Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

O3 | Los gemelos podridos.


«Muchos describían a los gemelos de la Reina Alicent cómo los lados de una misma moneda. Egoísmo, traición, enojo, tristeza. Cada una de las cosas que describía a uno, era el fin del otro. Pasaron de nacer juntos, siendo conocidos por su falta de corazón, que murieron en las profundidades y oscuras partes del océano. Tal como siempre los describieron. Oscuros. Vacíos. Los gemelos podridos.»

Palabras del Archimaestre Gyldayn en su libro "Los Negros y los Verdes"


«Words from the mouths of babes, promises, oceans deep. But never to keep.»

❀° ┄───────╮
JACAERYS (2)
╰───────┄ °❀

📌 Dragonstone, 120 d.c, Otoño.

"¿DÓNDE ESTÁN VALENYA Y MALISANNE?" LA VOZ DE RHAENYRA SONÓ EN LA SALA DE REPENTE, provocando que sus hijos se tensarán. O al menos solamente Jacaerys, ya que Lucerys y Rhaegon se mantenían privados de la situación, jugando con sus caballos de madera. "Tampoco he encontrado a Thalia por ningún lado."

Jacaerys mantuvo sus ojos oscuros en el plato de comida delante de él, jugando con el tenedor en sus manos, pensando una buena excusa para darle a su madre. "No tengo idea donde puedan estar, madre."

   «Bien salvado, Jacaerys. Por supuesto que no sabrías dónde está Mal.» se reclamó así mismo, tratando de no hacer una mueca ante la mala excusa que claramente su madre no se creyó.

"Oh, claro. ¿Ahora debo creerme que no sabes dónde está Malisanne?" su madre preguntó, sin malicia en su tono de voz, solamente un borde de burla al saber que su hijo seguía como cachorro a su pequeña hermana. "Necesito hablar con ella."

"Mal está en la cueva." Lucerys añadió inocentemente desde donde estaba al notar el ceño fruncido de su madre. No quería que se sintiera triste por no saber dónde estaba Malisanne y su hermana Valenya.

Rhaenyra giró su cabeza al escuchar la pequeña voz de Lucerys, arrullando en sus brazos al pequeño Joffrey. "¿En qué cueva, mi dulce niño?"

"¡Con Vermithor!" Rhaegon añadió, jugando con los caballos de su hermano, sin mirar a su madre pero sintiendo la necesidad de participar.

El rostro de Rhaenyra se pintó de palidez de inmediato. "¡¿Con Vermithor?!"

❀° ┄───────╮
MALISANNE (4)
╰───────┄ °❀

Malisanne había decidido que era tiempo de realmente empezar a intentar domar algún otro dragón al ver que su huevo probablemente nunca eclosaría. Habían pasado diez años, y nada sucedió, hasta su hermano menor tenía un dragón, Tessarion, era ya un dragón del casi mismo tamaño que Syrax, nacido en la cuna de la fallecida Gael Targaryen y ahora ligado a su hermano Daeron.

Y no se conformaría con pedirle otro huevo a Rhaenyra o intentar con las crías de dragones de Syrax, ya que la mayoría ya eran de los hijos de su hermana.

"Debiste intentar con uno de los pequeños." Thalia hablaba detrás de ella, caminando por el sendero de rocas y pasto en dirección a la cueva del enorme dragón de bronce. "Vermithor es casi igual de grande que Vaghar, nos comerá a las tres de un bocado."

"¡Estaremos bien!" Valenya interrumpió, siendo seguida por su dragón dorado, avanzando entre las rocas entre brincos, aunque manteniéndose lejos de donde Mal llevaba la delanterá. "Malisanne sabe valyrio así que será más fácil."

Thalia la tomó de su antebrazo antes de que bajará por completo. "Pero tú y yo nos quedaremos aquí. ¡Malisanne! ¡Te veremos desde aquí!"

Aunque Malisanne ya estaba demasiado adentrada en la cueva como para escucharlas, solamente oyendo el pequeño rugido de Rex antes de adentrarse en el oscuro lugar, sus pisadas eran lentas y sigilosas, observando el suelo en el que iba para no pisar una nidada de huevos sin querer y despertar al dragón antes de estar preparada.

Cuando el enorme cuerpo de la criatura estuvo a tan solo unos metros, Malisanne se detuvo abruptamente. Al único dragón así de grande que había visto, era a Dreamfyre cada que Aemond quería domar a la dragona en Pozo Dragón, pero ella nunca hizo el intento, solamente arrastraba a su hermano antes de que se convirtiera en comida de dragón.

"Nyke kivio." Malisanne dijo firmemente al estar justamente a un costado del dormido dragón. Pero la Furia Bronce estaba completamente dormido sin dar indicios de querer abrir sus ojos. "Urhagon!" pero de nuevo, no hubo respuesta.


"Perzys riña!" Malisanne volvió a intentar, acercándose cada vez más hasta sentir las respiraciones calientes del dragón. "Agh. ¿Por qué tienes que estar dormido? Perzys riña, Vermithōs!"


La tierra tembló debajo de ella al sentir las alas del dragón moverse pero aún podía verlo dormido. Estaba comenzando a pensar que realmente solo la estaba ignorando. Pero no podía creerlo viniendo de él, era un dragón enorme, que podría comerla de un solo bocado si quisiera, no serviría prenderla en llamas, sin duda devorarla era más efectivo.

¿Y la estaba ignorando? ¿Ese era el temido Furia Bronce?

Vermithor se movió un poco más. Acomodándose de mejor manera en una posición que le daba la espalda, la enorme cabeza del dragón acostada sobre sus alas, con su hocico en el lado contrario de donde ella se encontraba. Claramente la estaba ignorando.

"Vermithōs." Malisanne dijo en un pequeño gruñido, pero fue pasado de ser percibido por la enorme bestia.

Al estar harta y cansada de haber recorrido casi media isla en busca del enorme dragón, hizo lo más imprudente que se le ocurrió. Alguna vez leyó en los libros de historia que su abuelo, el Príncipe de la Primavera, Baelon Targaryen, le había pegado en el hocico a Balerion. A esa enorme bestia formidable de los años de la Conquista.

¿Que es lo peor que podría pasarle? Si la quemaba, solamente le quemaría el vestido y la llenaría de ceniza. ¿Y sí se la comía? Valía la pena según ella.

Así que lo hizo. Dió vuelo a su pierna y le pegó una patada en el hocico a la bestia de su bisabuelo Jahaerys. Y lo último que recuerda fueron los ojos de la bestia abriéndose de golpe y un estruendoso sonido de su espalda pegando con una roca, y claro, los gritos de Thalia y Valenya a la lejanía.

¿Y eso la detuvo para seguir buscando? No, ni siquiera su brazo dislocado la hizo quedarse en reposo como el Maestre le indicó, pues a la semana ya estaba de pie a pesar de las protestas de su hermana, insistiéndole que debía seguir en cama para su recuperación. Malisanne no se sentía para nada mal, solamente le estorbaba el trapejo que tenía que tener en su brazo para no hacer movimientos bruscos.

No podía ir sola de regreso a las cuevas de los dragones. Tenía en claro que ya no podría reclamar a Vermithor, Rhaenyra le prohibió con todo el sentido de la palabra acercarse de nuevo a su cueva. Pero jamás dijo nada sobre no intentar reclamar a Silverwing.

"Si no fueras tan terco no tendría que estar buscando otro dragón." es lo que solía decirle a su huevo todas las noches. Aún le cantaba esa vieja canción valyria que Jacaerys le enseñó, pero ya no tenía esperanzas de que Moonfyre eclosionará.

Sus disculpas eran más bien para ganar coraje de seguir intentando y no detenerse por un huevo que llevaba diez años sin romperse.

No le sorprendía. Ninguno de los huevos de sus hermanos eclosionaron en la cuna, Sunfyre había sido de las primeras nidadas de Dreamfyre incluso antes de que Aegon naciera, mucho más viejo que Tessarion el cuál era nidada del antiguo dragón, ahora moribundo, Northstar, al igual que Moonfyre aunque claramente su huevo todavía no eclosionaría.

Y Dreamfyre era una dragona vieja igual. Ninguno de los huevos que se les fue otorgados a sus hermanos eclosionaron, y tuvieron que verse obligados a reclamar dragones ya crecidos y listos para tener jinetes. Ella en Pozo Dragón solamente intentó una vez, adentrándose en la cueva del formidable dragón de Baelor I Targaryen, primogénito del Conquistador y su consorte Eredia Stark, Northstar. Pero ya era un dragón viejo de la conquista, uno que ni siquiera se inmutó cuando intentó domarlo.

Algo parecido con lo que le pasó con Vermithor. Al menos, Northstar no la arrojó contra una roca. Aunque, ella no lo golpeó en el hocico, le daba eso al dragón de bronce.

"Ya hemos caminado mucho." la voz de Jacaerys detrás de ella la hizo rodar sus ojos. Lideraba el camino, haciendo al joven príncipe seguirla como una cría de pato a todos lados, prometiéndole jugar con él en el jardín.

Claramente no iban a jugar.

"Ya me duelen los pies."

"Eres un bebé, Jacaerys. Apenas y salimos del castillo hace menos de cuatro minutos."

"¡Eso llevas diciendo desde hace una hora!" el príncipe se quejó, sin hacer intento de detenerse o dar la vuelta para irse. Malisanne sabía muy bien que no se iría. En especial porque nunca pasaban tanto tiempo juntos a solas, porque ella lo evitaba a toda costa.

Jacaerys era más pegajoso que una sanguijuela.

Entre más caminaban, esperaba que le quedará claro a Jacaerys que no iban a jugar a las atrapadas como le dijo. Y por el rostro del castaño caminando ahora a su lado, sus ojos de ternero bien abiertos al darse cuenta que se estaban adentrando en una de las cuevas de dragón. Precisamente la que estaba debajo de la entrada trasera del castillo.

"Malisanne, mi madre te dijo—"

"Me dijo que no me acercará a la cueva de Vermithor." incluso decir el nombre de la bestia le hacía sentir dolor en su brazo dislocado. "Iré a ver a Silverwing."

"¿A Silverwing? Nadie la molesta, solamente las crías de Syrax se acercan, a veces veo que Vermax sale de su cueva." Jacaerys comentó en un murmuró, avanzando tan cerca de Malisanne como ella se lo permitía. "Rex se la pasa todo el tiempo ahí. ¿Sabías que ella puso la nidada de la dragona de mi madre?"

"Se parecen." Malisanne murmuró, su mirada caída en el suelo, guiando a Jacaerys por los lugares a salvo, con miedo de pisar alguna nidada. "Apuesto a que Vermithor es el papá."

Jacaerys hizo una mueca al imaginarse tal cosa. "¡Qué asco!"

Malisanne, con malicia prosiguió, alzando la pequeña antorcha que tomó 'prestada' de la orden de cuidadores para alumbrar el camino. "¿Sabías que Tessarion y mi huevo son nidadas de Northstar? Él solo puso los huevos sin ayuda de una hembra."

Un sonido de asco dejó los labios del pequeño. "Los dragones son raros."

El castaño siguió con sus pasos lentos detrás de la rubia platinada liderando, deteniéndose en seco al escuchar los ronquidos roncos que conocía bastante bien. Un dragón.

"Mal." Jace le murmuró detrás de ella, mirando a todas partes. La cueva estaba demasiado oscura, y el cielo en tonalidades púrpuras no ayudaba nada para que el joven príncipe pudiera ver bien el camino —o la localización del dragón. "Mal. ¿En qué cueva estamos?"

Malisanne no respondió. Brincando de piedra en piedra por el camino empinado hasta llegar resbalándose a donde quería. Jacaerys se resbaló de manera más escandalosa, chocando contra la espalda de la mayor, haciéndola callarlo con una mueca.

"Es Silverwing." Jacaerys murmuró en cuanto logró tener un vistazo de la enorme criatura durmiendo al otro lado del lugar. "Vámonos antes de despertarla."

"Silverwing es mansa. No nos hará nada."

"¿Quién te dijo que es mansa?" Jacaerys susurró por encima de su hombro, vagando su mirada entre ella y la dragona a tan solo unos pasos de distancia. "Eso decían de Syrax y casi quema a Rhaegon."

❀° ┄───────╮
AEMOND (1)
╰───────┄ °❀

Aemond tenía la costumbre de levantarse a mitad de la noche para encerrarse en la biblioteca cada que no podía dormir. Algunas veces se ponía a repasar el valyrio, en especial cada que tenía que escuchar lo terrible que Aegon lo hablaba en cada una de las lecciones con el Archimaestre. La mayoría de las veces, sin embargo, pasaba las horas de insomnio escribiendo cartas. No realmente para mandarlas, ya que las personas a las que se las escribía vivían con él.

No todos, ya que le escribía cartas a su hermano menor, Daeron. Sabía que el menor de sus hermanos no recibía cartas frecuentemente, y si lo hacía, debían ser de su abuelo. Y Aemond estaba seguro que una carta de Otto Hightower jamás sería agradable de leer. Por eso, se esmeraba en escribirle, contándole cómo estaban las cosas en la Fortaleza, Malisanne también le escribía, aunque sabía que su gemela podría hablar de cualquier banalidad en lugar de algo importante.

Desde que ella se fue, gracias a los berrinches de su media hermana Rhaenyra. Aemond comenzó a tener más noches de insomnio, girando en su cama varias veces, mirando al espacio vacío en la cama que solía ser de Malisanne del otro lado de su habitación. La ausencia de su gemela empezó como un aire frío, que comenzó a ganar fuerza hasta volverse un tornado que parecía consumirlo. Nunca pensó que debería separarse de ella, sabiendo que hacían todo juntos.

Estaba enojado. Con su madre por haber permitido que se la llevarán, por su inepto padre por aceptar la estúpida idea de Rhaenyra, y con su media hermana, por atreverse a quitarle a la única persona que lo entendía.

"Primo Aemond." una voz dulce sonó detrás de él, espantando los pensamientos amargos del príncipe. Aemond observó a la persona, observando a su prima, Rosella, entrando con unos libros en sus manos. "No son horas para que estés despierto."

Aemond chasqueó la lengua, las palabras valyrias en el libro frente a él ya no le hacían ningún sentido. "No puedo dormir. ¿Tú qué haces despierta? Ya casi es la hora del lobo, al abuelo no le gusta que te desveles."

Rosella pasó por detrás de él. Alzándose de puntitas para guardar los libros en sus manos. A pesar de ser mayor que él, de la misma edad que Aegon, muchas veces le sorprendía a Aemond que fuera tan enana. No recordaba que el tío Gwayne fuera de tan baja estatura, debía ser algo heredado de los Tyrell, aunque la reina Davinia era alta.

"¿Le estás escribiendo a Malisanne?" Rosella murmuró, como si el nombre de su gemela estuviera prohibido.

Aemond sabía que ellas dos eran cercanas. Rosella y Malisanne pasaban más tiempo juntas que con cualquier otra persona, o solían hacerlo, era raro ver ahora a Rosella con su hermana Helaena. Notaba claramente el cambio en su prima por la ausencia de su hermana.

"Yo no le he escrito." confesó la pelirroja, sus ojos verdes como las hojas de los árboles evadían sus ojos amatista. "¿Tú sí? Helaena le escribió ayer."

"No le escribiré." Aemond dictó. Los callos de sus dedos era prueba contradictora a su palabra, también la tinta entre sus dedos. Ha pasado todas las noches desde la ausencia de su gemela escribiéndole, pero esas cartas jamás serían enviadas. "Debe estar bastante divertida con los b—"

Aemond pausó. Levantó su mirada para ver la reacción de su prima, pero Rosella era tan recta como una flecha, incluso si sabía lo que él y sus hermanos pensaban de los hijos de su media hermana, jamás comentaría nada.

"Con los otros." Aemond terminó forzadamente. "En especial con Jacaerys, siempre la seguía a todas partes como un cachorro perdido, ahora debe estar moviendo la cola como uno de la felicidad por tenerla toda para él."

"¿Estás celoso?"

"No." Aemond renegó. Eran celos, pero no del tipo de celos que Aegon tenía cada que algún joven lord intentaba persuadir la mano de Rosella, no, eran diferentes. "Solamente... la extraño."

Rosella tomó un asiento junto a él. En otra ocasión, le habría molestado su presencia, Aemond consideraba las madrugadas el único momento del día donde podía estar a solas sin tener que escuchar burlas. Pero Rosella nunca se había burlado de él. Era demasiado buena para su propio bien.

"Yo también la extraño."

❀° ┄───────╮
MALISANNE (5)
╰───────┄ °❀

Malisanne se había rendido esta vez. Después de intentar —y fallar, de nuevo, huyó de la mirada de lástima que Jacaerys le dió cuando Silverwing prácticamente se escondió de ella. Era imposible que un dragón le tuviera miedo. ¿Y Silverwing se escondía? Estaba desolada por los dioses, de eso estaba segura, se estaban riendo de ella cada vez que intentaba reclamar un dragón. Tres intentos: Northstar, Vermithor, Silverwing. ¿Acaso no había intentado lo suficiente? Se le habían acabado los dragones para intentarlo?

¿Qué se suponía debía hacer? Irse en búsqueda de los dragones salvajes que habitaban los lugares más rotundos de Poniente. ¿Probar su suerte como su hermano Maegar? Aún no le cabía en la cabeza saber cómo es que logró domar a Caníbal. ¿Debía hacer lo mismo? ¿Buscar un jodido dragón salvaje? ¿Para morir en el intento? Claro, salir de Dragonstone y buscar a Grey Ghost, para que la maté.

De seguro eso querían los dioses.

"Jodánse." murmuró la pequeña para ella misma, avanzando por los pasillos del castillo, rehusándose a que Jacaerys la siguiera acompañando.

No era sorpresa que no se encontraba de buen humor. Ignorando los saludos de algunas de las damas mientras subía las escaleras rumbo a la torre de las pajareras para enviarle la carta que había estado escribiéndole a su hermano Daeron. Bufó con irritación anticipada al notar a Laenor de espaldas, rebuscando pergaminos en una de sus manos, cargando al pequeño Joffrey con un solo brazo.

"Oh, Malisanne." la saludó, con esa sonrisa contagiosa que parecía bordada en su rostro. Malisanne avanzó en silencio, y supo que sospechaba de dónde venía gracias a la suciedad en la tela plateada de su vestido. "Di hola Joffrey."

El bebé solamente se babeó en respuesta, apretando con su pequeña mano el dedo del hombre, haciéndolo reír. En otros momentos, Malisanne se hubiera burlado por la cara babosa del infante. Pero no lo hizo.

"¿Buscas a Azogue Jr?" Laenor le preguntó. Refiriéndose al cuervo albino que le pertenecía. Uno que fácilmente destacaba entre los demás volando libremente fuera de la torre. "No debe tardar en regresar."

Malisanne solamente asintió, recargando sus manos de la fría áspera piedra delante de ella, observando el mar a la lejanía y escuchando los ruidos que hacían los cuervos volando de un lado a otro, al igual que los balbuceos sin sentidos del pequeño Joffrey en los brazos del Velaryon.

"¿Pasó algo?" Laenor insistió.

Eso es lo que más le molestaba a Malisanne sobre la familia de su hermana. Indagaban en lo que sentía, buscando una respuesta de sus sentimientos, tratando de entenderla. Diferente a como su familia la trataba. Su madre ya la habría ignorado, diciéndole que lloriquear por un dragón era inútil sabiendo que algún día tendría uno. Pero ese día nunca llegaba.

"Intenté reclamar a Silverwing." Malisanne respondió al paso de los segundos. Por la mirada reprobatoria del esposo de su hermana, supo que debió quedarse callada. Aunque agradecía que Laenor no fuera el tipo de dar sermones, no como Rhaenyra. "No me lastimé. Me tuvo miedo y se escondió."

Laenor soltó una carcajada, provocando una risita —acompañado con un hipo, del pequeño bebé castaño en su brazo. "¿Un dragón te tuvo miedo a ti?" Laenor volvió a reír, sus ojos parcialmente leyendo la elegante letra de su madre Rhaenys Targaryen en el pergamino que leía. "No me sorprende. Silverwing es bastante mansa, debiste hacer algo que no le gustó y se escondió."

Malisanne hizo una mueca. Lo que le faltaba, que una dragona no la quisiera.

"No te desanimes, Mali. Rhaegon entró una vez y también salió huyendo de él. Cualquier ruido la perturba, es una dragona tímida, aunque sea amable."

Solamente lo decía para consolarla. Lo sabía por su sonrisa amable, y por su mano sobre su hombro bueno, acariciándola hasta que el momento fue interrumpido por la llegada de un nuevo mensaje. Laenor lo tomó del pico del cuervo, desenrollándolo sin urgencia. Malisanne entrecerró los ojos cuando observó la forma en que los de Laenor, púrpuras como los colores del cielo en esos momentos, se llenaron de lágrimas.

"¿Laenor?" preguntó, alzándose un poco a un lado de su brazo para leer lo que estaba leyendo. No reconocía esa letra, y se sorprendió al ver que llegaba desde Pentos. ¿Quién podría escribirle desde allí?

Su pregunta fue pronto respondida cuando continuó leyendo. Daemon Targaryen. Malisanne había oído muchas cosas sobre su tío. Malas la mayoría de las veces, su padre Viserys le contó de todos sus exilios —unos mil. Pero le sorprendió más ver lo que le estaba anunciando. La muerte de Laena Velaryon.



Después de un intento, que esperaba no fallido, de consolar a Laenor, Malisanne decidió dejarlo solo en las pajareras junto al pequeño Joffrey. Se dirigió con intenciones de estar sola, sintiéndose aún más desanimada que un principio. O esa era su idea principal, pasando por uno de los salones —dónde su hermana pasaba demasiado tiempo. Y justo, a ella fue quién escuchó. Sollozando del otro lado de la puerta abierta, una invitación silenciosa de que podía acercarse. Malisanne se debatió entre sí ignorar los sonidos de tristeza de su hermana o averiguar que la afligía.

Rhaenyra no era una mujer que se dejaba ver débil. En los pocos años que Malisanne tenía, jamás vio a su hermana mostrar debilidad en la corte, especialmente porque era su madre quién controlaba la mayoría de las personas en la corte de la Fortaleza Roja. Nunca antes la había escuchado llorar.

"Mandia." Malisanne murmuró. Utilizaba el valyrio cada vez que estaba nerviosa, simplemente rodaba en su lengua con más facilidad cuando los nervios le nublaban la mente. Otro sollozo más, pero al percatarse de la pequeña acercándose a pasos lentos, Rhaenyra se limpió las lágrimas con la larga manga de su bata para dormir. "Kesā ondos?"

En un vago intento de parecer que todo estaba bien, Rhaenyra intentó sonreír, pero falló en el intento. Sus ojos lisáceos empañados de saladas lágrimas la delataban con facilidad, al igual que lo rojizo formándose en su nariz.

Malisanne notó el movimiento rápido de las manos de su hermana, cerrando un pergamino enfrente de ella. Pero Malisanne, con su filoso ojo, notó el sigilo derretido en el suelo. Casa Strong.

"Estoy bien, Malisanne." Rhaenyra habló, cuando sintió que podía hablar sin temblarle su voz. Aún así, los bordes de tristeza eran notorios.

Pero Malisanne no iba a tener esa respuesta y irse. No cuando claramente su hermana estaba triste y ella estaba ahí, no ignoraría su dolor como lo hacían con ella.

"Kostā ivestragon nyke." insistió, tomando un paso cerca del escritorio de su hermana. Rhaenyra vagó su mirada hasta el pergamino, deshaciendo el agarre de hierro que tenía sobre el papel ahora arrugado.

Harwin Strong estaba muerto.

Ahora entendía porque no quería decirle. Los ojos amatistas de la menor se alzaron al rostro de su hermana. Estaba luchando para no llorar, como una demostración de que Harwin Strong no significaba nada para ella. Porque debía hacerlo. Porque era su deber no sentir nada.

«Otro bastardo.» fue lo que su madre murmuró cuando Lucerys nació. Lo suficientemente fuerte como para que Malisanne y Aemond, observando la cuna del menor, escucharán. «Pensé que dos le serían suficientes, al menos uno es rubio, disimula su falta de honor.»

«Tienen que cuidarse de los cachorros Strong.» su abuelo dictaba, cada vez que alguno de ellos intentaba hacerse amigos de los hijos de su hermana. Malisanne antes no lo entendía. El significado del castaño en sus cabellos.

Bastardos. Deshonra. Amenazas. Pero ninguna de esas palabras detuvo a Malisanne de acercarse a su hermana, sin decirle ninguna palabra, ignorando el dolor de su brazo aún dislocado al enrollar sus brazos en su torso, abrazándola con las únicas fuerzas que podía. Y fue ahí cuando Rhaenyra se rompió, sin miedo a que su hermanita la juzgará.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro