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Cuarrrto ronroneo


Alejarse del barullo de las peleas clandestinas fue todo un espectáculo para el par de gatitos que, hartos y ansiosos, sólo buscaban un momento a solas. Tras su demostración en frente de todos  en la azotea, los felinos de alrededor habían tratado de conseguir una foto o un autógrafo de Jimin, mientras éste se abría paso al lado de Yoongi, quien no se había atrevido a soltarlo de la mano; especialmente, cuando los más aguerridos trataron de obtener el número de su compañero sin ninguna pizca de respeto hacia su persona.  

Yoongi había tratado de no ofenderse o molestarse al respecto, Jimin era sorprendentemente atractivo y él no era ciego, disfrutaba de la vista tanto como los demás, por lo que comprendía la astucia del resto de felinos. Jimin incluso era toda una celebridad de las peleas clandestinas. No podía esperar otra reacción que no fuera el fanatismo. 

Pero, aunque era consciente de eso, su inseguridad le hacía creer que el chico pronto cambiaría de opinión con respecto a él. Había tantos ejemplares dignos de admirarse entre su puñado de seguidores que se le hacía imposible no sentirse inferior. Como el tigre de Corbett que se mantuvo al acecho mientras tomaban el elevador o el gato himalayo que los siguió insistentemente mientras caminaban por los pasillos. 

Yoongi se había sentido tan asustado y pesimista que no le sorprendió en absoluto que Jimin se detuviera a mitad del camino hacia su habitación para arrinconarlo contra la pared y mirarlo con una mueca molesta. Después de todo, había estado esperando que tarde o temprano el calicó se despidiera de alguna manera. 

— ¿Qué diablos pasa? —lo reprendió Jimin con un tono que, curiosamente, le sonó más como preocupación y no como el hartazgo que estaba esperando—. ¿Te dijo algo más mi primo? ¿Estás lastimado? 

Yoongi negó de inmediato, odiando el semblante angustiado del chico que sólo lo confundía todavía más. ¿A dónde se había ido toda la seguridad de unos momentos atrás? A veces odiaba su mente y su sube y baja de emociones contradictorios.

—No en realidad, fue bastante divertido jugar con él—admitió soltándose del agarre del menor y alejándose un par de pasos. 

— ¿Jugar con él? —Jimin bufó— No creo que él estuviera jugando, Yoongi. 

—Pero fue divertido, mi gato interior se divirtió. 

Y ya que hablaba sobre su gato interior, tenía que recordar que todos en el lugar habían visto finalmente su forma animal. El misterio había sido revelado; ahora él tenía que lidiar con las consecuencias (aunque no esa noche, esa noche era de Jimin) y esperaba que una de ellas no fuera que su acompañante se avergonzara de salir con un ejemplar tan deforme. 

—Ahí está otra vez esa expresión de perro que no me gusta—Jimin negó con desconcierto y lo jaló hacia la salida de emergencia,  buscando un poco más de privacidad en las escaleras que casi nadie usaba—. ¿Qué te pasa? 

El pelinegro desvió la mirada y suspiró sintiéndose confundido de que Jimin tuviera su rostro tan cerca del suyo. Se suponía que el hombre debía de estar diciéndole todas las razones por las que ya no podía salir con él, no que estuviera ahí tan cerca.

— ¿Qué tendría que pasar? —le respondió al cabo de unos segundos y se hundió de hombros, ignorando que ahora las manos de Jimin estuvieran a cada lado de su cabeza—. Creí que nos dirigíamos a nuestras habitaciones y ahora estamos aquí, tal vez tú deberías de decirme lo que ocurre, no yo. 

El calicó lo miró con una expresión abiertamente sorprendida y con un ligero toque de dolor que pasó tan rápido que Yoongi casi creyó haberlo imaginado. Finalmente, Jimin se atrevió a hablar:

— ¿Nuestras habitaciones? ¿Por separado?

Yoongi dudó. 

— ¿O hacia dónde íbamos...? 

—No sé, Yoongi, creí que había quedado claro que quería un poco de privacidad contigo,  ¿o leí mal las señales? 

El menor se alejó y se pasó los dedos por el cabello, luciendo verdaderamente ofendido, pero sin apartar la mirada que Yoongi se obligó a mantener. Por supuesto que había mandado un montón de señales, cada una más fuerte que la anterior sobre cuanto quería estar a solas con él, señales que sintió que Jimin también había correspondido, pero que de un momento a otro habían perdido todo su poder.  Odiaba ser tan inseguro, pero su mente ya había hecho de las suyas y ahora no sabía ni que pensar sobre lo que estaba ocurriendo.

—Ah, ¿o es por Namjoon? —Jimin retomó la conversación antes de que él pudiera responder y suspiró viéndose afligido—. ¿Tal vez no te gusta mi pasado? Me gustaría que fueras un poco más claro con lo que está pasando, hace un momento parecías estar en el mismo canal que yo y ahora no puedes ni siquiera verme. 

Yoongi negó cabizbajo y con los nervios manifestándose en la punta de sus dedos, ¿qué decía Taehyung en situaciones así? "Con los bigotes en alto, campeón". 

—Es vergüenza, Jimin—admitió, obligándose a sí mismo a ser valiente. El chico a su lado  merecía algo de sinceridad si pensaba tener una relación con él más adelante—. ¿Quién podría salir con un gatito así? Lo que pasó allá arriba fue- 

—Oye, lamento que haya pasado todo esto—lo interrumpió Jimin con un tono severo—, pero no es necesario ser un imbécil...

— ¿Imbécil? 

—Pensé que serías diferente...—el calicó sonrió sardónico y se encaminó hacia la puerta. Sus facciones se habían endurecido y su cuerpo se veía tenso—No fue mi culpa que Namjoon estuviera aquí y tampoco fue mi culpa que terminaras en esa pelea. 

— ¿De qué hablas, Jimin? Yo no estoy hablando de las peleas clandestinas—Yoongi siguió al chico hasta la puerta y trató inútilmente de sostenerlo para que no se fuera, pero éste se resistió apartando su mano de un golpe. 

 —Déjame en paz—Jimin gruñó cuando el pelinegro volvió a tomarlo del brazo—. No entiendo cómo pude verte tan adorable cuando tú sólo sentías vergüenza de mi. 

—No, espera, no... ¡Lo estás malinterpretando, maldita sea! —Yoongi no había tenido intenciones de gritar,  pero había comenzado a sentirse desesperado. Jimin se iba de su lado con ese gesto dolido y molesto y él no quería que fuera así. No quería que el chico creyera algo erróneo sólo por su inseguridad— ¡Jimin! 

— ¿¡Qué?!

—¡Creí que tú sentías vergüenza de mi! 

— ¿Yo? 

El pelinegro asintió y jaló a su menor hacia él para que no pudiera irse como tenía planeado. 

—Porque como gato soy feo y anormal, tengo los colmillos muy grandes y mi tamaño es más pequeño que el de un macho normal... ¿Viste cuantos jodidos felinos estaban detrás de ti? Mierda, me parecía increíble que te fijaras en mi. 

La atmósfera entre ellos se volvió incómoda y el escaso ruido que había en las escaleras de emergencia lo empeoraba todo. Yoongi quería salir corriendo, fingir que nada había ocurrido y acurrucarse en el pelaje de su mejor amigo, pero, no se atrevía a hacerlo porque se suponía que era un adulto responsable que ya no huía de las situaciones. El único consuelo que tenía era que ya no notaba que Jimin estuviera enojado. Parecía más confundido que cualquier otro estado de ánimo. 

 —Yo no creo que sea increíble, Yoongi—el menor dijo con precaución mientras trataba de acercarse a él. Yoongi, por inercia, retrocedió. Su gato interior se sentía al acecho y vulnerable. 

—Estabas a punto de irte... 

—Porque creí que te avergonzabas de mí... Aunque, bien... Tú creías lo mismo. Puedo entenderte. 

Jimin volvió a ganar terreno. Adquiriendo ese semblante coqueto con el que solía mirarlo, se atrevió a caminar decidido hacia delante  mientras  lo acorralaba de nuevo entre su cuerpo y la pared. Yoongi no podía quitarse ese sentimiento de estar siendo cazado, pero su lado humano era más fuerte que sus instintos. 

— ¿En qué nos deja eso entonces? —tenía que hacer la pregunta. Su mente trabajaba de forma desordenada, pero ya no quería cometer errores. Se sentía esperanzado con Jimin, un poco temeroso, pero si el chico decía que estaba interesado, debía de empezar a creérselo. 

El menor sonrió de lado, acercándose nuevamente a su rostro con la intención de tentarlo y nada más. 

—Nos deja en que íbamos hacia tu habitación, gatito—dijo, y Yoongi se supo perdido—. Claro, sólo si estás seguro. 

Yoongi no respondió. En su lugar, acortó la distancia que había entre su boca y la de Jimin y lo besó. Primero con suavidad, probando, esperando, pidiendo el permiso implícito para poder disfrutar de sus caricias y sonriendo por fin cuando el chico lo rodeó por el cuello. 

Entonces lo besó con más seguridad, haciendo uso de sus habilidades al besar. 

Lo lamió, mordió y jugueteó con su lengua a su antojo. Taehyung siempre le había dicho que nunca se moviera a medias, que siempre fuera decidido hacia delante, así que usó su consejo y se esmeró en dar el mejor beso de su vida. 

No fue hasta que Jimin soltó un ligero gemido que comprendió que necesitaban un lugar más cerrado. 

—Vamos, aquí no puedo ronronear a gusto. 


Yoongi casi gritó de frustración cuando vio a Taehyung acostado en la cama de su habitación  y con una sonrisa enorme y cuadrada. El tigre incluso llevaba su pijama de patos que él le había recomendado tirar por tantos orificios que tenía. De hecho, se veía ajeno a todo lo que obviamente estaba pasando entre Jimin y él porque se mantenía atento al programa de televisión que estaba viendo.

 No es que pudiera enojarse con él. Adoraba a Taehyung como a ninguna otra persona. Sólo que esa noche no estaba precisamente interesado en hablar o jugar. 

Jimin, por otra parte, se sentía frustrado, pensaba que no era mucho pedir una noche íntima con su gatito negro. Sólo quería acicalarlo... Tal vez en zonas un poco privadas, lo admitía, no era un felino inocente, ¿pero qué tenía de malo? ¡Para eso habían asistido a The Purring Club! Y ahora que por fin había encontrado el amor-o eso esperaba fervientemente-parecía que todo y todos se ponían en su contra. 

— Taehyung... No creímos que estarías aquí—Jimin lo sentía por Yoongi, pero su paciencia había llegado a su límite y si no era directo no lograría nada. Por suerte, el gato negro sólo sonrió con diversión y le dedicó una mirada significativa—. Ya sabes... Esperábamos que el cuarto estuviera... Solo

El cambiaformas tigre apartó su mirada de la televisión y se giró hacia ellos para borrar su sonrisa y enfocarse en sus manos entrelazadas, dándose cuenta de lo que estaba arruinando. 

—Por el amor de la santa pelusa—dijo con su voz grave y se llevó las manos a la boca—. Acabo de arruinarles el momento, ¿cierto? Creí que estarían fuera toda la noche, yo no... Espera, ¿tienes el labio partido, Gi? —el hombre se levantó de un brinco y corrió hacia su amigo para comenzar a revisarlo por todas partes, levantando su ropa en búsqueda de alguna otra herida—. ¿Estuviste en una pelea o- o qué pasó? ¿Dónde más te duele?

Yoongi negó con dulzura y Jimin casi gimió de satisfacción de sólo imaginarlo como novio. El hombre debía de ser un verdadero terrón de azúcar consentidor.

—No te preocupes—le dijo con suavidad y le palmeó un hombro—. No pasó nada peligroso. Sólo fue... Jimin ya me revisó, estoy bien.  

El tigre asintió y casi ronroneó su respuesta. 

— ¿Patearon un par de colitas allá arriba? —su mirada era euforia pura—Porque oí que en la azotea del edificio se está cocinando algo. 

Yoongi se sonrojó  y negó. 

—Fue Jimin. Mi cola fue una de las golpeadas, lamentablemente. 

Taehyung le devolvió la mueca cariñosa y se giró hacia Jimin para también sonreírle. 

—Par de campeones que tengo como amigos, eh.  Siento haber interrumpido su noche de locura, me voy ya. Y Jimin, no dejes que mi interrupción te quite las ganas, Yoongi es realmente bueno en lo que hace. 

El chico abrió y cerró la boca.

— ¿Cómo sabes eso? 

Ambos amigos se miraron repentinamente. De pronto, nada importaba en la habitación. Ni siquiera que afuera se escucharan maullidos de pelea provenientes de la azotea. 


—Bueno, no, no, no, no, no pienses mal—Taehyung casi escupe las palabras mientras trataba de no reírse—. No es lo que piensas, en serio, él y yo... No. Soy hetero, desgraciadamente. 

Jimin arqueó una ceja, pero decidió no preguntar por más detalles. No quería cuestionar la relación que Yoongi y Taehyung tenía e incomodarlos. Era bastante claro lo mucho que ambos se querían y no quería parecer celoso cuando, ciertamente, no lo era. Por lo que, relajando su cuerpo, asintió. 

— ¿Te molestaría que empezara a comprobarlo por mi cuenta? —le dijo, y Yoongi reforzó su apretón de manos. Estaba más que dispuesto a mostrarle a Jimin que las palabras de Taehyung eran reales. 



Ugh de fondo en las peleas clandestinas. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. 

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