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Avión de Papel (Ray x Norman)

One-Shot ambientado en la Segunda Guerra Mundial, Alemania.

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Al salir la enfermera de su habitación, esperó unos segundos antes de sacarse los cables que conectaba su brazo con las máquinas del hospital.

Se levantó rápidamente, buscó su ropa que tenía escondida debajo de la camilla y se vistió rápidamente.

Después salió a hurtadillas del hospital en el cuál se encontraba, tenía unas horas antes de que la enfermera lo fuera a revisar o su padre volviera de su trabajo.

Al salir del establecimiento, se hecho a correr con una gran sonrisa en su rostro mientras que miraba su carta que tenía en sus manos.

Después de correr por unos minutos, llegó al lugar dónde siempre iba para encontrarse con él.

El campo de concentración.

Rodeó aquél alta e imponente cerca que mantenía cautivas a tantas personas. Y al llegar al lugar acordado, lo pudo ver a través de la cerca, mirándolo con una gran sonrisa.

No pudo evitar sonreír igualmente y se colocó al frente suyo, ambos mirándose con una gran sonrisa, queriendo decirse mil cosas y a la ves ninguna.

— Hola Ray— dijo suavemente.

— Hola Norman— le contestó igualmente.

Se miraron por unos segundos antes de Ray sacara de su bolsillo un papel doblado y descuidado, lo desdobló y nuevamente lo empezó a doblar, pero ésta ves haciendo una figura. Un avión de papel.

Al terminar, se alejó un poco de la cerca y la hizo planear por en sima de la cerca. Él teniendo los ojos fijos en el avión de papel, retrocedió mientras levantaba los brazos para poder atraparlo y al hacerlo, lo desdobló y empezó a leer rápidamente las palabras en él.

Tus ojos son relucientes
Tu piel una esmeralda
Diamantes son tus dientes
Tu boca me muero por besarla.

Tu mirada me hace sonreír
Tus labios me hacen soñar
Y tu alma me permite amar
No te alejes nunca de mí.

Habrán mil comienzos
Un millón de finales
En todos ellos estamos tú y yo
Recorriendo nuevos lares.
Porque así quiero mi vida
Compartiendo momentos contigo
Cada uno de mis días
Un lindo amor infinito.

Con cada palabra, el corazón se le aceleraba, su sonrisa se formaba cada vez más y más emocionada, y las mejillas se le calentaban.

Al terminar de leerlo, miró a Ray quién sonreía nervioso a otro lugar, al verlo así, no pudo evitar reírse y pegar la carta a su pecho, quería tenerlo cerca de su corazón.

— Es muy hermosa, gracias.

— No es nada comparado con el amor que te tengo Norman. Cuando la guerra se acabe, nos iremos lo más lejos posible y viviremos tranquilamente en el campo, lejos de los prejuicios de la sociedad— No pudo evitar soltar un suspiro de cansancio al oír ésa linda fantasía.

— Ojalá pueda ser así.

— Norman— al subir la mirada se encontró con la mirada sería del azabache— Va a ser así, te lo prometo— mientras lo decía, se acercó a la alambrada, sacó su mano, logrando que las puntas rasgaran levemente su piel, sacando un poco de piel en su sucia y descuidada piel.

— ¡Ra-Ray!— tartamudeó nervioso al ver que se hacía daño.

— Sé que hacerte una promesa a través de palabras, solamente se las lleva el viento y jurarlo en un papel no significa nada. Pero, es algo que no sólo te prometo a ti, si no también a mi corazón. Solamente por ahora estamos separados por ésta cerca, pero pronto todo acabará y podré entregarte mi corazón como es debido. Podremos tener una vida normal— el azabache solamente le sonreía gentil mientras extendía su mano hacia él para tomarla, ignorando completamente el dolor.

Al oír aquellas palabras no pudo evitar que su corazón diera un salto, llenando sus pensamientos con bellas fantasías junto al azabache.

Le devolvió la sonrisa y tomó la mano con ternura, la llevó hacia su mejilla y la posó sobre ella, sintiendo la fría mano sobre su cálida piel.

— Si... Algún día viviremos una vida normal...— depositó un beso sobre aquella mano, provocando un sonrojo en su compañero— Es una promesa.

Ambos jóvenes se miraron a los ojos y compartieron una sonrisa, soñando por un futuro brillante para ambos.

.  .  .  .  .

Ahora volvía a estar nuevamente en la camilla del hospital, con aquellos incómodos cables en su brazo mientras se encontraba sentado leyendo por milésima vez los cientos de poemas que tenía sobre las sábanas del hospital.

Entonces volvió a leer su nuevo poema y no pudo evitar sonreír al pensar en cómo contestar ante aquél poema.

Todos los días hacían lo mismo. Él se escabullía del hospital y Ray de los militares para solamente intercambiarse poemas de amor, un amor que no podía ser revelado a nadie.

Se conocieron por casualidad. Cuándo escuchó que su padre trabajaba en los horrible campos de concentración, se sintió con la necesidad de confirmarlo por sí mismo.

Él nunca tuvo una relación estrecha con su padre, pero el escuchar que su padre mataba a personas es algo que no quería creer y no podía creerlo hasta verlo con sus propios ojos.

Después de que su padre se fuera a su trabajo, se escapó y lo siguió en silencio. Grande fue su decepción cuándo lo vio entrar en el campo de concentración.

Al estar frente de aquel establecimiento, no sabe por qué, tuvo la necesidad de rodearlo y al hacerlo vio a un chico, sentado a los pies de un árbol seco, ocultando su rostro entre sus piernas, con una par fotografías regadas a sus pies. Desde donde estaba podía escuchar como sollozaba.

Lo miraba sorprendido, era la primera ves que veía a un prisionero de los campos de concentración, pero lo que más le sorprendía era que era sólo un niño, tal vez de su edad. ¿Por qué había un niño encerrado a ahí? ¿No que solamente eran encerrados ahí ladrones y asesinos?.

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que poco a poco empezó a acercarse y se dio cuenta hasta que quedó al frente de la cerca, y, por alguna razón, puso su mano en los alambres provocando que se pinchara la mano y dejara escapar un sonido lastimero, provocando que el chico subiera rápidamente la cabeza para mirarlo sorprendido.

Se miraron fijamente por unos segundos antes de que se escuchara una campana, que hizo al azabache levantarse de golpe, recogió rápidamente las fotos en el suelo y se fue con la misma rapidez, pero antes de desaparecer de su vista, se giró para verlo unos segundos y nuevamente retomó su camino.

Él se quedó mirando por donde se fue el chico antes de darse la vuelta e irse.

Ésa noche no pudo dormir al estar pensando en aquel chico y al día siguiente volvió al mismo lugar con la esperanza de verlo, grande fue su sorpresa al verlo sentado al frente de la cerca, mirando en diferentes direcciones.

Así fue cómo empezó su peculiar amistad, él lo visitaba todos los días sin falta y mientras más crecía su confianza, tuvo el valor de preguntarle la razón de por qué estaba encerrado ahí.

Lo que le contó le partió el corazón.

Él vivía tranquilamente con sus padres en una casa acomodada dónde vivían muy bien. Hasta que estalló la guerra.

Su padre tuvo que ir a la guerra y se tuvo que quedar solamente con su madre, la cuál estaba completamente en contra de los ideales de Hitler. Entonces ella hizo algo que condenó a todos.

Todo comenzó con una chica llamada Emma, hija de judíos. Sus padres desesperados por el bienestar de su hija, le rogaron a su madre que le diera asilo solamente a ella, pues tenían miedo de que si los llegaran a atrapar, la mataran.

Su mamá, conmovida, aceptó cuidar de la niña y tuvo una nueva "hermana". Con el tiempo, más padres desesperados llegaban a su casa pidiendo asilo para sus hijos y su madre aceptaba a cada unos de ellos sin quejarse, los cuidaba a cada uno como si fueran sus propios hijos. Su casa era un hogar dónde ocultaban clandestinamente a niños judíos.

Él, aunque estaba en contra de los deseos de su madre, no podía evitar admirarla por tal acto de bondad, al igual que no pudo evitar encariñarse con los niños con los cuales vivía, en especial con Emma, la cuál fue su mejor amiga.

Pero claro, aquello no duro mucho. Un día los militares alemanes irrumpieron en su casa, mataron a su madre y a los niños menores de seis años, los demás se los llevaron a los campos de concentración, incluido a él.

Aquél nuevo cambio de vida tan radical fue mucho para sus hermanos jóvenes, no importó cuántos días él, Emma, Don y Gilda quedaran con los estómagos vacíos por darle su comida a los pequeños, poco a poco empezaron a morir, la mayoría por las miles de enfermedades que habían.

Un día, Don enfurecido y cansado, atacó a un militar y rápidamente se lo llevaron a la cámara de gases, nunca más volvió a ver, y Gilda se colgó al no soportar más la situación.

La única que le quedaba era Emma, la cuál estaba devastada, no dormía mi comía, había perdido su familia dos veces. Él trató de hacerla comer, era la única que le quedaba y la única razón por la cuál no se había suicidado en el momento en que llegó a los campos de concentración.

Pero nada sirvió, Emma había perdido su espíritu y estaba ahogada en una profunda melancolía. Al final murió de melancolía.

Aquél día en que se encontraron, había perdido a Emma y estaba dispuesto a acabar con su vida ése mismo día. Pero cuando lo conoció, quiso vivir un día más para verlo y luego paso otro día, y otro día.

Aquella confesión llegó hasta su corazón ¿Él era la razón por la cuál seguía vivo? Agradeció de haber ido a verlo.

Después de aquello, cada vez que se veían, su corazón latía rápidamente, con las miradas de Ray sus piernas temblaban, y con sus sonrisas, soñaba con estar para toda la vida con él.

Estaba asustado de sus propios pensamientos, eran demasiado extraño ¿Por qué sentía por Ray lo que debería sentir por las chicas?.

Por un tiempo trató de ignorar sus sentimientos, pero después éstos se volvieron desesperados, de verdad quería estar con él a cada hora, todos los días, toda la vida. Ésos sentimiento eran demasiado fuertes para ignorarlo.

Fue hasta que un día, Ray llegó nervioso con un papel en las manos, quería que él leyera su contenido, pero si lo pasaba a través de los alambres, corría el riesgo de que éste se rompiera, por lo que lo dobló hasta hacerlo parecer como un avión de papel y lo lanzó hasta que estuvo en sus manos.

Deshizo el avión, leyó el contenido y al hacerlo no pudo evitar que sus ojos se abrieran sorprendidos, abrió la boca sorprendido y sus mejillas se calentaron.

Adentro había un poema, un poema de amor, el más lindo que había leído, donde describía los sentimientos de Ray hacía él.

Subió la mirada para verlo, pero el azabache se había dado la vuelta y se fue rápidamente, sin siquiera escuchar su respuesta.

Al día siguiente volvió y por suerte se encontró con un avergonzado Ray. Se acercó, con su poema de amor en mano, lo dobló hasta hacer un avión de papel y lo hizo pasar arriba de la cerca hasta quedar en las manos de Ray.

Ver cómo sus mejillas se encendieron fue lo mejor que ha visto. En ése preciso momento, se volvieron novios.

Claro, éso fue antes de que quedara hospitalizado por una enfermedad que aún no sabían la razón. No pudo contarle sobre su situación, no quería preocuparlo por nada.

La vida en el hospital era aburrida y monótona, pero ésas pequeñas escapadas lo aliviaba y los poemas de Ray le daban fuerza.

Con una sonrisa, llevó el poema a sus labios y depositó un beso en él ¿Cómo evitar el amor que le tenía a Ray?.

En éso la puerta de su habitación se habrió de golpe provocando que se sobresaltara. Al subir la mirada se encontró con la mirada seria de su padre.

Aquélla mirada tan fría que lo caracterizaba cambió a un ceño fruncido al ver las muchas hojas esparcidas en su camilla.

— Norman ¿Qué es éso?— sus manos empezaron a temblar de los nervios y el electrocardiograma delataba sus rápidos latidos.

— So-son...— no pudo terminar pues su padre le había arrebatado el poemas de sus mano— ¡N-no! ¡Espera!— trató de quitarle el papel de sus manos, pero fue inútil, por la cara sorprendida de su padre supo que ya había leído el contenido.

— ¿Qué mierda es esto? ¿Quién te lo dio?— se quedó callado temblando en su puesto, no sabía que contestar— ¡¿Quién te dio esto?!— no pudo evitar encogerse en su puesto.

— So-solo fue un amigo...— dijo en un intento de mentir.

— ¿Un amigo? ¡¿Un amigo?! ¡¿Desde cuándo los amigos hacen estás mariconadas?!— miraba a su padre con absoluto terror en su mirada, no sabía que decir.

El mayor furioso vio a su hijo quién temblaba de miedo, después vio el papel y ante los ojos sorprendidos del menor lo arrugó hasta hacer una bola de papel.

— No quiero que lo vuelvas a ver, cómo me entere de que se han visto o cuando descubra su nombre ¡Lo mataré! ¡Y después te enviaré al Hospital Psiquiátrico Lambda para que te quiten éso!— y sin decir más, arrojó el papel al basurero más cercano y se fue dando un portazo.

Norman se quedó en silencio en la solitaria habitación antes de levantarse, dirigirse al basurero y sacar de él su poema. Con manos temblorosas, trató de hacer volver el papel a su estado original, siendo un fracaso.

Las palabras de su padre aún resonaban en su cabeza ¿Estaba enfermo? ¿Estaba enfermo por querer tanto a Ray? ¿Era malo amarlo? No lo entendía, él es felíz a su lado ¿Por qué las cosas no podían ser más simples?.

Por el amor que le tenía a Ray, había quedado ciego de la realidad. Norman tenía una enfermedad terminal, Ray era prisionero en los campos de concentración, el padre de Norman trabaja en ésos campos, tal vez incluido haya matado a los hermanos de Ray, ambos eran hombres y se amaban con locura, pero éso era un delito en la sociedad. Ésa es la cruda realidad.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, lloraba por el cruel destino que le llegaría. Amaba a Ray y amaba sus poemas que describían un futuro perfecto y resplandeciente, aunque ambos sabían que era mentira.

.  .  .  .  .

No lo entiendo, esto debería retrasar tu enfermedad pero solamente ha aumentado— le dice el doctor quién no podía entender lo que ocurría.

Norman si lo entendía. Al escaparse tantas veces, la medicina que debe entrar por sus venas no está haciendo el efecto necesario. Ahora, gracias a éso, ha empezado a perder la movilidad de sus piernas y brazos.

— Temo que ya no te quede mucho tiempo Norman, perderás paulatinamente la movilidad de tus piernas y tus brazos, se extenderán por todo tu cuerpo, te costará incluso pestañear y respirar, entonces... me temo que no sobrevivirás el mes— vaya palabras motivacionales.

No dijo nada, que le digan que tiene los días contados es un miedo que no puede describir. Estaba tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando su doctor se fue de la habitación.

Quería llorar aún no quería morir, aún quiere seguir viviendo, aún quería pasar más tiempo con Ray.

Ray... Entonces, otro temor lo invadió.

Él era la razón por la cuál Ray seguía vivo, si moría... ¿Que pasaría con él? ¿Cómo estaría él si dejara de visitarlo estrepitosamente?... Debía darle una explicación, la razón por la que no podrá seguir viéndolo, aunque sea una mentira.

Miró los cables que conectaban su brazo a las máquinas, cerró los ojos y se los quitó, se levantó con dificultad, sintiendo cómo sus piernas temblaban pero aún eran lo suficientemente fuertes para sostenerlo.

Rápidamente se vistió y se escabulló con cuidado, a veces tenía que apoyarse de las paredes para no caer, pero al final pudo estar al frente de Ray.

Lo miraba preocupado e interrogante.

— ¡Norman! ¡¿Qué pasó?! ¡No haz venido desde hace días! ¡Y...! ¡Estás pálido!— le dolía, le dolía verlo así.

— Lo siento...— murmuró.

— ¿Por qué te disculpas? ¿Qué...? ¿Qué pasa?.

— Me voy a mudar... A un lugar muy lejos de aquí... No volveré jamás Ray— sorpresa, confusión y tristeza se veía reflejados en los ojos de Ray.

Le dolía, dolía mucho, pero aún así, trató de sonreír, tratando de darle una despedida como correspondía, tratando de no temblar, tratando de no llorar.

Despedida... Algo tan simple se siente algo muy difícil, no quería hacerlo, aún quería unos minutos, aún quería pasar unos cuantos segundos más con Ray.

— Lamento irme tan repentinamente... Lamento tener no cumplir todas ésas promesas que nos hicimos... Lamento no poder estar más tiempo contigo... Gracias, hiciste mi vida más brillante, gracias por amarme y por dejarme amarte... Adiós Ray. Me alegro de haberte conocido— y sin más, ante la mirada sorprendida de Ray, se dio la vuelta dispuesto a irse.

— ¡¡ESPERA!!— se detuvo estrepitosamente al oír su grito— ¡YO TE AMO! ¡ERES LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DE MI MUNDO! ¡YO...!— la voz del azabache tembló— ¡No se que haría sin ti! ¡Aquí la vida es una mierda! ¡Tú eres lo único bueno aquí! ¡En ésas noches que sólo deseaba morir en paz...! Lo único que me mantenía cuerdo son tus poemas... Los tengo guardados, cada uno de ellos... No puedo vivir sin ti... Por éso... Esperaré a que regreses o sino... Esperaré hasta que acabe ésta guerra para poder salir de aquí, entonces te buscaré por cielo, mar y tierra... Haré que nuestras promesas valgan la pena— escuchó atentamente las palabras temblorosas de Ray, no se había volteado a verlo ni un sólo segundo, pero sabía que estaba llorando.

De sus garganta salió un sollozo ¿Cuándo empezó a llorar? No lo sabía, toda ésa situación era una mierda, ni siquiera tenía valor para verlo a la cara después de decirle tal mentira, le había dado falsas ilusiones, Ray de verdad creía en un futuro brillante para ambos y éso lo destrozaba.

No podía seguir soportandolo, rápidamente se fue del lugar, si miraba a Ray, seguramente terminaría saltando la cerca para abrazarlo.

Abrazarlo... Al final nunca podrán abrazarse ni besarse... De verdad quería sentir como es un beso.

.  .  .  .  .

Unas semanas pasaron desde que no volvió a ver a Norman y el sólo pensar que no volvería a verlo lo llenaba de tristeza.

La verdad es que él no confiaba mucho en sus propias palabras, era bastante realista y sabía en la situación en la que estaba, sabía que en ése lugar podía morir en cualquier segundo, pero aún así quería vivir con la ilusión de un futuro felíz, éso es lo que aprendió de Emma.

— ¿Qué tienes ahí?— el chico se sobresaltó al escuchar la grave voz.

Al girarse se encontró con tres militares que lo miraban con asco. Las personas que estaban en sus camas se escondieron entre las finas mantas tratando de desaparecer de la situación mientras el joven empezó a ponerse nervioso, ya que estaba sentado en el piso a un lado de su cama con los poemas de Norman en sus manos.

Rápidamente trató de esconderlas, pero uno de los militares lo agarró del brazo y lo levantó con brutalidad al mismo tiempo que otro le arrebataba las hojas para pasárselo al que parecía ser el de mayor rango.

— ¡No! ¡Devuelvenmelo! ¡Son míos!— trató de quitárselos, pero el que lo sujetaba le dio puntapié un su pierna, provocando que cayera de cara al piso.

— ¡"Solo en la noche las estrellas pueden brillar, y solo a ti yo te puedo amar"!— leyó exageradamente el que tenía los poemas en manos, haciendo que sus compañeros soltarán risas.

— ¡Damelas!— trató de levantarse para quitárselos, pero una mano agarró su cabello y lo estampó nuevamente en el piso.

Todo esto siendo observado por los demás prisioneros, que simplemente observaban o ignoraban la situación. No iban a condenarse por un pobre niño huérfano.

— ¡"Nuestra historia es un sueño, un sueño de fantasía, ojala no despertemos nunca, y soñemos toda la vida"!.

— ¡Te dije que me las pasaras maldito imbécil!— por un momento vio sorpresa en los ojos del militar, para después observar cierta maldad en su sonrisa.

— Con qué con ésas estamos mocoso insolente— entonces, ante la mirada del menor, agarró los poemas y las rompió en muchas partes.

Ray vio en estado de shock cómo pequeñas partes de los poemas caía hacía el suelo.

Los poemas... Las palabras que había escrito Norman solamente para él... Las únicas pruebas que demostraban que Norman no fue una ilusión... Sus sueños, sus promesas... Su amor... Ahora están rotas en el suelo.

Entonces una rabia lo empezó a dominar; tanto dolor, tanta ira acumulada hacía ellos. Ésta es la gota que derramó el vaso.

Soltó un grito de rabia antes apartarse bruscamente de militar que lo sostenía y se lanzó sobre aquél que rompió los recuerdos que tenía hacía Norman. Sin más empezó a golpearlo, dando un golpe tras otro, tratando de descargar su ira y frustración sobre ése tipo, pero ni siquiera él se había dado cuenta que había empezado a llorar.

Antes de que se de cuenta, ya estaba siendo agarrado por ambos militares, y el militar que había golpeado se puso de pies mientras se arreglaba su uniforme.

— Matenlo— dijo con una voz de ultratumba.

Entonces, fue llevado rápidamente a la cámara de gas, no puso resistencia, de todos modos moriría de una u otra forma.

Lo encerraron en aquella habitación, oscura y sombría; ni siquiera podía ver la punta de su nariz. Soltó un suspiro, absorbiendo la humedad y el olor a muerte de aquél lugar.

Entonces, así fueron los últimos momentos de Don, pobre, para él que quería aferrarse con fuerza a la vida, debía sido aterrador.

En cambio él, se encontraba nervioso, pero no asustado, hace tiempo que quería desaparecer de aquél mundo, Norman era lo único que lo aferraba a la vida, pero ya ni está, no volverá, jamás volverá.

Así que no estaba asustado de morir, la muerte sólo es una escapatoria, el final de sus sufrimientos, ya no quería sufrir, ya no quería llorar, ya no quería tener miedo, ya no desea morir. Si vivir significa sufrir, lo mejor es estar muerto.

Entonces aspiró aquél gas, aquél nauseabundo y ahogante gas. No fue para nada agradable, hubiera preferido morir quemado.

En sus últimos momentos, le parecío escuchar la voz de Norman, entonces cerró los ojos solamente para hacer su última promesa.

Norman, no pude cumplir las promesas que te hice, no pude darte aquél futuro que deseamos ni aquél sueño desesperado de reencontrarnos. Pero te juro, te juro por Dios, que te esperaré, esperaré tu momento final, te buscaré y viviremos tranquilamente en el más allá, sin guerras, sin sociedad, sin suficientemente, sin dolor, sin penas... Sin una cerca que nos separe.

.  .  .  .  .

Abrió pesadamente los ojos y lo primero que vio fue una suave hierba primaveral, que se mecía levemente con la calidad brisa, podía sentir los cálidos rayos de sol sobre él, por lo que dedujo que estaba en el exterior.

Se incorporó levemente, sintiendo una leve incomodidad en su garganta y pulmones, entonces alzó la vista y se encontró que estaba en un tipo de pradera, donde no podía ver más que éso una lisa e infinita pradera de verde claro, azotada por un suave viento del cuál parecía salir de todas direcciones.

El cielo era un pulcro azul, tan azul como los ojos de Norman. No había sol, pero estaba tan iluminado como si lo estuviese.

Miró a su alrededor, buscando algún indicio de civilización y no le tomó mucho, pues a lo lejos vio algo que le parecía muy familiar.

Se paró y lentamente se dirigía hacía allí. Cuando estuve lo suficientemente cerca, se dio cuenta que era la cerca que rodeaba el campo de concentración.

Estaba confundido ¿No había muerto? ¿Entonces por qué...?.

Detuvo sus pensamientos al observar una figura al otro lado de la cerca, se acercó rápidamente y entonces lo vio, a Norman, quien también lo miraba tan sorprendido cómo él lo estaba.

— ¿Norman?.

— ¿Ray?— entonces, ante sus ojos, empezó a notar que la cerca se desvanecía, pudiendo observar claramente el otro lado del cerco, incluido a Norman.

Ambos se quedaron en estado de shock, mirándose fijamente a sólo unos metros del otro. Han esperado mucho por ése momento, pero ahora, ninguno de los dos se pudo mover.

Entonces una sonrisa temblorosa se apoderó de los labios de Norman, de sus ojos empezaron a salir lágrimas de la pura felicidad.

— Ray...— el nombrado sonrió emocionado sin tampoco poder contener sus lágrimas.

— Norman...— entonces ambos se acercaron rápido y torpemente hasta quedar fundidos en un cálido abrazo.

Ambos lloraron sobre el hombro del otro, tocaron las manos contrarias, su cabello, sus rostros.

Envueltos en un cálido abrazo, se miraron fijamente, con la mirada posada en los del otro, teniendo una distancia de sólo unos centímetros, lentamente se acercaron y palpearon los labios ajenos con timidez.

Hicieron una distancia para mirarse unos segundos y volvieron a juntar sus labios, ésta vez con más confianza y con una sonrisa de felicidad en sus labios.

Al fin... Juntos.

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Primero que todo, lamento haber dejado de actualizar, había empezado un proyecto y terminé dedicándome 100% a éso.

Sólo queda un O-S más, espero que lo hayan disfrutado.

One-Shot inspirado en la canción Piper Plane.

Gracias por leer ❤

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