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Te Odio, Te Amo (Ray x Emma)

One-Shot ambientado en época actual en Japón.

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Norman no podía dejar de mirar con nerviosismo a su mejor amigo el cual miraba fijamente el libro en sus manos que aparentaba leer pero sin hacerlo realmente, pues su mirada estaba fija en un punto fijo de la página.

Estaban en receso, Ray sentado en su pupitre "leyendo" un libro y él, mirándolo fijamente sentado en la silla delante de él.

La razón por lo que se encontraba nervioso, es porque sabía que le pasaba algo a su amigo, era fácil de notar, pues fingía que era como cualquier día, leyendo un libro nuevo en los recesos mientras conversaban de cosas triviales. Pero la verdad es que Ray estaba perdido en sus pensamientos, ni siquiera notó cuándo él se sentó al frente suyo y trató de entablar una conversación sin lograrlo, sabía que algo le preocupaba, pues también habían veces en las que se ponía totalmente pálido y en otros momento rojo cómo un tomate. Lo estaba preocupando mucho.

Pero justo cuando se armó de valor para preguntarle lo que pasaba, Ray estampó con fuerza su cabeza con el libro en la mesa, provocando un pequeño susto en el albino.

- ¡¡¡Aaah!!! ¡¡No puedo sacarmelo de la cabeza!!- gritó desesperado mientras se desordenaba el cabello, ante la mirada asustada de su amigo.

- ¿Puedo preguntar cuál es la razón de que estés así?- Ray subió la mirada para ver a su amigo y pudo notar que estaba completamente rojo.

- ¿Recuerdas a Emma?- Norman lo miró confundido.

- ¿Emma? ¿La chica que está en todos los talleres atléticos y habla prácticamente con todos?.

- Sí.

- ¿La que entró al camerino de los hombres sólo para devolverte un libro y desde entonces la llamas pervertida?.

- Ésa misma.

- ¿Qué pasa con e-?.

- Se me confesó- lo cortó rápidamente ante la mirada sorprendida de su amigo- ayer, en la tarde, a la salida del colegio, frente a TODOS- entonces volvió a hundir su rostro en el libro totalmente avergonzado.

Norman se quedó unos segundos procesando lo dicho antes de sonreír burlón, ya entendía perfectamente la situación.

- ¿Y te pidió salir?- Ray asintió levemente sin despegar su rostro del libro, podía ver sus orejas rojas- ¿Y le dijiste que sí?- halzó la mirada molesto pero sonrojado hasta las orejas.

- ¡Por supuesto que no! Si lo hubieras visto ¡Ella lo dijo con una expresión tan normal cómo si estuviera hablando del clima! ¡Y todos estaban viendonos! ¡TODOS!.

- Pero te gusta ¿No?.

- ¡Ella no me gusta!- dijo golpeando la mesa, pero Norman no dejaba de sonreír.

- ¿Estás seguro?- Ray iba a seguir gritando pero se detuvo abruptamente y se quedó pensando unos segundos, entonces -aún más sonrojado- desvió la mirada mientras se cubría la boca para que Norman no pudiera escuchar bien.

- Bueno... Es un poco linda...

- ¿Vez? Te gusta.

- ¡El que sea linda no significa que me guste! ¡Sigue siendo insoportable! ¡Corriendo al rededor de mi! ¡No me deja siquiera leer! ¡Su optimismo es vomitivo! ¡Y ella sólo sonríe! ¡Cómo si no tuviera más expresiones! ¡Y-y sus ojos son tan grandes...! Y brillantes... Y profundos...- su voz se hacía cada vez más inaudible mientras su mirada quedaba fija en un punto y se quedó unos minutos así antes de soltar un suspiro- ¿Hay un punto medio entre el odio y el gustar?.

- No, o es lo uno o lo otro- esto provocó otro suspiro en su amigo- ¿Pero por qué no lo intentas? Te parece linda y te gusta un poco- Ray lo miró por unos segundos antes de desviar la mirada sonrojado.

- Tal ves pueda intentarlo...- en éso todos sus compañeros se empezaron a asomar a la ventana mientras susurraban.

Norman y Ray se miraron confundidos antes de levantarse y asomarse también a la ventana. Lo que vieron los sorprendió a ambos.

En el suelo estaba escrito con letras gigantes "TE AMO RAY" al lado de una chica de cabellos naranjas que miraba fijamente en su dirección. Y en cuanto se asomó Ray, ésta alzó la mano con una gran sonrisa.

El rostro de Ray se tornó a un rojo vivo mientras giraba la cabeza a todas direcciones sólo para encontrarse a todos sus compañeros mirándolo divertido, incluido Norman.

Apretó los dientes antes de cerrar la ventana con fuerza, provocando que casi se rompiera.

- ¡RETIRO TODO LO DICHO! ¡ES UNA TONTA QUE NO PIENSA ANTES DE ACTUAR!- gritaba mientras se iba avergonzado de la sala siendo perseguido por Norman quién no paraba de reír.

. . . . .

Al terminar la jornada escolar, Ray y Norman iban discutiendo de lo ocurrido mientras salían del establecimiento.

- Callate Norman, no insistas, no lo voy a hacer.

- Pero hace unas horas dijiste que lo intentarías.

- Éso fue antes que Emma hiciera algo tan tonto y humillante.

- Pero fue muy lindo.

- ¡Por supuesto que no lo fue! ¡Fue humillante!.

- Para de repetirlo- se detuvo de caminar mirando a su amigo molesto- deja de repetir que fue humillante, ambos sabemos que solamente lo dices por orgullo, te gustó que ella hiciera éso- Ray se puso totalmente rojo mientras desviaba la mirada- agradece que hay una chica tan dulce y honesta que no le importa quedar en ridículo con tal de demostrar sus sentimientos- Norman soltó un suspiro mientras miraba al suelo- ya quisiera que haya alguien que me considere así de especial.

Ambos se quedaron en silencio y antes de que Ray le dijera algo, se escucharon unos rápidos pasos acercándose.

- ¡Ray!- el nombrado se tensó al escuchar ésa voz mientras que Norman se giró para encontrar a la chica pelinaranja acercándose con una gran sonrisa- Hola Ray- dijo cuando estaba al lado suyo.

Ray miró hacía otra parte para evitar mirar a la chica.

- Hola Emma...

- ¿Viste-?.

- Si lo vi- la cortó en seguida mientras se encogió avergonzado mientras Norman empezaba a sonreír burlón.

- Me alegro- sonrió felíz antes de mirar a Norman- tú eres Norman ¿No?- Norman abrió los ojos sorprendido ¿Acaso ella sabía de su existencia?.

- Emm... ¿Sí?.

- El presidente de la clase A, me gustó tu charla motivacional a comienzo de año- Norman se sonrojo mientras sonreía nervioso.

- A-ah ¿Sí? Gra-gracias.

- ¿Has pensado en ser presidente del consejo estudiantil?.

- S-si, pero aún no estoy convencido.

- Deberías intentarlo, si no lo intentas te arrepentirás- el chico de ojos azules abrió los ojos sorprendido para después sonreír, Emma era una buena chica.

En éso siente un escalofrío por su cuerpo y sentía que alguien lo quería ver muerto, entonces se giró para ver a Ray y éste lo miraba con la mirada más asesina que le había dado.

- Norman- dijo con una voz sombría- se está haciendo tarde.

- S...sí...- sentía que empezaba a sudar del miedo.

- ¡Ah! ¡Ray!- en éso Emma agarró la mano de Ray para detenerlo- ¿Puedo volver a casa contigo?- la pelinaranja lo miró con timidez mientras se sonrojaba, casi lo miraba con súplica.

El más alto sintió que la cara le ardía, lo única que se le pasaba por la cabeza era "hermosa, preciosa, bella, tierna". Desvió la mirada nervioso.

- E-emm... Bu-bueno... Y-yo... E-es que iba a acompañar a Norman.

- Yo puedo caminar sólo, tranquilo- contestó su amigo con una gran sonrisa- los dejo sólos, nos vemos mañana Ray, un placer conocerte Emma.

Así, Norman se dio la vuelta con una gran sonrisa, sin notar cómo Ray lo miraba con desesperación y Emma con una gran sonrisa.

. . . . .

Unas semanas después, Ray caminaba incómodo al colegio y con mucha razón.

Pues hace un rato que veía por el rabillo del ojo que Emma lo estaba siguiendo por unas cuantas cuadras, pareciera cómo si quisiera acercarse a hablarle pero se arrepentía y volvía a esconderse.

Empezaba a preocuparse por la estabilidad mental de la joven, pero más se preocupaba por conservar su virginidad.

- ¡Ray!- casi le dio un ataque cuando escuchó la voz de la pelinaranja llamándolo.

Lentamente se giró con una sonrisa forzada, mientras observaba como Emma se acercaba rápidamente a él con las manos en su espalda totalmente roja.

Empezó a formular muchas teorías de lo que podría tener atrás de su espalda y esperaba mucho que no fuera la teoría número cinco, de que tal vez Emma se haya vuelto yandere y lo que traía atrás era un cuchillo.

- Bu-buenos días Emma- dijo nervioso, la verdad es que se podía esperar cualquier cosa de ésa chica.

- Buenos días- Emma desvió la mirada nerviosa antes de mostrar lo que traía escondido- esto es para ti.

Ray observó el objeto ofrecido, era un regalo rectangular de tamaño mediano.

¿Chocolates? Se preguntó. No es San Valentín... Ni Navidad... Ni mi cumpleaños... La miró confundido por unos segundos antes de tomar el regalo y abrirlo, y al hacerlo abrió los ojos sorprendido.

Era un libro... La cuarta parte de su Saga favorita que salió hace un par de semanas.

- ¿Co-como...?- empezó a temblar de la emoción mientras aún la miraba sorprendido.

- Ésa vez en la que nos fuimos caminando juntos después de clases, mientras conversabamos pasamos al frente de la librería y noté que te quedaste viéndolo por unos segundos- abrió la boca sorprendido mientras sentía la sangre acumularse en sus mejillas.

Sí, lo recordaba, ésa ves que Norman los dijo sólos para que pudieran irse juntos, cuándo caminaban a sus casas pasaron al frente de su librería favorita y no pudo evitar mirar disimuladamente para ver si habían llegado nuevos libros, y cuándo vio ése libro, se prometió ahorrar un par de meses para poder comprarlo.

Sin embargo, ahora lo tenía en sus manos, Emma le había comprado el libro, ella notó que lo quería, su corazón empezó a latir desenfrenado, ella lo notó, notó ése mínimo detalle.

¿Debería sentirse menos hombre porque una chica le haya dado un regalo caro? No podía evitar sentir vergüenza por hacerla comprar algo tan caro.

- Te-te lo devolveré.

- Si lo haces me enojaré mucho- Emma había cambiado a una expresión seria- no te lo regalé porque esperaba algo a cambio, lo hice porque quería hacerlo, porque tu lo vales todo- Ray no hizo más que sólo sonrojarse.

- No...- dijo en un susurro- no me lo merezco, no merezco tal muestra de tus sentimientos, te he tratado mal desde que te confesaste e incluso antes de que lo hicieras.

- Ray- Emma se acercó a él y puso sus manos en sus hombros- no digas éso, tú te lo mereces y más, desde que apareciste en mí vida, sólo has traído más felicidad. Hay un punto en que las palabras no son suficientes para demostrar cuánto significas para mí, por eso trato de hacerte éstos detalles, porque quiero que tu sepas cuán importante eres para mí y cuánto te amo.

El corazón del joven latió desenfrenado, ya no le importaba el precio del regalo, sino el significado, ya no sentía que, lo que traía en sus manos, era un objeto caro, sino el corazón y sentimientos de aquella joven.

- Gracias- dijo aún en shock por aquella muestra de sentimientos, entonces apegó el libro contra su pecho, quería tenerlo lo más cerca posible- en serio, muchas gracias.

Emma sonrió felíz, entonces se alejó lentamente de él.

- De verdad, no es nada. Bueno, nos vemos después- entonces, sin decir más, ella se dio la vuelta y empezó a caminar feliz hacía su colegio.

Mientras Ray solamente se quedó observando cómo ella se alejaba, aún con el el libro en el pecho y su corazón desenfrenado.

Ése momento lo cambio todo, en ése momento pudo entender perfectamente los sentimientos de Emma y empezó a descubrir los suyos.

Entendió por qué trataba de rechazar a Emma, era porque sentía que no se la merecía, alguien tan buena y gentil no se merecía a alguien tan amargado como él. Otra cosa es que también tenía miedo, miedo de establecer una relación y que terminara mal, sobretodo tenía miedo de perder a Emma.

Pero ahora ya no le importaba si no se la merecía, la quería y la quería sólo para él, por muy egoísta que suene, él quería ser el único en su mundo. Éso ya estaba claro.

Sin embargo aún no podía borrar el hecho de que él era muy vergonzoso con respecto a demostrar sus sentimientos. Algún día le devolvería esto, lo haría, pero no ahora, aún no.

. . . . .

Ya había pasado un par de meses cuándo descubrió sus sentimientos por Emma, y éstos solamente estuvieron creciendo día a día con cada detalle que Emma le daba.

Cada detalles que le había dado lo recordaba perfectamente.

Como la vez en que lo llevó al lugar dónde se conocieron, le vendó los ojos y lo llevó al lugar dónde se conocieron, en la biblioteca de la escuela y no sólo éso, sino lo hizo acordarse en el preciso momento que ambos se vieron, lo que se dijeron y lo que hicieron.

También, cuándo él se sentía mal, le llegaban cartas por parte de la chica que lo hacían sonreír como un bobo.

O las veces en que habría su cuaderno y encontraba pequeños mensajes que decían cosas cómo: "Soy la persona más feliz del universo por tenerte a ti cómo el amor de mi vida".

Y cómo olvidar la vez que, en un fin de semana por la mañana, al escuchar que alguien tocaba a la puerta de su casa y al abrirla, se encontró con Emma quién tenía unos cupcake preparados por ella, diciéndole que le había preparado un desayuno. Casi se murió de la ternura.

Bueno, aquello duró unos segundos, pues su madre estaba en su casa y al ver a Emma no dudó en dejarla pasar. Sintió la vergüenza más grande de su vida, estuvieron horas sólo ellas dos hablando de él y sus enigmas vergonzosas.

A éste punto, controlar sus sentimientos era una locura, ahora era una necesidad que Emma también sepa de sus sentimientos.

Por éso, se encontraba en la sala de estar de su casa, contándole todo a Norman ya que no sabía que hacer.

- Simple- dijo su amigo- sólo ve y dile lo que sientes.

- ¡No puedo llegar y decírselo! Ella merece algo especial... Pero no quiero pasar vergüenza cuándo se lo diga.

- Ray, en el momento en que uno se tiene que confesar, siempre se tiene que pasar algo de vergüenza- Ray soltó un suspiro mientras estampaba su cabeza contra la mesa de centro.

- Está bien... Por Emma vale la pena pasar un poco de vergüenza- Norman sonrió aliviado, estaba orgulloso de que su amigo por fin entendiera sus sentimientos.

- Entonces ¿Que planeas hacer para confesarte?.

- No tengo ni idea... Pero quiero hacerla entender que la amo y que quiero pasar toda mi vida junto a ella, quiero devolverle cada gesto que ella me dio y hacer que sea algo que simbolice que la amo- el de ojos azules trató de contener la risa, ahora su amigo se estaba volviendo un poeta.

- Algo así es difícil de conseguir ¿No será que estás creando una excusa para no confesarte?.

- ¡Por supuesto que no!- en éso se escucha la puerta principal abrirse y se asoma a la sala una mujer de cabellos negros y ojos morados.

- Estoy en casa Ray, ah, hola Norman, no te veo desde hace un tiempo- entonces, en el momento en que vio a su madre, se le ocurrió una idea, muy embarazosa, pero lo que Emma se merecía.

Ray se paró y se acercó a su madre quién lo miraba curiosa.

- Mamá... Te prometí que cuándo sea mayor le daría ése regalo a la persona más importante en mi vida... Pero no te importaría darle antes ése regalo ¿Cierto?- dijo con cierta timidez y nerviosismo, si su madre le decía que no todo se vendría abajo.

Isabella abrió los ojos sorprendida, entendió a que regalo se refería, por lo que solamente le sonrió a su hijo y puso sus manos en sus mejillas.

- Por supuesto cariño, no hay ningún problema, después de todo, yo también recibí ése regalo a tú edad- Ray sonrió felíz y abrazó a su madre quién lo correspondió inmediatamente.

- También otra cosa.

- ¿Qué?.

- ¿Podrías prestarme la mandolina?- Isabella frunció el ceño para después alejarse un poco para ver a su hijo.

Desde que su mejor amigo murió y le heredó su mandolina, nunca la había sacado de su estuche que guardaba con recelo en su cuarto.

- Tú no sabes tocar ningún instrumento.

- Aprendo rápido- Isabella lo miró por unos segundos antes de suspirar y apartarse del abrazo.

- En seguida la traigo- dijo mientras se encaminaba a su cuarto.

- ¡Gracias mamá!- Ray no podía dejar de sonreír.

- ¿Ya se te ocurrió algo?- preguntó Norman a lo que Ray asintió mientras se sentaba a su lado.

- Sí ¿Tu sabes con exactitud si hay amigos de Emma que le deban un favor?.

- Supongo que a casi todos los del colegio, ella a hecho algo por todos.

- Entonces tendremos que hacer muchas llamadas.

. . . . .

Al siguiente día Emma se encontraba en el último bloque de clases, totalmente sumergida en sus pensamientos.

Ése día todos habían actuado raro, la mayoría de sus amigos la habían ignorado y los que no lo hacían, susurraban entre ellos mientras se reían.

Tampoco vio a Ray por todo el día, ni siquiera lo encontró en la biblioteca y cuándo le trató de preguntar a Norman si había faltado, éste solamente cambió de tema.

¿Que estaba pasando?.

En éso tocó el timbre que anunciaba el final de jornada y para su sorpresa, todos sus compañeros salieron corriendo como si sus vidas dependiran de ello.

La única que no se fue su amiga Gilda quién se le acercó con una gran sonrisa y le agarró las manos para obligarla a pararse.

- ¡Vamos Emma!.

- Gi-Gilda ¿Que pasa?- la de lentes no le contestó, sólo se puso atrás de ella y la empujó hasta el pasillo.

Al salir de la sala, se congeló al ver a sus compañeros y a sus otros amigos de los otros cursos haciendo una fila, cada uno traía una rosa y la miraban con una gran sonrisa.

- ¿Qu-qué-?- no pudo terminar la pregunta pues Gilda empezó a empujarla a un lado de aquella fila.

Mientras pasaba, uno por uno empezaron a darle las rosas, hasta que pudo ver a Don quién alzaba en el aire con una gran sonrisa un cartel que decía: "Soy la persona más felíz del universo por tenerte a ti cómo el amor de mí vida".

Al leer aquéllo no pudo evitar sonrojarse mientras sentía una creciente emoción incrustarse en su pecho.

Ésa frase...

Lentamente empezó a sonreír al tener una idea de lo que ocurría.

Gilda la guiaba mientras sus amigos les seguían entragando rosas, a ése punto ya tenía un gigantesco ramo.

Fue entonces que llegaron a la biblioteca donde estaba Anna, quién no traía nada, solamente señaló a la puerta de la biblioteca con una gran sonrisa.

En la puerta estaba escrito en letras gigantes: "Antes, ir a éste lugar significaba poder estar en paz y tranquilo, pero cuando te conocí, éste lugar tiene otro significado, ahora es el lugar dónde pude conocer a la persona más bella y alegre de mi vida".

Se le formó una sonrisa temblorosa mientras sentía que las lágrimas iban a deslizarse, solamente pudo cubrirse la boca para evitar soltar algún sonido.

El recorrido siguió, ya no cabía ninguna rosa más en sus brazos, por lo que Gilda tuvo que empezar a recibir las flores mientras la seguía de cerca.

Entonces llegaron al final del la fila, la cuál terminaba justo delante del salón de discursos, el último en la fila era Norman quien la miraba con una sonrisa y un cartel en las manos que decía: "Desde que apareciste en mi vida, sólo has traído felicidad. Hay un punto en que las palabras no son suficientes, por éso ahora estoy aquí, para decirte lo que realmente siento".

Sonrió, ya con los ojos llenos de lágrimas de felicidad. Fue entonces que las personas cerca de ella le quitó las rosas mientras miraba a todos confundida, entonces entre todos la empujaron a la puerta del salón de discursos mientras Norman abría la puerta.

Entre todos la empujaron y cuándo entró, cerraron la puerta, quedando ella sola y con las luces apagadas.

Sin embargo, rápidamente se dio cuenta que habían dos hileras de velas encendidas que hacían parecer como si hubiera un camino en el suelo que llegaba hasta el escenario, dónde sólo había una luz encendida, en el cuál abajo de ésta, estaba Ray con una mandolina en sus manos.

Al verlo así, todo su cuerpo empezó a temblar, se cubrió la boca con ambas manos mientras seguían saliendo las lágrimas por tal vista.

- Emma- dijo Ray mientras la miraba- le prometí a mi madre que sólo le mostraría ésta canción a la persona más importante de mi vida... Ésta será ahora nuestra melodía- y sin decir más, empezó a tocar la mandolina, siendo acompañada con con sus pequeños susurros de la melodía.

Aquella melodía era la más hermosa que había escuchado, se introducían en su ser dejando una agradable sensación, mientras la escuchaba no pudo evitar cerrar los ojos, tratando de concentrarse sólo en aquellas notas que retumbaban en la habitación vacía.

Fue entonces que la canción llegó a su fin, dejando en el aire una agradable sensación de melancolía y pasión.

Fue entonces que Ray notó como Emma empezó a caminar lentamente hacía y cómo empezó a acelerar el paso hasta prácticamente estar corriendo.

- ¡E-Emma! ¡Espera!- pero ésta no le hizo caso, lo único que pudo hacer fue alejar la mandolina rápidamente antes de que Emma subiera de un salto al escenario y se lanzara a abrazarlo mientras unía sus labios por primera ves.

El impulso fue tanto que ambos terminaron en el suelo uno en sima del otro aún con los labios unidos.

Después de saciar la necesidad de querer besar los labios del otro, ambos se separaron entre risas, no podían dejar de abrazarse y no querían parar, solamente reaccionaron cuándo las luces del salón se prendieron y empezaron a entrar todos aquellos que estuvieron involucrados.

Ahora, todos los chicos y chicas rodeaban a la ahora pareja sin dejar de felicitarlos con una gran sonrisa. Nadie podía dejar de sonreír.

Sobretodo Ray y Emma, quienes recibían las felicitaciones con una gran sonrisa y sin soltar ni una sola ves sus manos.

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Uff, creo que ésto es lo más asquerosamente cursi que he escrito en mi vida.

En fin, quiero decir que sólo habrán dos One-Shots más, por lo que esto terminará pronto. Tengo que admitir que iba a hacer más, de hecho planeaba hacer 22 O-S, pero al final empecé a perder la idea de la mayoría de los O-S y sólo me quedé con los que tenía la idea clara.

Éste O-S está inspirado en la canción "Suki Kirai".

Bueno, éso, espero les haya gustado el O-S.

Nos leemos.

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