Día 27: "Tiempo a solas."
Ship: Kardia x Huesda
Temática: La primera vez lejos del bebé.
Universo Alterno.// Modern AU.// Omegaverse.// Normal AU.
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Tiempo a solas, cómo pareja. Desde que su "pequeño y adorable bebé" había llegado a sus vidas hace tres años, casi no tenían.
- ¿Cómo estarán Calvera y Milo?
- Huesda, relájate.- Replicó Kardia, estirándose en la cama, al lado de su Alpha.- Calvera adora a la pequeña fiera, y él a ella. Es su tía favorita.
- Es la primera vez que estamos tan lejos de él.
- Ya no es un bebé, tu hermana es muy responsable, y además, Sasha también va a ir a ayudarla.- Repitió el Omega, rodando los ojos.- Solo relájate y disfruta el fin de semana.
- No desconfío de mi hermana ni de la tuya.- Aclaró el moreno, abrazando por la cintura a su Omega.- Pero-
- Shh...- Interrumpió Kardia, acariciando los labios ajenos con sus dedos.- Milo estará bien. Es un Omega muy fuerte, inteligente y lindo, como su madre.- Añadió, mostrando una sonrisa felina con ese aire de arrogancia que lo caracterizaba en situaciones como esa.- Está con sus tías favoritas. De seguro que ahora mismo deben estar comiendo pizza y helado, mientras ven películas, y ni siquiera recuerda que tiene padres.
Huesda finalmente suspiró, dejándose besar por Kardia, acariciando suavemente la cintura del Omega.
No se arrepentían de ser padres, al contrario, Milo era su adoración. Desde que supieron que estaba en camino, ese pequeño se volvió el centro y fin de su universo, y siempre lo procuraban por encima de todo. Pero como toda pareja, echaban de menos tener un momento a solas, para relajarse y disfrutar la compañía del otro. Sin el temor de que Milo se interrumpiera en el momento equivocado, y tuvieran que tener una larga charla antes de tiempo.
Así que cuando Calvera y Sasha aceptaron cuidar de su sobrino, Kardia no dudó en planear una pequeña escapada romántica de fin de semana a la playa.
Fue solo cuestión de reservar una habitación, comprar dos boletos de avión, y finalmente, empacar todas las cosas necesarias... La parte difícil fue convencer a Huesda. Pero nada que un par de insistencias y besos no fueran capaces de solucionar.
- Kardia...
- Um...- Ronroneó juguetón el Omega, abrazado al cuello de su Alpha.- ¿Pasa algo?
- No...- Suspiró, al percibir el aroma de su Omega colándose por su nariz, robándole cualquier pizca de dudas.
Kardia sonrió victorioso, a la vez que satisfecho, besando con pasión los labios de su esposo, ansioso por lo que pasaría. Casi podía saborear las caricias y besos dejados en su piel, dejándose envolver por las sensaciones... Hasta que sus teléfonos comenzaron a sonar.
Los dos resoplaron, y se detuvieron por un momento para responder. Sabían que no iban a estar tranquilos hasta no verificar que todo en casa estuviera bien. Más valía prevenir que lamentar.
- ¡¿Qué demonios?!- Exclamaron al unisono al responder y escuchar a sus hermanas.
- ¡¿Cómo diablos pasó eso, Sasha?!- Reclamó Kardia a su hermana menor, después de escucharla.- ¡Te dije que no le dieras ningún tipo de semillas, porque podía ser alérgico!
- Fue un accidente, Milo quería un frasco y no le dijo a Saori de qué era. Cuando nos dimos cuenta ya era tarde.- Escuchó a Calvera intentando calmar a todos.
- Regresamos ahora mismo.- Mencionó Huesda, intentando contenerse.
- Y pobre de tí cuando llegue, Sasha.- Amenazó Kardia a su hermana menor, antes de cortar la llamada, y empezar a empacar todo de nuevo.
Iba a ser un largo camino de vuelta a casa. Adiós a sus planes, adiós a su escapada, adiós a su fin de semana... Pero su hijo era más importante que cualquier otra cosa, y no iban a dejarlo sólo en un hospital, después de sufrir una reacción alérgica por primera vez.
Cuando finalmente llegaron, fueron directo con su pequeño. Según lo que Sasha y Calvera les dijeron, la situación estaba bajo control. Lo llevaron a tiempo al hospital y lograron estabilizarlo, pero por simple precaución debía permanecer 24 horas en observación.
- ¿Estás bien, uvita?- Preguntó Huesda a su pequeño.
- Sí, papi.- Rió el niño.
- Pequeño demonio, el susto que nos diste...- Masculló Kardia, mirando a su hijo. Hasta el niño sabía que de un regaño no se iba a salvar, conocía esa mirada del Omega que le dió la vida.- No vuelvas a hacer algo como esto, puede ser peligroso.
- Lo siento.- Murmuró Milo, agachando la cabeza.
Sus padres se miraron entre ellos, pero al final solo suspiraron y abrazaron a su pequeño retoño. No podían enojarse con él, lo amaban demasiado, y simplemente no podían imaginar qué harían si algo le pasaba.
Al tener a su pequeño en brazos, no pudieron evitar sonreír, olvidandose por completo de su viaje frustrado. Bueno, ser padres implicaba hacer ciertos sacrificios de vez en cuando, ¿no?. Ya tendrían tiempo para otro escape, quizás cuando Milo fuera un poco mayor.
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