Segundo salto
La segunda cita fue planeada para dos semanas después del primer encuentro del tigre y el conejo. A pesar del día tan incómodo en el parque de diversiones, esa misma noche resultó extrañamente divertida, tanto que incluso intercambiaron números. El conejo le había dicho que no tenían que seguir con el rollo romántico y que simplemente fueran amigos, por lo que no tenía razones para preocuparse sobre la siguiente cita, pero, como Taehyung era un hombre de palabra, le explicó que la tendrían, aunque fuera solo como amigos.
Fue así que se reunieron en un pub muy famoso un sábado por la noche. Jungkook había mencionado algo sobre que beber rompía barreras y unía a los hombres, por lo que terminaron detrás de la barra con una botella de whisky y un montón de números telefónicos que fueron recolectando a lo largo de la noche, entre risas y provocaciones infantiles.
—Tenemos un hermoso león a dos mesas de aquí, grandote.
—Y a una bonita liebre del ártico detrás de nosotros.
Jungkook resultó ser un hombre realmente agradable. Mientras bebían, Taehyung descubrió que, en realidad, era bastante juguetón, casi tanto como Yoongi o como Jimin, aunque, ciertamente, su tipo de diversión variaba. Mientras sus amigos se entretenían con luces y juguetes en movimiento, Jungkook lo hacía elaborando planes traviesos y bulliciosos. Nada que fuera extremadamente negativo o perjudicial, pero sí con tintes bromistas. Como en ese momento, en el que llevaban a cabo un reto un poco extraño, en el que trataban de conseguir los números de personas no afines a ellos. Hombres para Taehyung, mujeres para Jungkook.
Fue así que Taehyung descubrió que su nuevo amigo era también muy competitivo y, aunque por naturaleza también lo era, dejó de lado los instintos y se dejó vencer cuando descubrió que Jungkook sufría cuando tenía que hablar con cambiaformas de mayor tamaño que él.
—Déjalo, ya tienes más números que yo...—le dijo divertido cuando vio la hora y descubrió que pasaban de las dos de la mañana. La actividad para romper el hielo había sido un éxito, pero los tigres necesitaban dormir sus horas y si no decía nada, Jungkook fácilmente podría seguir toda la noche.
—Me estás dejando ganar, así no es divertido—le respondió el chico con un gesto resignado, pero comprensivo, y bebió de su vaso, todavía haciendo muecas al sentir el ardor del alcohol en su garganta—. Pero, puedo decir que fue divertido.
—No te estoy dejando ganar, es que son demasiados números y ni siquiera voy a llamar a ninguno—Taehyung suspiró y trató de levantarse, pero la bebida en su sistema se lo impidió—. Diablos, realmente estoy borracho.
—Ese era el punto; yo también lo estoy—Jungkook le sonrió con simpatía—, pero oye… ¿Por qué no aventurarse y llamar a uno de ellos? El de cabello blanco es muy guapo y es un tigre como tú, lo ví de verdad interesado en ti.
—Ya te dije: No soy gay—Taehyung soltó unas risas nerviosas, pensando en lo ridículo que sonaba cuando estuvo horas persiguiendo hombres para saber sus números—. Tú fuiste la excepción para consentir a Jimin. Ahora que vimos que tampoco funcionó contigo, no pienso continuar con lo mismo.
Jungkook enarcó una ceja.
—Me ofendería, pero… Parece que tampoco eres mi tipo—dijo, levantándose finalmente con un movimiento torpe y llamando al bartender para pedir la cuenta, ignorando la mirada sorprendida de Taehyung—. ¿Te parece increíble? No porque sea gay voy a sentirme atraído instantáneamente por ti, tengo mis estándares.
— ¿Y estoy por debajo de ellos? —Taehyung sacó su billetera y detuvo al chico de pagar, llevado por su tigre que de repente se retorcía con el orgullo herido.
Jungkook retrocedió ante la postura altiva del tigre y lo miró con precaución.
—Con calma, grandote—dijo con un murmullo suave, como una presa que se sabe acechada por un depredador—. No es que estés por debajo, es que estás muy por encima. Acabas de entrar en la categoría de amigo, lo cual es como que… Muy lejos de mi. Intocable.
— ¿Intocable? —el tigre soltó un gruñido de diversión y se ayudó del menor para caminar una vez que la cuenta quedó saldada. Como ninguno había llevado su auto, tenían que caminar hasta la avenida para esperar a sus taxis.
—No me enamoro de los amigos, es muy problemático… Y como eres hetero, creo que es mejor ponerte en una categoría alejada de mi. ¿Recuerdas lo del corazón roto? Tal vez Jimin no se preocupe por eso, pero yo sí.
Después de esa noche, ellos no volvieron a tener citas. Al menos no en un plan romántico. Por supuesto que siguieron en comunicación, a Jungkook le encantaba hacer videollamadas en los momentos menos esperados, y comenzó a buscarlo por cualquier cosa. Como la vez que le llamó para lloriquear que su suavizante de ropa favorito había salido del mercado o como cuando le dijo entre risas que creía que su nuevo tatuaje comenzaba a infectarse.
—Creo que tus prioridades están mal—le dijo una tarde calurosa. Ambos se encontraban en sus respectivos trabajos, esperando con flojera que terminara la última hora de sus jornadas que, casualmente, coincidían—. Dices que el éxito de tu cita de hoy depende de su elección entre DC Comics o Marvel, pero no te preocupa que esté bajo libertad condicional… ¿Qué está mal contigo?
— ¿De verdad crees que estoy mal? —Jungkook se veía afligido del otro lado de la cámara. Sus gestos eran los de un niño berrinchudo, a pesar de estar usando un traje que lucía carísimo—. No soy nadie para juzgarlo y todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no?
La bondad de Jungkook fue una de las cosas que más le gustó a Taehyung; el conejo era demasiado atento y amable para su propio bien, siempre pensando lo mejor de todos y tratando de ayudar a los que pudiera. Tal vez por eso fue que permitió que el chico siguiera siendo un poco invasivo de su tiempo, porque sus acciones eran sinceras y sin dobles intenciones. Si buscaba a Taehyung era por el simple hecho de disfrutar de su compañía.
—Por cierto, Jungkook… ¿No tienes más amigos? Porque en este momento agradecería que llamaras a uno de ellos, como a Jimin, por ejemplo—Taehyung fingió una mueca de disgusto, pero su sonrisa encubierta de seriedad no pasó desapercibida para Jungkook quien todavía lo miraba a pesar de estar caminar rumbo al baño.
—Tengo muchos amigos, pero tú eres la novedad—le dijo sardónico, colocando el móvil en el lavabo para después encerrarse en un cubículo. Taehyung trató de ignorar los sonidos líquidos que venían desde el sitio donde el chico se había encerrado.
—Me encantará ver que alguien entre y te robe el celular… Lo estoy ansiando, ¿Y por qué no usas los mingitorios?
— ¿Acaso quieres verme orinar? Porque lamento decirte que ya terminé. Deja me lavo las manos y nos largamos a casa.
—No voy a seguir con esta videollamada, tengo que manejar.
Jungkook salió del pequeño espacio y miró a los lados, revisando que nadie más hubiese entrado mientras él orinaba. Por la posición de la cámara, Taehyung no podía decir con exactitud si había alguien más en el baño del trabajo de su amigo, pero de verdad esperaba que no fuera así. Él solía ser conocido en muchos sitios y encontrarse con alguien en una situación así no le parecía atractivo.
Por suerte, el hombre se hundió de hombros y se despidió sin más, cortando la llamada ahí mismo. Taehyung deseó que la cita del chico tuviera éxito, pero no pudo evitar sentirse triste cuando al llegar a casa comenzó con las comparaciones y los deseos frustrados. Podría ser que hubiese encontrado un amigo genial con el que congeniaba bien, pero seguía sin poder enamorarse. Seguía regresando a una casa vacía y sin ningún aroma extra sobre su piel.
Lo único que calmó a su tigre de no salir a gruñir a su azotea fue el ruido que escuchó en la ventana de una de las habitaciones de arriba. Como ya sabía por donde iba el asunto, no se molestó en subir a verificar sino que salió a su patio y se convirtió en tigre para trepar en el gran árbol que tenía afuera. Como supuso, se encontró a Yoongi convertido en gatito negro, maullando desesperando mientras rasguñaba el vidrio de su ventana.
—Grrrrrrr—le amonestó cariñosamente, moviéndose con suavidad sobre las ramas en el momento en el que el gatito comenzó a caminar hacia él. Con suavidad, giró su cabeza y abrió su hocico para sujetar a su amigo por el lomito y así bajar con él de un brinco y regresar al interior de su casa.
—Lo hiciste de nuevo. Dijiste que ya no estabas molesto conmigo, pero tu ventana estaba cerrada—lo acusó Yoongi ya convertido en hombre, dejándose caer en el sillón. Aparentemente, había subido un par de kilos, como a veces ocurría con los recién enamorados, porque podía notar que sus mejillas estaban más abultadas que antes.
—No tienes porque meterte por la ventana, para eso está la puerta, campeón—Taehyung se acomodó a su lado, cerrando los ojos cuando Yoongi pegó su nariz contra su cabello, husmeando curioso como siempre lo hacía después de no verse en mucho tiempo.
—Estás triste… No digas que no porque lo huelo—el gato negro buscó en sus ojos algún indicio que le explicara sobre lo que pasaba, pero al no encontrar nada volvió a hablar—: ¿Tan enojado sigues conmigo que no puedes contarme que pasa?
—Ya no estoy molesto—le respondió sinceramente, palmeando su cabeza con cariño—. Lo del parque de diversiones ya quedó atrás. No abrí la ventana porque se me hizo tarde en la mañana y lo olvidé.
—Aún sigues triste… ¿Quieres que te prepare algo de comer? Si no quieres hablar, podemos salir a correr… O puedo llevarte a la agencia, hay un nuevo artista que tal vez te gustaría conocer… Puedo ronronear, si quieres.
Taehyung lo miró en silencio por un largo rato, sintiendo de pronto el pecho apretado por la emoción.
—Te quiero mucho, Yoongi.
Contarle a su mejor amigo lo triste que se sentía por no encontrar a alguien que lo quisiera no fue tan vergonzoso como creyó que sería. Había pensado que admitir que se sentía inseguro como pocas veces en la vida sería más desgarrador, pero al tratarse de Yoongi, lo sintió correcto, con las palabras saliendo de él con ligereza y sin remordimiento.
El pelinegro lo escuchó en completa calma, hablando solo cuando lo encontró necesario y dejando que el menor sacara todas las emociones que se habían acumulado en su interior. Le dejó gruñir molesto cuando descubrió que además de triste, se sentía enojado, muy enojado, aunque no entendiera las razones para estarlo. Yoongi no cambió su expresión serena ni cuando su voz se volvió más grave y poco entendible, quejándose sobre lo incómodo y solitario que se había sentido en los últimos meses desde que él y Jimin estaban juntos, pero en su lugar dejó que su aroma y sus ronroneos se hicieran más notorios en un intento de confort para él.
—Has estado acumulando todo esto… ¿Por qué? —le dijo Yoongi después de que terminara de despotricar contra su trabajo. Taehyung ni siquiera se había percatado de que, en algún momento, había comenzado también a lamentarse de su situación laboral.
—Porque… No me había estado guardando nada, es que...
—Es que nada, Taehyung, sé que eres fuerte, pero no tienes que serlo todo el tiempo… No tienes que ser el gatito grande siempre… Eres menor que yo.
— ¿Y eso que tiene que ver con nada? —gruñó de nuevo, haciéndose pequeño por alguna razón. Yoongi, sin inmutarse, le acercó una mano y comenzó a acariciar con cariño su cabello.
—Déjame consentirte de vez en cuando, no tiene nada de malo que te comportes como el mocoso que eres.
Y de un momento a otro, Taehyung comenzó a llorar. Pocas veces lo hacía, su tigre lo veía como un rasgo de debilidad, pero en ese instante, no podía hacer nada más que eso Ni siquiera se había percatado de cuánto lo había necesitado. Sólo dejó que su pecho se drenara y que las caricias de Yoongi sobre su espalda lo mantuvieran a flote.
—Perdón, de verdad—dijo entre sollozos y sintió, más que escuchó, el suspiro profundo de su amigo.
—Llorar está bien, lo que no está bien es que te reprimas tanto, Tae, Tae. No tienes porque cargar todo tú solo.
Yoongi se fue dos horas más tarde. Había intentado quedarse a dormir, pero Taehyung lo había despachado, diciéndole que necesitaba tiempo a solas para pensar. Su amigo no pareció muy convencido, pero accedió y después de asegurarse de que de verdad estuviese más tranquilo, y tras una larga acicalada a su pelaje de tigre, regresó a su casa con la promesa de que lo llamaría si volvía a sentirse así de mal.
Sin embargo, aunque se vio tentado de hacerlo, Taehyung no necesitó marcarle a su amigo, ya que una llamada entrante le cambió los planes.
—Oye, perdón que te llame, es que esta cita fue una pérdida de tiempo.
Era Jungkook, quien sonaba realmente desanimado. Taehyung podía imaginarlo con ese gesto de aburrimiento y decepción que hacía cuando algo no le gustaba.
— ¿El sujeto escogió a DC Comics?
—Peor. No escogió a ninguna editorial. No las conoce.
—Dios nos libre, ganador.
—No te burles, esto es cosa seria. Ni siquiera terminé el postre.
Taehyung realmente se odió cuando un pensamiento egoísta cruzó por su mente, pero sus sentimientos inestables, la voz irritada de Jungkook y el consejo de Yoongi en sus recuerdos, le hicieron formular la pregunta que tanto quería hacer.
— ¿Y si vienes a mi casa? Yo sé que es noche, pero podemos hacer un maratón de…
Jungkook lo interrumpió con un sonoro bufido.
—Shhh, no necesitas convencerme, voy saliendo para allá.
—Te mando mi ubicación.
—Me gusta como piensas, grandote.
Taehyung sonrió. El peso sobre sus hombros de pronto había desaparecido.
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Si Wattpad le cambia el formato al cap, tendré que retarlo a un duelo a muerte con cuchillos. En una azotea. 😔
Les amo. Gracias por todo.
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