Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Grrr


Ser amigo de dos gatitos juguetones era una verdadera tarea difícil que no cualquiera podía realizar y, aunque Taehyung se consideraba a sí mismo como todo un ganador, tenía que admitir que en ocasiones sólo quería rendirse frente a Yoongi y Jimin.

Por lo general, su mejor amigo se comportaba como un gatito manso. Maullaba para pedir mimos, pero jamás exigía. A veces lo amasaba cuando estaba muy cariñoso y se echaba sobre su lomo para dormir tranquilamente con sus patitas dobladas; como ambos amaban dormir, pasaban largas horas en un sueño profundo.

En las noches era otro caso, por supuesto. Yoongi brincaba y tiraba cosas, pero sólo pasaba cuando estaba de buen humor o cuando consumía demasiado catnip. Taehyung no tenía grandes quejas. Era algo a lo que se había acostumbrado con el pasar de los años. Y, referente a los presentes muertos que le llevaba, bien, no había mucho que hacer ahí. Era la naturaleza de Yoongi y él la amaba tal cual.

No obstante, el problema surgía cuando el pelinegro se reunía con su novio. El gato calico era un caso completamente distinto que Taehyung no terminaba de comprender y que iba en contra de su especie. Se suponía que los calicos eran gatos pacíficos y cariñosos, hogareños. Jimin, en cambio, era lo opuesto. Era coqueto, cínico y revoltoso. Siempre lograba que Yoongi saliera de su zona de confort para unirse a sus locuras.

Desde que esos dos estaban juntos,  hacía dos meses aproximadamente, Taehyung había perdido horas valiosas de sueño que jamás iba a poder recuperar. Había perdido también tazas nuevas y tazas llenas de mucho valor sentimental y otros objetos preciados y brillantes. Sus colchas estaban llenas de pelos de distintos colores y sus paredes habían sido marcadas con hilos de algo amarillento que no se molestaba en olfatear.

De verdad que su rutina había cambiado, pero, si tenía que ser sincero, él no podía ser más feliz de lo que ya era. Taehyung amaba con locura a sus amigos.

—Yo sé que están ahí... Lo sé—les dijo con voz gutural, cansado por ser despertado por cuarta vez en la semana y por comprender que definitivamente ya no volvería a dormir esa noche. Un ruido lo suficientemente fuerte como para despertarlo le había hecho sentarse en medio de la oscuridad sólo para descubrir que estaba acompañado.

Miau—dijo una pequeña vocecita hasta el fondo de la habitación. Taehyung cambió sus orejas de humano por las de tigre y agudizó sus sentidos.

Miau—le siguió una segunda voz, al parecer, debajo de su cama.

Grrrr—dijo él con hartazgo y brincó del colchón al piso, ya completamente transformado en felino. Si algo había aprendido de esos dos, había sido que atraparlos en su forma humana era imposible, a menos que lograra echarles agua en el momento justo, cosa que hacía que Yoongi se pusiera malhumorado y erizado todo el día.

Sin pensarlo mucho, caminó sigiloso a lo largo de su extensa habitación-decorada especialmente para que un tigre pudiera moverse sin problema- y olfateó el aire, buscando los aromas ya conocidos de sus amigos. Por lo que podía notar, habían estado merodeando por cada esquina del sitio.

No fue hasta que sus oídos se percataron de los sonidos de suaves patitas caminando hacia él que descubrió donde estaban: Ambos en lo alto del gabinete donde guardaba sus boinas. Si sus sospechas eran correctas, ambos se habían aliado para cazarlo como siempre, con un ataque en picado hacia su lomo.

No esa vez. Taehyung se giró tranquilamente sobre su eje y dejó al descubierto su pancita, levantando sus amplias patas hacia arriba para fingir rendición, esperando pacientemente. Como previó, los dos gatitos se lanzaron hacia él para rebotar entre su pelaje, pero justo cuando estaban a punto de caer, el tigre volvió a girar y los aplastó sin ninguna pizca de remordimiento.

Pronto una serie de maullidos ahogados y agudos se dejaron oír, y Taehyung comenzó a transformarse en humano antes de matarlos con su enorme peso.

— ¡Me estaba muriendo aplastado! —gritó Jimin volviendo en sí y escupiendo una bola de pelos blanca, tratando de salirse del fuerte abrazo que Taehyung le estaba dando. Yoongi, a su lado, estaba en similares condiciones, completamente rojo y despeinado.

—Saludé a San Pedro y me dijo que los tigres no van al cielo—susurró el gato negro recuperando aire y zafándose de las extremidades de los otros dos felinos, sintiéndose harto de tanta cercanía.

Taehyung rompió en risas graves.

—Es mi venganza, por todas las noches que no he podido dormir—confesó, levantándose por fin—. ¿No tienen trabajo qué hacer en la mañana? Porque, perdóneme, campeones, yo no tengo tantos millones en mi cuenta.

Sus amigos se sonrieron con complicidad. 

—Yo estoy viviendo de mis ahorros—dijo Jimin. Se había levantado ya y luchaba para desenredar su inusual cabello largo que había pintado de naranja unos días antes.

—Si necesito estar todos los días en mi empresa, significa que no soy bueno en lo que hago—habló Yoongi con arrogancia, dejando ver ese lado seguro que tenía sobre sí mismo. Cada vez más fuerte—. Soy muy rico.

Taehyung bufó y regresó a su cama, insistiendo inútilmente en volver a dormir, a pesar de que sus acompañantes se movieron para estar junto a él entre las sábanas. La noche se veía cada vez menos oscura y él supo que su reunión de esa mañana sería larga y pesada.

—En realidad, vinimos por algo en especial—le dijo Jimin cerca del cuello, mientras deslizaba sus manos sobre su abdomen en búsqueda de un abrazo que, del otro lado, Yoongi también imitaba—. Nos urgía saber si estás libre este fin de semana.

— ¿Conocen los mensajes de texto? —Taehyung gruñó. Yoongi parecía ya haberse dormido cuando, en cambio, él comenzaba a perder el sueño; el sol ya daba sus primeras luces—. ¿Los de audio? También existen las llamadas... Inclusive se siguen usando los emails.

—Es algo muy importante, no podíamos esperar—Jimin ronroneaba pacíficamente con los ojos cerrados—. ¿Recuerdas que te prometí una cita doble?

Taehyung asintió, todavía molesto por la última noche en The Purring Club donde tampoco lo habían dejado dormir.

—Bien. ¿Cómo se llama la gatita?

—Umh... No—Jimin saboreó sus palabras con evidente malicia—. De hecho... Y espero no te moleste, pero...

El tigre suspiró—: ¿Es un hombre, cierto?

—Tae, Tae, te va a encantar, te juro que mi amigo es todo un bocadillo.

Taehyung miró con pesadez a Jimin y sopesó la idea de salir con otro hombre. Trató de encontrarlo desagradable y extraño, pero no fue el caso. Bien, tal vez sí un poco raro, toda su vida había salido con mujeres, pero no había un rechazo imperial ahí. Ya antes había meditado al respecto, incluso había intentado besar a Yoongi buscando experimentar, pero no fue exactamente interesante. Especialmente porque su amigo le rasguñó el rostro por  haberse comportando muy dominante con él. 

Jimin le había dicho que el fracaso derivaba de su relación fraternal con Yoongi, que tal vez no había buscado en sitios correctos y Taehyung había concluido que podría tener razón. Él quería a su amigo como se quiere a un hermano. No podía verlo como nada más, especialmente ahora que tenía a Jimin a quien, de hecho, ya empezaba a verle también como familia.

El tigre se jactaba de siempre arriesgarse y afrontar los desafíos con valentía, entonces ¿Cuál era el problema de tener una cita con otro hombre? Si no le gustaba, simplemente se disculparía y rechazaría al sujeto. Nadie podía obligarlo a hacer algo que no quisiera. Ni siquiera ese par de gatitos a los que adoraba.

—Entiendo, me convenciste—dijo ya más relajado, ignorando los gruñiditos de Yoongi que dormía profundamente sobre su brazo—. ¿Cómo se llama el gatito?

Jimin esbozó una sonrisa triunfante.

—Jeon Jungkook, te va a encantar. 




Miau.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro