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Miau

El día en que Taehyung descubrió que era un hombre feliz, había amanecido frío y muy lluvioso. En las noticias matutinas habían anunciado la llegada de un frente frío inesperado que amenazaba con durar por lo menos tres días, por lo que algunas empresas habían hecho cese de actividades para seguridad de sus empleados. Inclusive, hasta se había alertado de posibles nevadas. No había parecido ser la mejor época y, sin embargo, para él fue una de las mejores de su vida.

En esa ocasión, había despertado en su habitación, sintiéndose libre y calientito, y con unas inmensas ganas de tomar leche caliente. En tiempos así, solía cumplir todos sus deseos, así que había decidido obligarse a despertar para comenzar con el desayuno. Como no había entrado mucha luz natural debido a las espesas nubes grises, había tenido que encender la lamparita de su buró para tratar de darle algo de claridad a sus movimientos, mientras muy lentamente salía de su cama en silencio.

Jungkook se había quedado otra vez a dormir, por lo que yacía cómodamente a su lado, con los ojos cerrados y una respiración lenta que exhalaba por sus labios ligeramente abiertos. Una de sus piernas estaba envuelta por la cobija y la otra, expuesta sobre la tela. La vaga iluminación había matizado su piel pálida, pero todavía se podía notar en ella un tenue color rosado, cortesía de la temperatura. En resumen, se veía cálido, tranquilo y seguro.

Taehyung no pudo evitar apoyar la cabeza suavemente contra su mano y simplemente observar. La escena que en otros tiempos le hubiera parecido imposible, ahora la veía como algo real y único.

Lo amaba.

Ya no era difícil de creer. Había necesitado seis meses para descubrirlo, o mejor dicho, para darle fuerza a sus sentimientos, pero finalmente había terminado por aceptarlos. Después de tener una relación sólida por tanto tiempo, ya se había acostumbrado a sentirse bien con todo lo que ocurría y ya ni podía verse lejos de Jungkook.

Aunque en un principio le había costado familiarizarse a estar en una relación exclusiva, pronto descubrió que no era tan complicado como parecía y que, de hecho, tenía muchas ventajas. Estar en algo serio lo hacía sentirse bien. Querido. Cuando finalmente se permitió dejar de verlo como "otro hombre", había descubierto en él a una persona magnifica. No era que antes no se hubiera dado cuenta, como amigos había llegado a adorarlo, pero como pareja había llegado a otro nivel más profundo Al descubrirlo en esa faceta íntima, se había percatado de que realmente era inigualable. Era... Lo que no podía expresar en palabras.

Nada lo había preparado para caer tan duro y tan rápido porque Jungkook era un novio increíble.

Conforme pasaban más tiempo juntos, más lo confirmaba. Era fascinante verlo hablar de cualquier tema que lo apasionara y después interrumpirse a sí mismo sólo para susurrarle un sentido "te quiero mucho" que lo dejaba sin aliento. La sonrisa que le regalaba siempre que sus miradas se cruzaban se había vuelto ya una costumbre, y la manera en la que lo abrazaba después de un mal día era su dosis necesaria de oxitocina.

Jamás se había imaginado así de loco por alguien, pero simplemente no podía evitarlo. Jungkook lo hacía muy feliz. Besarlo se había vuelto tan adictivo que no había nada que lo emocionara así en los días en los que planeaban estar juntos.

Había pensado que tocarlo iba a ser un poco complicado, pero conforme su relación comenzó a avanzar, sus caricias se hicieron cada vez más placenteras. Para ese punto, ya no había ningún centímetro de piel que no hubiera memorizado a través de besos y suspiros. Amar a Jungkook con sus dedos se había vuelto un poema que él disfrutaba de reescribir.

Uno que comenzaba a abrir los ojos con un suspiro perezoso.

—Se supone que los tigres duermen mucho, ¿qué haces despierto? —Jungkook le sonrió cariñosamente, revolviéndose en la cama. Parecía que la suavidad de la tela era lo suficientemente adictiva como para levantarse.

—Tengo hambre, quería hacernos algo de desayunar—respondió con la misma mirada intensa y enamorada que él tenía.

Jungkook sacudió su cabello revuelto y tomó asiento entre las almohadas amontonadas.

—Me apetece algo de... Leche, grandulón—dijo sugerentemente, recibiendo a cambio un gruñido ronco—. De almendras, por si estás pensando en algo indebido.

Taehyung negó divertido e hizo el intento de acercarse para darle un beso, pero el chico se escondió debajo del cobertor.

—No me he lavado los dientes, déjame en paz.

—Vamos, he besado otras partes de ti—insistió—, no es como que algo así me de asco.

—Ugh, pero a mí sí, es horrible y... Vete a lavarte los dientes.

Taehyung asintió. Mientras hacía su camino hacia el baño, ambos se fruncieron el ceño de forma exagerada, como si recordaran al mismo tiempo algo importante que hubieran dejado pasar. No fue hasta media hora después que Jungkook por fin hizo memoria y llevó el tema a la mesa.

—En teoría, hoy iba a acompañar a Jimin a la joyería—dijo tras darle un sorbo a su jugo de zanahoria. Taehyung había hecho el desayuno, como siempre que se quedaba a dormir en su casa, por lo que los dos disfrutaban de los alimentos sentados uno al lado del otro en el sillón de la sala.

—El clima está horrible, no creo que ese gatito quiera mojarse con la lluvia.

—Pero realmente estaba emocionado, ¿sabes? Después de días, por fin encontró el anillo perfecto.

—Ya, pero realmente no creo que deban salir con este clima. Se ve algo tétrico.

Jungkook se hundió de hombros.

—Estoy seguro de que va a querer ir. Si yo estuviera en su lugar, iría aunque estuviera inundándose.

Se sonrieron. Taehyung le robaba pequeños trocitos de pan a Jungkook, mientras éste continuaba bebiendo de su taza. Ambos sumidos en una completa armonía cálida.

—Entiendo, ganador, pero no sería necesario llegar a los extremos. Yo te haría la propuesta primero.

El menor bufó, competitivo como siempre.

—No, es imposible—replicó—. Estoy seguro de que seré el primero en caer. Sólo espéralo.

—Espéralo tú, ya te dije que yo seré el primero.

El sonido del celular de Jungkook hizo que se olvidara de la discusión y llevó su mano a su bolsillo para sacar su celular que seguía vibrando insistentemente.

—Es Jimin—susurró con un tono victorioso y se concentró en contestarle, luciendo sonriente y emocionado por la propuesta que tendrían que planear más tarde para Yoongi.

Aunque era un hecho de que ya había una respuesta afirmativa asegurada por parte del gatito negro, Taehyung dejó que sus dos chicos continuaran rompiéndose la cabeza porque su mejor amigo se merecía eso y más. Como futuro padrino de bodas, no esperaba menos y él se encargaría de que así fuera.

Pero mientras todo eso pasaba, se decidió a disfrutar del momento y con un suspiro enamorado, se acercó para darle un beso a la frente a Jungkook que, distraído, seguía conversando con Jimin.

Y Taehyung simplemente lo miró, sintiendo que su corazón ronroneaba de felicidad. 

¡Les amo! Muchas gracias por acompañarme hasta el último capítulo y hacerme disfrutar de escribir de esta ship. Les maullo con amor. 

Esto fue The Purring Club. 

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