El Voto Negro del Pecado Seductor (Ray x Norman)
One-Shot ambientado en época victoriana, Inglaterra.
. . . . .
En ése momento, dejó de sentir sus piernas y cayó estrepitosamente al suelo, su respiración agitada y los moratones en su cuerpo mostraban la crueldad de la humanidad contra él, pero no los juzgaba, es lo que se merecía.
Pues él, desobedienció a Dios y cómo castigo le arrancó una de sus blancas alas, y fue expulsado del cielo para ser juzgado en la tierra, y así fue, la gente al ver a un ángel con sólo una ala rápidamente concluyeron que era un ángel caído y sin pensarlo mucho, le empezaron a tirar piedras de todos los tamaños mientras le gritaban que debía morir.
Cómo pudo, corrió lo más lejos de ahí, sin detenerse y sin mirar atrás, hasta que pudo alejarse totalmente de la ciudad.
Ahora se encontraba ahí, en el suelo, sin tener fuerza para levantarse y el cuerpo totalmente maltratado.
Lentamente las lágrimas empezaron a resbalarce de sus ojos mientras apretaba los dientes y soltó un gritó de dolor.
No importa cuánto rogó por un perdón, nadie fue piadoso con él. Ahora se encontraba ahí, desterrado y expuesto a toda la crueldad humana, quiere morir, es mucho mejor morir.
Lentamente empezó a sentarse, lo único bueno de tener sólo un ala es que no era totalmente un ángel caído, si hacía buenas acciones, volvería a tener ambas alas y sería aceptado nuevamente en el cielo.
Fue cuándo sintió unas pisadas acercarse hacía él y volteó rápidamente la mirada, encontrándose con un par de ojos azules que lo miraban con sorpresa.
El cielo es, en simples palabras, un paraíso y tiene las vistas más bellas que se podrían ver nunca en la tierra, pero aquel chico, superaba a todas las cosas hermosas del cielo.
Su piel y cabello eran el más puro blanco que había visto y ésos profundos ojos azules eran más azules que el mismísimo cielo.
Era el humano más hermoso que había visto, claro sin contar que a su alrededor había una oscura aura, invisible para el ojo humano, pero sí para él, sabía qué era ésa aura, ésa era un aura de un pecador y el chico albino también lo sabía, pues vestía de negro, tan negro cómo aquella aura.
Entonces, la sorpresa del chico se volvió a una sonrisa amable, una sonrisa tan amable y tan seductora que le provocó escalofríos en todo el cuerpo, sentía sus mejillas calentarse por aquel gesto y su corazón latía con fuerza.
— ¿Estás bien?— preguntó el joven con amabilidad mientras estiraba su mano para ayudarlo— ¿Necesitas ayuda?— en ése momento se sintió desnudo ante ése chico, ésa mirada, ésa mirada le provocaba tantas cosas que nunca había sentido.
El ángel no le supo contestar, estaba hipnotizado por tanta belleza, y -en ése momento- no lo sabía, pero el patético ángel empezó a enamorarse del joven.
Desvió la mirada para esconder su sonrojo, aceptar la ayuda de un pecador es algo inaceptable, sobretodo para él que estaba a un paso de ser expulsado completamente del cielo.
Sin embargo... Es el primer gesto amable que a recibido desde que desobedeció a Dios.
Lo volvió a mirar, él le sonreía amablemente y sus ojos mostraban bondad. No tenía nada de malo aceptar su ayuda ¿Cierto?.
Lentamente acercó su mano a la del joven y suavemente la agarró, en cuanto sintió su tacto, un escalofrío lo recorrió y sentía su mano arder.
El chico de ojos azules lo ayudó a pararse, pero en cuanto se levantó, sintió sus piernas temblar por el esfuerzo físico, provocando que terminara apoyándose en el pecho del joven.
Al darse cuenta de la situación se trató de alejar, pero rápidamente fue detenido, las manos del de cabello blanco lo sostenían con delicadeza provocandole un sonrojo.
— Lo siento...— habló por fin en un susurro.
— Tranquilo, está bien. Yo soy Norman ¿Cómo te llamas?— subió la mirada para verlo, ahora podía apreciar su rostro más cerca, observando ésta ves sus imperfecciones faciales, que igualmente le parecían bellas.
— Ray...
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A pasado dos meses desde que conoció a Norman.
Después de que ayudarlo a pararse, se dirigieron a la casa de Norman -bueno, más que una casa, era una mansión- y empezó a vivir ahí desde entonces.
Y ahora podía entender por qué Norman, teniendo una mirada tan amable, era un pecador. Pues el trabajo que hacía era bastante sucio.
Pero de todas las cosas que hacía, el que más le sorprendía era que incentiva a las mujeres a hacer adulterio.
Norman era una mala persona, de cuerpo y alma, las puertas del infierno estaban abiertas para él y no parecía molestarle.
En las noches -en sueños- tenía encuentros con su amiga, Anna, la cuál fue la única que sufrió por su destierro, solamente para decirle que si eliminaba a alguien tan pecador como Norman, el podría volver con ella a cielo. Pero jamás lo harías, ni siquiera en sueños.
Ambos se encontraban en la oficina de Norman -la cuál conectaba con el jardín-, el albino apoyado en su escritorio escuchando atentamente a Ray, y él tratando de convencerlo que lo que estaba haciendo estaba mal.
— Ray— dijo éste con una sonrisa mientras se acercaba para apoyar su mano en la mejilla de Ray— Eres tan bueno, lo que se espera de cualquier ángel, pero éste es el mundo real y el mundo real es cruel.
Ray bajó la mirada sonrojado por el gesto, a ése punto, tenía claro sus sentimientos hacía Norman.
— Pero... Lo que haces no es lo correcto.
— Sabes que no eres quien para hablar de lo que es correcto— Ray se encogió por ésas palabras y Norman soltó un suspiro— Escucha Ray, se lo que tratas de hacer, tienes miedo que, cuando llegue mi momento de morir, mis pecados sean castigados— le da una sonrisa amable— pero esto es lo que soy ahora y yo no puedo cambiar lo que soy— con su pulgar empezó a acariciar la mejilla de Ray— pero estoy contento de que haya alguien que se preocupe tanto por mí y la verdad, es que siento que nuestro encuentro fue un regalo hecho por Dios, desde que llegaste, ésta mansión a tomado más brillo, eres cómo una luz que siempre me da felicidad.
Ray abrió los ojos sorprendido mientras se sonrojaba y su corazón latía descontrolado, éso era lo más lindo que le habían dicho en la vida.
Lo amaba, amaba a Norman, quería estar con él hasta en las entrañas del infierno si era necesario.
— Cambiando de tema ¿Tienes hambre? Ya es momento de cenar— entonces, se alejó de él y se dio la vuelta para salir de la habitación.
Mientras Ray se quedó viendo en cámara lenta cómo éste caminaba mientras mantenía sus manos en su pecho para controlar su corazón, lo cuál no pasaba.
Y sintió la necesidad de besarlo.
— Norman... — lo llamó mientras se acercaba a él.
— ¿Sí?— se dio lo vuelta solo para encontrarse con el rostro de Ray a unos centímetros de él.
Ray puso sus manos en sus mejillas para poder acercarlo más a él.
— Te amo— dijo en un susurro antes de besarlo.
Al besarlo sintió ésas mariposas que tanto había escuchado y en sus labios había un pequeño cosquilleo que le encantaba.
En cambio, Norman quedó en un estado de shock y cuándo reparó en lo que estaba pasando, empujó con fuerza a Ray, tal vez con más de lo debido, pues éste se tambaleó para no caer.
Ray se sintió dolido, sintió un profundo cuchillo atravesar su corazón con fuerza por el rechazo.
Norman se había puesto completamente rojo y lo miraba sorprendido mientras se cubría la boca.
Se quedaron en completo silencio por unos segundos hasta que Norman por fin hablo.
— ¿Qué...?— dijo tembloroso— ¿Qué tonterías estás diciendo?— Ray hizo una expresión de profundo dolor. No quería decirlo otra ves, pero en éstos momentos ya no importaba.
— Lo que escuchaste... Me gustas— Norman se puso más rojo, volviendo a sorprenderse.
— Pe-pero... ¿Que dices? Es imposible, tú-tú... No eres mujer, eres un hombre, somos hombres— a Ray se le cayó el alma a los pies, sentía que ya no podía respirar bien.
¿Por éso me está rechazando? ¿Porque no soy mujer? ¿Porque no nací cómo mujer? Si hubiera nacido como mujer ¿Su respuesta sería otra?.
En ése momento, Ray sintió muchas ganas de llorar y maldijo su existencia, nunca había pensado en ser mujer, pero ahora quería serlo, y lo quería, ahora desea que hubiera nacido mujer.
Tratando de impedir lágrimas, le dio una sonrisa forzada.
— Sí, lo entiendo, lamento haberte dicho algo tan ridículo— y sin decir más se dio la vuelta rápidamente y salió por la puerta que daba al jardín, camino hasta llegar al árbol más alejado de la mansión.
Al llegar, se apoyó de espalda mientras reflexionaba lo que había pasado, antes de que se diera cuenta, miles de lágrimas salían de sus ojos y con un sonido lastimero, cayó lentamente al suelo para abrazar sus piernas y esconder su rostro entre ellas.
Nunca se había sentido tan infeliz en ése momento, desaparecer de éste mundo sonaba una buena idea. ¿Y si hubiera nacido mujer? ¿Por qué no fue mujer? ¿Por qué no podía estar con él?.
— ¿Por qué?— se dijo entre sonidos lastimeros— ¿Por qué no nací mujer? Si fuera mujer, sería mejor y Norman se merece lo mejor... Haría lo que fuera por ser mujer... Haría lo que fuera para verlo felíz.
— ¿De verdad harías lo que fuera?— se sobresaltó al escuchar una voz que no reconocía.
Buscó rápidamente con la mirada al dueño de ésa voz y no le costó mucho, pues a unos metros de él, lo miraba fijamente una figura encapuchada, lo reconoció de inmediato.
Un demonio.
Al ver un demonio ahí, no pudo evitar aterrarse y sentir profundo miedo.
— Te lo pregunto de nuevo— dijo con una voz gruesa y profundo— ¿Estarías dispuesto a hacer lo que sea por ése chico?.
Al escuchar nuevamente la pregunta, su cuerpo se relajo y empezó a pensar en Norman, su cabello, su piel, sus labios, sus ojos... Su respuesta estaba más que clara.
Se paró lentamente mientras miraba decidido y con seriedad al demonio.
— Daría mi vida por él— entonces, se fijó que el demonio empezó a hacer una macabra sonrisa.
. . . . .
Habían pasado tres semanas desde que no volvió a ver a Ray, después de que le haya robado ése beso, se fue y ya no volvio.
Ahora se sentía infeliz, le había hecho daño, lo sabía y se sentía horrible, aún podía recordar su expresión de dolor, ésa expresión no la olvidaría nunca.
No era su intención dañarlo, pero al momento en que lo beso, perdió el control, ambos eran hombres, era enfermizo, era raro, asqueroso, no podía existir siquiera una posibilidad.
Pero no podía evitar sentir que le faltaba algo en su día a día, no se había dado cuenta que algo le faltaba a su vida, pero después de conocer a Ray y perderlo... Se daba cuenta que le faltaba algo... Más bien a alguien... Alguien cómo él...
Negó rápidamente, no podía ser que ahora sólo pensaba en Ray, no lo necesita, no lo necesita a él, no necesita a un hombre, necesita a una mujer, éso es lo normal, hombre con mujer.
Entonces volvió a la realidad, había salido para despejar su mente, pues la ausencia de Ray le afecta más de lo que quiere admitir.
Y al darse cuenta dónde estaba, tuvo unas inmensas ganas de golpearse. Inconscientemente llegó al lugar donde conoció a Ray.
Se iba a devolver hasta que vio un poco más lejos, a una persona sentada entre las flores.
Su corazón empezó a latir desenfrenado al pensar que podía ser Ray, entonces se empezó a acercar rápidamente, pero grande fue su deserción cuando empezó a observar una figura femenina.
Sin embargo, la decepción duró poco, pues empezó a cautivarlo ésa figura que presenciaba desde atrás. Hombros descubiertos, un vestido negro ajustado, una pequeña cintura y una hermosa cabellera naranja que ondeaba por el viento.
Su corazón nuevamente empezó a palpitar rápidamente y sin darse cuenta empezó a caminar hacía ella.
Mientras más se acercaba podía notar que la joven jugaba con unas flores y solamente cuándo estaba lo suficientemente cerca, la joven volteó a verlo.
Dios... Era la mujer más bella que había visto, su cuerpo, sus labios, su pequeña nariz y... Sobretodo ésos ojos, ésos grandes ojos verdes que lo miraban con timidez.
Su rostro debería de estar ardiendo, pero no le importaba, pues la joven también estaba contemplandolo sonrojada.
— Disculpa— diji casi hipnotizado— ¿Me podrías decir tú nombre?— la de ojos verdes lo miró por unos segundos antes de darle la más bella de las sonrisas.
— Emma...— sus oídos se complacieron al escuchar tan bella voz— Mi nombre es Emma.
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Habían pasado meses desde que conoció a Emma, sus más felices meses de toda sus vida.
Emma llenó ése vacío que Ray le dejó e incluso más, la química entre los dos fue instantánea, ambos eran felices sólo con la presencia del otro, antes de que se dieran cuenta, empezaron a amarse inconscientemente, Norman le dio su corazón sin dudarlo.
La amaba tanto que trató de darle todo lo posible e incluso se alejó se su peligroso trabajo y dejó el hábito de buscar placer con mujeres comprometidas.
Emma lo estaba cambiando para bien.
Ahora, se encontraban ahí, en su habitación, compartiendo el beso más lascivo que hayan tenido.
Las respiraciones aceleradas y los leves gemidos eran lo único que se escuchaban en la habitación de Norman.
Antes de que se diera cuenta, había puesto a Emma sobre la cama y la empezó a desvestir. Cuándo terminó su trabajo, se alejó para observarla de pies a cabeza, entonces se fijó en su expresión.
Emma estaba totalmente colorada observando a otro lado mientras temblaba lentamente. Esto provocó que se preocupara y la estrechó entre sus brazos.
— Tranquila, está bien sino quieres, voy a respetar tu decisión.
— ¡No!— lo cortó rápidamente mientras se alejaba para verlo— yo... Quiero hacerlo— acercó su mano para acariciar la mejilla del más alto mientras sonreía— si eres tú... Estoy dispuesta a todo.
Ésas palabras lo cautivaron y lo emocionaron, no pude evitar besarla con emoción.
Ésa noche se demostraron mutuamente cuánto se deseaban físicamente.
Cuerpos entrelazados y sudorosos, respiraciones entrecortadas y desastrosas, pero dos corazones latiendo como si fueran uno.
Ambos eran felices.
. . . . .
Al día siguiente, ambos se encontraban en los jardines de la mansión mientras se abrazaban felices por sólo estar vivos y poder estar con el otro.
— Me había preocupado cuando te vi temblando, creí que tenías miedo.
— Claro que no, eres tú ¿Por qué tendría miedo?... Sólo estaba algo... Nerviosa. Pero ya no importa, ahora me siento completa gracias a ti— el de ojos azules no pudo evitar sonreír para después besar su sien.
— ¿No te molesta?.
— ¿Que cosa?— lo miró confundida.
— El que hayas perdido tu pureza fuera de matrimonio— la expresión de Norman cambió a una de culpabilidad— pienso que te hayas sentido obligada a hacerlo.
— Norman, por décima ves, no estoy arrepentida— ésta ves lo miró molesto— es algo que yo quise hacer, tú no me obligaste a nada, soy felíz de que nos hayamos unido en cuerpo y alma.
Norman la miró fijamente por unos segundos antes de sonreír.
— Aún no en alma.
Emma lo miró confundida, entonces él se alejó un poco y empezó a buscar con la mirada algo en el suelo, y al encontrarlo, lo recogió, era pequeña flor, entonces, bajo la mirada confundida de Emma, empezó a formarla hasta hacerla parecer un anillo. Después, agarró con delicadeza la mano derecha de Emma y le puso la flor en el dedo anular.
Emma al notarlo subió la mirada rápidamente sorprendida y sonrojada, Norman solamente le sonrió.
— Emma— empezó a decir antes la creciente emoción de la joven— No puedo imaginarme una vida sin que tú estés a mi lado, sin regalarte mi amor cada día. Por éso ¿Te unirías a mí en matrimonio?.
Emma empezó a temblar mientras sonreía, de sus ojos empezaron a salir lágrimas mientras se cubría la boca.
— Sí...— dijo en un susurro— ¡Sí! ¡Sí! ¡Y un millón de sí!—entonces se arrojó a su brazos y empezó a besarlo totalmente emocionada.
Era una mezcla de felicidad y euforia, solamente se besaban mientras reían emocionados.
Después de unos segundos Emma se levantó enérgica.
— ¡Hay que celebrar! ¡Merendemos aquí! ¡Yo traigo la comida! ¡Te voy a cocinar algo delicioso! ¡Espera aquí! ¡No me tardo!— y sin que le diera tiempo de contestar, Emma se fue casi saltando de la alegría, robandole una risa al mayor.
Después simplemente miró el cielo sumergido en sus pensamientos sin dejar de sonreír. Acaba de tomar la más y mejor decisión de su vida.
Tan sumido estaba en sus pensamientos que ni siquiera notó la figura femenina que se acercaba con rabia por detrás suyo.
La joven de cabello rubio, ojos azules, vestimenta blanca e importantes alas de blanco puro, lo miraba con un profundo odio.
Era su culpa, él tenía la culpa de todo, le había dado la opción a Ray de matarlo, pero no la escuchó, por su culpa ahora Ray estaba completamente perdido, condenado y corrompido. Ése maldito pecador condenó a la persona más importante de su vida, tenía que hacerlo desaparecer.
Sin pensarlo mucho, levantó el arma que traía y lo apuntó a su cabeza, limpiaría el mundo de escoria cómo él.
Rápidamente le quitó el seguro, provocando un sonido que puso en alerta al joven y volteó rápidamente, solamente para encontrarse con un arma apuntada hacía su cabeza y antes de que pudiera reaccionar, la bala ya había atravesado su cabeza.
El cuerpo del joven cayó cómo peso muerto ante la mirada del ángel que lo miraba con superioridad, ahora, será castigado por sus pecados en el infierno.
Sin más, se dio la vuelta y alzó el vuelo sin mirar atrás.
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Al escuchar el disparo, supo que pasó algo malo y con el corazón en un puño, se dirigió rápidamente al jardín, solamente para encontrarse con el cuerpo de Norman desangradose en el suelo.
Quedó en un estado de shock, no lo podía creer, no podía ser, no a él, a cualquiera menos a él. Sus lágrimas resbalaron cómo un mar mientras se arrojaba a sostener el cuerpo de su amado.
— ¡NORMAN!— buscó su rostro y trató de acariciarlo, pero sus manos temblaban cómo nunca— ¡NORMAN! ¡DESPIERTA POR FAVOR!— su vos empezó a temblar y al darse cuenta que él jamás despertaría apoyó su frente contra la del cuerpo— Despierta mi amor...— dijo entre gemidos y llantos.
Fue cuándo llegó a su cabeza un recuerdo, algo que la hizo contrarse un poco, éso resolvería todo.
Se alejó un poco y apoyó su mano en su mejilla, cerró los ojos mientras sentía sus energías recorrer por todo su cuerpo hasta su mano.
— Mi amor, la fría mentira en la que vivimos se acabó— observó las hermosa líneas de su rostro— Daré mi vida por ti, cómo juré aquél día— no pudo evitar temblar mientras se seguían deslizando sus lágrimas— Voy a pagar mis pecados contra Dios— la sangre que aún deslizaba por la cabeza del joven, empezó lentamente a volver de dónde había salido— Los pecados que ambos cargamos serán pagados con mi muerte— se fijó que los párpados de su amor empezaban a temblar— Si tengo que hacerlo, tomaré tú lugar y moriré por ti— Lentamente, sus ojos empezaron a abrirse— Supongo que esto fue siempre mi destino— entonces Norman pudo observar, cómo los rojizos cabellos de Emma se tornaban negros y sus ojos más oscuros.
Ahora, al frente suyo ya no estaba Emma, sino Ray, quién le sonreía entre lágrimas.
— Por favor, nunca olvides que yo siempre te amé— y antes de darle tiempo de reaccionar, éste, con un sonido quiebre, desapareció en el aire, dejando sólo en su lugar una sola pluma negra.
Norman observó en shock cómo aquella pluma caía con gracia hacía el suelo, lo único que hizo fue poner su mano antes que ésta tocara el suelo.
Y pudo verlo, pudo ver todo lo que tuvo que vivir Ray.
Se formó una imagen en su cabeza, de Ray frente una figura encapuchada, con la cuál se miraban fijamente.
— Te concederé tú deseo— habló por fin el encapuchado— pero a cambio, tendrás que darme ésa ala— dijo con una sonrisa retorcida.
Los recuerdos lo llevaron a una habitación oscuro, dónde se podía ver a Ray sostenerse con fuerza mientras unas cadenas trataban de arrancarle la única ala que tenía.
En la habitación solamente se escuchaban los gritos de dolor de Ray y cuándo su única ala se desprendió de él cayó cansado al suelo, en vuelto en sudor y cansancio, mientras que las lágrimas caía sin más, pero éste por alguna razón sonreía.
Los recuerdos saltaron a Emma la cuál se encontraba frente a un espejo, entonces lentamente se desvistió para poder contemplar su cuerpo, y al hacerlo, unas lágrimas empezaron a salir, se cubrió el rostro mientras caía lentamente al suelo.
— Dios... ¿Qué me estoy haciendo?.
Él no lo notó, nunca notó que la persona que tenía al lado, era en realidad Ray, todo ése tiempo, Emma era en realidad Ray y no lo notó, ni siquiera en aquella noche en que estuvieron juntos notó aquellas cicatrices en su espalda que indican el lugar dónde estaban sus alas.
Su mano la cuál sostenía la pluma, empezó a temblar descontroladamente, apretó los dientes con fuerza mientras su vista se nublaba por las lágrimas y sin más, llevó aquella pluma a su pecho y soltó un grito desgarrador.
Lo perdió, ya no estaba con, todo era su culpa, él no merecía tal acto de amor, Ray cambió sólo para adaptarse a sus gustos, nunca vio el maravilloso hombre que era, nunca lo vio, no lo merecía.
Era una escoria, perdió a la persona que más amaba en ése mundo, ni siquiera le dio tiempo para decirle a él, cómo Ray, que lo amaba, se sentía asqueroso, tenía que pasar esto para darse cuenta que no importaba el género de Ray, sino lo que él sentía hacía él.
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Pasaron años después.
Ahora Norman vivía en paz totalmente alejado del mundo en una pequeña casa al lado de un lago. Donó todo lo que tenía y se fue lo más lejos posible.
Cuándo Ray murió, se quería suicidar, así estaría con él en el infierno, pero al final no lo hizo, Ray murió para que él pudiera vivir y éso haría, y también, además de haberle salvado su vista, también se llevó los pecados que el cargaba, por lo que también caería en las tentaciones del pecado. Pues ahora, también gracias a Ray, estaba limpio e iría al cielo.
Por lo que simplemente, esperaría, esperaría con paciencia el día de su muerte para morir e ir al cielo, y tal vez con el tiempo, ambos renacerian, en un mundo en el que puedan vivir juntos y felices, dónde no haya miedo y prejuicio.
Tal vez como un par de estudiantes.
O tal vez en un mundo futurista.
O tal vez, dónde simplemente sean un par de huérfanos esperando por ser adoptados.
.-.-.-.-.-.-.-.-.
Uff, éste es el capítulo más largo que he escrito en mi vida, wao 3.919 palabras, es un logro, espero que les haya gustado, a mi si me gustó, hasta a mi me dieron ganas de llorar :'v
Éste One-Shot está inspirado en la canción "Alluring Secret Black Vow".
Nos leemos en otra One-Shot, bye.
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