Día 4: "That Would Be Enougth"
Ship: Defteros x Sísifo
Temática: La ecografía.
Universo Alterno.// Modern AU.// Omegaverse.// Normal AU.
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Había sido una temporada de trabajo difícil. Después de que fueran enviados a ayudar a una isla en el Caribe que había tenido la mala suerte de ser arrasada por un devastador huracán.
El desastre fue peor de lo que se estipuló en un inicio, varias cosas se complicaron, y las labores de rescate terminaron durando poco más de dos meses, trasladando a un lugar seguro a los sobrevivientes, removiendo escombros, buscando a personas desaparecidas, y apoyando en la repartición y traslado de ayuda humanitaria cómo alimentos y otros bienes.
Durante ese tiempo, su contacto con su familia y amigos que se habían quedado en Grecia, eran prácticamente nulos, con suerte pudo enviar una o dos cartas con alguno de sus superiores.
Lesionarse era inevitable, después de años sirviendo a su país en el ejército, ya se había acostumbrado al dolor. Un par de rasguños y alguna que otra torcedura no iban a matarlo. Al menos había tenido la buena suerte de nunca haber quedado con una secuela irreversible, suerte que un par de colegas y amigos no habían tenido en misiones anteriores.
En fin... Su misión había terminado, y aunque se le quedara el sabor amargo de saber que tantas personas habían perdido a alguien, y tendrían muchos problemas que superar, la idea de volver a casa y ver de nuevo a las personas que más amaba, le consolaba en demasía. Así que, tratando de enfocar su mente en la sonrisa angelical de su Omega, y no pensar en la tragedia y el dolor, abordó el avión que lo llevó de vuelta a casa.
- Bienvenido a casa, soldado.
Al llegar a la base, se sorprendió al ver que la primera persona en recibirlo, fue su hermano.
- ¿Qué pasa?- Rió levemente el gemelo mayor.- ¿No te alegra ni un poco ver a tu hermano?
- No es eso.- Rió, para después abrazar al mayor.- Simplemente no te esperaba.
- Ya sé que esperabas a tu Omega, pero me temo que el mío y mis hijos lo raptaron por hoy.- Bromeó Aspros, palmeandole el hombro.
- ¿Ya nacieron?- Preguntó sorprendido.- ¿Hace cuánto nacieron?, ¿qué fueron?, ¿cómo está Asmita?
- Ey, tranquilo. Una pregunta a la vez.- Sonrió divertido el peli-azul.- Nacieron hace casi un mes. Fueron dos Alphas, muy fuertes y sanos. Y Asmita está bien, nos sorprendió a todos aguantando un parto natural sin anestesia, y caminando como si nada en menos de dos semanas después. Se recupera rápido.
- ¿Por qué no me lo dijeron?
- Intentamos enviarte una carta, pero creo que se perdió o algo así nos dijo tu general.
No tenía ni siquiera una hora de haber vuelto a Grecia, y ya tenía todas esas noticias encima. Ya era tío desde hace un mes, y él apenas se iba enterando...
- Vamos, Asmita y Sísifo ya no deben de tardar en regresar, y de seguro tú estás que te mueres por verlos a ellos y a tus sobrinos.
Aspros no tuvo que decirlo dos veces para que ambos subieran al auto, y comenzaran el camino a casa del gemelo menor.
En el trayecto pusieron algo de música, cantando las canciones favoritas que tenían en común, riendo de sus propias tonterías, y poniéndose al corriente de sus vidas.
En momentos como ese, a Defteros le parecía que el tiempo pasaba de forma increíble. Cuando se fue, su hermano y su cuñado esperaban a sus primeros cachorros, y ahora que volvía, ya era tío. ¿Cómo era posible que tantas cosas ocurrieran en tan poco tiempo?
Entre sus pensamientos y la charla con su hermano, el trayecto se hizo demasiado corto, llegando a su hogar antes de siquiera darse cuenta.
Ambos bajaron después de aparcar el auto en la cochera, y llamaron a la puerta. Fueron apenas unos segundos los que tuvieron que esperar para que la puerta fuera abierta, y para Defteros, cuando eso ocurrió, fue como si la puerta del paraíso hubiera sido abierta.
Su Omega, su amado esposo, estaba justo ahí, sosteniendo a un bebé que parecía una pequeña copia de Aspros, al lado de Asmita, que sostenía al otro bebé.
Al ver a ese Omega de cabellos castaños del que estaba profundamente enamorado desde hace años, todo lo demás dejó de existir o importar, y no dudó en abrazarlo fuerte, pero a la vez, teniendo cuidado de no lastimar al bebé que llevaba en brazos.
- Hasta que llegan.- La voz de Asmita, riendo levemente, los sacó de su ensoñación, separándose solo un instante, para entregar al bebé con su padre.- Saga y Kanon están encantados de finalmente conocer a su tío Defteros.
Asmita, se conocieron en la academia militar, dónde se hicieron amigos. Ambos formaron parte del mismo equipo por varios años, haciendo su amistad más cercana, y fue así como Aspros conoció a su ahora Omega, todo gracias a Defteros, que fue prácticamente la Celestina de ambos.
Asmita, a pesar de ser un Omega, era uno de los mejores soldados, pero hace casi diez años, durante una misión en la que fueron enviados para ayudar en el rescate de personas después de un fuerte sismo, Asmita y otros soldados tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y momento equivocados. Los cimientos de un edificio semiderrumbado en el que entraron para buscar supervivientes, no resistieron más, y terminaron atrapados.
De puro milagro, Defteros y otros más lograron rescatar a la mayoría de sus compañeros, pero ninguno de los supervivientes quedó ileso. Asmita perdió la vista de ambos ojos al terminar con una vara de metal incrustada en uno, que a su vez provocó una infección que se extendió al otro. Nada pudieron hacer por él.
- También me alegra verlos, Asmita.- Respondió, acercándose para sostener por primera vez a sus sobrinos.- Vaya que los genes de nuestra familia son fuertes.
- Dímelo a mí...- Rió Asmita.- Aguantar náuseas, mareos, jaquecas, y todas las molestias del embarazo por ocho meses, dieciséis horas de labor de parto sin anestesia, y todo, ¿para que se parezcan a su padre?. ¿Tú qué piensas, Sísifo?
- Mientras no hayan heredado el carácter de Aspros, no hay problema.- Bromeó el Omega castaño, uniéndose a la conversación, sosteniendo al otro bebé.
- Sí, yo también los quiero.- Sonrió el Delta, para después acercarse a su Omega, dándole un pequeño beso en la mejilla, abrazándolo por la cintura.
Después de su accidente, Asmita fue enviado de vuelta a Grecia, y dado de baja con honores del ejército, igual que otros que tuvieron una suerte similar a la suya. Al menos tendrían todos los privilegios que un veterano retirado, con acceso a seguro médico y a hospitales militares, así como una pensión por sus años de servicio.
Y fue en esos momentos de su vida, cuando Aspros finalmente consiguió que Asmita le diera una oportunidad de ser algo serio. Defteros siempre supo que entre esos dos había algo, pero ninguno se atrevía a admitirlo, y no se equivocó... No pasaron ni dos años de que formalizaran, cuando ya se habían casado.
- Por cierto, Cid, Manigoldo y Regulus ya no deben de tardar.- Mencionó Asmita, después de darle un corto beso a su Delta.- Se enteraron de que hoy volvías y querían verte. Mine aún está de misión y vuelve la próxima semana.
Manigoldo, el Alpha del sobrino de Sísifo. Igual que a Asmita, lo conoció en la academia militar, se hicieron amigos, y sirvieron juntos. Pero Manigoldo había tenido la misma suerte que Asmita al estar en ese edificio. El Alpha, intentando proteger a un civil herido, terminó con una pierna atrapada entre escombros por varias horas, hasta que lograron rescatarlos. Pero por desgracia, igual que con los ojos de Asmita, nada pudieron hacer por Manigoldo y tuvieron que amputar la pierna afectada. Lo cual terminó también en su retiro de las filas.
- Hace tiempo que no los veo. Por mí no hay ningún problema, al contrario.- Sonrió felíz, abrazando a su Omega.- Siempre son visitas gratas.
A Cid y a Mine también los conoció en la academia, y de hecho, fue gracias a ellos que conoció a Sísifo. Los tres se conocían desde niños, y Sísifo solía visitarlos cuando la institución lo permitía.
Desde que lo vió por primera vez, Sísifo captó su atención de inmediato, pero no se atrevía a acercarse a hablarle, y de no haber sido por la intervención de Mine y Cid, que se dieron cuenta de su interés por el Omega, seguramente jamás habría reunido el valor de hablarle.
Aún recordaba el día que sus compañeros de cuartel los presentaron. Aquel día, Mine lo saludó "casualmente", y lo hizo acercarse a dónde estaban, viéndolo sólo. Ahí fue cuando ella y Cid los presentaron, y comenzaron a hablar.
Al recordar ese día, no pudo contener un suspiro acompañado de una suave sonrisa soñadora, abrazando a su Omega con cariño, besando su frente, perdiéndose en sus ojos por unos segundos. Perfectamente podría quedarse mirando sus ojos todo el día sin aburrirse, pero el sonido del timbre los obligó a separarse para ir a abrir.
El resto de los invitados habían llegado, saludando con alegría al soldado que había vuelto sano y salvo a casa de su misión.
Cid también estaba retirado, él era quizás quién se había llevado la peor parte de aquel accidente, al perder una pierna y un brazo. Mine era la única además de Defteros que seguía en servicio, trabajando como médico militar, aunque rara vez coincidían en misiones debido a sus obligaciones.
Aún así, tener a casi todas las personas importantes para él, reunidas en un solo lugar, teniendo la oportunidad de compartir una comida, conversar y bromear con todos ellos, era el premio más grande que podría pedir. Sobretodo, poder abrazar a su Omega, besarlo y mirar su bello rostro, era lo que más disfrutaba.
Al estar casi siempre en misiones, dónde el dolor, la angustia, la desesperación, la tristeza y la desesperanza, eran el pan de cada día, cualquier momento de paz y alegría, por más pequeño que fuera, era sumamente especial, un regalo que debía atesorar.
Simplemente creía que su felicidad no podía ser mayor...
En algún momento de la celebración, Sísifo se puso de pie y salió del comedor, para volver un par de minutos después, con un misterioso paquete en las manos.
- Toma.- Le sonrió Sísifo, entregándole una pequeña caja decorada con una cinta.- Ábrela.
Todos tenían su mirada sobre él, pareciendo intentar ocultar una pequeña sonrisa cómplice entre ellos.
No entendía lo que sucedía, pero decidió simplemente confiar en su Omega, y abrir la caja, deshaciendo el moño, y quitando la tapa después.
Dentro estaba lo que parecía una hoja de color negro. Sin pensar demasiado, la tomó en sus manos, sacándola de la caja, y dándose cuenta casi al instante de lo que se trataba.
- Sísifo...
El castaño asintió con una pequeña sonrisa, alzando un poco el holgado suéter que no se había quitado en todo ese tiempo, dejando ver su ya algo abultado vientre.
- Cariño...- Murmuró, casi incrédulo, y con unas pequeñas lágrimas de felicidad, para después levantarse y abrazar a su esposo.- Oh, amor. ¿Por qué no me dijiste?
- Sorpresa.- Sonrió el Omega, abrazándolo de vuelta.
- ¿Cuánto...?- Preguntó, tocando el vientre del castaño.
- Casi cuatro meses.- Respondió Sísifo, acariciando su mano.- Lo confirmé hace un mes, con esa ecografía.
Si antes creía que no podía sentirse más felíz, ahora definitivamente no podía ser más felíz. Hace poco más de un año que buscaban ser padres, habían decidido que estaban listos y era momento. Ese bebé sería recibido con muchísimo amor e ilusión.
- Te amo.
- Nosotros también te amamos.- Sonrió Sísifo, acariciando su abdomen.- No podíamos esperar a que volvieras para decirte. Y de ahora en adelante, siempre esperaremos por tí.
Uno de sus más grandes sueños se estaba haciendo realidad, su felicidad en ese momento era indescriptible, y le fue imposible contener las lágrimas, aferrandose a su Omega.
- Ey, ya dejen de llorar. Esto era una fiesta, no un velorio.
- ¡Manigoldo!
Cómo era de esperarse, Manigoldo no dudó en bromear con la situación, buscando hacer el ambiente más ameno. Y como siempre, los demás no dudaron en quejarse por dañar el momento.
Pero a ellos realmente no les importó. Solo se sonrieron mutuamente, para después darse un pequeño beso, y celebrar más felices que nunca la noticia.
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