IV
Capítulo 4: "El campeón que desciende de gigantes"
El viaje hacia la montaña de la muerte (o mejor dicho, volcán) fue realmente largo. Tenía que cruzar el reino de extremo a extremo ya que el poblado Vogel quedaba al oeste y la montaña hacia el este. Fueron días de viaje sumidos en silencios incómodos entre Elizabeth y sus caballeros, nadie conversaba con ella, a veces podía escuchar como algunos platicaban entre ellos para nada más que eso.
Fueron 7 días de andar a caballo y dormir a la intemperie, admirando estrellas, animales y también pensando bien en como hablaría con el elegido.
Durante la tarde del séptimo día, al fin llegaron al borde de la montaña de la muerte.
Elizabeth se sintió tan aliviada que pensó que podría reírse a carcajadas solo por la dicha, claramente se controló, no quería que más rumores sobre ella se extendieran por culpa de un malentendido. Ya tenía suficiente con todo lo que se decía como para agregarle más cosas todavía.
Bajó de su caballo al poder ver una posada en el camino y comenzó a caminar hacia ella arrastrando a su compañero en el proceso. Se acercó a la ventana de aquel que atendía el lugar y tuvo que reprimir la risa cuando los ojos del dueño se abrieron como platos al verla ahí.
—Buenas tardes—exclamo con cortesía—Quisiera guardar nuestros caballos aquí, será por unos días, no muchos. ¿Cuánto sería?—sonrió.
—N-No se preocupe, princesa, la casa paga. Pueden ocupar las camas que deseen y servirse de nuestra deliciosa comida—el hombre a cargo hizo una reverencia torpe que enternecio a la albina y luego se apresuró a salir para tomar las riendas del salvaje caballo de la princesa—Yo llevaré a su caballo al establo, le aseguro que tendrá los mejores cuidados—
—Se lo agradezco mucho, pero insisto, ¿Cuánto sería?—abrio una pequeña bolsa donde tenía varias monedas de plata en su interior. El hombre trató de ocultar tanto como podía el brillo codicioso en sus ojos y negó con la cabeza evitando ver las monedas.
—La casa paga majestad, además, debería de ocupar ese dinero en comprar elixires que le otorgue resistencia a calores extremos para usted y para sus caballeros. Los van a necesitar si quieren ir al pueblo de los gigantes—es cierto los elixires, elizabeth se golpeó mentalmente al olvidar algo tan importante como lo eran esas pequeñas botellitas
Los elixires son sustancias que podían otorgar habilidades a quien lo tomara, obviamente, debías de tener un amplio conocimiento en animales y plantas, o un recetario confiable para poder prepararlos. Debías de saber que usar para lograr el efecto querido y también debías de poseer y utilizar la cosa más repugnante que podía haber...partes de monstruos.
Los elixires no tenían un sabor agradable, mucho menos un buen olor, si no tienes buen estómago lo más probable es que él preciado elixir va a terminar en el suelo en forma de vómito, pero son bastante útiles a la hora de querer ir a ciertos lugares (cómo era el caso de la princesa) o si querías dotarte de fuerza o velocidad a la hora de pelear.
La ciudad de los desendientes de gigantes, al estar en un volcán, poseía un calor tan asfixiante que ni siquiera podrías sobrevivir más de un minuto en aquel lugar sin un elixir especial. Se te podía quemar la piel, el músculo y el hueso en segundos. Sin duda una fea muerte, el elixir te ayudaría a que tú cuerpo no se volviera cenizas en segundos, pero no podía salvarte del aire asfixiante que había ahí adentro.
Aún así, Elizabeth sabía que no había de otra, tenia que adentrarse en los caminos del volcán para poder llegar al pueblo gigante. De inmediato guardó sus monedas agradeciéndole con la cabeza al humilde dueño y comenzó a buscar con sus ojos a alguien que vendiera elixires. Obviamente habría alguien, en todas las posadas se encontraba un experto que vendía aquel preciado liquido o el animal o planta que debías usar para poder prepararlo.
No tardó mucho en identificarlo, los vendedores solían tener la misma apariencia siempre. Traían una mochila de la cual colgaban hierbas y animales, se la pasaban buscando en el suelo por si encontraban más ingredientes de sus elixires y su aspecto solía ser algo desaliñado.
La princesa se acercó hasta el vendedor en aquella posta, que justo se encontraba cocinando uno de sus elixires, al estar a su lado, el fuerte hedor de monstruo casi la hace vomitar.
—D-Disculpe...—tartamudeo, el hombre no la volteo a ver, pero asintió con la cabeza indicando que la escuchaba—¿Tendrá elixires que protejan contra el clima extremo de la montaña de la muerte?—
—¿Planea visitar a los descendientes de gigantes?—
—Si—la respuesta era obvia, aunque la princesa de todas formas respondió. El hombre, aún sin verla, abrió su mochila de viaje donde tenía todas las pequeñas botellas ordenadas por color, busco con la mirada entre todos los elixires y luego sonrió al ver lo que quería. Metió la mano en su mochila y al sacarla tenía 3 pequeños frascos con un líquido negro como el carbón.
Elizabeth sintió náuseas.
—Son 3 elixires por persona. El calor comienza a sentirse a mitad del camino por lo que solo tómelo cuando usted se dé cuenta que ha tocado terreno peligroso, puede durar protegida hasta 8 horas con estos elixires así que tendrá que medirse—se los entregó con delicadeza—De todas formas, si se le llegan a terminar en la posada de la tribu gigante hay elixires—
—¿Cuánto sería?—
—3 monedas de plata—no eran tan caras, pero tampoco estaban exactamente baratas. La princesa le entregó las monedas en segundos y el vendedor siguió revolviendo con el cucharón la mezcla en su cacerola.
—D-Disculpe...—el vendedor soltó un suspiro fastidiado dejando su mezcla de lado—Serian elixires para todos mis hombres—al escuchar esa palabra, el hombre volteo a verla con la ceja levantada y al reconocerla se puso tan pálido que Elizabeth pensó que iba a desmayarse.
—¡¿P-Princesa?!—exclamó en un grito agudo y se puso de rodillas de inmediato ante ella. Elizabeth soltó una risita divertida por su actitud y no pudo evitar negar con la cabeza.
Tuvieron que comenzar su viaje a pie, todos iban con su mochila de suministros en el hombro pasando por el camino que llevaba directo hacia el siguiente poblado.
Era una subida rocosa de eso no había duda, algunas partes no eran tan difíciles de cruzar y los pies de Elizabeth lo agradecieron, pero si había otras donde tenían que ir cuesta arriba caminando con dificultad por tanta roca en el camino.
Llegando a mitad del recorrido, justo como el vendedor lo había dicho, comenzó a sentirse un calor infernal que los hizo detenerse. Elizabeth comenzó a dudar de inmediato y sintió como todas sus fuerzas la abandonaban en segundo, la ropa le estorbaba, la piel le ardía e incluso sentía como si las puntas de su cabello se estuvieran quemando. Con rapidez para evitar alguna catástrofe, tomó el preciado elixir que hizo efecto apenas comenzó a recorrer su garganta.
Sabía horrible, por supuesto, pero era más la necesidad que tenía que el asco repentino que le dio. Se terminó todo el contenido del pequeño frasco en unos cuantos segundos y luego inhaló aliviada de que aquella sensación de estarse quemando desapareciera...mala idea, ya que el aire estaba tan caliente como todo lo demás y al inhalar no recibió alegría, más bien la sofocó ligeramente.
Volteo a ver a sus caballeros, los cuales al igual que ella se habían terminado sus elixires justo a tiempo antes de tener heridos y con un sentimiento de cabeza comenzaron a subir por el camino de nuevo. Aún les faltaba la mitad, así que debían darse prisa antes de que les diera la noche y lo único que iluminase su camino sean los rios la lava ardiente que estaban a sus costados.
Los descendientes de gigantes, eran una raza muy alta, más alta que cualquier humano común claro estaba, pero no tanto como para ser considerados gigantes.
Se les dice "descendientes" porque según la leyenda de su tribu, en el pasado antiguo, antes de que los dioses bajarán del cielo, los gigantes vivían por todo Liones conviviendo en paz con todas las demás razas. Sin embargo, cuando un gigante malvado se volvió su líder, comenzó a llenar la cabeza de toda la tribu con ideas de guerra.
Él decia, que ellos al ser la raza más fuerte, debían de reinar en lugar de los humanos, decía que el al ser más grandes debían de conquistar los demas reinos porque ellos podrían aplastarlos con tanta facilidad que nadie los podria parar.
Y así lo hicieron, una noche los gigantes atacaron el reino (cuya capital, en ese entonces, se encontraba en otro lugar) destruyeron el castillo, matar a muchas personas y los miembros de otras razas que intentaron ayudar también perecieron. Sin embargo, ni aunque la derrota era obvia, los humanos se rindieron, aunque ellos fueran más pequeños siguieron luchando contra los gigantes hasta que el sol volvió a salir y fue ahí que un repentino estallido de luz los detuvo a todos.
Ante ellos, las 3 diosas creadoras, envueltas en luz se posaron sobre ellos en silencio, luego alzaron sus manos al mismo tiempo y finalmente lanzaron poderosos rayos de luz sobre todos los gigantes. Contrario a lo que se esperaban, esto no los mató, pero si los maldijo encogiendolos hasta estar más cerca de la altura de los humanos.
Seguían siendo más altos y fuertes, pero eso fue como pisar el orgullo gigante haciéndoles ver qué con un movimiento podían volverlos insignificantes y no eran tan poderosos como habían creído.
Luego, las 3 diosas tomaron a aquel líder malvado y esté tenía tanto odio en su corazón que parecía que ardía como el mismo fuego, en castigo por sus crueles actos, lo convirtieron en un volcán cuyo odio lo llenó de lava ardiente y a todo su pueblo que lo siguió los condenaron a vivir en aquel ambiente asfixiante.
Con el tiempo evolucionaron, se reproducieron y se ganaron el nombre de "descendientes de gigantes". Se acostumbraron a aquellas temperaturas y formaron una nueva civilización que practicaba más que nada la paz y la minería, seguían siendo fuertes guerreros, pero está vez ya no usaban su fuerza para la guerra como lo habían hecho muchos años atrás, está vez eran protectores leales a sus principios.
No fue hasta que los descendientes de los dioses bajaron de los cielos y formaron un nuevo reino de Liones, los reyes fueron ante los descendientes de gigantes, hablaron con su líder, se dejó el pasado atrás y la paz se firmó con todas las razas de nuevo.
Nuevamente todos volvían a convivir en paz como siempre debió de haber sido.
Habían llegado de noche, lamentablemente el calor que sentían sin duda los volvió más lentos, en especial a los guardias ya que sus pesadas armaduras de hierro los hacían perder más energía bajo el calor del volcán, hubo algunos que desertaron, simplemente dieron media vuelta sin consultarle nada y salieron de ahí, los pocos que se quedaron iban a un paso de tortuga.
Por suerte ya los estaban esperando, un grupo de aquella raza, con su líder en medio, estaban en la entrada de su aldea sonriendo con amabilidad.
Drole, el líder de la raza dió un paso hacia ella, extendiendo uno de sus cuatro brazos, al fijarse mejor, la albina se dió cuenta de que él era el único con cuatro extremidades superiores, también era el único que tenia la piel azul e incluso era más grande que los demás a su alrededor. Elizabeth rio nerviosa y lo sostuvo con delicadeza.
—Princesa elizabeth...—El líder y sus escoltas hicieron una reverencia—Es un verdadero placer poder recibir a nuestra próxima reina en nuestra aldea—
—Lider de la tribu, gracias por recibirme tan humildemente—se quedaron unos segundos en silencio, hasta que este fue cortado por la estruendosa carcajada del hombre de piel azul. El desendiente de gigantes, dió unos cuantos pasos atrás y luego aplaudió con dos de sus brazos lleno de euforia mientras la princesa se mostraba confundida.
—¡Bastante de formalidades su majestad! Son todos nuestros invitados, imagino que se han de estar asando...—los guardias de Elizabeth solo pudieron soltar un quejido mudo, la armadura los estaba matando—Por favor, pasen a nuestra posada, podrán quitarse las armaduras y tomar algo refrescante— no les dieron la orden dos veces, rápidamente todos se fueron de ahí dejando sola a la albina, siguiendo a los hombres altos y musculosos que los guiaron por su pueblo.
—¿Hay bebidas refrescantes? Pensé que el agua se evaporaba al estar en el volcan—murmuró
—Nuestra posada está decorada con zafiros, eso mantiene el lugar fresco para los turistas y evita que el agua se evapore—explicó Drole y le hizo una seña a la princesa para que lo siguiera—La tierra de Liones es mágica como usted ya sabrá, obviamente los minerales también lo son. Así como el rubí tiene propiedades mágicas relacionadas al fuego, el zafiro tiene el poder del hielo en su interior—Elizabeth se quedó asombrada, la realidad era que no sabía mucho sobre minerales de su reino, su mayor cualidad era saber sobre tecnología ancestral y algunas cosas de biología y botánica.
—Es realmente impresionante—sonrio y se ganó una dulce sonrisa por parte del líder. Sin embargo, tan pronto como apareció, el hombre azul se puso serio y luego se detuvo frente a la puerta de la posada.
—Se que tenemos algo importante de que hablar princesa, la veré en la entrada del pueblo mañana a primera hora—Elizabeth asintió —Primero, por favor acepte nuestra hospitalidad, coma un poco, refresque su garganta y duerma, ha tenido un viaje bastante largo y sé bien que subir la montaña de la muerte no es algo sencillo—La oji azul soltó un ligera risa, hizo una reverencia ante el líder de los descendientes y tras desearle una buena noche se apresuró a entrar a la posada.
Ahí por fin sintió algo de frescura y todo su cuerpo se lo agradeció, pese a estar protegida por el elixir, de todas maneras podía sentir el calor calando sobre su cuerpo y ropa. En verdad necesitaba un descanso de aquel calor tan infernal.
A la mañana siguiente, aunque Elizabeth no quería abandonar la frescura de la posada, se obligó a si misma a prepararse para su reunión con el líder. Cuanto más rápido terminara su misión, más rápido podría irse de ahí para no volver en un buen rato.
Tomó el segundo de los elixires que había comprado para evitar dañarse y luego salió de aquel lugar sintiendo de nuevo el aire caliente llenando sus pulmones. Se tuvo que sostener de la pared para evitar desmayarse por el repentino impacto, unos segundos le tomó acostumbrarse y luego se puso en marcha completamente sola.
—Princesa...—se dio media vuelta ante el llamado y luego alzó una ceja algo confundida. Dos de sus escoltas estaban vestidos con sus armaduras, traían sus lanzas en la mano y corrieron hasta poder acercarse a ella—¿A dónde creé que va sola?—
—Me reuniré con el líder, Drole—
—Las órdenes del rey fueron que no la dejáramos sola, así que mi compañero y yo la acompañaremos—uno de ellos hizo una reverencia, sin embargo, el otro se quedó parado nada más, mirándola con cierto recelo que ni siquiera se preocupo por esconder. Eso fue como un puñetazo para Elizabeth, sabía que la mayoría de caballeros no lo querian, al igual que el reino la veían como una inútil pero era su deber y trabajo protegerla aunque no la quisieran. Sintió un nudo en el estómago que amenazaba con extenderse hasta su garganta, pero se obligó a sonreír con dulzura y admitir con la cabeza.
—Gracias—fue lo único que murmuró. Se dió media vuelta rápido para evitar que vieran las lágrimas acumuladas en sus ojos y siguió con su camino hasta llegar a la entrada del pueblo donde el hombre de piel azul ya se encontraba esperándola.
Al verla, este la saludo con cortesía de nuevo y luego la atrajó hacia el para comenzar a caminar por el camino ya marcado, alejándose un poco de sus escoltas para que la conversación fuera más privada.
—Bien, ahora—exclamo el lider con una sonrisa—Vayamos a asuntos más importantes—
—Todo lo que tenía que decirle ya se lo he comentado por medio de la carta que le mandé—la princesa asintió—Mi visita es solo para saber su respuesta ante mi petición y la del rey—
—Cuenta conmigo princesa—el corazón de la albina se agitó de felicidad—Yo soy el guerrero más valiente de toda mi tribu y si Liones está en peligro yo no puedo negarle mi ayuda—
—Muchas gracias, Drole—un suspiro salió de los labios del hombre de piel azulada.
—Mire princesa creo que es necesario que le diga esto, no se si esa tal bestia oscura sea el responsable, pero últimamente los monstruos se han vuelto más agresivos—una mueca pintó el bonito rostro de elizabeth mientras asentía—Y temo decirle, que así como están las cosas, dos escoltas como esos...—hizo una seña con la cabeza para apuntar a los caballeros detrás de ellos—No serán capaces de protegerla—
—"Ni siquiera quieren protegerme "—penso para si misma, con el amargo sentimiento al que estaba ya acostumbrada.
—Papá también opina lo mismo que usted, drole. El rey quiere que un caballero real me acompañe...—alzó sus manos hasta ponerlas sobre su pecho ganando la total atención del lider—Y hay un candidato...—
—Ah, así que uno nada mas—la albina asintió.
—Dicen que él es el mejor espadachín de todo el reino y el rey desea llegar a un acuerdo para que me acompañe a todos lados—
—El mejor de todos, ya veo—el más alto se acaricio la barbilla con curiosidad y sonrió, sonaba como una persona de confianza para proteger a la princesa, sin embargo, el lider ya no pudo decir nada, al instante, una tribu de monstruos salieron por detrás de unas rocas, chillando y haciendo sonido guturales mientras perseguían algo que ellos no alcanzaron a ver.
De inmediato, Drole sacó su enorme mandoble que siempre cargaba detrás de su espalda poniéndose en guardia.
—Algo están buscando—murmuro, al ver el comportamiento de las bestias, los caballeros de la humana rápidamente se acercaron a ella hasta ponerse en frente protegiéndola de aquellos monstruos que aún no parecían notar su presencia.
Antes de que alguno de ellos pudiera actuar o siquiera pensar en un plan, Drole, el gran líder ya había salido disparado hacia los monstruos, moviendo su enorme arma y disponiendo de toda su fuerza los golpeó a todos con solo un movimiento, alejándolos del montón de piedras en el que estaban.
Las bestias chillaron heridas, gruñendo y haciendo sonidos asquerosos, alzaron sus porras de madera intentando verse amenazantes, sin embargo no tenían oportunidad frente al gran y fuerte Drole. El de piel azul le dió un golpe más a uno de ellos, justo con la parte más filosa de su mandoble cortandolo a la mitad sin ninguna dificultad. El piso y las rocas cercanas, quedaron manchadas de la sangre oscura que emanó de la bestia, sus viseras se repartieron por el suelo y al ver a uno de los sullos muerto, los monstruos restantes salieron corriendo completamente asustados.
Una risa burlona salió de los labios del descendiente de gigante. El hombre guardó su arma aún sucia admirando a sus oponentes correr lejos de sus tierras.
—Son unos cobardes, cobardes e ilusos si pensaron en ponerse frente a un guerrero como yo—siguió riendo lleno de burla. Al ya no haber ningún peligro, la princesa se alejó de sus caballeros, corriendo hasta el campeón escogido para poder alcanzarlo, su mirada angustiada se redirigió hasta el montón de piedras en las que, minutos antes, los monstruos habían estado tan interesados.
Dio unos cuantos pasos inseguros, temiendo lo que podría llegar a encontrar. Un pequeño chillido la hizo abrir sus ojos azules de sorpresa, y rápidamente su mirada de miedo se transformó en una de compasión.
—Ven pequeño, ven aqui—Extendió los brazos con una sonrisa, todos los que la acompañaban voltearon a verla cuando escucharon su voz. Para sorpresa de Drole, lo que había detrás de esas rocas era un perro, la mascota de los dueños de la posada había llegado demasiado lejos a tal punto de estar demasiado cerca de la aldea de los desendientes. Los monstruos lo habían visto, lo habían perseguido y seguro habían intentado matarlo, pero por suerte ellos estaban cerca para poder protegerlo. El pequeño perro había estado hecho bola del miedo que sentía, pero al escuchar la celestial voz de la dama, corrió hasta los brazos de la princesa quien lo recibió con gusto dándole un abrazo y muchos cariños—Ay pequeño, ya veo lo que querían hacer, ¿Cómo pueden ser tan malos? Al menos no le hicieron dañ...—volteo a ver a Drole, aún con sus manos acariciando al perro.
Lo que vio la dejo petrificada.
Aquel fuerte y noble guerrero, con cuatro extremidades superiores, con músculos como rocas y poderes formidables...estaba temblando de terror mirando al perrito.
—¿Drole?—exclamo confundida la princesa y el pequeño perro le ladró con fuerza al de piel azul, de manera amistosa, invitándolos a un juego. Sin embargo ese ladrido fue suficiente para que el poderoso campeón se hiciera bolita cubriendo su cabeza convirtiendo todo su cuerpo en metal pesado y del suelo una pared de rocas (invocada por el mismo Drole) salieron para impedir que el perro lo viera. El líder creó un escudo de piedra debido al miedo.
—Adios pequeñito— Elizabeth se despidió del perro, quien le ladró feliz una última vez antes de darse media vuelta y comenzar a correr por el camino de regreso a la posada. La dulce albina siguió riendo un poco hasta que aquel canino se volvió un punto en la lejanía y luego volteo a ver a Drole, quien tenía un color morado en sus mejillas debido al rubor de la vergüenza que sentía
—Ay...que vergüenza—murmuro—Senti pavor al ver qué era un pulgoso, de niño siempre me espantaban y me perseguían—se alzó de hombros—No creo que me seguirían dando miedo—admitió, jugando nerviosamente con sus dedos. Esperaba que su pequeño espectáculo no fuera suficiente como para que la princesa le quitara su recién adquirido, título de campeón.
—Todos tenemos una debilidad Drole, incluso tú —sonrió Elizabeth, luego su boca se torció en una ligera mueca—Incluso el héroe de Liones tiene una debilidad...—pensó en voz alta, no conocía al llamado "héroe" pero sabía que debía de caer por algo, todos caían por algo...
—Oiga, princesa—la albina salió de su mente ante él llamado del mayor—Y esa tal Bestia oscura...¿No va a tomar forma de perro, cierto?—Elizabeth parpadeó un par de veces, incrédula e incapaz de contener su risa una carcajada escandalosa se escapó de sus labios.
Este es Drole, el líder de los desendientes de gigantes, uno fuera de lo común debido a su aspecto tan diferente a los demás de su raza, con el poder de manipular la tierra a su gusto y transformar su cuerpo en metal.
Fuerte, poderoso, pero sobre todo...noble. Su sonrisa llena de cariño ablanda el corazón de su pueblo, sus palabras sabias mueven masas y su bondad y capacidad de luchar por lo bueno y justo lo ha convertido en una figura imponente y respetable a lo largo de todo el reino.
Incluso el ser más imponente, puede llegar a ser el más amable de todos.
Uf un poco largo jaja. Pero el de Ludociel sigue siendo el más extenso ;)
Lamento faltas de ortografía, las corregiré cuando tenga tiempo y le de una leida más al capítulo
Que les pareció? Les gustó? Espero que si.
Segundo campeón y está vez se trata de nuestro querido Drole ^^. Creo que Drole es el candidato perfecto para representar a Daruk, un guerrero fuerte pero noble con un corazón más grande que sus músculos ✨
Ahora, que les pareció la historia de los gigantes? Tiene unos cuantos guiños a la historia de Zelda (la 3 diosas doradas creadoras de todo) pero fuera de eso, yo la inventé porque me pareció interesante.
¿Quien será nuestro tercer campeón...o campeona 👀? Esperen a una mujer la próxima semana
Adjunto imagen del pueblo de los Goron desde lejos (las que lo mostraban de cerca no se veían bien ^^")
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