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Two Shot

Two-Shot

El atardecer había arribado, los colores cálidos otorgaban un tono pastel a la ornamentación blanca. Sobre la fina arena se extendía un camino alfombrado color vino, por el cual dos pequeños de azabache y albina cabellera pasaban lentamente.

Cetus arrojaba pétalos con delicadeza y por el nerviosismo de tener las miradas sobre su pequeño ser se volvía un poco torpe. Siguiéndole los pasos venía Ofiuco, en sus brazos cargaba una almohadilla con dos arandelas, plateada y dorada, con un grabado en el interior, a diferencia del más pequeño tenía una mirada huraña, molesto de ser el centro de atención. Los invitados les miraban enternecidos desde sus asientos.

Junto al altar permanecían parados los padrinos del novio, a la espera del comienzo de la ceremonia. Piscis tiraba ansiosamente del saco de Cáncer, murmurándole que dejase de morderse las uñas o acabaría tan solo con las cutículas en las manos.

Una suave brisa marina provocaba lentos movimientos en los paños decorativos, más no eran suficiente para impedir que la cremosa piel del cangrejo dejara de perlarse por el sudor de los nervios. Sentía una tormenta comenzar dentro de su estómago, ansiaba con todo su ser ver la alta silueta de su prometido atravesar el largo alfombrado y llegar hasta él, para quedarse toda la vida.

Pero el pesimismo no lo abandonó ni siquiera el día más importante de su vida y las razones de cómo y porqué lo dejaría plantado en el altar eran mayores que los sentimientos buenos que guardaba muy adentro en su interior.

¿Era tarde para arrepentirse?

Súbitamente todo el lugar quedó en absoluto silencio y todos los presentes contuvieron la respiración por unos instantes, seguros que la Ceremonia estaba por comenzar...

Y efectivamente, así fue.

Los ojos zafiro de Cáncer se iluminaron, la felicidad que lo abordó en ese momento provocó que cada duda sobre sus decisiones se esfumara, él estaba ahí, y no dejaba de mirarlo con amor. Sus amigos e invitados desaparecieron de su campo visual, en su mundo solo existía la apuesta figura de su prometido.

La iluminación del lugar era cálida e invitadora y bajo aquella suave luz los presentes contuvieron el aliento ante la presencia del muchacho y la profunda emoción que parecía vislumbrarse a cada paso, a cada gesto y aún en cada imperceptible temblor.

Finalmente Capricornio terminó de descender los escalones junto con su padre, Saturno lo precedió por el alfombrado donde lo aguardaban otras importantes deidades hasta encontrarse con sus queridos amigos que correspondieron el gesto de todos los presentes con una leve inclinación y una gran sonrisa, misma que le hiciera comprender al muchacho que todos los que allí se encontraban estaban haciendo votos por su ventura y felicidad, mucho más ahora, que realmente empezaba una nueva etapa de su vida... una etapa extraña y nueva, pero que iba a ser al lado de la persona que amaba, la persona a la que se dirigía con el corazón tembloroso y la mirada llena de luz, controlando a duras penas el temblor de sus manos temiendo que todo ello fuera un sueño del que despertaría en el instante menos esperado.

—Cuídalo y ámalo —sonrió Saturno muy bajito —Hazlo feliz.

—Con toda mi vida—replicó el muchacho en el mismo tono —Gracias... ¡Gracias!

¿Las frases que dijeron?... en realidad no importaba. ¿Quién puede recordar palabras cuando son los corazones los que se hablan en un lenguaje particular de miradas, gestos y sonrisas? El ceremonial a su alrededor era maravilloso y mágico pero ambos jóvenes sólo se contemplaban el uno al otro, con el embeleso y la ternura reflejado en sus rostros.

—De aquí a la eternidad— pensaron ambos jóvenes a la vez.

...

El sonido hueco del corcho saliendo despedido a gran velocidad y el espumante champagne brotando a borbotones fue acompañado de aplausos y gritos de júbilos por parte de los invitados.

—¡Por los novios! —celebró Aries, levantando al aire su copa. Los invitados igualmente imitaron y una horda de brindis se dio a lugar. —Por su felicidad...

Los novios correspondieron, llenando sus copas del espumante líquido y brindaron por igual. Capricornio mantenía una mano cubriendo la cintura de su chico y la otra la elevaba al cielo. Sus ojos acaramelados no se despegaban de los zafiros de Cáncer y por igual se miraban con profundo amor.

Tal vez fueron las horas en que estuvieron separados, o las luces del salón que creaban una burbuja especial para ellos, sus corazones latiendo a la par o los anillos que portaban en sus dedos. No sabían a ciencia cierta qué era lo que había cambiado, pero se veía diferente, se sentía diferente y probablemente así lo era.

—Debo aclarar, que durante las horas que he estado alejado de ti, no dejé de pensarte en ningún momento... Acuario puede asegurar que me volví loco, pero la espera valió la pena si ahora puedo llamarte mío. Mi esposo y compañero de vida. Te amo. —dejando un suave beso en su coronilla apretó el agarre en su cintura y lo atrajo hacia la pista, donde comenzaron un lento andar guiados por los violines y el piano que rellenaban el silencio.

—¿Por qué tú no eres así? —preguntó Leo a Acuario, la pecera chistó en su lugar y caminó en dirección opuesta al león —¡Oe! No me dejes hablando solo.

Mas parejas se unieron a la lenta melodía, ente ellas Piscis y Virgo.

—Hiciste un buen trabajo con la boda, —felicitó el pez, sus brazos posados alrededor del cuello del azabache, moviéndose lentamente —Aun después del percance de último momento.

—Lo sé, ni lo menciones, fue un milagro que Saturno aceptara acompañarle, de lo contrario habríamos retrasado la ceremonia hasta la noche... —le daba jaqueca recordar cómo horas antes había movido cielo y tierra para lograr que los votos se dieran a tiempo, con la luz del atardecer en su punto. El cambio de novios había resultado algo extraño de ver, pero las circunstancias lo ameritaban. —Capricornio parecía un borrego recién nacido al caminar hacia el altar —recordó sonriendo.

—No lo culpo, en nuestra boda me fue difícil llegar hasta el altar, pero valió la pena tropezar a mitad del camino y que me llevaras cargando —Piscis recordaba soñador, sus labios trabados en una sonrisa, juntando aún más su cuerpo con el de Virgo. —Cuando te lo propones puedes hacer las cosas bien.

—¿De qué estás hablando? Todo lo que hago lo hago bien, —Virgo quiso apartarle para verle al rostro, porque el pez se había ocultado en su cuello, pero Piscis lo impidió poniéndose de puntillas y alcanzando sus labios con los propios, quedándose así no más de unos segundos —N-no creas que te has librado — sentenció con las mejillas sonrosadas, aunque llevaran rato de casados ese tipo de cosas en público le incomodaban aun.

—No sé de lo que hablas —se hizo el desentendido el rubio.

El momento en que comience el baile había llegado, para darle inicio Cáncer y Capricornio arrojarían el ramo de bodas. A una distancia considerable se habían amontonado algunos invitados, varias estrellas fugaces y diosas se encontraban emocionadas por alcanzarlo.

Los novios hicieron una pequeña cuenta regresiva y sin esperar más lo arrojaron al cielo. El ramillete voló por el salón hasta la acumulación de personas y por la trayectoria se calculaba que caería en medio de todos.

Sin embargo un impulso milagroso le dio un cambio de dirección. Las flores volaron por el salón y terminaron su camino dándole en la cara a uno de los padrinos de boda. Los invitados observaron sorprendidos y las damas desilusionadas.

Acuario estaba sentado en una de las mesas cuando el ramo le golpeó la cara, ahora lo miraba con enojo, sin entender que pasaba. Viajó la mirada por los invitados y encontró que sus hermanos intentaban muy precariamente ocultar las carcajadas. Decidido en ir a golpearlos se levantó de la mesa en donde estaba.

—¡Acuario! —el aludido volteó hacia donde le llamaban, tuvo escasos segundos para atrapar a Leo entre sus brazos antes de que le derribara atropelladamente. En cuanto estabilizó ambos cuerpos se encontró con la mirada sonriente del león, su delicado rostro iluminado. ¿Ahora que mosco le picó? Pensó. —¿Eso significa que seremos los próximos en casarnos?

La gente a su alrededor les miraba expectantes por una respuesta, eso comenzaba fastidiarle aún más. Tomó al pelirrojo de un brazo y lo sacó del salón a rastras, dejando olvidado el ramillete en el suelo.

El Dj lanzó la música animada y los invitados olvidaron la anterior escena para llenar la pista de baile. Mientras tanto en la tranquilidad del pasillo una nueva discusión se daba a lugar.

—¿Por qué insistes tanto con eso? Ya habíamos hablado sobre el tema —inquirió Acuario.

—¡No! No lo hemos hablado, solo lo decidiste por ti mismo. Eres injusto. —recriminó Leo, estaba hasta la coronilla de soportar las negativas del otro. Acuario blanqueó los ojos.

—¿Injusto? Lo dice quien coquetea con quien se le cruce por enfrente, ¿Cómo esperas que pase el resto de mi vida con alguien que solo se la pasa idolatrándose? —le acusó el de Aire, en parte sus palabras eran ciertas, pero no la causa. Leo le veía incrédulo.

—¡Llevamos cinco años saliendo! No me salgas con esas estupideces, —se cruzó de brazos, llevaban el suficiente tiempo juntos como para llegar a leer una mínima parte de las manías de Acuario, no era la total verdad —¿No me amas? —preguntó abatido, dejando su furia de lado de un segundo a otro. La pregunta desconcertó al de aire, —¿No quieres formar una familia conmigo?

—¿Cómo quieres que tengamos una familia si ni siquiera puedo cuidar a tu gato? —preguntó Acuario, frustrado por el rumbo de la discusión y los cambios de humor del león.

—Junior no te quiere, solo acéptalo... —bromeó tristemente —Hablo de niños, con el color de tus ojos, y mi cabello, un niño sobreprotector y malhumorado y una niña amorosa y fuerte...

—Aun somos demasiado jóvenes —murmuró el de aire, sin querer romper la ilusión del otro.—Hablaremos de esto en otro momento... volva-

—¡Deja de poner excusas a todo! —bramó el león harto de las evasivas, se giró en dirección a la fiesta —Cuando tengas huevos y te comportes como un hombre hazte cargo de tu hijo que llevo en las entrañas...

La noticia cruzó como un rayo por la cabeza de Acuario, sin embargo era demasiado tarde cuando reaccionó para detener al León que había vuelto a la fiesta y se perdió por la multitud en la pista de baile. ¿Acaso esa era la razón por la que ansiaba tanto el matrimonio?

...

La noche avanzaba y con ello el clímax del baile se sentía, la música era vigorizante y los invitados se concentraban en la pista y la barra.

La barra de tragos poseía una gran variedad de diferentes bebidas que iban desde blancas a tropicales, sin duda un gran presupuesto se había ocupado solo para esa zona. No se podía esperar menos siendo la boda de Cáncer y Capricornio.

—¡¡Vivan los novios!! —gritaba Aries a todo fervor, en una mano sostenía una copa a medio vaciar que se derramaba a cada movimiento y con la otra agitaba su saco por sobre su cabeza. Movía erráticamente las caderas, intentando mantener el equilibrio sobre una de las mesas, los invitados le miraban divertidos — ¡Vamos muchachas, a mover esas caderas!! ¡Huuh!!

Libra le miraba tres mesas más atrás, con una vena hinchándosele en la sien, sin perder la sonrisa. Se disculpó con los signos del horóscopo chino, Serpiente le estaba contando uno de los chismes más jugosos del cosmos, pero debía eclipsar el alboroto del carnero antes de que provocara tema del que hablar por toda una semana.

No había porqué hacer una escena en medio de la pista, Libra se limitó a pasar por su lado con la seguridad de que a pocos minutos Aries le seguiría, sabía lo que le convenía.

Salió por una de las puertas del salón que daba a un balcón y a una de las mejores vistas, no por nada había elegido ese lugar, la belleza y privacidad que otorgaba valió cada centavo.

Encendió un cigarrillo y recostó el cuerpo sobre la barandilla, las estrellas en el cielo se reflejaban en el calmo océano y la brisa marítima movía lentamente las palmeras. Comenzaba a considerar rentar nuevamente el lugar para sus próximas vacaciones de verano, esta vez sin el estrés de planear una boda.

—Te ves encantadoramente seductor en este momento —la grave voz de Aries llegó a sus oídos, una sonrisa boba grabada en su rostro.

—¿También le dijiste eso a las arpías de la pista? —el venusino volteó a verle, dando otra calada. Aries frunció el ceño, eso no era cierto, cruzó ambos brazos sobre su pecho.

—Pues ese Mono taquillero no dejaba de darte apretones y hacerte ojitos bonitos. —chistó.

—¿Entonces es una venganza? Porque me veas con alguien más significa que te estoy engañando y tú puedes ir con cualquiera que se te pase por enfrente?

—No... No haría eso, Libra, no es lo que quise decir... ¿Estas enfadado porque me subí a la mesa? —Preguntó el de fuego algo exasperado ya.

—En buena parte, no quiero que arruines la boda tal y como hiciste con la nuestras ¿Por qué tomas sin control si no puedes soportarlo? —Le miró frustrado por el habitual actuar de su pareja.

—No he tomado demasiado, todavía puedo hacértelo en cuatro... —Sonrió con picardía.

—¡Deja de decir estupideces! Quiero que volvamos a esa fiesta y te comportes apropiadamente, además se dice, hacer el cuatro y estoy seguro que no puedes. —blanqueó los ojos.

—Que aburrido... te iras a socializar con cualquiera que pase con el chisme. —respondió el carnero con un suspiro, algo que a la balanza le preocupó, sobrio o no al ariano habría tomado el reto.

—Solo estaba saludando a los raritos esos, cinco minutos fuera de mi vista y armas todo un descontrol. —Habló con un tono mas calmo. Comprensible.

—Te fuiste durante un buen tiempo, comenzaba a aburrirme... ¿No puedes quedarte a mi lado? Bailar conmigo... darme muchos besos, olvidar lo que dirá la gente. —El carnero se acercó lo suficiente para tomar su mano, mostrando ese lado de sí que solo su pareja podía ver.

—Debería intentarlo, tu sabes, he estado estresado durante un tiempo... —comentó en respuesta, rodeando el de estatura mas baja, recostando la cabeza en su hombro.

—O podemos ir a una de las habitaciones, tú eliges, unos masajes para mi príncipe. —Murmuró contra su frente, sujetando su cintura.

—Me encantaría, pero no podemos ausentarnos, en unos minutos partirán la torta, debemos estar presentes. —se reincorporó el de aire, alineando el traje de su esposo.

—Hemos hecho suficiente por ellos, nos toca disfrutar a nosotros. Te haré muchos hijos. —intentó convencerlo con algunos berrinches, dejándose hacer.

—Oh claro que no, arruinarán mi hermosa figura, no puedo permitirlo. —rió la balanza, tirando del  cuello de la camisa de su chico para volver a la pista.

—¡Dame descendencia antes de que tu mismo me dejes sin ella!

...

Si la barra era un lujo, la zona de dulces era incomparable. Escorpio miró todo su alrededor para localizar esa cabellera alborotada de chocolate que le traía algo desesperado. Y por los astros, tenía sus buenas razones. Ambos hermanos menores del escorpión ya estaban casados y él, durante largos ocho años venía intentando cortejar al toro.

¡Ocho!  No era su culpa ni del taurino, no, era su... torpe coquetería y falta de pasión, realmente tímido y acomplejado con su físico comparado al del buen Apolo... Esperen ¡NO! Eran ese par de borrachos con complejo de hermano mayor que le ponían una traba detrás de otra.

Tanto Virgo como Capricornio le habían atado las manos, pies y lengua frente a su sensual toro. Vamos, ¿Era acaso el único que notaba el potencial del joven? Tauro era un hermoso y sexy chico provocador, en plena flor de la juventud, pureza intocable esperando ser entregados a sus manos para recorrer y marcar cada centímetro-...

—Escorpio, otra vez estás haciendo cara de pervertido —Sagitario no contuvo la risa al llegar a su lado con dos bebidas y dejarla frente a su amigo. De no ser por la música alta le habría escuchado gruñir en respuesta, sonrió, tenía tiempo de no verles desde el viaje con Géminis. —¿Entonces ya lo formalizaron, tortolito uno?

—Tsk. —el escorpión chasqueó tomando más de la mitad del vaso, carraspeando al volver el vaso a la mesa para mirar al de ojos rubí, su aliado a la hora de planear contra los hermanos Tierra. —Virgo interrumpió en la mañana y luego no tuve mas oportunidad durante la ceremonia.

—Hombre, estaban en medio pasillo, podrían ser menos obvios —rió, jugando con la copa en la mano y recordando lo que le contaba su rubio en algún momento de la tarde,

—Solo vi la oportunidad y la aproveché, no pensaba en las consecuencias —chasqueo la lengua, una vez más recordando el momento con algo de rabia. Tampoco es como si quisiera obligar al toro, pero sabía que ambos lo deseaban.

—¡Sagi! —Géminis se acercó a su pareja, cargando en sus brazos a un pequeño niño de oscuros cabellos, mientras detrás de si venía el toro con otro pequeño pero esta vez de albina cabellera. Se trataba de los pequeños Cetus y Ofiuco, los encargados de llevar los anillos en la ceremonia quienes habían caído en los brazos de Morfeo luego de andar jugueteando. —Busquemos una habitación para estas pequeñas estrellitas. . . ¡Oh! Escorpi, ¿Cómo va la noche?

Tauro miró sobre el hombro de su rubio amigo, percatándose apenas de la presencia del signo del escorpión,  mordió su labio inferior con sutileza ante la sexy imagen del mayor, su saco levemente desalineado con los primeros botones desprendidos, las luces ayudaban a resaltar su tez pálida, sus labios brillando por la bebida que traía entre sus manos y le regaló una mirada que hizo sus piernas temblar como gelatina.

—Bastante bien, aún puede mejorar… —guiñó un ojo al taurino, con una de sus sonrisas encantadoras que sacaban suspiros a su alrededor, sonrió victorioso al notar el sutil carmesí sobre las mejillas del castaño y más de uno pudo notar la tensión sexual entre ambas constelaciones.

—Bieeeen… Gém, llevemos a estas estrellitas a un lugar con menos ruido, las cosas se están poniendo algo subidas de tono por aquí. —el arquero dio palmadas en el hombro de su amigo venenoso, deseándole suerte en la nueva oportunidad para conquistar al dueño de su corazón. Con los dos hermanos mayores Tierra ocupados, el escorpión tenia luz verde.

—¿Q-que dices? … —Tauro pestañó volviendo a la realidad cuando el de ojos rubí tomó al pequeño de sus brazos cargándolo para salir junto a Géminis fuera del salón hacia las habitaciones, dejándole frente al escorpiano que en un parpadeo se había acercado haciéndole dar un paso hacia atrás.

—Creo que tu y yo, tenemos algo pendiente, —habló en completa calma el de ojos azul profundo, tomando la iniciativa de rodear con sus manos la pequeña cintura de su presa y evitar que escapase, — Y esta vez ninguno de tus hermanos me lo va a impedir.

—¿Qué demonios quieres ahora? —gruñó Leo. Jugaba con un vaso en sus manos sentado en un rincón de la barra tropical.

—¿Estás bebiendo alcohol? —en un arrebato el signo de  la pecera le quitó el trago, llevándolo cerca de su nariz para confirmar sus sospechas.

—Que rayos te importa lo que beba o no. —respondió con hostilidad el león, completamente a la defensiva, sin ocultar una sola pisca de su enfado.

Acuario exasperado respiró hondo, buscando un poco de paciencia para abordar tal tema.. —¿Por qué no me lo dijiste antes?... Responde Leo.

—¿Siquiera te importa? —Los ojos fuego del león se clavaron en los verdes de su pareja, o futura ex pareja. Estaba por decidirse. Su pecho ardía mas se negaba a soltar una sola lágrima, sin embargo el revuelo de hormonas comenzaba a traicionarlo.

—¿Siquiera es mío? —desvió la mirada, mordiéndose la lengua para no perder la poca paciencia.

—¿¡Como puedes preguntar eso? ¡Dudas de mi fidelidad? —Leo encaró a su pareja, herido por tales palabras, agarrando con fiereza la camisa del contrario preparando su puño para acertarle un merecido golpe que el de Aire esquivó con facilidad. El pelirrojo mas bajo pataleó cuando fue cargado como bolsa de papas hacia uno de los balcones, ignorando a los espectadores.

—¡Escúchame Leo! —Luego de dejarlo en el suelo y acorralarlo contra la baranda, Acuario tomó su mentón con firmeza, mirándole a los ojos. —No lo se, pero aunque ese niño no fuera mío... lo amaría de igual manera.

—Es tuyo, no hay nadie más, créeme... de cualquier modo, eres libre de irte ahora, ya comprobé tu opinión sobre él. No necesito a nadie más para nosotros. —lágrimas traicioneras se acumularon en los ojos carmesí del menor de los hermanos fuego, pegando su frente al pecho de la vaina de aire. Aunque lo estaba echando se aferraba a sus prendas.

—Leo... mírame, —la voz de acuario era tranquilizadora y aunque para la mayoría se volvía monótona, el león podía percibir ese tono de cariño que tan solo usaba en él y los más cercanos. Nuevamente su corazón se oprimió al encontrarse con ese par de esmeraldas — ¿Quieres casarte conmigo y traer al mundo esa pequeña estrella?... con tus ojos y los míos..

Decir que la constelación del León se quedó pasmada era poco, su corazón estalló de emoción tal cual los fuegos artificiales comenzaron a iluminar el cielo sobre sus cabezas. Los invitados comenzar a asomarse a los diferentes balcones y las exclamaciones de asombro opacaron la respuesta del más bajo, aun así, sin la necesidad de palabras, con el roce de los labios ajenos y el cálido abrazo dejó en claro su rotundo si.

—¡¡Vivan los novios!! —La voz de su hermano de elemento vitoreando mientras se colgaba del cuello del arquero interrumpió el momento. 

—¡Sagitario, cállale la boca! Este es mi momento especial!! —Leo gruñó desde el pecho de su ahora prometido, aferrándose como si su vida dependiera de ello. Cual niño mimado.

—¡No me digas que! ¡¿Te dijo que si?! —Aries miró incrédulo a su hermano menor, apareciendo junto a Libra y a los recién casados, asombrados por la noticia. —¡Géminis, gane la apuesta, enano!

—¡Joder, Acuario me traicionaste! —Mientras el signo de los gemelos se lamentaba, Libra y Virgo se acercaban a felicitar a leonino, mientras Capricornio le deseaba suerte a la vaina de Aire, dándole su apoyo como horas antes de la ceremonia había recibido de la pecera. Ahora era su turno de pasar por tal infierno.

—¿De que me perdí? —la grave voz de Escorpio anunció su llegada junto al taurino, cabe destacar que la pesada aura asesina de dos signos de Tierra puso los pelos de punta al escorpión. En fin, no se arrepentía de nada, se había despedido de su descendencia al momento de poner las manos sobre su hermoso, ahora si, novio. Ya podía irse al infierno en paz.

—Ustedes dos, basta, quieran o no Escorpio es de la fanmilia ahora. — Tauro infló sus regordetas mejillas, defendiendo su territorio, con la ayuda de Piscis y Cáncer lograron calmar las aguas, momentáneamente. Claro que ambos tuvieron que jurar que llegarían castos al matrimonio.  Cruzaron una mirada cómplice que lo dijo todo.

—¡Ahora todos! Tomemos una foto grupal! —Cáncer chilló emocionado llamando a las constelaciones amigas, el camarógrafo de la noche espero que todos tomaran sus posiciones y con una sonrisa resplandeciente ese hermoso momento quedó  guardado para toda la eternidad, una promesa que se cumplió y nuevas que se cumplirían a pesar de las adversidades.



FIN.








Luego de dos largos y tragicos años, le di el final que esta historia merecía.
Gracias por los votos y el apoyo.
Sin sus bellisimos comentarios y animos esta historia jamás habría concluido.

Con un total de casi 4000 palabras estoy satisfecha.
L

os amo mi gente preciosa.
Sé que tengo proyectos más importantes que continuar, esa es mi promesa.
Nos leemos prontoˆˆ
<3

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