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Quinto mauwllido.

Estaba calmado. Por supuesto que lo estaba. Quien osara a decirle lo contrario era un tonto. No había nadie más sereno que Min Yoongi. El sudor en su espalda, el temblor en sus manos y el casi imperceptible tic en su ojo no significaban nada. Eran efectos del café, pero nada más. Que Jimin estuviera esperándolo para una cita no tenía relación absoluta con su acelerado corazón. Él era un gatito tranquilo y cool. De hecho, estaba tan tranquilo que no se molestó en revisar su cabello más de tres veces y ni se preocupó siquiera por cerciorarse de su aliento una cuarta vez. Cabe señalar que no se alisó la ropa después de la tercera ocasión. Él estaba íntegro e imperturbable... ¿Verdad?

Porque Jimin, a un par de metros de distancia, también lucía sereno y pulcro tanto como él, caminando bajo la sombra de un árbol, muy ajeno al mundo exterior, y dedicándose a apreciar las flores que sobresalían de las ramas; también, tenía esa expresión bonita que Yoongi había visto la primera vez en el elevador, aunque su ropa fuera completamente distinta a la suelta de ese día. Ahora, se veía como todo un depredador. Llevaba puesto un pantalón ajustado rojo intenso y una camisa blanca de mangas largas que exaltaba los músculos de dios griego que aparentemente tenía debajo de toda esa ropa sensual.

Jimin debía de ser un león.

—Hey, ho-hola—lo saludó, tratando de sonar igual de imperturbable a como se sentía, levantando su mano en un  movimiento robótico que terminó volviéndose un puño que escondió en el bolsillo de su pantalón. 

Jimin, sorprendido por la repentina compañía, brincó tanto alto como solo un cambia-forma de gato podía, se giró hacia él con prisa y se llevó una mano al pecho tratando de recuperar la compostura. 

—Dios,  a veces mis instintos de gato son tan molestos—dijo recuperándose del susto, sonando casi sin aliento mientras se llevaba el cabello hacia atrás. 

Los rayos del sol iluminaban su rostro, dándole el aspecto de estar brillando también y Yoongi se odió por comparar a alguien tan hermoso con aquel personaje de la mala película de vampiros que había visto en su adolescencia junto a su madre.

—Perdón, creí que me había hecho notar, no quería asustarte—comentó finalmente el pelinegro, tratando de borrar esos pensamientos fuera de contexto que de pronto tenía y enfocándose para no cometer otra torpeza como la de ronronear por error-como frecuentemente le ocurría cuando estaba feliz.

—Oh... ¿eres así de silencioso todo el tiempo? —Jimin se mordió el labio inferior y se contoneó ligeramente en su lugar. Parecía completamente despreocupado de estar viéndolo tan descaradamente con esa mirada de gato al acecho.

Jimin debía de ser un puma.

—No siempre—Yoongi le devolvió la mirada, esperanzado de que fuera igual o más seductora, pero no pudo evitar rascarse inseguramente la nuca. Tenía que recordarse que Jimin estaba interesado en él también. Jimin lo había invitado a una cita. Jimin no podía ser como todos los demás gatos—. Me gusta... umh, me gusta ronronear...

Su acompañante abrió los ojos y, cubriéndose el rostro, soltó una risita risueña. Los pájaros continuaban con su galimatías usual, pero Yoongi pudo registrar cada nota de la voz de Jimin. Si oírlo hablar era un placer, oírlo reír era un orgasmo auditivo. 

—Eres tan adorable, Yoongi—el chico comentó finalmente rompiendo el ambiente armonioso, seguía sonriendo debajo de sus manos y el pelinegro chasqueó incómodo cuando su animal interno levantó las orejitas en estado de alerta. Con todo lo que había vivido en sus largas seis vidas-seis porque la séptima la había perdido en una pelea clandestina en una azotea- ya no sabía lo que era un comentario sarcástico o uno sincero. 

 — ¿Y eso es bueno o es malo? —cuestionó, escondiendo sus manos en sus bolsillos y mirando de reojo cualquier cosa que no fuera al precioso gato que estaba a su lado. Y no supo si fue su torpe inseguridad lo que hizo que de pronto Jimin reaccionara porque, sin pena ni timidez, enlazó su brazo con el suyo y le mostró sus blancos dientes en una sonrisa. 

—Por supuesto que es bueno—le dijo, incitándolo a caminar junto a él por los jardines del hotel—. ¿Desde cuándo ser adorable es sinónimo de malo? 

—No lo sé, no es que todos los días reciba comentarios así—Yoongi acortó un poco más las distancias entre los dos e inhaló discretamente la esencia de albaricoque de Jimin. Siempre le habían gustado las personas que olieran bien-Taehyung era una de ellas-, pero el chico era, por mucho, la mejor de todas. Quizá, si todo salía bien, podría más tarde restregarse un poquito en él para que su aroma se le quedara impregnado en sus prendas—. ¿A dónde dices que quieres ir? 

Jimin asintió sin importarle el cambio de tema y señaló con su mano libre hacia el mar que se mostraba glorioso frente a ellos. Sobre él, se observaba un yate enorme y lujoso que al parecer sería su destino. 

—Resulta que mi primo trabaja en el club, es el encargado de planear las citas y todo eso; recientemente consiguió un convenio con una atracción bastante peculiar que abrió justo ayer —Jimin volvió a morderse el labio y levantó sus cejas en un gesto sugestivo dirigido a Yoongi quien asintió gustoso. 

—Debo suponer que tenemos la exclusiva. ¿Qué clase de atracción es? 

—No sé que tan aficionado seas de los juegos, pero a mi me encantan, ¿sabes? Son tan divertidos y recreativos, amo la adrenalina y adem...—de pronto, el Jimin seductor que Yoongi conocía se transformó en uno risueño e ilusionado. Su mirada brillaba y un suave ronroneo emergió de su pecho mientras hablaba de sus futuras actividades.  Si Yoongi ya se encontraba completamente encantado con él, ahora lo estaba al doble— ¿Y ya te dije que también habrá catnip? 

—Sí, creo que dos veces—el pelinegro le sonrió enternecido y se detuvo frente a una camioneta blanca estacionada en frente de la puerta principal del hotel. Aparentemente, habían caminado hasta la salida sin que se diera cuenta. 

—Oh perdón, debo de estar aburriéndote. Es que realmente amo jugar—el hombre se encogió de hombros y suspiró—, supongo que es tonto, ¿cierto?  

—No, no, me gusta oírte hablar, y por supuesto que no es tonto.

Jimin sonrió mientras se movía hasta la camioneta donde un mozo ya se encontraba abriéndoles la puerta para que entraran. 

—Puedes decirme si no te interesa, en serio, podemos hacer otra cosa. Entiendo que es una actividad para cachorros y-

—Jimin—Yoongi  lo tomó de la muñeca antes de que subiera al vehículo y le dedicó una mirada seria—, no tiene nada de malo que te gusten los juegos. Hablo en serio cuando digo que a mi también. Soy un cambia-formas de gato doméstico, entonces es lógico que disfrute de estas actividades. 

El chico se relamió los labios y asintió. Sus mejillas ahora tenían un ligero rastro de rosa sobre ellas. 

—Así que después de todo eres un gatito, eh... 

—Parece ser—una vez más, los nervios atacaron a Yoongi e hicieron que tragara saliva sonoramente. Ambos habían abordado la camioneta por lo que Jimin fácilmente pudo acorralarlo en el interior. 

Él debía de ser un cheetah, un ocelote o un lince o cualquier felino cazador... Porque Yoongi se sentía completamente atrapado.  


        


Haré capítulos pequeños por mi bien y el bien de este fic que, espero, será corto. 

Ronroneos de amor para ustedes. -3-  

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