorar su cacería: Una transformación a medias. Su rostro pronto adquirió finos bigotes que sobresalieron en sus mejillas y un par de grandes orejas que se movieron al compás de su respiración... Y luego estaba su olfato.
Había algo diferente en el ambiente, dos olorcitos nuevos... Sí.
Ahí estaba. En lo alto de su clóset... Dos pares de ojos que brillaban en la oscuridad de la habitación. Cuatro ojitos que lo seguían mientras él caminaba hacia ellos, lenta y cuidadosamente. Con un salto podría fácilmente atraparlos, él era más agresivo, más grande, y ni siquiera le importaba que se rompiera el mueble. Su orgullo de tigre estaba en juego. Pero los dos seres fueron más listos. Y antes de que pudiera reaccionar, brincaron sobre su cabeza.
— ¡Yoongi! ¡Jimin! ¡Ya!
Como un cubetazo de agua fría, el peso de un par de gatitos hiperactivos aterrizó sobre su espalda, quienes comenzaron a perseguirse entre ellos como si no estuvieran encima de alguien más. Ambos perdidos en su actividad, soltando arañazos y gruñiditos agudos que sonaban como trompetas en sus oídos.
— ¡Chicos! ¿Qué les dije de la hierba gatera?! —ambos animalitos ahora se movían por toda la habitación, brincando como si se trataran de conejos y no de felinos-en teoría-civilizados—. ¡Van a pagar por cada cosa que rompan!
El gato negro se detuvo para verlo cuando escuchó su regaño; tenía los ojos bien abiertos y su respiración agitada, pero había algo en su rostro que indicaba lo lejos que estaba de calmarse.
—Yoongi, soy tu mejor amigo, ¿no? —le cuestionó cuando lo vio caminar con elegancia a lo largo de su librero, compartiendo miradas cómplices con Jimin que ahora se acicalaba sobre la cama—Y estamos de acuerdo con que es muy temprano para jugar...
Yoongi maulló por lo bajo y se detuvo al lado de una bola de cristal en miniatura que su mejor amigo tal vez había comprado en uno de sus viajes a América. Le parecía atractiva, como si lo estuviese llamando porque, pese a lo oscuro del sitio, la bola reflejaba una versión distorsionada de él.
—Y hacer ruido innecesario sólo me pondría los pelos de punta—siguió el tigre con cautela— recuerda que soy un felino también, pero uno más grande...
La base del artefacto era dorado, tal vez de algún material fino. Podría estar bañado en oro o ser un simple metal pintado. Le daba igual. Brillaba. Y a él le gustaban las cosas que brillaban.
—Gi, Jimin está esperándote en la cama, ¿por qué no vas con él?
Era cierto, Jimin lo miraba desde la cama, pero parecía más entretenido limpiándose la colita que en prestarle atención. En cambio, la bola de cristal lo estaba reflejando...
—Yoongi, fue un regalo de mi mamá—y era tan bonita...—, no, no estires esa pata, Yoongi, no—pero se veía mejor cayendo desde lo alto.
Adiós, bola de cristal.
—Joder, Yoongi, ¿por qué estás tan loco? —Taehyung chasqueó viendo los pedazos rotos sobre su alfombra y, resignado, extendió sus manos para de un salto atrapar al pequeño gato entre sus manos y así levantarlo a la altura de su rostro—Ahora como castigo tendré que llenarte de besos—le dijo, repartiendo pesados besos sobre su cabecita peluda.
Yoongi se removió incómodo hasta convertirse en humano. Uno desnudo.
—Prometo ir personalmente con tu madre a pedirle perdón—dijo viendo el fruto de sus travesuras y sin notar su falta de ropa—. Buenos días, Tae, Tae.
El tigre exhaló todavía más apesadumbrado y se giró hacia su cama sólo para ver a Jimin ya convertido, envuelto entre sus sábanas y con los ojos cerrados. Enojarse con ellos era casi titánico.
—Buenos días, Yoon, Yoon—exclamó con un resoplido y exhortó a Yoongi a sentarse a su lado en el colchón—. Supongo que fue una buena noche para ustedes—señaló.
El cambiaformas de gato se sonrojó hasta el cuello, pero negó viendo de reojo como Jimin había comenzado a respirar con lentitud.
—Sólo quisimos darte los buenos días—balbuceó tímido y se hundió de hombros. Taehyung extendió una sonrisa.
—Si es de esa forma, entonces pueden venir todos los días—era verdad eso de que no dormir lo ponía irritable, pero ver a su amigo feliz le regresaba todo el buen humor—. ¿Tienes sueño, no? Ven, hay espacio para tres en mi cama.
Despertar desnudo en medio de Yoongi y Taehyung fue inexplicable. Cuando abrió los ojos, lo único que pudo sentir fue pesadez y un ligero mareo; no le importaba en donde estaba o lo que había hecho. Su mente estaba todavía entre la vigilia y el sueño. Lo único de lo que estaba consciente era de que había despertado, que tenía mucha hambre y que le dolía la cadera. Pero nada más.
Por eso, cuando se vio en medio de dos cuerpos calientes, casi se infarta por el miedo de no entender lo que estaba ocurriendo. Lo último que recordaba era que había estado en su forma gatuna, lamiéndose las patas sobre una superficie muy cómoda.
No fue hasta que logró vislumbrar a Yoongi ronroneando dormido que su cabeza logró acomodar las piezas del rompecabezas: Estaban en el cuarto del Taehyung. ¿Pero cómo había llegado ahí?
Esa mañana había despertado muy temprano, con unos fuertes brazos rodeándole la cintura y un aliento cálido sobre su nuca. Había estado haciendo calor, y su cuerpo seguía un tanto pegajoso, pero el abrazo le había hecho sentirse tan cómodo y ronroneante que en lugar de irse sólo se había acurrucado aún más.
Recordaba también que después siguieron los besos perezosos y una grave voz pidiéndole que despertara y que de inmediato llegaron a él los escalofríos, una erección matutina y una serie de mimos. Si hacía memoria casi sentía los gemidos, las caricias y más humedad y el "déjame acicalarte" que escuchó después de un buen orgasmo.
Ah, por eso se había convertido en gato. Después, quien sabe cómo, había seguido a Yoongi hasta la habitación de su mejor amigo y habían estado eufóricos jugando por cada esquina; lo anterior explicaba la falta de ropa. Aunque no entendía como Taehyung no había dicho nada y, en lugar de eso, se había dormido plácidamente junto a ellos.
No quería preguntar sus razones. Y tampoco quería despertarlo a él y a Yoongi. Lucían alegres y pacíficos gruñendo con los ojos cerrados. Él no tuvo el corazón para molestarlos. Personalmente, odiaba cuando interrumpían su sueño reparador, así que convirtiéndose de nuevo en calicó, salió del lugar y se dirigió hacia su propia habitación para poder pensar.
Lo que había pasado con Yoongi en la noche, y también muy temprano en la mañana, era algo que necesitaba analizarse con calma y a solas con un buen café. Le parecía increíble—por no decir imposible— enamorarse de alguien después de la primera vez, pero Yoongi...
Definitivamente, no estaba enamorado (era muy pronto), pero el hombre había jodido algo más que su cuerpo. Le había jodido la mente. Su estabilidad. Cualquier sentimiento que se le ocurriera.
Por supuesto, había asistido al club con la intención-más que necesidad- de encontrar a un compañero digno, pero al parecer Yoongi había superado todas sus expectativas. Quería ir más allá que una simple noche o un "veremos qué pasa". De verdad quería conocerlo y que funcionara. Sólo tenía que asegurarse de que el hombre quisiera lo mismo que él.
Yoongi había mencionado que no quería algo pasajero, podía recordarlo. Pero Jimin había escuchado eso tantas veces que ya era risible tomárselo en serio. Algunas de sus relaciones casuales habían iniciado así. Él no era tonto ni ingenuo. Pero había algo en ese gatito negro que le decía que no se trataba de una patética estrategia para llevarlo a la cama.
Creía en él.
Pero, nunca estaba de más asegurarse. Plan que iba a llevar a cabo después de desayunar y tomar valor para preguntarle. Además, también quería hacerle ver que los dos podían tener algo bonito fuera del club; necesitaba ordenar sus ideas. Porque iba a cazar a Min Yoongi, de eso no había duda. Por sus bolitas que así sería.
Nos estamos maullando en el siguiente cap.♥
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