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Segundo mauullido.

Yoongi atrapó su cola con sus patitas y la llevó hasta su boca para comenzar con una limpieza profunda. Se mordisqueó en búsqueda de esas molestas pulgas-que siempre había en ese tipo de eventos- y lamió a lo largo, quitándose cada uno de los pelitos sueltos.

Probablemente, después tendría ataques de tos y terminaría vomitando bolas de pelo, pero la sensación de estar sucio era incluso peor que unas cuantas arcadas. Además, no era nada del otro mundo, pasaba por lo menos tres veces a la semana, aunque Taehyung dijera que no era ningún espectáculo digno de ver; de cualquier forma, él pensaba que toda acción era buena si se deseaba verse atractivo. O al menos decente. Que era lo que esperaba. No quería ser rechazado de nuevo, su pobre corazoncito no lo soportaría, mucho menos ahora que tenía en la mente a alguien.

Tal vez había sido un rápido encuentro, un breve parpadeo para el universo, pero para él había sido todo lo contrario. Jamás se había sentido así de atraído por otro gatito como una hora antes en el elevador. Simplemente habían intercambiado miradas y un par de maullidos, pero para Yoongi había sido toda una revelación. Quería conocer a tan impecable sujeto. Por supuesto, desconocía a su lado gatuno, pero su lado humano era...

Sí, realmente quería conocerlo.

Aunque ya que lo pensaba bien, el hombre era tan genial que seguramente su felino interno debía de ser igual de impecable. Tal vez se trataba de un león o de un guepardo, tal vez hasta podría ser un tigre balines, que aunque se creyera extinto, todavía existían un par por ahí escondidos. Sin mencionar que no sabía si realmente el hombre estuviera buscando conectarse con otro macho, quizá sólo había sido cortés al maullarle, quizá sólo había querido decir "vete a la mierda" y él no había entendido por estar babeando en su honor. Sagrados bigotes. Seguramente Yoongi sólo estaba desvariando.

Rendido y con un alarido entristecido, regresó a su forma humana y se miró en el espejo ovalado al fondo de la habitación, pasando su mirada por cada zona de su cuerpo y rostro, buscando imperfecciones o algún detalle que arreglar, pero no encontró nada que realmente le desagradara. Como hombre, se sentía verdaderamente atractivo. Tenía el cabello lo suficientemente negro como para pensar que se había robado un pedacito de noche y sus ojos, pequeños y rasgados, le hacían justicia a su naturaleza; sin olvidar que el resto de sus rasgos también estaban bien definidos. Su voz era otro detalle que le gustaba. Era ronca, un poco grave, pero no profunda. Era ideal para alguien como él. A veces incluso sentía que al hablar ronroneaba y eso le enorgullecía.

Era un sujeto guapo, sabía que lo era, y precisamente por eso no entendía por qué su forma de gatito no podía ser igual. Por qué había nacido así. Su familia tendía a decirle que no era nada de lo cual preocuparse, que sus peculiaridades lo hacían único. Taehyung, por su lado, señalaba cada que se diera la ocasión lo fascinado que estaba de él, pero Yoongi sinceramente no podía darles la razón. Por mucho que intentara, por mucho que le buscara un lado bueno. Se sentía feo.

Haciendo una mueca despreciativa, cerró los ojos y volvió a convertirse en una pequeña bolita de pelos que se observaba fijamente en el espejo.

Un gato negro.

Lo que veía era a un gato negro con el pelaje brillante y sedoso, con unas orejitas bien definidas y unos bigotes con el largo perfecto. Un gatito negro de ojos dorados y cola peluda... extra peluda. Sus amigos de la infancia se habían reído largas horas de que su cola fuera lo único excesivamente peludo en él. Si no mal recordaba, "pequeño plumero" había sido uno de sus tantos apodos en su niñez, aunque realmente no solía molestarle. Su cola no le incomodaba en lo absoluto y, por el contrario, la lucía orgulloso.

Se acercó un poco más a su reflejo y levantó su patita para tocarlo. La verdad de todas sus inseguridades radicaba en sus colmillos. Dos enormes incisivos que sobresalían de su boca y que, debido a su tamaño, jamás podía esconder. Los veterinarios habían dicho que simplemente se trataba de una malformación no incapacitante, que podría llevar una vida relativamente normal.

Salvo que su vida no fue como los médicos dijeron. Nunca fue normal. Empezando con su familia directa, que parecía creer que sus colmillos-de ocho centímetros de largo-eran un detalle que debían de presumirle a sus conocidos. "Por favor, Yoongi, sé buen niño y transfórmate para que esta persona vea lo adorable que eres." Al final del día, lo único que ocurría era que se rieran de él y que lo hicieran sentir incómodo.

Habían sido tiempos terribles, aunque, sin duda, lo peor y más doloroso no había sido su familia, sino todas aquellas personas externas que se creían perfectas y que al verlo sólo se burlaban de él o lo rechazaban por considerarlo una anormalidad. Como cuando una amiga le dijo que jamás se casaría con alguien como él porque de tener un hijo éste nacería igual de raro. O como cuando en la adolescencia un puñado de sus compañeros de clase lo acorralaron en el parque cercano a la escuela y lo obligaron a convertirse en gatito para después hacerlo enterrar sus colmillos en la corteza de un árbol y así tomarle fotos.

Yoongi todavía recordaba las horas que pasó encerrado en el baño de su casa maullando y tratando de arrancarse inútilmente los incisivos, dejándose únicamente adolorido y ensangrentado y con un severo regaño por parte de su padre que no supo como hacerle entender que arrancarlos no era la solución.

Y aunque de eso ya tenía muchos años y había encontrado a Taehyung, el único que jamás hacía comentarios respecto a su imagen, Yoongi seguía cargando el peso de la inseguridad. Sobre todo porque hasta la fecha las personas parecían encontrarlo repulsivo. Por mucho que su mejor amigo dijera que sólo era una cuestión de incompatibilidad, él sabía que se debía a esa singularidad en sus dientes lo que alejaba a los demás gatos. Eso y su maullido que, para agregarle más peso a sus perplejidades, jamás había logrado desarrollarse y sonaba similar al de un cachorrito.

-Sí, soy todo un tigre-se mofó mientras volvía a su estado humano y después se sacudió los pelos que se negaban a abandonar su traje de lino-. Esta noche es tu noche-continuó, recordando las palabras de su amigo-. Iremos por ese gatito del elevador.

Volvió a darse una última mirada en el espejo y suspiró. Al menos Min Yoongi, CEO de una de las mejores casas productoras del país, era codiciado y adorado por su entorno social porque, por supuesto, él no permitía que nadie de sus allegados, absolutamente nadie, supiera realmente como era su lado animal.

Desconectó su celular que había estado cargando en la mesita de noche y lo guardó en su bolsillo, pensando en ir al bar a tomar un trago de valentía antes de asistir a la cena de presentación. Por lo que recordaba, sería la misma y aburrida charla explicativa sobre la existencia de The Purring Club y después hablarían sobre todas las razas de felinos que asistían al evento. Más tarde, darían el cronograma de actividades y procederían a tratar de convivir entre todos para ver si alguno tenía un poco de suerte antes de que todo empezara oficialmente.

De pronto, el clic de la perilla de su puerta lo detuvo de continuar martirizándose y se giró hacia ella, esperando ver al atrevido que osó interrumpirlo, pero lo único que encontró fue una mecha de cabello anaranjada que se deslizaba con lentitud por la abertura recién hecha.

-Ya, sé que no te gusta que entre sin avisar, así que decidí simplemente meter la mitad del cuerpo-Taehyung asomó la cabeza a través de la puerta y sonrió cínico, orgulloso de interrumpir cualquier cosa que su amigo estuviera haciendo.

Yoongi rodó los ojos y negó, invitándolo con una seña a que terminara de pasar. El pelinaranja obedeció gustoso y corrió hacia la cama donde se acurrucó de un solo brinco entre las almohadas.

- ¿Qué pasó, Tae? -cuestionó Yoongi sólo por cortesía, sabiendo de antemano la razón de su visita-Taehyung siempre iba hacia él al anochecer para acicalarse juntos- y viendo como el menor restregaba su mejilla en los cobertores-. Hey, deja de marcar mis cosas.

-Lo siento-se disculpó sin culpa-. Pasa que sospeché que estabas por salir por un trago de valentía y decidí venir antes para darte mi bendición. Además, oí algo que puede interesarte.

- ¿Por fin pondrán rascadores en las habitaciones? -Yoongi se recargó en la pared cercana al escritorio y miró de reojo los bolígrafos que decían con letras doradas el nombre del hotel-. Es realmente incómodo tener que salir a los jardines para afilar mis garras. He intentado mandar una iniciativa para-

-No, no, nada de eso-lo interrumpió Taehyung, volviendo a restregar su mejilla contra la cama de Yoongi-. Es acerca de las actividades del club. Resulta que el mozo que llevó mis maletas es un poco hablador. Se llama Hoseok-el tigre emitió un sonidito similar a un ronroneo y cerró los ojos, sintiéndose adormilado por la comodidad del colchón-. Es un gato montés. Dijo que siempre quiso asistir a las reuniones del club, pero que jamás recibió ninguna invitación por lo que buscó la manera de entrar. Me hizo pensar que este evento es demasiado elitista, ¿no crees? Es decir...

-Taehyung, a lo que venías-Yoongi inhaló rendido, posando discretamente su mano en la superficie del escritorio.

-Oh sí, el punto es que Hoseok dijo que la dinámica de este año será diferente, ¿recuerdas que la cena-baile es el último evento? -el pelinegro asintió- Pues no esta vez. Se programó como la primera actividad, al parecer algunos felinos sugirieron que sería divertido hacer el cambio.

Yoongi se relamió los labios, mirando de nuevo los bolígrafos sobre el mueble a su lado. Ya que lo pensaba bien, aquel cambio de planes en el club podría resultar ventajoso para él. Como era usual, la primera cita tenía la finalidad de explorar el lado animal de todos los asistentes, obligándolos a asistir en su forma felina para que se reconocieran entre ellos -de ahí que nunca lo llamaran a él para una segunda- y, si todo salía bien, orquestaban un segundo encuentro, pero ya como humanos. Si la segunda cita era un éxito, el club se encargaría de planear una serie de encuentros para que eventualmente el amor surgiera entre ellos.

En la mayoría de los casos, la pareja vivía largas horas de placer gracias al club, pero una vez que acababa el evento, regresaban a su vida de siempre y esperaban a la siguiente reunión para repetir el patrón, como era el caso de Taehyung.

Sin embargo, había otro pequeño porcentaje que se enamoraba de verdad y que hacía una vida estable en pareja y, secretamente, eso era lo que Yoongi soñaba. Un gato amable a su lado como compañero de vida, muchos cachorros que lo llamaran papá-por supuesto, todos adoptados, hasta la fecha ningún macho podía dar a luz- y una casa en las afueras de la ciudad.

- ¿Vuelves a soñar despierto, verdad? -preguntó Taehyung, llamando la atención de Yoongi y regresándolo a la realidad, lejos de pequeños gatitos saltando a su alrededor-. Mira, ganador, sé que estás un poco desanimado, pero nada que unos buenos shots de leche no te puedan animar, así que ve al bar, ronronéale al chico del elevador y conoce por fin al amor.

-Hablas como si estuviera ahí mismo-el pelinegro movió sus dedos a lo largo del escritorio y alcanzó los bolígrafos con los que comenzó a jugar, moviéndolos suavemente de un lado a otro-. Ni siquiera tuve el valor de preguntarle su nombre.

-Por eso insisto en que vayas al bar, te tomes unos tragos y vayas a por él, tigre-el menor fijó su mirada en los movimientos de Yoongi y se mantuvo estático observando como los bolígrafos giraban entre los dedos de su amigo- ¿Las vas a tirar o no? -preguntó irritado, Yoongi agitó su cabeza de arriba hacia abajo y sonrió.

-Sí-y de un manotazo las hizo caer.

Al pelinaranja se le iluminó el rostro.

-Fue mágico-comentó, disfrutando de la extraña felicidad que siempre le dejaba ver objetos caer desde lo alto-. Pero no se compara con nuestro siguiente objetivo.

- ¿Sí? -Yoongi lo miró con las pupilas completamente dilatadas, agachándose después para coger lo que acababa de tirar.

-Haremos que ese gatito caiga por ti, campeón.

Taehyung no esperó ninguna otra respuesta, y en su lugar se dedicó a observar como su mejor amigo cedía ante la tentación y se transformaba en gato para seguir jugando con las plumas en el piso.

Aaaaaaaaaaaah Jiminshiah es la mejor siempre, me encanta todo lo que hace. T_T Gracias, te amo.

Awwwww esta historia surgió cuando vi a un gato negro acercarse a las gatitas de mi hermana. Un gato lleno de sarna y con una oreja mordida y no sé, todo llegó de pronto. Luego vi esta imagen y dije: De aquí soy~ xD

Oigaaaaaaan (o lean?), muchas gracias por leer. ♥ Les ronroneo musho.

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