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Día 17: "Sere Nere."

Ship: Manigoldo x Regulus

Temática: Aborto espontáneo.
Universo Alterno.// Modern AU.// Omegaverse.// Normal AU.

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Era una mañana completamente normal, y de pronto... El grito de terror de un horrorizado Regulus, él corriendo para averiguar qué pasaba, sangre por todos lados en el baño... De ahí, todo era borroso.

Todo había pasado tan rápido, que su mente aún no terminaba de procesarlo. Ni siquiera terminaba de recordar cómo fue que llamó a sus suegros y a su padre para informarles lo que estaba pasando, ni en qué momento llegaron todos al hospital. Había perdido la noción del tiempo, si llevaba en esa sala de espera segundo, minutos, horas, días... No lo sabía, simplemente no lo sabía. Se sentía como si estuviera en un especie de limbo, incapaz de escuchar con claridad lo que decían todos a su alrededor. Lo único en lo que podía pensar, era en su amado Omega y el bebé que esperaban, deseando con todas sus fuerzas que ambos estuvieran bien.

Su mente estaba perdida en sí misma, hasta que a lo lejos logró dislumbrar la silueta del médico que había estado cubriendo el embarazo de Regulus. Solo vió al Beta acercarse a dónde estaban todos, agachando la mirada, mostrándose serio... Y finalmente, dió la terrible noticia que los dejó con la sangre vuelta hielo a todos.

- Lo siento mucho. No pudimos hacer nada.

Las palabras del médico... Esas palabras ahora sonaban con fuerza en su mente, repitiéndose una y otra vez en bucle, mareandolo y haciéndolo sentir al borde de un abismo sin fondo.

- Manigoldo...

"Hicimos todo lo que pudimos..."

- Manigoldo...

"Pero había perdido demasiada sangre."

- Manigoldo...

"Para cuando llegó, el feto ya no tenía pulso y la placenta estaba desprendida casi por completo."

- Manigoldo...

"Lo único que pudimos hacer, fue el legrado correspondiente, y estabilizar al paciente. Pero el producto de 15 semanas se perdió."

Al final, su propia mente lo traicionó, y todo se volvió oscuro por tiempo indefinido.

Para cuando volvió a abrir los ojos, lo primero que vió, fue a su padre, a su tío y a dos de sus primos. Le costó un poco de trabajo recordar qué había pasado y dónde estaba, su cabeza se sentía como si fuera a estallar. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?, ¿en qué momento se había desmayado?, ¿cuánto tiempo había pasado?, ¿en qué momento habían llegado todos, que hasta el esposo de Asmita y mejor amigo suyo estaba ahí?

- Tranquilo, Manigoldo.- Le dijo su padre.- ¿Recuerdas dónde estás?

- ¿Cómo voy a olvidarlo?- Musitó, intentando no llorar, fracasando en su objetivo al sentir un fuerte nudo en la garganta y un escocer en los ojos.

Tenía tantas preguntas, estaba destrozado, asustado, quería llorar, quería gritar, pero todo se quedaba atorado en su garganta.

De nuevo, ese shock lo invadía, y sentía que otra vez volvería a desmayarse, pero esta vez hubo algo diferente.

- Deja de hacerte el fuerte, y suelta todo lo que sientes.- Kardia, su mejor amigo, lo sostuvo con fuerza en sus brazos, y le dijo aquellas palabras.- Él te necesita. Así que patalea, llora, maldice y grita todo lo que necesites para calmarte.

Esas simples palabras fueron como un interruptor en su cerebro, que logró sacarlo completamos del shock, y hacer que finalmente, rompiera en llanto.

Tal y como Kardia dijo, no se pudo contener, y terminó lanzando un desgarrador grito de dolor, de rabia, de impotencia, de tristeza, de frustración... Tantas emociones al mismo tiempo. Kardia lo sostuvo con fuerza, evitando que se lastimara, incluso aguantó los golpes que inconscientemente terminó dándole en la espalda y en pecho enmedio de su llanto, hasta que sintió como si sus ojos se secaran y ya no le quedaran lágrimas para llorar, y sus cuerdas vocales estuvieran a nada de romperse.

- Ven.- Le dijo Kardia, una vez que todo pasó.- Tu Omega te necesita.

Manigoldo no dijo nada, solo se limpió los rastros de lágrimas y siguió a su mejor amigo. El resto de su familia permaneció en la sala de espera, probablemente por reglas del hospital. Después de todo, siempre se les daba prioridad a los familiares directos, y lo más probable era que Ilías y Arkhes ya estuvieran con él.

El camino a la habitación se le hizo una eternidad, y en todo el trayecto, él y Kardia no dijeron una sola palabra, delatando la gravedad de lo que ocurría. Sin duda, nadie lo había preparado para una situación así.

Al llegar, fue Kardia quién llamó a la puerta, siendo recibidos por una cara conocida; Sísifo.

El Omega tenía los ojos completamente hinchados y rojos, delatando que había estado llorando por mucho tiempo. Intercambiaron apenas las palabras necesarias, y los dejó entrar.

En la habitación, Arkhes abrazaba a su hijo, que lloraba en su pecho. Ilías también se mantenía cerca de su unigénito, tomándole de la mano. Defteros, el Delta de Sísifo, se mantenía en el sillón que había, seguramente él había pasado todo ese tiempo tratando de consolar a Sísifo, pero el enrojecimiento en sus ojos delataba su sufrimiento.

Cuando Manigoldo entró, y su mirada se cruzó con la de su Omega... Todo dejó de importarle, y solo pudo acercarse a él y abrazarlo, terminando ambos envueltos en un mar de llanto.

- Les daremos un momento.- Escuchó decir a Ilías, después de soltar un pesado suspiro. Lo más probable, era que su suegro hubiese estado guardando el llanto para evitar poner peor a todos.- Te lo encargo.

Todos abandonaron la habitación, dejándolos sólos. Aunque la noticia le doliera a toda la familia, y quisieran apoyarlos, estaban conscientes de que era un asunto de pareja, y debían darles espacio.

- Lo siento...- Sollozó Regulus cuando se separaron un poco.- Fue mi culpa.

- No, cielo. No lo fue.- Respondió rápidamente, aún con lágrimas en sus ojos.- Hiciste todo lo que debías, tú no tienes ninguna culpa.

- Si me hubiera dado cuenta antes...- Se lamentó Regulus, sollozando de nuevo.

Manigoldo volvió a abrazarlo, quedándose ambos en silencio, llorando juntos, compartiendo su dolor, tratando de prepararse para enfrentar el doloroso proceso del duelo que tenían por delante.

Desde un inicio, supieron que el embarazo era de alto riesgo. De hecho, fue gracias a la primera amenaza de aborto, que se dieron cuenta del embarazo en primer lugar.

Regulus no tuvo ningún síntoma, y no se dieron cuenta de nada raro, hasta que en una ocasión, apareció un sangrado del que no sabían el origen, junto a un insoportable dolor en el vientre bajo.

Manigoldo aún recordaba cómo Regulus lo despertó enmedio de la madrugada, casi llorando del dolor, con una mancha de sangre en la ropa y las sábanas. Ninguno de los dos terminaba de entender todavía cómo fue que Manigoldo de alguna forma, logró que llegaran en menos de cinco minutos al hospital.

La espera de esa ocasión, fue tan horrible como la de ese día. Manigoldo recordaba que cuando finalmente pudo ver a su Omega, el médico les dijo que Regulus tenía aproximadamente un mes de gestación.

Ninguno de los dos se lo podía creer, y alegaron que debía tratarse de un error, ya que, aunque estaban casados desde hace dos años, aún no tenían planeado tener hijos y habían estado usando métodos anticonceptivos. Pero cuando el médico hizo un ultrasonido, y en una pantalla les mostró ese minúsculo bulto sin demasiada forma, tuvieron que tragarse sus palabras.

El doctor les informó que el sangrado y el dolor habían sido a causa de un ligero desprendimiento de la placenta, que al parecer, no se había implantado del todo bien. También les dió la opción de interrumpirlo, advirtiéndoles que de decidir continuarlo, existía una alta probablemente de aborto espontáneo.

Los dos tenían sus dudas, y les tomó unos minutos hablarlo y tomar una decisión. Sabían lo que podía pasar y a lo que se enfrentarían. Pero decidieron correr el riesgo y continuar con el embarazo.

Una vez tomada la decisión, el médico les explicó que sería un embarazo de alto riesgo, ya había un pequeño desprendimiento, por lo que Regulus debería guardar reposo absoluto durante todo el resto del embarazo, así como cuidar su alimentación, y procurar no alterarse para nada. El menor descuido podría ser fatal.

Aunque no estuviera en sus planes inicialmente, ambos terminaron encariñandose con la idea de ser padres. No eran ricos, pero tenían la estabilidad suficiente para proveer a su bebé de todo lo necesario y darle una vida digna. Así que no dudaron en compartir la noticia con toda la familia, recibiendo el apoyo de absolutamente todos... Igual que ahora, que lo peor había pasado.

- Mani...- Sollozaba Regulus, intentando calmarse.- Yo... Yo...

- Lo sé. Yo también quería que naciera.- Suspiró, acariciando los cabellos de su Omega. Ya ni siquiera necesitaban palabras para saber lo que el otro quería decir.- No te preocupes, amor. Nada de esto es tu culpa.

- Si... Si tan solo yo... Quizás si me hubiera dado cuenta de que estaba en cinta...- Sollozó el Omega.- Si me hubiera dado cuenta, hubiera suspendido mis entrenamientos, y... Y quizás esto no habría pasado.

- Reg, no tuviste síntomas. No había forma de saber que el implante había fallado.- Le intentó calmar el italiano, acariciando su mejilla.- Vamos a salir de esto, juntos. Por él.- Añadió, besando el dorso de la mano del Omega, quién sollozó nuevamente, abrazándose a él.- Te amo. Y nunca dejaré de hacerlo... Pase lo que pase, yo siempre estaré contigo.

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